Mostrando entradas con la etiqueta Carlos Muñoz. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Carlos Muñoz. Mostrar todas las entradas

domingo, 29 de abril de 2018

El Joropo. Definición, Origen y Periodos. Varios Apuntes. Muestra Poética y Audio Musical

En la alegría y en la tristeza, el joropo, es alma misma de sentidas inspiraciones


El Joropo. Definición. Origen. Periodos. Varios Apuntes. Muestra Poética y Audio Musical (Isaías Medina López, Duglas Moreno y Carlos Muñoz)


DEFINICIÓN. La acuñación del término joropo siempre se aborda desde el punto de vista musical  histórico,  con definiciones de corte europeo, lo cual niega, en el origen de esta palabra, su carácter  lingüístico llanero  indígena propio de los pueblos de Venezuela y Colombia.
Según Medina López (2001), en El canto a lo divino en la poesía popular llanera del estado Cojedes [Tesis de Maestría, aprobada en la Universidad Central de Venezuela]: “El joropo es una fiesta familiar que se origina en el antiguo en el antiguo hogar del llanero denominado soropo, es confluencia y suma  léxica de hacer ‘jolgorio’ en el ‘soropo’; y/o de cantar ‘jocoso’, "joseao" o “jorconeao” (bailar recio y de frente) en esta vivienda. 
Ya, en 1921, el eminente lingüista Lisandro Alvarado  incluye al joropo y al soropo dentro de  su Glosario de Voces Indígenas. Alvarado, también cuestiona investigaciones previas donde se alude la familiaridad, de obvia condición europea, que le atribuiría su génesis en los términos “jarabe” o “xarop”.
Es evidencia de peso las variadas y significativas palabras de la cultura llanera hechas con la misma fórmula “-o-o-o-” del joropo y el soropo, entre ellas: jojoto (alimento); onoto (árbol medicinal); bototo (arbusto y un  juego indígena llanero yaruro); conoto (pájaro); corozo (palmera); cogollo (del “sagrado” sombrero llanero y copa de plantas alimenticias); chorroco (pez y también un río); corroncho (pez); coporo (pez); sorocho (pintón y ebrio); topocho (alimento); Toporo (vaso con forma de jícara o copa alargada); Tococo (ubito);  coroto (utensilio de la totuma); y el sofoco del llanero cuando el espanto lo acorrala.
Siglos después, aún en la sabana el soropo todavía persiste en la voz de los copleros como Hipólito Arrieta  (1998):

Me llaman el gocho Hipólito
pero me gusta el joropo
y vivo allá en mi llanura
en un rancho de soropo.

Cobijo del llanero y su familia, el soropo es padre del joropo llanero. 

Con mayor acento se percibe en el reconocido compositor llanero Miguel Ángel Martín (2005, 1):

Tiene el joropo la estampa
del duro varón llanero
y en un soropo nació
para adueñarse del pueblo
y el soropo se llenó
de cantos y de contento
y de gritos que estallaban
rematando el zapateo.

De igual forma hay aclaratorias de grupos de investigadores de la cultura del Llano, como Horizonte Llanero (2007): “El soropo es la vivienda llanera donde, se cree que se hacían el joropo”.
ORIGEN. En sus inicios la poesía del joropo se acotan:  Romance de Juan Rodríguez Suárez (¿1559?), Romance de Aguirre (1561) de Guillermo de Zúñiga, y La hazaña del valeroso capitán Diego Fernández de Serpa (1563), que luego fueron versionados en coplas y corríos, se mantenía el verso octosílabo hispano, pero con rima asonante. Otras fuentes de enriquecimiento será la popularización de la décima, la glosa y el soneto, que añaden diversidad y novedad estrófica a la poesía del joropo. Este ciclo cierra con el inicio de la guerra independentista y los primeros cantos contra el rey  Fernando VII. 
La mayoría de los corríos o cantos de este periodo son creaciones sin autor específico, mejor dicho de la “autoría del pueblo”, quien aprovechó melodías, bailes,  e instrumentos musicales de los pueblos indígenas, africanos y europeos de la era colonial para sus “arreglos”, como aclaran Rafael María Baralt y  José María Vergara y Vergara. Sus temas primarios, casi siempre, versan sobre sangrientos hechos de armas, romances y fantasmas que dejaron las guerras de conquista, las de la independencia y las contiendas civiles. Resaltan aquí temas como el Corrido de Guardajumo (1802) de Gil Parparcén, de verso fantasmal y de misterios del Llano, franco, crudo y sutilmente moralizante al mismo tiempo:
Y, por muy justa sentencia,
a muerte estoy condenado,
y a que en manos de un verdugo
públicamente sea ahorcado
y mi cabeza se ponga
en un eminente palo,
donde sirva de escarmiento
y de freno a los malvados.

Pero además, el joropo sirvió para una labor social  clave: la de informar acontecimientos, es decir, se convierte en el pregón lírico y de crónica social de su momento; con descripciones del ambiente del Llano e impone la figura del llanero y su canto en el terreno del imaginario popular, como estos fragmentos tomados de "La literatura colonial y la popular de Colombia" (1928), cuyo soporte, con claro aliento fantasmal, anuncia  la muerte como inicio de “la otra vida”:

Pido que cuando me muera
me entierren con mi sombrero
por si acaso en la otra vida
me coge algún aguacero.

Joropo bajo la lluvia

Pido que cuando me muera
me entierren con mi vigüela
por si acaso en la otra vida
se ocurre alguna rochela.

Un ejemplo contemporáneo del joropo como noticia cantada o pregón lírico está en el “rescate” en la desventurada muerte de Kirpa (Juan Antonio y/o José Antonio "Quendo" y otros apelativos). Este suceso verídico se convierte en tradición oral, en corrío y después en leyenda. La música de estas composiciones  se le atribuye a ese mismo afamado arpista, cantautor y contrapunteador, un verdadero Florentino. Existe una afamada versión difundida desde 1963, la cual involucra al “Dr.” Pinedo, Eneas Perdomo y Ángel Custodio Loyola: 

Apure lloró en silencio
mientras el arpa se oía
porque en el Llano se supo
que Kirpa se moriría
pero es la verdad
porque en el Llano se supo,
que Kirpa se moriría.
Su cuerpo quedó en Güiripa,
su voz suena en el palmar,
su pensamiento en la brisa,
su apellido en el cantar,
yo no sé por qué en Güiripa,
no quieren a los llaneros
por qué mataron a Kirpa
e hirieron al guitarrero.

Digno de mención en este lapso es la incorporación de los “ay/ayees” iniciales de los joropos de canto recio, provenientes de las lloras de nuestros indígenas. Igual origen tienen los cantos sobre las hazañas y circunstancias de muerte de los difuntos, el uso de las maracas y la búsqueda de la improvisación, que originará el contrapunteo. Esos cuatro aportes aborígenes son reseñados por Juan de Castellanos (1589), José Gumilla (1741) y Antonio Caulín (1779), incluidos en la compilación de María A. Palacios: "Noticias musicales en los cronistas de la Venezuela de los siglos XVI-XVIII" (2000).
Estos largos siglos vieron la difusión del joropo, primero, en su lugar de nacimiento, el soropo, luego en las fiestas de los campos, de los campamentos de los alzados contra la esclavitud, en los pueblos y ciudades, mediante las cantinas (de tres días) al final de los arreos, en las tardes de toros de las fiestas patronales y en las veladas criollas, de extracción mantuana, de ésta heredamos las primeras “normas” del contrapunteo y el uso primario de la bandola, el violín y el arpa.
En las veladas criollas se produce la fusión de la estampa campesina y el joropo. Estas pequeñas obras teatrales que trataban sobre la vida  y las faenas, da pie al desarrollo de las leyenas llaneras, en las se actúa, se canta, se declama, se baila y narran historias, que han llevado a la fama a autores y arreglistas como José Romero Bello en La Leyenda de Florentino y el Diablo y Rafael Martínez Arteaga (El Cazador Novato) en La Leyenda de El Cazador y El Diablo, entre muchas creaciones a citar. 
Deben considerarse en su raíz  las numerosas prohibiciones del joropo: “so pena de multa, cárcel y excomunión”. La primera de ellas data del 11 de abril de 1749, tal hecho, por cruel paradoja, contribuyeron a darle al joropo un matiz de “canto de resistencia” que lo sembró, aún más hondo en la identidad libertaria del llanero y convirtió a nuestros copleros en genuinos rebeldes y patriotas.
CONSOLIDACIÓN. El joropo de los primeros pasó de ser una pieza anónima hasta l930, cuando adquiere una firme identificación de autores, intérpretes, títulos y ritmos de cada composición, característico de la era discográfica y la difusión radial que abarca hasta nuestros días.
A esta conclusión se arriba luego de lecturas de fácil observación en los textos: Para el cancionero popular de Venezuela (1893) de Adolfo Ernest; El Cancionero popular de Venezuela (1893) de Arístides Rojas; El Llanero (1906) de Víctor Manuel Ovalles; Cancionero popular (1919/1988) y Centón Lírico (1920/1976) de José E. Machado; La tradición (1961), Nuestra Historia en el folklor (1982) y La poesía folklórica de Venezuela (1992) de Luis Felipe Ramón y Rivera. 
La influencia de la Guerra de Independencia provocó grandes cambios, la principal es la incorporación de  la ideología política, ésta le permitió radicalizar conceptos que a su vez son génesis del nacionalismo poético popular venezolano. Tomando fragmentos de las recopilaciones de los citados en el párrafo anterior se ubican los siguientes casos:
 En el rotundo clamor por la libertad:
Arrogante yo me siento
cuando voy sobre el caballo
en la pampa no transijo
ni con rey ni con vasallo.

