Joven llanera en el archivo de Edwin Avella
ÁRBOLES MISTERIOSOS
(Mercedes Franco)
Hay en Venezuela árboles en cuyas ramas se
enredan extraños misterios. Baste que junto a ellos haya ocurrido algún suceso
memorable, para que hayan entrado en la leyenda. A veces marcan el sitio donde
está enterrado un tesoro o alguien puso fin a su vida colgándose de alguna de
sus ramas. A veces algún espíritu impuro mora en su follaje y su sombra
proyecta maléficas figuras.
ARREOS ESPECTRALES (Mercedes Franco)
En los Llanos se habla de arreos de mulas o
burros fantasmales. Generalmente están envueltos en un extraño fulgor y su olor
es fuerte y característico. El origen de estás apariciones, según la tradición,
tiene que ver con el oro que los hacendados enterraban durante la Colonia, a
falta de bancos o lugares seguros donde esconderlo. Lo conducían en recuas de
mulas o burros y lo llevaban a sitios recónditos o apartados. Pero junto con el
tesoro enterraban algún esclavo decapitado, para que su espíritu custodiara el tesoro. Por eso a
veces se ven arreos espectrales conducidos por un hombre sin cabeza. Otros
arreos son simplemente apariciones malignas
que se presentan ante las personas con el fin de ahuyentarlos de algún
lugar que el ente espectral considera suyo.
Arreo de la sabana. De esta aparición maligna
hablan aún en Maturín. Cuentan que Papá Juan Ruiz, un ganadero de recio
carácter, iba cruzando la noche sabanera, con su propia recua de mulas y sus
peones de confianza, cuando vieron venir a lo lejos un arreo. Se dieron cuenta
de que era de burros, por los fuertes rebuznos. Pero aquellos rebuznos parecían
carcajadas. Arreció una fuerte ventolera, como amenazando aguacero y todos
sintieron escalofríos. Una súbita pestilencia revolvía las tripas y se sentía
un frío agudo y repentino. La noche pareció detenerse, la luna se escondió tras
gruesas nubes, no se veían las estrellas.
Cuando estuvieron cerca vieron que el primero
de la comitiva, el hombre que conducía el arreo, no tenía cabeza. Tampoco la
tenía ninguno de los otros jinetes, ni siquiera los burros del arreo, que eran
más de una docena y seguían rebuznando y riéndose.
Uno de aquellos descabezados, un hombre
oscuro brincó a la grupa del caballo de Papá Juan cuando éste enfurecido
disparaba al aire. El caballo echó a correr monte adentro, como arrebatado por
el mismo Lucifer, mientras seguían estallando alrededor los rebuznos o
carcajadas de aquellos burros infernales.
El que se topa con el “arreo de la sabana”
tiene que invocar a la Santísima Trinidad, esa es la contra. Y no se le puede
maldecir, ni dispárele, porque el espanto “se le pega a la pata”, como le paso
a Papá Juan. Y dicen que no suelta a su víctima hasta que se la lleva.
CUANDO PROHIBIERON EL JOROPO
(Oscar Yánez)
Pocas personas saben que el joropo fue
prohibido en una época porque era factor de perturbación. la Real Audiencia
decidió en tiempos ya remotos prohibir “el Bayle del joropo escobillado”
advirtiendo que los que se atrevieren a trasgredir esta Ordenanza “sufrirán la
pena de vergüenza pública, item más, dos años de presidio; las mujeres serán
recogidas en hospitales por igual tiempo; y los simples espectadores dos meses
de cárcel segura, penas que podrán ser agravadas al arbitrio de los jueces,
según las circunstancias que concurran en los sujetos. Por consiguiente y para
que nadie alegue ignorancia, hago que esta ordenanza se publique y se le dé
curso por bandos y pregones en esta capital y en otras poblaciones en la forma
acostumbrada y se expida copia a quien competa cuidar de su observancia. Dado
en esta ciudad de Santiago de León de Caracas a 10 de abril de 1749. Luis
Francisco de Castellanos, Por Mandato de Su Excelencia Joseph de Ascanio”.
Consultaron a España y mandaron en uno de los
galeanos que salían cargados de oro a dos negritos, hábiles en el escobilleo
del joropo, el tambor, el Juan Bimba, el Cambao, el Rúcano...
Los dos joroperos impresionaron en la corte
española y por Real Cédula de Su Majestad fechada en el real sitio de Aranjuez,
se ordena al capitán general no lo prohíba, por cuanto “está lleno de inocencia
campesina, así como el Jarabe Gatuno y el bullicuzcuz de La Veracruz, que
también han venido en consulta de nuestros reinos de Méjico, y con los cuales
tiene mucha semejanza”.
