viernes, 20 de noviembre de 2015

MENSAJE PARA LOS AMANTES DE LA MÚSICA VENEZOLANA

El poeta Francisco José Aguiar  y su padre  Francisco Aguiar


MENSAJE PARA LOS AMANTES DE LA MÚSICA VENEZOLANA

(Francisco José Aguiar)



Imagen hogareña de la familia Aguiar


En nombre de mi familia y en el mío propio, quiero darle las gracias a todas las personas que mostraron su afecto al cantautor de “Lucha, estudia y vencerás”. Mi padre hizo hincapié en este tema “ya que se trata de una canción mensaje para nuestro pueblo”, pero sin menospreciar el resto de sus canciones pues son un aporte a nuestro acervo cultural.


Hoy que veo el tiempo en retrospectiva me siento participe de muchas de ellas. Francisco Aguiar acudía a mí en muchas de sus creaciones. Recuerdo que en sus instancias creativas me decía: “¡Hijo, consígame un hoja y un lápiz que me está llegando una musa!”. Le proporcionaba dichas herramientas con celeridad pues esta es la forma de atender a las musas. A las musas hay que atenderlas con prontitud y atenderlas bien, para que se queden con uno.


Siempre admiré la entrega de mi padre hacia la música venezolana. Lo mismo era para él cantar una gaita, un golpe tocuyano, un galerón o un joropo. Por eso cuando escucho a mi hermano Manuel interpretar en el arpa un diamante, una chipola, una quirpa o a mi hermano Rafael rasgar el cuatro al son de un zumba que zumba o a Miguel sonar los capachos con su estilo peculiar. . ., siento que esa entrega nos fue transmitida de la manera más efectiva que existe: la que es transmitida con el ejemplo.


También admiré su capacidad para hacer amigos. Mi papá tenía amigos en cada región de nuestro país. Amigos que vinieron a homenajearlo, a despedirlo como se despide a un cantor. A un cantor se le despide con música, con poesía, con aplausos.


Ahora bien, no pudiendo nombrarlos a todos, nombraré a algunos y espero que el resto me dispense. Nombraré a los locutores Genrrys de Jesús Soto, Luis Araujo Trocel y Juan Vicente Maya Salazar, a los cantautores Ricardo Cuba, Simón Piñero y Ángel Zapata, al compositor Lorenzo Díaz y al maestro Inés Carrillo. A todos quiero darle las gracias una y mil veces.


Por último, quiero expresarle a los amantes de la música venezolana. . . que ha muerto el poeta pero no la poesía. La poesía es un elemento que ostenta eternidad y como esto es así, debemos apreciarla en la realidad que nos circunda.



miércoles, 4 de noviembre de 2015

55 años de la grabación Florentino y El Diablo (Audio musical completo)

El temible "Cantador Sombrío"  encarnación misma del Diablo 
(archivo IACEB) 

En el 2020 arribamos a los primeros cincuenta y cinco años  de la célebre grabación discográfica  de la "Leyenda de Florentino y el Diablo", composición  realizada por José Romero Bello, sobre el poema popular llanero compilado por Alberto Arvelo Torrealba, y difundido en cuatro distintas versiones, la primera en teatro (no escenificada) y las tres publicadas de dicho contrapunteo: 1940, 1950 y 1957.

José Romero Bello, máximo compositor de leyendas de la música llanera 

Los créditos de esta grabación corresponden a José Romero Bello (Florentino), Juan de Los Santos Contreras, el “Carrao de Plamarito” (El Diablo) y el conjunto “Los Llaneros del Oeste", con Joseito Romero en el arpa. En 1979, este elenco versiona de nuevo esta pieza, añadiéndole varios diálogos que acrecientan su valor escénico y didáctico.     
El careo, que centra la leyenda, tiene como territorio las llanuras de Santa Inés, estado Barinas, pero su simbología abarca las sensibilidades  que nos apremian como pueblo: la permanencia y el bien contra la oscuridad y el mal, en una disputa que se libra al borde de la “Negra Orilla del Mundo”, como le calificara Humberto Febres.
Florentino, coplero errante y el mejor cantor del Llano, acepta contrapuntear con un cantor de sus mismas cualidades: un ángel caído que encarna al mismo Diablo. El Diablo, es un hábil maraquero,  indio, para más señas, por su parte Florentino, se presenta como peón de sabana diestro con el cuatro.
Para Duglas Moreno: “En este enfrentamiento Florentino sabe que encara lo enigmático, por eso reafirma que: “No quiero ocultar mi sombra / ni me espanto de la suya”. Mientras que el Diablo, estando al tanto de su condición sombría, responde en un pasaje de la leyenda que: “A mí no me espantan sombras / ni con luces me desvelo”.
Tanto Florentino, así como el Diablo, reconocen el misterio y la fuerza siniestra que existen su lucha. No obstante, el Diablo lleva a Florentino a un paraje, donde no hay destino. No existe el horizonte ni el recorrido y le dice:

¡Ay! catire Florentino,
cantor de pecho cabal
qué tenebroso el camino
que nunca desandará
sin alante, sin arriba,
sin orilla y sin atrás.

Este enfrentamiento no sólo es entre las sombras y la luz, sino entre el Llano y las tinieblas, entre el hombre y el maligno, entre la vida y la muerte, entre lo divino y lo maléfico, entre dos cantantes.  Uno que nació en el Llano y el otro, experto coplero de la sabana, pero que viene del más nunca y lleva su paso hacia el jamás, es decir, hacia la infinitud. Florentino sabiendo que su fortaleza está en la llanura, confiesa:

Porque mientras llano y cielo
me den de luz su caudal
mientras la voz se me escuche
por sobre la tempestá
yo soy quien marco mi rumbo
con el timón del cantar.

Termina esta porfía con un Florentino triunfante, pero el Diablo, no cae, sino que, en compases de silencio, en negro bongo, toma la enrancia”.  De esa manera Florentino derrota al  “Cantador Sombrío”,  conjugando cuatro destrezas: el talento de su voz, su   poesía, la salida del sol que disipa las sombras  y la ayuda de poderosas entidades celestiales, cuya larga letanía culmina así:

¡San Miguel! dame tu escudo
tu rejón y tu puñal,
Niño de Atocha bendito,
Santísima Trinidá.

  En cuanto a la grabación a que hacemos referencia, hecha por el sello Velvet, según Elba Romero López fue: “compuesta en Acarigua, Portuguesa, el 11 de abril de 1965”. La fecha es por demás significativa, pues el 11 de abril de 1749, las autoridades coloniales del imperio español, prohíben el joropo en todo el territorio de la, entonces, Capitanía General de Venezuela, so pena de excomunión, cárcel y multas. Esta coincidencia viene a significar uno, sino el principal,  de los desquites históricos del acervo musical llanero contra sus opresores. 
Caben indicar que este registro discográfico, la literatura fantasmal llanera alcanza la aceptación de las casas discográficas, las emisoras de radio, la prensa escrita, el cine y la televisión e incluso el mundo educativo folclórico venezolano, mediante distintos espacios en los que Florentino y el Diablo, junto a las demás leyendas que se le sumarán años se tornan referencia y excusa para debatir y conocer lo nuestro.
Otro hecho muy llamativo, es la zona geográfica de esta composición de Romero Bello; el estado Portuguesa, de donde surgirá, casi de seguido, la afamada pieza “El Silbón, Leyenda Llanera” de Dámaso Delgado, la cual, igualmente, tuvo una versión teatral (en 1966), y cuya difusión discográfica comienza entre 1967 y 1968.
Calificados especialistas de la poesía musical criolla, indican que la grabación de  Florentino  y El Diablo, creó un auge inusitado en la cultura llanera, posibilitando, entre otros aportes, que composiciones similares rebasarán el formato comercial del 45rpm, en acetato, de unos 3 minutos como  máximo y se pudiesen desarrollar obras con mayor libertad artística y duración.
También se agrega que, gracias a la popularidad inmediata del reto entre Florentino y el demonio, distintas casas disqueras incluirán en sus listas de artistas a muchos compositores, conjuntos e intérpretes adscritos al patrimonio cultural llanero "no divulgado".
Como ejemplos de la afirmación anterior podemos señalar a  Discos Cachilapo,  en la promoción de tres  importantes leyendas llaneras, a saber,  en 1976,  la “Leyenda de Juan Machete”, luego, en 1978: “La Sayona”, máximo espectro femenino de Venezuela, y la Leyenda de Federico y Mandinga, todas ellas pertenecientes a José Jiménez, el “Pollo de Orichuna”. El sello disquero Venedisco, distribuye dos reconocidas leyendas en 1978: “La Leyenda de Uverito”, compuesta por Víctor Vera Morales y,  "La Leyenda de Kirpa",  de José Vicente Rojas. Posteriormente, la casa disquera Divensa, aportará la “Leyenda del Cazador Novato y El Diablo”, compuesta por Rafael Martínez Arteaga (El Cazador Novato) y *El Ánima de Santa Elena”: leyenda de Héctor Paúl Vanegas. 
Pero, de estos logros reseñados y algunos omitidos, quien más destaca es el propio José Romero Bello, con sus composiciones “Leyenda de Paulino El Turpial y Custodio Quendo”, grabada con el sello Velvet en 1978. Con la casa Discomoda quedan las dos partes de la leyenda  “La Historia de la Rubiera”, infernal hato del estado Guárico. En 1981, nos entregará “Cantaclaro”, basada en la famosa novela de Rómulo Gallegos, grabada por el sello Sonográfica.   

Disfrute de la versión musical completa de este afamado contrapunteo en


Florentino y El Diablo




Isaías Medina López