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domingo, 29 de abril de 2018

El Joropo. Definición, Origen y Periodos. Varios Apuntes. Muestra Poética y Audio Musical

En la alegría y en la tristeza, el joropo, es alma misma de sentidas inspiraciones


El Joropo. Definición. Origen. Periodos. Varios Apuntes. Muestra Poética y Audio Musical (Isaías Medina López, Duglas Moreno y Carlos Muñoz)


DEFINICIÓN. La acuñación del término joropo siempre se aborda desde el punto de vista musical  histórico,  con definiciones de corte europeo, lo cual niega, en el origen de esta palabra, su carácter  lingüístico llanero  indígena propio de los pueblos de Venezuela y Colombia.
Según Medina López (2001), en El canto a lo divino en la poesía popular llanera del estado Cojedes [Tesis de Maestría, aprobada en la Universidad Central de Venezuela]: “El joropo es una fiesta familiar que se origina en el antiguo en el antiguo hogar del llanero denominado soropo, es confluencia y suma  léxica de hacer ‘jolgorio’ en el ‘soropo’; y/o de cantar ‘jocoso’, "joseao" o “jorconeao” (bailar recio y de frente) en esta vivienda. 
Ya, en 1921, el eminente lingüista Lisandro Alvarado  incluye al joropo y al soropo dentro de  su Glosario de Voces Indígenas. Alvarado, también cuestiona investigaciones previas donde se alude la familiaridad, de obvia condición europea, que le atribuiría su génesis en los términos “jarabe” o “xarop”.
Es evidencia de peso las variadas y significativas palabras de la cultura llanera hechas con la misma fórmula “-o-o-o-” del joropo y el soropo, entre ellas: jojoto (alimento); onoto (árbol medicinal); bototo (arbusto y un  juego indígena llanero yaruro); conoto (pájaro); corozo (palmera); cogollo (del “sagrado” sombrero llanero y copa de plantas alimenticias); chorroco (pez y también un río); corroncho (pez); coporo (pez); sorocho (pintón y ebrio); topocho (alimento); Toporo (vaso con forma de jícara o copa alargada); Tococo (ubito);  coroto (utensilio de la totuma); y el sofoco del llanero cuando el espanto lo acorrala.
Siglos después, aún en la sabana el soropo todavía persiste en la voz de los copleros como Hipólito Arrieta  (1998):

Me llaman el gocho Hipólito
pero me gusta el joropo
y vivo allá en mi llanura
en un rancho de soropo.

Cobijo del llanero y su familia, el soropo es padre del joropo llanero. 

Con mayor acento se percibe en el reconocido compositor llanero Miguel Ángel Martín (2005, 1):

Tiene el joropo la estampa
del duro varón llanero
y en un soropo nació
para adueñarse del pueblo
y el soropo se llenó
de cantos y de contento
y de gritos que estallaban
rematando el zapateo.

De igual forma hay aclaratorias de grupos de investigadores de la cultura del Llano, como Horizonte Llanero (2007): “El soropo es la vivienda llanera donde, se cree que se hacían el joropo”.
ORIGEN. En sus inicios la poesía del joropo se acotan:  Romance de Juan Rodríguez Suárez (¿1559?), Romance de Aguirre (1561) de Guillermo de Zúñiga, y La hazaña del valeroso capitán Diego Fernández de Serpa (1563), que luego fueron versionados en coplas y corríos, se mantenía el verso octosílabo hispano, pero con rima asonante. Otras fuentes de enriquecimiento será la popularización de la décima, la glosa y el soneto, que añaden diversidad y novedad estrófica a la poesía del joropo. Este ciclo cierra con el inicio de la guerra independentista y los primeros cantos contra el rey  Fernando VII. 
La mayoría de los corríos o cantos de este periodo son creaciones sin autor específico, mejor dicho de la “autoría del pueblo”, quien aprovechó melodías, bailes,  e instrumentos musicales de los pueblos indígenas, africanos y europeos de la era colonial para sus “arreglos”, como aclaran Rafael María Baralt y  José María Vergara y Vergara. Sus temas primarios, casi siempre, versan sobre sangrientos hechos de armas, romances y fantasmas que dejaron las guerras de conquista, las de la independencia y las contiendas civiles. Resaltan aquí temas como el Corrido de Guardajumo (1802) de Gil Parparcén, de verso fantasmal y de misterios del Llano, franco, crudo y sutilmente moralizante al mismo tiempo:
Y, por muy justa sentencia,
a muerte estoy condenado,
y a que en manos de un verdugo
públicamente sea ahorcado
y mi cabeza se ponga
en un eminente palo,
donde sirva de escarmiento
y de freno a los malvados.

Pero además, el joropo sirvió para una labor social  clave: la de informar acontecimientos, es decir, se convierte en el pregón lírico y de crónica social de su momento; con descripciones del ambiente del Llano e impone la figura del llanero y su canto en el terreno del imaginario popular, como estos fragmentos tomados de "La literatura colonial y la popular de Colombia" (1928), cuyo soporte, con claro aliento fantasmal, anuncia  la muerte como inicio de “la otra vida”:

Pido que cuando me muera
me entierren con mi sombrero
por si acaso en la otra vida
me coge algún aguacero.

Joropo bajo la lluvia

Pido que cuando me muera
me entierren con mi vigüela
por si acaso en la otra vida
se ocurre alguna rochela.