La prohibición del joropo fue factor de
perturbación en Venezuela. Los esclavos y los peones se iban al monte; hubo
verdaderas huelgas de joroperos y eso causó daños serios en plantaciones y
haciendas. Y muchos se preguntarán de dónde viene la palabra joropo y otros
querrán saber qué fue de la vida de aquellos pobres joroperos que estuvieron
ante los reyes de España, derrochando sus habilidades: Nadie lo sabe.
Y hablando del joropo, es bueno recordar que
la primera vez que este baile viajó a París, con arpa, maracas y cantadores
criollos, fue con el famoso Mamerto García, bien llamado el Rey del Joropo, por
allá por los años veinte. Mamerto se cubrió de gloria en Francia y más de un
francés se dedicó con empeño a joropear. Así son las cosas.
LA LEYENDA DEL CRISTO DEL BUEN VIAJE
(Jesús
Manuel Subero)
Relata la leyenda que desde España partió un
barco llevando a su bordo imágenes,
vasos y ornamentos sagrados. Entre aquellas se contaba un Cristo destinado a
uno de los templos de Santo Domingo.
La navegación había sido plácida. El viaje
podría clasificarse de un buen viaje, sin ataques de piratas ni inconvenientes
con temporales que pusieran a la nave en peligro de zozobrar. Pero la placidez
del viaje se rompe cuando pasando el barco frente a la isla de Margarita un
recio temporal la azota.
Las
velas se desgarran. El pánico se apodera de marineros y pasajeros. La costa
está cercana y a ella enrumba la nave. Cuando han echado el ancla, como por
hechizo, el viento deja de soplar violentamente y el mar, antes encrespado, se
presenta sereno. Se reparan las averías. Se prestan a continuar el viaje
interrumpido; pero he aquí que el viento vuelve a adquirir la magnitud de un
recio temporal y las olas se elevan en forma desmesurada poniendo la nave en
peligro riego de zozobra. Se decide volver a echar anclas y de inmediato viento
y mar cesan su violencia. Cada intento que se hacía de continuar viaje era
respondido por los elementos encolerizados.
Ante el hecho de no encontrar la explicación
a lo que ahora les sucedía después de un viaje feliz y placentero, pensaron que
podría a ver algún poder sobrenatural que lo guiaba. Recordaron que en las
bodegas del barco iban imágenes sagradas y supusieron que algunas de ellas
quería quedarse en este puerto. Así resolvieron desembarcar la imagen del
Santísimo Cristo (en Pampatar), después de lo cual pudieron continuar su viaje
sin inconveniente alguno. Desde la aún imprecisa fecha de la época colonial, es
motivo de respetuosa ferviente adoración por los fíeles quienes les rinden el
tributo de su fe.
JUAN SECO (Enrique Mujica)
Juan seco llegó a la montañita, un bar
pendenciero de los arrabales. El brujo, que le guardaba un rencor viejo, lo vio
con avidez y con encono cuando entró. Transcurriría una hora en la penumbra de
aquel cobertizo para que el brujo ya estuviera desafiándolo. La costumbre
atávica de pelear a campo abierto y algún respeto por la integridad del
mobiliario, conminaron al brujo a cazar la pelea en la calle.
El brujo se salió él solo y desde afuera le
grito al otro: “Sal, pues, sal pa fuera, sal “, a lo que Juan seco, menos
belicoso y más borracho, le dijo: “Gúa, chúpame, ¿tú no eres brujo? “.
NECROFILIA (Orlando González Moreno)
Yesenia visitaba todos los mediodías el
cementerio para almorzar sobre la tumba de su hijo. Para hacerlo, extendía un
mantel de fino bordado sobre la lapida, y sobre el mantel colocaba una lujosa
vajilla, unos cubiertos de plata, la sopa, un segundo plato y el postre. El
centro lo adornaba con un candelabro de velas rojas. Luego le cantaba a su hijo
y almorzaba como si este no hubiera muerto.
El día de su cumpleaños le partía una torta
sobre su tumba, después de cantarle su fecha aniversario, apagarle las velas y
beber unas copas de vino. Solamente dejaba de ir al cementerio los días de
lluvia. Entonces exclamaba: ¡El pobre debe estar mojadito!
Yesenia dejo de visitar a su hijo cuando un
mediodía este le grito desde el ataúd: “Mama déjame tranquilo, que yo quiero
vivir en paz mi propia muerte”.
FIDELIDAD (Gabriel Jiménez Emán)
Aquel
hombre se enamoró de una sola mujer, y le fue fiel durante toda su vida. La
mujer estuvo a punto de aceptarlo en matrimonio, pero se arrepintió al caer en
cuenta de que ella no podía serle fiel a un hombre tan fiel, que en cualquier
momento, en un ataque de celos, podía quitarle la vida o quitarse la vida.
