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lunes, 8 de diciembre de 2014

CUENTOS VENEZOLANOS DE NAVIDAD (Varios autores)

Sorpresa y entusiasmo ...así vemos la Navidad 
(archivo de Maritza Torres Cedeño)

La Navidad no es un cuento; es una cuenta de las ilusiones de los padres 
y las esperanzas de los niños que entretejen,  momentos inolvidables, 
 nostalgias y, al mismo tiempo,  de la realidad presente  y el porvenir 
con una mágica fuerza que solo puede abarcar, lo más secreto de nuestro corazón 
(Imagen del archivo de Exira Baez)


                             También disponible el enlace máster: 
Poesía Navideña, Cantos y Tonadas de parranda. Varios autores y agrupaciones



2018

Cuentos Venezolanos de Navidad (17) El Morrocoy y El Ratón (Carlos Reyes)


Cuentos de Navidad: dos relatos encontrados (Carlos Mujica y Salvador Jiménez Segura)



Cuentos Venezolanos de Navidad: LAS HOJAS SECAS DE AQUEL ÁRBOL (Juan Emilio Rodríguez)

http://letrasllaneras.blogspot.com/2018/11/cuentos-venezolanos-de-navidad-las.html




Otros  cuentos


Fiesta de Locaínas, Inocentes y Zaragoza (apuntes y fotografías) http://letrasllaneras.blogspot.com/2015/12/fiesta-de-las-locainas-y-los-inocentes.html



 “San Nicolás Dormilón y Epifanía” de Efraín Ynaudy Bolívar http://letrasllaneras.blogspot.com/2017/11/dos-relatos-navidenos-de-efrain-inaudy.html


 "Los Cochinos Navideños": Relato de Samuel Omar Sánchez Terán


 "La Mujer de la Iglesia Santo Domingo" Relato de Samuel Omar Sánchez Terán



 "El Susto en la Cocina del Internado" Relato de Samuel Omar Sánchez Terán



 "El Paseo del Pavo de Navidad" Relato de Samuel Omar Sánchez Terán



 "El Duende en Navidad" Relato de Samuel Omar Sánchez Terán




SIMÓN BOLÍVAR Y LA NAVIDAD

La Navidad de Pirulito y otros relatos de Amarily López


http://letrasllaneras.blogspot.com/2016/12/la-navidad-de-pirulito-y-otros-relatos.html



Hermanos (Adriano González León)


El empleo de San Nicolás (Orlando Sánchez)


La Navidad del Niño Campesino (Rafael Zárraga)


La Carta (José Ana Silvera)


La Bicicleta Roja (Ramiro Moreno Calvete)


Lunalena y la Oveja Pata Rota (Juan Emilio Rodríguez) http://letrasllaneras.blogspot.com/2014/11/cuentos-venezolanos-de-navidad-6.html

 

LA CIUDAD DE LOS REYES MAGOS 

http://letrasllaneras.blogspot.com/2014/11/cuentos-venezolanos-de-navidad-la.html



Los Juguetes y El Niño Pobre (Luis José Alvarado)


Una Cena con el Niño Jesús (Gerardo López Bastidas)


"Tres días después, era Nochebuena" (Orlando Araujo)

martes, 25 de noviembre de 2014

Cuentos venezolanos de Navidad (3): La Navidad del Niño Campesino (Rafael Zárraga)




Niño llanero en su juego-faena (archivo de Héctor Pettit)



El niño llanero de Cojedes siempre protagoniza su "Navidad"

El niño estaba limpiando la huerta con su pequeña escardilla. Largos hilos de frijol parecían nacerle en los pies. Un ancho sombrero le caía sobre la frente, donde las gotas de sudor eran como perlas amontonadas. Nos miró fijamente. Esperaba que le dijéramos algo.
-¿Dinos como es tu nombre, y cuántos años tienes?
-Luis Vicente, y tengo nueve años.
-Si, en primer grado.
-¿Qué te gustaría ser: músico, médico, o pintor?
-Pintor.
-¿Sabes tú lo que es un pintor?
-¡Gua! Uno que pinta muñecos.
Dio un escardillazo en el suelo; un bocado verdinegro salió prendido al filo de la escardilla, dejando al descubierto el negro corazón de la tierra.
-¿Vas todos los días a la escuela?
-No, algunas veces no voy.
-¿Y qué haces cuando no vas?
-¡Gua! Voy pal’ río a busca agua, o a busca leña; o si no voy pal’ conuco.
-¿Sabes tú quien es San Nicolás y el niño Jesús?
-El Niño Jesús no sé quién es, pero a San Nicolás si lo he visto pintao: es un viejito con una chivota largotota.
-¿Te ha traído San Nicolás juguetes en diciembre?
-No, el nunca me ha traído na.
-Si este año te lo trajera, ¿Qué te gustaría que te regalara? Se quedó pensando un instante; luego respondió:
-Una pistolita de agua como las que tienen los muchachitos de La Palma.
-¿Y quiénes son esos muchachitos?
-Los hijos de Don Enrique, el amo de la vaquera y de las tierras.
-¿Y tú no tienes con que jugar en tu casa?
-Yo sí…. Tengo una “china”, un carrito con ruedas de ceiba, y un trompito. Y no preguntamos más. Allí lo dejamos con su escardilla y el deseo de aquella pistolita. Abajo, en la hondonada, el rio parecía tornarse altivo. La risa de los niños era como un golpear de espumas. La voz de la cigarra más triste. Y mientras un hilo oscuro se fugaba a través del cañizo, oímos un nombre: José. Estaba arrinconado a la puerta de su choza, con un pedazo de terrón entre las manos. Y más allá, Pedro y Francisco y Juan, que igual pudieran ser: Ernesto o Ramón, o Jacinto, jugaban con piedras y con carritos de ruedas de ceiba. 
Dejamos el pueblo, la escuela, y la pequeña capilla con su campanario blanco. A lo lejos quedaron las chozas como negros murciélagos, y las manitas vacías de los niños que nos decían adiós.