Un ejemplo contemporáneo del joropo como noticia cantada o pregón lírico está en el “rescate” en la desventurada muerte de Kirpa (Juan Antonio y/o José Antonio "Quendo" y otros apelativos). Este suceso verídico se convierte en tradición oral, en corrío y después en leyenda. La música de estas composiciones  se le atribuye a ese mismo afamado arpista, cantautor y contrapunteador, un verdadero Florentino. Existe una afamada versión difundida desde 1963, la cual involucra al “Dr.” Pinedo, Eneas Perdomo y Ángel Custodio Loyola: 

Apure lloró en silencio
mientras el arpa se oía
porque en el Llano se supo
que Kirpa se moriría
pero es la verdad
porque en el Llano se supo,
que Kirpa se moriría.
Su cuerpo quedó en Güiripa,
su voz suena en el palmar,
su pensamiento en la brisa,
su apellido en el cantar,
yo no sé por qué en Güiripa,
no quieren a los llaneros
por qué mataron a Kirpa
e hirieron al guitarrero.

Digno de mención en este lapso es la incorporación de los “ay/ayees” iniciales de los joropos de canto recio, provenientes de las lloras de nuestros indígenas. Igual origen tienen los cantos sobre las hazañas y circunstancias de muerte de los difuntos, el uso de las maracas y la búsqueda de la improvisación, que originará el contrapunteo. Esos cuatro aportes aborígenes son reseñados por Juan de Castellanos (1589), José Gumilla (1741) y Antonio Caulín (1779), incluidos en la compilación de María A. Palacios: "Noticias musicales en los cronistas de la Venezuela de los siglos XVI-XVIII" (2000).
Estos largos siglos vieron la difusión del joropo, primero, en su lugar de nacimiento, el soropo, luego en las fiestas de los campos, de los campamentos de los alzados contra la esclavitud, en los pueblos y ciudades, mediante las cantinas (de tres días) al final de los arreos, en las tardes de toros de las fiestas patronales y en las veladas criollas, de extracción mantuana, de ésta heredamos las primeras “normas” del contrapunteo y el uso primario de la bandola, el violín y el arpa.
En las veladas criollas se produce la fusión de la estampa campesina y el joropo. Estas pequeñas obras teatrales que trataban sobre la vida  y las faenas, da pie al desarrollo de las leyenas llaneras, en las se actúa, se canta, se declama, se baila y narran historias, que han llevado a la fama a autores y arreglistas como José Romero Bello en La Leyenda de Florentino y el Diablo y Rafael Martínez Arteaga (El Cazador Novato) en La Leyenda de El Cazador y El Diablo, entre muchas creaciones a citar. 
Deben considerarse en su raíz  las numerosas prohibiciones del joropo: “so pena de multa, cárcel y excomunión”. La primera de ellas data del 11 de abril de 1749, tal hecho, por cruel paradoja, contribuyeron a darle al joropo un matiz de “canto de resistencia” que lo sembró, aún más hondo en la identidad libertaria del llanero y convirtió a nuestros copleros en genuinos rebeldes y patriotas.
CONSOLIDACIÓN. El joropo de los primeros pasó de ser una pieza anónima hasta l930, cuando adquiere una firme identificación de autores, intérpretes, títulos y ritmos de cada composición, característico de la era discográfica y la difusión radial que abarca hasta nuestros días.
A esta conclusión se arriba luego de lecturas de fácil observación en los textos: Para el cancionero popular de Venezuela (1893) de Adolfo Ernest; El Cancionero popular de Venezuela (1893) de Arístides Rojas; El Llanero (1906) de Víctor Manuel Ovalles; Cancionero popular (1919/1988) y Centón Lírico (1920/1976) de José E. Machado; La tradición (1961), Nuestra Historia en el folklor (1982) y La poesía folklórica de Venezuela (1992) de Luis Felipe Ramón y Rivera. 
La influencia de la Guerra de Independencia provocó grandes cambios, la principal es la incorporación de  la ideología política, ésta le permitió radicalizar conceptos que a su vez son génesis del nacionalismo poético popular venezolano. Tomando fragmentos de las recopilaciones de los citados en el párrafo anterior se ubican los siguientes casos:
 En el rotundo clamor por la libertad:
Arrogante yo me siento
cuando voy sobre el caballo
en la pampa no transijo
ni con rey ni con vasallo.

En la manifestación de igualdad:
“El general Chingo Olivo
con su ejército marchó
no tengan cuidao muchachos
que primero muero yo.

Como génesis del ideal bolivariano:
Bolívar con su bandera
en los campos de batalla
de la terrible metralla
su puesto fue la primera
porque su aspiración era
romper el yugo español
y dejar con gran amor
libre a su patria entera.

En  la identidad temeraria del llanero;
Mi ambición es vagar libre
por este anchuroso suelo
ostente ó no ostente el cielo
su brillante resplandor
que he nacido independiente
para gozar la ventura
y es mi reino la llanura
y mi código el valor.

Y, por supuesto el aviso fantasmal de la muerte y del demonio, igualmente mezclado con el humor, emanado del cacho (cuento corto llanero de exageraciones),  en el primer contrapunteo de alcance nacional Turupial y Arrendajo, enmarcado en los tiempos de la Guerra Federal (1860-1864), y  publicado por Víctor Manuel Ovalles en 1906: 

Yo no le temo a las balas
ni a cuchillos ni a puñales
ni a un hombre de vara y media
ni de dos varas cabales.

El humor, el amor y la figura femenina se abrieron paso en el joropo

Las mujeres son el Diablo
parientes de Lucifer
que visten por la cabeza
y se desnudan por los pies.

Junto a las primeras grabaciones queda, como principal legado de esta época, el inicio de los estudios, valoraciones y compilaciones del joropo, de los que ni los investigadores ni mucho menos los hacedores de la cultura llanera pueden prescindir.
EXPANSIÓN. Esta era va desde la imposición del “tiempo de la radio” hasta la grabación de la primera leyenda Florentino y el Diablo, versionada, adaptada e intervenida por el maestro José Romero Bello. La grabación está fechada en 1965, pero su fecha de comercialización y distribución data de 1966.
En el inicio de la industria discográfica y de las primeras radioemisoras, don Mario Suárez (2007; en entrevista compartida con Amado Lovera) cita a Lorenzo Herrera, Ramón Carrasco, el conjunto de Vicente Flores y sus Llaneros, Luis Fragachán, Rosario Lozada, Magdalena Sánchez y Josefina Rodríguez “la Gitana de Color”. Las primeras “grabaciones” fueron realizadas en rollos de pianola por Francisco de Paula Aguirre, hasta donde se sepa, dicho honor correspondió al aria final, en tiempo de joropo, de la zarzuela Alma Llanera, con letra de Rafael Bolívar Coronado y música de Pedro Elías Gutiérrez (adaptación de La Marisela, de Sebastián Díaz Peña), estrenada el 19 de septiembre de 1914.
El “tiempo de la radio”, es una norma cronológica (de hasta tres minutos y medio) cuya influencia traerá la actual estructura (con sus respectivas variantes) del joropo tanto en las partes y extensión del poema como en su orquestación, y lo más importante tiene función de condicionante del “oyente-seguidor” de esta estética.
El “tiempo de radio” se extendió del mismo modo a la televisión, a las presentaciones en vivo y con menos duración en la cinematografía. La industria discográfica tuvo su primer auge en la cultura llanera a través del acetato de 45 R. P. M.y se amplía con el formato del LP. El segundo gran impulso lo toma con la proliferación del llamado “CD pirata”.    
Un ejemplo claro del referido molde es la grabación del corrío "Por el camino", de José Reyna (1948), interpretada por Mario Suárez y promovida como “copla-joropo”.  Entre los  muchos pioneros destacados de esta época resaltan: Ángel Custodio Loyola, Juan Vicente Torrealba, Ignacio “Indio” Figueredo, Pedro Emilio Sánchez, Valentín Carucí, Eneas Perdomo, Juan Farfán, Orlando "Cholo" Valderrama,  Arnulfo Briceño, Héctor Paúl Venegas, José Romero Bello, Omar Moreno, Adilia Castillo, Francisco Montoya, Reinaldo Armas, José Catire Carpio y el Carrao de Palmarito, entre otros.
Pilar Almoina de Carrera categoriza a la divulgación radial del corrío como “oralidad radiofónica” (2001). Esta modalidad “aparte de ser una vía de extraordinario alcance multiplicador, nos permite medir la preferencia del receptor, como parte fundamental en el proceso del fenómeno literario” (Ibíd.). De igual manera Montero y Mandrillo (2007) aseguran que los medios radiofónicos reivindican la fuerza de la palabra hablada, es decir, las “leyendas  y los mitos”; sostienen que los cuentos de animales y de seres maravillosos cuentan con amplio respaldo de los oyentes, puesto que son  portadores  de la identidad de los pueblos.
Para el insigne maestro del canto, don Mario Suárez, la radio, ayudó  a consolidar las “expresiones de la cultura llanera”. La radio y gracias a ella buena parte de la discografía llanera, llegaron como un complemento de las resonancias presentes en el Llano, a los acordes de los silbidos de los llaneros, los retumbos de las bestias del corral, las fieras sabaneras, del aguacero ventiao y del silencio aterrador que antecede los ecos del más allá. Fue una suma a la patria sonora de la llanura. Noticiario sobre quién y qué se grababa, como se hacía en los programas de Alfredo Acuña Zapata, creador junto a Pedro Montes, del festival radial de música llanera “El Gallo de Oro” en 1952. 
Los festivales se originan en los convites entre los copleros después de los arreos y para las fiestas patronales al concluir los toros coleaos o los lances de los gallos, aquellos verdaderos padres de nuestra cultura, “lanzaban” sus retos inmortales al ras del verso sabanero; Cantaclaro me han llamao / quién se atreve a replicar.
En esos lejanos días, Acuña Zapata presentó uno de los corríos clásicos de la fantasmalidad llanera y de toda la música llanera colombo-venezolana; el dolido reclamo “cantado” de un llanero a su caballo Pajarillo, recién muerto,  cuando en su galopar le había prometido esperar la primavera. Al principio se escucharon los bordoneos del arpa de Andrés Vera, y luego el tañío inconfundible de Ángel Custodio Loyola “tan inmenso como la sabana”:

Vuela, vuela pajarillo
vuela si quieres volar
y te recortaré las alas
para verte caminar
y me dijiste que eras firme,
como la palma en el Llano,
si la palma fuera firme,
no la picara el gusano,
no la tramoliara el viento
ni la secara el verano,
a mí me pueden llamar
trueno, relámpago y rayo.

