Imagen en el archivo de "Hábleme de puro Llano, compa"
CACHOS LLANEROS
-El arte es una mentira que nos ayuda a ver la
verdad.
Pablo Picasso.
Más sobre el cacho llanero
El cacho es el primer factor de competencia oral en
la literatura llanera y tal vez en la literatura venezolana, anterior a los
primeros contrapunteos entre copleros y es un agente conformador del corrío y
del teatro de estampas del Llano. Muchos textos del cacho y su modo de
narrarse, muestran cambios dictados por la tradición oral misma, la cual
perdura por su flexibilidad, no por la
rigidez. Así el cacho “resurge” en otros cachos y en: cantos, poemas, cuentos,
novelas, crónicas y guiones escénicos, como lo apreciará el receptor.
En cuanto al aspecto social, las exageraciones o
“embustes” del cacho, se toman como una señal de optimismo, de fe
por la vida y por la fantasía a la que acuden los llaneros al enfrentar los
peligros cotidianos.
Yorman Tovar indica que “Como dice Rafael Martínez Arteaga, El Cazador Novato: cualquier embuste es verdad/ según el que lo relata”, pero, jamás, el cacho contiene una mentira o un engaño que afecte a otra persona, pues infringe los valores de la cultura llanera que prefiere la picardía a la malicia.
Yorman Tovar indica que “Como dice Rafael Martínez Arteaga, El Cazador Novato: cualquier embuste es verdad/ según el que lo relata”, pero, jamás, el cacho contiene una mentira o un engaño que afecte a otra persona, pues infringe los valores de la cultura llanera que prefiere la picardía a la malicia.
OPERADOR
DE MÁQUINAS PESADAS
(Heriberto Pérez)
Estaba
yo, trabajando en el hato de la Compañía Inglesa, como operador de un
tractorcito, con el que limpiaba los alrededores de la casa con una pequeña
cuchilla. Ya llevaba como dos años manejando la maquinita, hasta que un día
pegaron un cartel solicitando un operador de máquinas pesadas. El primero que
llegó fui yo, el encargado del hato, que era el que estaba recibiendo a los
interesados me dice: -Pero, Heriberto, tú no eres operador de máquinas pesadas,
tú, lo único que has manejado es ese tractorcito. A lo que le contesté: -
Déjese pasar ese tractorcito por encima, a ver si no pesa.
TRES
CACHOS DE ESCOLÁSTICO HERRERA
(Fidel
Honorio Hernández Escalona)
Era
oriundo de Apure, era moreno. Vino cuando El Amparo estaba en pleno apogeo, de
puerto fluvial, para 1870. El Amparo era una población que superaba a Lagunitas
en población. En El Amparo había más de cincuenta casas coloniales. Don Escola,
que así lo llamaban, conoció a Pancha en unas fiestas patronales en El Amparo y
lo flechó Cupido y se enamoró con Pancha y se casaron. Tuvieron una familia
numerosa: Sara, María, Josefina, Canacho, etc. Vivía con su esposa (Pancha
Ruiz) por la calle de La Pastora, donde hoy es el “Fernando Figueredo”. Era un
hombre que contaba muchas historias. Estando yo pequeño, murió una niña y la
llevamos a enterrar. Don Escola estaba
entre tragos y comenzó con sus cuentos:
l- Muchachos,
les voy a contar, un cuento. Una vez me
fui para el conuco y yo había sembrado una mata de auyama y le vi dos auyamas
que parecían dos vacas echás y dije por dentro e mí: –Voy a llevarle a la vieja esta auyama- Cojo
la auyama y la espego de la mata y me la
echo al hombro y voy cruzando las patas; tiende aquí, tiende allá, pero, yo
escuchaba como un animal dentro de la auyama que jacía raca…raca…tarraca… y seguí
caminando y caminando, hasta que llegué a la casa y le dije a Pancha: –Poné
cuidado, mirá que aquí, dentro de esta
auyama hay argo, como un animal-.
Pancha, me dijo: –Ah, viejo, metela pal cuarto, si
viene argún animal, adentro no se va. Y, así mismo, jice yo, y tiro esa auyama
al suelo y se partió en dos piazo, y de pronto le digo a Pancha: – ¡Pancha!,
atajá… ¡Pancha!, atará… ¡Pancha!, atajá, era que dentro de la auyama venían
tres picures, comiendo adentro y cuando se estralló la auyama salieron los tres
picures”.
Doña Pancha decía: –Esto es verdad, lo que dice ese
viejo. Pero, cuando estaba de mal humor
decía: –Eso es embuste, de ese viejo. Este es otro de los tantos cuentos de don
Escola:
II- Un día me fui po la mañanita a cazá, camina
que camina y me peldí en una montaña y
me salí a una carceta. Me salió un venao como de veinte puntas, y lo tiro, y,
en to´ el codillo, y lo maté: me lo pongo en el hombro y seguí caminando. Ya en
la tardecita, oscureció. Veo y llego a un lugar, me bajo el venao, y pelo por
el cuchillo, y saco un piazo e carne, prendo el fogón y me pongo asá mi piazo e
carne. Me sentí cansao. Tuvo la carne y me la comí. Tenía mucha jambre. Como
yo, estaba tan cansao vide dos varas
derechitas y dije –Tengo mucho sueño-. Pelo por mi chinchorro y lo cuelgo, de
aquellas varas, y me acuesto, cayí rendío… en la madrugá, despierto, y siento
algo mojao, pol debajo del chinchorro, y me siento en el chinchorro, con ganas
de pararme y meto las patas en lagua…era que había colgado el chinchorro en las
patas de una garza, y la garza estaba en una laguna cazando peces.
Don Escola, era un hombre de imaginación
extraordinaria, para ser un campesino analfabeta. Contaba, don Escola:
III- Una vez juí
al conuco por la mañanita… y me puse a limpiá una mata e caña y veo una caña
grande, tenía de lalgo como siete metros,
la colto, la pico en tres piazo, la amarro con un bejuco de sogueta de
playa, y me monto esa caña en el lomo y trastabillaba, tiende aquí, tiende
allá…camino y camino, y escucho, y escucho un ruido que jacía: uu…uu…y le pongo
cuidao a la cosa y digo pon dentro e
mí: – Esto parece una guanota-… y sigo
caminando y llego a la casa y tiro la faja e cañas y cuando lo tiro se alborota
un abejero y sale ese poco e miel y brinca Pancha y comienza a llená perolas y
más perolas era que en la caña se había puesto una guanota y se llenaron 100 latas de miel, fuera de la
que se botó y las que se comieron los muchachos.
EL TIGRE, EL ZORRO Y EL HOMBRE
(Heriberto Vidal)
Una vez el Hombre iba para su conuco por un
camino anieblao. Entonces el Tigre decide comerse al hombre; pero el Zorro lo
oye cuando dice lo que va hacer. El
Tigre se pone a esperar al hombre. Pero el Zorro se coloca más adelante, y
cuando ve al Hombre le dice:
Tío Hombre, no vaya al conuco. ¡Ahí está el
Tigre esperándolo!
-¿Qué vamos a hacé? – Pregunta el Hombre.
-Con “albitrio” se hace todo, Le contesta el
Zorro.
-¿Cómo hacemos? A Tío Tigre no hay quien se lo
gane. -Entonces le contesta el Zorro:
-Yo me voy adelante y grito: “¿Ya llegaste?” Y
usted me contesta: “¡No!”
Así fue, y cuando el Tigre oyó los gritos, se
asombra, extrañado. Se repite el grito, y la respuesta fue: “¡Sí!”. Y entonces
el Tigre pregunta: -¿Quién grita por ahí?
-Y el Hombre contesta: -El defensor del mundo
– (que era lo que el Zorro le había indicado que contestara). Pregunta el
Zorro: -¿Ya lo amarraste? ¿Qué hacés que no lo amarrás?
-¿Amarrame a yo? Esa vaina sí que no – Dice el
Tigre asustado.
-Vuelve a preguntar el Zorro: ¿Ya lo
amarraste?
-Aquí dice que no se deja amarrá; contesta el
Hombre.
-¿Qué le dice?; Pregunta el Tigre. -Que usted no se deja
amarrá.
-Amárrame, pero con cuidao.
-Entonces el Zorro pregunta al hombre: ¿Ya lo
amaniaste? ¿Qué hacés que no lo amaniatás?
-¿Amántame a yo? ¡Esa vaina sí que no!; dice
el Tigre, hasta que por fin acepta: -Amaniatáme, pero con cuidao.
-Y el Zorro le replica: -¿Y qué hacés que no
lo degollás?
-¿Qué dice? – Pregunta el Tigre. -Que si no se deja degollá - Le contesta el
Hombre.
-Hasta ahí llegué yo. – Dice el Tigre. Entonces
el Hombre lo amenaza con que saldrá el defensor del mundo y vendrá donde están
ellos: “Ahí viene”.
Entonces el Tigre se asusta, y le dice al
Hombre:
-Dególlame, pero con cuidaíto.
-El Tigre muere degollao, y el Hombre se
muestra agradecido a Tío Zorro. -¿Cómo le pago, Tío Zorro?- Le pregunta
-Eso es nada. ¿Pero, vos tenés gallinas
gordas?
-Y salen el Zorro y el Hombre a buscar las
gallinas. Cuando llegan a la casa, les sale la Mujer y le pregunta al Hombre:
-¿Qué traes ahí?
-El Zorro me hizo un gran favor. – Dice el
Hombre, y le explica a la Mujer a lo que vienen. Entonces la Mujer le dice que
allí cerca en el monte tiene una pava clueca y que se la va buscar. Pero lo que
trajo en un saco fue una perra cazadora, que empezó a perseguir al Zorro.
-Un bien con un mal se paga! – Decía el Zorro
mientras iba corriendo.
-Hasta que la perra lo alcanzó y lo mató en el
mismo sitio donde degollaron al Tigre.
EL TRUCO
(Juan
Belisario Rodríguez Peña)
Para días de Carnaval
cerquita de Camoruco
andaba Juan Belisario
regresando del conuco
escuchó una algarabía
que parecían mil furrucos
estaba cuatro caimanes
bebiendo y jugando truco
para ganarse una carne
del viejo e nombre Canuto
y los miró frente a frente
en aquel lance maluco
Porque para aquellas fieras
él apenas era un tuco,
y el mundo se le volvía
un negro manto de luto
pero por buena de Dios
él para nada era bruto
se frotó con un chimó
especial de Seboruco
se transformó en una mata
que la mientan semeruco
y se fue aguas abajo
con un aspecto de fruto
salvándose de milagro
de caé en aquel serrucho
para de ñapa contar
la gracia de ese gran susto.
Disfrute
de este audio de un joropo fantástico llanero:
EL MUERTO DE LAS TRES MATAS (Hipólito Arrieta)
Textos tomados del libro: 100 CACHOS: ANTOLOGÍA
DE LA NARRATIVA FANTÁSTICA ORAL DE COJEDES (Isaías Medina López; 2013) San
Carlos: UNELLEZ-VIPI.
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