En la manifestación de igualdad:
“El general Chingo Olivo
con su ejército marchó
no tengan cuidao muchachos
que primero muero yo.

Como génesis del ideal bolivariano:
Bolívar con su bandera
en los campos de batalla
de la terrible metralla
su puesto fue la primera
porque su aspiración era
romper el yugo español
y dejar con gran amor
libre a su patria entera.

En  la identidad temeraria del llanero;
Mi ambición es vagar libre
por este anchuroso suelo
ostente ó no ostente el cielo
su brillante resplandor
que he nacido independiente
para gozar la ventura
y es mi reino la llanura
y mi código el valor.

Y, por supuesto el aviso fantasmal de la muerte y del demonio, igualmente mezclado con el humor, emanado del cacho (cuento corto llanero de exageraciones),  en el primer contrapunteo de alcance nacional Turupial y Arrendajo, enmarcado en los tiempos de la Guerra Federal (1860-1864), y  publicado por Víctor Manuel Ovalles en 1906: 

Yo no le temo a las balas
ni a cuchillos ni a puñales
ni a un hombre de vara y media
ni de dos varas cabales.

El humor, el amor y la figura femenina se abrieron paso en el joropo

Las mujeres son el Diablo
parientes de Lucifer
que visten por la cabeza
y se desnudan por los pies.

