Poesía (Hanni Ossott)
Quien
vive la poesía. Vive la tensión.
El
cielo, la tierra. Los hombres les resultan extraños.
Calla:
aquí vive un Ángel...!un pájaro!
La
serenidad y la tormenta conciernen al poeta.
El
cielo naranja sobre una colina azul
La
sagrada voz del Réquiem de Brahms
El
plenilunio. La melancolía.
Al
poeta le gusta el abrazo
el
roce, los besos llenos de licor
y la
caricia, la última caricia
la
caricia final
susurrada
infinita...
BIENAVENTURANZA (Laurencio Zambrano)
Bienaventurado
quien
se desangra en lo que ve,
el
que forja dominios con las alas
porque
viene
de
los bajeles del instante.
Bienaventurado
quien
trashuma sus antojos
en
los hospicios turísticos del tiempo:
donde
se amansan los pubis y las almas
y
se aprende el arte de la espera.
Bienaventurado
el
que busca y encuentra
las
nómadas moradas
donde
la eternidad
repuja
las andanzas
de
quien llega al amor
o
del que parte.
Bienaventurado
el
que jamás se pierde un viaje
al
abisal mar de leva
de
sí mismo;
quien
(ex profeso) busca la zozobra
para
que el destino
se
solace
y
no se aburra
del
sucedáneo andar
que
nos sustenta.
Loado
sea
quien
aprueba
enamorado
el
examen del tiempo
y
del olvido.
NOCTURNO (Leonardo Gustavo Ruiz Tirado)
Y esperar ver la lluvia y una casa
con la luz encendida desde lejos
u otra coartada para el sueño
de esa esperanza en otros como si
pudiera saberse a ciencia cierta
cualquier cosa, la mañana más clara
por ejemplo, la fuerza o el silencio,
memorias no tranquilas pero limpias
o confiables zurcir la circunstancia
de un deseo, de un abrir
al dintel de tu puerta esa visita
no con presentes ni cumplidos, sino
ebria de elixires y cirros y cuentos
increíbles, y esperar la esperanza
de los mismos si los otros no traen
el mensaje, sorpresa sin misterio,
rincón laberinto y telaraña
tras recorrer kilómetros
en noches contra insomnios
en la casa sonámbula y aérea
de esperar ver la lluvia y una luz
encendida para el sueño.
INDIGENTE
(Simón Petit)
Al
morir la tarde/ algunos cumplen con la rutina
de
regresar a su nido después del trabajo.
Otros
deciden deambular por la calles
miran
las vidrieras/ y entran a un bar.
Quienes
intentan descubrir nuevos rincones
toman
el autobús que los pasea
por
esta ciudad aburrida
buscan
el alma gemela
que
traduzca esa ansiedad de encontrarse.
También
está quien abandona un sitio para ir a otro
bien
por pasión o bien por dinero
y
siguen sin descanso
hasta
que los aturde el cansancio.
Van
los amantes sigilosos que son fieles en la noche.
Vienen
de la mano los amorosos que son fieles en el día.
Están
los que salen a flote de la plaza,
de
la tienda, de la casa,
de
la iglesia, de la nada.
Están
los que se sumergen en la nada,
en
la iglesia, en la casa,
en
la tienda, en la plaza.
Quedan
aquellos que intentan exprimir lo máximo del día.
Persisten
los azarosos que sufren
las
noticias de la prensa vespertina.
Continua
el tropel liceista
en
su andar como soldados de guerra.
Pájaros
posan en tendido eléctrico como si nada.
Y
la oferta de los buhoneros es competencia de tenores.
El
sonido de los motores es música asfaltada.
El
bullicio de la gente es remolino de palabras.
Y
el taconeo de todos es el rostro de muchos
en
esta esquina que tiene una pared blanca
inmensa,
limpia/ como una pantalla de cine que proyecta
mi
figura maltrecha,/ parado,
mirando
al frente./ sin saber a dónde ir.
VENADO
DE PIEDRA Y OTROS POEMAS (Darío Medina)
Desde
siempre debió estar allí, pues nadie nos llegó
a
contar de su llegada, ni del tiempo en que los ojos
se
le fueron llenando de humo blanco.
Lo
llamaban Trino Pelón.
Quienes
se atrevían a nombrarlo, así lo llamaban;
mientras
que a nosotros apenas si se nos ocurría
pasar
frente a su casa.
Pero
una vez mi hermano Adán llegó a ver su cara
y
me dijo que tenía el color de la ceniza.
Eso
no más vio, porque el miedo lo sacó volando.
Fue
entonces cuando comenzamos a andar por otra
calle.
No volvimos a pasar por el frente de una puerta
que
sólo tenía marco para el hombre muerto que,
todavía,
siento que nos llama
IV
(Rafael Garrido)
Tarda
pero al fin llega, ataviada
como
una esposa para su marido. Más
ya
no encontrara un marido,
tampoco
un esposo estresante;
antes
bien, para sorpresa
de
ella y asombro de él, un tierno
y
fiel amante como el Romeo
de
Shaquespeare, capaz de saltar
muros
y paredes de su Verona nativa
con
tal de tener cerca a su Julieta
y
recorrer su geografía caliente,
picante,
de ají chirel.
Memoriales
(Paúl González Palencia)
Para
la sed de estos confines
Dios
sopló cada punta
de
la estrella espinal del cactus.
Hubo
dudas, hasta que la noche
de
caza y carburo
llenó
a los hombres
de
dolor y materia
y
la piel se les volvió roja
como
un punto volcánico.
Quiso
el cactus alterar
los
planes del hombre
y
se petrificó apuntando hacia
los
cuerpos celestes de Dios.
Opuesto
Dios a toda desazón,
en
el patio de troquelar
el
alma de los ángeles,
logró
que el hombre sucumbiera
por
primera vez frente a los memoriales.
MI
PROVINCIA (Ramón Miranda)
Mi
provincia es la zona del sueño
De
aire toda calada hasta los huesos
Miseria
ha sido su porvenir
También
canta
Tierra
preñada de presagios
Apenas
sabemos lo que en ella sucede
Yo
conozco sus barrios más pobres
y
a sus enemigos más pobres todavía
que
la vomitan como borrachos
Alta
dignidad le espera,
la
luz, los frutos suyos
que
le arrebatan día a día
A
esta provincia amante del verano
yo
no la cambio por ningún París
MAÑANA
ES SEPTIEMBRE (Guillermo de León Calles)
Mañana
es septiembre,
los
dedos de mis pies me duelen
de
tanto meterme en los zapatos de ir a la escuela.
Siento
que un libro está de más
en
mi bulto de lonilla azul marina.
Y
no es el libro que tiene un Dios con sombrero de triángulo
y
un manto como el que usaba Julio César
Lo
cierto es que mañana es septiembre
y
la maestra me espera con su sonrisa
de
buenos días seguida de una lección interminable
Me
fastidia ese amor repetido en mi libro primario
Mamá
me ama,
Papá
me ama,
Mamá
me ama,
Ese
amor de página primera
que
retrasa mi llegada al patio del recreo
con
mis zapatos de huequitos en la punta
Mañana
es septiembre.
Un
portón de peleas callejeras me recibe.
Soy
yo, tela blanca
con
unas letras bordadas en mi bolsillo izquierdo
Yo
y mi sonrisa zángana
a
poca distancia de mi cabello aceitoso.
Yo
y mi cuaderno Libertad con un caballo
de
Bolívar encaramándose en un laurel romano
Yo
y mi futuro de sabio
Porque
llegaría a saber que Cristóbal Colón nació
en
Génova pero algunos historiadores dicen que
nació
en Ponte Pedra de Galicia
Yo
y mi porvenir de ignorante porque no me aprendería
de
memoria la historia del torito negro y el torito colorado.
Somos
la maestra septiembre y yo
entristecidos
por los pizarrones negros y la
ausencia
de la lluvia
Septiembre
y yo sabemos
que
los trompos tienen más valor que la tabla de multiplicar
Y
que las páginas de los cuadernos se hicieron
solo
para construir barcos de papel.
Mañana
es septiembre
Primero
trataré de entender nuevamente
lo
del Gloria al Bravo Pueblo
Yo,
Vicente Salias y Juan José Landaeta.
Después
veré un murciélago trastornándoles la quietud
a
los pupitres
En
uno de esos pupitres labraré un corazón y tu nombre
con
la hojilla que le sobró a las barbas del abuelo
Yo
y el amor
A VECES, POR LAS TARDES (Rafael José Álvarez)
A veces, por las tardes
a la sombra de un caujaro,
ella hablaba a mi madre de sus primos
lejanos.
Flor María descubría en la oscuridad
de su boca
largas avenidas bordeadas
de unos árboles viejos
con grandes colgaduras de flores recientes.
Su lengua ponía en movimiento
nerviosos animales de lana resplandeciente
sobre unos yerbazales oceánicos.
Su mano iba y venía y la conversación
se tornaba a veces tan grisácea
como una lluvia a punto de caer.
Temor no hubo
ni vacilaciones a la hora de viajar.
Sólo que cambió su travesía
por un corral de gallinas
en San Pablo,
un trozo de monte iluminado
por el temblor de las perdices
y el aire secreto de saberse
muerta desde entonces
antes que aterirse de dolor y sufrimiento
en un sillón de Amsterdam.
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