Con la mayor seriedad los llaneros asumen estos relatos.
Igen en el archivo del poeta Mayor, Dr. Adelis León Guevara.
EL ÁNIMA DE ÑO SILVESTRE
En mis andanzas por Guanarito, tras la huella
de El Silbón, el poeta Wilmer Vizcaya me narró una historia que incluyo en este
trabajo por consideraría bastante interesante para ilustrar la disponibilidad
de la gente que habita nuestros llanos para crear y creer en aquellos casos que
aun ignoramos si non producto de la imaginación o del mágico pincel de la
llanura.
Wilmer aportó lo siguiente: El caserío Los
Botalones, cerca de Sabana Seca, aquí mismo en Guanarito, dicen que vivió un señor
llamado Silvestre, que tenía un rancho en mitad de la sabana. Este señor era
tullido, es decir no podía caminar y una vez, manos criminales, prendieron
fuego a la sabana y el rancho de Ño Silvestre, como todos vecinos le decían
cariñosamente, se quemó con él adentro.
Este acontecimiento, como decía la gente de
antes, causó mucha tristeza, pues toda la comunidad quería mucho a Ño
Silvestre. Como ese señor fue un mártir y por la forma tan horrible como fue
sacrificado, el comenzó a hacer milagros, pero la gente no le ofrecía velas,
sino viajes de agua para regarle su sepultura y dicen que muchas personas iban
con taparas, ollas, chirguas, totumas, tobos y cualquier tipo de vasija llena
de agua para humedecer su tumba así calmarle el dolor de su quemada. Dicen que
la gente optó por llevarle agua a la tumba debido a que una vez un devoto le
estaba ofreciendo velas a cambio de un favor que le pedía y Ño Silvestre se le
apareció y le dijo: No me traigas velas, hijo, que yo estoy quemao, écheme agua
por encima allá en el cementerio pa’ que me calme esta calentura. De allí
surgió ese acto inexplicable de no prenderle velas en su tumba, sino regarla
con agua fresca.
EL ESPÍRITU DE JOSÉ EUGENIO BÁEZ
En 1724, el capuchino fray Francisco de Campanillas,
en el sitio primitivo que hoy se conoce como Pueblo Viejo, al Este de Villa
Bruzual, con indios guamos y atatures fundó la población de Yajure. En 1754 se
unieron a estos indígenas un nutrido grupo de yaruros. Yajure es conocida
después con el nombre de Turén, cuya capital era Sabaneta. En 1864 le dieron a
este pueblo el nombre de Villa Bruzual, para honrar al valiente caudillo Manuel
Ezequiel Bruzual, apodado “el soldado sin miedo”, quien había hecho de Sabaneta, antigua
Capital del Distrito Turén, su lugar de recreo y descanso durante la Guerra de
la Federación o Guerra de los Cinco Años.
En este lugar, en 1808, según cuenta los
creyentes bajó un espíritu especial, ungido de un gran poder y encarnó en
Eugenio Báez, quien se convirtió en unos de los agricultores más destacados del
caserío y de sus alrededores, no sólo
por su dedicación al trabajo de campo sino por sus conocimientos naturales
sobre magias, curaciones, tratos con naturaleza para llamar la lluvia y la
protección de los animales del monte. Además, este hombre que vivió 102 años
sobre esta tierra de gracia, tenía un alto sentido de solidaridad para con los
vecinos y admiración y amor por todos los recursos naturales renovables.
Eugenio Báez, aún en este tiempo de luces cibernéticas sigue trotando con su
caballo zaino por las tierras turenenses y muchos le conocen como el Duende de
la Carama por sus continuas apariciones todavía por esa zona montañosa. El
señor Juan de los Santos Rodríguez, conocido guitarrista y cantautor portugueseño,
con mucha seguridad de los hechos narró lo siguiente: En el año 1970, cuando yo
trabajaba como alfarero haciendo materos y bateas en El Samán de Turén, mucha
la gente hablaba de que habían visto a Eugenio Báez. Ellos decían que era un
jinete que se atravesaba en la carretera y a veces los perseguía. Más o menos
en 1975, una noche como a las ocho, se le apareció a un señor llamado Lorenzo
Pineda (q.e.p.d.), conductor de la línea cooperativa de Transporte de Pasajeros
Portuguesa, se le atravesó inesperadamente delante del carro y tuvo que salirse
de la carretera para no atropellarlo. Casi se mata ese hombre.
Entre los trabajadores del volante adscritos
a esta línea era común oír narraciones diferentes relacionadas con Don Eugenio
Báez. Yo simplemente la oía, pero nunca las creí hasta que una noche se me hizo
tarde en Piritu y me fui para Turén como a las once, cuando llegue a Las Vegas,
es decir, a la entrada de Turén, de repente se me atravesó un jinete.
Al hombre lo vi bien,
era blanco, alto, delgado y vestía de blanco. Se me puso frente al carro y yo
lo trate de frenar, recorte, pero no pude parar y sin poderlo evitar me llevé
por delante el caballo con todo y hombre, pero el carro no se detuvo y seguí.
Mire… eso fue horroroso, a mí se me aflojaron las piernas que casi no podía
acelerar, el estómago se me revolvió y me dieron ganas de vomitar. En El Samán
me paré a respirar y a pasar el susto. Ese otro día a las seis de la mañana
salí para Acarigua y pase por el sitio no había nada, ningún muerto ni rastro
de accidente. Además, nadie comentó absolutamente nada del asunto. Desde ese
momento yo comencé a creer, a pedirle al Ánima de Eugenio Báez y a llevarle
velones a su tumba.
Tomado de "Mitos y Leyendas predominantes en el Estado Portuguesa" de Carmen Pérez Montero.
Carmen Pérez Montero. Nacida en Tinaquillo, Cojedes y residenciada en Araure, Portuguesa. Profesora Titular de I.U.T.E.P. Sus poemas, investigaciones didácticas y culturales se divulgan, de manera sólida y contundente, en libros, diarios y blogs de nuestro país desde 1964.
Tomado de "Mitos y Leyendas predominantes en el Estado Portuguesa" de Carmen Pérez Montero.
Carmen Pérez Montero. Nacida en Tinaquillo, Cojedes y residenciada en Araure, Portuguesa. Profesora Titular de I.U.T.E.P. Sus poemas, investigaciones didácticas y culturales se divulgan, de manera sólida y contundente, en libros, diarios y blogs de nuestro país desde 1964.
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