En Portuguesa, Tierra de El Silbón. Imagen en el archivo de Yurima Alabarrán
Texto publicado en “El Llano en Voces;
Antología de la Narrativa Fantasmal Cojedeña
y de otras latitudes”. Compilación de Isaías Medina López y Duglas
Moreno (San Carlos: UNELLEZ. 2007)
Fantasma: Derivación latina de “aparición, espectáculo, imagen”, generando “yo
aparezco” y los términos; Fantasía, fantástico, espectro y la técnica francesa
de la fantasmagoría (1801); “exhibición de ilusiones ópticas por medio de una
linterna”, artilugio que permitió a los hermanos Lumiere crear el cinematógrafo
en 1898. El fantasma está hecho de ETER: (Materia de los sueños) del griego
aither (cielo) y aitho (yo quemo), emparentado con etéreo, eternidad y eterno.
En el llano se le respeta porque él es una proyección de nuestro destino.
Guardahumo: Apodo asumido por el bandido guariqueño y descendiente de los indios
guamos de Cojedes Juan Nicolás Ochoa, nacido en 1767 y fusilado, según
documentos, en seis ocasiones entre 1802 y 1860. Fundador del temido hato La
Rubiera, dominio de Satanás, “al frente de escuadrones infernales” (más
información en los corríos; “La historia de la Rubiera” de Ángel Ávila y en
“Leyendas guariqueñas” de Rogelio Ortiz). Es tal esa condición que la palabra
“rubiera” simboliza “desbarajuste” y “desastre”, tragedia fuera de control.
Homonio: Mezcla de hombre y demonio (término de Humberto Cuenca, 1980):
“Mientras la literatura española está densamente poblada de santos, ángeles,
demonios y hombres, en nuestra historia sólo aparecen hombres y demonios,
demonios y hombres”. También señala; “Nuestra historia está nutrida de piaches,
brujos, y espantos, cosa distinta a los encantamientos españoles”. Como
homonias tendremos a la SAYONA: Femenino de sayón, voz gótica que significa
“ministro inferior de justicia”, ejecutor que portaba una saya (manto) Verdugo
/ Verduga recubierta bajo un manto. Su semejante la LLORONA se origina del
latín plurare, el cual genera y afilia los términos; Lloro, imploración y
deplorable (acción horrible, criminal, repudiable). La llorona, llora e
implora; así seduce, luego asesina. En los ríos y lagunas aparece la DIENTONA
que tiene fauces de caimán.
Imágenes: En Cojedes existe una serie de apariciones igualmente misteriosas,
pero benéficas; la Virgen de las Mercedes en Mango Redondo; la Cruz Aparecida
de Lomas del Viento; El Padre Eterno de El Cacao; La Virgen de la Totuma de
Lagunita, Santa Rosalía en Valle del Río y la Virgen de El Topo. Figuras
venerables a las que no se les puede molestar con malas palabras, pues se corre
el riesgo de que desaparezcan.
Inicio de un cuento: De sabios contadores de cuentos se extraen fórmulas de inicio que
evitan apariciones. Apure; Como por capricho de un santo, así pasaron las cosas.
Barinas; Pido licencia a las ánimas para librar este relato. Cojedes; Voy a
contar una historia, no es que voy a exagerar. Guárico; La verdad no tiene
dueño y como cristiano les cuento. Portuguesa; Si la Virgen me ayuda y la
memoria no falla. Nota; Debe desconfiarse del que narre estos cuentos sin
aclararse “el pecho”; alguno de los que le escuchan pronto tendrá su ahogo.
Juan Parao; Prototipo del llanero misterioso, averiguao, andariego y faculto en
mañas, generador de incertidumbres; el del “caballo herrao con el casquillo
alrevés, pa que lo busquen pa un lao, cuando pal otro se fue”. Es la fuente
originaria del coplero Florentino.
Kirpa: Ritmo de joropo, llamado
antiguamente “el golpe que hace llorar”, en su actual configuración participan
“leyendas” de la música llanera como Ignacio “el Indio” Figueredo, Ángel
Custodio Loyola y Eneas Perdono. Toma su denominación de su mítico difusor en
el siglo XIX; José Antonio Kirpa y del gran misterio, jamás resuelto, que rodea
su muerte en una parranda llanera; “Yo no sé por qué en Guiripa, no quieren a
los llaneros, por qué mataron a Kirpa y le hirieron al guitarrero”.