Junto a las primeras grabaciones queda, como principal legado de esta época, el inicio de los estudios, valoraciones y compilaciones del joropo, de los que ni los investigadores ni mucho menos los hacedores de la cultura llanera pueden prescindir.
EXPANSIÓN. Esta era va desde la imposición del “tiempo de la radio” hasta la grabación de la primera leyenda Florentino y el Diablo, versionada, adaptada e intervenida por el maestro José Romero Bello. La grabación está fechada en 1965, pero su fecha de comercialización y distribución data de 1966.
En el inicio de la industria discográfica y de las primeras radioemisoras, don Mario Suárez (2007; en entrevista compartida con Amado Lovera) cita a Lorenzo Herrera, Ramón Carrasco, el conjunto de Vicente Flores y sus Llaneros, Luis Fragachán, Rosario Lozada, Magdalena Sánchez y Josefina Rodríguez “la Gitana de Color”. Las primeras “grabaciones” fueron realizadas en rollos de pianola por Francisco de Paula Aguirre, hasta donde se sepa, dicho honor correspondió al aria final, en tiempo de joropo, de la zarzuela Alma Llanera, con letra de Rafael Bolívar Coronado y música de Pedro Elías Gutiérrez (adaptación de La Marisela, de Sebastián Díaz Peña), estrenada el 19 de septiembre de 1914.
El “tiempo de la radio”, es una norma cronológica (de hasta tres minutos y medio) cuya influencia traerá la actual estructura (con sus respectivas variantes) del joropo tanto en las partes y extensión del poema como en su orquestación, y lo más importante tiene función de condicionante del “oyente-seguidor” de esta estética.
El “tiempo de radio” se extendió del mismo modo a la televisión, a las presentaciones en vivo y con menos duración en la cinematografía. La industria discográfica tuvo su primer auge en la cultura llanera a través del acetato de 45 R. P. M.y se amplía con el formato del LP. El segundo gran impulso lo toma con la proliferación del llamado “CD pirata”.    
Un ejemplo claro del referido molde es la grabación del corrío "Por el camino", de José Reyna (1948), interpretada por Mario Suárez y promovida como “copla-joropo”.  Entre los  muchos pioneros destacados de esta época resaltan: Ángel Custodio Loyola, Juan Vicente Torrealba, Ignacio “Indio” Figueredo, Pedro Emilio Sánchez, Valentín Carucí, Eneas Perdomo, Juan Farfán, Orlando "Cholo" Valderrama,  Arnulfo Briceño, Héctor Paúl Venegas, José Romero Bello, Omar Moreno, Adilia Castillo, Francisco Montoya, Reinaldo Armas, José Catire Carpio y el Carrao de Palmarito, entre otros.
Pilar Almoina de Carrera categoriza a la divulgación radial del corrío como “oralidad radiofónica” (2001). Esta modalidad “aparte de ser una vía de extraordinario alcance multiplicador, nos permite medir la preferencia del receptor, como parte fundamental en el proceso del fenómeno literario” (Ibíd.). De igual manera Montero y Mandrillo (2007) aseguran que los medios radiofónicos reivindican la fuerza de la palabra hablada, es decir, las “leyendas  y los mitos”; sostienen que los cuentos de animales y de seres maravillosos cuentan con amplio respaldo de los oyentes, puesto que son  portadores  de la identidad de los pueblos.
Para el insigne maestro del canto, don Mario Suárez, la radio, ayudó  a consolidar las “expresiones de la cultura llanera”. La radio y gracias a ella buena parte de la discografía llanera, llegaron como un complemento de las resonancias presentes en el Llano, a los acordes de los silbidos de los llaneros, los retumbos de las bestias del corral, las fieras sabaneras, del aguacero ventiao y del silencio aterrador que antecede los ecos del más allá. Fue una suma a la patria sonora de la llanura. Noticiario sobre quién y qué se grababa, como se hacía en los programas de Alfredo Acuña Zapata, creador junto a Pedro Montes, del festival radial de música llanera “El Gallo de Oro” en 1952. 
Los festivales se originan en los convites entre los copleros después de los arreos y para las fiestas patronales al concluir los toros coleaos o los lances de los gallos, aquellos verdaderos padres de nuestra cultura, “lanzaban” sus retos inmortales al ras del verso sabanero; Cantaclaro me han llamao / quién se atreve a replicar.
En esos lejanos días, Acuña Zapata presentó uno de los corríos clásicos de la fantasmalidad llanera y de toda la música llanera colombo-venezolana; el dolido reclamo “cantado” de un llanero a su caballo Pajarillo, recién muerto,  cuando en su galopar le había prometido esperar la primavera. Al principio se escucharon los bordoneos del arpa de Andrés Vera, y luego el tañío inconfundible de Ángel Custodio Loyola “tan inmenso como la sabana”:

Vuela, vuela pajarillo
vuela si quieres volar
y te recortaré las alas
para verte caminar
y me dijiste que eras firme,
como la palma en el Llano,
si la palma fuera firme,
no la picara el gusano,
no la tramoliara el viento
ni la secara el verano,
a mí me pueden llamar
trueno, relámpago y rayo.

