domingo, 28 de octubre de 2012

ROMANCE DE TRES CAMINOS (Rafael Vilorio Méndez) (*)


Imagen del archivo de Pablo Araque

"....yo tuve sed de tu amor
quise beberlo trigueña
pero en él, solo encontré
jagüeyes de sol y arena".



Por un camino de olvido
el galope de mi voz
pasó cruzando caminos
enlazando soledades
con soga de puro olvido
como caminante errante
soñando un mundo perdido
con paso de Llano y sombra
como turpial sin trino
sin fe, ni en los horizontes
como cuatro adormecido
cuerdas del mudo silencio
pulsan mi son dolorido.
Caminante, caminante
despierta al andar dormido
trote seco, sin remansos
por el terronal ardido
con sed de caminos y cielo
sueños del hombre vencido:
derroteros del querer
cuando se forja un destino
largas cornadas de antiguas
en el aire me han herido
tristeza de alma y sabana
Por querer como he querido
por buscar lo que se ha muerto
sin siquiera haber nacido
tu amor de Llano moreno
tremedal de mi cariño.

Por un camino de penas

yo tuve sed de tu amor
quise beberlo trigueña
pero en él, solo encontré
jagüeyes de sol y arena.
fui un caminante perdido
bajo un cielo sin estrellas
pa` el caminante perdido
ah malaya luna llena
pa` mi sed de enamorado
manantiales de aguas buenas
Camina, caminador
por las picas del que sueña
por un camino de sombras
camina mi pena negra
mis esperanzas se alargan
largas como una cadena.
Corazón: ¿por qué tan triste,
por qué sollozas de pena?
-Sollozo porque la quiero
porque la siento mi dueña
sollozo porque me muero
si no estoy viviendo en ella.
Turbias sombras de caminos
más negras que dudas negras
voces de Llano, lejanas
rumor de ilusiones muertas.

Por un camino de sueños

La soga cimarronera
trasnochada de luceros,
de palma y de soledad,
enlaza lunas de enero,
sobre las aguas de río
se oyen cantos agoreros
del canto del yacabó
las agonías del te quiero,
el verano está silbando
tonadas de vientos lejos.
se va la garza morena
se marchan los teros-teros
ausencia de los yaguasos,
se queda solo el estero
solitaria de tristeza
la chusmita alza su vuelo,
sola se queda la copla
cantar del llanto y de sueño
soledades de caminos
por los rumbos del ensueño.
-Aunque no pueda tenerte
aunque besarte no pueda
quiero todo lo que es tuyo
te quiero siempre, te quiero.



RAFAEL VILORIO MÉNDEZ . Nacido en Tinaco, estado Cojedes, el 1 de octubre de 1939. Se graduó de bachiller en Filosofía y Letras en un liceo de Valencia, estudió 3 años de derecho y regresa a su pueblo donde trabaja en diferentes áreas del quehacer cotidiano .A los 19 años escribe su primer poema titulado ROMANCE DE TRES CAMINOS y en 1993 gana el Premio Municipal de Poesía en San Carlos. Actualmente trabaja la artesanía, especialidad en la que ha alcanzado sus mayores logros. Desde hace años un Parque Artesanal en la entrada de su ciudad natal lleva su nombre; un homenaje en vida que muy pocos pueden darse el lujo de contemplar.
Rafael Vilorio, comenzó haciendo animalitos de plastilina, primero para los hijos y después para los nietos, una de las hijas que trabajaba con arcilla le pidió que le hiciera la mula y el buey para el nacimiento. Desde entonces de dedico a hacer nacimientos criollos. Rafael Vilorio transformado el barro primigenio. En el libro Manos del sueño (2007) se apunta: “Uno ve cada pieza de Vilorio y vuelve en el tiempo a las calles de Tinaco, un pueblo ilustrado y humilde como Rafael mismo, populoso ambos en Vía Crucis, religiosidad imaginaría, tradicionales ya por irse y personaje difusos en el amarillento memoria que el barro revive”. “Creo que he cumplido en la vida a pesar de todas las locuras dice el maestro Vilorio, quien también es poeta y tiene al Llano como fuente de inspiración.
El poema ROMANCE DE TRES CAMINOS es parte del poemario: Llano, querencia y olvido. Plasma claramente el amor no correspondido de un llanero que en su deambular por los caminos del Llano va llorando, deseando y recordando un amor en anhelo. El protagonista busca refugio en el canto melancólico y en los arpegios de un arpa y un cuatro, mas solo consigue hacer más profundo su dolor.
En la soledad de los caminos, cual espejismo, ve reflejada su querencia, en los jagüeyes, en las palmas solitarias y en triste trinar de los turpiales , sintiendo que su corazón late al compás del trote en su cabalgadora y comprende que aun queriendo tener esperanza la mujer de su sueño será solo eso, un sueño.
El autor emplea magistralmente los recuerdos literarios de los símiles y metáforas, para darle la oportunidad al lado de crear una imagen mental de lo que allí se expresa. Hermosamente se describe el personaje llanero, pudiéndose decir que es un estilo tradicionalista donde se presenta el modo en que ama un llanero, la manera, como traduce su dolor, así como su querencia en canto, mientras que el transistor de los caminos de la vida busca consuelo y se afana a la esperanza de conquistar y recuperara el amor de una mujer.
Llano, querencia y olvido debe ser visto como la pintura donde se refleja los paisajes los sentimientos y las decisiones e un llanero que perdiéndose en la sabana busca el refugio de su pena en el llano bravío, en el canto la tonada y en el olvido de quien lo hirió con la fe, de que en esos caminos y en esas sabanas queda abandonada la soga de su dolor, para luego dar paso a otro amor que quizás encontraras en esos mismos caminos.
Yaritza Lugo, San Carlos, 28  de octubre de 2012.


(*)Romance de tres caminos, se tomó de Antología de poetas tinaqueros (1988), recopilación y notas de Porfirio Arias Moreno. San Carlos: Fondo Editorial de las Letras Cojedeñas.

miércoles, 24 de octubre de 2012

Del Romance al primer corrío llanero (Pilar Almoina de Carrera) (*)