Las Galeras del Pao: Leyenda de Dámaso Figueredo y Winstón Leal donde se acotan: “al muerto
de la Bajada de la Leona”, una extraña mujer trigueña “tongoneando las
caderas”; “un niñito llorón que parece que no anduviera”, posterior “sale un
gallo Canaguey, copetón como chenchena”, que se transformará en “un caballo
frontino, castaño pecho de estrella” y luego en “un perrote pintao relancino
centinela, en la Piedra Pichagua hay una mujer esnuita como pagando condena”,
más adelante en la “Bajá de Tinaco sale una danta jobera y esa se le vuelve uno
una osita palmera” y por último “un burro colorao con las cuatro patas negras,
los ojos como un tizón y de venao la caramera”.
Llaneridad: Término derivado de “llanura” como pertenencia social y de “llanería”o
norma de vida del “llanero”, a su vez generados en el término geográfico
“llano”. Se entenderá como LLANERIDAD, todas las manifestaciones efectuadas en
obediencia a las costumbres autóctonas de la cultura llanera independientemente
del territorio donde se efectúen y de cualquier condicionante de moda.
Llanero: Según Víctor Manuel Ovalles (1906) “El llanero tiene costumbres
propias, lo que es prueba inequívoca de que posee un alma vigorosa; y su
lenguaje, es original, donairoso y muy abundante en frases que, oídas una vez,
no es fácil confundir y mucho menos olvidar. Y así no es extraño que las
producciones poéticas del llanero también tengan el sello particular de su
origen”.
Llanura: Territorio espiritual del llanero, herencia de sus ancestros y
cultura, supera al término llano, pues este sólo contempla el mero espacio
geográfico de la tierra plana. El llanero es “hijo de la llanura”, no su dueño,
a ella siempre la refiere con nostalgia; con la veneración que se tiene por un
dios que puede ser bondadoso, pero, que al mismo tiempo es fuente de misterios
y de designios indescifrables. La llanura está en el alma, en esa mirada que
hacemos en las tardes hacia adentro, el llano en los mapas.
Los Fantasmas: Poemario de Andrés Bello de 1842, fundamento de la poética fantasmal
venezolana, del cual citamos :“¿Fantasma acaso / la vista figura? / Como
hinchadas olas / que en roca desnuda / se estrellan sonantes, / y luego reculan
/ con ronco murmullo / y otra vez insultan / al risco, lanzando / bramadora
espuma / así van y vienen / y silban y zumban / y gritan que aturden / el cielo
se nubla / el aire se llena / de sombras que asustan / el viento retiñe; / los
montes retumban”.
Macabro: Designación medieval para “danza de la muerte” o “representación de
los muertos danzantes”, que se origina en la tradición bíblica del sacrificio
de los “Macabeos”, también asociado en el llano a “muertes en un baile” como la
de la misteriosa muerte de José Antonio Kirpa, a “salidas de muertos antes de
un baile” como EL SILBÓN de Dámaso Delgado y a los corríos sobre “bailar con
muertas” (véase LA MUERTA DE LA CHEPERA y en la discografía llanera temas al
respecto de Ruperto Cordoba Colina, Santiago Rojas, Edgar Silva y Domingo
García entre otros). Recuerde que “zamuro come bailando por si el muerto se
despierta”.
Metaliteralidad (o de la literatura
del más allá): Para evitar la pava y la repetición
que atrae malas presencias (por ejemplo el tedio que todo lo aniquila), el
cuento debe ser variado. Los sabios recomiendan estas estructuras ficcionales:
a) El protagonista, bien un solo personaje, una familia o una comunidad
enfrenta a una aparición o misterio y cae derrotado; es la víctima. b) El
protagonista, invocando un conjuro, afronta y vence a la aparición o misterio;
es el héroe. c) El protagonista se convierte en fantasma; esta es la más
tenebrosa, pues en acto mimético el hombre pasa a un estado espectral
irreversible, no cmo en los cuentos de hadas. A veces el espanto es el
protagonista o la víctima (véase El Diablo embotellado) o el héroe como en el
corrío Yo soy el hijo del diablo de Jesús Moreno. Quien narra puede o no
aparecer en la narración. Los finales felices son de mal agüero, por ser un
embuste sobre otro embuste. Al tomar el cuento de otro autor, cuídese de quien
sea éste; quizá le pertenezca a un espanto o un ser maléfico de verdad.
Misterio: del griego misteryon “secreto, misterio religioso”. Derivando en
místico y “mistificar” que implica “embaucar”; montar con palabras una trampa,
en la que cae un personaje o la que el narrador le monta a los receptores de su
discurso. Un ejemplo sería la colonización española de Venezuela basada en la
idea de salvar las almas perdidas de los indígenas, a este embauque, nuestros
aborígenes respondieron con el misterioso relato de “El Dorado” verdadero
“clásico” del engaño americano. El engaño es un cultismo derivado de ENIGMA;
del latín aenigma “frase oscura” relacionada con el término ainos “fábula,
moraleja”.
Pavita: Ave llanera que simboliza
pava o mal augurio, igual ocurre con los zamuros, la guacoba o guacaba. A otras
se les teme por la alusión de su nombre, como la soy-sola y el cristo-fue. A
los carraos o chenchenas, aguaitacaminos y murciélagos por cantar de noche como
el mochuelo, creando mucho mal pálpito y a los gavilanes por su apetito
asesino. Las llaneras desconfían del alcaraván por develar el misterio de sus
travesuras amorosas. Para conjurar estos temores los llaneros imitan los cantos
de las aves y hasta los usan como apodos en su membresía artística.
Relato: Definición que comprende “La trasformación de la historia en discurso
mediante el arte de narrar” (Platas: 2000; 700) para este caso por vía escrita.
Cuenca (1980; 133) nos aclara que “a pesar de que el relato es y aspira ser
histórico –fiel y cierto- tiene un grato sabor de fábula y conseja, de mito y
tradición”.
Silbones: Antigua designación que se aplicaba a los copleros llaneros quienes,
según Humberto Cuenca (1980) se invitaban para contrapuntear profiriendo largos
silbidos, generalmente en imitación de ciertas aves llaneras que infundaran
miedo y terror. Por extensión todo llanero es ancestralmente un silbón. (Véase
El Silbón)
Siniestro: Acción que acometen los
que se ubican al lado contrario de la diestra divina, “los otros”; los seres de
la “otredad” cuyos pensamientos están en el terreno de lo inexplorado, de lo
que no puede conocerse a ciencia cierta y que apenas se sugiere mediante la
palabra de quien relata y la imaginación de quien las recibe.
Trancas: Nombrar más de cuatro veces a un espanto en el mismo cuento. Omitir
los consejos de quien sufrió verdaderas apariciones. Describir maneras de
buscar entierros; pues a cada tesoro le toca una protección especial. Confundir
a un espanto con un ánima protectora. Explicar los poderes de lo desconocido.
Relatar fuera del cuento sus andanzas con personas asociadas al maligno. Nota:
Nunca, nunca se nombre como luchador contra los demonios, usted no es San
Miguel ni su enviado Florentino, recuerde lo que pasó a Don Quijote, que de
tanto combatir a los fantasmas terminó siendo uno de ellos.
Tremedal: Del latín tremere; temblar. En el llano lugar espectral, oscuro e
inestable, suerte de infierno fangoso en este mundo. Para el citadino
representa lo desconocido y lo misterioso de la llanura; para el llanero es la
intrincada y salvaje selva de la ciudad.
Velorio. Un velorio es un ritual, es un encuentro con el cuerpo vacío de
alguien que apenas hace ratito estaba entre los vivos. A los velorios se llega
en silencio, pues en la urna un rostro callado espera por nosotros. Dice Julio
Cortázar que vamos a los velorios porque no podemos soportar las formas más
solapadas de la hipocresía. En los velorios se llora porque llorar es lo único
que les queda a esos hombres y a esas mujeres entre el olor a nardos y a café.
En los velorios de la llanura se toma café, se aviva el chocolate, se apura
cualquier cigarrillo y se degusta el queso blanco. Hay momentos en que la urna
se queda sola, todos están echando cuentos en el patio. También es propicia la
ocasión para la alabanza del difunto. Se oyen expresiones como: quedó igualito,
ese sí era un hombre bueno, mujer como esa no se merecía tanta desgracia. Se
sabe que en el pueblo hay un velorio porque la gente comenta en la calle: Pedro
María templó el cacho, cogió la pica, patió el arpa, se le acabó la bulla, dejó
el pelero. En mayo se celebra el velorio de la Cruz de Mayo y consta de bailes,
cantos y una cruz adornada con flores, palmas y un fervor que parte el alma de
cada llanero.
Zoquete: Lector que no cree en espantos, pero, que lee consuetudinariamente
relatos sobre el tema. Persona que se mofa de los fantasmas sin medir el
peligro que este acto impuro encarna. Lector que ha concluido la lectura de
este libro creyendo que lo termina de leer es cierto. Incauto que ha creído ver
imágenes o figuras en la carátula de esta publicación.
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