Esta leyenda viaja por las rutas del misterio y la poesía musical llanera.
Imagen el archivo de Fernando Parra
Esta versión se tomó de: “Análisis de Figuras
espectrales en el Corrío y Leyendas del Canto
Llanero Tradicional”, de Isaías Medina López. Duglas Moreno y Carlos
Muñoz Lamas, publicado en Caracas (2018),
por la Oficina de Planificación del Sector Universitario (OPSU), del
Ministerio del Poder Popular para la Educación Superior, Ciencia y Tecnología
–Consejo Nacional de Universidades.
Autor compilador: Dámaso Figueredo
Fuente y elenco: Dámaso Figueredo (Don Rozo; DR). (Rozo =
Zorro) Winston Leal (Lorencito; L)
Conjunto: Hermanos Linares, actuación
especial de Elio Álvarez (cuatrista)
Don Rozo: Lorencito, ya que nos conocimos,
chico, y somos colegas, mucho gusto en presentarte a mi novia.
Lorencito: ¡Caramba! De hace rato que estoy
viendo a ese mujerón, tanto gusto, señora.
Elvira: ¡Señora, no! Soy la señorita Elvirita
de Jesús.
Don Rozo: Pero chico, te estoy presentando a
mi novia: ¿cómo vas a creer tú, que yo me voy a casá con una mujer corría? Ella
es toda una señorita.
Lorencito: Don Rozo, pa´ adivino Dios y pa´
brujo el Diablo, de todas maneras y, ¿cuándo va ese matrimonio? Yo no me pelo
de esa fiesta, a mí me gusta mucho el pavo horneado.
Don Rozo: Pronto, eso lo vamos a celebrá, sea
casao, sea amancebao hay fiesta, pero yo no espero más, en siete años de amores que tengo con esta mujer;
¿verdad, mi amor?
Elvira: Mire, don Rozo, primero hay que comer
verde pa´ después comé maduro y dese con una piedra en el pecho que se va a
llevar a una mujer hecha y derecha. Soy la menorcita, bordona de la casa,
apenas tengo cincuenta y dos años, mi hermana mayor tiene cincuenta y cinco, y
lleva diez años de amores con un musiú, y si yo me caso primero que ella
estamos poniendo a las otras en mal camino.
Don Rozo: ¿Y entonces, hasta que ellos no se
casen, tú, no te vas a di conmigo? ¿Cómo se llama ese musiú? ¿Dónde vive? Tu
hermana se va a quedá como morrocoy en tiempo ´e joba; viendo pa´ arriba.
Elvira: Don Rozo, él vive en Guardatinajas y
se llama Tico, es zapatero y vende ropa.
Lorencito: Bueno, yo aquí soy el entrometío,
pero lo mejor es que, usted, señorita Elvirita,
se vaya ligero con ese hombre; lo que es del cura va a la iglesia.
Elvira: No señor, no se meta en eso, cuando
mi mamá y mi papá digan, salgo de mi casa de velo y corona.
Lorencito: Perdón, señorita, yo estoy apurado es por comé carne. Ah, mire,
don Rozo, ¿y a dónde va a pasá, usté, esa luna de miel?
Don Rozo: Nada más y nada menos que en Las
Galeras del Pao, sea casao o sea soltero, pero es allá. Para no hablar más,
vamos a cantar un contrapunteo.
Lorencito: Vamos, salga.
DR: Yo soy un hombre soltero
muy pronto seré casao
paso la luna de miel
en Las Galeras del Pao.
L: Cuidao como, a usté, le pasa
como el que pescó acostao
se durmió y cayó en el río
y se lo tragó un pescao.
DR: Ésa me la llevo yo,
tranquilo y despreocupao
para eso ya le tengo
un buen trabajo montao.
L: Usté, tiene que amarrá
un caimán que esté jambriao
pa´ llevarse a esa mujer
de quien está enamorao.