Joven bajista del conjunto de música llanera Guarura

Así, es posible preguntarse; ¿Cuándo se produce el paso del primer del romance al corrido? O  dicho de otro modo ¿Cuándo se puede considerar que surge el corrido?... Creemos que el corrido (o “corrío”) nace cuando el romance se compone en tierra americana, o dentro  de nuestro ejemplo, en tierra venezolana, con alusión a hechos o lugares del nuevo medio; o también, que el corrío aparece realmente en Venezuela cuando el romance no solo incorpora temas y lugares venezolanos, sino, además, las primeras muestras de lenguaje propio y modismos del nuevo medio.
En todo caso, romances como el “del  Caballero de la Capa Roja”, referido al conquistador Juan Rodríguez Suárez, y el del Tirano Aguirre son la señal del  cambio, del proceso evolutivo que se está cumpliendo en ellos ¿Son todavía romances, o ya son corridos? Quizá son, más propiamente,  romances venezolanos, o en una dimensión más amplia, romances americanos.  Al fin y al cabo, no es exagerado hablar ya de producto literario americano o venezolano. Si se considera a Juan Ruiz de Alarcón (1580-1639), a Sor Juana Inés de  La Cruz (1615-1695) y a Juan de Ercilla (1533-1594) como representativos de lo que ya es americano, con más título tendría esa representación un producto colectivo, popular, como la literatura oral.
Todo esto nos lleva a la reflexión que implica la pregunta: ¿podemos considerar estas muestras como una marca cierta para situar el verdadero inicio de la literatura propia de nuestras tierras en tiempo tan temprano como el siglo XVI?  La literatura oral americana, la venezolana, en este caso, aparece en el momento  en que hacemos de una lengua trasplantada algo propio, el medio fundamental de una colectividad. Es verdad que la lengua nos fue impuesta, pero también es verdad que esa lengua sufre las transformaciones que se le imponen, a su vez,  un nuevo espacio y un nuevo tiempo.    Y por otra parte, en el momento en que esa lengua implantada, pero ya nuestra, es no solo el medio de comunicación, sino que sirve para algo más: para la expresión de acontecimientos,  de sentimientos, de una visión de una realidad, con un objetivo estético;  - es decir, mediante un discurso literario-,  nos encontramos ante una literatura.


PRIMER ROMANCE
El caso del “Romance de Juan Rodríguez Suárez”, -el primer romance venezolano y quizá de toda América, por lo menos dentro de los registros conservados- es interesante como ilustración del cambio que se produce en el nuevo habitante de la tierra inédita. Los sucesos que narra le acontecieron, hacia 1559, al fundador de la ciudad de Mérida, al “Caballero de la Capa Roja”. Estando  Rodríguez Suárez en Santa Fe de Bogotá, tiene graves problemas con su “oidor”, Pérez de Arteaga, quien le hace preso y resulta condenado a muerte por la Audiencia. Logra huir y se refugia en Mérida. El romance que todavía mantiene en su lenguaje un sabor, hispánico, nos muestra, sin embargo, un nuevo sentimiento identificador, el de un hombre que ya no es de España, sino español de América.

ROMANCE
Los gallos de Santa Fe
la hora del alba dan, 
y el bueno de Rodríguez Suárez
se alongó de la ciudad. 
Huyendo va por el campo,
que ni para a descansar.
Y por todo el su camino
no cesaba de  hablar:
-¡Justicia ya no la espero
de la Audiencia Real;
justicia la espero en voz
mi espada siempre leal!
¡Huyendo va por el campo,
que ni para a descansar!
Allegóse  a la encomienda,
do lo esperaba Román.
-¡Román, apréstame el potro,
mi potro de guerrear!
–Aquí lo tenéis, señor; 
aquí lo tenéis, don Juan.
Aprestados he también
los arreos de batallar.
Cabalgó  el buen Juan Rodríguez
cual solía cabalgar;
ya va a la rota de Mérida,
caballero en su alazán.
Buscando va sus amigos,
buscando la su ciudad; 
y corre con tanta prisa
que deja el viento atrás.
 (Juan Rodríguez Suárez)

Es decir, es la ruptura con las leyes españolas y, además, la rebelión por las armas. Y al final, en clara significación afectiva y de pertenencia, la  alusión a “sus amigos” que están en “su ciudad”, Mérida, no su ciudad natal, sino la de adopción. En el caso del romance español “el pastor desesperado”, recogido por Menéndez Pidal en su Flor nueva de romances viejos aquel que dice:

…no me entierren en sagrado;
no quiero paz de la muerte,
pues nunca fui bien amado;
enterréisme en prado verde,
donde paste mi ganado,
con una piedra que diga:
aquí murió un desdichado;  
murió  del mal del amor
que es un mal desesperado”
Ya le entierran al pastor
en medio de verde prado,
al son de un triste cencerro, 
que no hay allí campanario.

PRIMEROS CORRIDOS
Se advierte en él la conservación de cotidiano.  Hay un rechazo a la sacralidad, un retorno a la naturaleza habitual y,  a la muerte real.  El tono sentimental plañidero, llena todo el poema. Este mismo romance, que se conserva en Venezuela y en muchos otros países de Hispanoamérica, sufre en las nuevas tierras un profundo cambio; por ello, en una de las versiones venezolanas dice:

Écheme afuera ese toro,
hijo la vaca mora,
para sacarle unos lances
delante de esta señora.
Si el toro me matare,
no me entierren en sagrao,
entiérrenme en una loma
donde no pise el ganao:
déjenme una mano afuera,
con letrero un encarnao,
pa´ que digan las muchachas:
“Aquí  murió  un desdichao.
No murió de calentura
ni de punta de costao; 
como llanero,  murió
en los cuernos del ganao”.

En otras versiones el final varía: “que aquí murió  de mal de amores, / que es un mal desesperao”.  Este poema es símbolo de una nueva sensibilidad, el establecimiento de nuevos patrones.  Hay una transposición del camposanto, se establece una nueva sacralidad dentro de la naturaleza. Se siente la fuerza de la vida;  no hay sentimiento de debilidad. No  hay una  muerte real; es solamente un lance, un riesgo,  inclusive una ostentación vitalista de vanidad galante: es la hipótesis de la muerte, posible,  pero no verdadera. No es la “piedra”  que sella la vida, es  un letrero “colorao” que ondea en la mano como signo de vida virtual.

Resplandece  el proceso admirable de conservación oral, de boca oído del pueblo,  en el caso de romances hispanos, de  gran prestigio, de hasta cuatro  y cinco siglos de historia,  que permanecen en la tradición oral venezolana y  que de pronto afloran  en  cantos muy diversos: corridos de  los Llanos,  polos de Oriente, cantos de parranda en Barlovento. Así como surgió ante nosotros,  en actividades de  de investigación de campo,   una muy hermosa y completa versión del famoso: “Romance de las señas del marido”, en este caso llamado por su primer verso: “Señora,  me voy pa´ Francia” en la voz inolvidable del gran maestro  de la parranda de San Pedro, Justo Tovar.  

-Señora,  me voy  pa´ Francia; 
señora, ¿qué manda usted?”
-Mi marido que está allá, 
memoria me le da usted.

-No conozco su marío; 
no  lo quiero conocer.

-Es un mocito bajito, 
sombrerito a  lo holandés; 
anda en un caballo rucio 
que le regaló el francés.

-Siete años he esperado,  
siete años esperaré; 
y si acaso no viniere, 
a monja me meteré.

Y las seis hijas que tengo 
muy bien las repartiré. 
Una dejo en el convento 
para recuerdo de él.

-¡Vaya una  mujer  tan firme, 
vaya una mujer tan fiel! 
¡Aquellas son  mis seis hijas; 
tú  mi querida mujer!    



(*)Nota: Tomado de: Lineamientos históricos y estéticos para el análisis interpretativo de la literatura oral tradicional (2000), de Pilar Almoina de Carrera. Caracas: Universidad Central de Venezuela.  Esta publicación y las que a continuación se citan son parte de un mínimo homenaje a tan insigne educadora. Maestra nuestra.   

martes, 23 de octubre de 2012

La Nube de Peces y otros cuentos y leyendas del Piedemonte (María Josefina Villegas *)


Pie de Monte llanero (imagen en el archivo de Lisett Bazó)





Cuentos, Cacho de BarinasPor los caminos del Llano el hombre generalmente anda sólo a caballo, de la dura brega que representa los trabajos de llanerías y de enfrentarse a lo duro del medio. Es la risa y la imaginación lo que sirve de vía de escape. Así mismo, al enfrentarse con una naturaleza exacerbada en sus manifestaciones se identifica con ella, dominando su ambiente y todo lo rodea con una excepcional capacidad de conocimiento y de clasificación de la fauna y la flora de las cuales se siente como una parte más.
El estrecho contacto con la naturaleza le permite al llanero tener una seguridad propia y sentirse además como poseedor del dominio sobre el medio, todo lo cual le va permitir desarrollar un gran sentimiento de libertad, que solo será coartada por la presencia sobrecogedora de la inmensidad de la llanura con su horizonte en fuga perenne. “Es la ingrimitud, sentirse anta la inmensidad”. Ante lo cual con su carácter fantasioso dispuesto a la exageración y a la experiencia mágica, magnífica los hechos y fenómenos, que de una u otra forma, desarrollada en estrecho contacto con el medio.
Este hombre del Llano es el producto de la mezcla de blancos, negros e indígenas que huyendo de situaciones insoportables de explotación y represión se refugiaban en esas tierras anchas donde era difícil encontrarles, y donde preferían afrontar las duras condiciones del medio, pero con libertad, aprovechando el ganado cimarrón que después de escapar de las manadas, también se había refugiado en esos mismos terrenos.
Por los caminos del Llano el hombre generalmente anda sólo a caballo, de la dura brega que representa los trabajos de llanerías y de enfrentarse a lo duro del medio. Es la risa y la imaginación lo que sirve de vía de escape. Así mismo, al enfrentarse con una naturaleza exacerbada en sus manifestaciones se identifica con ella, dominando su ambiente y todo lo rodea con una excepcional capacidad de conocimiento y de clasificación de la fauna y la flora de las cuales se siente como una parte más.
Los Cachos Llaneros: Se llama cacho aquellos cuentos, generalmente cortos, que expresan un vuelo fantástico de la imaginación, el cacho no hay que confundirlo con el chiste, es una actividad corriente donde algunos llaneros expresan una gran fantasía y una buena dosis de malicia en un lenguaje coloquial. El cachero jura y perjura que lo contado es la “purita verdá”, “sin naita e mentira”. Pero es de tal magnitud lo que cuenta que arranca risa entre los oyentes, y se establecen suerte de competencias para ver quién es el más exagerado en sus cachos. –“Si otro puede inventar tanto yo puedo hacerlo mejor, esos es inteligencia que tiene uno”- dice Don Tulio, un cachero de Libertad de Barinas que disfruta y hace disfrutar a sus vecinos con sus cachos. Constituye esta una forma de distracción que permite intercambiar vivencias y evidenciar el ingenio de los que lo practican. Flora Ovalles recogió en Libertad de Barinas esta muestra de cachos llaneros que Don Tulio le contó, así como sabe hacerlo uno tras otro, con un despliegue de su gran ingenio y poder de fabulación. “Con la “purita verdá”. “Sin decir ni una ola mentira”. “Porque es un poder de la inteligencia”.
De seguida oigamos a Don Tulio contar:
Así comienza el relato.

El viaje de los Pavos
Voy a contarles lo que una vez nos pasó, sin naita de mentira. En aquel tiempo, tenía yo que llevar a Valencia una maná de doscientos pavos a pie, desde acá de Libertad de Barinas, sí pariente, a pie hasta allá, hasta Valencia. Así los fuimos arreando con un bejuco por toítas esas carreteras. Pero sucede que ya cuando íbamos por San Carlos toítos esos pavos tenían esas patas peladas de tanto caminar, sí, tenían ampollas y ya no podían andar más. ¡Bueno pues qué gran problemón!, nos estaban esperando con los pavos y esos bichos que ya no querían caminar por las patas hinchadas y peladas ¡Ah bueno!, pero usté sabe que el llanero es del tamaño de la circunstancia que se le presente y sin esperar mucho yo fui y le compré un par de alpargatas para cada pavo y así fue como pudimos llegar a Valencia.

Los Científicos no creen
Los científicos no creen, pero en las nubes hay pescaos, si señor hay pescaos, que se los digo yo que lo vi, sin ninguna mentira, como que me puedo morir mañana, por mi madre santa. Ese fue un día que llovió mucho. Umju, llovió mucho, mucha, mucha agua cayó. De por los laos de Arismendi había venido una nube grande. Era que se formaron nuevas lagunas. Caía tanta agua que la laguna que se formó iba desde acá hasta los laos del Cinaruco. Eso era agua bastante. Y yo estaba ahí con mi compadre. Mire, cámara, mi compadre atajó una cachama así, así de grande, casi tan grande como él, una cachama que cayó de esa nube inmensa. Y caían coporos y palometas que no alcanzábamos a recogerlos todos. Toda la gente pudo recoger pescao ese día y llenábamos tobos de pescao; estuvimos comiendo ese pescao por cuatro meses, umju, porque el quedó lo salamos. Sí, camarita, los científicos no creen, ellos dicen que saben y no creen, pero en el cielo, allá en las nubes hay pescao.

El Día que Sopló un Gran Viento
Yo tenía como quince años, estaba así como muchachón. Mire, pariente, al lado de aquel caney grande, allí cerquita había un árbol tan grande ese árbol que no se le veía la copa y los pajaritos se cansaban tratando de llegar pa´ allá arriba tan alto. Bueno pues, sucede que un día amaneció soplando un viento muy juerte que cada vez que soplaba más juerte y los arboles se doblaban barriendo el piso con sus ramas. En la noche todos nos acostamos a dormí, así como todos los días lo hacíamos pues, y el viento que silbaba fuiiiu, fuiii, toda la noche y nosotros adentro de la casa, pero con ese frío muy, muy grande. De repente que empieza a sonar como un rumor, así uuuh, uuuh, y nos acostamos todos arropados hasta la cabeza. El viento fue tan fuerte que levantó el techo completico y lo dejó allá arriba sobre la copa del árbol muy alto. Pero lo que más nos impresionó, fue que las mujeres que estaban durmiendo cada una en su hamaca, estaban allá arriba, si pariente, seguían colgando en sus hamacas del techo que voló. Allá arriba tan alto que casi no se las veía. ¡Umju! estaban en sus hamacas en la copa del árbol grande.