DIVERSIDAD. Este tiempo comprende desde la “aparición” de El Silbón, Leyenda Llanera (1967) hasta los recientes videos de festivales, “promocionales” y conciertos llaneros, los mp3, las páginas Web de música llanera, los unitarios de la televisión dedicados a los espantos sabaneros como La Sayona y el filme Florentino y el Diablo, asi como las numerosas grabaciones de corríos y pasajes llaneros efectuados por insignes intérpretes y orquestas de otros países, al igual que por artistas nacionales venezolanos y colombianos “no exclusivamente” pertenecientes al mundo cultural de la llaneridad. Debe recordarse que Los cantos de Los Llanos de Colombia y Venezuela han sido reconocidos, recientemente,  como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.
La literatura de este turno está signada por un permanente reencuentro con el ancestro llanero (glorioso, altanero y desafiante), con la búsqueda del origen y con la empatía hacia los elementos naturales del mundo llanero, muy bien demostrado en este corrío de Miguel Tovar, popularizado por Jesús Moreno (1995) donde el Diablo es tan llanero como cualquiera:
Yo soy el Hijo del Diablo
coplero reconocido
en arpas no macujeo
ni en las cuerdas desafino
entre los recios copleros
yo soy el más relancino
pero si alguien tiene dudas
y quiere escuchar mi trino
en el Cajón del Arauca
tengo posesión y vivo
me llaman el Zambo Negro
donde pico doy la herida
caimán soy en la tiniebla
en el desierto soy tigre
y macho soy entre machos
oiga Hijo de Florentino.
Mi padre también desanda
de  su Cajón  los caminos
entre joropo y joropo
jalando bordón y prima.

La diversidad cultural, actualmente en boga, es un aporte de la cultura llanera fantasmal de este tiempo, repásese por un instante los encuentros culturales institucionalizados que se aglutinan en torno a figuras espectrales del Llano; el Festival Nacional Folklórico Cantaclaro (Valle de la Pascua, desde 1968); el Festival Internacional Florentino de Oro y Florentino de Diamante (San Fernando de Apure, desde 1970) El Festival Internacional de Música Llanera El Silbón (Guanare, desde 1975) y el Festival La Kirpa de Oro en San Casimiro de Güiripa.
En este marco temporal se asienta el perfil del grupo llanero de arpa, cuatro, maracas y bajo, en desmedro de la bandola, el violín, el requinto, que desde la era colonial hicieron el “estribo” musical del corrío. La música de soporte de muchos corríos fantasmales, ha sido retomada por orquestas y grupos “tramaos” integrados por cuatro, flauta, contrabajo, y otros instrumentos que en los conciertos, en los hogares, en el trasporte, el público de hoy baila, corea, tararea, silba y celebra.
Entre los ritmos fantasmales “trasportados” con mayor frecuencia figura (además de La Kirpa) El Pajarillo, originado en el siglo XIX, esta pieza de Juan Antonio Díaz, es un  ritmo de los Llanos colombianos y como ya hemos señalado, expresa la “comunicación” de un afligido dueño por medio de su requinto, con su caballo muerto. Otro caso es el de La Chipola, ritmo bailable cojedeño del siglo XIX y, según la tradición, lo usa Mandinga como su pauta de presentación. En cambio, El Gabán, otro muy difundido aire (atribuido a Ignacio Indio Figueredo, hacia 1914), se empleó, primero como música de baile, y luego el corrío se apropió de éste para relatar las peligrosas “correrías” del Gabán, como en este corrío de Coromoto Moreno (2007):

Voy a contar las hazañas
de este Gabán Asesino,
de este Gabán Asesino,
con una escopeta,  un rifle
y un FAL de cincuenta tiros
y un FAL de cincuenta tiros
mató a todos los gabanes
que estaban en su camino.


Estos apuntes fueron tomados del texto: Análisis de Figuras Espectrales en el Corrío y Leyendas del Canto  Llanero Tradicional, de Isaías Medina López. Duglas Moreno y Carlos Muñoz Lamas, publicado en Caracas (2018),  por la Oficina de Planificación del Sector Universitario (OPSU), del Ministerio del Poder Popular para la Educación Superior, Ciencia y Tecnología – Consejo Nacional de Universidades. 

Disfrute del audio musical "El Pajarillo" interpretado por Ángel Custodio Loyola

viernes, 20 de abril de 2018

Hazañas de El Silbón- Poemas Llaneros y Audio Musical

Imagen en el archivo de Noilton Pereira


El Silbón es un antiguo relato, convertido en corrío, obra teatral y luego versionado en leyenda gracias a Dámaso Delgado en: “El Silbón: Leyenda llanera”,  grabada en 1967 por diversos artistas, y publicada como libro, también,  por Dámaso Delgado (y otros autores), en 1998, como “El Silbón Realidad y leyenda; Leyenda y realidad”. 
El Silbón es “el ánima en pena de un hijo que mató al papa pa´ comele la asadura, y que la mama lo maldijo pa´ to´a   la vida”. Su eterna condena es vagar por las noches del Llano, con su figura larga, esquelética y porta un saco con los huesos de sus víctimas, sometidas por su garrote y aterrador silbido.  Juan Hilario (Juan Parrandas),  se le enfrenta, pero recibe de El Silbón una enseñanza mortal. En el corrío “El Espanto del Motor” (Rafael Martínez Arteaga, “el Cazador Novato), anota:
“…en el pueblo ´e Boquerón
aseguran que este bicho
es hermano del Silbón
que puede ser Gregorito
por lo largo y canillón
otros que es Roso García
por lo negro y cabezón”

Desde 1975, el Festival de Música Llanera El Silbón de Oro, reta a los mejores talentos de la cultura llanera a medir destrezas en el canto, baile, ejecución musical, cuentos y otras apreciables formas artísticas.  .



Yorman Tovar

GLOSAGAL DE UNA LEYENDA

 

NO VAYAS PARA LA FIESTA

TE DIJERON JUAN HILARIO

QUE EN TIERRAS DE PORTUGUESA

VA UN ESPANTO DESANDANDO.

(Dámaso Delgado)


I

Entre leyendas y mito

nació el espanto afamao.

Unos dicen que en Bijao,

otros, que fue en Guanarito.

La tiniebla ahoga el grito

cuando la noche se acuesta,

casquivano se alebresta

Juan Hilario, en rudo afán,

le aconseja José Juan:

¡NO VAYAS PARA LA FIESTA!


II

No vayas para la fiesta

¡cuidado con El Silbón!

Y le responde Hilarión

entre burlas y protesta,

brilla su machura, enhiesta

en típico silabario

y más tarde el vecindario

auxiliaba a “Juan Parranda”

cuidado con “El Desanda”

TE DIJERON JUAN HILARIO.


III

Te dijeron Juan Hilario

que dejaras las porfías

mientras que tú te reías

en tono contestatario

y aparece el adversario

y contigo se tropieza,

te castiga con fiereza

y tú aprendes la lección:

Va saliendo una visión…

QUE EN TIERRAS DE PORTUGUESA…

 

IV

…que en tierras de Portuguesa,

con don Dámaso Delgado

la leyenda ha retornado

con absoluta firmeza.

De nuevo El Silbón regresa

y se va quién sabe cuándo.

El pueblo va pregonando

por ese llano infinito:

¡De Apure hasta Guanarito

VA UN ESPANTO DESANDANDO!

Guanare, 1 de mayo de 2018.





Ruperto Córdoba Colina
JUAN HILARIO Y EL SILBÓN
Domingo García (cantante)

Narrador: Promociones Domingo García, presenta, por la red de emisoras del país, desde   Llano  Adentro, la gran pelea por el título nacional semi-completo entre Juan Hilario y el Silbón.

Cantado:
Juan Hilario, El Parrandero,
y su enemigo El Silbón
pelearon en doce rounds
un  combate de emoción
ante treinta mil personas
se llevó a la exhibición
por supuesto el que ganara
se titulaba campeón
anunciaron la pelea
el peso y la condición
por tres caídas en un round
pierde sin apelación
se gana por nocaut técnico
y el de culminación,
pero si no se produce
se gana por decisión,
al centro del cuadrilátero
los condujo el careador,
suena la campana y salen
a tirarse y no era flor,
Juan Hilario muy sereno
persigue a su contendor
pero el flaco canilludo
era muy bailoteador
el primer round fue de estudio,
patadas y empujón
en el rostro ´e  Juan Hilario
se notaba un rasguñón
se terminó el primer round
cada quien fue a su rincón
“Second fuera”  dijo el réferi,
vuelven a seguí en acción
el guesú muy atoroso,
pero sin preparación
se descuidó y Juan Hilario
le dio el primer manotón
ahí se puso los patines
y corría más que un camión
Juan Hilario persiguiéndolo
se le escuchaba el talón
lo llamaron a pelea
o daban la decisión
se fajaron cuerpo a cuerpo
la cosa cogió presión
el flacucho pegó un golpe,
pero fue de refilón
Juan Hilario ripostó
a la cara y el mentón
salieron al tercer round,
pero con más precaución
el flacocho abriendo la boca
buscando respiración
se fajaron puño a puño
se escuchaba el coscorrón
le sonaban las costillas
como saco de algodón.
Narrador: Estamos en el cuarto asalto de esta pelea pautada a  diez. Pega Juan Hilario  una derecha, la cual, riposta El Silbón, “jabea” una, dos o tres veces sin efectividad, el Silbón. upper fuerte por parte de Juan Hilario, quien pega y da dos pasos hacia atrás. La pelea, señores, se ha tornado fuerte en este asalto, entra con jab el Silbón, quien recibe una fuerte izquierda por encima de la guardia, repite el jab y se pierde, fuerte la derecha al mentón la ha sentido Juan Hilario, ¡señores! quien se va contra las cuerdas, se está cayendo, ¡señores! se cae Juan Hilario.
Cantado:
Juan Hilario tambaleó
a causa de un resbalón
con esa poquita falla
se envalentonó El Silbón,
pero el púgil parrandero
muy incrédulo y burlón
le echaba hasta con los dientes
y se lo llevó a un rincón,
pero el largurucho viejo
moviendo su esqueletón
pegó un gancho en la mandíbula
y se lo mandó al terrón,
Juan Hilario cayó al suelo
en muy mala condición
empezaron a contarle
vea  las bromas como son,
Narrador: Uno…
Cantante: Parece que no se para.
Narrador: Dos…
Cantante: Le aplicaron una opción.
Narrador: Tres…
Cantante: Apenas abrió los ojos.
Narrador: Cuatro…
Cantado:
Tiene buena pulsación,
cinco, seis, siete, ocho,
se paró como un varón
tirando a diestra y siniestra
sin ninguna compasión,
pero el Finfín guanarense
que ya se creía campeón
recibió tremenda mano
y una combinación
forcejearon cuerpo a cuerpo
hubo una amonestación
caen al clinch y se separan
sin ninguna intervención,
pero Juan, el Parrandero,
que aspiraba el cinturón
le cogió el lao de montar
por un solo callejón
el largurucho cayó
de un enorme pescozón
como si le hubieran dao
con una  mano ´e  pilón
y el público de pie
gritaba con emoción
“ya ese es tuyo Juan Hilario,
remata a ese esqueletón” 
y clarito en alta voz 
se escuchó la narración
“dos, cuatro, seis, ocho, diez”:
Juan Hilario es el Campeón. 


El Silbón de Oro- Imagen en el archivo de Ángel Zapata, El Baúl, Cojedes 

Félix Mena
MI ENCUENTRO CON EL SILBÓN
Señores, pongan cuidado
con oído y atención
lo que les voy a contar
de mi propia inspiración
este corrío se refiere
a la historia de El Silbón
por cierto que allá en mi casa 
casi en golpe de oración
todos los peones salieron
para una reunión
una fiesta muy nombrada
en la casa ´e don Simón
yo quedé solo en el hato
lleno de preocupación
porque escuché los rumores
de que habían visto al Silbón
como a las doce ´e la noche
se me presentó un señor
todo vestido de negro
largurucho y canillón
me dijo salga pa´ fuera
y me consigue un tizón
él lo mordía y me veía
y se sonreía burlón
me puso espelucaíto
y me soltó un pescozón
pero yo me desmayé
esa fue mi salvación
lo ahuyentaron unos perros
que habían en el corredor
que al mirar aquel espanto
 formaron su ladrición.

A la hora desperté
casi sin respiración
los oídos me chirriaban,
como turbina de avión
miré una ventana abierta
y salí corriendo a millón
y fui a parar la carrera
a la casa ´e don Simón
la gente al verme llegar
gritaba de la emoción,
pero yo no podía hablarles
perdí la respiración
dos viejitas en la sala
rezaban una oración
“Virgen de La Coromoto
Madre de la Concepción,
piadosa Virgen del Valle,
Santa Rosa y San Ramón,
mi Niño Santo de Atoche,
échale tu bendición
San Miguel, dale tu espada
de la crucificación,
San Pascual, el Parrandero
bríndale tu protección,
para que vuelva a su casa”
porque allá estaba el Silbón.

Afiche del Festival de Música Llanera El Silbón, Creado en 1975

Antonio Sosa Mejías y Jesús Moreno
EL SILBÓN LLEGÓ A COJEDES

El Silbón de Portuguesa
ahora se encuentra en Cojedes
anda rondando en San Carlos
buscando nuevos placeres
a los hombres los asusta
y persigue a las mujeres
asaltó a Telmo Garmendia
y le tumbó las paredes
le reventó la rocola
y le robó un seresere
cuando Telmo abrió el negocio
del susto casi se muere
salió a poner el denuncio
en una sola carrera
después le salió a Castillo
en medio ´e   la carretera
andaba  con Canelón
parrandeando pa´ Las Vegas
se le paró alante ´el jeep
y le quitó la botella
pensando que era un ladrón
le entregaron la cartera
y le pedían “Por favor”
-en medio de la rasquera- 
“Con tal que nos deje vivos
pídanos lo que, usted, quiera”.
Ay, que usted, quiera,
a Tirso y  a Villalonga
también le echó una carrera
llegaron donde Mussette 
rogando a Dios que él abriera
Inés y Carlos Torrealba
encargaron unas velas
para ponerle a las ánimas
con tal que  no les saliera.

Hay que ver que ese Silbón
tiene unos cuentos bien buenos
le salió a Aníbal Jiménez
en forma de ganadero
lo convidó a echarse palos
donde llama Barrio Nuevo
cuando Aníbal se dio cuenta
que el hombre le iba creciendo
no le quedó otro remedio
sino de salir corriendo
y llegó a Los Malabares
sin camisa y sin sombrero
también le salió a Roberto
el mecánico del pueblo
le dijo que tenía un carro
que le fallaban los frenos
y se lo llevó engañao
hasta el 23 de Enero
cuando llegaron allá
que el Silbón se puso serio
y le dijo  a don Roberto
mucho gusto en conocerlo
yo soy el mismo Silbón
del Llano portugueseño”
Roberto se retiró
zapateando duro el suelo
gritando “Yo vi el Silbón
auxílieme compañero”
y desafió al Indio Gómez
venía por esos senderos
y cuando vio al Canillú
no pudo salir corriendo
porque le pegó un temblor
que lo tiene padeciendo.

El Silbón con el saco de huesos de sus víctimas
Disfrute del audio musical llanero  
Juan Hilario y El Silbón (Domingo García)


También puede consultar:


La Señora de El Silbón. La Silbona. Poemas Llaneros y Audio Musical
http://letrasllaneras.blogspot.com/2018/04/la-senora-de-el-silbon-la-silbona.html


LA LEYENDA DE EL SILBÓN (Dámaso Delgado)

EL SILBÓN: VIVENCIAS Y TESTIMONIOS (Carmen Pérez Montero)


Estos poemas fueron tomados del texto: Análisis de Figuras espectrales en el Corrío y Leyendas del Canto  Llanero Tradicional, de Isaías Medina López. Duglas Moreno y Carlos Muñoz Lamas, publicado en Caracas (2018),  por la Oficina de Planificación del Sector Universitario (OPSU), del Ministerio del Poder Popular para la Educación Superior, Ciencia y Tecnología –Consejo Nacional de Universidades.