Joven de Cojedes en el archivo de Bleidi Guite
CADENAS (Mercedes Franco)
Las cadenas son una curiosa costumbre, más
bien reciente, que pareciera venir de países vecinos. Consiste en enviar cartas
a diferentes personas, con amenazas y
promesas, para que mande a su vez otras tantas. Y así se forma la
supuesta ”cadena”. Quienes se dedican a esta ociosa práctica suponen que
la persona que la escribió por primera
vez multiplica su energía, ”robándola” de los otros que por temor escriben lo
que se les pide. Entre la comunidad de usuarios de internet para práctica ha
adquirido un carácter diferente, pues se usa tanto para el entretenimiento
tanto como para hacer circular mensajes de interés político o social.
CADENAS QUE SE ARRASTRAN
(Mercedes Franco)
Muchos testimonios de apariciones fantasmales
incluyen el sonido o la visión de cadenas que se arrastran. Pareciera que la
cadena simboliza el espíritu preso entre dos mundos, que aún no logra
trascender un piano espiritual superior.
CALDO DE BRUJAS
(Mercedes Franco)
Las brujas, según la tradición, preparaban en
un gran caldero sus brebajes para convertirse en animales o poder volar.
Transcribimos a continuación la más famosa receta del caldo de brujas,
encontrando en un viejo manuscrito del siglo doce: “Montar a la lumbre fuerte
un caldero de buen tamaño, agregar dos litros de agua y dos de sangre de
culebra. A medida que comience a bullir arrojar de uno en uno, respetando el
orden una pata de sapo, una cola de alacrán , un ajo de ratón, un hueso de gato
negro, dos alas de murciélago, la pluma de un gallo negro, un diente de muerto,
tres uñas de ahorcado, un puñado de sal gruesa y dos de azúcar. Se debe dejar
consumir a buena llama, hasta que merme a la tercera parte. Se deja reposar
toda la noche y se puede usar al día siguiente”.
CAMBUR MORADO
(Mercedes Franco)
Hay en Venezuela un cambur cuya concha es de
un rojo oscuro. En Barlovento y otras regiones del país se cree que si se come
y luego se toma ron o cualquier bebida fuerte, puede causar la muerte.
EL CANDOMBLÉ
(Mercedes Franco)
Religión de origen africano, arraigada en
Brasil más o menos a partir del siglo diecisiete y dieciocho, con numerosos
ritos, de diferentes naciones negras. La palabra ‘condomblé’ es la forma brasilera de la voz que designa el culto. Venera a los
orichás, representaciones de fuerzas de la naturaleza elevadas a un plano
sobrenatural a través de una fuerza mágica. En Venezuela, quizás, han ingresado
cultos de este tipo y desde hace años se celebran aisladamente, al igual que la
santería, pero no han prosperado mucho, los cuales digno de un estudio más profundo.
PARA MAÑANA SE ANUNCIA UN GOLPE DE ESTADO
(Armando
José Sequera)
Antenoche llamaron por teléfono a la casa y
una voz me dijo: «Señora, yo soy amigo suyo y la estoy llamando para avisarle
que para mañana se anuncia un golpe de Estado. Por eso es bueno que se vaya
tempranito al supermercado y se aprovisione, porque no se sabe si estalla una
guerra civil» Ayer en la mañana, nos fuimos todos en la casa, a gastar lo poco
que teníamos en el supermercado que queda frente a nuestro edificio y, te digo,
no respetamos ni siquiera el dinero del alquiler. A eso del mediodía volvió a
llamar la misma voz apurándome para que fuera a comprar y, cuando le dije que
ya lo habíamos hecho, se despidió y no supimos más nada de él. Pero esta mañana
me enteré que quien llamó fue el hijo del portugués dueño del supermercado, ese
tarajallo de veintipico de años que se la pasa en la esquina bostezando y
mirando pasar la vida, con un cigarrillo entre los dedos.
DESTINO (Néstor Quiroz Moreno)
Con el móvil amarillo que conducía velozmente
por una calle en contravía arrolló de muerte a un sádico que había salido de la
cárcel por pena cumplida.
Cuando se percató del aparatoso accidente
metió la reserva y, con la misma velocidad, se detuvo ante los desorbitados
ojos de la piltrafa humana para preguntarle:
¿Ahora adónde irá?
¡A la morgue, señor!
¿Y más tarde?
No se preocupe, más tarde iré al infierno y
usted lo sabe. Respondió el cadáver -. Por tanto, necesito
que muy pronto su suerte sea la mía.
El chofer, que había pernoctado a la orilla
de la carretera, descolgó la hamaca de los ganchos de la carrocería después de
toda una noche en pesadillas, prendió el anticuado camión y, atribulado por los
recuerdos del monstruo que violó a su hija, arrancó velozmente como en los
viejos tiempos de taxista. Luego, en medio de un estrepito incontenible, rodo
con mortal impulso por un profundo despeñadero.
EL COBARDE
(Víctor Marichal)
Era muy de mañana. Me había parado temprano
con la intención de quedarme en casa para limpiar un poco y arreglar tantas
cosas que se hallaban fuera de lugar, pues Jacqueline se había ido a casa de su
madre hacía ya más de quince días, ya que ésta se lo pidió, porque estaba
enferma y requería cuidados.
Comencé recogiendo las cosas y colocando cada
una en su lugar; luego limpié un poco y decidí subir al ático para guardar unas
cajas, más cuando estuve allí me di cuenta de que aquello necesitaba aún más
arreglo que la casa. Empecé por quitar un tablón que servía de soporte a una
especie de ventana, para tener más claridad, pero al dejar descubierto ese
espacio pude ver a través de él un hombre arrastrando un cadáver. El hombre
pareció sentir mi mirada y volteó justo hacia donde me hallaba. Nuestras
miradas chocaron y sentí un gran escalofrío
y mucho miedo; él, al contrario, me sonrió.
Tomé de nuevo la tabla y tapé la ventana,
ahora la había puesto más seguro. Todo lo hice muy rápido, no lograba pensar.
Sin embargo, cubrí rápidamente el trecho que cubría desde el ático hasta la
puerta principal. Me aseguré de dejarla bien trancada, al igual que las
ventanas. Iba de un lado a otro sin saber qué hacer; llegaron entonces ciertas
interrogantes ¿Quién era aquel hombre? ¿Y de quién sería el cadáver? ¡Oh, no!
Él sabe que lo vi y querrá matarme también.
En eso tocaron la puerta. “¡Es él” —me dije—
Y corrí no sé a dónde. Me vi de pronto parado frente a la imagen de una virgen
que tenía mi mujer en cuarto y comencé a rezar todo lo que me sabía. El miedo
iba en aumento a medida que aumentaba los toques. También él aumentaba. “Quiere
matarme, lo sé, el error fue que lo vi y ahora él lo sabe y me quiere callar.
¡Oh no! Me horroricé aún más, pues pensé que también ella corría peligro.
Cesaron los toques y me dije: “Ya debe haberse ido al garaje”. El auto dejó de
sonar y no se escuchó más nada por unos minutos. Quería ir a ayudarla pero el
miedo me tenía sembrado y no me permitía moverme. De pronto escuché el sonido
de la cerradura. “La mató”, pensé. Cerré los ojos y me dejé caer de rodillas
como entregándome a la muerte. La puerta se abrió y también mis ojos tras las
palabras de Jacqueline:
—¿Qué pasa mi amor? —me dijo sonriendo— Mira,
me encontré a este señor, él es jardinero, fue contratado por la familia del
frente y tiene un espantapájaros fabuloso. Yo le estaba diciendo a ver si
coloca uno en nuestro jardín para evitar que sigan picando las plantas.
¡Un espantapájaros! —dije, y comencé a reír y
reír ante la asombrosa mirada de ellos.
TRES ORIFICIOS
(Ramón Lameda)
A lo lejos, reconozco a mi hermano. Viene
apartando ramas y bejucos. Le salgo al encuentro. Al pasar un gran jobo, nos
hallamos frente a frente. Gesticula haciendo un gran esfuerzo, pues ninguna voz
sale de su garganta. No logro entender lo que quiere decirme.
Entonces, se raja
la camisa en dos grandes tiras y se las introduce por la nariz. En su pecho se
ven tres orificios negros y profundos, como si le hubieran arrancado tres
huellas introduzco los dedos en los orificios y el retrato del asesino le
aparece sobre el pecho. Mi hermano se desploma.
Ojalá mi padre no
haya sacado el revólver de su escondite.