El Viaje en el Caimán
 Ahora lo que les voy a contar. Esta es la impresión más grande que me he llevado. Eso sí, sin mentira ninguna, con la purita verdá. Caminado que iba yo por la orilla de una caño, y que zas me caigo al agua e golpe. Allí como esperándome estaba un caimán tan grande, mire que la cabeza estaba aquí donde está mi pie y la cola estaba allá como dos a tres leguas de largo. Si un enorme caimán con su bocota abierta y que me traga completico con todo lo que yo levaba conmigo. Eso adentro estaba muy oscuro, pero yo prendí mi lámpara y busqué donde poner los colgaderos y colgar mi hamaca, así es que saqué mi cuchillo y le abrí en una costilla del caimán. Sí, colgué mí hamaca en las costillas del bicho aquel, porque ya estaba cansado y tenía sueño. Sin mentira ninguna, esta fue la purita verdá. En mí porsiacaso llevaba comida y así me pude mantener mientras que sentía que el caimán iba rápido por esos ríos y yo no me podía salir de su barriga. El bicho iba tan rápido que sentía que el agua pasaba por fuera. Había pasado más de una semana, cuando e pronto siento que el caimán se va saliendo el agua y que se echa a dormir en la orilla. Ah bueno pues, como esos animales duermen con la boca abierta y que veo que entraba una luz desde afuera y yo que sigo la luz hasta la boca del caimán. ¡Pija saben dónde estaba! el caimán me había llevado hasta onde sale el Orinoco al mar, si allá onde mientan el Delta y jue allí en ese vainón tan grande onde entra el agua pa´ el mar, jue allí onde me le logré salir de la barriga al caimán y escaparme.

Cuentos y Leyendas del Piedemonte
Las estribaciones de la cordillera andina se internan en el territorio del estado Barinas dibujando un paisaje de colinas suaves con abundantes vegetación. En estas regiones de magia de la palabra marca de forma indeleble la vida de sus habitantes rememorando leyendas y cuentos se nutren de la visión mágica del mundo. Así como Don Tulio hecha sus cachos" en Libertad de Barinas, también escuchamos cuentos del Piedemonte en los talleres de narración oral que se les dictó a unos docentes de educación básica de escuelas estatales. A continuación presentamos algunos de ellos. 

El Arcoiris Baja a Beber Agua
Cuando ha llovido mucho y el sol sale muy brillante es cuando se puede ver como baja el arcoiris a tomar agua en las lagunas. Yo tuve oportunidad de verlo una vez por allá por los lados de Obispos, en una colina cercana me fueron a buscar y me dijeron unos muchachos que por  allí estaban jugando,  - venga maestros pa' que lo vea, sino lo va a creer -. Y yo fui, y lo pude ver. Es impresionante. El arcoiris baja por una de sus puntas y se sumerge en la laguna para beber agua. Tiene en ese extremo como una especie de cabeza de caballo, así como una gran trompa y por ella bebe mucho agua, luego se vuelve a levantar y se ve nuevamente el arcoiris en el cielo, para después desaparecer. Si no lo hubiera visto no lo hubiera creído, pero yo lo vì.
(Contado por docente de Barinas, en el Taller Introductorio a la Investigación de la Narración Oral. Barinas, 1994, Cátedra de Narración Oral)

 La Linterna de Barragán
Por los lados de El Real hay una especie de bosquecito, una parte que nadie trabaja ni pasa por allí, pero desde lejos se ve como una luz va siguiendo siempre el mismo camino. Esa. Luz es la de la linterna de Barragán que recoje sus pasos sobre la tierra. Barragán era un capataz de hacienda que desapareció de repente, nadie supo por mucho tiempo que había sido él y se contaban historias sobre su desaparición. Fue entonces después de algún tiempo que se comenzó a ver la luz que se movía siguiendo el mismo camino, en una parte de la hacienda donde trabajaba Barragán, un lugar que tenía arboles altos, en un bosquecito de la hacienda. La curiosidad se fue haciendo cada vez más grande sobre la luz que caminaba, hasta que comenzaron a abrir huecos por donde la luz llegaba y al fin encontraron el cuerpo de Barragán a quien habían matado y lo habían enterrado, con su linterna en la mano que aún estaba encendida. Habían pasado muchos días y después de casi dos meses aun la linterna estaba encendida bajo la tierra. Hoy en día se sigue viendo la linterna de Barragán que sigue un mismo camino, hasta llegar el sitio donde lo enterraron.
 (Contado por docente de Barinas en el Taller Introductorio a la Investigación de la Narración Oral. Barinas 1994. Cátedra de Narración Oral)

La Bola de Fuego
Mi cuñado, el esposo de mi hermana fue quien la vio. Sí, él venía en su camión una noche, venía con su acompañante que también la vio. Ellos cuentan que cuando se pararon en un lado del camino para orinar en el medio de la sabana, de pronto se apareció y la veían que se le acercaba una gran bola de candela que se quedaron mirándola como se movía muy rápido pa' lla y pa' aca, para todos lados. Era redonda así como la rueda que giraba. De pronto se paraba un poco en el aire y luego se comenzaba a mover rápido. Cuando ellos vieron que se le acercaba y parecía que se le venía encima cuando corrieron al camión apurados. Dice mi cuñado que esa vez si fue verdad que se asusto, porque él no creía en todo esos cuentos de espantos. Él decía que esos eran cuentos de viejas rezanderas. Pero esa vez la bola de fuego se le ponía delante del camión y cuando él se apuraba pasaba y no la veía, pero luego la veía atrás, y luego adelante, hasta que llegaron a la casa echando el cuento del susto que habían pasado. Mi cuñado y el acompañante llegaron blancos del susto.
  (Contado por docente de Barinas en el Taller Introductorio a la Investigación de la Narración Oral. Barinas 1994. Cátedra de Narración Oral)

 Una Casa en el Fondo del Agua
Eso fue hacia allí, hacia los lados de Santa Catalina, por allá muy cerca de las orillas del río Apure. Cuentan que era una casa grande, si una casa de hacienda muy grande que estaba al lado de una laguna, donde siempre llegaba mucha gente a pasar vacaciones. Y en la Semana Santa sobre todo iba mucha gente. Desde Caracas venían muchos invitados con los dueños de la hacienda y hacían una parrandas de varios días. Pero una vez que vinieron en una Semana Santa al día siguiente del Viernes Santo, o sea el Sábado de Gloria no había ninguna casa, ni ninguna gente. El Viernes Santo la fiesta fue como nunca, había mucha comida y bebida y la gente no se acostó a dormir, si no que siguió la parranda toda la noche. Pero al otro día cuando se hizo claro y amaneció no había casa, ni gente, solo había el agua de la laguna. Únicamente había agua y no se veía más nada en la inmensa llanura.
En ese mismo sitio, cuando el agua esta clarita y tranquila muchos dicen que en el fondo de la laguna logran ver el techo de la gran casa que está allá en el fondo de la laguna enterita, igual como se hundió. También son muchos los que han oído la música y las risas de mucha gente en fiesta cuando pasa por la orilla de la laguna, o cuando se bañan allí.
(Contado por docente de Barinas en el Taller Introductorio a la Investigación de la Narración Oral. Barinas 1994. Cátedra de Narración Oral).


