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domingo, 29 de abril de 2018

El Joropo. Definición, Origen y Periodos. Varios Apuntes. Muestra Poética y Audio Musical

En la alegría y en la tristeza, el joropo, es alma misma de sentidas inspiraciones


El Joropo. Definición. Origen. Periodos. Varios Apuntes. Muestra Poética y Audio Musical (Isaías Medina López, Duglas Moreno y Carlos Muñoz)


DEFINICIÓN. La acuñación del término joropo siempre se aborda desde el punto de vista musical  histórico,  con definiciones de corte europeo, lo cual niega, en el origen de esta palabra, su carácter  lingüístico llanero  indígena propio de los pueblos de Venezuela y Colombia.
Según Medina López (2001), en El canto a lo divino en la poesía popular llanera del estado Cojedes [Tesis de Maestría, aprobada en la Universidad Central de Venezuela]: “El joropo es una fiesta familiar que se origina en el antiguo en el antiguo hogar del llanero denominado soropo, es confluencia y suma  léxica de hacer ‘jolgorio’ en el ‘soropo’; y/o de cantar ‘jocoso’, "joseao" o “jorconeao” (bailar recio y de frente) en esta vivienda. 
Ya, en 1921, el eminente lingüista Lisandro Alvarado  incluye al joropo y al soropo dentro de  su Glosario de Voces Indígenas. Alvarado, también cuestiona investigaciones previas donde se alude la familiaridad, de obvia condición europea, que le atribuiría su génesis en los términos “jarabe” o “xarop”.
Es evidencia de peso las variadas y significativas palabras de la cultura llanera hechas con la misma fórmula “-o-o-o-” del joropo y el soropo, entre ellas: jojoto (alimento); onoto (árbol medicinal); bototo (arbusto y un  juego indígena llanero yaruro); conoto (pájaro); corozo (palmera); cogollo (del “sagrado” sombrero llanero y copa de plantas alimenticias); chorroco (pez y también un río); corroncho (pez); coporo (pez); sorocho (pintón y ebrio); topocho (alimento); Toporo (vaso con forma de jícara o copa alargada); Tococo (ubito);  coroto (utensilio de la totuma); y el sofoco del llanero cuando el espanto lo acorrala.
Siglos después, aún en la sabana el soropo todavía persiste en la voz de los copleros como Hipólito Arrieta  (1998):

Me llaman el gocho Hipólito
pero me gusta el joropo
y vivo allá en mi llanura
en un rancho de soropo.

Cobijo del llanero y su familia, el soropo es padre del joropo llanero. 

Con mayor acento se percibe en el reconocido compositor llanero Miguel Ángel Martín (2005, 1):

Tiene el joropo la estampa
del duro varón llanero
y en un soropo nació
para adueñarse del pueblo
y el soropo se llenó
de cantos y de contento
y de gritos que estallaban
rematando el zapateo.

De igual forma hay aclaratorias de grupos de investigadores de la cultura del Llano, como Horizonte Llanero (2007): “El soropo es la vivienda llanera donde, se cree que se hacían el joropo”.
ORIGEN. En sus inicios la poesía del joropo se acotan:  Romance de Juan Rodríguez Suárez (¿1559?), Romance de Aguirre (1561) de Guillermo de Zúñiga, y La hazaña del valeroso capitán Diego Fernández de Serpa (1563), que luego fueron versionados en coplas y corríos, se mantenía el verso octosílabo hispano, pero con rima asonante. Otras fuentes de enriquecimiento será la popularización de la décima, la glosa y el soneto, que añaden diversidad y novedad estrófica a la poesía del joropo. Este ciclo cierra con el inicio de la guerra independentista y los primeros cantos contra el rey  Fernando VII. 
La mayoría de los corríos o cantos de este periodo son creaciones sin autor específico, mejor dicho de la “autoría del pueblo”, quien aprovechó melodías, bailes,  e instrumentos musicales de los pueblos indígenas, africanos y europeos de la era colonial para sus “arreglos”, como aclaran Rafael María Baralt y  José María Vergara y Vergara. Sus temas primarios, casi siempre, versan sobre sangrientos hechos de armas, romances y fantasmas que dejaron las guerras de conquista, las de la independencia y las contiendas civiles. Resaltan aquí temas como el Corrido de Guardajumo (1802) de Gil Parparcén, de verso fantasmal y de misterios del Llano, franco, crudo y sutilmente moralizante al mismo tiempo:
Y, por muy justa sentencia,
a muerte estoy condenado,
y a que en manos de un verdugo
públicamente sea ahorcado
y mi cabeza se ponga
en un eminente palo,
donde sirva de escarmiento
y de freno a los malvados.

Pero además, el joropo sirvió para una labor social  clave: la de informar acontecimientos, es decir, se convierte en el pregón lírico y de crónica social de su momento; con descripciones del ambiente del Llano e impone la figura del llanero y su canto en el terreno del imaginario popular, como estos fragmentos tomados de "La literatura colonial y la popular de Colombia" (1928), cuyo soporte, con claro aliento fantasmal, anuncia  la muerte como inicio de “la otra vida”:

Pido que cuando me muera
me entierren con mi sombrero
por si acaso en la otra vida
me coge algún aguacero.

Joropo bajo la lluvia

Pido que cuando me muera
me entierren con mi vigüela
por si acaso en la otra vida
se ocurre alguna rochela.

Un ejemplo contemporáneo del joropo como noticia cantada o pregón lírico está en el “rescate” en la desventurada muerte de Kirpa (Juan Antonio y/o José Antonio "Quendo" y otros apelativos). Este suceso verídico se convierte en tradición oral, en corrío y después en leyenda. La música de estas composiciones  se le atribuye a ese mismo afamado arpista, cantautor y contrapunteador, un verdadero Florentino. Existe una afamada versión difundida desde 1963, la cual involucra al “Dr.” Pinedo, Eneas Perdomo y Ángel Custodio Loyola: 

Apure lloró en silencio
mientras el arpa se oía
porque en el Llano se supo
que Kirpa se moriría
pero es la verdad
porque en el Llano se supo,
que Kirpa se moriría.
Su cuerpo quedó en Güiripa,
su voz suena en el palmar,
su pensamiento en la brisa,
su apellido en el cantar,
yo no sé por qué en Güiripa,
no quieren a los llaneros
por qué mataron a Kirpa
e hirieron al guitarrero.

