Imagen en el archivo de Anita Mendoza
AGUACERO (ÑONGUÉ) Mercedes Franco
Planta venenosa, cuya acción letal es tan
rápida o más que la del cianuro. Se cree que es la preferida de los escasos
suicidas campesinos. Muchas personas perversas la usan en bebedizos cuando realizan “daños” o “brujerías”
para envenenar a otros, por eso la llaman también “la hoja del diablo”.
AGÜITA DE DIOS (Mercedes Franco)
A fines del siglo dieciocho
un fraile caminaba desde Valencia hasta Bejuma. Se extravió en el camino, y
casi muerto de sed, imploró a Dios su misericordia. En ese momento vio bajar de
la montaña un manantial de agua purísima y fresca. Sació su sed y bendijo el
lugar, diciendo: “Agüita de Dios, así como remediaste hoy mi necesidad, remedia
los males de quienes te beban”.
Hoy en día el lugar vive lleno de creyentes
que buscan en esas mágicas aguas la curación y la felicidad.
AITONES (HAITONES) Mercedes Franco
Inmensos agujeros, formados por la acción del
tiempo en la llamada Sierra de Coro. Se dice que un buscador de urupaguas,
fruta del lugar, cayó en un aitón de varios metros de profundidad y tropezó con
algo de metal. Sus compañeros lo sacaron y aquel “urupagüero” se trajo consigo
el objeto que había hallado dentro del aitón: era una armadura española del
siglo dieciséis.
Los coy-coyes o guácharos moran en estos
agujeros, pero la gente del lugar cree que los aitones son justamente la morada
de los ceretones, los pícaros duendes de la Sierra.
AJO (Mercedes
Franco)
Entre las muchas bondades del ajo, como lo
son el condimentar exquisitamente la comida, bajar la presión arterial y poseer
propiedades antibióticas, están sus virtudes mágicas. En la antigüedad se
atribuía a esta planta, por su fuerte olor, el poder de alejar al demonio y a
los vampiros. Se usaban ristras de ajo
como collares, para las jóvenes en peligro de ser atacadas por vampiros
o íncubos.
LA MACAUREL
(José Gumilla)
Más traidora es la culebra llamada macaurel;
ésta no sólo acomete al caminante sin darle seña, sino también con increíble
audacia; si pasa a pie, tira a fijarle su diente venenoso en la misma cara, ni
queda satisfecha con el primer asalto, sigue con porfía, y cuando más se
defiende el pasajero, con tanta mayor ira multiplica sus asaltos; ni pierde sus
bríos aunque a su furia se interponga algún jinete. El capitán don Domingo
Zorrilla y Salazar, cabo principal de la escolta que la Majestad del Rey y
nuestro señor concede a nuestros misioneros, natural de Rioja y hombre de
notorio brío, ejercitado en continuos ataques con indios rebeldes y enemigos
del nombre cristiano, yendo a rechazar una partida de guajivas que amenazaban a
la nueva colonia de San Ignacio de Chicanoa, marchando casi a media rienda,
como lo pedía la urgencia, se vio asaltado de improvisto de una culebra
macaurel, con tal ímpetu que el primer golpe lo recibió en la capellada de la
bota; al mismo tiempo dio un salto el caballo y un bufido ( que hasta las
bestias se temen unas a otras); sacó su alfanje el capitán, olvidando el riesgo
ajeno, puso todo su cuidado en el suyo: largo rato persistió la macaurel en sus
asaltos y el capitán en tirarle tajos; pero eran al aire por la suma velocidad
de la culebra, hasta que, fatigada ésta, se enroscó en el suelo para dar más
violento el salto, como lo acostumbran; entonces, logrando el capitán el
intermedio, le descerrajó un trabuco, dividiendo al enemigo en tantos trozos
cuantas eran las rocas con que daba calor a su cabeza, que tenía en el centro
de ellas. Un cuarto de hora pasó desde esta batalla hasta que me lo refirió
dicho capitán y todavía no le habían vuelto sus colores naturales al rostro.
Tal y tanta es la saña de estas culebras.
LOS ARQUETIPOS VAN DESPACIO
(Eduardo Mariño)
Beatriz con el cabello peinado a lo Vanessa
Carlton camina de su mano sin ver atrás y el sol se demora en detallar ese
rostro iluminado y de diosa que parece sereno en su voz y a la certidumbre de
aspereza de esta ciudad.