(*) Tomado de LA MAGIA DE LA PALABRA POR TIERRAS DE BARINAS de María Josefina Villegas (1998). Barinas: Dirección de Cultura Municipal. Alcaldía del Municipio Barinas.

jueves, 18 de octubre de 2012

Los Chaima y el Primer Hombre (Lisandro Alvarado)

Descendientes de los pueblos originarios de América
(Archivo de Yorman Posada) 




DANZA
El baile kuéti (voz que significa animal) de los Maipure, era de hombres. Fingíase en él que las serpientes venían a danzar con ellos, llevándoles bebidas. Los Avano llamaban esa danza kasimeyé: bailábanla al son de trompas en forma de embudo, hechas de corteza de márano (o maramo, e. i. Copaifera officinalis), de varios tamaños y de dos flautas desiguales en tono, de cinco a seis palmos de largo, hechas al parecer de palma aracu (Bactris sp,? Socratea sp.?)

El baile yamavari, al son del tambor, se ejecuta de la manera siguiente: Cuatro indios, pintados de negro y lanza en mano, con cascabeles al pie, se ponen en fila y el que ocupa una de las extremidades marca gravemente siguiendo el paso, siguiendo una circunferencia cuyo centro ocupa la otra extremidad de la hilera; dan cuatro pasos adelante y cuatro atrás; las mujeres acompañan el movimiento, colocándose detrás de los indios, su mano en el hombro de estos.

El yapururu. Esta danza se efectúa formando los hombres y las mujeres dos líneas paralelas a unos diez pasos de distancia una de otra. Estas líneas guiadas por los músicos ya avanzan simultáneamente una hacia la otra con pasos rítmicos y mesurados; ya se retiran mutuamente hacia su respectivo lugar de partida; ya es una sola línea avanzadora marchando hacia la otra que permanece firme en su puesto, pero marcando el compás; ya se traspasan ambas líneas, ocupando cada una el lugar de la contraria y ya en fin, se fusionan formando una sola columna, abrazados unos a otros por detrás, y marchando rítmicamente, con los músicos a la cabeza, alrededor de un círculo imaginario. En esta danza, cada hombre lleva sujeta al tobillo derecho una maraca de yuco o yoco, que suena agradable y sonoramente con la que marcan la marcha rítmica de los movimientos. Se ejecuta esta danza al son de yapururos (1) comunes y con ella celebran los indios de Río Negro la abundancia de comestibles, la recolección de frutos, la captura de los peces, la fiesta de “los cabezones” (especie de tortuga).

El baile curimina (pilón) se dispone ocupando los músicos el centro y girando los danzantes en derredor. Los hombres llevan en la mano derecha el pilón o mortero que es un madero cilíndrico, liviano, hueco y sonoro, pintado con varias figuras, largo de cosa de un metro y de la mitad en circunferencia. Con el tal pilón golpean fuertemente el suelo a cada salto de la pareja. El sonido que es grave y sonoro, se oye muy lejos durante la noche.

El curumare (2) se baila al son de los carrizos, flautas de pan, del modo que sigue, se avanza el píe derecho un paso hacia delante, luego se levanta el pie izquierdo un poco más de una cuarta del suelo y como cuarenta centímetros detrás del derecho; y una vez así, estando el bailador en un solo pie, da un pequeño salto como de 20 centímetros de altura, e inmediatamente después del salto y sin tocar el suelo con el pie izquierdo, avanza este hacia delante y luego levanta a su vez el pie derecho como a unos 20 centímetros de altura y como a 40 centímetros, detrás del izquierdo y repite el mismo salto que realizó con el derecho para volver a empezar con éste la evolución ya descrita. La rápida repetición de este movimiento es lo que constituye la danza del curumare, como el pilón, la disposición de los danzantes es circular, colocándose la orquesta en el centro del círculo.



MITOS

Los pueblos del Alto Orinoco, del Atabapo y de Inírida, no tienen, otro culto que el de las fuerzas de la naturaleza. Llaman al buen principio Cachimana, que es el Manitú y el Gran Espíritu, que gobierna las estaciones y favorece las recolecciones de los frutos o producciones. Al lado de Cachimana hay un principio malo y Olokiamo manos poderosas; más astuto y activo.

En las orillas del Orinoco no existe ídolo alguno como entre los pueblos que han permanecido fieles al primer culto de la naturaleza; pero el botuto, esa trompeta sagrada, se ha hecho entre ellos un objeto de veneración. Para ser iniciado en los misterios del botuto es preciso ser de costumbres puras y haber quedado soltero. Los iniciados se sujetan a flagelaciones, ayunos y otros ejercicios penosos. Solo hay un pequeño número de estas trompetas sagradas; pero la más célebre de todas es la que está colocada en una colina cerca de la confluencia del Tomo y el Guainía, que, dicen ellos, se oye a un mismo tiempo en las riberas del Tuamini y en la Misión de San Miguel de Davipe, a una distancia de 10 leguas. El P. Cerezo nos aseguró que los indios hablan del botuto (3) del Tomo como de un objeto de veneración y de culto común a muchas poblaciones o colonias inmediatas: que colocan alrededor de la trompeta sagrada frutas y bebidas embriagantes, y que el Grande Espíritu (Cachimana) hace sonar por sí mismo el botuto, o bien hace manifestar su voluntad por el que está encargado de la custodia del instrumento sagrado. Como estas truhanerías son antiquísimas (de los padres de nuestros padres, dicen los indios) no debe espantar que hayan encontrado incrédulos; pero estos no manifiestan sino por lo bajo su modo de pensar acerca de los misterios del botuto.

Preguntados los Chaima acerca del primer hombre, respondieron que fue un indio llamado Amanaroca, que otros llamaban chotokom - piar, esto es, el origen o el primero de los hombres. Acerca del indio llamado Amanaroca, que ellos dicen es el primero de los hombres, discurren mil desatinos; dicen que el tal indio no tuvo padre ni madre, sí sólo un hermano, llamado de unos Hurvipuin, que es lo mismo que no tener hermano mayor; de otros Conoroime: estos dos hermanos Amanaroca y Hurvipuin, dicen se disgustaron en ciertas ocasión y Amanaroca como más valiente cogió a su hermano y lo arrojó sobre un cerro convirtiéndolo en peñasco el cual se ve a la falda de cerro del Guácharo, sobre un cerro redondo en lo más alto de su cumbre a modo de pirámide, y se descubre de muy lejos; esto es lo que comúnmente dicen los indios acerca de esta materia y queriendo yo averiguar estas cosas en cierta ocasión, pregunté a un indio que sabía la lengua española, que quería decir Hurvipuin, el hermano de Amanaroca, el convertido en piedra; respondió el tal indio en nuestro idioma diciendo que Huervipuin es lo mismo que Cristo en especial; Pregúntele, y ese hurvipuin tuvo padre, dijo que no, pero que madre sí y que a tal los indios llaman María, de la cual respuesta solo pude colegir, que algún indio ladino que entendía la lengua española, oiría alguna vez aquello de que Petra autem erat Christus y que Cristo era hijo de María Santísima. En Chaima, urui es hermano mayor; puin es proposición negativa: literalmente, sin hermano mayor.

La idea de una antigua inundación general predomina en casi todas las tribus del Orinoco. Hállase entre los indios del Erevato, los Maipure de las grandes cataratas, los Tamanaco. Los Achagua llamaban ese diluvio katena manoa (laguna general), según Rivero. Esta vieja tradición, que reproduce en América los mitos de Noé, y de Pirra y Deucalión y el de la edad del agua de los mexicanos, ha sido recogida entre los Tamanaco en la forma siguiente, contada a Gilii por el cacique Yucumare.

En tiempos antiguos de sus ancianos se sumergió en el agua toda la tierra, cuando los ancianos Vivían en el río Cuchivero y se vieron obligados a ir en canoas para librarse de la inundación, viniendo las olas del mar a estrellarse contra las rocas de la Encaramada (Carama). Amalivaca, el padre de los Tamanaco, llegó en una barca durante la inundación, en la cual se ahogaron todos, menos un hombre y una mujer, que se salvaron en lo alto del monte Tamanaco, no lejos del río Cuchivero (Aasiveru). Estos arrojaron tras sí, por encima de sus cabezas, huesos del fruto del moriche y de ellos vieron nacer hombres y mujeres que repoblaron la tierra. Viajando en su barca grabó Amalivaca las figuras de la luna y el sol en Tepumereme (en la roca pintada, que es lo que significa).

A diversas peñas de granito que apoyadas una sobre otras forman en la cima del monte una especie de caverna, llamaban la casa de Amalivaca; y mostraban cerca de allí, en el camino de Maita, una gran piedra que era el tambor del gran abuelo de los Tamanaco.

Uochí, hermano de Amalivaca, ayudó a este a dar a la tierra la forma que ahora tiene. En la formación del río Orinoco hubo larga consulta entre ellos dos y a fin de que se cansasen menos los remeros por ellos creados, pensaron hacerlo de manera que estos pudiesen navegar hacia arriba y hacia abajo, siempre a la corriente. Parecióles tal cosa dificilísima y desistieron de su empeño. Amalivaca, por último, después de haber obligado a sus dos hijas a poblar la tierra de los Tamanaco, quebrándoles las piernas para que no pensasen en viajes, se embarcó de nuevo y se volvió a la otra orilla del mar diciendo a aquellos desde la canoa: Sólo mudaréis la piel. Lo cual interpretaban los indios por una suerte de rejuvenecimiento perpetuo de sus antecesores; pero habiendo parecido dudar una vieja de tal promesa, agregó enojado Amalivaca: «Morir tenéis». Los indios estaban convencidos de que a causa de la incredulidad de la vieja no eran inmortales.

1- Curumare: Aire melancólico usado entre los indígenas del Casiquiare y entonado en sus carrizos, o zampoñas.

2-Yapurúro: Flauta de bambú, larga de 1 m, de sonido agradable que usan los indios del Alto Orinoco y Río Negro. Voz puniabe. D.t. Yaporóre. Baile indígena del Alto Orinoco.

3- Botúto: Antigua trompeta sagrada de algunas tribus orinocenses, descrita por el padre Gumillla y Humbolt. Sinónimo: fotuto, fututo. –II Pecíolo de la hoja del papáyo, hueco y prolongado, en forma de trompeta. -II. Gran caracol de las costas del mar Caribe. Táñenlo a modo de trompa los carreteros de algunos lugares del país. Guarúra.


(*)Tomado de Mi cultura en el aula. Volumen I. Homenaje a Tobías Mariño. San Carlos: Ministerio de la Cultura, Escuela Regional de Teatro del Estado Cojedes y Fondo Editorial Teatro de Venezuela. Compiladores editores: José Daniel Suárez Hermoso e Isaías Medina López. 2005.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Vanguardia y Política en la Poesía Venezolana Contemporánea (César Seco)

Las actividades literarias promovidas por el Estado siempre generan polémica
 (archivo del IACEB)

(Archivo del poeta Francisco José Aguiar)


Decir que la vanguardia ha muerto es una traición
a la lucha por cambiar el mundo.
Antoni Tapies


No podemos hacer una lectura crítica de la poesía venezolana fundamentados sólo en las corrientes literarias y grupales que prevalecieron durante el siglo XX; necesario es ver éstas al trasluz de las circunstancias vivenciales de sus creadores y de las incidencias socioculturales del país para el momento histórico en que éstos se han expresado. Cierto es que para la última década del conflictivo siglo ya fenecido se derrumbaba entre nosotros una forma indolente de gobernar a espalda de las mayorías, como también lo es que buena parte de nuestros poetas, salvo unas muy pocas y dignas excepciones, mantenían una actitud adocenada o bien no advertían la suerte política sobre la que estábamos parados los venezolanos; es decir, que el barco encallado del “puntofijismo” y la eufemística “democracia representativa” hacía aguas. El camarote de la realidad estaba inundado ya de incertidumbre social y económica y esto se tradujo en pesadumbre y violencia, cuando sobrevivo el Caracazo y más luego el madrugón de Febrero, que se tradujo a su vez en el dramático "por ahora" que hoy nos tiene en la vigilia.
Había, y lo digo con énfasis pero sin afán de juicio, cierta actitud acomodaticia entre nuestros poetas, actitud que se manifestaba en anclarse en cargos públicos que les permitirá vivir sino holgados, decentes, relacionarse pública e institucionalmente para poder viajar a los centros de interés cultural, repetir la gloria de los viejos maestros, conformarse con ser epígonos unos, y los pocos en no doblegarse a los ofertorios de la novedad, obedeciendo sólo a la intimidad más recóndita que les indicaba su voz. Claro, esto que por ahora voy a llamar actitud, viene ya del albur de nuestras letras, pese a la aparición de lo que denominaría antesala de la vanguardia, entiéndase: Ramos Sucre, Salustio González Rincones, Antonio Arráiz y la posterior irrupción del Grupo Viernes, principalmente Gerbasi. Esta actitud, digo, se manifestaba en una poesía qué aún se oía en Darío, que a lo más cumplía con reproducir su fastuosa arquitectura métrica, buscar eco, no resonancia propia, dejando de lado el propósito liberador de la vanguardia, que ya nos alcanzaba, lo cual no aconteció durante medio siglo hasta que Juan Sánchez Peláez trisó la cuerda con su libro Elena y los elementos (1951).

La iluminadora escritura de Sánchez Peláez nos llevaría a otro espacio de crear y creer en la poesía. El momento de las vanguardias había llegado para no irse, aunque a la luz está que ha sufrido demoras y atravesado períodos que se podrían llamar de recesión imaginativa y de falta de riesgo poético. Después de Sánchez Peláez pasaría una década para que su atisbo vanguardista cobrara fuerza, esta vez en todo el sentido de ruptura que propicia la vanguardia en cualquier lugar y época. Sardio, El Techo de la Ballena, Tabla Redonda, fueron algunos de los movimientos grupales que irrumpieron con propósito cuestionador emergente, en la mayoría de los casos subversivos estéticamente, donde la prosodia y el versolibrismo tomaron el lugar de las preciosas y rimadas metáforas de antaño. Una isla en todo este escenario sería un poeta que purgó cárcel durante la dictadura de Pérez Jiménez, tan comprometido políticamente como hacedor de una poesía eminentemente vanguardista sin parangón en la poesía venezolana, cuyos poemas aparentemente herméticos denuncian un avasallamiento de la naturaleza y del ser por todo tipo de poder establecido, me refiero a Rafael José Muñoz, una excepción, un salta planetas que a la anémica crítica nuestra se le hace imposible develar.