lunes, 24 de noviembre de 2014

Cuentos venezolanos de Navidad (2): El Mejor Empleo del Mundo

"era un simple maestro de música llanera para niños cuando 
quiso tomar el empleo de San Nicolás" 
(archivo "Hábleme de Puro Llano, compa")



Los aspirantes a San Nicolás en Venezuela difieren mucho del molde clásico 

SAN NICOLÁS (Cuento de Orlando Sánchez)
Pobre de aquel hombre que pasó todo el año sin tener con qué comer y que al aproximarse la Navidad siente con dolor la tristeza de estar desempleado, qué vaina, a mí no me importa pasar el año “vagueando”, pero el mes de Diciembre… cuando mis muchachitos le piden el Niño Jesús que soy yo, pero que ellos no lo saben y tú sabes  que no se van el cuento de que el Niño Dios les trajo menos que a sus amiguitos por ello del alto costo de la vida o por la inflación, porque estos muchachos de ahora son demasiados vivos. Por qué el Niño Jesús la va a coger con nosotros –me dirán- cómo a fulanito si le trajo; no compadre, en Diciembre se trabaja así sea de barrendero y si no consigo trabajó me busco una latica de cerveza “Zulia” y me paro en la puerta de Centrohueco a ver si así consigo alguito para los juguetes del veinticuatro.
Pero si en Centrohueco andan buscando un hombre para haga el papel de San Nicolás – dijo el anterior oyente –échele pichón, compadre, en el mundo no hay trabajo mejor que ese, figúrese que usted va a entrar a la una de la tarde y va a salir a las nueve de la noche y todo lo que usted hará será sonreír y repartir caramelos a los muchachos, anímese a usted le dan ese puesto por la nariz, compadre, esa nariz suya, así colorada como usted siempre la carga, lo ayuda, eso es lo único que se le va a ver, compadre, nadie lo conocerá, no le dé pena, vaya donde la amiga mía y dígale que va de mi parte y segurito que mañana amanece usted empleado en la mejor tienda de la ciudad, ¡Naguará!
Inmediatamente le dieron el empleo y de una vez le entregaron el uniforme y la fidelidad le llevó donde la familia de su compadre a ofrecer sus influencias en la repartición de caramelos. Este uniforme lo dejaré aquí en su casa, compadre, es por mis muchachos, usted sabe, me da lástima que lo vayan a saber. ¡Ah! Los zapatos no me quedaron buenos, tal vez a usted le queden mídaselos.
Al día siguiente la comadre llegó a la tienda con sus muchachos, quienes gozaron enormemente comiendo caramelos gratis y todavía durante las primeras horas de la noche masticaban los chicles que el viejo les había dado.
Al otro día, la comadre estaba tan entusiasmada que recogió a los hijos de su compadre y se los llevó para la tienda.
Desde aquí la vida se ve distinta – piensa San Nicolás- nunca había visto tantos niños juntos, de todos los colores y todas las edades, pero casi todos reciben dulces por no dejar, menos los hijos de mi compadre, carajo, esos, si que gozan con los caramelos.
Al principio me ilusioné mucho con este trabajo. Creí que haría feliz a millones de niños; pero no fue así, la verdad es que me provoca salir corriendo para algún barrio de pobres y ver si así a los hijos de mi gente gozando un puyero con mi llegada.
Como a las tres de la tarde llegó la comadre con su arreo de párvulos, y el mayorcito, el más o menos seis años, se quedó muy serio mirándome los zapatos, y de pronto dijo: ¡Pa’ mi ese es mi papá! No juegue, compadre, la comadre soltó la risa y a mí se me cayó la bolsa de caramelos y los muchachos como que creían que la cosa era una piñata porque se tiraron al piso como recoger juguetes y tumbaron un estante de camisas y en medio de aquel zaperoco yo no encontraba qué hacer y después bajó el gerente y me dijo que yo no servía pa’ esa vaina que le devolviera su disfraz y que me fuera pal’ cipote. Lo que más me duele, compadre, es que ahora mis muchachitos están diciendo que no les va a traer el Niño Jesús, pero que San Nicolás sí.

***Cuento transcrito de: Cuentos Larenses de Navidad (Barquisimeto, 1993), compilados por Yeo Cruz y publicados por la Asociación de Escritores del Estado Lara.