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domingo, 26 de abril de 2020

Leyendas llaneras (Vivencias y testimonios) 8. Ánimas y espíritus (Carmen Pérez Montero)


Con la mayor seriedad los llaneros asumen estos relatos. 
Igen en el archivo del poeta Mayor, Dr. Adelis León Guevara.  



EL ÁNIMA DE ÑO SILVESTRE
En mis andanzas por Guanarito, tras la huella de El Silbón, el poeta Wilmer Vizcaya me narró una historia que incluyo en este trabajo por consideraría bastante interesante para ilustrar la disponibilidad de la gente que habita nuestros llanos para crear y creer en aquellos casos que aun ignoramos si non producto de la imaginación o del mágico pincel de la llanura.
Wilmer aportó lo siguiente: El caserío Los Botalones, cerca de Sabana Seca, aquí mismo en Guanarito, dicen que vivió un señor llamado Silvestre, que tenía un rancho en mitad de la sabana. Este señor era tullido, es decir no podía caminar y una vez, manos criminales, prendieron fuego a la sabana y el rancho de Ño Silvestre, como todos vecinos le decían cariñosamente, se quemó con él adentro.
Este acontecimiento, como decía la gente de antes, causó mucha tristeza, pues toda la comunidad quería mucho a Ño Silvestre. Como ese señor fue un mártir y por la forma tan horrible como fue sacrificado, el comenzó a hacer milagros, pero la gente no le ofrecía velas, sino viajes de agua para regarle su sepultura y dicen que muchas personas iban con taparas, ollas, chirguas, totumas, tobos y cualquier tipo de vasija llena de agua para humedecer su tumba así calmarle el dolor de su quemada. Dicen que la gente optó por llevarle agua a la tumba debido a que una vez un devoto le estaba ofreciendo velas a cambio de un favor que le pedía y Ño Silvestre se le apareció y le dijo: No me traigas velas, hijo, que yo estoy quemao, écheme agua por encima allá en el cementerio pa’ que me calme esta calentura. De allí surgió ese acto inexplicable de no prenderle velas en su tumba, sino regarla con agua fresca. 


EL ESPÍRITU DE JOSÉ EUGENIO BÁEZ
En 1724, el capuchino fray Francisco de Campanillas, en el sitio primitivo que hoy se conoce como Pueblo Viejo, al Este de Villa Bruzual, con indios guamos y atatures fundó la población de Yajure. En 1754 se unieron a estos indígenas un nutrido grupo de yaruros. Yajure es conocida después con el nombre de Turén, cuya capital era Sabaneta. En 1864 le dieron a este pueblo el nombre de Villa Bruzual, para honrar al valiente caudillo Manuel Ezequiel Bruzual, apodado “el soldado sin miedo”,  quien había hecho de Sabaneta, antigua Capital del Distrito Turén, su lugar de recreo y descanso durante la Guerra de la Federación o Guerra de los Cinco Años.
En este lugar, en 1808, según cuenta los creyentes bajó un espíritu especial, ungido de un gran poder y encarnó en Eugenio Báez, quien se convirtió en unos de los agricultores más destacados del caserío  y de sus alrededores, no sólo por su dedicación al trabajo de campo sino por sus conocimientos naturales sobre magias, curaciones, tratos con naturaleza para llamar la lluvia y la protección de los animales del monte. Además, este hombre que vivió 102 años sobre esta tierra de gracia, tenía un alto sentido de solidaridad para con los vecinos y admiración y amor por todos los recursos naturales renovables. Eugenio Báez, aún en este tiempo de luces cibernéticas sigue trotando con su caballo zaino por las tierras turenenses y muchos le conocen como el Duende de la Carama por sus continuas apariciones todavía por esa zona montañosa. El señor Juan de los Santos Rodríguez, conocido guitarrista y cantautor portugueseño, con mucha seguridad de los hechos narró lo siguiente: En el año 1970, cuando yo trabajaba como alfarero haciendo materos y bateas en El Samán de Turén, mucha la gente hablaba de que habían visto a Eugenio Báez. Ellos decían que era un jinete que se atravesaba en la carretera y a veces los perseguía. Más o menos en 1975, una noche como a las ocho, se le apareció a un señor llamado Lorenzo Pineda (q.e.p.d.), conductor de la línea cooperativa de Transporte de Pasajeros Portuguesa, se le atravesó inesperadamente delante del carro y tuvo que salirse de la carretera para no atropellarlo. Casi se mata ese hombre.
Entre los trabajadores del volante adscritos a esta línea era común oír narraciones diferentes relacionadas con Don Eugenio Báez. Yo simplemente la oía, pero nunca las creí hasta que una noche se me hizo tarde en Piritu y me fui para Turén como a las once, cuando llegue a Las Vegas, es decir, a la entrada de Turén, de repente se me atravesó un jinete. 
Al hombre lo vi bien, era blanco, alto, delgado y vestía de blanco. Se me puso frente al carro y yo lo trate de frenar, recorte, pero no pude parar y sin poderlo evitar me llevé por delante el caballo con todo y hombre, pero el carro no se detuvo y seguí. Mire… eso fue horroroso, a mí se me aflojaron las piernas que casi no podía acelerar, el estómago se me revolvió y me dieron ganas de vomitar. En El Samán me paré a respirar y a pasar el susto. Ese otro día a las seis de la mañana salí para Acarigua y pase por el sitio no había nada, ningún muerto ni rastro de accidente. Además, nadie comentó absolutamente nada del asunto. Desde ese momento yo comencé a creer, a pedirle al Ánima de Eugenio Báez y a llevarle velones a su tumba.

Tomado de "Mitos y Leyendas predominantes en el Estado Portuguesa" de Carmen Pérez Montero.
 
Carmen Pérez Montero. Nacida en Tinaquillo, Cojedes y residenciada en Araure, Portuguesa. Profesora Titular de I.U.T.E.P. Sus poemas, investigaciones didácticas y culturales se divulgan, de manera sólida y contundente,  en libros, diarios y blogs de nuestro país desde 1964.  

miércoles, 22 de abril de 2020

Leyendas llaneras (Vivencias y testimonios) 4. JUAN DE EL MORRO (Carmen Pérez Montero)

En todo el Llano conocen la fama de Juan de El Morro.
Imagen en el archivo de Nayaris Ojeda.



JUAN DE EL MORRO
La leyenda de este personaje que habita la línea divisoria entre lo real y lo irreal nace en San Rafael de Onoto, población  fundada en 1726, por los misioneros Fray Bartolomé de San Miguel y Salvador de Cádiz, con 260 indios entre Otamacos, Guaranaos y Guamos. 
Buscando el origen de estas misteriosas narraciones que parecen arrancadas de las páginas de la Ilíada o cualquier otra obra enmarcada dentro de la mitología griega, con sus personajes increíbles, sus sentencias y sus castigos, nos encontramos caminos de El Morro con José Ramón Pérez (51años) quien nos informó:
Para el año 1954, aproximadamente, en este espacio abierto que Ud. Ve ahí no estaba la represa de las Majaguas, sino que eso eran dos posesiones bien grandes, una de Abelardo Hernández y la otra donde hoy está la represa que era de Juan de El Morro. El General Marcos Pérez Jiménez se propuso hacer en este sector la represa de las Majaguas, para resolver el problema del déficit del  agua existente en esa zona agrícola. Como para esta fecha, supuestamente, ya Juan de El Morro había muerto y su espíritu vagaba por toda su posesión, empezaron a ocurrir acontecimientos difíciles de explicar, tales como: muertes repentinas de los obreros que cortaban los árboles, derrumbes, árboles que caían inesperadamente triturando a los trabajadores, muertes por mordeduras de serpientes, obreros que desaparecían de su casa a la represa sin dejar ningún rastro, algunos que se perdían en esa misma montaña, otros que se ahogaban. Una tarde como 6 p.m., Juan de El Morro se le presentó a Martín Alvarado habitante de La Esperanza, le pidió chimó y le dijo: No me corten la madera porque ésa me pertenece. Éste es mi dominio - y desapareció- .
José Ramón lo describe como un anciano mal vestido, con alpargatas y un morral en el hombro.
José Ramón Pérez  también nos refirió que en la década de los cincuenta era muy común oír hablar de este personaje en Agua Blanca y San Rafael de Onoto, El Morro, La Esperanza y en otras regiones donde venían los pescadores, quienes ofrecían parte de la pesca al espíritu de Juan de El Morro con tal de que les permitiera sacar una buena porción  de peces. Son muchos los que aseguran haberlo visto con su morral, en posición muy humilde sentado sobre una piedra, sobre la represa.  
Continuando con la búsqueda nos trasladamos al caserío La Esperanza. En la entrada del poblado nos sorprende  encontrarnos con un cementerio donde reposan, aproximadamente, treinta tumbas con sus respectivas cruces y trabajos en granito, mármol, cemento y algunas con el característico “lomo de perro” esta última opción se produce al recoger la tierra que sobra, después de enterrado en el muerto y hacer un camellón donde se coloca la cruz. Indagamos sobre el particular y nos informan que no es un cementerio lo que allí existe, sino la concentración de los rosarios de los difuntos que sacan a la calle y coincidencialmente, todos concluyen en el mismo sitio.
