El espejo...lugar de magia. Archivo de Karina González Puche
La
aventura de leer
Leer es maravilloso,
pero explicarle esto a quien no tiene este hábito es muy difícil, es como
explicarle a un ciego las cualidades de la luz. Sin embargo, escribo estas
líneas con la esperanza que alguien se anime y por la deuda que tengo con las
personas que me han preguntado sobre mis descubrimientos.
Me gustaría tomarlos
de la mano y llevarlos a donde he explorado, pero la experiencia es íntima, es
como la historia del hombre de sal que se internó en el océano para comprobar
si era conmensurable o inconmensurable y al hacerlo se disolvió en él y no pudo
narrar su experiencia.
Me cuesta narrar mis
experiencias como lector. Lo más honesto sería dejar la página en blanco pues
cualquier cosa que escriba será absurda por la tamaña empresa que pretendo.
Borges era un gran
viajero y salió poco de su biblioteca. Él podía llegar en un tris a la Grecia
de Homero, a la India de Gautama o a épocas venideras y lo traigo a colación
porque al hacerlo le rindo tributo.
Todo el que se
interna en un libro halla la invitación a soñar. Soñar es el primer paso. . .
el resto depende de nuestra capacidad de concretar lo soñado. Los libros son
albaceas de la libertad, con ellos podemos salir de las murallas del espacio y
del tiempo.
La historia del
hombre de sal la asocio con la aventura que he seguido desde mi niñez. La
asocio porque muchas veces me han preguntado qué encuentro en ella y
generalmente respondo con el silencio.
Hay cosas que no se
pueden comunicar con palabras. Por ello cada párrafo que he escrito está parcamente
elaborado. Sin embargo, espero dejar al menos un vislumbre de lo que quieren
saber.
El hombre de sal y yo
somos en esencia el mismo hombre y vamos con toda la alegría que un alma puede
albergar.
Mundos
prestados
Podría afirmar en
este momento que todo escritor como principal recurso literario recurre a la
utilización de palabras prestadas; palabras imposibles de devolver porque
llegan a ser parte inherente de quien las emplea. (El aire que llega a nuestros
pulmones es prestado, pero cuando lo inhalamos se vuelve parte de nosotros. ¿No
es así?). Si utilizas palabras prestadas con un buen orden de ideas, la
experiencia enseña: surge la literatura.
Alexander Pope
aseveró que el gran escritor es el que expresa mejor lo que otros han pensado y
estoy totalmente de acuerdo, claro, el copismo es otra cosa, el plagio
descarado siempre tendrá mi desaprobación y en cuanto a la intertextualidad
debo recalcar: es un excelente recurso.
Las horas de lecturas
archivan un bagaje de ideas que incluso no perteneciéndonos las consideramos
como propias. Ahora bien, ¿qué es lo que realmente nos pertenece? ¿De qué somos
dueños?
Las ideas de otros
que pululan en nuestra mente las llamo Mundos
prestados. Somos cada uno de los escritores que hemos leído; somos ese algo
que no podemos descifrar y así como el agua se evapora para luego aparecer en
forma de lluvia ─ en ese ciclo que dura por siempre ─, así nace el ambiente
creador, así brotan las ideas para que se concrete lo eterno.
El Génesis asegura
que de la nada se hizo el mundo, pero en cuanto al génesis de los autores esta
afirmación no es cierta. En el terreno artístico para que surja algo debe
provenir de algo. Los dioses de la nada hacen el todo, pero nosotros requerimos
herramientas, materias primas y muchas ganas para manufacturar obras de arte.
Los mundos que se
prestan no se pueden devolver pues se transforman en sangre, médula, tejido, en
otros mundos, en parte de la existencia y esto hace que la literatura pueda
compararse con el universo; con ese algo que todos sabemos infinito.
El
cadáver más bello que ha producido la historia
Hay hechos que no
pueden desaparecer y hay hombres signados por el destino para encarnarlos. Uno
de estos hombres es el subteniente Luis Antonio Rivero Sanoja, a quien por la autoridad que me han conferido
sus deudos dedico este canto.
Famosas son las
gráficas tomadas por Héctor Rondón y José Luis Blasco de la rebelión que
sucedió en Puerto Cabello el 2 de junio de 1962. Hartos son los ensayos y
monografías que se han realizado a raíz de este acontecimiento, pero poco se ha
escrito sobre la conmoción de la familia cojedeña por la pérdida de uno de sus
más queridos hijos.
Los sancarleños de la
época recuerdan la misa que ofició el párroco Patricio Palacios en la catedral
en honor al oficial caído en acción en El Porteñazo y el cortejo fúnebre
multitudinario que lo condujo por la calle Silva hasta el Cementerio Municipal.
Esta historia la he
escuchado muchas veces porque era un militar querido por su pueblo, tanto es
así, que pese a las décadas que han transcurrido aún pervive el afecto y los
que no lo conocieron ─ como es mi caso ─ crecieron conociéndolo. Tal es el
poder de las palabras.
Es el deber de todo
poeta cantarle a sus héroes, vaya mi canto a los caídos. Desde el eco del
galpón viene mi canto y va hacia los confines del alma humana. No aspiren
menos.
Me niego aceptar las
frías páginas de la historiografía, me niego a mostrar sólo un conjunto de
párrafos gélidos. Así que insuflo mis pulmones para exclamar un ¡HURRA! que
entibie hasta la misma fatalidad.
Gracias a un monólogo
que me dispuse a escribir fui a entrevistar a la viuda y al hijo del
subteniente Rivero. Quería que me mostraran desde su perspectiva, a un hombre
que fue signado por el destino para encarnar la tragedia de su generación.
A la señora María
Cristina Ortega le dije que en mi monólogo hay una línea donde afirmo que su
esposo es “El cadáver más bello que ha producido la historia”, línea que en vez
de entristecerla le proporcionó brillo a sus ojos y como siempre he pensado que
las cosas bellas no mueren del todo, es justicia que de esta manera dé por
concluido este canto.
Palabras
al Doctor Isaías Medina López
Hay quienes son
luminosos y preparan el camino para el que vendrá. Hay quienes son dignos de
emular. Uno de estos tales es el poeta cojedeño Isaías Medina López, quien
gracias a la providencia es mi profesor y mi amigo. Ustedes, queridos lectores
(como es de esperar) querrán que refiera alguna de las enseñanzas que me han
marcado y así lo haré. De mi profesor he aprendido a no confundir el mapa con
el terreno, a trabajar con fe y a ser consecuente con mis capacidades
expresivas.
32 años dedicados a
la Universidad Nacional Experimental de los Llanos Occidentales Ezequiel Zamora
(mi casa de estudio). 32 años de una destacada trayectoria académica,
científica y humanística. . . cierto día, viéndolo en su cubículo, lo comparé
con el molino de viento que está ubicado diagonal al paraninfo. Lo comparé,
pues ambos siguen en pie pese a los vientos buenos y malos, y porque han dejado
su impronta en la comunidad unellista.
Recuerdo, como si
fuera hoy, la primera clase que tuvimos mis compañeros y yo con el profesor
Medina. . . en dicha clase nos ordenó salir del salón y dirigirnos hacia la
biblioteca. Antes de entrar nos señaló
una madera que tenía esta leyenda: BIBLIOTECA RAMÓN VILLEGAS IZQUIEL. Luego dijo:
“Grábense ese nombre. . . el poeta bauleño Ramón Villegas Izquiel, logró hacer
una biblioteca en un banco de sabana”.
He de acotar que este
gran académico ha organizado: la Feria Internacional del Libro de Venezuela
Capítulo Cojedes, ponencias, recitales, foros, competencias de carteleras, de
libros artesanales, las festividades decembrinas, de San Juan Bautista y de la
Cruz de Mayo, y ha presentado cada número de la revista Memoralia, ya que
(nuestra revista) es una huella en la memoria humanística de Venezuela.
En mi casa de estudio
ha organizado eventos de carácter nacional e internacional. Una muestra de ello
fue el VII Festival Mundial de Poesía que se realizó en el Salón de Usos
Múltiples, el 28 de mayo de 2010, para que nosotros (en esa época jóvenes
poetas) pudiéramos codearnos con juglares de muchos países. También he de
recalcar que fue uno de los ideólogos del Doctorado Honoris Causa que se le
confirió a Amado Lovera (Uña de Oro de Venezuela), el 10 de noviembre de 2011.
Quien de este modo
obra, la providencia lo recompensa con creces.
Por ello, el Dr. Alberto Quintero, rector de la Universidad que Siembra,
conjuntamente con el Consejo Directivo y las Autoridades del Vicerrectorado de
Infraestructura y Procesos Industriales,
el lunes 13 de febrero de 2017 en el paraninfo de la UNELLEZ San Carlos,
le confirieron al poeta Isaías Medina López el Doctorado Honoris Causa. Ahora
bien, si alguien me preguntare por qué se le otorgó a mi profesor tan alta
distinción. . . diré, lleno de orgullo, que se le otorgó por una vida dedicada
al trabajo y al amor.
Luciérnagas
El poeta romántico
Víctor Hugo, en el célebre clásico que lleva por título Los miserables, es tajante al clasificar a la humanidad en
luminosos y tenebrosos. Pero estas líneas (por razones obvias) se las dedico a
los que como dignos hijos de Prometeo tienen el fuego sagrado e iluminan al
mundo.
Uno de estos hijos
era el filósofo Diógenes de Sinope, quien iba por su ciudad (a plena luz del
día) con una lámpara buscando a los hombres honestos… otro de sus vástagos era
nuestro Simón Rodríguez, quien cansado de tanta incomprensión instauró una
fábrica de velas para, al menos de esa forma, seguir dando luz.
En el relato de
Eduardo Galeano titulado El mundo, un
hombre del pueblo de Neguá “dijo que somos un mar de fueguitos” y que hay
fuegos que arden con tantas ganas que “quien se acerca, se enciende”. Esto –
como lo constata la tradición oriental – ocurre cuando el discípulo encuentra
al maestro.
Voy por estos pasajes
con el candor que produce lo amado y con el ánimo de quien es feliz al recordar
líneas que lo han hecho feliz. La vida es breve, lo que podemos aprehender es
limitado. Hay quienes pretenden saberlo todo, como Fausto (el personaje esencial de la obra de Goethe), pero se
equivocan de medio a medio.
Sigo con lo amado y
formulo esta pregunta: ¿cuántas páginas escribió el prolífico poeta barinés
Orlando Araujo? Los eruditos lo saben. Yo recuerdo dos pensamientos de este
autor, recuerdo que un amigo es el
espejo donde tú eres él; que no hay que apagar esa luz ni fallarle en cualquier
oscuridad y que “con la investigación histórica nos buscamos en la memoria de
los otros”.
Las iluminaciones son
como un relámpago y nosotros rasgamos o intentamos rasgar – como el Libertador
Simón Bolívar – un instante las tinieblas, fulgurar apenas sobre el abismo… no
importa que después nos perdamos en el vacío, y este ensayo, es producto de los
fogonazos de las luciérnagas que admiro y que deslumbran mi incesante caminar.
La
magia de los espejos
A Guillermo Meneses
Un espejo es un
artículo insustituible para alquimistas, espiritistas y adivinos, y como
comprendo que ficción y realidad en la literatura se funden. . . me valdré de
ello para abordar su magia con algunos clásicos. No en orden cronológico ni de
relevancia, sino en el orden en que mi corazón los ha acunado.
*Si pienso en un escudo – espejo, pienso en la silueta de
Medusa inmersa en el metal bruñido, en una mano que se levanta empuñando una
espada (la de Perseo), para decapitar al monstruo petrificador de hombres.
*Narciso es
interesante no por su belleza, sino por el lago
– espejo. Narciso tiene la utilidad de un tesoro sumergido.
*Una ciudad – espejo como el Macondo de Aureliano
Babilonia: muestra que toda ciudad puede desaparecer sin dejar rastros.
*Si tomo a colación
un portal – espejo tomaré el de
Alicia. . . no sin antes aclarar que no todos los portales son azogues: los hay
traslucidos.
*Las Crónicas de
Indias están plagadas de algo que me gusta llamar oro – espejo. Los aborígenes le intercambiaban a los europeos oro
constante y sonante por cristales azogados. Tal era su fascinación.
*El utensilio – espejo es el más común pero
no hay que restarle importancia. Existe en diferentes formas y lo encontramos
en tocadores, lavamanos, automóviles, en fin, en muchos lugares y sirve para
que rostros como el de Frankenstein, el de Quasimodo, el de Helena o el de
Cleopatra se enfrenten a ese juez pero bajo diversos veredictos.
Siempre me han
obsesionado los espejos, quizá porque tengo la necesidad de reflejar lo que
soy, y si he abordado estos clásicos no es para desentrañar sus misterios.
Desentrañar misterios nunca me ha interesado. Prefiero vivirlos.
FRANCISCO JOSÉ AGUIAR.
San Carlos, Edo. Cojedes, 1985. Narrador, poeta y dramaturgo. Licenciado en Educación, Mención Castellano y Literatura,
por la Universidad Nacional Experimental
de los Llanos Occidentales Ezequiel Zamora (UNELLEZ). Cursó el Taller de
Formación Teatral que auspició la Compañía Nacional de Teatro (CNT) en el 2014.
La Revista Memoralia publica el monólogo que se titula La Alcantarilla en el 2015. En el transcurso del 2016 publicó
entrevistas, artículos y notas en periódicos de su región y obtuvo mención
honorifica en el 1er Concurso de Crónica Breve “UNELLEZ NUESTRA DE CADA DÍA”
con la crónica titulada El encanto de una
tarde.
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