Quién puede negarlo y la historia está ahí para corroborarlo. Los principales poetas y movimientos de vanguardia emergieron al trágico acontecer y desenlace de la lucha armada de los años 60. Un poema como Derrota (1963) de Rafael Cadenas no fuera sido escrito si el poeta no hubiese vivido su propia experiencia de o ante la insurrección. Un poema como ¿Duerme Usted Señor Presidente? (1962) de Caupolicán Ovalles, no fuera alcanzado la repercusión que tuvo si este poeta no fuera asumido en ese momento la voz de las mayorías para expresar su desilusión por lo que Betancourt había terminado en convertir el naciente “proyecto democrático”. Una propuesta como la de Carlos Contramaestre, Homenaje a la necrofilia (1962), no fuera dejado en evidencia que “algo se pudría en Venezuela”, lo cual se vino a constatar 40 años después. También, cómo olvidarlo, en estos años tumultuosos desde todo punto de vista, va a emerger una poética que cumple con todos los visos de la vanguardia y que hasta hoy mantiene sus presupuestos críticos intactos, me refiero a la de Juan Calzadilla; su libro Dictado por la jauría(1962) es clave para el desarrollo posterior de la poesía venezolana, en ella la metrópolis boca de lobo, la capital, Caracas, es presentada con todo su desorden escatológico, el cual se remite o es reflejo del desorden histórico, político y social del país. Todos los movimientos de ruptura, no sólo rompieron con las formas tradicionales de hacer arte y poesía, sino que jugaron un papel decisivo en el cuestionamiento del sistema y como es harto sabido: los poetas salieron de su torre de marfil a caminar y escribir entre las balas, la falsía y la opresión.


Se respiraba entonces, a pesar de las torturas y del "disparen primero y averigüen después" una actitud liberadora en nuestros poetas que se expresaba sin tapujos en sus escritos, pero que, también, iba más allá y adquiría el valor del compromiso y la provocación, por lo que muchos poetas fueron perseguidos y otros exiliados, algunos a motus propio para salvar su vida. Carlos Contramaestre y Dámaso Ogaz hicieron coincidir es sus obras la magicidad y la denuncia, el absurdo y la realidad, amparados en el arte popular y el informalismo uno, y en el majamanismo y la patafísica el otro. El poema pasó de ser un objeto de belleza a una "bomba de fabricación casera"", como llegó a señalar el propio Ogaz. Caupolicán Ovalles y más luego Víctor Valera Mora aportaron una procaz ironía y un desenfado corrosivo, dispuesto a desnudar el sistema imperante, a su hipocresía y el de la sociedad en que se cobijaba, ofreciendo a su vez su contraparte amorosa y tierna. Todo ello en un país que había sido vendido al establisment y la mayoría de sus habitantes no participaban de la riqueza proveniente del petróleo, por decirlo de alguna manera la chequera nacional.


Todo esto encontró eco en la generación de los 70, es decir en grupos como El maracuchismo-leninismo, 40º a la sombra, Trópico Uno, La pandilla Lautréamont, y en poetas como Gustavo Pereira, José Barroeta, Miyó Vestrini, Blas Perozo Naveda, Lydda Franco Farías, Álvaro Montero, Eleazar León, Gabriel Jiménez Emán, entre otros, hasta que se fue apagando la rebelión, por un lado porque fue efectiva la mal llamada pacificación de Caldera y por otro porque los poetas volvieron a las universidades, donde encontraron refugio y la vida académica apaciguó la voluntad crítica que los había animado en su juventud. El que diga que esto es mentira que arroje la primera piedra. Eso sí, llegados aquí nos topamos con una verdad imposible de ocultar. En medio del apaciguamiento impuesto calculadamente desde el poder, se hizo propicio el que destacaran voces cuyo aspecto vanguardista va a estar más reflejado en la alta exigencia constructiva que en su puntería política o denunciante, acercando la poesía venezolana a la universalidad partiendo desde la aldea, esto es, las poéticas de, primero y con antelación, Ramón Palomares, y luego Eugenio Montejo y Rafael José Álvarez. Esto vino a revelarnos que la vanguardia no sólo se levanta desde sus asideros políticos o demandantes, sino que se hace presente cuando es capaz de provocar una revolución estética y hacer posible el reconocimiento de un rostro geográfico y espiritual que permanecía oculto o soslayado.


A decir de José Ignacio Cabrujas, dramaturgo que supo desnudar el alma del país, más tarde caímos en "el país del disimulo", y ese fue el que encontraron los poetas que comenzaron a publicar entre los años 80 y 90. Los poetas de los 90 bien pudieron heredar el legado cuestionador de los 60 y 70, si antes la generación de los 80 no fuera hecho lo posible para alejarse de ello y asumir el viejo lenguaje conversacional intentándolo pasar como nuevo, como si no hubiese estado presente ya entre nosotros la huella de la generación beat que alimentó a Valera Mora, el minimalismo que marcó un libro como Serpiente brevede Guillermo Sucre, o la de los poetas objetivistas norteamericanos presentes en la propuesta de Alejandro Oliveros.


Los poetas de los 80, o bien para no generalizar, los agrupados en Tráfico y Guaire, y siendo sincero, sólo parte de estos, alegaban que había que apartarse de la estridencia y sumirse en territorios más planos, cotidianos, vivenciales, interpreto. William Osuna cumplió con esto mediante su poética callejera, pero a la vez hizo leer y saber hacia dónde estaban dirigidos sus petardos: a denunciar la opulencia citadina en contraposición con la miseria que la bordea: la vida de los marginados en los cerros. No podría cerrar este fragmento si no digo que también por esos años se impuso una brevedad impostada de la poesía japonesa, que no pasó de la imitación pero que hizo estragos y fue asumida por algunos poetas como una forma novedosa de hacer poesía. La diferencia la marcó Reynaldo Pérez Só, cuya brevedad obedecía y sigue obedeciendo a otros parámetros, más íntimos que literarios, más a una forma de ver y sentir la naturaleza que a una obediencia estética. Ahora bien, me pregunto, ¿estaban obligados estos poetas a dinamitar un poder político y económico que se caía por sí solo? En poesía nadie está obligado a nada, se asume o no se asume, se sube uno a su torre y se vuelve lo más parecido a un frío yeso o baja a mezclarse con la parte más demandante de la vida; la lucha por la sobrevivencia y la justicia.