Al pedir explicación de este hecho, el señor Antero Calle nos relata: Hace muchos años se acostumbraba que a todos los difuntos se les sacaba el rosario para la calle; pero hoy en día son pocas las familias que aún conservan esta tradición. La cuestión consiste en que al celebrar la última noche o final de la novena, a las 12 p.m. al rezar el último rosario, el rezandero (que deber ser hombre), sale de la casa llevando una cruz de madera, hierro o cemento con el nombre del difunto. A éste le acompañan todos los hombres asistentes, llevando cada uno una vela encendida. En la casa deben quedar, únicamente las mujeres, ancianos y niños. Todos deben llorar al ver salir la procesión.
El rezandero avanza con su séquito por el mismo camino por donde llevaron al muerto (lo cual explica por qué el supuesto cementerio está a la entrada del poblado, ya que esta comunidad entierra a sus dolientes en San Rafael de Onoto). A llegar al sitio donde termina al rosario, se debe clavar la cruz en la orilla derecha del camino y regresar, caminando de espalda, nuevamente hacia la casa del difunto. Se cree que si el rezandero o algunos de los “Rosarieros” da la espalda a la cruz, el muerto se puede regresar con el grupo y comenzará a penar; es decir, a salir y asustar. Cuando la gente regresa a la casa ya los familiares pueden sacar del cuarto del muerto la vela y el vaso de agua que debieron colocar en este recinto desde el día de su muerte y proceder a ocuparlo. Es de hacer constar que en el caserío “Los Tanques” jurisdicción del municipio Araure aún se conserva esta costumbre y con la reseña que de ella se hace en este trabajo, se pretende  enriquecer los conocimientos sobre el comportamiento ancestral de nuestros antepasados para tratar de conservarla como una muestra cultural que tiende a desaparecer.
Al llegar a La Esperanza localizamos al pescador Tomás Arellana, quien narró su experiencia:
Juan de El Morro es un espíritu que puede hacer bien, pero puede hacer  mal  también, depende  para lo que se busque. Yo pase un susto muy grande con ese personaje aquí mismo en la represa de Las Majaguas. Una tarde, como a las cinco, ya mi hermano y yo habíamos terminado de pescar, habíamos hallado bastante pesca: lebranches, bagres, pargos bocachicos, viejitas, coporos… Ya nos íbamos, cuando un muchacho llamado Félix, que vivía cerca de mi casa y que se ahogó aquí en la represa, salió del agua y nos dijo: Espérenme, para irme con ustedes… yo voy a ver si consigo un pargo blanco que acabo de ver junto a la pata de aquel palo y señaló hacia la represa. (Dentro de represa pueden observarse algunos árboles sumergidos). El muchacho se zambulló en el agua y viendo yo que pasaba el tiempo y no salía le dije a mi hermano: Voy a ver qué pasó y me eché un clavado. Cuando llegué al fondo sólo sentí un ruido muy feo y vi que venía una avalancha de piedras por debajo del agua. Sacando fuerza nadé hacia arriba y cuando salí mi hermano me estaba llamando desesperado: – Tomás…Tomás…Tomás-. Mi hermano me abrazó y me dijo: Tomás yo vi algo muy horrible, una ola se levantó del tamaño de una casa y yo le conté lo que vi en el fondo de la represa. Esperamos la salida del muchacho y éste no salió más.
Nosotros fuimos al pueblo a pedir ayuda y vinimos los buzos o sea gente que sabe nadar y ello testimoniaron que vieron al muchacho en la pata del palo donde él nos dijo que había visto el pargo blanco, que estaba agachado con los ojos abierto y que aún apuntaba con el arpón como si estuviera viendo la presa. Los buzos que eran bien valientes no se atrevieron a sacar ese “muerto”.
Don Pancho García, un anciano que ha vivido desde siempre en los alrededores de la represa nos contó que antes de que el Gobierno hiciera la majestuosa represa de Las Majaguas, él conoció en ese mismo sitio una laguna llamada La Cañada donde vio, una tarde, como 6 p.m. una culebra de unos doce metros de largo y un grosor aproximado de 80 centímetros. Esa laguna la absorbió la represa y se cree que esa culebra está dentro de la represa y es la que “encanta” a las personas que no aceptan las leyes de Juan de El Morro porque muchas personas la han visto y dicen que es como un monstruo por lo grande y escamosa por lo vieja.