DIVERSIDAD. Este tiempo comprende desde la “aparición” de El Silbón, Leyenda Llanera (1967) hasta los recientes videos de festivales, “promocionales” y conciertos llaneros, los mp3, las páginas Web de música llanera, los unitarios de la televisión dedicados a los espantos sabaneros como La Sayona y el filme Florentino y el Diablo, asi como las numerosas grabaciones de corríos y pasajes llaneros efectuados por insignes intérpretes y orquestas de otros países, al igual que por artistas nacionales venezolanos y colombianos “no exclusivamente” pertenecientes al mundo cultural de la llaneridad. Debe recordarse que Los cantos de Los Llanos de Colombia y Venezuela han sido reconocidos, recientemente,  como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.
La literatura de este turno está signada por un permanente reencuentro con el ancestro llanero (glorioso, altanero y desafiante), con la búsqueda del origen y con la empatía hacia los elementos naturales del mundo llanero, muy bien demostrado en este corrío de Miguel Tovar, popularizado por Jesús Moreno (1995) donde el Diablo es tan llanero como cualquiera:
Yo soy el Hijo del Diablo
coplero reconocido
en arpas no macujeo
ni en las cuerdas desafino
entre los recios copleros
yo soy el más relancino
pero si alguien tiene dudas
y quiere escuchar mi trino
en el Cajón del Arauca
tengo posesión y vivo
me llaman el Zambo Negro
donde pico doy la herida
caimán soy en la tiniebla
en el desierto soy tigre
y macho soy entre machos
oiga Hijo de Florentino.
Mi padre también desanda
de  su Cajón  los caminos
entre joropo y joropo
jalando bordón y prima.

La diversidad cultural, actualmente en boga, es un aporte de la cultura llanera fantasmal de este tiempo, repásese por un instante los encuentros culturales institucionalizados que se aglutinan en torno a figuras espectrales del Llano; el Festival Nacional Folklórico Cantaclaro (Valle de la Pascua, desde 1968); el Festival Internacional Florentino de Oro y Florentino de Diamante (San Fernando de Apure, desde 1970) El Festival Internacional de Música Llanera El Silbón (Guanare, desde 1975) y el Festival La Kirpa de Oro en San Casimiro de Güiripa.
En este marco temporal se asienta el perfil del grupo llanero de arpa, cuatro, maracas y bajo, en desmedro de la bandola, el violín, el requinto, que desde la era colonial hicieron el “estribo” musical del corrío. La música de soporte de muchos corríos fantasmales, ha sido retomada por orquestas y grupos “tramaos” integrados por cuatro, flauta, contrabajo, y otros instrumentos que en los conciertos, en los hogares, en el trasporte, el público de hoy baila, corea, tararea, silba y celebra.
Entre los ritmos fantasmales “trasportados” con mayor frecuencia figura (además de La Kirpa) El Pajarillo, originado en el siglo XIX, esta pieza de Juan Antonio Díaz, es un  ritmo de los Llanos colombianos y como ya hemos señalado, expresa la “comunicación” de un afligido dueño por medio de su requinto, con su caballo muerto. Otro caso es el de La Chipola, ritmo bailable cojedeño del siglo XIX y, según la tradición, lo usa Mandinga como su pauta de presentación. En cambio, El Gabán, otro muy difundido aire (atribuido a Ignacio Indio Figueredo, hacia 1914), se empleó, primero como música de baile, y luego el corrío se apropió de éste para relatar las peligrosas “correrías” del Gabán, como en este corrío de Coromoto Moreno (2007):

Voy a contar las hazañas
de este Gabán Asesino,
de este Gabán Asesino,
con una escopeta,  un rifle
y un FAL de cincuenta tiros
y un FAL de cincuenta tiros
mató a todos los gabanes
que estaban en su camino.


Estos apuntes fueron tomados del texto: Análisis de Figuras Espectrales en el Corrío y Leyendas del Canto  Llanero Tradicional, de Isaías Medina López. Duglas Moreno y Carlos Muñoz Lamas, publicado en Caracas (2018),  por la Oficina de Planificación del Sector Universitario (OPSU), del Ministerio del Poder Popular para la Educación Superior, Ciencia y Tecnología – Consejo Nacional de Universidades. 

