Los claroscuros de la vida y el adiós en el alma.
Imagen el archivo de Maritza Torres Cedeño
HUELLAS
DE LA MUERTE EN EL POEMA 31 DE DICIEMBRE
DE AIDA SÁNCHEZ DE MORA
Mervis Y. Velásquez
Diciembre,
es un mes identificado con la Navidad, es un tiempo cargado de remembranzas, de
deseos, de imaginación, de historias, de emociones, de alegrías, de nostalgia,
de sentimientos encontrados. Es época de recordar y reflexionar, no solo sobre el rumbo de nuestras vidas, sino
también sobre los nuevos propósitos. Es un espacio inspirador para poetas como:
Andrés Eloy Blanco, Julio Cortázar, Mario Benedetti, Pablo Neruda, Cesar
Vallejo, Francisco de Quevedo, Antonio Machado, entre otros. Diciembre es un mes de Literatura.
Y la literatura es arte, es
palabra creadora, es canto, es mito, es leyenda, es tradición; fuente
inagotable de aventuras, experiencias e imaginación; estimula nuestra
sensibilidad y nos invita a la construcción y reconstrucción del mundo
circundante. La literatura también, posibilita la reinvención del lenguaje y su
tránsito a través de la poesía.
La
poesía es “conocimiento, salvación,
poder, abandono, operación capaz de cambiar al mundo, la actividad poética es
revolucionaria por naturaleza”. (Paz, 1973, p.13). Además, es producto de la energía creadora del ser humano, es
un método de liberación interior.
Esta definición de poesía me lleva a
conversar acerca de la escritora
cojedeña, Aida Sánchez de Mora, quien estableció una poética centrada en su espacio
vital, visiblemente, enriquecido por las tradiciones, las supersticiones,
el amor y la muerte, tópico literario universal
por excelencia. Los escritores, desde diferentes perspectivas y géneros han
cautivado a los lectores presentándoles materializaciones imperecederas de la
muerte.
Tal es el caso de La Odisea de Homero quien describe la muerte de Aquiles desde una visión heroica y gloriosa;
la obra Romeo y Julieta de
Williams Shakespeare historia de amor de dos jóvenes pertenecientes a familias rivales con un desenlace trágico por
la muerte de los protagonistas y el poema Mi Padre el Inmigrante del escritor
venezolano Vicente Gerbasi cuyo tema está conectado, indisolublemente, con el
recuerdo de su padre muerto, solo por nombrar
algunas más sobresalientes.
Esta triada diciembre-literatura-muerte también,
se hace presente en el poema 31 de
diciembre de Aida Sánchez de Mora, escritora nacida en El Amparo (Cojedes)
quien nos muestra, a través de sus obras poéticas, huellas de la muerte, grandes,
profundas, imborrables; capaces de humedecer el alma del lector conmovido ante la
despedida definitiva de su amado padre; ese
adiós a la vida, su viaje sin retorno quedan plasmado en sus versos alejados,
acertadamente, de una excesiva retórica, pero cargados de un dolor latente, vivo y conmovedor.
El texto seleccionado, para esta
conversación, forma parte del poemario Evocaciones (1990) editado por la
Asociación de Escritores del estado Cojedes; es una composición elegíaca
presentada desde la emoción-evocación y desprovista de la rigurosidad impuesta
por el canon en relación con su estructura métrica y estrófica. Platas Tasende,
(2.000) y el Diccionario de la Real Academia Española (2006) señalan a la elegía como una composición poética, extensa cuyo tema
es un acontecimiento digno de ser lamentado por un hablante lírico. En su disposición
métrica predominan los versos hexasílabos o heptasílabos con rima asonante.
No obstante, en 31 de diciembre no encontraremos esa distribución propia de la estrofa
clásica denominada endecha; estamos ante la presencia de veintidós versos distribuidos
a gusto de la poeta; algunos poseen rima asonante y otros aparecen sueltos;
esta particularidad rítmica favorece
la musicalidad de toda la composición y la concreción de los
sentimientos presentes en ella.
Inicia con un referente propio del
imaginario colectivo: el reloj, pero desde la transparencia, alejada de abstracciones enigmáticas, es la reminiscencia
de la muerte del padre. Surge la angustia, el reloj aturde, trascurre el tiempo
en la espera de lo inevitable anunciado en el segundo verso.
El reloj
marca las horas
en aquella
fecha gris
con un
compás largo y tenue:
seis,
siete, ocho, nueve y diez…
Diez y
veinte:
Es inevitable, el tiempo de vivir se
detuvo; el reloj marca la proximidad de la muerte y la llegada del dolor el cual será expresado en cada verso humedecido por el duelo, la frustración y el llanto por la pérdida del ser amado.