El señor Guadalupe Vásquez (72 años) nos recibió con mucho entusiasmo y concertó con nosotros una nueva visita para que viniéramos preparados para asistir al Palacio de Juan de El Morro, ubicado detrás del cerro de El Morro. El señor Guadalupe nos pidió que lleváramos un litro de aguardiente, chimó, tabacos y velas. 
Cumpliendo con el compromiso adquirido llegamos, nuevamente a La Esperanza, el señor Guadalupe nos llevó al Palacio, después de recorrer una carretera de tierra, estrecha y solitaria que va bordeando el cerro de El Morro, dominios de Juan de El Morro. En la falda del cerro se levanta un altar, sin santos, sólo existen grutas adornadas con la bandera nacional. Allí Don Guadalupe, quien practica el espiritismo para curar males y mejorar la suerte de sus hermanos, nos ensalmó, antes de buscar la comunicación con Juan de El Morro. La experiencia fue de encuentro espiritual y luego regresamos al poblado. Durante el recorrido Don Guadalupe Vásquez relató: Existe un dueño para cada laguna… para cada río. Toda corriente de agua tiene su dueño: De que existe…. existe  y aquí en la represa Juan de El morro es el apoderado. Mire, en ese cerro de El Morro nunca ha vivido nadie, nadie ha hecho casa ahí porque lo respetan. La gente sabe que con él no se debe meter porque le va mal. Hay una historia de un muchacho de Acarigua que amaneció bebiendo allá y como a las siete de la mañana le dieron ganas de  venirse, con un amigo, a pescar para acá, para la represa, eso fue en la Isla de Piedra. Ese pobre muchacho parecía llamado a morir aquí, algo increíble. El amigo ya había sacado pescado bastante y estando ya  en la orilla, el muchacho agarró la tripa y se lanzó de nuevo al agua diciendo: Voy a darle la mano a Juan de El Morro y allí mismo se ahogó en la orillita, como a cinco metros y ninguno de los presentes pudo hacer nada. El muchacho se perdió y dicen que los buzos lo encontraron en el fondo de la represa, en una carretera, pero que no lo pudieron sacar porque estaba agachado y con los ojos abiertos, metido dentro de un rollo de culebra muy grande.
Otra particularidad digna de mencionar es que dentro de la represa existen carreteras, incluyendo la carretera vieja, vía Caracas, puentes, cementerios, incluso hasta hace poco se podían ver, en época de verano, las cercas y “peines” de las fincas que quedaron ahogadas debajo de las represa. Así  mismo hay diferentes tipos de vegetación y es asombroso ver, a veces, “baquianos” del sector caminar dentro del agua, para sorpresa de los visitantes que desconocen la existencia de los caminos y  carreteras dentro del agua. Otra cuestión que debo referirles y que también ocurrió aquí en la década de los años cincuenta, fue el compromiso que hizo el General Marcos Pérez Jiménez con Juan de El Morro para que éste dejara de hacer tantos estragos con la gente que venía a trabajar en la construcción de la represa y permitirá que el trabajo se realizara sin obstáculos.
Cuenta que ese pacto se realizó en la Montaña de Sorte, dominio de María Lionza y que el hermano Pedro Soterano estuvo presente. Allí se llegó a un convenio entré las partes y, según dicen,  Juan de El Morro pidió, a cambio de la donación de parte de su propiedad para la construcción de la represa, le dieran el poder para, durante cuarenta años, recoger todas las   almas de los seres que murieran entre Apartaderos y Acarigua, para hacerlos sus súbditos y nutrir sus dominios. El pacto fue aceptado y en el año 1995, supuestamente, se cumplieron los cuarenta años acordado para dar por concluido el negocio. 


Tomado de "Mitos y Leyendas predominantes en el Estado Portuguesa" de Carmen Pérez Montero.
Carmen Pérez Montero. Nacida en Tinaquillo, Cojedes y residenciada en Araure, Portuguesa. Profesora Titular de I.U.T.E.P. Sus poemas, investigaciones didácticas y culturales se divulgan, de manera sólida y contundente,  en libros, diarios y blogs de nuestro país desde 1964.  


jueves, 28 de febrero de 2019

123 Leyendas y cuentos cortos venezolanos. Varios autores

Como los muchos ladrillos de una pared, así son las leyendas y cuentos que se entregan en este enlace. Imagen tomada del archivo de Fernando Parra




Ciento cuarenta y tres (143) versiones cortas de leyendas y cuentos breves venezolanos se reúnen en este apretado archivo, que abarcan desde remotos pasados hasta el presente, en una variedad de estilos pensados para su regocijo. Se trata de narraciones que vuelcan dramas humanos de humores, amores, sueños, pesadillas, muertes, objetos mágicos, lugares de terror, muertes y sobrevivencias de asombro se vuelcan en singulares textos, desde las recreaciones del Nazareno hasta imaginarios viajes espaciales. 

Isaías Medina López

El Nazareno (Leyendas, cuentos y teatro): EL NAZARENO DE CARACAS (Teófilo Rodríguez, 1885); EL MILAGROSO CRISTO DE LA CARRETERA (Mons. Constantino Maradei); EL CRISTO DEL BUEN VIAJE (Mercedes Franco); PATÁ CRUZÁ (Mercedes Franco); EL MOMENTO MÁS IMPORTANTE (Gabriel Jiménez Emán); UN MILAGRO DE DIOS POCO CONOCIDO (Julio Romero Parra); EL NAZARENO DE SAN CARLOS (Lolita Robles de Mora)

EL FANTASMA DE PÁEZ (Mercedes Franco); PALOMETA PELUDA  (Mercedes Franco); PAPÁ TONGORÉ (Mercedes Franco); LOS OJOS (Ricardo Jesús Mejías Hernández); EL DESTIERRO (Eduardo Sanoja); CUMPLEAÑOS DEL MAGO (Wilfredo Machado); SALOMÉ (Ramón Lameda); ATILA (Enrique Plata Ramírez); SOLICITUD (Enrique Plata Ramírez); EL SUICIDA (Gregorio Riveros); EL ESPANTO DE JUAN CURIEPE (José Milano M.); LOS MUÑECOS (Juan Emilio Rodríguez); CONTRASTE (Víctor Marichal); EL CAZADOR (Samuel Omar Sánchez Terán)


CUEVAS MÁGICAS (Mercedes Franco); MICRO 16 OLVIDO (Cósimo Mandrillo); NO SENTÍA MIS PASOS LENTOS (Danira Pimentel);  LE REGALAMOS UN TELESCOPIO AL ABUELO (Armando José Sequera); ENTRE NUBES Y ENCEGUECIMIENTOS (Armando José Sequera);  DESPEDIDA (Enrique Plata Ramírez); DECISIÓN  (Enrique Plata Ramírez); EL PALABREO DE LAS RAMOS (Soledad Morillo Belloso);  OBSESIÓN (Víctor Marichal); CIRQUE 3 (Ricardo Jesús Mejías Hernández);  ENCUENTRO EN LA CALLE CERVANTES (Pedro José Pisanu);  LA VIRGEN DE COROMOTO (P. Ildefonso de San Martín)


PARAPARA (Mercedes Franco); PELLIZCOS DE MUERTOS (Mercedes Franco); EL PEREGRINO SOLITARIO (Mercedes Franco);  PERLA (Mercedes Franco); PERROS (Mercedes Franco); EL POEMA QUE NO FUE TAN BUENO (Ricardo Jesús Mejías Hernández); LA MONEDA (Ricardo Jesús Mejías Hernández);  EL RELIGIOSO QUE GUARDABA UN SECRETO (Enrique Plata Ramírez);  ATRACO A LA VIDA (Gregorio Riveros); MANICOMIO (José Milano M.); LA VISITA (Víctor Marichal);  DIAMANTES PARA SUS PIES O LA CENICIENTA EN TIEMPOS MODERNOS (Pedro José Pisanu); La Costurera (Samuel Omar Sánchez)


