Imagen en el archivo de Cajón Rojo
LA CREACIÓN DE BUOKA (II) Etnia piaroa
Estaba oscuro. No se veía el Sol. No se veía
el agua. No se veía el cielo. No se veían las montañas. No se veían los
hombres. Esto ocurría antes de Wajari. Le dio nombre a un hermoso árbol:
kareru. Y bebió del jugo de ese árbol para ver el futuro. Buoka dijo que Enemey
Ofoda le había dado del jugo del árbol: —Este árbol es del padre del báquiro,
del padre del chácharo, y del padre del armadillo. Este árbol era de mi padre y
de mi abuelo.
Buoka bebió del jugo del árbol. Y en sus
visiones vio el futuro. Y se preguntó: —¿Adónde volaron mis pensamientos? ¿Qué
futuro me predicen las visiones?
En sus visiones llegó a los lugares sagrados
subterráneos del báquiro y otros animales. Vio todos los animales de las
profundidades y escuchó las voces de los instrumentos musicales del báquiro. Un
solo trago de jugo de kareru le trajo la primera visión, y se le apareció la
imagen de los instrumentos musicales del báquiro. Vio a través de las cascadas,
atravesó el cielo con sus ojos, alcanzó a ver las montañas. Vio el Bajo
Orinoco, el Alto Orinoco, el monte Paria, las montañas Raya. Vio el Sipapo, los lugares del Alto
Cuao, los lugares sagrados de los animales en las montañas.
—El kareru da la voz del padre del báquiro,
del padre del chácharo y del padre del armadillo. También tiene adentro la voz
de mi abuelo. Y hasta lleva el grito del oso –dijo Buoka. Él volvió a beber el
jugo del kareru. En sus visiones vio y reconoció a su hermanito:
—Oh, es mi hermanito y será capitán del mundo.
Es muy bello, tiene zapatos, manos y pies. Es alto como yo. Lo haré mi
hermanito. Trabajará como yo. Convertiré a mi hermanito en el segundo capitán
del mundo. Buoka se arrancó a su hermano menor del ojo derecho. Luego dijo: —Mi
hermanito tendrá los ojos claros como el danto. Pero Wajari vino ciego al
mundo. No vio nada. Luego habló:
—¡Estoy ciego! nunca se me quitará esta
enfermedad que se le pegará a todos los animales: vacas, báquiros, cochinos.
Todos los animales tendrán esta enfermedad y será peligrosa para los hombres
también. Buoka dijo algo parecido: —La enfermedad de Wajari pasará a los
animales y será peligrosa para los hombres.
Después de ser creado Wajari no veía el sol,
no veía la tierra, no veía el agua. Le preguntó a Buoka: —Hermano, ¿cómo puedes
vivir sin el sol, sin la tierra y sin el agua? Pero Buoka tenía agua suficiente
(Wajari creó el agua para el mundo entero). Cuando Wajari abrió los ojos,
reinaban las tinieblas. No se veía el Sol.
—Hermano, ¿Cómo puedes vivir así? ¿sin luz? Buoka
le respondió: —Yo veo, aunque no haya luz. Siempre viví así. Ya me acostumbré. Wajari
le dijo: —Me dijiste que bebiste el jugo de kareru y pudiste ver el futuro.
¡Cuando yo lo tomé no vi nada! Buoka agregó: —Mis
visiones hablan sobre cosas muy cercanas. Cosas que luego tú mismo verás con
tus propios ojos. El agua que tomé me dio pensamientos ciertos, no mentiras.
Porque el kareru es el árbol de la verdad. El oscuro jugo de kareru da imágenes
del futuro.
Wajari repitió: —Este líquido da visiones del
futuro. Visiones sobre tu esposa, tus hijos, tus nietos.
Buoka respondió: —¡Pues sí! Cuando tomé de
este líquido, las visiones me enseñaron cómo se crea el sol, cómo se crea la
tierra, cómo se crea el alimento del hombre, cómo se crean las cascadas.