DR: Supieras lo que le tengo
Cerca ´e
la casa enterrao
un gato negro amarillo
un barcino y un pintao.
L: Yo no pensaba que, usté,
era mal intencionao
el hombre que es marañista
tiene que morí arruinao.
DR: Yo no es que soy marañista
sino guapo y apoyao
digo que hay leña segura
si ta´ el burro amarrao.
L: Si alguna de mis hermanas
me la fueras embrujao
hace tiempo viejo Rozo
que ya te fuera matao.
DR: Tate quieto, Lorencito,
hágase el agazapao
no vaya de aquí a mañana
amanecer aventao.
L: Esas son bromas, don Rozo,
no se ponga disgustao
yo lo respeto y lo aprecio
como a un hermanito criao.
DR: Eso es pa´ que busque el hilo
y no se encuentre enredao
en el monte el casiragua
le huye al león barreteao.
L: Desde que soy folclorista
nunca
he sido amenazao
y ahora este viejo Rozo
me quiere tené perreao.
DR: Yo nunca a esté, Lorencito,
Lo he querío tener arriao
lo que le digo es que siempre
cargue el ojo bien pelao.
L: Yo siempre pelo los ojos
nunca los cargo cerraos
aunque me caiga mosquito
no se me ponen aguaos.
Pasaje IV-
La muerta de Las Galeras
Don Rozo: Lorencito, te voy a contá algo
grande de Las Galeras del Pao, una vez, se acercaba la Pascua y yo necesitaba
carnes finas para las hallacas, en la Vuelta de La Leona había un mango que le
bajaban lapas como coporo en el río Arauca. Me encaramé a las siete de la
noche, y a eso de las siete y media había matao
veinte, me faltaban diez, y esa luna clarita, chico, veo un bulto que
viene derechito hacia mí, noté que era una mujer, me concentré a verla: ¡qué belleza!; tuve que
hablarle “Hermana por parte ´e Dios,
diga lo que se le ofrezca, pa´ sacala de
sus penas, con tal pueda”. Me dijo “Tengo una música para regalártela”, no me
la dijo tarareado, me lo dijo en ju, jú:
“Um, um, um, um, um, um.” Y ahora se la canto:
No pase por allí solo,
amigo mío, tarde
después que oscurezca
en La Galera del Pao,
saben que sale una muerta
cerquítica de La Leona
casi en la Tercera Vuelta
con una vela prendía
y las manos en la cabeza
señalando con el picó
hacia una mora seca.
Nadie
se atreve a hablale
a ver si dice la pena
por qué ella peca,
si es que tiene algún tesoro
o murió debiendo promesa
si su alma está perdida
uno se para y le reza
si es por asustar que sale
mejor la dejemos quieta,
pero cuando vaya al cielo
le cierren todas las puertas.
Yo no pensaba
que un ser humano en el mundo
después que muere
tuviere tantas molestias
pero hay millones de cosas
que no han sido descubiertas
debieran a
publicarse
y nadie las manifiesta
sin otorgar el consejo
que nos da el cura en la iglesia.
Primeramente el rico
y su capital solo se ocupa
a administrá su riqueza,
el pobre casi no duerme
contemplando la pobreza
soñando con el destino
cuál será su mala suerte
sabiendo que en este mundo
todo es por naturaleza.
Un muerto dicen que sale
si en
esta vida
deja una cosa mal hecha,
a veces que con sus padres
por alguna malcriadeza
si es mujer y es casada
su esposo no lo respeta
y uno al hombre a la mujer
le dan son malas respuestas
más bien debemos decirle
que Dios me la favorezca.
La Muerta de la Galera,
vale la pena,
que nadie se
compadezca
cometió el crimen más grande
que en el mundo no se acepta
mató a su padre y tres hijos
en un
tiro de escopeta
al momento del destino
los cuatro estaban en recta
de la oreja de un caldero
fabricó de palanqueta.
