Las bestias gigantes llenan muchas páginas de la literatura llanera.
Imagen en el archivo de Rosa Elena Montenegro Ortiz
EL ESPANTO DE EL BAJÍO
Esta historia es muy vieja en el pueblo de
Turén. Siempre entre los músicos se acostumbraba después de las tertulias, las
serenatas y los "palitos", encargarle a los que debían atravesar casi
todo el pueblo para llegar a sus viviendas, que se cuidaran del Espanto del
Bajío. El Bajío es un sector de Turén
llamado así porque en épocas de lluvia este terreno se inundaba y era casi
imposible transitar por él.
Es conveniente recordar que en esta época de
guerra y guerrillas la gente que tenía dinero acostumbraba en colocarlo en
tinajas de barro y enterrarlo, unos porque se incorporaban a los ejércitos
convencidos de sus ideales liberales o conservadores y otros, para evitar que
esos mismos ejércitos que tenían fama de revoltosos y abusadores pudieran
robárselos.
Wilman Rodríguez, habitante de La Colonia
Agrícola de Turén y yerno de María Alibardi de Ruffato, narró que una noche,
estando el joven, se fue con unos amigos a dar serenatas en Turén y ya pasada
la una de la madrugada tuvo que regresar solo para La Colonia Agrícola de
Turén. Como estaba ebrio y caminó mucho acompañando a los amigos, se perdió y
de repente vio una luz fuerte que daba diferentes colores. A veces daba visos
azules, verdes, morados y reflejos amarillos.
Wilman reflexionó y fue entonces cuando se dio cuenta de que estaba en
el sitio llamado El Bajío y la luz que brillaba con diferentes colores estaba,
precisamente, en el lugar donde, supuestamente,
existió la antigua ceiba donde, segun la leyenda, en tiempo de Cipriano
Castro, un hombre seguidor del General Rafael Montilla, El Tigre de Guaitó,
hizo enterrar su fortuna en el pie de esta frondosa ceiba. Este hombre utilizó
los servicios de un peón para abrir el hueco y después, temiendo que este
pudiera robar el dinero o divulgar su existencia, lo mandó a meter dentro del
hueco con pretexto de que acomodara el cajón contentivo de las morocotas de oro
e inmediatamente, le dio muerte con el pico y lo enterró junto con el tesoro.
A Wilman se le paso la borrachera y
rápidamente busco la salida hacia el centro del pueblo y de allí el camino para
La Colonia, sumamente asustado por todo lo ocurrido. Después de ese incidente
fueron muchas las personas que lo aconsejaron a Wilman Rodríguez que volviera
al sitio, que ese dinero era para él, pero Wilman no quiere saber nada del
Espanto de El Bajío y prefiere seguir siendo el humilde maestro de música que
vive de su trabajo.
LA VACA ESOCADA
Esta la leyenda nació en ese pueblo
antiguo, formado inicialmente por los negros y esclavos de los fundos y
haciendas pertenecientes a la mayoría de las
familias "acomodadas"
de Guanare: Ospino, tierra de retiro y tranquilidad, Allí nos encontramos con
el señor Tomas Villegas, quien después de aclararnos que él no es de ese
pueblo, que él vive en Acarigua, nos relata lo siguiente: Cuando yo estudiaba
en la Escuela Granja de Ospino, en el año 1987, se hizo costumbre, para un
grupo de estudiantes, fugarnos casi todas las noches para salir a parrandear
por el solitario pueblo y en la madrugada, ya con la claridad del día, regresábamos
a dormir a la escuela.
Una noche, serian como las once, la luna
estaba clarita y salimos del dormitorio Said Antonio Valdez, Antonio Cedeño,
Freddy Colmenárez, Ildemaro García y yo,
atravesamos el puentecito donde estaba la quebrada, donde muchos estudiantes
habían visto muchos espectros nocturnos como figuras de enfermeras, hombres
vestidos de blanco, marranos y una vaca que era el espanto del que más oía
hablar en el ambiente y cuando ya íbamos llegando a la cerca por donde estaba
el hueco por donde solíamos escapar, un ruido extraño y escalofriante nos
detuvo, todos nos miramos y exclamamos al mismo tiempo ¡Dios mío!... ¿Qué es
eso?. Nos quedamos petrificados y el ruido que se sentía por debajo de la
tierra y que estremecía el suelo donde estábamos parados se hizo cada vez más
fuerte, era como un animal pesado, lleno de huesos, que bufiaba a la vez que
arrastraba una pata de palo. Sentimos que (la cosa) se acercaba cada vez más y,
sin embargo, no lo vimos pasar. ¿Cuánto tiempo duro ese ruido desconocido? No
lo sabemos pero fueron minutos interminables. Nosotros creemos que lo que nos
salvó de un susto mayor fue el vigilante que en ese momento sonó el pito y
nosotros recobramos el aliento y pudimos movernos. Yo fui el primero que salió
corriendo y los demás me siguieron. De la cerca al dormitorio yo creo que
tardamos un minuto. Esa fue mucha carrera. En la mañana siguiente le contamos a
Luis Terán, el viejito de la bodega de la esquina, él nos dijo: Esa jue la vaca
asocá que les salió, menos mal que no la vieron porque no jueran echao el
cuento, la gente que la visto ha quedao privá y muchos, hace tiempo, se
murieron del susto.
Nosotros le preguntamos al señor, por qué la
la llamaban la vaca esocada y él nos respondió: Bueno, poco antes cuando esa vaca
salía bastante, muchos la vieron y decían que era una vaca escoyuntá. Bueno,
¿Cómo les digo?... una vaca con los huesos dislocaos, que caminaba tirando las
patas pa’ los laos. La gente de antes decía que ella salía en el Barrio Abajo y
caminaba por toa la calle Principal, pasaba por la plaza y se perdía por los
laos de Barrio Nuevo. Ese espanto es muy viejo aquí en Ospino, más bien ya no
sale casi porque esa vaca hoy en día se asusta cuando ve a los roba ganao.
Tomado de "Mitos y Leyendas predominantes en el Estado Portuguesa" de Carmen Pérez Montero
.
Carmen Pérez Montero. Nacida en Tinaquillo, Cojedes y residenciada en Araure, Portuguesa. Profesora Titular de I.U.T.E.P. Sus poemas, investigaciones didácticas y culturales se divulgan, de manera sólida y contundente, en libros, diarios y blogs de nuestro país desde 1964.
Tomado de "Mitos y Leyendas predominantes en el Estado Portuguesa" de Carmen Pérez Montero
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Carmen Pérez Montero. Nacida en Tinaquillo, Cojedes y residenciada en Araure, Portuguesa. Profesora Titular de I.U.T.E.P. Sus poemas, investigaciones didácticas y culturales se divulgan, de manera sólida y contundente, en libros, diarios y blogs de nuestro país desde 1964.
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