LOS CUSTODIOS DE LOS VEGETALES
(Luis Arturo
Dominguez)
Se tiene la convicción de que los duendes
custodian celosamente los vegetales, porque ellos son cooperadores de la vida
aquí en la tierra; no permiten que se dañen los árboles vivos y sí los árboles
muertos o secos; contribuyen con su cuidado de las plantas a que se den buenos
frutos en beneficio de los agricultores, quienes al sembrar la semilla y al
recoger la cosecha, tributan homenajes rituales a dichos espíritus. En el
primer caso, para que se dé buena la cosecha y en el segundo caso, por haberse
dado excelente la cosecha. Lo que decimos bien puede observarse en el rito de
las turas que se practica todos los años en mayo y en septiembre en muchas
poblaciones del sur del Estado Falcón y en la parte norte del Estado Lara.
PROTECTORES DE LOS ANIMALES SALVAJES
(Luis
Arturo Dominguez)
El duende es protector de los animales
salvajes, y permite darle caza durante todo el año excepto el viernes de cada
semana y con mayor énfasis el día Viernes Santo; el hombre que sale a cazar
animales salvajes el viernes, como está contrariando la prohibición, a lo largo
de la faena se encuentra con el denominado venado de piedra, el cual es
descrito como un ser encantado que, para perder a los perseguidores, se pone al
alcance de su escopeta. La bestia cada vez que recibe un impacto, levanta una
pata y se rasca la oreja. Sin darse por enterada, se retira lentamente a través
de estrechos vericuetos. El cazador que la siga, puede considerarse perdido. Se
agrega que tal cuadrúpedo está al servicio de entidades duendísticas o
infernales que se encargan de castigar al atrevido que haya intentado derramar
sangre, particularmente el día Viernes Santo. Pero si el cazador, se da cuenta
de que se ha topado con el venado de piedra encantado que trata de perderlo,
con el fin de librarse de tal hechizo, toma un plomo y con la punta de un puñal
le hace el signo de la cruz, dispara el plomo y mata al venado; entonces éste
se convierte en un venado de carne y hueso, el cual es beneficiado por el
cazador como algo corriente.
Con respecto a esta creencia, el laureado
novelista venezolano Agustín García, narra lo siguiente: “La espléndida imaginación de estas gentes ha
creado la leyenda del venado de piedra, que por más disparos que se le haga
jamás lo matan; hay veces que lo ven caer, como herido; pero cuando se
aproximan a ultimarle, el venado se levanta y escapa veloz, fantasmal”.
HOMENAJE
A ALFREDO ARMAS ALFONZO
(Algunos Cuentos)
43
Engracia Magna Pastora Toribia
Rafaela le pusieron a la hora de las aguas y no crecía, mamá lo atribuía a la
carga de tanto nombre.
57
Nada nos conmovió tanto a los
catorce años como la muerte de María, la niña pura del libro de Jorge Isaacs.
Ese tomito, encuadernado en cuero rojo, con cantos y tafiletes dorados, había
pertenecido a la biblioteca del abuelo Ricardo Alfonso, y lo hallé en uno de
sus baúles en la habitación frente al taque. Solamente esas paredes saben cómo
lloré durante el proceso de enfermedad, muerte y entierro de María.
Entonces cuando iba al
cementerio de arriba a visitar la tumba de Edda Eligia, la hermanita muerta, me
parecía ver la misma siniestra ave negra posada en el brazo de hierro de la
cruz. Al yo acercarme, el pajarraco levantaba el vuelo graznando lúgubremente.
Mi mayor felicidad entonces
hubiera consistido en que la tuberculosis acabara con la hija de Narciso
Blanco, pero los Banco eran tradicionalmente una familia de gente sana.
71
Un castaño melao cabos negros y
que era y cando no había luna en el cielo y el largo verano atizaba fuegos
fatuos y humaredas entraba al pueblo por La Cruz de El Zorro, ensillado, la
rienda suelta, el cadáver que no había logrado zafarse del estribo golpeando
con la cabeza las piedras de la calle, taca, taca, taca, taca, taca, taca hasta
que llegaba el arenal del bajo de Portillo y cogía el camino del cementerio
donde no había sino cruces blancas.
Seguro entonces que los zorros
con malderrabia rodeaban el pueblo y esperaran atacar a las personas que por la
fuerza tenían que salir de sus casas por alguna necesidad. Entre los palos del
corral de los cochinos, entre las matas de reseda o cardosanto acachaban
aquellos ojos tenebrosos, aquellas virulentas fauces. Hubo entonces quien optó
por hoyar sus excusados dentro de las casas.
Aullaba hasta que el sol los
encandilaba y los hacía huir hacia los mayales de Conopocón y Cuatro, que en
esos meses no dejaban de arder. Las mismas lagunas se secaban y se convertían
en un esterero de corronchos y guabinas muertas.
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