Nuestro saludo llanero a este notable grupo de venezolanas. Archivo de Querubín Gallo
OH
(Celluz Celeste Luz)
Oh
poesía
vienes
y decoras mi soledad
vienes
y devoras mi tristeza;
haría
falta más de un corazón
para
soportar tanto
y
por eso estás allí
para
brindarte
para
obsequiarte plena
y
salvar aquellos pedazos de mí
que
sin ti me faltarían
convirtiéndome
en
un ser incompleto,
semidesértico
y medianamente vivo.-
Sean bienvenidos a la segunda parte de esta entrega que hemos denominado "
Gracias por su visita. Isaías Medina López
Poema de Edda Armas
El
último viaje
azuza
el misterio
volviéndolo
todo inusual
otra
apariencia
todo
olvido
¿Cómo
es ese lugar
al
que se parte o al que se llega?
qué
color tiene su tierra
qué
árbol levanta en la orilla
qué
flor aromatiza su noche
con
qué manos se le acaricia
La
tristeza se arropa
con
la voz que hermana
el
lado cáustico y apenado
canción
de infancia
que
te vela los ojos
el
lugar desde donde viste
con
hojilla de oro
al
alma
No
eliges
el
abismo, el caos, la nada
Llegan
a ti
en
agua que corre lenta
para
que no te asombre
la
carencia de materia a tu alrededor
junto
a la luz del alma llamando
el
aleteo pasajero de la tierra que vives.
CIUDAD (María Clara Salas)
Observa
la ciudad
la
osadía de los techos
construidos
al azar
prestos
a deslizarse
en
el barro
y la
muerte
Sin
ningún temor
alzan
los niños sus papagayos
sin
vacilaciones
suben
y bajan
miles
de
escaleras
Desde
arriba
la
ciudad nos contempla
desde
arriba
se
decide la suerte
Poema
de Belkys Arredondo Olivo
Al
acercarme en son de cobijo a mis poemas
ellos
se golpean en la jaula
¿aprenderán
la atención
de
estos cuerpos que somos?
pequeños
aletean perseguidos
por
lo que vivieron una vez
he
pensado en soltarlos
me
detiene el que en la urbe
en
libre albedrío mueran
Poema de Eleonora
Requena
quedarse
es enterrarse
en
la ilusión de una semilla en el asfalto,
germinar
en la milagrosa hazaña del inválido
que
cruzó por puro afán un río,
ya
no sé cuál fruto sabe más al fruto,
si
ése que probaste porque lo sembraste tú
o
aquel otro espléndido que alguien te obsequió,
no
sé lo perdurable, no sabré,
dejar
es claudicar,
dejarse
un tanto en la orilla,
cancelar
facturas que nadie cobró,
pisar
un suelo falso,
palparse
las campánulas del yo más llano,
quizá
sea ganarse un tanto,
hacerse
una ventaja corta,
dejar
tal vez sea partir
después
de todo,
huir
o ser,
no
sé
Poema
de Jacqueline Goldberg
la
familia resiste en la cuerda floja
no
ya en la duda
ni
en la variación del miedo
no
en la lágrima
ni
en el temblor
de
los hombros hundidos
su
tibieza ha alcanzado el pudor
el
hermoso rostro
de
quienes claudican
para
luego reconfortarse en el olvido
nunca
fue en vano la espera
el
regreso a casa arderá en la frente
pero
será leve
Poema de Patricia Guzmán
Recojo
pájaros
con
la boca
Recojo
pájaros
si
muertos
si
fríos
Antes
del día
Les
cubro los ojos
con
pan mojado
Les
abro la boca
para
que recen
Por
mí
URBANO (Gabriela Kizer)
No,
no puedo escribir un poema sobre callejones largos,
anchos
o estrechos.
Mi
ciudad no es una ciudad de cemento que se agrieta
ni
de tonos grisáceos para la mejor llegada del ocio.
Yo
no tengo nada de esto.
Voy
a las horas pico pegada a un volante
que
se pega a su vez a un mal sonido de cante jondo,
voy
siempre por las mismas avenidas y con el mismo calor.
Debo
pedir perdón,
perdón
a quienes convidan a pasear por postales
y no
sé qué otra sensibilidad citadina.
Perdón
porque no voy con mi escaso pasado rural a cuestas
ni
juego a silbar sobre un trencito desvencijado e inexistente
que
pasa cada día frente al mural de los locos
donde
suponemos que yo aguardo para ir al cine.
Perdón
por no estar tras ese mural y por no ir al cine.
Perdón
porque el cemento es gris
y yo
sólo tengo horas pico
y
arena y alguna persistencia engañosa en hacer pie.
Perdón
a todos los seres que como yo pululan
sobre
los mediodías de junio,
a
los oficinistas que no puedo retratar
con
sus almuerzos comprados o sus termos
y el
cepillo de dientes dentro de la cartera.
Perdón
cien veces por anticipado
a
los hombres que he dejado cuando más me amaban
o a
los que me amaron cuando comenzaba a dejarlos
o a
los que dejaré de lado sin amar.
Perdón
al mendigo que me saludó sin pedirme limosna
y yo
no pude dársela aunque la tenía en la mano
y me
justifiqué diciendo que los mendigos bendicen pero no saludan
durante
todo lo rojo que un semáforo dura
perdiendo
el tiempo con los otros carros,
perdiendo
el tiempo.
Perdón
a la cara del loco que camina
pegado
siempre al último recodo de la autopista
y a
la sociedad protectora de animales que vendrá a recogerlos
si
se entera y a todo lo que no se da por enterado, perdón.
Esta
ciudad no tiene alma y es mía.
Esta
ciudad no tiene alma.
Esta
ciudad.
ORDEN (Sonia Chocrón)
Hay
que hacer orden en la casa
lavar
la losa vestir la cama
hay
que hacer orden en la casa
plantar
las flores de calabaza
borrar
el rastro de la melaza
buscar
la música de las cosas
haciendo
orden haciendo casa
con
las palabras para formarlas
poner
el orden
formar
la casa
con
un ejército de palabras
que
nadie sepa que nadie vea
que
las glorietas se están cayendo
hay
que hacer orden en la casa
para
que el ave de la tristeza
se
vaya al parque o a la avenida
para
poner el orden dentro de casa
y
que no crezca la angustia ciega
que
crece en ella cuando es de día
bañar
de azúcar y sangre impía
todo
resquicio de las esquinas
que
Dios la ampare y la favorezca
de
la traidora melancolía
del
mal de ojo y la villanía
que hay
que hacer orden
quitar
la traza barrer el polvo
todos
los días
limpiar
la casa poner el orden
que
si nos vence nos vencería
la
muerte eterna la pena en vida
matar
el orden cegar la herida
ARRODILLADA
(Carmen Verde Arocha)
Arrodillada
creyéndome
álamo desnudo
y
con el peso del cielo.
Un
charco de junio
busca
mi rostro.
Se
burla igual que los muertos
de
mis manos.
Una
soledad larga y cercana
como
una luz de mayo
es
mi adiós.
Estoy
sola con mis voces,
con
los gestos que viven de lo añorado.
En
este barro que me hace feliz.
CONVERSACIÓN EN UN BAÑO (Yolanda
Pantin)
Por
costumbre
se
acuesta en la cama
a
esperar a su marido
que
llega siempre tarde
da
las buenas noches
bosteza
Ella
se va al baño
aplaca
la furia
con
su mano maestra
recostada
en la toalla
cuando
él entra y pregunta:
“¿Qué
haces aquí?”
“Nada”,
responde.
LOS PAREDONES DE PRIMAVERA (Miyó Vestrini)
No
enseñaré a mi hijo a trabajar la tierra
ni a
oler la espiga
ni a
cantar himnos.
Sabrá
que no hay arroyos cristalinos
ni
agua clara que beber.
Su
mundo será de aguaceros infernales
y
planicies oscuras.
De
gritos y gemidos.
de
sequedad en los ojos y la garganta.
de
martirizados cuerpos que ya no podrán verlo ni oírlo.
Sabrá
que no es bueno oír las voces de quienes exaltan el color del cielo.
Lo
llevaré a Hiroshima. A Seveso. A Dachau.
Su
piel caerá pedazo a pedazo frente al horror
y
escuchará con pena el pájaro que canta,
la risa de los
soldados
los escuadrones
de la muerte
los paredones en
primavera.
Tendrá
la memoria que no tuvimos
y creerá en la
violencia
de los que no
creen en nada.
Poema de Martha Kornblith
Diría
que
hace mucho
apenas
viví
la
frágil certeza
de
un sueño.
Diría
que
un día
me
prometieron un
jardín
de rosas
pero
ni siquiera logré atravesar
este
puente sobre las aguas
turbulentas.
Diría
que mi vida
fue
la de un trapecista
que
ha perdido su cuerda
floja.
No
diría
decir
"aquellos tiempos"
algo
tan obvio para uno
¿qué
más da?
si
todos los poetas
nos
fundamos sobre un
primer
lugar común.
Miky Poche: “Me demoro
en este café, con la esperanza de que, en el último sorbo...aparezcas"
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