Digno de mención en este lapso es la incorporación de los “ay/ayees” iniciales de los joropos de canto recio, provenientes de las lloras de nuestros indígenas. Igual origen tienen los cantos sobre las hazañas y circunstancias de muerte de los difuntos, el uso de las maracas y la búsqueda de la improvisación, que originará el contrapunteo. Esos cuatro aportes aborígenes son reseñados por Juan de Castellanos (1589), José Gumilla (1741) y Antonio Caulín (1779), incluidos en la compilación de María A. Palacios: "Noticias musicales en los cronistas de la Venezuela de los siglos XVI-XVIII" (2000).
Estos largos siglos vieron la difusión del joropo, primero, en su lugar de nacimiento, el soropo, luego en las fiestas de los campos, de los campamentos de los alzados contra la esclavitud, en los pueblos y ciudades, mediante las cantinas (de tres días) al final de los arreos, en las tardes de toros de las fiestas patronales y en las veladas criollas, de extracción mantuana, de ésta heredamos las primeras “normas” del contrapunteo y el uso primario de la bandola, el violín y el arpa.
En las veladas criollas se produce la fusión de la estampa campesina y el joropo. Estas pequeñas obras teatrales que trataban sobre la vida  y las faenas, da pie al desarrollo de las leyenas llaneras, en las se actúa, se canta, se declama, se baila y narran historias, que han llevado a la fama a autores y arreglistas como José Romero Bello en La Leyenda de Florentino y el Diablo y Rafael Martínez Arteaga (El Cazador Novato) en La Leyenda de El Cazador y El Diablo, entre muchas creaciones a citar. 
Deben considerarse en su raíz  las numerosas prohibiciones del joropo: “so pena de multa, cárcel y excomunión”. La primera de ellas data del 11 de abril de 1749, tal hecho, por cruel paradoja, contribuyeron a darle al joropo un matiz de “canto de resistencia” que lo sembró, aún más hondo en la identidad libertaria del llanero y convirtió a nuestros copleros en genuinos rebeldes y patriotas.
CONSOLIDACIÓN. El joropo de los primeros pasó de ser una pieza anónima hasta l930, cuando adquiere una firme identificación de autores, intérpretes, títulos y ritmos de cada composición, característico de la era discográfica y la difusión radial que abarca hasta nuestros días.
A esta conclusión se arriba luego de lecturas de fácil observación en los textos: Para el cancionero popular de Venezuela (1893) de Adolfo Ernest; El Cancionero popular de Venezuela (1893) de Arístides Rojas; El Llanero (1906) de Víctor Manuel Ovalles; Cancionero popular (1919/1988) y Centón Lírico (1920/1976) de José E. Machado; La tradición (1961), Nuestra Historia en el folklor (1982) y La poesía folklórica de Venezuela (1992) de Luis Felipe Ramón y Rivera. 
La influencia de la Guerra de Independencia provocó grandes cambios, la principal es la incorporación de  la ideología política, ésta le permitió radicalizar conceptos que a su vez son génesis del nacionalismo poético popular venezolano. Tomando fragmentos de las recopilaciones de los citados en el párrafo anterior se ubican los siguientes casos:
 En el rotundo clamor por la libertad:
Arrogante yo me siento
cuando voy sobre el caballo
en la pampa no transijo
ni con rey ni con vasallo.

En la manifestación de igualdad:
“El general Chingo Olivo
con su ejército marchó
no tengan cuidao muchachos
que primero muero yo.

Como génesis del ideal bolivariano:
Bolívar con su bandera
en los campos de batalla
de la terrible metralla
su puesto fue la primera
porque su aspiración era
romper el yugo español
y dejar con gran amor
libre a su patria entera.

En  la identidad temeraria del llanero;
Mi ambición es vagar libre
por este anchuroso suelo
ostente ó no ostente el cielo
su brillante resplandor
que he nacido independiente
para gozar la ventura
y es mi reino la llanura
y mi código el valor.

Y, por supuesto el aviso fantasmal de la muerte y del demonio, igualmente mezclado con el humor, emanado del cacho (cuento corto llanero de exageraciones),  en el primer contrapunteo de alcance nacional Turupial y Arrendajo, enmarcado en los tiempos de la Guerra Federal (1860-1864), y  publicado por Víctor Manuel Ovalles en 1906: 

Yo no le temo a las balas
ni a cuchillos ni a puñales
ni a un hombre de vara y media
ni de dos varas cabales.

El humor, el amor y la figura femenina se abrieron paso en el joropo

Las mujeres son el Diablo
parientes de Lucifer
que visten por la cabeza
y se desnudan por los pies.

Junto a las primeras grabaciones queda, como principal legado de esta época, el inicio de los estudios, valoraciones y compilaciones del joropo, de los que ni los investigadores ni mucho menos los hacedores de la cultura llanera pueden prescindir.
EXPANSIÓN. Esta era va desde la imposición del “tiempo de la radio” hasta la grabación de la primera leyenda Florentino y el Diablo, versionada, adaptada e intervenida por el maestro José Romero Bello. La grabación está fechada en 1965, pero su fecha de comercialización y distribución data de 1966.
En el inicio de la industria discográfica y de las primeras radioemisoras, don Mario Suárez (2007; en entrevista compartida con Amado Lovera) cita a Lorenzo Herrera, Ramón Carrasco, el conjunto de Vicente Flores y sus Llaneros, Luis Fragachán, Rosario Lozada, Magdalena Sánchez y Josefina Rodríguez “la Gitana de Color”. Las primeras “grabaciones” fueron realizadas en rollos de pianola por Francisco de Paula Aguirre, hasta donde se sepa, dicho honor correspondió al aria final, en tiempo de joropo, de la zarzuela Alma Llanera, con letra de Rafael Bolívar Coronado y música de Pedro Elías Gutiérrez (adaptación de La Marisela, de Sebastián Díaz Peña), estrenada el 19 de septiembre de 1914.
El “tiempo de la radio”, es una norma cronológica (de hasta tres minutos y medio) cuya influencia traerá la actual estructura (con sus respectivas variantes) del joropo tanto en las partes y extensión del poema como en su orquestación, y lo más importante tiene función de condicionante del “oyente-seguidor” de esta estética.
El “tiempo de radio” se extendió del mismo modo a la televisión, a las presentaciones en vivo y con menos duración en la cinematografía. La industria discográfica tuvo su primer auge en la cultura llanera a través del acetato de 45 R. P. M.y se amplía con el formato del LP. El segundo gran impulso lo toma con la proliferación del llamado “CD pirata”.    
Un ejemplo claro del referido molde es la grabación del corrío "Por el camino", de José Reyna (1948), interpretada por Mario Suárez y promovida como “copla-joropo”.  Entre los  muchos pioneros destacados de esta época resaltan: Ángel Custodio Loyola, Juan Vicente Torrealba, Ignacio “Indio” Figueredo, Pedro Emilio Sánchez, Valentín Carucí, Eneas Perdomo, Juan Farfán, Orlando "Cholo" Valderrama,  Arnulfo Briceño, Héctor Paúl Venegas, José Romero Bello, Omar Moreno, Adilia Castillo, Francisco Montoya, Reinaldo Armas, José Catire Carpio y el Carrao de Palmarito, entre otros.
Pilar Almoina de Carrera categoriza a la divulgación radial del corrío como “oralidad radiofónica” (2001). Esta modalidad “aparte de ser una vía de extraordinario alcance multiplicador, nos permite medir la preferencia del receptor, como parte fundamental en el proceso del fenómeno literario” (Ibíd.). De igual manera Montero y Mandrillo (2007) aseguran que los medios radiofónicos reivindican la fuerza de la palabra hablada, es decir, las “leyendas  y los mitos”; sostienen que los cuentos de animales y de seres maravillosos cuentan con amplio respaldo de los oyentes, puesto que son  portadores  de la identidad de los pueblos.
Para el insigne maestro del canto, don Mario Suárez, la radio, ayudó  a consolidar las “expresiones de la cultura llanera”. La radio y gracias a ella buena parte de la discografía llanera, llegaron como un complemento de las resonancias presentes en el Llano, a los acordes de los silbidos de los llaneros, los retumbos de las bestias del corral, las fieras sabaneras, del aguacero ventiao y del silencio aterrador que antecede los ecos del más allá. Fue una suma a la patria sonora de la llanura. Noticiario sobre quién y qué se grababa, como se hacía en los programas de Alfredo Acuña Zapata, creador junto a Pedro Montes, del festival radial de música llanera “El Gallo de Oro” en 1952. 
Los festivales se originan en los convites entre los copleros después de los arreos y para las fiestas patronales al concluir los toros coleaos o los lances de los gallos, aquellos verdaderos padres de nuestra cultura, “lanzaban” sus retos inmortales al ras del verso sabanero; Cantaclaro me han llamao / quién se atreve a replicar.
En esos lejanos días, Acuña Zapata presentó uno de los corríos clásicos de la fantasmalidad llanera y de toda la música llanera colombo-venezolana; el dolido reclamo “cantado” de un llanero a su caballo Pajarillo, recién muerto,  cuando en su galopar le había prometido esperar la primavera. Al principio se escucharon los bordoneos del arpa de Andrés Vera, y luego el tañío inconfundible de Ángel Custodio Loyola “tan inmenso como la sabana”:

Vuela, vuela pajarillo
vuela si quieres volar
y te recortaré las alas
para verte caminar
y me dijiste que eras firme,
como la palma en el Llano,
si la palma fuera firme,
no la picara el gusano,
no la tramoliara el viento
ni la secara el verano,
a mí me pueden llamar
trueno, relámpago y rayo.

DIVERSIDAD. Este tiempo comprende desde la “aparición” de El Silbón, Leyenda Llanera (1967) hasta los recientes videos de festivales, “promocionales” y conciertos llaneros, los mp3, las páginas Web de música llanera, los unitarios de la televisión dedicados a los espantos sabaneros como La Sayona y el filme Florentino y el Diablo, asi como las numerosas grabaciones de corríos y pasajes llaneros efectuados por insignes intérpretes y orquestas de otros países, al igual que por artistas nacionales venezolanos y colombianos “no exclusivamente” pertenecientes al mundo cultural de la llaneridad. Debe recordarse que Los cantos de Los Llanos de Colombia y Venezuela han sido reconocidos, recientemente,  como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.
La literatura de este turno está signada por un permanente reencuentro con el ancestro llanero (glorioso, altanero y desafiante), con la búsqueda del origen y con la empatía hacia los elementos naturales del mundo llanero, muy bien demostrado en este corrío de Miguel Tovar, popularizado por Jesús Moreno (1995) donde el Diablo es tan llanero como cualquiera:
Yo soy el Hijo del Diablo
coplero reconocido
en arpas no macujeo
ni en las cuerdas desafino
entre los recios copleros
yo soy el más relancino
pero si alguien tiene dudas
y quiere escuchar mi trino
en el Cajón del Arauca
tengo posesión y vivo
me llaman el Zambo Negro
donde pico doy la herida
caimán soy en la tiniebla
en el desierto soy tigre
y macho soy entre machos
oiga Hijo de Florentino.
Mi padre también desanda
de  su Cajón  los caminos
entre joropo y joropo
jalando bordón y prima.

La diversidad cultural, actualmente en boga, es un aporte de la cultura llanera fantasmal de este tiempo, repásese por un instante los encuentros culturales institucionalizados que se aglutinan en torno a figuras espectrales del Llano; el Festival Nacional Folklórico Cantaclaro (Valle de la Pascua, desde 1968); el Festival Internacional Florentino de Oro y Florentino de Diamante (San Fernando de Apure, desde 1970) El Festival Internacional de Música Llanera El Silbón (Guanare, desde 1975) y el Festival La Kirpa de Oro en San Casimiro de Güiripa.
En este marco temporal se asienta el perfil del grupo llanero de arpa, cuatro, maracas y bajo, en desmedro de la bandola, el violín, el requinto, que desde la era colonial hicieron el “estribo” musical del corrío. La música de soporte de muchos corríos fantasmales, ha sido retomada por orquestas y grupos “tramaos” integrados por cuatro, flauta, contrabajo, y otros instrumentos que en los conciertos, en los hogares, en el trasporte, el público de hoy baila, corea, tararea, silba y celebra.
Entre los ritmos fantasmales “trasportados” con mayor frecuencia figura (además de La Kirpa) El Pajarillo, originado en el siglo XIX, esta pieza de Juan Antonio Díaz, es un  ritmo de los Llanos colombianos y como ya hemos señalado, expresa la “comunicación” de un afligido dueño por medio de su requinto, con su caballo muerto. Otro caso es el de La Chipola, ritmo bailable cojedeño del siglo XIX y, según la tradición, lo usa Mandinga como su pauta de presentación. En cambio, El Gabán, otro muy difundido aire (atribuido a Ignacio Indio Figueredo, hacia 1914), se empleó, primero como música de baile, y luego el corrío se apropió de éste para relatar las peligrosas “correrías” del Gabán, como en este corrío de Coromoto Moreno (2007):

Voy a contar las hazañas
de este Gabán Asesino,
de este Gabán Asesino,
con una escopeta,  un rifle
y un FAL de cincuenta tiros
y un FAL de cincuenta tiros
mató a todos los gabanes
que estaban en su camino.


Estos apuntes fueron tomados del texto: Análisis de Figuras Espectrales en el Corrío y Leyendas del Canto  Llanero Tradicional, de Isaías Medina López. Duglas Moreno y Carlos Muñoz Lamas, publicado en Caracas (2018),  por la Oficina de Planificación del Sector Universitario (OPSU), del Ministerio del Poder Popular para la Educación Superior, Ciencia y Tecnología – Consejo Nacional de Universidades. 

Disfrute del audio musical "El Pajarillo" interpretado por Ángel Custodio Loyola

martes, 24 de abril de 2018

Cuentos del Arriero (La Carreta del Diablo y otras historias). Samuel Omar Sánchez

Imagen en el archivo de Ofelia Rodríguez Pérez



CUANDO ASOMBRARON A MILAGRO SÁNCHEZ DE CARPIO
Me santiguó y pidiendo a la Virgen de Coromoto, que me aclare la garganta para relatar esta historia que es la pura verdad por este puñado de cruces. Sucedió en “El Socorro” del estado Guárico.  Milagro Sánchez de Carpio, hija de Emperatriz Gómez de Sánchez y Elías Samuel Sánchez, nació en Valencia estado Carabobo, al graduarse de maestra se fue a trabajar a El Socorro con el paso del tiempo se casó con Gustavo Carpio “el negro Carpio”, para ese tiempo veían poco televisión ya que nacieron 4 hijos: Ryszard, Katy, Ilic y Gutsmila. Disfrutaba con su familia y viajaba para Valencia a ver sus padres y a San Carlos también a visitar a su tío Samuel Elías Sánchez. Al paso del tiempo la señora Emperatriz se fue a vivir a El Socorro, se compró una casa en el sector Las Amazonas, monta un negocio el cual atendía y se distraía, su hija la visita todos las tardes en un vehículo que había comprado, a veces va con toda la familia o sola. Es una fija llegar a las 6 de la tarde y se regresaba a las 12 de la madrugada, su madre le decía: -”Lala a estas horas no te vayas quédate a dormir aquí. Y le respondía: 
-No mami no pasara nada, le pedía su bendición y se regresa para su hogar. Sus amigos le decían y hasta su esposo que por esos lados salían apariciones, a más de uno los han asustado por cierto en el puente Las Amazonas, salen diferentes espantos se comenta de la tradición oral que en esa quebrada hay un entierro de morocotas que nadie ha podido desenterrar. Sucedió por cierto para un lunes del mes de mayo, Milagro cumple con todos sus quehaceres y le dice a su esposo “El Negro”: 
-Iré un rato a casa de mi mamá, le lleva un pedazo de queso llanero y un plato de pisillo de chigüiere y una taza de arroz con coco. Le dice: 
-Milagro, acuérdate que es lunes de las ánimas y estamos en el mes de los espantos que andan haciendo de las suyas. Se ríe con jocosidad y dice: -¿Qué te pasa, Negro? Vas a creer en esos cuentos y con ese tamaño ahora me saliste cobarde… Se va tranquila, llega a las 7 de la noche, su mamá le da su bendición, se alegra de verla y está contenta que niña con muñeca nueva al recibir esos detalles. Pasan las horas entretenidas conversando con las anécdotas, se dan cuentan, es la una de la madrugada, Milagro decide irse; su mamá le dice: -No te vayas y le recuerda de la aparición en el sector del puente Las Amazonas. Se despide, antes de llegar al sitio hay una especie de bajada, ella distingue a lo lejos dos faros que brillan, pensó debe ser un gato encaramado en el palo, toma la bajada en primera y acelera su carro para sorpresa de ella a un lado del puente ve la figura de un hombre que salió de la nada, lo raro es que solo ve dos ojos resplandecientes, tiene puesto un sombrero enorme de color negro que le tapa casi toda la cabeza, unos pantalones pero no le nota los pies; está levitando en el aire, ni le distingue las manos porque lleva un saco grande y le tapa casi todo el cuerpo, Milagro se persigna y acelera pasándole a un lado, con el rabillo del ojo lo distingue, pensó a lo mejor era una persona pasada de tragos y se le lanzaría hacia su carro, ve por el retrovisor y nada, pensó Dios será que lo golpeé, ahí mismo da la vuelta en dicho sitio, llega al sitio se baja, reviso los alrededores con la mirada y nada, se recuerda que su esposo y su mamá le decían que asombraban en el puente, de sopetón una fuerte brisa apareció, es tan fría que castañean su dientes, en la lejanía se oyen a unos perros ladrar, siente un celaje a su lado; está nerviosa, un miedo que le recorre todo el cuerpo, voltea hacia el árbol cerca del puente y de nuevo ve los dos ojos centellantes, ¡Ay Dios! Se monta en su carro y da chancleta, esa recta la devora en un santiamén, llega a su casa, está realmente asustada, abre la puerta y entra directo a la cocina, no encuentra explicación de lo sucedido le atacan los nervios en ese momento sale del cuarto Katy y ve a su madre temblorosa le dice: -¿Qué te pasó? Y le cuenta lo que pasó, se va al cuarto de su hija, tan asustada que se acostó con ropa y todo, en la mañana se levanta, su esposo está haciendo el café y le cuenta lo sucedido. Así se supo cómo a Milagros Sánchez de Carpio en el puente Las Amazonas de El Socorro la Asustaron.


LA NOVENA
Este relato es de la rica tradición oral de Acarigua. Portuguesa, sitio lleno de misterios y aparecidos. Desde la Colonia se oyen los cuentos desde El Carretón, La Llorona, La Sayona, Los Duendes del Camino, todos se dan la mano con El Silbón en un cruce de caminos, para seguir saliendo por esos anchos caminos de la llanura. Esto que contaré es la realidad por la Virgen del Carmen. Un grupo de amigas Josefina Hernández, Omaira Ostos, Carmen Teresa y Gloria, van de visita al Museo Inés Mercedes Gómez Álvarez, ubicado en Guanare disfrutan todo el día, tarde de la noche regresan a sus hogares. Al día siguiente reciben la noticia en casa de la familia Ostos, falleció un familiar en un accidente de tránsito en la vía Guanare – Acarigua, se riega como pólvora, su familia deciden velar el cuerpo en su residencia en Araure. Al saber la noticia sus amigas se van en el vehículo de Carmen Teresa, llegan a casa de Omaira, le dan las condolencias, es noche cálida y sin brisas como son las noches de Guanare, en las que ni el soplo de un pajarito hacia mover ni siquiera una hoja seca esparcida entre las sombras de unas acacias...le dan el pésame a la familia que han llegado del estado Apure, y son de la vieja creencia que el fallecido debe ser velado en su hogar, rezar los tres santos rosarios al cuerpo presente, los hace una mujer con rasgos indígenas, a muchos sorprendió porque las letanías son diferentes a las actuales, otro detalle que no sabía leer ni escribir, pero con una soltura rezaba. Han rezado las novenas de las siete y las nueve de la noche, el café, el chocolate, las galletas, el queso y cigarros, no falta a los presentes, en el patio prepararan un hervido que no le falte nada, para los que amanecieran acompañando a la familia en esa hora triste. Comenta algo intrigada Gloria: -¿Que manera tiene de rezar y de donde salió esa señora?
-Ella viene acompañando a mi familia desde Apure, es del entorno de confianza, además por esos lados rezan de esa manera.  Le responde Omaira. Y agrega Carmen: -Además cuando reza, a nosotras nos ve muy raro, no me gusta y desde que llegó no se ha movido de esa silla, ni para ir al baño. Las amigas, siguen conversando de las actividades que harían después, está por empezar la plegaria de las once para terminar al filo de la medianoche y así cumplir con las tres novenas que se le hacen al difunto. -Muchachas, me siento incomoda y me voy a retirar-: dice Carmen. Algo extrañadas las amigas, Exclaman: -¿Qué te pasa Carmen? Terminamos esta novena y nos vamos. -No amigas, si quieren se vienen ahora, esta morena se va... Empiezan a rezar, se levanta de la silla, se despide, se monta en su vehículo y sale rumbo a su hogar. -No se preocupen muchachas, mi tía nos mandará con cualquiera de sus hijos o si no amanecemos. Dice Omaira. Carmen, viene manejando tranquilamente oyendo una canción, siente a su espalda una respiración, la mujer se eriza, su corazón palpita fuertemente, de nuevo lo escucha y ahora alguien tosiendo, la mujer frena bruscamente, suerte que no vienen otros vehículos. Un poco asustada, se pregunta: -¿Qué pasa Dios Mío, vengo sola, no estoy loca? En ese instante pasa frente del vehículo un señor, al reconocerlo revienta en llantos. -¡Dios mío! Es el difunto. Se persigna y se regresa al velorio. Al llegar la ven más sudada que una hielera y con los ojos más pelados y llorosos que teniente cuidando frontera. En ese momento la rezandera ordenó que todos los que estaban ahí se pongan de pie y pidió que nadie se atravesara entre el altar y la entrada de la casa, ordenó que abrieran las puertas de par en par y ahí pronunció unas oraciones aún más intensas dirigidas a los santos del cielo y especialmente a San Pedro, para que llevara y protegiera aquellas almas sin que ningún espíritu o entidad inferior osare interferir en su camino...en ese momento estando todos de pie y en un verdadero suspenso, sienten un estampido de brisa que venía saliendo de lo profundo de la casa apagándose repentinamente las velas encendidas en el altar el cual estaba ubicado en el centro de la sala, al igual que golpeando con fuerzas las ventanas y puertas en un inexplicable recorrido desde el interior hacia afuera, golpeando la rejita a media pared de la entrada de esas que caracterizan muchas casas de pueblos; cuyos hierros traqueteaban como queriendo desprender de sus base... los vasos de plásticos con los cuales habían servido el chocolate y café, rodaron dispersos por el suelo como disparados hacia la calle y formando un pequeño remolino, durante pocos segundos parecía un ventilador encendido a toda potencia, la rezandera en esos momentos profería sus peculiar rezos... Carmen, alcanzó a terminar la novena, sus amigas al verla aun nerviosa, le buscan agua y le pregunta Omaira: -¿Amiga que te paso, mira como vienes, nos tienes intrigadas? Varios de los presente, se acercan a ver qué le sucedió. La rezandera vio a la muchacha pálida y afirma con la cabeza un sí. –Amigas, es que el difunto me asombró y por eso me regresé. Respondió Carmen. Se le acerca como una buena madre, le acaricia el pelo y dice: -Usted es tan joven y no cree mucho en las costumbres del Llano, cuando se reza a un cuerpo presente, no se deben levantar ni retirarse porque si no él los asombra y se tienen que regresar para terminar la novena, eso le pasó.


EL ENCANTAMIENTO EN EL JARDÍN DE ORIENTE 
Llamado “Jardín de Oriente” Caripe del estado Monagas, con un clima y vegetaciones increíbles, luego de un recorrido de montaña por la orilla de un río, se disfrutan de las aguas cristalinas, las cuales han esculpido por años cuevas, toboganes y algunas que desembocan en un chorrerón, que da nombre al sitio. En dicho lugar fresco y sombrío, donde solo se oye el canto de los pájaros y revolotean enormes mariposas azules metálicas o caballitos del diablo. Un día cualquiera, el año 2011 un grupo de compañeros de estudios del IUTIRLA, entre ellos: Karla, Liliana, Luisana, Omar, José y Olimar, se reúnen después de clases y se ponen de acuerdo para ir al Chorrerón, dice Karla: -Vamos el sábado. Los demás apoyan la propuesta. El sábado a primeras horas se dirigen al terminal de pasajeros, Karla lleva a sus dos hijos: Emili y Sebastián; Lilimar va con su hija Marimar; Olimar va con su dos hijos Simón y Francia; llegan temprano antes de tomar camino para el sitio de recreación, van a una bodega a desayunar, el señor que los atiende ya entrado en años, con el pelo escarchado les dice: -Muchachos, me han caído bien, tengan cuidado con el pozo, está encantado. Manuel le agradece y se van cantando, a la vez que oyen el ruido de la naturaleza. Al llegar se encuentran a una familia, pero como es grande nadan todos tranquilos, ahí dice Emili: -¡Qué bello todo esto, gracias mami por traernos! Y agrega Sebastián: -¡Si mami, me quedaría toda una semana! Todos se ríen y comenta Karla: -Bueno pórtense bien y estudien para traerlos de nuevo. Los hijos de Olimar responden: -¡Nosotros nos portamos bien…! Es mediodía, están Omar, Lilimar y Olimar, preparando el pescado frito y las arepas, Karla tiene listo la ensalada y el guarapo de papelón. Mientras almuerzan comenta Luisana: -Caramba, comadre Karla, le quedó sabrosa… Y riéndose con picardía dice: -Claro, mi coma, es que tengo esa magia para cocinar. Empiezan a echar cuentos de aparecidos, y Olimar le pregunta a Omar, un educador y quien ahora es locutor: -¿Qué hay de cierto sobre las apariciones en estos pozos?, además, a ti te asombraron en la radio. A lo que él responde: -Una vez estando de guardia en la emisora Soclas 98.7Fm, que se encuentra en el 7mo piso, es la una de madrugada y después de tener una conversación con un gran amor, de aquí mismo de Maturín y darle un concierto de canciones, tocan el timbre de la puerta, salgo a ver quién será, ¡susto! No hay nadie y de ñapa el ascensor está arriba, al regresar la cabina sentí un silbido en la oreja que me espelucó todo. Todos se ríen con duda. Y agrega Omar: -Pero recuerden, aquí en este pozo sale un encanto también. Son las cuatro de la tarde, la otra familia se fue, llega una fuerte brisa, aparecen mariposas enormes de color negro, oyen unos gritos y ven a los animales asustados, los pájaros salen en desbandadas, cerca del pozo hay una enorme piedra, la cual se envuelve en una neblina y ante ellos aparece una mujer de pelo negro, sentada…todos la miran, ahí grita Sarais: -¡Mami! Por Dios… Viene corriendo toda temblorosa hasta su madre. Quien le pregunta: -¿Qué te pasó hijita? Nerviosa le dice: -Sentí que alguien me acarició el pelo. Y ninguno de los muchachos está cerca de ella. Llegan otras mariposas, pero de color azul, sus corazones laten acelerados como tren sin freno, el tiempo se detuvo, la mujer se ríe de una manera loca y se lanza al agua, antes sus ojos en la piedra ahora se ha posado un pájaro grande desconocido, todos se persignan, y como bailar en un tusero con alpargatas nuevas, en segundos salen en veloz carrera más blanco que dulce de leche. Llegando a la bodega, los espera el vendedor muy calmado y moviendo la cabeza, a lo que Olimar le afirma: -Es verdad lo del encantamiento del pozo.


LA CARRETA DEL DIABLO 
Los relatos orales, son parte de nuestro acervo patrimonio inmaterial, de ahí que debemos preservarlo en el tiempo, y las generaciones venideras sepan de donde se viene, como se formó una comunidad y sobre todo los cuentos y leyendas son parte de ese legado cultural. En el sector 23 de enero, en San Carlos, estado Cojedes, llegan a vivir la señora Hilda La Cruz y su pareja Elio Sánchez, uno de sus hijos es Gilda, muchachona de piel canela y vivaracha, con su caminar muy fino, estudiante de la escuela Carlos Vilorio, junto a sus compañeros Marlene, Mary, Nora, Mon Valera y Julito Aguiño, todos excelentes muchachos pero…siempre hay un capitán o capitana y es Gilda, muchas veces se escapan del colegio para ir de pesca y bañarse a los ríos “el canal de riego” y “El Paso de Las Negras”, como disfrutaban como peces y dígame comiendo mangos, eso sí al llegar a sus hogares preparen esas nalgas que se las dejarían moradas de la pela que llevan. Por cierto por toda esa zona recorre sus calles El Carretón, hasta se dan las manos al encontrase La Llorona, con El Ahorcado y El Duende que aparece en dicha escuela y  a más de uno lo han asombrado, como lo que le pasó al buen amigo Tito Ortiz, “Titico”, el hijo de Rosario Pérez, enfermera del viejo Hospital Los Llanos y del nuevo y de Tito Ortiz, viejo camionero y eterno jugador de bolas criollas, una noche viene “Titico” después de venir de una parranda y al llegar a la escuela, de la nada le apareció La Llorona lo lleva coleado hasta su casa, gritando y  sus tías Amelia y “La Negra”, lo rescataron por un tiempo parece monaguillo en la casa. Todos esos cuentos los amigos siempre los oían, ya que sus padres lo relataban, pero ellos decían que son cuentos de caminos, tienen una ceba de jugar de lunes a lunes, llueva, truene o relampaguee, llegan a la esquina de la casa de señora Rosarito La Cruz, sitio de encuentro y disfrute, al salir al recreo de la escuela dice Gilda: -Ya saben muchachos en la noche nos vemos. Cada quien después de hacer las tareas y los mandados de la casa se van, la mama de Gilda, siempre le decía: -Mija, deja esa maña de estar jugando siempre de noche, un día de estos los asombraran. Con respeto le respondía: -Ah pues, mami, tranquila que no pasara nada y se viene más contenta que perico comiendo guayabas. Se encuentran todos, se ponen a jugar, esa noche los muchachos están hipnotizados, juegan la “ere”, “el paralizado”, “el escondido”, metras, la semana, cuando dice Mary: -Muchachos la señora Rosario ya se acostó. - ¡Vacío! si son las once, dice Mon. En ese momento escuchan en la lejanía el sonido de varios cascos de caballos y el rebuznar de unos burros, dice algo intrigada Gilda: - ¡Mueca esos son los burros de don Benito!  ¿A estas horas? Un fuerte ventarrón acompañado con una espesa neblina los arropa, están como paletas de helados, temblando…oyen el chasquido de las ruedas de una carreta, ahora si todos están como gallina grifas. Julito quiere decir algo y empieza gaguear, Marlene toda morada grita: -Muchachos es la Carreta del Diablo.  Cada quien sale como viento en sabana a sus casas. Gilda, llega más asustada que gallina en casa de zorro, su madre la abraza y la manda a dar una ducha para que duerma tranquila, ese día su padre está de viaje, ya está en su cama, el reloj da las doce campanada dando la bienvenida a la medianoche, oye estrepitosamente la ruedas de una carreta que mete miedo, los perros laten asustados, esa carga fantasmal se le oía por la calle Federación, de la impresión le da un dolor de muela, es fuerte ese chirriar y la pone más asustada que ratón en madriguera de culebra y a su edad de nueve años, el miedo pudo más, sale corriendo para el cuarto de sus madre, ya sabe porque viene, la coloca debajo de su abrazo, como lo hacen las mama gallina y acurrucan a sus pollitos: -Ves hija lo que te decía, esa es La Carreta del Diablo. Gilda al oír esa bulla sus tímpanos están acobardados, que la señora se pone a rezar la oración de La Magnífica para así alejar esa mala aparición. A la mañana siguiente, era el comentario entre los amigos de la bulla de El Carretón del Diablo, la escuela se alborotó tanto que llevaron a un cura para que bendijera la institución, según para alejar esos espectros, lo bueno es que dejaron esa ceba de jugar todas las noches. Si lo hacen es temprano y después cada quién para su casa.


Estas piezas literarias se tomaron del libro: Los Cuentos del Arriero de Samuel Omar Sánchez, editado en San Carlos, por la Fundación Editorial El perro y la rana –Cojedes,  2017 

Cuentos del Arriero (La Procesión de Las Ánimas y otras Historias) Samuel Omar Sánchez


Imagen en el archivo de Ofelia Rodríguez Pérez




LA VIUDA
Llanos de Guárico, zona ganadera y fama de ser cuna de muchos hombres valerosos, que se batían a duelo por cualquier disputa familiar, por eso las familias no se acobardaban fácilmente ante la presencia de montoneras, tan comunes y corrientes al final del siglo XIX y principios de este siglo XX. En una agradable casa, rodeadas de muchos árboles vive la señora Gumersinda con su hija Rosalinda, de belleza incomparada, pero marcada por el designio de la fatalidad, pasan los años, y llega al pueblo el “Sombrero” un arriero comerciante, de nombre Joaquín, monta su negocio, se enamora perdidamente de Rosalinda logra que lo acepte como su novio, la suerte le cambiaría a la familia totalmente. Al cabo de poco tiempo se realizó la boda, semanalmente el hombre viaja cargando mercancía en sus arreos, gana bien, solo pensaba en su bella mujer y en la familia que formarían; por causas aún desconocidas el hombre se desprendió con las mulas por un precipicio, dos días después Rosalinda, recibe la noticia de la muerte de su esposo, casi enloqueció, desde ahí la ven caminando calle arriba, calle abajo, vestida con un traje negro de manga larga y de escote cerrado, el negocio se viene a la quiebra, perdió el brillo de sus ojos, se le ve como la propia Ánima Sola, la gente le empezó a llamar “La Viuda Solitaria”, su pelo le cayó la nieve del tiempo, nadie se explica cómo sucedió, es una mujer de unos treinta años de edad aproximadamente, el otro cambio, está muy delgada, parecía un cabo de vela, cuando de la noche a la mañana misteriosamente se esfumó, la buscan por todos lados y no dan con su paradero. Muchos de los lugareños, a la medianoche la ven recorrer las calles, el miedo se apodera, pero siempre hay un guapo, un día martes después de disfrutar una farra, viene Ramón Machado, hombre de pelo en pecho, no le falta un puñal acomodado en la cintura, muchos le dicen que tenga cuidado con la “Viuda”, como buen llanero se echa a reír y decía: -No compañeros, esa “viudita de la noche”, lo que le falta es que Ramón la saque a bailar y la hamaquee. Va llegando a la plazoleta, cuando ve la figura de una mujer, se pregunta: -¿Quién será, a estas horas y sola, bueno ese plato es mío? El aire se pone algo languideciente, le cuesta para respirar, la noche se detiene y el hombre no le para, el reflejo de la luna muestra una mujer de buen cuerpo, vestida de medio luto, se recuerda de los comentarios, se lleva la mano a la cintura, toca el puñal por si acaso. Están frente a frente y sacando fuerza le dice: -¿Buenas noches, señora, tan sola por aquí? Se corre el velo que le tapa su rostro y con un sonrisa. Le responde: -¿Vengo por ti Ramón, no me invitaste a bailar, un buen zapateo , demuéstralo ahora? La mujer se pone desgarbada, su pelo es blanco, sus manos son huesudas y entre risas. Exclama: -¡Vamos a bailar! Suenan los bordones del arpa al compás de un buen joropo, las maracas retrucan, el cuatro le pone fuego. Lo abraza, Ramón está paralizado, le falta la respiración, trata de soltarse y más lo estrecha contra su cuerpo, su compañera de baile esta helada, se le va la vida; se recuerda de los consejos de su madre, y eleva una plegaria al cielo, rezando entre balbuceos un Padre Nuestro, desfalleciendo pega un grito…la mujer confundida lo suelta y salió como un loco de carretera, cae frente a su casa. En la mañana lo encuentran delirando que “la viuda” lo asombro. Desde ahí el hombre no salió más a parrandear, de recuerdo le quedo unos arañazos en su cuerpo para siempre que al pensar en ella, palidece como un fantasma.


LA PROCESIÓN DE LAS ÁNIMAS
En este modernismo donde en vez de carretas tiradas por burros o caballos, en las calles empedradas de Acarigua, ahora son motos rodando por el asfalto y busetas con ensordecedores volúmenes de una canción atormentando a los pasajeros, son los nuevos fantasmas recorriendo las diferentes veredas, sin olvidar la Procesión de las Ánimas, las cuales salen en busca de alguien para darle su buen susto. Un día cualquiera, del año 1985, están celebrando en un conocido club, el cumpleaños de María Marcolina, la carne asada y demás delicadeces están por doquier, la familia Hernández, se esmera en la buena atención para los invitados, el motivo la cumpleañera es la niña de los ojos de sus padres. Se encuentran: José, Arquímedes, Wilson y Paul, todos amigos desde hace mucho tiempo, estudian 5to año, son jóvenes de diecisiete años de edad, y jugadores de maquinitas…no faltan a ninguna fiesta, son como el arroz blanco… después de salir de clases se ponen de acuerdo, a las siete de la noche se encuentran, llevan puestos sus mejores atuendos y dice Paul: -Bueno compañeros, esta noche vamos a comer y a disfrutar. Todos se ríen. Al llegar al club, se sorprenden por el ambiente, felicitan a la cumpleañera, bailan hasta decir…igualmente han comido carne asada con yuca, en cada ronda que traen los mesoneros lo pescan, han disfrutado de lo lindo, cuando deciden retirarse, se despiden de la familia. Vienen caminando, por esas calles, van alegres porque disfrutaron hasta el cansancio. Llegan a una placita que se encuentra ubicada detrás de la Iglesia San Miguel Arcángel en Acarigua, inicialmente conocida primero como Plaza de la Corteza y posteriormente ahora es Plaza la Burrita, ya que se visualiza a una señora junto a un niño y una burrita. Descansan un rato y comenta José: -Casi me quedo a dormir aquí, hay una tranquilidad. El reloj de la iglesia suena para anunciar, son las tres de la mañana. -Bueno compañeros, ya amanece, es viernes y mañana no tenemos clases, además miren llevamos un buen pedazo de carne asada y torta. Exclama Wilson. La brisa trae unos murmullos de voces… Pregunta Paul: -¿Amigos, son rezos, pero a estas horas y quiénes serán? A lo lejos ven aparecer por la calle un grupo de personas todas vestidas de blanco, van llevando un ataúd, en brazos de amigos y cada uno llevan en sus manos unas velas encendidas, viene delante una mujer guiándolo y rezando un rosario. Los amigos están algo incrédulos, un leve frío les recorre desde la planta de los pies hasta la nuca… -¿Qué raro un entierro a estas horas y esa gente así vestida? Dice José. Pasan frente a la Plaza, los muchachos se persignan y oyen como un zumbido en los tímpanos de sus orejas esa letanía y escuchan decir a la guía: -Qué descanse en paz el cuerpo de José-. A un solo compás de voces responden: -Qué brille para él, la luz perpetua-. Sorpresa se llevan, ven que todos los acompañantes; sus cuerpos son traslucidos…y dice asustado Wilson: -Es la Procesión del entierro de las Ánimas, ¡Dios socórrenos! El papel blanco, es el reflejo de sus rostros, sudan de miedo, un olor a flores de difuntos impregna el ambiente, la procesión sigue su camino… Quedan como bachacos sin antenas, y grita Arquímedes: -Vámonos, no quiero ver más a esa procesión. Se les ven corriendo por las veredas, llegando con las lenguas casi de corbata a sus casas, en sus rostros tienen la cruz del miedo por esa aparición que los asombraron en la Plaza la Burrita


DON PELOYO
Cuando el Llano era Llano, los llaneros en lomos de sus briosos caballos se dirigían a sus faena y las estrellas con su titilar en el firmamento eran la luz de los caminantes. José Gregorio Herrera conocido como “Don Peloyo” para ese tiempo es el encargado del Hato “La Catalda”. Son las diez de la noche sale de la casona y se dirige hacia el potrero, abre la puerta de tranca y ensilla su caballo favorito uno de color ruano, esta con su inseparable sombrero pelo e guama y su liquilique, toma camino hacia el morichal va a revisar un ganado que está en otros corrales, lleva un buen trecho recorrido cuando en la soledad de la llanura,  oye un berrido demasiado feo es un llanto jamás escuchado por él, ve para todos los lados y está solo…vuelve a oírlo más fuerte ahora siente miedo…, se arma de valor y sale a todo galope en su caballo que también está asustado,  al cabo de una hora se da cuenta que esta extraviado, no se acuerda del camino; ha perdido por completo el sentido de orientación. Conocía cada sendero de esa sabana como la palma de su mano, pero esta vez no sabía dónde está. Como buen baquiano de los misterios del Llano llega donde hay un molino, se baja de su caballo, se persigna agarra la cobija y la tiende en el suelo; acostándose boca abajo sobre ella ha pasado más de dos horas cuando se levanta ya ha recobrado el sentido de orientación. Oye el canto de los gallos de las casas cercanas a la finca, son las cinco de la mañana esta incrédulo porque jura que recorrió muchas leguas sobre su caballo y se da cuenta que está cerca de la finca ha estado dando vuelta en círculo, regresa todo extrañado, al llegar lo ven los obreros que salen a la faena y lo detiene, aun “Peloyo” anda un poco tembloroso se baja de su bestia y le cuenta lo sucedido, ahí uno de los muchacho le comenta no compa a mi tío Ramón le paso algo peor, salió a cazar y se perdió por esos montes por espacio de cinco días y cuando reacciono estaba dando vuelta en círculos, dice la gente que son los guardianes de la sabana que los hacen extraviar y más bien de gracias a Dios porque otros jamás se les ha encontrado y que sus almas en las negras noches se les ve recorriendo esos montes como ánimas en penas buscado a otros seres para llevárselos y así aligerar sus sufrimientos y poder salir de purgatorio donde se encuentra . Desde ese momento “Peloyo” juro no salir para esos sitio solo y tampoco olvido su cajita de chimo que es contra para eso espantos.


LOS FANTASMAS EN HATO BARANDA
 Siguiendo con los relatos que suceden en cada sitio de las inmensas tierras del estado Cojedes, como son las apariciones en las carreteras o las muertes por arrollamientos y de ahí surge el inicio de los misterios, la idiosincrasia del venezolano nos identifica con el rescate de las historia como esta. El sitio conocido como Puente Onoto, antes de llegar a la población de Apartadero en el estado Cojedes, se encuentra el Hato Baranda, para el año 2.010, llega a trabajar Carlos Lloverá Contreras conocido con el apodo “El Burrero”, se ganó ese remoquete porque en tiempos lejanos el hombre participaba en carreras de burros y se parecía al famoso jockey Juan Vicente Tovar, en su manera de montar y ganar. Por dicho sitios la misma gente no les gusta salir después de las ocho de la noche, porque según han visto cosas extrañas desde oír el ruido estruendoso que hacen al chocar dos vehículos y al salir de sus casas para ver el accidente no hay señales, igualmente gritos que meten miedo al más pintado, y tantos así, sus hermanos le comentan a Carlos, de esos relatos y el hombre dice: -Tranquilo pollo que el agua está hirviendo y aquí está un Llovera para lo que salga… Siempre en esos trabajos se hacen buenas amistades así se formó el grupo de los Intocables como esa famosa serie de televisión, van para arriba y para abajo, Omar Reyes “Nano”; Hurtado “Loquillo”; Ángel Veloz; Carlos “El Burrero” y Edwin Alvarado conocido como “El Guaro”, bailador de tamunangue y es el gandolero, por cierto entre ellos había un brujo según hablaba con los muertos y tenía un poderosa contra. Para un mes de mayo, después de realizar las faenas de trabajo de cada uno y cenar, se reúnen en el área del taller, se ponen a jugar un rato una partida de barajas así pasan un buen tiempo, preparan un poco de chocolate, son casi las ocho de la noche cuando se desató un señor aguacero agarrado de las manos con rayos y centellas e igualmente su primo el ventarrón, están sentados en unos taburetes no tienen sueño, cuando empiezan a conversar sobre los misterios de esas apariciones y muertes que salen en la carretera, en especial por dicho sector igualmente de dos personas que salen asombrando en el hato, según la historia un obrero que se mató, la mujer era una cocinera que murió de repente preparando un cochino a la brasa. Están en plena conversa de relatos de espantos, cuando dice Hurtado: -Mire mijos esta contra que me prepararon me protege de todo, además ellos son mis altos panas. Todos se miran las caras y se ríen. -“El Guaro” decía como macho larense: -Que salga cualquier espanto para ponerle esta correa por las costillas y verlo revolcarse en el piso -  La lluvia ahora es una moja pendejo, no empapa pero…cuando se van a sus respectivos dormitorios, exactamente a la medianoche, cuando sale Ángel corriendo como picado de avispa diciendo: -¡Ave María Purísima! y va directo a una ambulancia que está cerca del taller, a los diez minutos llegó Hurtado, como cohete encendido, comenta que vio a dos personas cuando le mueven su cama y ante sus ojos se esfumaron. Entre balbuceos y temblando, responde Ángel: -Sentí un peso sobre mi pecho, que me ahogaba la respiración y de ñapa me jalaron las patas, de aquí nos sacaran con una grúa. En ese momento llega “Nano” pálido como plátano sin color: -No hile, muchachos, unas manos me movieron la hamaca. Carlos, está tranquilo en su chinchorro cuando siente unos pasos, un frío penetra dicho cuarto como carro de heladero y le han dado un sacudón que el hombre cae de platanazo al piso está más blanco que un saco de cal y pega una carrera hasta llegar donde están los amigos pasando el susto. “El Guaro” está agarrando sueño, cuando le dan una soberbia nalgada que el hombre como está de lado, del susto se cae, logra ponerse de pie y dice: -Den la cara para entrarnos a golpes, aquí está un macho barquisimetano. Cuándo siente los pasos de chancletas y un relámpago alumbra el cuarto, frente a él hay un hombre y una mujer totalmente transparentes, le subieron y les bajaron como pepa de mamón, sale como muchacho con dolor de barriga que no llega al escusado, todos están en la ambulancia más apretados que familia en casa de Fundabarrios, todos están pendiente con las orejas como radar y los ojos pelados, cuando le dicen a Hurtado: -No dices que hablas con ellos. Y les responde: -Si pero con los difuntos que conozco con estos, zaperoco. Así pasan las horas hasta el amanecer que salen de ahí más trasnochado que vigilante de hospital. En todo el Hato, se supo cómo a la pandilla de los Intocables los asustaron, desde ahí no hablaron más de aparecidos.




Estas piezas literarias se tomaron del libro: Los Cuentos del Arriero de Samuel Omar Sánchez, editado en San Carlos, por la Fundación Editorial El perro y la rana –Cojedes,  2017