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sábado, 18 de junio de 2016

Leyendas y cuentos cortos venezolanos (9) Varios autores

Llanera de Píritu, Portuguesa,  en el archivo de la Alcaldía de Esteller






APARECIDA DEL ESPEJO (Mercedes Franco)
Una familia de La Pastora, un barrio caraqueño de los más antiguos, se mudó a una casa vieja. No tenían muebles y la dueña de la casa decidió venderles algunos de los que amoblaban la casa. Se quedaron con las camas, unas cuantas sillas y una peinadora antigua, con un buen espejo. Aquella misma noche, cuando la nueva dueña fue a peinarse, vio reflejada en el espejo la imagen de una muchacha rubia y pálida. Esa noche durmió con sus hijos y al amanecer puso inmediatamente en venta el mueble embrujado. Lo compró una vecina, quien también lo vendió porque cada vez que se miraba, veía el rostro de la aparecida del espejo. La peinadora antigua fue pasando de mano en mano, hasta que no supo más de ella. Tal vez se encuentre en alguna venta caraqueña de antigüedades.



ARAGUATO DIABÓLICO (Mercedes Franco)
Un cazador en Viernes Santo es algo inusual en Venezuela, donde tradicionalmente, los días de la Semana Santa ni se caza ni se pesca. Se descansa y se asiste a los oficios religiosos.
Pero hubo un hombre en el Llano que resolvió cazar justamente el Viernes Santo. No tuvo mucho éxito, pero logró cazar un araguato. Todos se rieron de su poca suerte, pero él, sin inmutarse, le quitó la piel al animal y lo puso a asar a la parrilla. Mientras jugaba dominó con sus amigos, el araguato se levantó de la parrilla, vistió de nuevo la piel de la cual lo habían despojado y se presentó ante el cazador. Con horrible gesto, y diabólica expresión, se rió de él y le advirtió que lo esperaba ese mismo día en el infierno. Luego, para asombro de todos, se perdió en el monte. Según la leyenda, el hombre murió aquella misma tarde.



ÁRBOL ENCANTADO DE PARAGUACHÍ
 (Mercedes Franco)
En el pueblo de Paraguachí, en la isla de Margarita, existe un árbol que encierra el espíritu de una joven mujer. Dicen que su tronco recuerda las armoniosas formas femeninas, y que quienes pasan por allí oyen risas y canciones de amor. En tiempos de la colonia una joven caraqueña pasaba una temporada en la finca paterna de Paraguachí. Conoció a un gallardo peón de la hacienda y entre ambos surgió un amor puro y secreto. Se encontraban en la playa o en la montaña.
Quiso la fatalidad que el padre de la muchacha se enterara de aquellos amores clandestinos. No podía permitir que su única hija se casara con un campesino. Para terminar con el idilio, le dijo a la joven que el objeto de su amor era su hermano. El peón, que lo había oído todo, se quitó la vida. Lo que había dicho el hacendado no era cierto, pero ya no se podía hacer nada. La muchacha pidió a Dios que la llevara consigo, o la convirtiera en algo incapaz de sufrir. Y allá está el árbol. A un lado del árido sendero al borde del camino soleado y amarillento de Paraguachí se divisa su tronco viejo, caprichosamente torcido, que recuerda el cuerpo de una mujer. Dicen que es aquella infortunada joven, que convertida en árbol, ya no sufre por su triste destino.



LA HIJA DE LA VACA  (Jesús Rivas)
Esto le sucedió a mi abuela en La Guama. En su casa mi abuela tenían dos becerras, una se la regalaron a un compadre y la otra se quedó sola, entonces mi tío Manuel se encargó de ella enseguida. Era muy atento con esa becerra, la sacaba a comer, le limpiaba el corral y como él no tenía mujer, ni hijos se la pasaba con esa becerra, parecía embrujado o encantando, yo ni sé. Pasó el tiempo y la vaca crece muy bonita y mi tío ahí pendiente de ella, al poco tiempo se dan cuenta que la vaca estaba preñada y estuvieron pendientes de ella para que no se aporreara ni nada y entonces mi tío estaba más loco por esa vaca, le arregló al corral, parecía su mujer y mi abuelo se puso a pensar en como salió preñada esa vaca, ¿Será que Manuel abusó de esa vaca?, no puede ser: dijo mi abuela. Pero al tiempo se quedó quieta y no pensó más en eso. Pasó el tiempo hasta que una madrugada la vaca empezó a hacer ruidos extraños iba a parir y así fue el becerrito nació enmantillao, se lo llevan a mi abuela, ella se encargó de sacarlo y cuando ve era una niña, se sorprendió mucho, pero era tan bonita que la aceptó y le puso por nombre María Soledad, después mandó a matar a la vaca, no quería que siguieran sucediendo esas cosas con mi tío Manuel, pero él se perdió y no se supo de él más nunca.



MAGO  (Wilfredo Machado)
 El niño con el pote de pega cruzaba la calle, somnoliento, cuando un autobús lo embistió con violencia, dejándolo muerto sobre la acera. Todos quedaron conmovidos frente al cadáver del infante. Nadie supo de dónde salió el mago, quien cubrió el cuerpecito con una sábana blanca. El mago comenzó a realizar una serie de pases mágicos sobre la sábana que brillaba bajo el sol. Un grupo enfurecido de los que allí estaba se acercó al mago e, insultándolo, lo golpeó con violencia. "Qué te has creído" ¡Cabrón! "¿No respetas el dolor de la gente?" El mago desapareció del lugar antes de ser linchado. Cuando al fin llegaron los paramédicos en una ambulancia, levantaron la sábana con cuidado. Algunos curiosos que llegaron tarde sólo vieron la bandada de palomas que elevaba su vuelo desde la sábana manchada de sangre hacia los edificios grises. Todos aplaudían con lágrimas en los ojos.



MI ESQUIZOFRENIA (Armando José Sequera)
Mi esquizofrenia va de mal en peor: mi segunda personalidad dice que, como no se lleva bien con la primera, se aliará con la tercera para mitigar su soledad. La primera, entretanto, alega que, por más esfuerzos que hace, no logra congeniar con la segunda, razón por la cual formará alianza con la cuarta, habida cuenta de que si la tercera se lleva bien con la segunda, es imposible que se lleve bien con ella. Afortunadamente, me he podido mantener al margen de esta absurda disputa y no he sido involucrado en lo que, a todas luces, es una malsana maraña de incomprensiones.



ARTILUGIO NO GRATO (Eduardo Mariño)
El carcelero me ha traído un extraño artefacto cúbico. Sabía trepar por las paredes y emitir raros sonidos, cambiando de color o de cara en que se apoyaba, solemnemente es la esquinas del techo. En un momentáneo descuido de mi cuidadosa vigilancia, el indefinible aparato cúbico subió lentamente por el muro sin proferir sus guturales ruidos y saltó al bosque por la ventana, emitiendo un largo y satisfecho chirrido, que llamó demasiado tarde mi atención.
Se lo comenté al carcelero en su ronda de la tarde, más no se inmutó ante lo inusitado del hecho, se encogió imperceptiblemente de hombros y prometió conseguirme uno para mañana si tanta era mi inquietud.
Sólo me queda esperar.