PIEDRAS MÁGICAS (Mercedes Franco); PIRATA FANTASMAL (Mercedes Franco); PLANTAS MÁGICAS (Mercedes Franco); COHETES DESDE MI HABITACIÓN (Armando José Sequera); ACTOS DE MAGIA (Enrique Plata Ramírez); PASOS DE FANTASMAS (Enrique Plata Ramírez); SEÑAL DE TRÁNSITO (Ricardo Jesús Mejías Hernández); FÁBULA CON SAPOS NEGROS (Julio Romero);  BRECHA (Víctor Marichal);  MENHIRES/DÓLMENES (Eduardo Mariño);  LA BRUJA SE LLAMABA AJONJA. Y YO NO SOY UNA MONSTRUA (Duglas Moreno)


POZOS (Mercedes Franco); POZO DEL CARUAO (Mercedes Franco); PREDICCIONES (Mercedes Franco); PREMONICIONES (Mercedes Franco); PRESAGIOS (Mercedes Franco);  EL VIEJO (Hugo Fernández Oviol); AQUELARRE (Enrique Plata Ramírez); ESPANTO (Enrique Plata Ramírez);  EL MÉDICO Y SUS MUERTOS (Gregorio Riveros); EL ZAPATO (Ricardo Jesús Mejías Hernández); EL DOBLE (Ricardo Jesús Mejías Hernández); MOSQUETEROS (Julio Romero Parra); EL PUENTE DEL SECTOR LA MEDINERA (Samuel Omar Sánchez Terán)


PROFECÍA (Mercedes Franco); PROYECCIÓN (Mercedes Franco); PUEBLOS FANTASMAS (Mercedes Franco); ELLA (Ricardo Jesús Mejías Hernández); SUEÑOS ROTOS (Freddy Escalona Rangel); HABITACIÓN OSCURA (Gregorio Riveros);  EL ANDARIEGO (Néstor Quiroz Moreno); EL GRAN LIBRO DE VIAJES  (Julio Romero Parra); LE DIJE: ES LA VIDA, Y NO LA VI MÁS (Laura Antillano)


UN PASEO A LO ETERNO (Gabriel Jiménez Emán); MICRO 9 DESTINO (Cósimo Mandrillo); EL DISPARO FUE CERTERO (Gregorio Riveros); AHUMADOS EL RESPALDO Y EL ASIENTO  Y SEMIDERRETIDOS LOS ARCOS (Armando José Sequera);  EL ORNITÓLOGO (Ricardo Jesús Mejías Hernández); PROHIBIDO VOLAR (Ricardo Jesús Mejías Hernández); ¿ACASO DEBÍAN...? (Eduardo Mariño);  LA AMARGURA DE  AQUEL  HOMBRE. YA NO QUIERO TENER MEMORIA (Duglas Moreno)


EL ASESINATO DEL MUSIÚ PUCCINI  (Gregorio Riveros); EL FIN DEL MUNDO (Gabriel Jiménez Emán); MICRO 3 COMO LA VIDA MISMA (Cósimo Mandrillo); HECHIZO (Enrique Plata Ramírez); LA MORDIDA (Víctor Marichal); TRAGEDIA (Enrique Plata Ramírez); SUPERSIMETRÍA (Eduardo Mariño); POSADA. PASADIZOS SECRETOS (Duglas Moreno)


EL TEXTO PERFECTO (Gabriel Jiménez Emán); NOVELA (Gabriel Jiménez Emán); LA CARNADA: UN KILO DE AZÚCAR (Gregorio Riveros); RECUERDA (Mariela Álvarez); LOS MUÑECOS  (Juan Emilio Rodríguez); EL PINTOR (Orlando González Moreno); AMOR SIN HUMO (Armando José Sequera); VISTO DESDE ALLÍ (Víctor Marichal);  VITRALES MALDITOS. CASA DE MONJAS (Duglas Moreno)


PERSEGUIDOR INVISIBLE (Gabriel Jiménez Emán); MICRO 11 MUERTE (Cósimo Mandrillo); EL LÍDER (Víctor Marichal); BOLÍGRAFO NUEVO (Eduardo Mariño); ¿ACASO DEBÍAN...? (Eduardo Mariño); EL SILENCIO QUE TENÍA LA NOCHE. CERRAJEROS (Duglas Moreno)


LOS MOSQUITOS (Gregorio Riveros); FOBIA  (Gabriel Jiménez Emán); ENCUENTROS LEJANOS (Gabriel Jiménez Emán); TARJETA DE INVITACIÓN.  BARAJAS Y EL BAR (Duglas Moreno); EL PELIGRO AMARILLO (Eloi Yagüe); EL AMOR (Julio Romero Parra)


MICRO 8 CASORIO 2 (Cósimo Mandrillo); LA DOCTORA BRUMA O LA ESBIRRO QUE LLEGÓ (Pedro José Pisanu); EL ASTRONAUTA DISTRAÍDO  (Gabriel Jiménez Emán); A NINGUNA PARTE (Juan Emilio Rodríguez); BASHEVIS SINGER (Julio Romero Parra); MEDIODÍA (Eduardo Mariño); LA BIBLIOTECA. COSAS DE MUJER (Duglas Moreno)


LOS CUATRO PEONES  (Marcos Agüero); PUNTALES DE LADRILLO. EMPEDRADA CALMA DE LA NOCHE (Duglas Moreno); VISITA (Enrique Plata Ramírez); AMOR NATURAL (Gabriel Jiménez Emán); PESADILLA (Víctor Marichal)


EL MITO DE AMALIVACA (Arístides Rojas); EL DR. RODRÍGUEZ (Eduardo Mariño); EL TÁRTARO  (Marcos Agüero);  PICA LA PELUCA (Enrique Enríquez)

martes, 26 de febrero de 2019

Leyenda: Historia de Las Galeras del Pao (1). Dámaso Figueredo. Letra y audio musical


La vida y amores del Salvaje de La Sierra sigue en profundo misterio. 
Imagen el archivo de Ofelia Rodríguez Pérez


Esta versión se tomó de: “Análisis de Figuras espectrales en el Corrío y Leyendas del Canto  Llanero Tradicional”, de Isaías Medina López. Duglas Moreno y Carlos Muñoz Lamas, publicado en Caracas (2018),  por la Oficina de Planificación del Sector Universitario (OPSU), del Ministerio del Poder Popular para la Educación Superior, Ciencia y Tecnología –Consejo Nacional de Universidades.

EL SALVAJE DE LA SIERRA (Dámaso Figueredo)

Cantado:
La Familia del Salvaje
Yo supiera que la gente
me ayudaban a pagá
le ofrecería una promesa
a la Virgen de La Paz
que el Salvaje de La Sierra
volviera a resucitá
los hombres como era ese
no vuelven a nacé más
no le pedía medio a nadie
ni le gustaba adulá
tampoco casas ajenas
mucho menos visitá
no juera a decir la gente
que él iba era a lambuceá
cuando iba a una bodega
en caso ´e necesidá
zumbaba en el mostrador
toda la plata contá
ya el bodeguero sabía
qué era lo que iba a comprá
chimó o tabaco en rama
fósforo y sal nada más.

Declamado:
Agarraba su paquete
y daba tres pasos atrás
sin salir fuera el negocio
no andaba ni seis brazá
sin que se aclarara el pecho
o se echara una arrastrá
el cuchillo en la cintura
su peinilla estaloná
y en la mano derecha
su lanza bien encabá.

Cantado:
Bien encabá.
Vivía de la cacería
porque tenía facultá
a veces que en el invierno
la cosa estaba apretá
arriba en la serranía
casi no se podía andá
el ringuirringue es muy grande
la zarzagueca endulzá
guaritoto lechosito
ese de la hoja picá
abajo en lo limpiecito
no jallaba que cazá
porque el mismo ya tenía
las cacerías azotá
si los ríos taban bien hondos
el pez no quería ajilá
las ranas andaban arrastra
no se atrevían a brincá
él las mataba por saco
y las guardaba salá
era para apertrecharse
con tiempo de la carná
cuando los ríos culateaban
jallaba con que pescá.

Declamado:
Virgen de las Nueve Piedras
Virgen de la Facultá,
San Sebastián, San Ignacio,
Avelino y Nicolás
si el Salvaje está penando
se los quiero encomendá
que con el poder que tienen
lo saquen de donde está
y lo sientan quitecito
en la gloria a descansá.

Cantado:
A descansá.
Después de Dios en el cielo
una sola realidá
grande la naturaleza
nadie se puede burlá
el Salvaje de la Sierra
lo encontré de madrugá
en La Galera del Pao
ya en la primera bajá
le pasé retiraito
no me le quería arrimá,
pero como él me llamó
me le tuve que acercá
a contestarle el saludo
y nos pusimos a hablá
saque un piazo de tabaco
le regale una mascá
me dijo que en esos días
la cosa estaba pesá,
pero que arriba en la cumbre
hacia una media aplaná
había visto ese día antes
el rastro de una maná
él cambió de la conversá
y yo me puse a silbá
se retiró de golpón
y se echó una risotá.

Declamado:
Me dijo que gente y bicho
y que se podía injertá
y el día que apareció muerto
yo miré que era verdá
en los Bancos de Paráima
ninguno podía pasá
el camino se tapó
con aquella animalá
lapas, baquiros, venaos
y una cachicamá,
habían cachicamos chuto
otros nacían sin quijá
la cara ve un cachicamo
pero sin rabo pa´ atrás
el baquiro suena el diente bravo
tara- tas- tas- tás
estos hacían cuás- pas- pá
unos lapitos trigueños
con la nariz perfilá
al sentí el ruido ´e  la gente
buscaban a lenguariá
el venao chirriquitico
cuando la vená ta´ echá
retoza y jace, bep- bep
estos jacían vay- papá.

Cantado:
Ay, vay- papá.
En la tarde del velorio
no es que voy a exagerá
hubo que llamar la Guardia
para poderlo velá
cien tragavenaos chiquitos
´taban en la empalizá
y arriba de la troja
vieron la tragavená
con esa bocota abierta
viendo pa´ bajo estirá
ella cuando está vajeando
resuella una jumará
a la gente del velorio
los pensaba de vajiá
porque los tragavenaítos
lo iban era a buscá.

Declamado:
Les voy a seguir contando
no quisiera ponderá
llegó un burro catirito
empeñao de rebuzná
cuando pegó el rebuznío
lo que hizo fue silbá
jui- pá- jui- pá- jui- pá
como no abrieron la puerta
le soltó un par de patás
dejó un tranquero sacao
y las trancas reventá
se paró allá en la sabana
a da vuelta y a forriá
como nadie lo veía
metió mano a corcobiá
parecía un atajo ´e  bestia
que venía barajustá
la brisa y la polvareda
se formó una tempestá.

Cantado:
Una tempestá.
Y en la hora del velorio
la gente entraba a rezá
los que quedaban afuera
más bien tenían que gritá
alrededor de esa casa
se alborotó una tigrá,
una tigra mariposa
daba más a demostrá
donde llaman Matapalo
ahí se sentaba a roncá
cuando pegaba el ronquío
quedaba un rato privá
con dos cachorros ya grande
otra vez recién preñá,
tres cachorros de dos patas
uno con dos nada más,
ese era el que más aullaba
no tenía tranquilidá
dándole vuelta a la tigra
no buscaba ni a mamá
y le veían en la frente
una lanza dibujá
con un letrero que decía
“El Salvaje es mi papá”.

Declamado:
Bueno y como acabamos de hablá
en el patio había una mata
grande como una enramá
un cajuaro jorquetú
una palma bien copiá
un bejuco de murciégalos
y zarzagueca enredá
por cierto había un matajey
bastante abejas posá
en el copo de esa palma
allí ponía una carrá
en esos tiempos tenía
como una semana echá
cuando ella miró las velas
era un sólo lamentá
siendo un animal culeca
y no pudo soportá
voló cruzando la sala
casi media atravesá
arrecostá de la urna
taba una mujer sentá
le dio en el medio ´e  la frente,
chico, una sola picotá
que el cuero de la cabeza
se lo arremangó pa´ atrás.

Cantado:
Oiga, pa´ atrás.
La palma abajo en la mata
taba medio solapá
y pegaba una hediondeza
que no se podía aguantá,
uno de los velorieros
tuvo que dirse a asomá
cuando vio que era una liebre
se fue corriendo a avisá
parecía una casiragua
pero más espelucá
la jorungo el Comisario
y era una rabipelá
con cien rabipelaítos
mejor dicho una bandá
como se veían gorditos
la gente quería agarrá
rabipelao encuevao
jace ñaña- ñaña- ñá
y estos rabipelaitos
jacían ñiri- pay-  pipá.

Disfrute del audio original de esta leyenda en: