viernes, 21 de agosto de 2020

Néstor Rojas. Poemas y prosas

 

Imagen en el archivo del maestro Néstor Rojas


*Uno escribe de lo que conoce y desconoce, de lo que intenta atrapar, inútilmente, con las palabras. Uno escribe de lo que lleva adentro y no sabe qué es: a veces, eso que podemos asir con la palabra, se descubre como alma al borde del abismo, pero también a veces se revela como un silencio profundo que no tiene fondo y que se parece -por su inmensidad- al universo

 

 

UNIVERSOS PARALELOS

Aquello que existe más allá de los ojos

late en los resquicios de una tachadura

Respira en la marea más alta del resplandor

De su luz inmortal sale el alma que faltaba para que alguien existiera

Aquello que no existe ha abolido todas las costumbres

Yo tenía una tierra donde andaba descalzo

Tenía el mar y la blancura, una ciudad a la orilla de un río,

unas piedras alrededor de unos árboles donde el viento cantaba

Tenía un país lleno de granos, un patio de arenas y ciertos lagartos

Un chaparro lleno de pájaros

Tenía una mariposa del lado del corazón que de noche brillaba

Una envoltura cruzada con arrugas y lunares

Todo eso ya no existe

Pero la llama que palpita en el fondo del recuerdo existe

Todo lo demás que se extinguió en otra parte existe

El universo no lo inventó quien heredó la ceguera

 


*Uno cae de otro mundo con los ojos atados al amanecer. Sólo sabe del cielo –del azul con su nube y su tormenta- y de la oscuridad. Llega uno a la tierra sin saber de la vida. No conoce las cosas, ni las cruces en los caminos. A poco tiempo da un paso adelante y se cae y vuelve a levantarse. Entonces conoce la agonía. El dolor de estar vivo. Pronto pasa la infancia, la juventud y llega a la edad de los camellos. Entonces se acerca a la tumba; luego conoce el misterio y al poco tiempo el olvido, esa verdadera eternidad y la única muerte.

 


ORACIÓN PARA DORMIR TRANQUILO

Señor:

Tú que apagas la sed de todos los sedientos,

das el pan para todos los hambrientos

Y ofrendas la luz, pero también la oscuridad.

Tú, que eres el dueño de los milagros,

señor de la mañana y de la noche,

dueño de los secretos,

que abres la puerta

por donde entra el sol

y cierras la puerta por donde el sol se va.

Tú que alivias las dolencias de los tristes

Y consuelas a los adoloridos.

Tú que dibujaste el cielo, las estrellas, las constelaciones,

inventaste el tiempo, las horas, los días, las semanas,

los nombres, los caminos, el laberinto, la encrucijada,

los recuerdos, el olvido, el extravío, las palabras,

la poesía, el arte de escribir un poema

y los libros que cuentas todas las historias

desde Adán y Eva hasta nuestros días.

Tú que creaste a los dioses, los dinosaurios, a los hombres,

la alegría, la tristeza, la soledad y el silencio

Tú que bebes las lágrimas de todos los ojos

dame otro día

y el sueño para dormir tranquilo,

a la espera del sol.

 

*Burbujas de cielo, pasando, deslizándose. Burbujas de agua que corren llevadas por la corriente, absorbidas por el devorador de las formas. Algún mundo paralelo transcurre por debajo de ese espejo que refleja las nubes, que vuelan arriba y abajo. Algún agujero se engulle las volutas, las flores y hojas caídas, las pelusas y plumas de cigüeñas que la pequeña borrasca abate contra el suelo.

El Ojo observa, fotografía lo que ve y graba. Oblicuo se ubica invisible en el espacio. Y revela las dos realidades: la que sucede hacia el este,de donde viene esa luz amarilla, resplandor de ocaso, que ilumina los árboles y todo lo que se mueve o semeja estar quieto; y la otra realidad transcurriendo y traspasando la energía que se piensa ficticia, imaginada, o más real que que la que suponemos moverse como reflejo de la otra. Ambas se conectan en mis ojos. Pasan como flujos entre mis pensamientos.

 


CRONOS EN LA BARCA DE CARONTE

Llueve

en las copas de los árboles

el sol

parece despertar

La noche termina

entre las fauces del dragón

que nos devora

El agua lava las calles

Nada vuelve

a su lugar

La hojarasca del jardín

terminó en otra parte

Mañana

otro día borrará la piedra

el camino

El día nos vuelve transparentes

 


*En esta pared de piedra y barro que el tiempo descolora y roe sin ninguna compasión, en su oficio cotidiano de carcomer y devorar todo cuanto toca, las vi imponerse, tan bellas como frágiles, como dos rosas perfectas de la misma sangre, de la misma tierra bendita por Dios. Sobre ellas, haciéndose como una mancha con ojos redonditos y cabellera en forma de pico de pájaro, vi al ser que la noche anterior había atravesado los cielos de la imaginación para meterse como una comadreja del cielo en la covacha de mis pensamientos. Desde ahí me dicta los poemas que nunca escribiré.

 

 

ORINOCÁNDOME

Solía llegar a la orilla del río,

a la hora del crepúsculo

Atravesaba antiguas callejuelas,

algunas empedradas, o abiertas entre las rocas

Pasaba por la plaza, seguía hasta llegar al muelle

A veces me detenía en lo alto y lo miraba pasar,

solemne hacia el mar

Su belleza era un temblor que me erizaba

Vivía intensamente esa puesta de sol,

ese rojo encendido como constelación

Allí, sin moverme, extasiado,

veía encenderse las lámparas del malecón,

aparecer las primeras estrellas

Creo que fue el amor lo que me llevó hacia él,

mi soberbio Orinoco

 


*Soy apenas la forma de un caracol de tierra. Desde aquí, en el mismo vergel del Topo que ha taladrado la tierra ahora reverdecida, veo el cielo transcurrir entre las hojas, moviéndose en víspera de la tormenta que se avecina.

Hace unos días comenzó el verano, el calor, pero las flores, entre las más vistosas las hortensias y petunias, compiten por el certamen natural de belleza que este año nuevamente promueve el ayuntamiento de los pájaros y los soles escarlatas.

Desde aquí, desde el huerto que acicala como buen jardinero todos los días el poeta Tomás el tocayo, el más alto en Veguellina del río Orbigo, te mando estas postales, argonauta de los cielos y vuelos paralelos

 

 

*Pregúntenle a las piedras cuántos giros ha dado la tierra, cuántos años lleva el viento girando de lo mismo al asombro sin sombrero, del minuto al salto de la garra.

Pregúntenle a los pájaros si la luna se acuesta del lado de la sombra, o si es la misma sombra ese lunar de linares que doblega la luz cuando el poniente es el cuándo que no dice el reloj. Que se luzca el zumbido que viene de allá, de más lejos del vuelo de la mosca que engulle la chispa, la sobra del bocado, de más lejano que el brillo apagándose de las huellas de las manos que siguen el movimiento de lo que antaño se movía, antes que el tiempo comenzara, antes que todo se iniciara sobre el lomo curvilíneo del instante, se movía y se sigue moviendo.

Pregúntenle a las alas por las vueltas de las horas, por las volteretas de las nubes, pregúntenle a las flores por aquello que no sé, que viene y que vuelve,

como el polvo, como el tiempo.

 


*Mientras bajas los brazos, casi vencido, alguien se está muriendo dentro de ti. Aunque pudieras hacer algo, en realidad no sabes qué hacer para que ese alguien dentro de ti no se siga muriendo.

Mientras bajas los brazos, casi derrotado, alguien dentro de ti vuelve a tomar fuerzas para no desmayarse. Trata en vano de juntar todas sus fuerzas y recuerdos. Intenta de nuevo surgir de sus cenizas, levantarse. Pero hay algo dentro de ti, como una tierra oscura que se hunde, que no lo deja subir, que se opone a sus intentos para sobreponerse. Tu pesimismo lo aplasta.

¿Y si ese alguien, que dentro de ti batalla para no morir, fueras tú, dejarías que se muriera, sin hacer nada para que no se muera?

¿Y si dentro de ti realmente hubiera alguien que en verdad se estuviera muriendo, te negarías a salvarlo, a sabiendas que eres tú mismo el que se muere?

A mí no me preguntes si quiero ser salvado. Dentro de ti ya estoy muerto.

 


*Nosotros, mortales, vivimos a duras penas, con apremios y trabajos. Pocas cosas nos consuelan.  Casi sin respiro, hacemos el esfuerzo de vivir el instante, que no vuelve. Aunque pasan lentos los días, nos apresuramos en la búsqueda de la felicidad que a veces llega.



*Una semilla de ceiba

flota alegre en las manos del cielo

Si acercaras tus ojos a los copos que tiemblan en el aire,

antes de caer,

mirarías la eterna belleza de las pequeñas cosas

Si caminaras por esa alfombra de terciopelo amarillo

que hacen en el suelo las flores de ese Araguaney que se desgrana,

sentirías bajo tus pies el temblor del ciclo eterno

Si oyeras los trinos diversos de esas aves del río

que transmigran hacia la selva donde el tiempo se ha perdido,

oirías el sonido del reloj que nunca se detiene

Allí, entre ramas y ojos feroces que espían el movimiento,

no verás el blanco de las nubes que bordean el tepuy,

el velo de agua que cae de lo más alto del salto del ángel,

ni la nieve que alumbra los picos de las altas montañas,

al otro extremo, donde el frío es más cercano,

sino el verde lorquiano en todos sus tonalidades

En cada hoja, en cada pétalo, en cada piedra, en cada pluma,

podrás leer nuestro propio destino

Mires donde mires dentro del parque más antiguo

siempre es primavera

La tierra no sólo nos ha dado la vida,

sino también la muerte



*Día lluvioso, algo triste. Amaneció garuando. Olfateo la lluvia que salpica los vidrios de la ventana. Cielo encapotado. Menos negro que el alma del dictadorzuelo colombiano que hace sufrir a mi pueblo.

En el vientre de la casa huele a café recién colado, aunque casi llega el minutero a la hora del cenit.

Sigue el silencio, allá fuera. Aquí, como sumergido en la burbuja de la tristeza, el piano desgaja sus acordes, rompiendo la quietud. Yo escribo, como siempre.

El mes de las flores, pero pareciera que fuera invierno. Eso lo sabe el alma, que calla.

 


          Tres poemas del libro  "Alguien enciende una luz"


*La rutina de los años fue pintada en colores pasteles

Las tazas de porcelana china que mi madre guardó bajo llave

recuerdan otros tiempos que juegan a esconderse

Hay otra vida en la vitrina, no tan añeja,

que se mueve extraña a nosotros

Hay un viaje minúsculo de objetos

y reflejos que bajo la claridad desaparecen

y se deslizan en la ceniza que dejan los años

Hay un indecible paisaje que pocos ven,

una flora microscópica,

entre utensilios de cocina que nadie usa

y parecen dormir bajo los cendales de las horas

Bajo velos transparentes fluye la tarde

y la noche es una sustancia viva

que corroe, susurra y forja exiguas complicidades

con los aparecidos y los rumores del follaje

 

**Debajo del mantel amarillento, desgastado por el tiempo,

el polvo estelar se funde con los recuerdos,

dentro de mí inquebrantables

Ahí, debajo de esa tela solar tejida por las manos de mi abuela

ya muerta,

las huellas familiares andan,

palpitan como almas que se resisten a morir

Todos esos detalles cuentan una historia que el olvido devora

poco a poco

También dentro del armario de cristal otros organismos efímeros,

que aborrecen las máscaras,

viven y jadean acosados por el calor

Es como si detrás del vidrio estuviera ocurriendo

(muy lento y parsimonioso) un mundo olvidado,

ajeno a nuestros ojos, casi siempre ciegos

Una constelación de seres lúcidos y quejumbrosos,

una población de criaturas fantasmales,

se levanta y se echa a andar por la casa

Es la vida inexplicable de pequeñísimos seres

que se envuelven con nuestras sábanas

y se alimentan de nosotros mismos


***He aquí tus aproximaciones,

la madeja de imágenes disolviéndose,

los objetos de otro tiempo que oigo deslizarse

como si regresaran de un largo viaje dentro de mí,

o dijeran adiós mientras se borran

No es fácil soñar todo eso y menos escribirlo

cuando la angustia es soga que aprieta

Somos criaturas literarias en las aguas del sueño,

figuras de ilusiones que van y vienen. Fascina lo indecible,

el incomprensible dolor que no se borra

Algo más profundo, que no sabemos qué es, labra

nuestras superficies interiores y oculta las evidencias

de vidas anteriores tras la capa de la razón

Subir hacia el lugar de los ojos

y encontrarse son verbos transitorios

que conocemos cuando cruzamos la otra orilla

La envoltura que cubre lo que vuela

no es muro que el tiempo ha levantado: Puedes ver una flor

que ya existió en la mesa del cuarto, dos copas vacías

manchadas por los labios apagados de mi madre

Entre los muebles antiguos,

los indicios de otros tiempos que están en mí se revelan

(Todo eso en realidad no existe)

Los puntos del espacio anterior se desvanecen sólo cuando dudo

La piel no me separa de aquello que viví, me acerca

Mi pasado reciente late como cuerpo vivo

entre vendajes de bruma 



Muchas gracias por su visita 

Isaías Medina López (Coordinador)


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