La flama de la vida jamás permanece igual (archivo de Massimo Calanchi)
Obra galardonada en el Concurso Nacional de
Cuentos Misterios y Fantasmas Clásicos de la Llanura “Ramón Villegas Izquiel”
(UNELLEZ –San Carlos, Cojedes)
A mi madre
Tenías que haberla conocido. Se sentaba y sólo con
la mirada, lo ordenaba todo. Mirada pardiza. Penetrante. Como si te abriera el
alma. Como si un gran ojo te observara. Tenías que haberla conocido. Recuerdo
el día de la llegada de papá. No dijo palabra alguna, a pesar del tiempo
alejado de casa . Y me regañabas. Con tu mirada de latigazo, partiéndome el
alma... de la duda...de la confusión. Te dije que podía ser peligroso. Tu insistías
con tu mirada. Mirada recalcitrante. Que quemaba. Tu insistías. Que eran
insensateces mías. Esa manía tuya de buscar cosas. Desde aquella vez en la
playa. Tus ojos se quedaron fijos en el caracol. Te preguntabas si podía darte
respuesta a la vida. Te lo dije. Pero tu insistías con la mirada. La primera
vez, siendo todavía una niña. Era el día de las ánimas. La tarde cayó como un
relámpago. Y mi sorpresa, ver la redondez de las arepas que salían de tus
manos. Y la tuya, ver los números que salían en ellas, para jugarlos en el
azar. Después de comer me enviabas a la casona. Sigo recordándola. Sus inmensas
puertas que llegaban al cielo. Sus ventanales, confidentes silenciosos de
amoríos y serenatas. El zaguán, que nos decía los pasos infinitos que tiene la
vida. Al traspasarlo, aparecía la Doña. Su pelo, desteñido por el tiempo,
dejaba ver una solitaria sonrisa maternal. Toma el tobo. Ve al traspatio y le
das de comer a las gallinas. Era inmenso. Entraba al gallinero. Metía las manos
en el tobo, y comenzaba a regar el maíz. Sin darme cuenta, todas las
gallináceas comenzaban a rodearme. En el fondo, la flama aparecía. Se movía de
una esquina a otra del traspatio. Se me sumergían los vellos. Poco a poco
colocaba el tobo en el suelo. Sentía una pesadez en la pantaleta. Salía del
gallinero y me iba corriendo hacia adentro. Te lo conté y no me hiciste caso.
No volví a la casona. Siendo adulta, me insistías con tu mirada, que volviera.
Decías que el miedo que sentías cuando pequeña, era circunstancial. Que me
diera valor. Las penas se aliviarían. Al llegar al traspatio, de nuevo apareció
la flama. Te lo conté de nuevo. En el fondo, de una esquina a otra se movía. Te
entusiasmaste. Me dijiste que era un entierro, que donde se detuviera la flama,
estaba el baúl repleto de dinero. Y tu mirada se hizo insistente.
Desentiérralo. Desentiérralo. Esa palabra todavía truena como fogonazo en mi
memoria. A la media noche. Tiene que ser a la medianoche. Ya eres mayor de
edad. No hay nada que te lo impida. Tomé el valor por asalto. Comencé a
sacarlo. Los brazos y las manos, buscaban un segundo aire, por el cansancio.
Pero seguía apartando la tierra, como si le arrancara una parte al mundo.
Brazada y brazada. La transpiración era un río desahuciado. Seguía. Hasta que
por fin apareció. El baúl semejaba olores y colores atávicos. Me ayudaste a
levantarlo. Nos dirigimos a la casa. Nadie nos vio. Lo colocamos en la mesa y
te dispusiste a abrirlo. Un resplandor nos cegó por momentos. Había tantas
monedas de oro, que alcanzaban para saciar toda la avaricia del mundo. Tus ojos
brillaron, en un instante, como nunca en la vida. Pero se te olvidó algo...
Madre... Las misas. Había que hacerle las misas al difunto. Para qué las misas.
Con tanto dinero no era necesario. Ahora ando de traspatio en traspatio, con
esa flama que me quema, esperando que alguien haga las mías. Amen.
*Texto publicado en “El Llano en Voces;
Antología de la Narrativa Fantasmal Cojedeña
y de otras latitudes”. Compilación de Isaías Medina López y Duglas
Moreno (San Carlos: UNELLEZ. 2007)
Luis Enrique Frías (San Carlos, Cojedes, 1960). Ha
publicado Génesis de la tragedia y comedia griega (1999) y la recopilación
Poemas a San Carlos (1999). Miembro fundador y actual Presidente de la
Fundación Círculo de Arte Nuevo Tramo. Docente de la Escuela Regional de Teatro
del Estado Cojedes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario