Su presencia
solamente
animó mi
desvaído
semblante de
penitente,
angustiado y
perseguido.
Al verla
sentí alegría
como siente
el que naufraga
al llegar la
luz del día.
Ya nada en mí
me amargaba.
Mi vida se
reanimó;
el campo se
hizo florido:
en mi corazón entró
un algo
desconocido.
Un algo
desconocido
que comencé a conocer,
al echar por
el olvido
el antiguo
padecer.
De la tierra
donde estaba
se comenzó a
levantar
una planta
que llevaba
una prestancia sin par.
La planta se hizo
imponente
entre todo aquel verdor
y del follaje presente
salió de
pronto una flor.MI FLOR
I
Una vez
anduve solo
acompañando a mi flor;
como celoso
guardián
la cuidaba
con amor.
Ella me ofrendaba el néctar,
la fragancia y el candor,
la frescura
de sus pétalos,
la gracia de su esplendor.
II
Mi flor fue
la primavera
que desparrama en abril
ese encanto majestuoso
que la hace
una flor gentil.
Hizo ella de
mi existencia
para vivirla feliz
una cadena de
besos
toda sola para mí.
III
Mi flor
irradia preciosa
refulgente, clara luz
tal cual a dones benditos
con que
adorna la virtud.
Mi flor
alumbró los pasos,
mi flor me
dio la salud.
Era mi campo
florido,
era un amplio
cielo azul.
IV
Mi flor me
dejó en el campo
cual semilla en el desierto
como se pierde la vida
cuando el hombre cae muerto.
Mi flor era la alegría
de que mira del firmamento
con la frente levantada
y claro su entendimiento.
V
Cambió de
pronto mi flor
para hacerse tempestad,
y aquella dulce estancia
en calvario
fue a parar.
Brecha de
espinos zarzales
mi flor me
dio a transitar,
duro camino sediento
de una triste
soledad.
EN ELLA NACIÓ UNA LUZ
Puedo en mi verso decir
que en la
oscuridad vivía
triste y solo
mi existir
amarga la
vida mía.
Vivía pensando
que un día
tal vez pudiera encontrar
bálsamo que curaría
la enfermedad de mi mal.
Canto y por
querer cantar
busco en mi canto salud
de poderme
acompañar
con un rayito de luz.
Dióme sendero
de luz
en la oscura
soledad
como lo hizo Jesús
con toda la cristiandad.
Ella me dio
su bondad
al encontrarme inseguro;
apartó la
soledad;
me entregó cariño puro.
Miré claro
donde oscuro
la vida me parecía.
Ahora contemplo segura
Ahora contemplo segura
esta misma
vida mía.
Mi camino es
mediodía,
ya no existe tempestad.
Ella me alumbró la vía,
ya no existe soledad.
LAS FLORES DE MI QUERER
De las flores
más hermosas
no hallo cuál escoger
porque si escojo la rosa
dónde dejaré el clavel.
Si escojo la
margarita
se me enoja
el malabar;
y si prefiero el jazmín
se me inquieta el tulipán.
Mi jardín
está formado
de flores
cuál escoger.
Me quedaré
con la Dalia
porque me dio su querer.
SOY CULPABLE
HE PENSADO
SERIAMENTE
TODO EL MAL
QUE TE HE CAUSADO:
RAZÓN TIENES SUFICIENTE
PARA HABERME
DESPRECIADO.
Abrí ante el
mundo mi pecho
mostrando mi
soledad.
Busqué el bien, hallé maldad,
encontré todo
deshecho.
Anduve
siempre al asecho,
parecido a un penitente,
buscando cual
pretendiente
lo que
calmara mi sed,
y al
encontrármela a usted,
HE PENSADO SERIAMENTE.
Pienso que la
vida es buena
Para quien
sabe querer
Y se hace
corresponder
Del amor que
la encadena.
Por eso, tú,
flor morena.
Cuando
estuviste a mi lado,
En cada beso
entregado
Quise
adueñarme de ti
Sin tener
presente en mi
TODO EL MAL
QUE TE HE CAUSADO.
Fuiste mujer
generosa,
Como nadie
comprensiva.
Nunca te
mostraste altiva;
Eras siempre
cariñosa.
Ese amor no
fue otra soca
Que una dicha
refulgente;
Sin embargo,
fui exigente
En pedir en
demasía,
Por eso,
morena mía,
RAZÓN TIENES
SUFICIENTE.
Fui jardinero
que quiso
Tener jardín
de una flor,
Y por esa
flor mi amor
Fue creciendo
con hechizo.
Mi corazón se
deshizo
Al sentirme
desechado.
Era tarde y
ya el pecado
Había marcado
su frente.
Era causa
suficiente
PARA HABERME
DESPRECIADO
DESPRECIO
Estaba la
flor de pie
al paso del
jardinero
esperando no sé qué,
hizo un gesto lastimero.
Saludó con
displicencia
tal vez por
no saludar;
é! siguió con
diligencia;
la flor quedó
en el lugar.
La siguió con
la mirada;
hasta el sitio regresó
y la flor
toda inmutada
sorprendida se quedó.
Buscó
hablarle el jardinero,
pero la flor se deshizo.
Allí quedó
prisionero
al ver que la
flor no quiso.
Al ver que Ia
flor no quiso
conversar en santa paz;
y allí
pronto, de improviso
lo dejó en aquel lugar.
Su mente se
volvió oscura;
renació su soledad,
y un mal que
no se cura
lo Invadió cual tempestad.
Pobrecito el
jardinero,
murió de pena aquel día.
Anda como un
pordiosero
padeciendo su agonía.
ESTÁ MUERTO EL JARDINERO
Han herido
gravemente al Jardinero.
De su pecho
generoso y compañero
va la vida desprendiéndose hacia el cielo
y su cuerpo
dolorido revolcándose al suelo
ha quedado
como muestra del lucero.
El que ama
siente y sufre lacerante.
El que ama
con pasión vive anhelante
por tener en
el amor la vida misma
como luz de una estrella rutilante.
Han herido al
jardinero; yacía muerto
por la herida
más profunda e infinita.
Ya no puede
contemplar su flor, la más bonita.
Abre el
cielo, su penumbra quejumbrosa,
en el aire se
respira el sabor de la amargura.
No se sabe lo que pasa; eso sí, una cosa
está
presente, latigueante y prematura.
¿Quién la
vive? -no sabemos- ¿quién la siente"
Si es la
estrella que él miraba tiernamente:
o es la flor
que él cuidara con esmero
o la vera de!
camino, o el beso compañero.
iAy, cuan
vaga es la esperanza soñadora
del que vive de ilusiones en la vida!
Si ya ha
muerto el Jardinero, es a hora
de enterrarle
las tres flores en la herida.
Si no vive el
Jardinero, ¡qué tristeza!
Vivió entre
las flores, y ha muerto por la flor
de sus
amores. En el mundo, ¡qué belleza!;
en su pecho,
¡qué ilusiones!; en su alma, ¡qué dolor!
Transcripción de Dayana Castellanos tomada de CANTOS A UNA FLOR, poemario de Octavio Páez (1940-1985) editado en San Carlos, por el Círculo de Escritores del Estado Cojedes en 1995.