Eduardo agita en su otra mano la libreta y
siente en ella el prodigio de la palabra recién venida que imagina aletargada
en éste, en el siguiente paso de Beatriz, quien consciente de todo ello,
tararea lento una definición de amor que no parece.
Vibran como pequeños arquetipos de lo que son
en realidad: Poses y figuras estáticas, detenidas en su intimidad, poseyéndose
extraños: Entidades ajenas que se intentan a si mismas, como el clochard en la
escalera de Laia o el dios misterioso que según Arnoldo, hace más brillantes
mis vasos de cerveza.
LA SIRENA (Francisco López de Gomara)
Lo que se ve en la sirena es hermoso: lo que
se oye apacible; lo que encubre la intención, nocivo, y lo que está debajo del
agua, monstruoso.
LA SIRENA (Diego de Saavedra y Fajardo)
La sirena es una criatura que tenia de mujer
lo menos útil y de pez lo menos aprovechable. En vista de lo cual, no hubo otra
alternativa que dejársela a los poetas, las únicas personas capaces de sacarle
algún partido a un ser que no ofrecía ninguna perspectiva ni como esposa
amantísima ni como complemento del almuerzo.
MAITA (Enrique Mujica)
Maita había trabajado como treinta años en
las petroleras como portero. Cuando lo jubilaron, por allá en el transcurrir de
los años cuarenta o cincuenta, él no sabía que a uno le pagaban un dinero por
el tiempo de servicio. Entonces tuvieron que decirle que pasara por la oficina,
que le iban a entregar sus prestaciones. Nunca había visto Maita más de cien o
doscientos bolívares juntos. El todavía no lo creía. Cuando se acercó a la
taquilla, el cajero empezó a contarle billete por billete, de a diez, de a
veinte, uno, dos, tres, cuatro, cinco…, veinte, treinta, cuarenta… Maita veía
cómo crecía la pila de billetes y cómo el cajero seguía contando sin parar
cien, ciento uno… ciento dos… Maita llegó a creer que estaba soñando, entonces
ya con un nudo en la garganta, alarmado y temblando, con las manos como si
quisiera atajar algo, le dijo al cajero, en un solo susto: “¡Ta bueno, ta
bueno!”.
El TAMAÑO DEL DUENDE
(Luis Arturo Dominguez)
El duende es sumamente pequeño de estatura y
peludo, yendo de escasos milímetros hasta setenta y cinco centímetros. Con
respecto al tamaño del duende, el señor Venedito Rivas, natural de la isla de
Margarita, Estado Nueva Esparta, Venezuela, en 1956, en la ciudad de La
Asunción, nos contó el siguiente pasaje:
“Estando yo en mis tareas cotidianas de
agricultor y propietario del conuco El Rincón, pude observar que un ser
sumamente pequeño de estatura me movía la escardilla cada vez que yo abandonaba
dicho instrumento, pero al tomar de nuevo la azada el duendecillo desaparecía a
todo correr y desde cierta distancia me arrojaba piedrecitas, terrones, puños
de tierra y se reía a grandes carcajadas de mi torpeza, como burlándose de mi
persona”.
En “El Universal” del 27 de junio de 1950,
Armando R. Díaz publica bajo el título de “Cuando vea el duende esconda bien
los pulgares”, un interesante trabajo, en donde narra algunas costumbres
anímicas y sociales de Honduras Británicas; habla sobre la estatura del duende,
del modo que sigue:
“Cada vez que se reúne un grupo de personas
en Honduras Británicas, se habla de animas y espíritus malignos, porque algunos
habitantes de ese país, son gentes por demás supersticiosas; son capaces de
pasar horas contando cosas sobrenaturales. No les faltan los protagonistas para
sus cuentos, desde los personajes muy conocidos como el Duende sin dedos
pulgares y la Llorona que atrae a los hombres hacia su perdición, hasta
personajes relativamente nuevos como el Hombre Grasiento, siempre listo para
saltar sobre los que entran a una casa vacía y el Hombre con cuatro pies que
ataca a los colegiales”. Y continúa: “Cuando se reúnen amigos en Honduras
Británicas para conversar y tomar una
copita, no es raro que la conversación trate de ánimas, espíritus y diablos,
porque el pueblo es sumamente supersticioso y hay muchas personas capaces de
pasar horas oyendo cuentos sobre acontecimientos sobrenaturales. En la mayoría
de esos relatos de habla del Duende, un robusto enano que vive en los bosques”.
Y sigue: “Según los que los han “visto”, el Duende mide 75 centímetros de
altura y lleva al cinto un machete afilado como una navaja. Su traje de colores
vistosos es complementado por un sombrero mexicano con ala tan ancha como él es
de alto. Nadie le ha visto la cara, porque parece que es el ser más feo que
existe en el mundo. Sus manos bronceadas y vigorosas no tienen dedos pulgares
desde que fue maldecido en su juventud, probablemente hace muchos siglos.”
Y con respecto a este defecto físico del
duende, Armando R. Días, narra lo siguiente: “Se cuenta que en cierta época el Duende era
una persona normal. Vivía en una aldea Maya y había pedido la manos de la
hermosísima hija del gran sacerdote, pero esté último consideró que lo había
insultado al pretender casarse con su hija. Por eso le echo una maldición
obligándolo a vagar siempre en los bosques de Honduras; también le cortó los
dedos pulgares en señal de ignominia”. Y prosigue: “Pero la hija del gran
sacerdote que estaba enamorada del enano consiguió que le diese una
compensación: la facultar de colmar los deseos de toda persona que, como él,
tuviese los dedos pulgares emputados”. Y continúa: “El Tata Duende odia a todos
los seres humanos que tienen todos los dedos en su lugar, por eso tiene un
enorme machete para cortar los dedos pulgares de toda persona que encuentre en
el bosque. Los cortadores de caoba y los chicleros están preparados para la
eventualidad de encontrar al Duende mientras buscan árboles de caoba y sapodilla
en el bosque. Los ancianos les han enseñado que si divisan al Duende deben
esconder los dedos pulgares en las palmas de las manos y extenderlas así para
devolverle el saludo. Como las personas a quienes faltan los dedos pulgares son
tan raras, el Duende está dispuesto a colmar los deseos de todo que parezca
tenerlos amputados. Cuando su madre los manda a hacer algún mandato, los
pequeños campesinos esconden los pulgares mientras se encuentran fuera de la
casa”.
HOMENAJE A ALFREDO ARMAS ALFONZO
(Algunos Cuentos)
10 X 14
La culebra -
la coral de concha como de vidrio de botella enterrada, la cascabel de cabeza
como lenta agua sucia, inasible como el sapo de albañal, la macagua que cuando
no se adormita es porque ya destiló sus venenos - lo hirió en la región de su
piel que el hombre utiliza para resguardar sus mandatos de persistencia humana.
La necesidad lo hizo ampararse en el malvial, pero la memoria descuidó los
peligros. A nadie reveló el suceso de su laceración, ni a Anicasia la que tuvo
a La Tordita ni La Tordita la hija de la Anicasia en la que él ya se había
fijado, y prefirió optar a la muerte, comido por los atroces zumos del animal
maldeojoso, antes que la deshonra.
1 X 7
Se pegó las
plumas con engrudo hecho de almidón y voló hasta la ventana, pero ya la ventana
a la que pretendió volar y todas las demás de la casa estaban ocupadas por las
palomas, que se arrullaban o medio se adormilaban con la cabeza metida bajo su
axila.
El engrudo
se le fue secando y se le convirtió en una costra dura y tensa que hacía
repelente lo que fuera delicia reconocida de los hombres.
El arrullo
de las palomas ni siquiera cesó cuando empezó la lluvia y uno y otro escándalo
la mortificaron, además. Y por último, las plumas se adhirieron una con otra y
todavía a las seis de la tarde no podía poner en orden sus ideas. Ser ángel no
es tan fácil como se imagina la gente.
4 X 1
¿Dónde
obtuvo el ángel aquel chal que simulaba la melena de un animal africano?, no lo
sabe ni el mismo Dios. Parecía de pluma muerta, de barba de maíz ya seca, de
raíz de palo que ya no se nutre de nada opaca además, sin brillo ninguno, sin
ningún parecido con algo que no fuera repugnante y desacostumbrado.
Nunca se le
vio puesto, pero en cambio cuando acudía a encontrarse con un amante en un
sitio próximo a Puntaeguanape (y las mujeres de por ahí se daban cuenta por sus
estallidos de satisfacción de que el ángel no se privaba) se ceñía el bendito
chal entre las piernas y la mano del hombre lo primero que descubría tenía toda
la apariencia de un secreto de pronto revelado. Este ángel desapareció entre la
soledad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario