miércoles, 1 de junio de 2016

Cuentos fantásticos del Llano (1). Varios autores, cuentos, versos y audio musical

Mujer llanera de Cojedes (archivo de Carlos González)


CACHOS LLANEROS 

-La universalidad de la cultura no está en conflicto con la personalidad de los pueblos, como no lo está con  la de cada hombre. Alberto Zum Felde.

Sobre el cacho llanero
El cacho, también, llamado caso, historia, pasaje, o relato folklórico, es un bastión sólido dentro del cuento corto popular latinoamericano oral  inserto en lo fantástico, en los terrenos de la imaginación convertida en horizonte. 
Por lo general, el cacho, enfrenta a personajes (seres comunes y corrientes), con diversos aprietos e incluso con lo siniestro. Parte de un motivo real (el hambre, el extravío, un acecho) que se une a otros conflictos (el miedo, la falta de armas, la fatiga), y se exageran hasta trazar un argumento o cuadro del cacho, cuyo despeje instantáneo y genial (giro del cacho), brota del mismo personaje o de un regalo increíble, capaz de llevarnos a profundas reflexiones metafóricas y simbólicas. En este perfil, el cacho, no es un simple relato étnico-campesino; es un cuestionamiento intercultural y significativo de la realidad que burla  los linderos entre lo cotidiano y lo insólito.  La tradición estética del cacho llanero se “afila” en la brevedad,  el humor fantástico y el contexto cultural llanero.

Cachaceros indígenas de los Llanos adornados con cachos de venado

LA CULEBRA Y LA BICICLETA (Rafael Arias)
Esto me pasó ayer mismo. Resulta que vengo muy tranquilo en mi bicicleta del conuco y llegando a La vuelta de Camoruco, antes de la mata de fruta ´e burro, más allá de don Cipriano; eso ahí es monte y monte de lado y lado, lo que hay es un caminito. De repente,  se viene un bulto  como de dos metros de alto “¿Qué guarandinga es esta?” Me acerco poco a poco: veo que esa vaina tiene como escamas y se mueve, me le acerco más, y  me doy cuenta que es una culebra que está atravesá en el camino, agarré un poco ´e piedras y se las lancé, pero la bicha ni se movía, entonces le soné la corneta de la bicicleta, nada, lo que hizo fue sacar la cabeza dentro del monte, se me quedó mirando, sacándome  la lengua como si se burlara de mí. Así ya tenía como una hora y la bicha no se movía.
    Retrocedí con mi bicicleta unos centímetros, agarré impulso y le pasé por encima, fue tanta la velocidad que agarré que pasé derecho y caí en una laguna con todo y bicicleta. Lo cierto que al hundirme no supe dónde cayó la bicicleta. Salí a tomar aire, me volví a hundir una y otra vez y nada que encontraba la bicicleta. Cuando ya me sentía rendido para seguir buscando surgió un resplandor del fondo de la laguna, era la bicicleta  que se habían encendido las luces y fue así como pude encontrarla, eso fue verdad, verdaíta. Y cuando fui  a ver la culebra ya se había ido.

El cacho alimenta la prestancia de la artesanía llanera  

EL MORROCOY (Ronnys Almidio Padrón Quintero)
    Estaba mi tío Severiano en su conuco, allá en Buenos Aires. La tarea que tenía era limpiar la parte de los quinchonchos. Se dijo: Voy a sentarme un rato a descansar en esta piedra. Al rato consiguió cómoda la piedra y se queda dormido. Empezó a soñar que estaba paseando muy alto en las nubes y del frío que le pegó lo despierta. Cuando se despertó completo vio que estaba  encaramao en un cerro que se movía por todo el conuco y se divisaba todo a la distancia. Aquello fue un gran susto. Tremenda maravilla, cuando quiso ver la pata del cerro en que estaba arrellanao ve que no era un cerro sino un morrocoy que tenía años que estaba metido en su conuco y le dio por despertarse llevándose a cuestas a mi pobre tío Severiano con todo y su gran conuco y uno no sabe para dónde.

ENTRE EL LLANO CLARO OSCURO
(Deyssi Elizabeth Silva Fuentes)
Mercedes era una mujer de tierras llaneras, que aunque era muy guapa de día, de noche podía ser la más cobarde. Capaz de recorrer kilómetros y kilómetros, con sólo cargar en el anca de su caballo la comida,  siempre que fuera de día. Los cuentos de fantasmas y aparecidos que el abuelo le contaba, parecían invadir sus noches.
Un día salió para regresar antes del anochecer, pero con tantas diligencias que hacer  en el pueblo, las horas se le fueron volando. Pensó que podía llegar antes que la noche a la casa si echaba a andar rápido en su caballo “Brioso”; pero fue en vano todo su esfuerzo; a mitad de camino, cayó la noche y no pudo hacer nada más. Pocos metros había recorrido cuando a orillas de la quebrada encontró a un señor montado en una yegua azabache.
El caballo de Mercedes no quería avanza, ni siquiera acercarse a aquel caballero; pero ella lo azotaba para que siguiera caminando. Al rato el hombre volteó y la miró, la yegua también volteó y miró al caballo, le movió la cola unas tres veces y el animal se acercó mansito. El hombre le preguntó a Mercedes, señorita, ¿para dónde va usted?
Voy a la casa de los Aguirre, ¿Y usted? Podríamos acompañarnos.
¡A bueno! Gabana, ¿a usted no le da miedo andar por estos caminos oscuros y solitarios?
Bueno, sí, es por eso que le estoy diciendo que nos vayamos juntos, para acompañarnos.
¡Ah! ¿Y a qué es lo que más le teme?
A los muertos, compañero.
¿Sí? ¡No parece!
¿Por qué lo dice? ¿Porque ando sola por estos lugares?
No por otras razones que sólo yo sé.
Mercedes, encontraba extraña aquella serie de preguntas y respuestas. Así que para evadir nuevas interrogantes similares a las anteriores que le erizaban la piel; decidió interrogar ella. ¿Y usted, no le da miedo andar por aquí?
Aquel desconocido se sonrió y respondió con serenidad: -No, miedo no me da; ahora no. Calló por un momento y luego prosiguió. Cuando estaba vivo sí.
 

LA VACA
 (José Daniel Suárez Hermoso)
Por fin después de tanto peligro logro llegar a casita, ya era de noche, por ahí de madrugada me despierta el bramido de veinte mil reses que bramaron de un solo golpe toditas al mismo tiempo, bueno, pero, ¿qué broma es esa? Si yo lo que tengo son cinco vaquitas, lo que pasa es que el ganao se había reproducido en demasía,  qué carrizo; era una mancha completa de ganao, era tanto ese atajo, que contándolas  me quedé dormío, al despertar veo que ya no era una sola mancha sino tres, tanto así que ya no les quedaba casi terreno para pastar. Me decido y dispongo vender aunque sea la mitad. 
En efecto, voy y vendo uuuuuuuuu bastante, pero de to´ ese animalero ningún comprador quiso comprarme cinco vacas bien gordas y bonitas, extrañado llego y me hablo con una de las vacas y digo: -¿Qué jue?  La  bicha me dice: -Nos regresamos pa´ Camoruco. -¿Cómo es la cosa? Y sin dejarme respirar, me agarran, así como Jorge Noche, fuerte. Me llevaron volando, sí,  pero altísimo, en eso las vacas como que se pierden o se durmieron con la brisita fresca que pegaba y chocan con una bandá  ´e pájaros, allí nos venimos cielo abajo,  en una voltereta que doy, cayendo, pierdo el sombrero ¡Malaya nadie! No me quedó más que agarrarme de la vaca que me había hablado, bimbope, caímos a un río que debe ser el Apure, porque  no se le veía la otra orilla. En la matracaza  ´e caída  cojo yo una buena rabia y le armo aquel lío a la vaca y le digo que al llegá al fundo la voy a poner en candela pa´ comemela y pa´ que aprenda ¡No cuñao! Se ha puesto roja esa bicha como una llama y empezó a botar candela por el rabo. 
Veo el río y busco a nadar pa´ la otra orilla, así, sin miedo, estando por tirarme  al agua  sale un borbollón grandísimo, diez mil caribes capa burro de los macetúos, yo me frené en seco, la vaca condolida, hasta asustada de que ya fuera a dejar allí sola  se mete conmigo, pero no íbamos ni a un metro en el agua cuando aquellos animales se enfurecen. 
 Yo les dije por las buenas que me tenían que dejar pasar porque yo venía de muy lejos y tenía a la mujer y los muchachos solos en Camoruco, los bichos aquellos  como que fue al revés, se pusieron más bravos, entonces otra vez la vaca empieza a ponerse rojita,  cuando cogió bastante presión  le soltó a esos caribes un candelorio como nunca se había visto en aquel  río, a toditos los  pescaos los asó sin quemar ni una gota de agua ¡Qué maravilla! Los caribes bien doraditos se fueron corriente abajo, yo me comí cien y los demás campesinos que se asomaron recogieron lo que se les antojó, había como para un mes por lo menos,  después me sacaron hasta la carretera y así es como llegué aquí y todo eso gracias a mi vaquita que echa candela por el rabo. 


LA SEÑORA DEL SILBÓN (Jesús "Chucho" Torres)
 Fuente: Jesús Moreno, “el Rey del Pasaje” (cantante)

Aaaaaaayyyy la la lay
A San Antonio llegó
la Señora del Silbón
ella vino fue a buscar
los restos de su varón
que aquí quedó sepultado
bajo La Cruz del Perdón
y murió porque lo mató
Luis Laya de un pescozón
ella se llevó los restos
dentro de un saco bocón
y en Candelaria posó
y durmió en el corredor
atacó a Juan Salazar
que se la da de machón
y hasta lo puso en el caso
de cargarle el molondrón
Salazar le tuvo miedo
y hasta le pidió perdón
la vieja se refrescó
y fue cambiando opinión
y le dijo a Salazar
“Yo necesito un varón,
a mí me gusta el catire
cuando es gordo y barrigón”
lo agarró por las orejas
y se lo trajo a templón
quería que le diera un beso
y la pusiera en sazón
a ver si ella recordaba
su tiempo cuando el Silbón.
Salazar no la aguantó
se la pasó a Rafaelón
Rafaelón tampoco pudo
le aguantó un solo empujón
venía llegando Medina
y aprovechó la ocasión
le avisaron a Cariele
pero estaba “Rabo ´e  Lión”.

Aaaaaaayyyy la la lay
En esto dijo la vieja
cambiando conversación
“Dicen que yo soy maligna,
pero mi hijo es peor
en la pica ´e  Santo Cristo
sale a golpe de oración
atacó a Cipriano Soto
sin motivo y sin razón
y le dijo a Ciprianote
“Acomódate señor,
que vas a pagar la cuenta
lo que debes anterior
te acuerdas de Cara Caro
cuando estaba más lechón
que lo tenías amarrado
en la pata ´e  un botalón
cada golpe que le dabas
sonaba como un tambor,
yo le voy a da una pela
pa´ que tenga educación
aflójese la correa
y se baja el pantalón
yo sí lo voy a enseñar
a respetá un superior”
pero Cipriano se fue corriendo
cuando le vio el mandador
echando chispa ´e  candela
rojito como un tizón
era  regular garrote

el que cargaba el señor.


Disfrute de este audio de un joropo fantástico llanero:

El Gato Rabo e´ candela (Domingo García)



Textos tomados del libro: 100 CACHOS: ANTOLOGÍA DE LA NARRATIVA  FANTÁSTICA ORAL DE COJEDES (Isaías Medina López; 2013)  San Carlos: UNELLEZ-VIPI.

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