Jóvenes de Cojedes en el archivo José Soto
ÁNIMA SOLA (Mercedes Franco)
Hay muchas leyendas sobre este personaje tan
popular. Una de las mas conocidas refiere que se trataba de un soldado
patriota, un centinela de avanzada, que sin ninguna compañía, cruzo corriendo
una gran distancia para alertar a sus compañeros sobre la cercanía del enemigo.
Fue muerto poco antes de llegar a su destino, pero el ruido del disparo logró
lo que el soldadito buscaba: las tropas patriotas se replegaron
estratégicamente y se prepararon para la lucha en mejores condiciones. Dicen
que el alma de aquel heroico joven avisa a las personas de cualquier problema y
salva de dificultades a sus devotos, si le reza y se le enciende una vela todas
las semanas. Cuando alguien camina de un lado a otro, sin detenerse, se dice
que anda “como el Anima Sola”.
ÁNIMA DE GREGORIO RIVERA
(Mercedes Franco)
Gregorio Rivera era un rico hacendado
merideño del siglo XIX. Según la leyenda, los celos lo llevaron a matar a su
mujer, que se había refugiado en un convento huyendo de él. Gregorio logró
entrar en el recinto, asesinó a su esposa e hirió gravemente a una de las
monjas que la protegían. Logró escapar, pero al llegar a su casa, ya estaba
profundamente arrepentido de su crimen. Sollozando, imploraba perdón.
Aquella noche, el espíritu de la esposa
muerta apareció ante él y le reveló que se le había dado permiso para otorgarle
el perdón que tanto ansiaba. Pero la condición era que debía ayudar a todos sus
semejantes, hasta que llegara el día del Juicio Final. Gregorio murió al
amanecer, sin causa aparente. Desde entonces, la gente de Mérida y sus
alrededores comenzó a verlo aparecer en momentos de peligro, ayudando y
socorriendo a los necesitados.
ÁNIMA DE LA YAGUARA (Mercedes Franco)
En la vía hacia el Campo de Carabobo hay una
pequeña capilla blanca. Muchos se detienen allí y encienden velas al “Anima de
la Yaguara”. Dicen que concede lo que se le pida, siempre que se le recen las
oraciones prometidas. El origen de esta vieja tradición venezolana se remonta a
fines del siglo diecinueve.
Hacia 1870 vivía en la aldea de la Yaguara,
Maximiliano González, un eficiente cartero que solía ayudar generosamente a
cuantos encontraba en su ruta. Un día, la gente vio con tristeza como a
Maximiliano se lo llevaba la recluta. A los pocos meses la peste, que hacía
estragos entre las tropas, puso fin a su
existencia. Maximiliano fue enterrado como él mismo lo pidiera, en su ruta de
cartero.
Pasó el tiempo. Muchos años después, un
automovilista que pasaba por el lugar se encontró de pronto atascado en el
fango. Llovía mucho y el lodazal se hacía cada vez más espeso. Las ruedas
estaban atoradas, y no se veía por allí a nadie que pudiera colaborar para
sacar el vehículo del barrial.
De pronto, en medio de la lluvia, apareció un
hombre que ofreció cordialmente su ayuda, y al fin lograron sacar el carro.
Luego el viajero buscó al desconocido para agradecerle el favor, pero parecía
haber desaparecido. Siguió su camino y preguntó por él más adelante. Así supo
que se trataba de Maximiliano González, el ánima de la Yaguara.
DIVERSOS NOMBRES DEL DUENDE
(Luis Arturo Domínguez)
Los duendes equivalen a los supuestos espíritus
elementales conocidos en muchos países del mundo bajo diversas denominaciones.
Son lascivos y se encariñan con ciertos animales del monte, los cuales utilizan
para conducir a los cazadores hasta los encantos para castigarlo por haber
violado el día viernes de vigilia; frecuenta los manantiales de aguas
cristalinas para seducir a las mujeres inexperimentadas; asesoran a los brujos
en sus malas artes y suministran grandes conocimientos de medicina botánica a
los curiosos o curanderos.
Jesús Manuel Subero, con respectos a las
diversas nominaciones de los duendes de muchos países de Europa, apunta y
comenta:
“El duende recibe distintos nombres en
diferentes regiones y países de Europa. Así en Galicia lo llaman “Tardo”, en
Asturias” Trasgu”, en Navarra, “Pisadiel”, y en Portugal, “Pasadelo”. Y
prosigue: “Según refiere F. Carreras y Candy, en” Folklore y Costumbres de
España”, “el mismo Trasgu” te aparece en las inglesas, se encuentra en las
alemanas y se topa en las portuguesa y francesas enredando, según el autor
citado a los duendes se llama en Inglaterra” Puck”, en Alemania” Kobold”, en
Suiza, Troll” en Francia, “Follet”, “Goblin”, “Lutin” y otros nombres. Usa en
estas partes gorro rojo. Los escoceses lo nombran” Hudharto Hudkin”, o sea el
”diablo gorro rojo”. Y sigue:” En
Holanda se le dice” Frodiken”y en Rusia,” Doomovoyes” o sea los antepasados”
los muertos de la familia” y se dejan a la noche los tizones apagados con poco
de rescoldo, para que ellos se puedan calentar. Agrega:” El duende viene a
nosotros desde la más profunda lejanía. Consta que son muertos todavía en
muchos lugares, y así, en los pueblos del Norte, los juzgaban almas en pena,
que vinieron sin riendas en este mundo y están ahora condenados a peregrinar
por él y las historias de duende aparecen contadas asimismo en las regiones
arcaicas, como si fueran de muertos”.
De igual manera a los duendes se les conocen
con los nombres de gnomos, genios, geniecillos, enanos, enanillos, pigmeos,
silfos, sílfides, ninfas, ondinas, salamandra, sátiros… En Guatemala, América
Central, al duende se le conoce con los nombres de: Tzitzimite, Tzipitio y
sombrerón; en Venezuela se le denomina Sombrerudo, Duende y Sátiro. En algunas
regiones de Bolivia se le distingue con el nombre de Novende y con relación a este
personaje, el destacado estudioso del folklore en la República de Bolivia, José
Felipe Costas Arguedas, escribe lo siguiente:
“El novende (o duende) es un ser pequeñito
que gasta sombrero grande según unos birrete rojo y verde según otros: con capa
o poncho bandaleado en colores varios”. Y sigue “Habita en los tejados de la
casa de hacienda o se esconde en el horno de hacer pan. Llama la atención
arrojando piedrecitas, silbando o riendo quedamente. Prefiere a los niños y les
hace regalos. En el campo persigue a las pastoras y las enamora”.
ENGAÑO TRAICIÓN ESTAFA
(Luis Britto García)
Mercaderes ávidos nos cambian sin que lo
sepamos porque los cambios mínimos nadie los nota y así los malditos nos
sustituyen cédula por cédula hoy por ejemplo en la punta de la nariz mañana en
el dedo pequeño del pie nos van quitando nuestro ser e instaurado fracciones
mínimas del de otra u otra personas. Naturalmente que al cabo de cinco años
sospechamos la estafa y nos enfurecemos pero a esas alturas ya todo es
peligroso porque a los mejor somos enteramente la otra persona por quien nos
han sustituido y cualquier cambio podría resultados contraproducente. Así
caso asombroso de dos personas transformadas mutuamente en la otra a través de
un largo proceso, al terminar éste gritaron, cambiaron de lugar y se fue como
si nada hubiera pasado. Las sustituciones nunca son tan simples como en este
caso de improbabilidad casi infinita. La variación de materiales es mucho más
compleja, el surtido de combinaciones, sorprendente, y la pesadumbre de uno al
saber que anda todo repartido por allí inagotable; las amenazas de incesto son
vagas, pero persistentes, el sobresalto de reconocerse en cierta córnea cierto
poro cierto lunar, indefinido omnipresente.
Lo bueno de estas cosas es que siempre les
pasan solamente a los otros.
UNA OFERTA A DESTIEMPO
(Gabriel Jiménez Emán)
Le ruego que acepte mi oferta, señorita.
–Cásese conmigo y créame que no voy a defraudarla. Le dijo el hombre a la
muchacha apuntándole con una pistola.
La muchacha estaba aterrada. Sin embargo sacó
fuerzas de sus últimas fibras y le respondió.
-Primero muerta.
-Usted se lo ha buscado, señorita – dijo el
hombre, haciendo fuego.
La bala atraviesa el cuerpo de la muchacha
sin causarle ningún daño.
En ese momento llega el novio de la muchacha,
se coloca a espaldas del asesino y le dispara. El asesino también ha sido
atravesado por la bala del novio y la
bala no le ha hecho ningún daño, pues también estaba muerto antes de amenazar a
la muchacha con la pistola.
JUEGO AL ESCONDITE
(María Inés Pérez)
Vera, desnuda, contó hasta cien. Su novio y
su amiga corrieron tras los follajes a esconderse, ambos se acercaron a las
sombras. Él le pasó la lengua por los labios, ella lo abrazó.
Vera los buscaba y un rayo de luna iluminó a
la pareja furtiva en medio del bosque. La joven los miró estática, lágrimas de
cristal corrían por sus mejillas. Su cuerpo blanco, delicado, se esfumó entre
la niebla y la tristeza transformó su alma en rocío.
A la mañana siguiente, unas campesinas
encontraron a vera: estaba muerta, cubierta de cristales relucientes, con los
ojos abiertos, como si miraran el firmamento.
FRAGMENTO DE LA VISITA (Eduardo Mariño)
Aunque no es frecuente, tuve una breve visita.
Tengo miedo, dicho sea de paso. Todo a mí alrededor
murmura inquietamente. Los muertos de mi indiferencia parecen bramar hoy por un
barroco festín que jamás debió concluir. Reencarnación falsa. Un murmullo, todo
se reduce a un murmullo.
Aún sigo mirando las figuras reclinadas y las
geométricas plumas de fénix; hay en ellas, algo estadísticamente pronosticable
incluso viniendo de ti. ¿Cada cielo es tuyo? ¿Incluyendo el breve fragmento que
diviso en el agujero mayor del techo? Jamás tuve derecho al río que bien pudo
llevarme lejos del bosque; lejos, de la licántropa civilización donde te hallé.
HOMENAJE A ALFREDO ARMAS ALFONZO
(Algunos Cuentos)
1 X 1
En una
comunidad de gente de indio nadie pudo explicarse nunca de dónde provino quien
mostraba con tanta evidencia de lo sobrenatural una encarnación que no era como
la de los santos de la iglesia, ni era como las demás gentes siquiera de toda
esta servidumbre ni le guardaba parecido a los amos y a los dueños.
Esa boca gruesa
de yuca zamura, la nariz de jenjíbre el pelo como broza de bachaquero, la
corpulencia animal, no se avenía a la medida de los hábitos conocidos: llevar a
apotrerar los caballos, recoger el ganado siempre a la misma hora de la
atardecer, aceptar que una noche no venga más a la casa la hija, decir hasta
cuándo, jurarse que todo iba a terminar el día justo. Saber, por último, que un
día que no sabía cuál, el menor de ellos regresaría del dispensario diciendo
que la madre se la iban a llevar al hospital para hacerle unos exámenes y ver
pasar las ambulancias con su ruido de amortiguadores vencidos en un viaje del
cual ella no iba a regresar, ni se iban a poner a preguntar cómo hacer para
traerla, bien conscientes de que los demás ya se habían acostumbrados a no
reclamar el cuerpo para que sea la gobernación la que resuelva el problema.
La mañana en
que aboyó en una poza del río nadie mencionó siquiera la desgracia de dejar de
ser un ser viviente, pero nadie faltó al entierro como para poseer la evidencia
de que ya no existía.
La Diferencia
El tal Ocho
Tope no procreaba; lo contrario se bebía a sus propios hijos. Un día se hinchó
y por cada uno de los poros le supuró la descendencia. La gente creía que eran
los gusanos. No eran. Los gusanos carecen de ombligo.
Metamorfosis
Capullito de
Alelí carecía de manos de mujer. Capullito de Alelí poseía unas manos de pollo
muerto y sancochado a las que se le quita el hollejo para aprovechar hasta el
deshecho, y se las disimulaba con flores que cortaba del patio de su casa.
Capullito de Alelí jamás conoció la invención del guante de raso o de patente,
y si así se lo hubieran informado la habrían hecho más infeliz, porque
Capullito de Alelí para distraer su locura apenas si podía concederse la luz de
la luna en menguante.
La Necesidad
No hallaron
agua ni en La Candelaria ni en El Palote; en todo ese trecho se habían sacado
las quebradas. Enrumbaron hacia Purgüey, viendo a ver si alguna piedra de moler
de las que quedaron en el sitio cuando el brigadier Morales le pegó candela a
San Juan Capistrano retenía una poquita, pero aquello también era un desierto y
un cujizal tramado. Entonces se tuvieron que beber el líquido que le servía
para la paternidad. Con ese recurso extremo nacieron de nuevo.
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