ENCANTOS Y DESENCANTOS POR LOS DUENDES
 (Luis Arturo Domínguez)
El duende, espíritu elemental y por esa naturaleza, tiene el poder de encantar al hombre, y ejerce esa potestad cuantas veces se le presenta la ocasión. Hay la creencia de que si un hombre toca a un duende, inmediatamente es fascinado por éste, y si un duende tienta a una persona, ésta  es fascinada de inmediato por tal ente. Entonces el duende se lleva al hechizado al lugar en donde él reside o sitio encantado, que bien puede ser una cueva, un palacio o un paraje incognito en una espesa montaña. Existe también el convencimiento de que la persona encantada puede salir de aquella residencia maravillosa con permiso de que nos e deje tentar por ningún ser humano, pues si esto ocurre, se desencanta y nunca más vuelve al sitio encantado, y en tal caso el duende le aplica la sanción al desencantado que consiste en convertirlo en algún animal irracional, que bien puede ser un alacrán, un cachicamo, un conejo, una lapa, un venado o una serpiente venenosa.
En la Sierra de Coro y en otras montañas de Venezuela existen numerosas cuevas que reciben el nombre de encantos. La gente supone que aquella persona que logra entrar en uno de esos escondrijos no regresa a su casa para contar el cuento. En esas gigantescas cuevas naturales, nos ha informado, viven los duendes y se afirma que éstos son unos seres que adoptan la forma de un hombrecillo barbudo que usa chancletas de piel de venado conocidas en varias regiones de Venezuela con el nombre de rajadeos.
Los encantos son grutas de piedra o profundos sumideros. Esplendido es su interior y su descripción fascina la imaginación de la gente.
Se cuenta que cuando un chico o una muchacha se pierden, es porque está encantado. Los padres preocupados por esta inesperada desaparición de su hijo, acude al padrino de éste porque es el único que puede sacarlo de los encantos. Para esta suerte de magia, el padrino tiene que ir solo hasta el sitio indicado; llevar una palangana llena de agua bendita y después de rezar el Credo y rociar con aquel líquido el ambiente, se acerca a la entrada del encanto y llama al ahijado por tres veces consecutivas. Afirman que al tercer llamado, en seguida el niño aparece y lleno de admiración cuenta a sus parientes y protectores las maravillas que ha visto en el encanto.
En una carta fechada en Caracas el 23 de marzo de 1977, don Henrique Lander Alvarado, con relación a los encantos, le escribe al autor del libro El llano y sus costumbres, Jesús José Loreto, lo que sigue:
“La primera vez que oí mencionar algo en relación con la actuación de un ENCANTO fue en los valles del Tuy, en 1964 y en la hacienda Tazón de Cúa y de la cual soy propietario. Corría el mes de septiembre del mencionado año cuando, en la nombrada hacienda desapareció sin dejar rastros de ninguna naturaleza una niña de tres o cuatro años de edad, hija de uno de los peores de la hacienda. Padres, abuelos, parientes, amigos y vecinos, y hasta la Policía Técnica Judicial practicaron una búsqueda minuciosa sin que hasta hoy nadie haya encontrado el más pequeño indicio  del posible paradero de la criatura, del mundo tomado por ella o sus captores o el de sus restos mortales si es que pareció en accidente o fue asesinada. Increíble pero verdad”.  Y prosigue: “ Para mi gran sorpresa y estupefacción , una vez perdidas las esperanzas de poder en alguna forma esclarecer el misterio de la desaparición, los padres, abuelos y parientes de la criatura aceptaron con verdadera resignación cristiana lo sucedido y para lo que mí fue el colmo de los colmos, achacaron la desaparición de la niña a un ENCANTO que según ellos habita y recorre la Quebrada de Aniagua, de aguas cristalinas que corren entre frondosos  árboles y grandes peñascos, muy cerca del lindero Sur-Oeste de mi citada hacienda. Esta fue la primera vez, como digo antes, que me entere de nuestros campesinos. La segunda se la debo su mencionada crónica…” 
Como bien puede observarse en algunas regiones del llano se denomina encanto al duende, y el escritor Jesús José Loreto Loreto, con lujo de detalles, nos habla de “El encanto de La Ollita”, “El encanto de Raudal” y “ El encanto del Cerro de la Campana”, en su libro antes citado. 



HOMENAJE A ALFREDO ARMAS ALFONZO  
(Algunos Cuentos)

                                  1
Había una cruz en La Cruz de Belén, otra en La Cruz del Zorro, otra en La Cruz Píritu¸ otra en La Cruz de Pacheco, esto es al Norte, al Sur, al Este y al Oeste,  sin contar las tres de El Calvario, donde se rascaban el lomo los chivos en caso de necesidad.
Qué nos iba a pasar. 
Cuando a las cruces se les podría la pata Pedro Iginio labraba otras que pagaban las rentas y las viejas las cogían para leña. A este humo y a esta lumbre le atribuían muchos bienes. Quienquiera que a su rescoldo mantuviera ya no se moría de males del cuerpo, ni de entuertos ni de acechanzas ni de maldades. Concho Guaita no lo creyó porque para la fecha de este conocimiento Concho Guaita había sustituido su Dios.
                           4
Los cuatro Teclos eran Juliá el padre, la madre, os hermanos, los hijos y la tristeza. Dos personas en total, se creía. 
El bajo de Cuatro donde vivían se volvían un mar en tiempo de agua y un desierto en época de sequías, pero eso último no ocurría casi siempre sino todos los años. 
Los teclos eran una gente despegada del suelo y parecían sostener el cielo como las cumbreras el peso de a techumbre.


                             7
Ur el titiritero sólo disponía de su estructura bronquial deficiente y de sus muñecos. Uno de esos muñecos tiene senos de trapo y Ur cobra por acostarlo con los niños que aspiran perfeccionarse en el amor.


                           8
A Francisca Quintero Bocaetubo, la muy hijaeperra de Cariaco, Bombilloeburdel le cambió el armador padentro.
La Bocaetubo, que no hace sino añorar a su golfo, se tiraba desde el chinchorro con toda su rabia para recibir el golpe en el vientre, y así escapó de la fatalidad, creía ella. 


jueves, 22 de octubre de 2015

La Leyenda Hermana de la Reina María Lionza (historia y fotografías)

El culto a la reina María Lionza tiene pleno auge en nuestros días


Hermanas  originarias en la frescura de las aguas  


La Leyenda de María Lionza y la Leyenda de la Doncella Encantada de los Nívar son hermanas que comparten el mismo padre, el pueblo indígena Jirahara, y la misma madre, la tierra de Nirgua, una vez llamada “Tierra de la Patrona Virgen María de la Onza del Prado de Talavera de Nívar”. También les une su pertenencia al ciclo de adoración matriarcal amazonense y andino de Sudamérica y, ambas versiones, se han modificado con creencias cristianas europeas y yorubas afrocaribeñas.


Mirada desafiante de dos princesas hermanas 

María Lionza, es la reina indiscutida de la religiosidad popular venezolana. Deidad “Dueño de la Selva” y celosa “Guardiana de las Riquezas Naturales”. Madre de lo orgánico y lo inorgánico; de las tierras, aguas plantas y maderas del  bosque, de la fauna y los tesoros de las minas. Peina sus largos cabellos con un peine de oro y monta una danta marcada con los “hierros de los indios”. Su altar lo custodian siete gigantescas anacondas que representan sus siete reinos: los estados Yaracuy, Lara, Falcón, Portuguesa, Cojedes, Carabobo y Aragua. De su hermana transcribimos:


Sonrientes hermanas originarias, como lo son estas leyendas 
sobre María Lionza y la Doncella Encantada de los Nívar.


La  Leyenda de la Doncella Encantada de los Nívar  
De mozo oí contar que los indios Jirahara-Nívar (Nivare, Nirva, Nírúa o Nueare), en una fiesta de fin de la cosecha, recibieron de su Gran Piache un doloroso presagio. Decía el mismo que “viniendo los tiempos nacería una doncella,  hija de  cacique, con los ojos de tan extraño color que, de mirarse en las aguas de la laguna, jamás podría distinguirse las pupilas”. Tan pronto como esta mujer ojos de agua se viese espejada en alguna parte, por el doble hueco vacío de las niñas de la imagen, iría saliendo una serpiente monstruosa, genio de las aguas, la cual causaría la ruina perpetua y extinción de los Nívar.  Grande fue la aflicción de aquella altiva tribu. Pero, pasó el tiempo, y todos los caciques, cada vez que nacía una niña, pasaban temores sin cuento hasta que se les anunciaba que, como siempre la recién nacida tenía los ojos negros.

Hermanas guerreras en ceremonia originaria.


Pero llegó al cabo el mal tiempo anunciado por la profecía. Poco antes de la invasión española, un cacique nívar tuvo una hija con las pupilas de un vario y hermoso color verde, color de agua marina, color de jade, de piel de culebra verdegay. Grande fue la estupefacción del cacique. Sus tributarios le exigieron que les entregase la niña para ser sacrificada al Genio, el Dueño Tutelar de la laguna, la enorme serpiente Anaconda las Aguas. Mas el jefe jamás pude decirse a ello.  Como pudo, se libró de los descontentos, que, desde aquel día, comenzaron a formar disensiones dentro de la, hasta entonces,  bien unida tribu Nívar.

Hermanas de la etnia Pumé o Yarura

El jefe decidió recluir a la doncella en un lugar secreto bajo la guardia de veintidós guerreros, veintidós jóvenes  guardianes. Allí fue creciendo ella en gracia y hermosura, ganándose la simpatía de todos, pues,  sus maravillosos ojos de berilio exhalaban destellos encantados. Tenía una belleza fatal y sonámbula, algo de reptilinio, al destacarse sobre el marco canela de su cara de india. Eran como dos piedras preciosas engastada en la morena ladera de algún picacho de la montaña del Nívar.

Hermanas e hijas de la América indígena


A nadie más que a su madre y a los veintidós guardianes se le permitía ver la moza de los ojos fatales. Llegó así a la pubertad y su confinamiento se hizo más severo aún. Al ser sometida a las ceremonias de purificación que alejan de la adolescente que pasa a mujer, la influencia de los malévolos espíritus-serpiente. Le estaba prohibido desde su nacimiento poseer lámina brillante que pudiera hacer la función de un espejo, asomarse a corrientes de agua o vasijas, salir a plena luz si la lluvia charcos de agua en el suelo.
Mas, un mal día, un extraño sueño acometió a los veintidós guardianes, producido por el vaho bucal de la serpiente anaconda de las aguas que clamaba por su víctima anual, la  doncella que a la ninfa encantada de la lagunita lanzaban los hechiceros de la tribu. La Niña de los ojos de Agua salió a tientas, pues sus ojos no se acostumbraban muy bien a la luz libre, hasta que logró sentarse al borde mismo de la charca sagrada, estaba el agua quieta, la doncella miró. Veía su cara por primera vez, su gloriosa cara redonda y armoniosa, su boca tentadora, su barbilla soberbia. Pero ¡Ay, dolor!, en  vez de sus pupilas solo notaba dos cuévanos profundos, un par de abismos por donde se asomaba el misterio del Otro Mundo, de los dioses Subterráneos y los Muertos.
La Niña quedó fija. Nada podía apartarla de contemplar aquellos dos abismos encantados de sus ojos en el reflejo ácueo. Mas, de pronto, por ellos empezó a surgir un movimiento, un borbotar ebullescente de las aguas, un creciente movimiento en remolino. El doble vórtice se agrandaba, mientras los peces huían aterrorizados del sitio cada vez más amplio del reflejo. Este fue tomando forma, el rostro de la niña en la agua espumeante fue adquiriendo dibujo de serpiente; primero dos ojos metálicos, de brillo fijo adamantino,  impresionante; luego, el cuerpo creciendo en espirales, una sobre otra; y, finalmente, el extremo afilado de la cauda, batiendo espuma contra el agua hirviente, levantando cabrilleos de luz que llenaban el cielo de pálidos   reflejos. El monstruo, intacto, inquietante, estaba allí. La Anaconda, “Dueño del Agua”. La doncella dio un grito que retumbó en todas las faldas de la Sierra de Nívar, y se sumergió en las aguas, en el sitio preciso en que estuvo el pavoroso reflejo de sus ojos.   
Al grito despertaron los veintidós guardianes, los cuales buscaron por todas partes a la amada Ojos de Agua, pero en vano. Locos de terror a un cataclismo mágico, llegaron hasta la laguna, mas, en lugar del cuerpo de la niña adorada, encontraron la Anaconda, Dueño del Agua, soberbio, espumeante, airado en su reino, batiendo la cola sobre el agua subiente, La laguna extendía su contorno, en espiral marcada por la cola del monstruo e iba rellenando la concavidad en donde se había formado con los siglos, hasta desbordarse.
Los Nívar huían de la inundación temible. Casas, templos, sembrados, todo era arrasado por el dragón inmisericorde de las aguas. Este asomaba su horrible cabeza verdegay sobre las lomas y abría sus fauces, cerro abajo, hasta ir a espumear más lejos, hasta la Selva de Sorte hacia el noreste, y hasta las aguas del Lago Tacarigua hacia el nordeste.
Tanto creció el monstruo, que su poder vital se escapó de su cuerpo distendido por el ansia de crecimiento inmoderado. Y la sierpe estalló, dando un gran coletazo, vibró, se desmadejó y quedo inerte, con la cola cerca  en Sorte, cerca de Chivacoa, y la horrible cabeza en Tacarigua, “donde hoy está el altar mayor de la Catedral de Valencia”.  