Disfrute del audio musical "El Pajarillo" interpretado por Ángel Custodio Loyola

jueves, 25 de septiembre de 2014

Glosario de voces indígenas (entrega 23) desde Yabo hasta Zapote

Imagen del archivo de Joropo Llano y Leyenda



YABO. Cercidium viride. C. Spinosum. Leguminosas. Árbol no muy elevado, ramoso, de tronco verde,  legumbre chata, péndula, grisáceo-amarilllenta, con una semilla oblonga, dura pardo-fuliginosa. Crece en lugares secos y estériles del litoral y de la región occidental del país. YABO (Codazzi,  118). Sinónimo CUICA, JANO, BREA. Voz en la lengua guajira, quizás adoptada.
YACÁGUA. GUACÁBA. –“En los mismos lugares (las costas de Barlovento), cuando el yacagua suelta el canto, los habitantes de la costa aguardan las primeras lluvias.” (A. Rojas, Un libro en prosa, 220).
YACIFÁTE. Icica cuspidata. Burséraceas. Árbol ramos redondeados, y flores blancas. Crece en Río Negro. Su madera es encarnada. De la resina que llora este árbol se adereza, mezclándola con manteca de tortuga, una especie de cola, que llaman pegapega. El yacifate, o yasifate, de la Guajira parece ser otro vegetal. “Árbol corpulento que se eleva hasta 34 varas, de hermoso ramaje, de madera excelente para la construcción naval y color semejante a la del Brasil. Este árbol tan apetecido por su hermosa tinta crece en abundancia en el país de los Guajiros independientes, y aun se encuentran en otras partes.” (Códazzi, 101, 120).
YACITÁRA. Desmoncus maracathus. Especie de palmera. Es sin duda la acitara, jacitara, o titara, que de todos estos modos pronuncian en el Brasil, la jatitara o jatitera de Marcgrav, definida por Martius así: “palmera trepadora (Desmoncus polycanthos).  Del tallo tejen canastos y cebucanes.”  Voz de origen tupi.
YACÚRE. Acacia sp. Árbol de 4 o 5 metros de alto. Crece de ordinario en los lechos arenosos de los ríos, y por esta razón se les llama también Yacure de Playa. Ni por sus dimensiones, ni por su calidad tiene aplicación su madera. Común en los estados Lara y Portuguesa. Vulgarmente se distinguen variedades, o quizá especies, v.g. el YACURE DE CERRO, menos alto que el anterior, de flores apanojadas, blancas; YACURE BLANCO, YACURE COLORADO, YACURE NEGRO. TAGUAPIRE.
YACURÉRO. Fruto de la TUNA.- “Los higos, o brebas de tuna, que los indios llamaban yacurero, son una fruta parecida a los higos, y brevas blancos de la Europa; y de ellos hay tres o cuatro especies.” (Caulín, I, 3). Voz cumanagota, usada en el Orinoco. Los cumanagotos llamaban a la TUNA akrori. YAURÉL AURERO.
YAGRUMO. Cecropia peltata. Urticáceas. Árbol alto de 40 a 50 pies, de tronco derecho, no muy grueso, ceniciento, ramoso arriba. Madera liviana, propia para hacer canales y escalas en los campos. El perezoso (Bradypus) come las hojas de este árbol, que contiene un principio diurético y tónico cardíaco no acumulable. Voz tomada del taíno.
YAGUA. Palmera,  de varias especies, “tan abundante en las selvas, en las llanuras y en los cerros, que forma extensos bosques, a los que con razón podría llamarse olivares americanos” (Codazzi, p. 94). Es de tronco grueso, inerme, hojas hasta 10 metros de largo. Se utiliza como hortaliza la parte más tierna de los renuevos, las hojas para techar habitaciones y hacer cestos, sombreros, cuerdas, la tela del tronco para filtrar, el aceite de la cáscara del fruto para alumbrado, el de la carne para guisar y el vino del tronco como remedio. Voz taína.
YAGUASA. Voz genérica aplicada a diferentes anséridas o ánades arborícolas, en especial del género Dendrocyna. Son aves de plumaje abigarrado; pico más largo que la cabeza, casi recto, piernas largas, tibias desnudas en su parte inferior. “Se encuentra variedad de patos, y unos tan grandes como pavos que llaman Yaguasos, con el copete muy rizado, abundan tanto que las grandes lagunas de los Llanos están cubiertas de ellos, pues con un solo tiro de perdigón se mata una docena y en  tiempo de cría se hacen carga de sus polluelos” (Cisneros, p. 33). YAGUAZO. 
YAGUARÁI. Cereus sp. DATO. Usada en Margarita. IGUARÁYA, en el Zulia. Sinónimo Yaguaracha (Oviedo), Yguará (Castellanos), Yaguarae (Carvajal). Pero la corta referencia de este último parece convenir más bien a la TUNA. “Yaguaraes, fruta verde y parecida a las brevas de España.”
YAGÜÉRO. Roupala sp. pl. Proteáceas. Nombre dado a varios árboles maderables, pequeños o medianos, de los bosques de la tierra templada. Se distinguen las variedades blanco, rojo y rosa. Madera de peso y dureza medianos, de color gris uniforme, con poros numerosos.
YAPURÚRO. Flauta de bambú, larga, de sonido agradable, que usan los indígenas del Alto Orinoco y Río Negro. Voz puinabe.. YAPORÓRE. II- Baile indígena del Alto Orinoco. “El astro bello del regio espacio / Prendió las luces de sus candiles. / Y empezó el baile de yapururo.” (Gorrochotegui, Aramare, I).