Wajari dijo:—¡Está bien! Son imágenes
ciertas. Comencemos a trabajar en estas cosas. El sol, el cielo, las estrellas, la
tierra, las cascadas, han de ser vistos por nuestro pueblo piaroa, pero también
por los baniva, waika, jabarana. Wajari levantó el sol después de haberlo
limpiado y lo sopló hacia lo alto. ¡Él se levantó al firmamento!
Todavía imperaban las tinieblas. Wajari no
veía luz. Entonces se fue a visitar todos los lugares sagrados en las cercanías
de las montañas a ver si encontraba el sol. Pera Buoka encontró la luz, la
luna, allá en uno de los lugares sagrados. Más tarde encontró el sol para sí.
Wajari se apoderó del sol, dio un salto bien
alto y lo colgó del firmamento. Luego le dio una temperatura muy alta al sol.
Después Buoka experimentó, quiso colocar la luna en el firmamento. No pudo
saltar tan alto como Wajari. Por eso es que la luna tiene luz más débil que el
sol.
Cuando Wajari saltó con el sol en la mano se
escuchó un trueno: la voz del báquiro. Wajari elevó más la luz del sol. Sus
rayos llegaron a todo el mundo. Todos los pudieron ver. Buoka hizo lo mismo con
la luna. Pero cuando saltó a lo alto para crear la noche, chocó de tal manera
que descascaró al firmamento. Aún hoy la luna lleva las huellas de esto. Dijo
Buoka: —¡La luna es mi pueblo, es mi figura!
Buoka regresó a la tierra y dijo: —Soy pobre,
no puedo tener nada. No tengo pensamientos, no tengo máscaras que luego
llevarán los chácharos y transmitirán enfermedades como el báquiro transmite la
enfermedad de Wajari. Y esas enfermedades no dejarán nunca a los piaroa.
Wajari habló de Ku-upa, el relámpago, su
compañero celestial cuando saltó a lo alto. Su voz nunca cesa y nuestro
espíritu la escuchará también. Wajari sentado en el borde del relámpago creó al
hombre. Preparó todas sus partes: la piel, los huesos, los ojos. Y mientras
tanto relampagueaba constantemente. Wajari dio al relámpago distintas voces, suaves
y fuertes.
Wajari saltó al penacho del cocorito que
llegaba al cielo y cada salto fue acompañado por relámpagos y truenos. Y así
habló sobre la palmera: —Quiero pintar mi cielo. Oh, hermano, quisiera que
mientras pinto escucharas la voz de los relámpagos.
Buoka respondió así: —No oí las voces porque
andaba por la tierra visitando a los waika, yabarana, piaroa y virú. Por allá
abajo apenas se escuchan las voces del cielo. Las voces de tu cielo no fueron
demasiado fuertes, no pensé nada de ellos. Buoka agregó que al igual que Wajari él
también iba a crear las voces del cielo:
—¡Tendré un relámpago propio! Y escucharás mi
relámpago, como yo escuché el tuyo. Buoka imitó a Wajari, creó las orejas, los
huesos, la piel del hombre-relámpago: —Quiero crear relámpagos para mi cielo y
quiero, hermanito, que los escuches.
Dio un salto hacia lo alto como hiciera su
hermano. En tanto que Wajari visitaba en la tierra a su familia. Wajari estuvo
donde los blancos y donde los pueblos del Alto Orinoco. Cuando Buoka saltó,
emitió un sonido tan fuerte que fue como si hubiera golpeado el corazón, la
sangre, el cuerpo de Wajari. Hasta sorprendió al báquiro, al cochino y a la
vaca.
Pero, Wajari, fue el que se sorprendió de
verdad. Buoka regresó a la tierra y le preguntó a Wajari: —¿Qué te pareció mi
voz, hermano gigante? ¡He creado también las voces de las enfermedades de los
animales!
Wajari respondió: —¡Pues sí! Escuché tu
relámpago cuando andaba por allá abajo visitando mi pueblo. Me quedé
impresionado por lo fuerte de las voces.
La voz era muy buena, se extendió desde tu
cielo a todas partes. Y sorprendió a los animales. Por eso, Buoka, hermano
mayor, ¡cambiemos nuestras voces! Pero Buoka no quiso cambiar los relámpagos.
Pero sí cambiaron insultos.
Por último, Wajari le dijo a Buoka: —¡Quédate
con tus voces! Ahora crearé a Redyo, el huérfano de la selva, que les ordenará
a los animales que tengan enfermedades y se las pasen después a los piaroa.
Y Wajari creó a Redyo, el huérfano, que
controló todas las enfermedades. Si no hubiera creado al huérfano, los animales
no transmitirían las enfermedades. Se sentó en el banquito de los huérfanos y
se dio a la tarea de formar las partes del huérfano: la sangre, los pies,
la piel, los huesos y la voz. Luego pronunció el nombre de los animales que
transmiten la enfermedad, y los nombres de los lugares sagrados donde creó a
los animales. Enumeró largamente los nombres de los lugares sagrados. Los
pensamientos de Wajari y Redyo vagaron en torno de los lugares sagrados. Todavía
no era perfecta la vista de Wajari:
—¡Nunca me curaré de esta! ¡También los
animales tendrán siempre enfermedades!, y Redyo, el abuelo de los animales, el huérfano,
será quien controlará si en verdad los hombres han recibido las enfermedades de
los animales. Wajari enumeró los nombres de los grupos piaroa y de los lugares sagrados
donde fueron creados y le dijo a su hermano:
—Muchas enfermedades peligrosas para mujeres
y niños amenazan a nuestro pueblo. Los niños no pueden comer animales. Si tomas
agua amarga ¡no comas animales! Si cuando en la fiesta de iniciación te
atraviesan la lengua con espinas de raya, ¡no comas animales! Las enfermedades de
los animales serán peligrosas tanto para los jóvenes como para los viejos. Esto
dijo Wajari a su hermano.
El capitán Wajari escuchó voces maravillosas:
las voces de los grupos piaroa. Sus pensamientos escucharon esas cosas, las
voces del Warime. Y dice que cuando se vaya, a los piaroa les quedará el
Warime. Los pensamientos de Wajari fueron a visitar todos los lugares sagrados
de la creación de los piaroa, los recorrieron de rabo a cabo. Dice Wajari: —Mis
pensamientos son claros porque yo soy bueno. ¡Soy el señor de todos los
pensamientos, animales, hombres, alimentos!
En las visiones de Wajari se presentaron
todas las frutas de la selva. Por eso es el señor de todas las frutas de la
selva. En sus visiones bajo el Kurey Mariweka vio también los pensamientos de
su hermana Tchejeru. También vio que en los pensamientos de su hermana había
dioses occidentales.
Wajari vio los pensamientos del padre de su
hermana y de otros como Neya’wa, Mararedyo, Enemey y Puruna. Los pensamientos
de estos hombres se parecían a los pensamientos de Wajari. Wajari comenzó a golpearse
con una mazorca de maíz y dijo así: —Soy bueno. ¡Conozco mi futuro!
Y las visiones de Tchejeru se parecieron a
las de Wajari. Los pensamientos de Tchejeru viajaron por encima y por debajo
del Mariweka. A donde llegaron, los pensamientos fueron aprovechados por los
meñé-ruwäs. Por eso es que ahora los capitanes pueden enseñar y los hombres
pueden aprender, porque las visiones también atravesaron a los capitanes.
Aprender es muy difícil y cuesta mucho. Y no es fácil el aprendizaje de los
meñé-ruwäs: los pican las hormigas, les atraviesan la lengua con espinas de
raya, tienen que tomar agua amarga. ¡No temas si tienes que pasar la fiesta de
las puyas! Si no tienes miedo, aprendes más rápido. Si tienes miedo, no podrás
pensar bien.
Si tienes que pagar por cada lección, no
puedes perder tus pensamientos. Tienes que aprender hasta la muerte y tienes
que someterte a la fiesta de las puyas. Y tus hijos tendrán que hacer lo mismo.
Tomado de: Cuentos y mitos de los piaroa. Lajos
Boglár Fundación Editorial El perro y la
rana (Caracas, 2015).
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