Irrumpe el llanto
en la garganta apretada
y margaritas se
asoman
por la ventana,
asustadas
En los dos primeros versos de la segunda
estrofa podemos captar la belleza representativa de la imagen del anciano padre, un ser sabio y fuerte;
pero, nos lo presenta fusionado con la metáfora
de la muerte vencedora. No obstante, esta se materializa de forma natural como transcurren las horas y el tiempo en
nuestra cotidianidad
El viejo roble
ha caído
abatido por la
fuerte tempestad
Se ha ido ya
Anuncia firme el
galeno
La estrofa siguiente es una exclamación que condensa la
viva manifestación de la aceptación frente a lo inevitable. Esta figura retórica
propia del tono elegíaco lleva implícita todo un mundo propio de la fe
católica: resurrección, vida eterna.
¡Conformidad!
En la
estrofa final se conjugan, en un solo instante, los rituales católicos de
la muerte; convergen las palabras de consolación en el velatorio, evidente símbolo
de respeto por el difunto, las flores, las lágrimas; estos referentes contribuyen
a configurar un escenario realista al
mostrarnos la presencia del paternal cuerpo inerte. Al unísono, genera en el
lector un sentimiento de tranquilidad y alivio, porque con la muerte desaparecerán sus penas y por la certeza del viaje
espiritual, sin retorno, para ir tras las
primeras lluvias de enero y cumplir su destino final a través de un rito
ancestral de la cultura llanera presente en la lectura de las cabañuelas (Portillo,
2018, p.1). Su padre se marcha un 31 de diciembre, culminando el año viejo e
iniciándose un año augurando tiempo de un
tormentoso llanto.
resonaban en la sala
y las blancas margaritas
lágrimas de amor regaban
en la materia de aquel
que un 31 de Diciembre
partió
con la Noche Buena
en busca de cabañuelas
para disipar sus penas
Todo lo anterior, confiere al poema 31 de diciembre una intensa fuerza
poética. Los tres últimos versos se cargan de múltiples significaciones mágico-religiosas:
el alma es vida, la materia permanece inerte, susceptible a cambios; el
espíritu vuela y aquí adquiere poder adivinatorio. El complejo estado de ánimo
de la poeta se devela verso a verso, con un ritmo interno acompasado, asonante
y evidente por su constante realismo poético. Aida Sánchez de Mora nos confronta con la cotidianidad presente en
los rituales de la muerte; lo doloroso de su presencia. De igual manera, a
través de este poema elegíaco, agudo, sin adornos excesivos construye una
escena poética fiel recordatorio del dinamismo y la transitoriedad de la vida
aunada a una auténtica confrontación con lo fatal e inevitable.
Sin duda, leer el poema 31
de Diciembre es una posibilidad de conocer una visión íntima de la muerte,
un rico espacio para desnudar la poética de su autora aunque: “Las poéticas que
los poetas escriben pueden constituir textos muy valiosos, pero lo serán por sí
mismos; no como explicación del poema que solo habla con su voz y en sus
límites” (Casado, 2003, p.15).
REFERENCIAS
Casado, M. (2003). La poesía como pensamiento. Madrid:
Huerga y Fierro0Editores.
Paz, O. (1973). El arco y la lira. México D.F.: Fondo de
Cultura Económica. (Lengua y
estudios literarios).
Platas Tasende, A.
(2000). Diccionario de términos literarios.
Madrid: Espasa Calpe.
Portillo, G. (2018). Predicciones/ Las cabañuelas. Recuperado
de 00000https://www.meteorologiaenred.com/cabanuelas.html
Real Academia
Española. (2006). Diccionario esencial de
la lengua española. Madrid: Espasa
Calpe.
Sánchez de Mora, A.
(1990). Evocaciones. San Carlos:
Asociación de Escritores del Estado
Cojedes. Fondo Editorial de las Letras Cojedeñas.
Mervis Y. Velásquez. Nacida en Tinaco estado Cojedes.
Licenciada en Educación, Mención Lengua
y Literatura, Magíster en Lectura y Escritura, Diplomado en Metodología
de Investigación de la Universidad de Carabobo. Diplomado en Formación de
Docentes para el Ejercicio de la Función Directiva, Especialización en Dirección y Supervisión
Educativa de la Universidad Nacional Experimental del Magisterio Samuel
Robinson. Tiene en su haber numerosos cursos relacionados con su área de
estudios. Ha participado como ponente en diversos eventos concernientes con la
formación de promotores y la promoción de nuevas estrategias de lectura y
escritura. Ha organizado y coordinado actividades afines con la expresión
literaria y la formación docente. Es coautora del Libro “Estrategias para Promover
la Lectura y la Escritura” (UNELLEZ, 2010), entre sus publicaciones se encuentran artículos en la
prensa regional y en la Revista
Memoralia relacionados con la promoción de la escritura, la oralidad, la
creatividad y la didáctica de la poesía en espacios no convencionales, entre
otros. Es una de las principales promotoras de la construcción y exposición del
Libro Artesanal en el estado Cojedes.
Se desempeña la docencia en los
niveles de Educación Media y Profesional y Superior.
No hay comentarios:
Publicar un comentario