YÁQUE: Peces de cuero del Guárico y del Orinoco. El del primero es de unos 3 pies de largo, de color pardusco y de carne buena. Se halla en el Manapire. El del Orinoco es negro, de cabeza puntiaguda y de carne algo amarillenta, el más delicioso manjar entre los peces de agua dulce (Montoliu). Voz chaima: BAGRE. II- Prosopis cumanensis. Leguminosas. Árbol inerme, de hojas alternas, conyugado- pinadas; hojuelas lineares, obtusas, lampiñas. Crece en Cumaná y Barcelona; florece en Septiembre. Madera y elástica, pero no de grandes dimensiones. YAQUE NEGRO.
YARÁQUE: Bebida fermentada que con casabe quemado aderezan los indígenas del Alto Orinoco. Gilii ha descrito su preparación entre los antiguos Maipures. Voz baniva; en maipure yaraki; en puinabe yerak.  GÜERO.
YARE: Jugo de la yuca amarga, que contiene acido prúsico. Después las meten en unos cebucanes de caña para debilitarle el jugo o yare que es venenoso y mortífero. (Caulín, I, 4). Geog. Cierta avispa así llamada en Margarita.
YARÚMA. Nombre haitiano del YAGRUMO. "Yaruma es un árbol muy grande e a la manera de higuera loca, e tiene muy grandes e trepadoras hojas, mayores que las de las higueras de España, e quienrelas imitar en la hoja." (Oviedo, I,  300).
YÁYA. Guatteria Schomburgkea. Anonaceas. Árbol elevado, alampiñado. Madera de fibra recta, muy tenaz, compacta, elástica, usada en la arquitectura civil. Crece en el litoral de Carabobo. La Xylopia Pittier hallada por Pittier en el río Lora, Zulia, tiene el mismo nombre. YAYO.
YÁQUE. Tetrodon testudineus. Pez plectognato cuyos caracteres genéricos son: mandíbulas divididas en el centro por un surco o sutura longitudinal, que hace que cada mandíbula parezca doble, produciendo 4 dientes en vez de 2, y cuerpo cubierto de espinas pequeñas. Costas de Venezuela.
YOCOYÓCO. Yerba anual, alampiñada, de tallo inerme, más o menos ramosa, alta de 1 ½ a 3 pies; baya globosa, acompañada de cáliz reflejo. Voz usada en Barquisimeto. YERBA MORA.
YOPO. Piptadenia Niopo. Leguminosas. Árbol elevado, sin espinas, fructifica en mayo y crece en la margen izquierda del Orinoco superior. II- Droga a modo de rapé que con los frutos del yopo preparan los Otomacos, Guajibos, Yaruros y Sálibas del Orinoco medio.
YUCA. Manihot sp. Euforbiáceas. Planta de rizoma harinoso cultivada por los indígenas suramericanos desde tiempo inmemorial. Hay dos variedades principales, la dulce y la amarga o agria, cada una de las cuales comprende diversas razas, que se distinguen según el color de los tallos y pecíolos y nervios laterales de las hojas, o el número y forma de las hojas, o los caracteres, en fin, de la raíz. En la región oriental del país, hay además, unas treinta clases cultivadas  por los indios, razas propias de los morichales. Se cosechan en los Llanos al año y aún a los 7 meses. Tarda más en las montañas. Yuca es voz taína citada ya por Vespucio en 1497. El tupi mandioca, y las voces usuales TAPIOCA, MAÑOCO y YUCUTA, contienen la raíz gramatical de la voz YUCA. 
YUCATÁN. Denominación aplicada a una variedad de maíz de grano duro, tardío en madurar, cultivado en la selva de Turén y en otros lugares del país. Este maíz y el PAILÓN son los de mayor porte y de grano más pesado. Del Yucatán menciona Gilii (I, 196) razas blanca y amarillenta cultivadas en el Orinoco.
YUCÚTA. Mañoco desleído en agua. Es potaje principal de los indígenas del Alto Orinoco. A la salud del triunfo venidero bebamos, Mayabiro, la yucuta (Gorrochotegui, Aramare, XVI). Voz. Baniva. En maipure Yukutapeti. Entre los Guaraunos del bajo Orinoco, es un vino de palma, extraído del moriche.
YURÍ. Palmera útil por su madera. Criase en Guayana y produce un aceite aromático. Sus frutos son apetecidos por los CHÁCHAROS.
YURÚI. Especie de pollera suspendida por tres ramales de extremo de una vara flexible que se mantiene fija por el otro extremo. Este mueble, que sirve en el  bajo Llano para enseñar a andar a los niños, tiene exactamente la misma forma y uso entre los Cobeuas del Brasil.
YURÚRE. Saco de fique, a modo de alforja, usado en Trujillo. Está acordonado por un extremo que es la boca con un torzal, y provisto de de un asa en el otro, que es el fondo.
ZAMURO. Cathartes atratus. SAMURO
ZAPORRO, A. Regordete, cachigordete, rechoncho. Del náhuatl tzapotl o tzapa, enano. ZAPORRETO. Igual sentido tienen chapo en México, zapo y con terminaciones despectivas, zapatón, zaporro, zaparruco, zaparrasco, en El Salvador; zaporro, zapaneco en Honduras.
ZAPOTE. Achras sapota. Sapotáceas. Árbol frutal,  elevado, muy coposo, flores solitarias, blanquecinas, baya globosa u ovoidea, gris de carne amarillenta, dulce, madera de un hermoso color rojo-oscuro, densa de la que sacan crecidas tablas. Del náhuatl tzapotl, fruta dulce: pero nuestro zapote es propiamente el chiczapotl chicozapote de los mexicanos. Sinónimo NÍSPERO. 

Nota: Documento extraído de Glosario de voces indígenas de Lisandro Alvarado, editado por Monte Ávila Editores Latinoamericana (Caracas, 2008). Transcrito por estudiantes y egresados de la mención Castellano y Literatura de la UNELLEZ-San Carlos, Cojedes. 

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Glosario de voces Indígenas (entrega 22) Desde Tature hasta Virote


Joven indígena. Archivo de Mundo Color


TATURE. Manare casi redondo  y muy ancho de boca, hecho de cintas de bejuco. Se le emplea para recoger de las matas de café en la época de las cosechas.
TATÚRO. Calabaza redonda o elíptica, de boca más o menos estrecha y en general, cualquier objeto de forma indecisa o extraña.
TERECAYA. Emys (Peltocephalus) Tracaxa. Tortuga fluviátil, más pequeña que el ARRÁU. No suele medir más de 14 pulgadas. Habita el Alto Orinoco, el Apure y demás ríos del Llano, pero abunda más que todo en el Guaviare donde se hace una gran cosecha de sus huevos para comerlos o extraerles el aceite. En Caribe terekáia, en baré talikaiá, en tupi tarakaya.
TIÁMO. Acacia paniculata. Leguminosa. Especie de acacia. Es de una madera densa, compacta, algo veteada, de un amarillo claro con pequeñas manchas oscuras. Sinónimo PALO DE ARCO.
TIGÁNA. Eurypyga Helias.  Ave de pico más largo que la cabeza, comprimido, recto, puntiagudo. Cuello delgado, alas amplias. Vuelo silencioso, en que ostenta los caprichosos matices de sus alas. Es su canto un silbido lento y quejumbroso que suele retirar de noche, en domesticidad, cuando le inoportuna la luz artificial. “Está siempre triste, dice Codazzi, y camina con lentitud y cautela”. Sinónimo PAVITA, PAPAMOSCAS. 
TIJÚA. Pequeña paloma de color grisáceo, y párpados, pico y lengua negros. TUJÚA. TUTUJÚA.
TITÍ. Pithesciurus (Callithrix) sciureus. Mono platirrino de cuerpo esbelto; cabeza muy oval, grande; ojos muy unidos, también grandes; orejas regulares; cola semiprehensil, que puede encorvarse y puede dar vuelta y media de rededor de una rama al trepar el animal. Pelaje fino. Mide 80 cm., de largo, incluida la cola de 50 cm. El nombre proviene del paipure uititeni, en tupi tití es una especie de hapale. MICO.
TITIRIJÍ. Asio accipitrinus. Rapaz nocturna, la mayor entre las de su familia en el país. Cabeza grande y redonda con dos penachos u orejuelas. Color pardo con numerosas pintas blancas. Canta como su nombre suena, en tono ventrílocuo y ronco, por las noches, ululando ti-titirigi-gi. II-BHUO.
TOCOQUÉRA. Reunión de aspecto escandaloso. Tasca. Garito de ínfima clase.
TOCUYO. Lienzo de algodón de tejido ordinario que hacían para el vestido de la gente común.
TONGO. Pimelodus raninus. Silúridos. Pez fluvial de cuerpo rechoncho, cabeza enorme, boca retráctil, con dientes diminutos y barbillas, color moreno negruzco más claro en el vientre. Longitud de 3 a 4 pulgadas. Carne blanca, gustosa. Se cría en los ríos de Guárico y Cojedes. Sinónimo PEZ-SAPO.
TOPIA. Cada una de las tres piedras que forman un fogón. II- Se aplica a la persona estúpida, testaruda.
TOPO. Cerro, colina más o menos destacada en una fila o sierra de escasa elevación.
TOPOCHO. Musa sapientum. Variedad de cambur, cuyo fruto llamado así también, presenta a lo largo tres o cuatro aristas. Del chaima topuche, cumanagoto tepuche, grueso, gordo. II- Desfigurado, informe.
TOTEAR. Reventar una cosa, agrietarse, resquebrajarse por obra del calor o desecamiento.  
TOTUMO. Crescentia Cujete. Bignoniáceas. Árbol de 15 a 30 pies de altura, de tronco recto, poco largo, con ramas horizontales. Se labra la cáscara del fruto para hacer escudillas, cuhcaras, tinas y vasijas de todo género.
TUCÁN. Rhamphatos sp. Var. Aves escansoras caracterizadas por el pico que es enorme y dentado en los bordes, y por la lengua que es córnea y franqueada.
TUCUSITO. Nombre que tienen numerosas especies de Tronquílidos, particularmente los de pico recto, comunes en el país. En mamusi y taulipán tucuchi, Pájaro-mosca. Pájaro pequeño de pico largo, deprimido, encorvado hacia abajo, cola mediana. Consérvase en jaula por sus brillantes colores aunque no canta.
TUCUSO. Voz que se usa para designar pájaros más grandes que el TUCUSITO y semejantes a él. JILGERO.
TUNA. Diferentes especies de apuntia llevan en el país su nombre, que se aplica tanto a la planta como a su fruto. Son vegetales suculentos, de tallo articulado, prolíferos. II- ESPAÑOLA. Higera de pala. NOPAL.
TUQUÉQUE. Saurios de la familia de los Ascalabotos. Son de ordinario nocturnos y de absoluto inofensivos. COTEJO. GUARICONGO. Es la Salamanquesa de España.
TURA. Especie de bambú de artículos largos, cilíndricos, huecos. PURUPÚRU. II-Baile indígena de los jirajaras y ayamanes. Consiste principalmente en danzas muy ceremoniosas dirigidas por un capitán de la fiesta, que nombran de antemano. Varios días se están en estos bailes y festines. No comen mientras tanto otras carnes que la de los animales de caza. Se arman  de arco y flechas, se pintan el cuerpo con la tinta del bariquí (encarnada oscura) y la última bebida alcohólica que consumen es la del maíz fermentado. 
TURPIAL. Icterus sp. pl. Pájaros dentirrostros cuyo plumaje está exornado principalmente de amarillo y negro. Tienen estos pájaros la costumbre de los estorninos. Suelen andar en bandadas y su vuelo es leve y rápido. Hacen sus nidos con primor o se apoderan de las de otros pájaros; son omnívoros, se les domestica y educan y poseen un variado canto.
TUTURÚTO.A. Lelo, distraído, ensimismado y por extensión beodo. TURUTO.  
ÚBEDA. Acacia foetida. MAPURITE. CUJÍ HEDIONDO.
UBÍNO. Palmera de Guayana. Ubim, es en tupi, una especie de Genoma.
UBITO. Veáse CHIPIO.
UNÁMO. Jessenia polycarpa. Palmera alta, inerme, de hojas largas de 12 metros  y hojuelas opuestas, agudas, anchas de 15 cm; el fruto es una drupa que contiene aceite fino en abundancia. Habita en las selvas del Orinoco. Sinónimo COROBA.
ÚPIA. Dasyprocta sp. PICÚRE. Geográfica solamente la voz de Venezuela.
ÚQUIRA.  Pipile cumanensis (Penelope cristata). “Es el ave más grande de su género, pues tiene cerca de 2 1/2  pies de largo. El color de la superficie de su cuerpo es negro intenso o bronceado con un reflejo verde o aceitunado; las plumas de la cabeza forman una especie de copete que el animal puede bajar o levantar como quiere; debajo del cuello tiene una piel de una escarlata brillante.” (Codazzi, 198). Se halla en la región oriental y en Guayana. Su carne es muy apreciada. Sinónimo PAVA DE MONTE (Del cumanagoto chekiri= codorniz?)
URAMO.  Pithecolobium sp. Árbol de Zulia.
URÁO. Sesquicarbonato de sosa natural, extraído cerca de Mérida del fondo de una laguna. El URAO ESPEJUELO del comercio es el cristalizado, de primera clase. Era ingrediente indispensable para aliñar chimó, según el procedimiento introducido por Pedro Verástegui en 1781. –“Enseñó a mezclar el urao de la laguna de Mérida y a aprovechar el tabaco inútil.” (Codazzi, 135,). Juráo hallamos en Fr. Simón.
URÁPE. Bauhínia sp. pl. Arbustos o árboles muy ramosos. Las especies más comunes son la B. Ungula y la B. multinervia. La primera es un arbusto aguijonoso de unos 10 a 15 pies de alto con espinas estipulares; flores blancas, mellizas o solitarias; el fruto es una legumbre. Madera amarillenta sembrada de vetas y nudos rojizos del mismo aspecto que el clavellino morado. “Es muy compacta y notable por su corteza elástica, de que se hacen buenas amarras, cortándola en listones.” (Codazzi, 108). GUARÁPA.
URÉRO. Pithecolobium sp. SAMÁN. De este árbol hay en los Llanos tres variedades, a saber: URERO BLANCO, URERO MACHO y  URERO NEGRO. Antes  ORERO.
URITU. Cierto animalejo de Barcelona mencionado por Caulín (III, 21).
URUMÁCO. Cassia tomentosa. Especie de papilonácea medicinal de Mérida, de hojas paripinadas con 4 pares de hojuelas, legumbre cilíndrica con semillas puestas en canto. Crece con el frailejón en lugares abrigados de los páramos. D.t. ORUMÁCO. Sinónimo CACHIMBITO, en Trujillo Cf. CHIQUICHIQUE.
URUPÁGUA. Aveledoa nucífera. Olacáceas. Árbol de 8 a 12 metros de alto, de hojas altrnas, grandes. El fruto, largo de 1\2 pulgada cuando seco, tiene una cáscara dura y contiene una sustancia harinosa, compacta, libre, amarillenta, la cual cocida en agua es comestible. Crece en Coro. MACAGUA.
URUPAGÚÍTA. Yerba que produce una frutilla amarga. Pasto de cabras. Coro.
UYÁMA. Cucúrbita Pepo. AUYÁMA.
VERA. Zygophyllum (Guaiacum) arboreum. Árbol elevado de hojas opuestas, fruto redondeado. “Se eleva hasta 30 varas y puede dar quillas de 25, siendo su madera incorruptible, las más fuerte que se conoce” (Codazzi, 98). Crece en toda la zona cálida. Madera amarilla, muy compacta. Los trozos delgados se aprovechan para bastones. Voz mencionada en  la Descripción de la laguna de Maracaibo (insertada en la Historia de Oviedos y Baños) y en Caulín. Sinónimo PALO SANO. II-BLANCA. Árbol del estado  Lara. Madera blanca, no muy densa. II-DE AGUA. Dalbergia sp. Zulia (Swcetia sp?).  II-MACHO. Árbol indeterminado.
VERAZO. Garrotazo con bastón de VERA o de otra madera pesada. –“Sintió como se le pegaran por la cabeza, casi la misma impresión del verazo que le dio cierta vez un cochero”. (Pocaterra, Vidas oscuras, 213).
VIROTE. Leguminosas. Árbol maderable del Guárico. Madera muy fuerte y duradera, empleada en horconaduras y otras obras de construcción civil. Aunque no es muy pesada, es dura, compacta y estillosa. 


Nota: Documento extraído de Glosario de voces indígenas de Lisandro Alvarado, editado por Monte Ávila Editores Latinoamericana (Caracas, 2008). Transcrito por estudiantes y egresados de la mención Castellano y Literatura de la UNELLEZ-San Carlos, Cojedes.