El tango de Gardel dice que 20 años no es nada; pero si se pueden revisar para seguir adelante, ahora mismo, cuando otra generación poética asoma y otro es el país demandante, otra la situación política. La generación poética de los 90, en la cual me ubico, es la suma de una variedad estética y discursiva, de intentos fallidos unos y prometedores otros, y esto porque más que de logros definitivos se trata de obras que aún están en proceso, aunque ya es legible en qué y cómo se han gestado: el desencanto, la intimidad, el ámbito doméstico, la ironía, esto desde lo personal, y la intertextualidad y lo fragmentario, desde lo literario. Lo que no podemos dejar de lado es constatar si esta generación conserva algún eco de la vanguardia que la precedió o no. Respondo: "Sí y no". Respuesta dual, indefinida como su rostro expresivo. Sí porque en ella podemos rastrear un halo de inconformismo, una intensión más que manifiesta de construir su propio discurso. Y no, porque pareciera eludir todo intento de pronunciación política, de elevar su voz a un tono más cuestionador que autocompasivo.


Imagino que en esta sucesión de palabras que avanzan a su fin, sobra quién diga: "Bueno es que las mujeres poetas no han jugado un papel importante en la vanguardia para que sólo dos sean nombradas en este recorrido"". Voy y le respondo inmediatamente in situ: "Injusto, ¿no?>. Por ello lo he dejado como un fragmento aparte, como una puerta abierta a la discusión. Si bien es cierto que las mujeres poetas no han faltado a la cita grupal cuestionadora y política, más cierto aún es el que no han sido sus figuras más decisivas en cuanto a lo político, salvo Miyó Vestrini y Lydda Franco Farías, quienes se jugaron el todo por el todo en sus poéticas y en sus vidas y sus obras sobresalen por sobre la de algunos de sus compañeros de generación. Por valientes y certeras, más que por cualquier postura feminista.


Llegado aquí, al final de estas líneas, entiendo de que de entre el silencio atento o bien, crítico, como anhelamos, otro alguien o el mismo me diga: "la vanguardias pasan", y yo le responderé afablemente, sin ánimo de polémica: "Pero, su aliento queda". Nos estamos leyendo. Punto.


César Seco

*Otros comentarios (Varios autores) 


Ingrid Chicote: Es muy valiente el trabajo que nos compartes. Este que acabo de leer. Muchos pensamos lo mismo pero no nos atrevemos a decir lo que pensamos. Sin duda alguna la vanguardia nunca a fallecido. Las dinámicas políticas, como bien lo dices han ido mutando y ahora nos encontramos con la incertidumbre que es un más allá de la teoría científica.. Estamos en una reorganización.. Quizás somos víctimas de la entropía y de los espejismos. ¿Cómo se asume una posición política? Siendo leal a la dialéctica... Cada quien elige el mejor lado de estar. No soy zurda pero como quisiera para ser completamente de izquierda. ¿Cómo estamos dentro del discurso de lo que hacemos? Es algo mas íntimo porque es la búsqueda de la voz dentro de este siglo que, como tu bien has definido, se agrupó para sobrevivir desde la poesía pero también para acomodarse dentro de ella. La poesía entonces no era sólo creación: era lucha, sobrevivencia y sobre todo PRESENCIA.. Una PRESENCIA que hizo invisibles a muchos de los poetas de nuestra generación. Soy de los ochenta... Este texto que nos compartes, que no es nada inocente, es absolutamente sincero. Por eso te doy las gracias... No como una palmadita en la espalda.


Ingrid Chicote: Ah! Y me faltó decirte que te agradezco mucho la cronología porque no leo en orden. El azar me ha llevado a leer mucho pero jamás me dejé atrapar por la universidad... Un día de estos escribo sobre la fábrica de formas, posturas, encuentros, aciertos y desaciertos que las universidades promueven y dejan de lado a los marginales y locos como es mi caso


María Eugenia Bravo Urdaneta: Inteligente, agudo y ameno recuento...Pero también faltó la infaltable MARIA CALCAÑO....la más vanguardista de todas...y de quien últimamente afirmo que en ella el cuerpo fue gesto político....Las otras escritoras, narradoras en su mayoría fueron rescatadas por MARIANA LIBERTAD...LAS POST-GOMECISTAS: GRACIELA RINCON CALCAÑO...también poeta y zuliana; ADA GUEVARA;CARMEN CLEMENTE TRAVIESO...integrantes de la AGRUPACIÓN CULTURAL FEMENINA...habría que revisar: Apunten hermeneutas de la vanguardia....Un cálido abrazo, César. Gracias


Ingrid Chicote: No hay sectores. Hay personas.

José Gregorio Vílchez Morán: César subrayo tu afirmación: "la vanguardia no sólo se levanta desde sus asideros políticos o demandantes...", la cual comparto en toda su extensión; y también estoy de acuerdo con lo expresado recientemente en una entrevista por Luís Moreno Villamediana: "Todos somos herederos de la vanguardias". Gracias por tu interesante e iluminadora reflexión


Laurencio Zambrano: Gracias, Cesar, por poner uñas diestras y sabias para que cada quien se rasque donde urtica. Creo que Nietche, dijo alguna vez, que un filósofo de Estado era alguien a quien el Estado ya consideraba incapaz de hurgar en los vericuetos de la verdad. Esto es válido también, para poetas y escritores “de estado”. Entre irreductibles, fusilados, indolentes, domesticados, irredentos, olvidados e insobornables se han movido los destinos intimo-políticos de la poesía. Ludovico no enseñó el poder subversivo y revolucionario de la belleza (belleza y revolución). De manera que, en cualquier remezón estético producido por individualidades o vanguardias (literarias o políticas), existirá siempre un poeta que milita en la revolución y en la poesía. A mí me basta que milite honradamente en poesía, lo político es consecuencia de poner la estética poética, como servicio y derecho humano fundamental, al servicio de la redención humana: LA MÁS ALTA POETICA CONOCIDA.


Nota: CÉSAR SECO: En Afinidades Electivas Venezuela leemos sobre César Seco: “Poeta, ensayista y editor, Coro, 1959. Fundador de la Casa de la Poesía "Rafael José Álvarez" y de la Bienal Internacional de Literatura "Elías David Curiel". Director de la Revista OIKOS (Premio Nacional del Libro, 2005). Uno de los principales poetas de la generación que comenzó a publicar durante los años 90. Integró la redacción de la Revista Poesía y fue colaborador del suplemento literario Verbigracia, de El Universal. Ha sido galardonado dos veces con el Premio Municipal de Literatura de la Alcaldía de Miranda del Estado Falcón (1993 y 2000). Con el libro El viaje de los Argonautas y otros poemas obtuvo el Premio de Poesía Bienal de Literatura «Ramón Palomares» (Trujillo, 2005). Ha publicado los libros: El laurel y la piedra, 1991; Árbol sorprendido, 1995; Oscuro ilumina, 1999, Mantis, 2004, El Viaje de los Argonautas y otros poemas (2006), Lámpara y Silencio (Antología poética, Monte Ávila Editores, 2007), y Transpoética (Ensayos, 2009)…”