La dulzura de su aspecto puede engañar a cualquiera.
Imagen el archivo de Joel González
LOS DUENDES
Se dice que estas criaturas extrañas son
manifestaciones de los niños que viven en el “limbo”, porque mueren sin
bautizo, son abortos o hijos que han muerto y que durante su corto paso por
esta tierra fueron malcriados, llegando hasta el extremo de golpear a sus
padres.
Para ilustrar este tipo de presencia
sobrenatural no hizo falta efectuar entrevistas, debido a que existe una
experiencia propia, muy concreta, con respecto a estos gnomos o Poltergeist y
es que en una casa, ubicada en Acarigua y que fue de mi propiedad, por espacio
de quince años hubo un duendecillo que vivió con nosotros, sin causarnos ningún
problema grave. ¿Cuándo llegó?... No sabríamos precisar el momento exacto, pero
llegó y después de tocar, suavemente, la credibilidad de los habitantes de la
casa se instaló definitivamente con la familia.
Este duendecillo o espíritu burlón comenzó
inesperadamente a producir ruidos de llaves en las cerraduras y a llamar por su
nombre a los miembros de la familia con las voces de los demás integrantes y ya
era usual que, estando la casa en silencio, cualquiera saliera de un cuarto o
de algún sitio de la casa gritando: ya voy… y cuando llegaba frente a la
persona que, supuestamente, lo había llamado, comprobaba que era falso, que
nadie había hablado. Esta situación se repetía a diario, luego comenzó a apagar
y prender luces, a abrir puertas y a cambiar de lugar algunos objetos. Sin
embargo esta situación no amedrentaba a ningún miembro de la familia. Una vez,
mi hija mayor regresó a casa después de su divorcio y David, nombre que ella
misma le colocó y que después se familiarizó entre todos los habitantes de la
casa y los amigos más allegados, se disgustó tanto por su regreso a casa que se
puso insoportable. Una noche, estando yo de viaje, como a la una de la
madrugada la despertó porque estaba casi sobre ella respirándole en la cara
como un mono negro, que sigilosamente se escondió detrás de un escaparate. Otra
vez lo vio con figura de verdugo colocado frente a su cama y acompañado de
otros verdugos. Esa noche mi hija llegó a mi cuarto prácticamente privada, con
los ojos fijos y sin poder hablar. David estaba realmente insoportable…
silbaba, se veía su sombra cuando atravesaba las habitaciones de la casa, movía
los carros u otros juegos de los niños, abría los chorros de agua de los
lavamanos y del lavaplatos.
Pero una tarde llegó al colmo al encender el
quemador de una cocina a gas que no
tenía piloto. Mi hija al ver esto, conjuntamente con una muchacha de servicio
que trabajaba en la casa se dispuso a insultar a David con fuertes palabrotas y
a correrlo para lo más profundo del infierno. Cuentan las dos jóvenes testigos
de este episodio que un perro llamado Amigo que estaba parado en la puerta de
la cocina, de repente, lanzó un chillido horrible y todo el pelo, desde la
cabeza hasta la cola, se le paró como si fuera un cepillo de alambre.
Transcurrió algún tiempo y la presencia de David no se sintió más en la casa.
Un año después mi hija se casó de nuevo y se
fue de la casa. Yo me sentí muy sola y creo que extrañaba a David, sentía la
casa vacía y muy fría. Una noche, como a las doce llamé a David, lógicamente,
no lo vi, pero le dije que si él se sentía bien en nuestra casa, si le gustaba
su silencio y ese ambiente de lectura y creación que podía regresar, que ya mi
hija no estaba.
La tercera noche después de mi llamado,
estaba dormida cuando sentí que la mesita de noche era movida por alguien que
la mecía como si estuviera falsa en el piso. Desperté, recordé a David, sostuve
con mi mano la mesa y le dije: Está bien, David, ya sé que llegaste.
Inmediatamente volví a recobrar el sueño.
Una noche la profesora Juhdy Villegas y yo
fuimos a una fiesta y como ella, en ese tiempo (1982), vivía en Píritu,
acordamos que se quedaría en mi casa. Cuando regresamos eran como las doce de
la noche y ella se bajó del carro para abrir el portón del garaje. Yo noté que
ella se quedó paralizada y luego comenzó a gritar, pues de adentro de la casa
salía un ruido muy fuerte como si una moto estuviera encendida en el garaje.
Yo, rápidamente, bajé del carro y contra la voluntad de mi amiga que no quería
que entrara a la casa, me introduje y vimos con asombro que en el cuarto que
toda la familia nombraba como “el cuarto de David” estaba la máquina de coser trabajando
a toda velocidad, sin poder ver a la persona que estaba cosiendo. Desde esa
noche la profesora Juhdy Villegas jamás se volvió a quedar en mi casa.
En el año 1985 contraje nupcias y parece que
a David no le cayó muy bien mi marido porque durante el año y medio que duró mi
matrimonio casi lo enloqueció. Mi esposo llegó a verme caminar por la casa de
un lugar a otro, teniéndome agarrada de la mano. Fue tanto el terror que sembró
en él que en los últimos meses de matrimonio, teniendo llave de la casa, cuando
llegaba primero que yo, como en la casa no vivía nadie más, él prefería
esperarme sentado en la acera, pues no se atrevía a entrar solo a la casa.
Fue tanto el problema que me causó David en
ese matrimonio que opté por buscar un sacerdote para exorcizar la casa. Después
de hacer muchas diligencias logré hablar con el Padre Ramiro Castaño y él
accedió a hacerme una visita para tratar de limpiar y bendecir la casa. El
Padre Ramiro, mi esposo y yo nos ubicamos en el “cuarto de David” y cuando el
sacerdote levantó la mano para hacer la señal de la Cruz, una foto de mis
hijos, tomada el día de ellos hicieron la primera comunión y que estaba colgada
en la pared, frente al Padre Ramiro, explotó con un fuerte ruido y cayó al
suelo vuelta añicos. La foto estaba colgada entre dos vidrios y con una
cadenita que servía de sostén en el clavo. Todo cayó y el clavo quedó
incrustado muy fuerte en la pared conjuntamente con la cadena. Es de hacer
notar que esa foto tenía más o menos diez años colgada en ese cuarto.
En una oportunidad, ya estando divorciada, en
que viajé a Caracas acompañada por la profesora Juhdy Villegas, cuando llegué
sola a la casa, porque ella no quiso quedarse, eran las doce y media de la
noche y habiendo entrado y revisado las cerraduras de las dos puertas de la
casa y consciente de que todo estaba normal, me dispuse a sacar unos libros que
había comprado en el viaje y cuando estaba revisando alguien se me acercó, yo
sentí su proximidad, y me habló al oído con un seseo tan profundo que sólo pude
captar al final la palabra “más”. A mí se me erizó todo el pelo y casi me
desmayo porque no pensé en David, sino en que algunos bandidos se habían
introducido en mi casa y me estaban esperando. Saqué valor de mi Dios interno,
giré mi cuerpo con la intención de negociar con los intrusos, pero mi sorpresa
fue mayor al no ver a nadie alrededor. Enseguida le dije en voz alta: Así no,
David. ¿Qué vaina es?… ¿tú me quieres matar de un susto?. Y sin temor de
ninguna especie continué revisando los libros. Ese ser nunca me inspiró miedo y
si narro todas las experiencias tendría que hacer una historia separada de este
trabajo, porque en quince años son muchas las anécdotas vividas, no sólo por
mí, sino por familiares y visitantes, por lo tanto se hizo una selección de los
acontecimientos más inverosímiles registrados en este caso. La casa se puso en
venta y tardé cuatro años para poder
venderla. Ignoro si David sigue viviendo en ella o no está conmigo en la granja
donde habito hoy, pues no se ha vuelto a manifestar. Lo que sí es cierto es que
la casa, posteriormente, ha sido vendida varias veces porque supuestamente la
gente que la compra no puede vivir en ella por los acontecimientos anormales
que allí suceden.
Tomado de "Mitos y Leyendas predominantes en el Estado
Portuguesa" de Carmen Pérez Montero.
Carmen Pérez Montero. Nacida en Tinaquillo, Cojedes y residenciada en Araure, Portuguesa. Profesora Titular de I.U.T.E.P. Sus poemas, investigaciones didácticas y culturales se divulgan, de manera sólida y contundente, en libros, diarios y blogs de nuestro país desde 1964.
Carmen Pérez Montero. Nacida en Tinaquillo, Cojedes y residenciada en Araure, Portuguesa. Profesora Titular de I.U.T.E.P. Sus poemas, investigaciones didácticas y culturales se divulgan, de manera sólida y contundente, en libros, diarios y blogs de nuestro país desde 1964.
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