No fue conforme
con el crimen desastroso
sino que bailaba
como que tenía una fiesta
y cuando se dio de cuenta
que ya estaba descubierta
le metió candela al rancho,
sólo sacó su maleta,
buscó rumbo hacia a El Baúl
como una mujer desierta,
pero el destino es algo tan poderoso
que sólo
Dios firma con su propia letra
el que la debe la paga
sin que haya una protesta
en los bancos de Paraima
allí, la encontraron muerta
picá de una cascabel
en la canilla derecha.
Pasaje V- En muchacho no confío
Lorencito: Perdóneme la pregunta, don Rozo:
¿Y era que esa muerta era muda?
Don Rozo: Muda no, chico, tú sabes que la
gente cuando se muere lo primero que se le pudre es la lengua y le quedan,
puramente, los dos corotos de ancía, por eso cuando va a da rial o tiene una
pena lo hace por señas o en “ju, jú”.
Don Rozo: ¿Cuántos años tienes tú, Lorencito?
Lorencito: Dieciocho, andando en diecinueve.
Don Rozo: Tiene razón, el que anda con
muchacho tiene que salí chorreao.
Lorencito: La verdad es que, usted, está más
que chorreao. Don Rozo, le voy a decir una cosa, no es pa´ que usté, se vaya a
poné tan pensativo o le vaya a caer tan pesao.
Don Rozo: Dígame, eche pa´ alante.
Lorencito: Sepa que Elvirita de Jesús ya no
se va di con usté.
Don Rozo: ¿Cómo, quién te dijo?
Lorencito: Ella mismita me lo dijo, ayer en
Puente Pao.
Don Rozo: Me extraña bastante, y, ¿qué
andabas haciendo, tú por´hay?
Lorencito: Usted, sabe que hay que buscar la
vida, yo andaba pescando; la pereza que se duerme se la lleva el huracán, yo no
le andaba preguntando, ella fue la que me dijo, usted, sabe que chismes no me
gustan, más bien me daba pena decirle, no fuera a ser que, usted, ya un hombre
viejo fuera a ponerse nervioso o le fuera dar un ataque, o yo no sé si, usted,
padece del corazón y un hombre ya de sesenta años por cualquier susto estira la
pata, yo hablé bastante con ella en la orilla del río, todo a favor suyo, don
Rozo, y le dije “Señorita Elvirita, eso es malo, no le haga eso a ese pobre
viejo, váyase con él”, y ella lo que comenzaba era a reírse.
Don Rozo: Caramba, chico, esto se está
poniendo pelú. ¿No será que, tú, me le estás dando casquillo a mi novia? Cada
vez que, tú, estás donde estoy yo con ella, me le tienes el ojo clavao. ¿De qué
se estaban riendo, será madadera ´e gallo?
¿Taban del otro lao o de este lao del río?
Lorencito: Nos ta´bamos riendo, no; la que tenía su risoteo era ella, a más, ella
estaba pal lao de allá y yo pal lao de acá, todo lo que hablamos era gritao, la
gente joven grita duro, don Rozo.
Don Rozo: Mucho cuidao. Lorencito, que no se
te vaya a pegar una taramona del sobaco, yo nunca he peliao por una mujer, pero
yo, por Elvirita, mato al que se me atraviese. Yo quiero mucho a esa mujer, es
rara la noche que yo no sueño con ella; he aguantao hambre, he gastao real, a
más, en siete años de amores que yo
tengo con Elvirita, no he comprao cobija de arropame, me arropo con un camisón de ella, y si no me embojoto
la cabeza bien embojotá no duermo. Cuidao, Lorencito, respete, respete.
Lorencito: Entonces yo ahora, don Rozo, puedo saber que lo van a matar y no le digo nada. Yo pa´
mujer tengo la mía y jovencita, no un piazo ´e
vieja de cincuenta y dos años y si se sigue poniendo escamoso se la voy
a buscar de verdad, así se muera
encaprichao.
Don Rozo: Ahora sí, va a sabé, que el cebo de
burro mojino sirve para ser jabón, ella viene a la tarde eso lo vamos a hablar
frente a frente los tres, a ve quién es quien, mientras tanto vamos a cantar un
contrapunteo, ya que tú, eres tan jembrero y te la echas de machito. ¡Salga!
Lorencito: Salga, usted, que es el que está
enamorao.
DR: Lorencito ta´ buscándole
las cuatro patas al gato
por meterse ande no cabe
le va jallá
más de cuatro.
L: La que a mí se me atraviese
enseguida la retrato
y tienen que perdonarme
porque yo soy un muchacho.
DR: En sesenta primaveras
no he pelao un anzuelazo
el zamuro que es un vivo
tranquilo cae en mi lazo.
L: Don Rozo más adelante
puede tener un fracaso
no me esté zumbando puntas
que yo, a usted, no lo amenazo.
DR: Antes te trataba bien
y ahora no te trato
eres como al cigarrón
que no puede ve´ un juraco.
L: La mujer es como el oro
se vende caro y barato
como yo estoy jovencito
se me presentan ca´ rato.
DR: Date cuenta, Lorencito
que el duende no deja rastro
cuidao como el pavo real
se te va a volvé un chicuaco.
L: El chicuaco es muy sabroso,
para mí, es el mejor plato
cuando me apreta la jambre
como hasta pájaro vaco.
DR: Elvirita es igualita
al tigre cuando está flaco
que desprecia a un chivo gordo
pa´ comerse un araguato.
L: El amor profundamente
es como manteca ´e mato
que da fuerza en la cintura
y la
rueda del espinazo.
Don Rozo: Caramba Chico, Elvirita de Jesús,
mi novia más querida, ninguno sabe pa´ quién trabaja, tú también vas a llegá a
viejo, Lorencito, algún día la pagarás.
Lorencito: Déjese de esas chocheras, don
Rozo,no esté celando mujer, cante pa´ alante.
DR: Yo a Elvirita le he comprado
vestidos por zipotazos
pero ahora no le compro
ni siquiera un piazo ´e trapo.
L: Don Rozo es como el conoto
cuando viene el mes de marzo
aunque su novia sea fiel
piensa que el amor es falso.
DR: No siento tanto el despecho
sino la pena que paso
ya le dije a todo el mundo
que yo muy pronto me caso.
L: Perro que lambe manteca
y cochino que come sapo
con sólo
sacá la lengua
ya piensa que queda jarto.
DR: Voy a ofrecé una promesa
a ver si jacen los gastos
para matar a Elvirita
y entonces después me mato.
Lorencito: ¡Yavé! Eso es último que va sé
usted, meté la pata después de viejo, deje a esa mujer tranquila; ella no lo quiere.
Don Rozo: A ti te interesa mucho pa´ quedate
con ella, yo sé que te estás burlando de mí a cuenta ´e joven, yo, soy un viejo malicioso; esa mujer
ni va se´ pa´ ti, ni va a se´ pa´ mí,
menos mal; ahí viene Elvirita, ya vamos a desenredá ese bejuquero.
Elvirita: Buenos días, mi amor.
Don Rozo: Hola.
Elvirita: Besito.
Don Rozo: Anda a besá a tu cogollo, tu flor
de amapola, tu ramito de pericoco; Lorencito, ahí ta´ sentao, debe se´
esperándote como que no quiebra un plato.
Elvirita: ¿Qué te pasa, don Rozo? ´tás como perro con mal de rabia; tú cómo que me
estás celando con ese muchacho. A ese lo vi yo, chiquito, mamando con la leche
en los labios, puede ser mi hijo, ni lo
vi cuando llegué por venirte a besá, ahora si lo voy a saludar; ¿cómo está,
Lorencito?, ¡caracha, pobre muchacho!
Lorencito: Bien, señorito, un placer, me
contenta haberla visto; bonita, hermosa, cariñosa como siempre ha sido usté.
¡Qué Dios y la Virgen me la favorezcan! Aunque yo pienso que, usté, después de ser una mujer, se va a volver
santa.
Don Rozo: La contesta de ese saludo me parece
más adornao que un altar ¡Qué burlistos son los dos! ´tás viendo tú, Elvirita, eres igualita al mapurite, que cuando uno espera verte la cara
le das el lomo.
Elvirita: ¿Hasta cuándo, don Rozo?, me tiene
cansá, esos siete años de amores dese de cuenta que no son nada, si se quiere
matar mátese, pero a mí, no me va a matá, ese muchacho tendrá que meté la mano por mí, así digan que yo me
enamoré a escondidas con Lorencito, a mí no me importa. Lorencito, venga a
ponerle la cara seria a este viejo.
Lorencito: Bueno, don Rozo, ya, usté, me
tiene cansao; si se va a engurruñá de la rabia, se va a engurruñá, pero hoy, yo
me llevo a Elvirita, porque alante de mí no la va a matá usté, haga lo que usté
quiera, busque el pañuelo si va a llorá.
Don Rozo: A llorá, no. Yo soy un macho,
agárrese los calzones pa´ que pelee conmigo.
Lorencito: Eso es dándole, salga pa´l patio.
Don Rozo: Véngase, he peliao con hombres y no
voy a peliá con un pela gato, y, ¿pa´ qué brinca pa´ atrás? Eche palante.
Lorencito: Pa´ alante es que voy, “Viejo
Zorro”, coja.
Elvirita: Dale.
Lorencito: Coja.
Elvirita: Dale.
Lorencito: Coja.
Elvirita: Dale.
Lorencito: Aprenda a llevá golpes después de
viejo.
Elvirita: Pa´ que no me esté levantando
calumnias. ¿Cómo se va a poné un viejo a igualarse con un muchacho?
Don Rozo: Ta´ bien, Lorencito, me ganaste, me
rompiste un ojo, me rajaste la boca, me jinchaste las orejas, por culpa de esa
piazo ´e zorra traicionera y burlista.
Elvirita: Bien, bien hecho ¿Quién te manda a
se´ celoso? Amenazándome de muerte, piazo ´e
viejo, pata é guache, camastrón, cabeza de comegén, eso era lo que tú
querías que te envainara el muchacho.
Don Rozo: ¡Lo que se hace con gusto, ni rabia
da! Elvirita, para que te recuerdes toda la vida te voy a cantar este pasaje.
DR: Mira como vengo
con
las orejas hinchás
y tengo un ojo rompío
de tanto golpe
que me pegó Lorencito
anoche en el desafío.
Jamás y nunca
yo juera ido a esa fiesta
si algo yo juera sabío,
ella es culpable
que no me dijo con tiempo
que él era su otro marío
y es un muchacho
sin vergüenza y atrevío
que me mandó a cayapiá
con unos desconocíos
si juera un hombre en verdad
y se sintiera con brío
frente a frente y mano a mano
solo me hubiera salío.
Gracias a Dios
que no doy por vencío
más bien le mando razón
que ande bien aprevenío
que al ajuntarse conmigo
va a mirá el cielo prendío
ahí es cuando va a sabé
que es barro si no ha llovío
Elvirita de mi alma
Ahora pienso buscame
otra mujercita y no aceptá mantenío,
era un muchacho
que siempre iba a la casa
y yo no lo había corrío,
pero Elvirita cuando el muchacho llegaba
le decía “bien recibío”
las tres comidas,
taza de café con leche
porque
iqué era amigo mío.
Yo trabajando
como un hombre sometío
con el sol echando chispas
llegaba
sudando frío
y el muchacho en la sala
en un chinchorro tendío
con las manos en la cara
como haciéndose el dormío.
Y Elvirita le dio un pequeño silbío
así como cuando juegan
el juego del escondío
entraba y salía del cuarto
cambiándose del vestío
bañaíta y bien alegre