Gracias por su visita
Isaías Medina López

Nota del editor: Texto tomado del Ciclo de los Dioses de Gilberto Antolinez, publicado en San Felipe por La Oruga Luminosa (1995) 

viernes, 13 de abril de 2012

Leyendas Llaneras de Gigantes (Cancionero del Llano)

Ropajes de gigantes (archivo nuestro)

La afición del llanero por narrar historias sobre los gigantes constituyen una fuente para el estudio de las leyendas llaneras y para el entendimiento general de esta cultura. 

Parte de la famosa "cadena gigante", con eslabones de 60 kg. 
cada uno, cerca de El Baúl, Cojedes. 

Presentamos aquí cuatro muestras de tan notable registro literario, adscritas al humorismo poético-fantástico llanero: 

Estatuilla del Festival de Música Llanera El Silbón, 
el gigante más famoso del Llano (archivo de Ángel Zapata, Cojedes)


EL VENADO QUE YO MATÉ 
(Letra e interpretación de Ricardo Cuba)


Aaaaayyytralailay
Señores voy a contarles
lo que a mí me sucedió
un domingo en la mañana
yo salí de cacería
con una buena morocha
que mi papá me prestó
me fui para una sabana
donde habían muchos venados
y me monté arriba de un cerro
y miré un caramerú
tenía veinticuatro puntas
y era de cuerpo pelú
media como quince metros
le largué una cuatro tres
lo apunté bien apuntao
de un palo me arrecosté
le jalé los dos gatillos
los dos tiros le mandé
y caí patas arribas
y sin sentido quedé,
señores, maté al venado,
pero que susto pasé.


Aaaaayyytralailay
Para seguir con el tema
del venado que maté
yo salí para mi casa
tostado y muerto de sed
a buscar unos amigos
para que fueran por él
mis amigos me dijeron
eso sí no puede ser
ellos eran como quince
conmigo eran diez y seis
cuando trajimos el bicho
el cuero yo le saqué
lo mandé pa´ Maracaibo
y en un barco lo embarqué
después le saqué la carne
y al Gobierno le entregué
comieron dos batallones
y fue de lo que yo dejé.


Temblador o Anguilla gigante, El Pao, Cojedes
(archivo de Argenis Agüero) . 


HA VUELTO MI GAVILÁN
(Letra e interpretación de Nelson Morales, “El Ruiseñor de Atamaica”)

Ha vuelto Mi gavilán,
ha vuelto Mi gavilán
de nuevo a sus correderos
ya lo han visto por el Llano,
ya lo han visto por el Llano
paseando de pueblo en pueblo
persiguiendo las muchachas
que salen para el colegio
solteras y comprometidas
también se lleva en el vuelo
y me dicen los que lo han visto
que pelea hasta con los suegros.

Viudas y recién casadas,
viudas y recién casadas 
ya todas le tienen miedo
porque no respeta nada
se las trae  del cementerio
así anden con el difunto
acompañado el entierro
no las salva ni Mandrake
ni Achaguas el Nazareno
cuando el extiende las alas
no hay santo que atienda ruego.

Ayer venía don Cipriano,
ayer venía don Cipriano
en su mulo zaino negro
traía su señora en la anca,
traía su señora en la anca
y dos botellas de añejo
pero cuando iba pasando
por debajo de un uvero
venía el gavilán volando
de un salto le cayó en pelo
y le quitó a la señora
y se lo mandó a San Pedro.

Ya la gente no lo aguanta,
ya la gente no lo aguanta
por lo guapo y camorrero
se la pasa en los corrales,
se la pasa en los corrales
velando a los ganaderos
que dejen el corral sólo
pa´ comerles los becerros
como no pueden cazarlo
porque es grande en el Gobierno
nunca salen a buscarlo
ni lo han hecho prisionero.

HILARIÓN
(Letra e interpretación de Dionisio Garrido)

Aaaaayyyy
Los Caros está de luto
y toda esa población
porque se fue para siempre
el propio guachamarón
familia Hilario Rodríguez
que apodaban Hilarión
ese hombre ´onde él  se paraba
le prestaban atención
negro de semblante fuerte
con el pelo chicharrón
la nariz como araguato
y el pecho igualito a un león
con un liquiliqui blanco
lo veían sobre un potrón
nunca se puso alpargatas
era demasiao patón
calzaba cincuenta y ocho
sin mucha exageración
según cuentos en final
que este hombre tenía oración
a veces se volvía jumo
o se convertía en troncón
de noche por la sabana
lo veían como visión
sus puños se asemejaban
a una mano de pilón
y sus venas igualitas
a guayas de alta tensión
a cualquier burro tumbaba
con un solo manotón
sacaba un palo ´e  raíz 
a diente  y a pescozón 
el sudor le jedía a guache
y a sustancia de limpión
con espantos en las noches
ique jacía reunión
bailaba con la Sayona
tomaba con el Silbón
emborrachaba a las ánimas
julepeaba al Carretón
y enamoraba a las brujas
cantándole una canción.

Aaaaatralaylalay
Sigo con mi letanía
agarrao del diapasón
en honor a un personaje
que es digno de admiración
conuquero cien por ciento
y con un gran corazón
los gallos y un baile de arpa
eso era su devoción
perro bravo que jallaba
lo ponía jabú y velón
como andaba a pie pelao
se le cuareteó el talón,
con el barro de chiquero
se curaba el sabañón
ni chiquichiqui ni robla
le causaban infección,
en donde ponía las patas
se esboronaba  terrón
las piedras se volvían polvo
cuando sentían el pisón
ni guaica, clavo, ni grapa
le jacían perforación
tan sólo la puya ´e raya
le daba era comezón
alborotá una africana
lo tenía de diversión,
si un cascabel lo mordía
no le daba ni hinchazón,
las ramas de guaritoto
la usaba como jabón,
cuando peliaba gozaba
y se divertía un porción,
una vez un mulo loco
lo patió cerca el mentón
que lo hizo rodá diez metros
como si fuera un balón
y se paró muerto ´e  risa:
“¿Quién me dio ese pellizcón?”
Él se crió en una montaña
desde que estaba pichón
de las tetas de una danta
obtuvo su mantención
que Dios te tenga en la gloria,
paisano negro Hilarión.

LA GUABINA
(Letra e interpretación de José “Catire” Carpio)

Para una Semana Santa,
para una Semana Santa
pescadores de sardina
por allá en el río Orinoco
pescaron una guabina 
el anzuelo fue un ancla
de carnada una novilla
y la sacaron jalando,
y la sacaron jalando
cuatro bueyes en madrina
con una guaya del grueso,
con una guaya del grueso
de un cabrestos  de Manila.
En tres días la escuartizaron, 
en tres días la escuartizaron
con cuatro hombres encima
la carne que le sacaron
la mandaron pa´ Argentina
con otro poco comió
un ejército ´e Medina
exportaron las escamas,
ay, las escamas
para hacer casas en China
de las aletas hicieron,
de las aletas hicieron
varios remos y espadillas
arpones, lanzas y flechas,
arpones, lanzas y flechas
hicieron con las espinas
la manteca la vendieron
pa´  fabricar medicinas
la camisa la incendiaron
en la Capilla Sixtina
con las vísceras hicieron,
con las vísceras hicieron
una fiesta campesina
y había cinco mujeres,
y había cinco mujeres 
atendiendo a la cocina.
Ni una persona de allí,
ni una persona de allí
se quedó sin su comida
anda, Tenepe, 
ni una persona de allí,
caramba vale,
se quedó sin su comida
uno de los pescadores,
uno de los pescadores
capitán de la marina
un globo de pasajeros,
un globo de pasajeros
fabricó con la vejiga.
Y le pusieron de nombre,
y le pusieron de nombre
el de la Virgen Divina,
ay, Teresita,
y le pusieron de nombre,
verdad, mi vida,
el de la Virgen Divina 
y todos sus compañeros,
y todos sus compañeros
se le montaron encima
y despegaron volando,
y despegaron volando
de una cercana colina.

Textos tomados de: ANÁLISIS DE FIGURAS ESPECTRALES EN EL CORRÍO Y LEYENDAS DEL   CANTO LLANERO TRADICIONAL de Isaías Medina López, Duglas Moreno y Carlos Muñoz (Trabajo de Investigación aprobado en la UNELLEZ-VIPI)