SIN MIRAR A QUIEN (Armando José Sequera)
Hay millones de maneras de hacer el bien,
incluso sin uno proponérselo. Te pondría poner el ejemplo más común, el de
alguien que va por la calle y, cuando va a cruzar una avenida, ve a un anciano
y lo ayudas a pasar. Ese alguien no venía pensando en hacer el bien pero,
apenas se le presentó la oportunidad, no dudó y lo hizo. El ejemplo que te voy
a poner es algo que me pasó a mí no hace mucho. Yo estaba en el supermercado,
con la lista de Sonia me había preparado y, cuando llegué a la caja, se me
acercó un señor mayor y me dijo que él me había estado observando y había vito
que las cosas que yo compraba eran más o menos las mismas que se consumía en su
casa. Que su mujer le había hecho una lista como la mía y que la lista se le
había perdido. Después de decirme todo eso, me pidió que se la regalara y,
apenas se la di, me dio las gracias me pido disculpas por marcharse
rápidamente, y se fue con su carrito a hacer su compra.
HOMENAJE
A ALFREDO ARMAS ALFONZO
(Algunos Cuentos)
80
Mosquito era albino, pero no
por eso, porque le enceguecía la luz, desaprovechaba la oportunidad a que era
tan aficionado y por lo que todo el mundo, menos su madre que andaba de
ordinario con su ojo abierto y el otro cerrado, le despreciaba.
Mosquito se ponía a cazar
cuando las mujeres se desvestían en el paso del río para después ponerse a
hablar de que La Topotopo es peor que una mata de lechosa, que a La Chola le
secaron los pechos tanto muchacho como o que a La Tigana apenas si le está
naciendo el vello. Mosquito es como transparente,
incipiente y deleznable y será por eso, por sus dos debilidades, que se la pasa
inventando lo que vio y no vio, porque no es verdad lo de La Topotopo: una mata
de lechosa carga mucho más y la descargan y vuelve a cargar. Ni es verdad lo de
La Tigana, porque La Tigana siempre tiene como un quiache entre sus piernas y
esto no es ninguna novedad.
Por andar siempre sorprendiendo
la vida ajena fue que a Mosquito le sacaron el ojo y ahora está igualito a su
mamá, con un ojo abierto y siempre resistiendo a la luz y otro apagado.
81
Mosquito espera que el río baje
y se pone a hacer mujeres de barro, tal como se las imagina, con unas caderas
como las de las mulas y los pechos como unas guayabas maduras como las que a
veces trae Portillo, que son como unas peras, de suculenta pulpa roja muy
dulces. También les pone nariz, ojos, boca y pelo y encima les adorna con gajos
de uverillo, que es entonces cuando hay cosecha de uverillo.
Con barro, agua del río y su
imaginación, Mosquito se fabrica estas muñecas escurridizas que Mosquito no
deja de secar y por supuesto no resisten el peso de su cuerpo.
Mosquito lleva su osadía hasta
los extremos de calumniar a La Yilé. Según él, su maestra fue La Yilé; no
ningún Niquillo, ni ningún Jiménez, ni ningún maestro Barreto, no oh.
82
Roncho me cargaba en sus
hombros a buscar uverillo por los barrancos del río, cuando el río bajaba y
entonces maduraban los gajos de uverillo.
Roncho cuanto posee es su
simpleza y su inocencia. No trabaja porque tiene la propiedad de la sombra de
todos los pasos de la orilla del río y de toda cuanta fruta producen estos
montes.
Roncho no quisiera que uno
recordara la vez que lo pusieron en el caso de irse a Caracas a buscar qué
hacer. Eso fue el 37 y estaban saqueando las casas de los gomecistas. Nadie
sabe cómo Roncho se vio metido en un tumulto y así llegó hasta la que fuera
residencia de Eustoquio Gómez, pero ya la gente había cargado con todo y Roncho
sólo halló un pesado aparato que tenía forma de recipiente arriba, un brillante
y solemne objeto adornado además llaves niqueladas que le costó Dios y su ayuda
desprender. Con ese botín bien embalado Roncho huyó de Caracas.
Emplazado como retorta de un
increíble laboratorio el artefacto desconocido en plena salita de sus casa con
piso de tierra, Roncho presumía de la omnipotencia de aquel misterio que no
hubo a quien no sorprendiera. No quedó nadie sin entregarle a Roncho su parte
de asombro y estupefacción, de miedo y azoro. Roncho conocía la fama.
El agente de laboratorios
Behrens fue quien devolvió Roncho a la realidad de su orilla de Río soledosa.
El agente identificó en el espectacular invento al bidé, pero aun así la gente
no comprendía y hubo entonces que explicar el uso, y Roncho desde entonces
conoció la humillación. Después fue que recuperó su humildad y con ella como si
fuera dinero en el bolsillo, ha estado viviendo hasta ahora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario