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miércoles, 10 de junio de 2020

Blog LETRAS DE COJEDES (2.200.000 visitas). Los enlaces más leídos

Velorio de Cruz de Mayo, Mango Redondo, San Carlos, Cojedes


Saludos. Nuestro blog LETRAS DE COJEDES, bitácora sin fines de lucro,  festeja su arribo a  más de 2.200.000 lecturas, en América, Europa y Asia. Aparte de Venezuela, entre los lectores que más nos visitan, se cuentan los de Estados Unidos  (306.269); Colombia  (137.762); México (54.107); España (51.103); Alemania (55.890); Rusia  (52.910); Perú  (47.139);  India (45.201),  Argentina  (34.801) y China (23.380).

Para su disfrute  ubicamos algunos de los archivos con un promedio superior a las 30.000 lecturas:

 

La verdadera historia de María Lionza (Gabriel Jiménez Emán)

http://letrasllaneras.blogspot.com/2014/02/la-verdadera-historia-de-maria-lionza.html

 

LEYENDAS Y CUENTOS DEL LLANO

http://letrasllaneras.blogspot.com/p/leyendas-del-llano.html

 

Mitos Indígenas de Venezuela 5 (Warao y Pemón)

http://letrasllaneras.blogspot.com/2014/02/mitos-indigenas-de-venezuela-5-warao-y.html

 

LA LEYENDA DE EL SILBÓN (Dámaso Delgado)

http://letrasllaneras.blogspot.com/2013/04/la-leyenda-de-el-silbon-damaso-delgado.html

 

LITERATURA INDÍGENA DE VENEZUELA (poesía, mitos, dramaturgia y cuentos)

http://letrasllaneras.blogspot.com/p/muestras-de-poesia-indigena-en.html

 

POÉTICA DE LA CRUZ DE MAYO (poemas y fotografías)

http://letrasllaneras.blogspot.com/2011/03/poetica-de-la-cruz-de-mayo.html

 

Wazacá y otros cuentos cortos indígenas (Enrique Plata Ramírez)

http://letrasllaneras.blogspot.com/2014/10/wazaca-y-otros-cuentos-cortos-indigenas.html

 

Velorio de Cruz de Mayo (más poemas y nuevas fotografías)

http://letrasllaneras.blogspot.com/2013/04/velorio-de-cruz-de-mayo-mas-poemas-y.html

 

LA VIRGEN DEL CARMEN: RESEÑAS, ORACIONES, CANTOS Y POEMAS

http://letrasllaneras.blogspot.com/2011/04/la-virgen-del-carmen-resenas-oraciones.html

 

Muestras de poesía indígena en Venezuela

http://letrasllaneras.blogspot.com/2012/10/muestras-de-poesia-indigena-en-venezuela.html

 

TRES POEMAS LLANEROS DE VÍCTOR MANUEL GUTIÉRREZ

http://letrasllaneras.blogspot.com/2011/08/concursos-de-literatura-para-liceistas.html

 

Diccionario de Voces Indígenas

http://letrasllaneras.blogspot.com/p/diccionario-de-voces-indigenas.html

 

Este blog,  recibió el Premio Nacional del Libro como “Mejor sitio electrónico para la Promoción del Libro y la Lectura en Venezuela”, correspondiente al periodo 2010-2011.

Gracias por su visita

Isaías Medina López

Coordinador


viernes, 23 de junio de 2017

Breves cuentos, mitos y leyendas indígenas (24)


Imagen en el archivo de Juan Bautista Castro

EL KALIAWIRINAE (El Árbol  del Alimento) Mito de los Guahibos y Piapoco
Al comienzo la tierra era una extensa sabana poblada por escasos árboles. Ésta era gobernada por Purnaminali y sus hermanos: Iwinai, Kapuyali y Tzamani, quienes gozaban de grandes poderes utilizados en el bienestar de la comunidad conformada por animales que se alimentaban de palos podridos. Uno de ellos llamado Kutsikutsi (mono nocturno), acostumbraba a salir discretamente para dirigirse hacia el gran río Orinoco en busca de alimento.
Una noche, cuando se desplazaba hacia el gran río, un bejuco barbasco llamó su atención por su prolongado tallo que alcanzaba a atravesar el Orinoco. Kutsikutsi curioso y decidido se trepó a éste impulsándose hasta llegar a la copa de un frondoso árbol, “El Kaliawirinae”, cuyo ramaje sostenía diversas frutas y raíces como: tabena, papaya, batata, yuca, piña, ají, banano, ñame…,etc. Kutsikutsi, extasiado y sorprendido por un olor dulce a piña, comió hasta empalagarse y pensó no revelar su hallazgo a los otros.
A la madrugada regresó muy satisfecho a la maloca, se acostó junto a Lapa y quedó profundamente dormido. A salida del sol y con la suave brisa que corría, Lapa despertó al sentir un olor embriagador y un susurro que provenía de la boca de Kutsikutsi:
-“Aii taxa kuibo màwiru” (tengo sabor a piña la boca).
 Ella corrió Tzamani y le preguntó:
-¿Qué significa lo que dice Kutsikutsi?
-¡Creo que, él ha comido un fruto dulce; debes seguirlo a donde vaya sin que él se dé cuenta!; así nos informaremos del lugar donde obtuvo el alimento.
Al anochecer, bajo los rayos destellantes de la luna, la comida descansaba sumida en un profundo sueño, a excepción de Lapa quien seguía silenciosamente los pasos de Kutsikutsi.
Transcurrido un largo tiempo, el mono se detuvo frente al gran río, ató su cuerpo al bejuco y se impulsó para llegar al otro lado del Orinoco. Lapa se sumergió sigilosamente en las turbulentas aguas para llegar al mismo tiempo al Kaliawirinae.  Kutsikutsi se sentó en la copa del árbol, agarró una piña y empezó a saborearla arrojando las cascaras a la tierra. Lapa las atrapó pensando en degustar el propio fruto, y pensó:
-“¡Zúa!, cáigase una fruta…”.
 Al instante un jugoso fruto se escapó de las callosas manos del mono. Lapa agarró la piña y corrió a esconderse en un agujero. El mono al percatarse de la presencia de la abuela se enfureció y se lanzó a recuperar el fruto, pero solamente logró atrapar la cola de Lapa, arrancándosela completamente (por eso la lapa no tiene cola).
Cuando Kutsikutsi se marchó, Lapa fabricó un Kote y lo llenó de toda clase de frutas que le brindaba el Kaliawirinae. Contenta regresó a la maloca y despertó a la gente para mostrarles su hallazgo.
-¡Vean lo que el viejo come por allá!, les dijo.
 Todos muy sorprendidos se lanzaron sobre el kote para saborear los frutos. Al momento, llegó el mono furioso con un tizón en la mano, se dirigió a la Lapa diciéndole:
-Abuela, ¿por qué ha estado espiando?
 Lapa, temerosa, acercándose al fogón, se armó con un tizón y le dijo:
-“¡Esta tierra es nuestra madre y ha producido el Kaliawirinae y como madre, desea que todos sus hijos sean alimentados justamente; no comprendo cómo su codicia desmesurada nos priva a lo que tenemos derecho. Mis nietos y yo hemos sentido hambre alimentándonos de palos podridos desconociendo la existencia del Kaliawirinae, en tanto usted disfrutaba en silencio la variedad de fruto.
 Kutsikutsi, furioso, hundió el tizón en el hocico de Lapa causándole quemaduras parecidas a las pecas. Al sentirse dolorida, lanzó el tizón con furia a la cola del mono dejándosela totalmente pelada; éste daba saltos estremeciéndose del dolor.
 Al día siguiente, Pumaminali organizó a la comunidad para emprender la búsqueda del Kaliawirinae. Algunos recogieron quijadas de pescado, otros labraron canoas para cruzar las turbulentas aguas…
Cuando llegaron junto al árbol, se sintieron fascinados al observa la prodigiosa planta.
Loro, paujil. piapoco, garza, carpintero, empezaron a picotear el tallo. Danta, lapa, ardilla, aserraban con los huesos de pescado, pero tanta faena era insuficiente. Tzamani, a causa del arduo trabajo convidó a un grupo de la comida para ir a la maloca del abuelo Palemeku, padre de las herramientas. Al llegar allí Tzamani se dirigió a él diciéndole:
-Necesitamos herramientas poderosas  para derribar el árbol del alimento. Solo usted podrá brindárnoslas.
-“¡m – m – m –, yo no tengo herramientas de trabajo, por lo tanto no puedo ayudarlos!”, - les dijo.
Ante la negativa, la gente le ofreció yopo, pero a pesar de esto él no accedió. El afán de continuar con el trabajo, hizo que Tzamani se transformara en mosca bobo y se introdujera por la nariz del abuelo quien al instante arrojó toda clase de herramientas.
 La mujer de Palemeku, furiosa por lo sucedido preparó envueltos de hojas que originaron la lluvia, los zancudos, la pereza… provocando la huída de la comunidad quien se apoderó de los instrumentos para talar el misterioso árbol.
 Al anochecer, cansados por la ardua tarea, se retiraron a descansar arrullados por la melodía suave producida por las corrientes del río y vigilados por la majestuosa luz de la luna.
 Al amanecer despertaron y corrieron hacia el árbol, sus rostros quedaron perplejos al ver que el Kaliawirinae permanecía intacto, sin rastro alguno de haber sido tocado.  Tzamani, sorprendido exclamó:
-“¡Este árbol es mágico, sus heridas son curadas por él mismo… debemos llamar a los abuelos Púbu (hormigas) para que alejen las astillas y así evitaremos de nuevo su formación!”.
 Con ayuda de los abuelos emprendieron la fragosa tarea. El árbol se mecía pero no caía porque estaba sostenido por el bejuco de barbasco que lo ataba al cielo.  Tzamani subió en forma de ave para trozar el bejuco, pero al picotearlo, la savia espesa le cayó en los ojos; sus alas se sacudían intentando protegerse, pero el dolor que sintió hizo que se lanzara al suelo emitiendo gritos.
-¡Ay, ay, ay… No puedo, es un bejuco muy grueso!
 Pumaminali se acercó al pájaro para ayudarlo y envió a los abuelos Materi (ardillas) quienes enseguida empezaron a roer: -rac, rac, rac…
Al cortarse la liana, el Kaliawirinae cayó al oriente, esparciendo toda clase de frutos originando así la comida.

 EERI – KEERI (SOL Y LUNA) Mito de los Guahibos y Piapoco
Bien dentro de la selva vivía una pareja caníbal que permanecía con sus sobrinos cuando los padres estaban de cacería. Todos los días la mujer simulaba espulgar a los niños mientras le succionaba la sangre hasta causarles la muerte.
Cuando regresaban los padres, les informaban que algunos de sus hijos habían muerto por causas extrañas; ellos, acongojados, daban sepultura a sus hijos, quienes más tarde eran desenterrados por la pareja caníbal, despojándolos de uñas y dientes con los cuales elaboraban collares. Luego arreglaban los cuerpos para asarlos y consumirlos.
La gente preocupada por las continuas muertes decidió investigar la causa de éstas, y fue así como un miembro de la maloca encontró los collares hechos de uñas y dientes dentro de las pertenencias dela pareja caníbal.
La comunidad acordó castigarlos enérgicamente ofreciéndole chicha con veneno y arrojándoles agua caliente.
La mujer corrió hacia el río para disipar su dolor, mientras que el hombre soportaba las intensas quemaduras.
Al ser desterrada la pareja del caserío, ascendieron al cielo transformados en Eeri, que a causa de sus intensas quemaduras fue obligado a brindar calor a la tierra y Keeri, que al sumergirse en el agua al ser castigada se le asignó la tarea de refrescar la noche.

LA ASCENSIÓN AL CIELO (Mito de los Guahibos y Piapoco)
Una mañana, cuando los Tsamani se encontraban en el conuco, los niños en el caserío jugaban imitando el baile de los mayores. De pronto, escucharon un trueno y una luz resplandeciente los envolvió; era Yamaxu – el Rayo – quien los llevó a su territorio celestial.
Cuando los Tsamani regresaron a la maloca se sorprendieron al no escuchar las risas de los niños; confundidos, afanosamente los buscaron en el río y la selva sin hallar rastro de ellos. Cansados y angustiados los Tsamani se acurrucaron en silencio formando un círculo  para ejecutar un rezo, pero el sonido de una melodía lejana los interrumpió; tornando sus cabezas hacia la fuente del sonido no les quedó duda alguna de que eran sus hijos. A partir de ese momento, comenzaron a bailar, sorber yopo y consumir mucho yaraque con el fin de tornar sus cuerpos livianos y así poder ascender.
Después de muchos días de ayuno y danza, los Tsamani no pudieron ascender porque sus cuerpos aún estaban pesados debido a la abuela Ibarouwa quien no quiso bailar, y siempre estuvo alejada del grupo por permanecer con su amante Maxuneje- el Caimán – en la orilla del río.
Purnaminali le prohibió a abuela Ibarouwa esos encuentros clandestinos con Maxuneje, pero ella continuó desobedeciendo a los Tsamani.
Purnaminali ideó un plan para acabar con Caimán. Así un día que Ibarouwa estaba lejos de la aldea, Kawainalu – hermana menor de los Tsamani – se vistió con el camisón de Ibarouwa y corrió hacia el río en compañía de sus hermanos; allí, ella golpeó el agua con una totuma llamando a Caimán, quien salió presuroso creyendo que era su amante. En ese momento Purnaminali destrozó la cabeza del animal arrancándole la quijada.
Al día siguiente, Ibarouwa se dirigió al río llamando a Maxuneje sin encontrar respuesta alguna; entonces, se sumergió en las aguas encontrándolo muerto en el fondo.
Agarrando el cuerpo inerte del animal lo sacó del río y al tenderlo sobre la playa se dio cuenta que Maxuneje había sido despojado de su quijada. Completamente encolerizada, Ibarouwa creó una payara para que devoraran a Purnaminali cuando se bañara; y así fue. 
Los hermanos, al notar la ausencia de Purnaminali, recriminaron a la abuela por su acción.
Los Tsamani crearon raudales para impedir que el pez avanzara, pero éste continuaba su recorrido en forma acelerada; por lo tanto, acudieron a Gavilán Pescador quien capturó a Payara y liberó a Purnaminali.
Los hombres, de regreso a la maloca, pensaron apresurar el ascenso, lanzando sus flechas una a una, pero ninguna lograba adherirse al cielo. Kawainalu se acostó agarrando el arco entre sus piernas y tiró de éste fuertemente, logrando ubicar la flecha en el cielo. A causa de la fuerza producida por su cuerpo, comenzó a sangrar por la vagina, originando la menstruación en todas las mujeres.
Los Tsamani continuaron lanzando flechas formando una escalera; cuando la terminaron, Tsamani, con la quijada del Caimán, emprendieron la subida junto con Purnaminali, Iwinai y Kawainalu. Otros quisieron ascender pero el peso de sus cuerpos reventó la escalera, arrojándolos a la tierra convertidos en animales que formaron diferentes clases como: Tigre, Loros, Venados, Tortugas,… etc.
Hallándose los Tsamani en el cielo se separaron para enfrentar el poder de Yamaxu.
Tsamani, transformado en lagartija, se dirigió a casa de Yamaxu para copiar los grabados del bastón que él utilizaba como arma.
Al día siguiente los Tsamani con un bastón  similar al de Yamaxu lo visitaron, pero sólo se encontraba su compañera a quien distrajeron para cambiar el arma. Al llegar Yamaxu y ver extraños en su casa se sorprendió: agarró el bastón y preguntó:
-¿Quiénes son ustedes?... ¿Qué desean?...
 Purnaminali respondió:
-Somos los hermanos Tsamani y estamos buscando a nuestros hijos!... Además, deseamos permanecer en el cielo!...
Al escuchar esto, Yamaxu pensó exterminarlos con su poderoso bastón y se dirigió a ellos dándoles bastonazos, pero a los Tsamani nada les pasó. Purnaminali, con el bastón que habían cambiado, saludó a Yamaxu con un garrotazo. El cuerpo de Yamaxu se desintegró y su compañera horrorizada culpó a los hermanos quienes la tranquilizaron reuniendo las partes de Rayo; soplándolo con tabaco, al instante revivió.
Rayo al sentir el poder de los Tsamani devolvió a los niños, y a la vez le asignó espacio para que permanecieran por siempre en el cielo.
En la tierra, mientras tanto, Ibarouwa desesperada por la ausencia de los Tsamani, construyó un bongo y navegó por el río hasta encontrar el punto donde se unía el cielo con la tierra; así pudo ascender y ubicarse en el otro extremo de los Tsamani convertida en Estrella Polar.
Desde entonces, se observa en el firmamento las constelaciones de: Kajuyali – Orión -, Kawainalu – Beta  Tauro -, Tsamani – Délphinus -:  Al otros lado se encuentra Ibarouwa – Estrella Polar -, bordeadas todas ellas por Kwemainu – Camino de Santiago-.

Todos los textos fueron tomados de: : Raíces, Mitos, Relatos y Leyendas, compilación de Bety Triana y Néstor Mendoza de la Editorial Montaña Mágica, Santa Fe de Bogotá, 1997. 

jueves, 22 de octubre de 2015

La Leyenda Hermana de la Reina María Lionza (historia y fotografías)

El culto a la reina María Lionza tiene pleno auge en nuestros días


Hermanas  originarias en la frescura de las aguas  


La Leyenda de María Lionza y la Leyenda de la Doncella Encantada de los Nívar son hermanas que comparten el mismo padre, el pueblo indígena Jirahara, y la misma madre, la tierra de Nirgua, una vez llamada “Tierra de la Patrona Virgen María de la Onza del Prado de Talavera de Nívar”. También les une su pertenencia al ciclo de adoración matriarcal amazonense y andino de Sudamérica y, ambas versiones, se han modificado con creencias cristianas europeas y yorubas afrocaribeñas.


Mirada desafiante de dos princesas hermanas 

María Lionza, es la reina indiscutida de la religiosidad popular venezolana. Deidad “Dueño de la Selva” y celosa “Guardiana de las Riquezas Naturales”. Madre de lo orgánico y lo inorgánico; de las tierras, aguas plantas y maderas del  bosque, de la fauna y los tesoros de las minas. Peina sus largos cabellos con un peine de oro y monta una danta marcada con los “hierros de los indios”. Su altar lo custodian siete gigantescas anacondas que representan sus siete reinos: los estados Yaracuy, Lara, Falcón, Portuguesa, Cojedes, Carabobo y Aragua. De su hermana transcribimos:


Sonrientes hermanas originarias, como lo son estas leyendas 
sobre María Lionza y la Doncella Encantada de los Nívar.


La  Leyenda de la Doncella Encantada de los Nívar  
De mozo oí contar que los indios Jirahara-Nívar (Nivare, Nirva, Nírúa o Nueare), en una fiesta de fin de la cosecha, recibieron de su Gran Piache un doloroso presagio. Decía el mismo que “viniendo los tiempos nacería una doncella,  hija de  cacique, con los ojos de tan extraño color que, de mirarse en las aguas de la laguna, jamás podría distinguirse las pupilas”. Tan pronto como esta mujer ojos de agua se viese espejada en alguna parte, por el doble hueco vacío de las niñas de la imagen, iría saliendo una serpiente monstruosa, genio de las aguas, la cual causaría la ruina perpetua y extinción de los Nívar.  Grande fue la aflicción de aquella altiva tribu. Pero, pasó el tiempo, y todos los caciques, cada vez que nacía una niña, pasaban temores sin cuento hasta que se les anunciaba que, como siempre la recién nacida tenía los ojos negros.

Hermanas guerreras en ceremonia originaria.


Pero llegó al cabo el mal tiempo anunciado por la profecía. Poco antes de la invasión española, un cacique nívar tuvo una hija con las pupilas de un vario y hermoso color verde, color de agua marina, color de jade, de piel de culebra verdegay. Grande fue la estupefacción del cacique. Sus tributarios le exigieron que les entregase la niña para ser sacrificada al Genio, el Dueño Tutelar de la laguna, la enorme serpiente Anaconda las Aguas. Mas el jefe jamás pude decirse a ello.  Como pudo, se libró de los descontentos, que, desde aquel día, comenzaron a formar disensiones dentro de la, hasta entonces,  bien unida tribu Nívar.

Hermanas de la etnia Pumé o Yarura

El jefe decidió recluir a la doncella en un lugar secreto bajo la guardia de veintidós guerreros, veintidós jóvenes  guardianes. Allí fue creciendo ella en gracia y hermosura, ganándose la simpatía de todos, pues,  sus maravillosos ojos de berilio exhalaban destellos encantados. Tenía una belleza fatal y sonámbula, algo de reptilinio, al destacarse sobre el marco canela de su cara de india. Eran como dos piedras preciosas engastada en la morena ladera de algún picacho de la montaña del Nívar.

Hermanas e hijas de la América indígena


A nadie más que a su madre y a los veintidós guardianes se le permitía ver la moza de los ojos fatales. Llegó así a la pubertad y su confinamiento se hizo más severo aún. Al ser sometida a las ceremonias de purificación que alejan de la adolescente que pasa a mujer, la influencia de los malévolos espíritus-serpiente. Le estaba prohibido desde su nacimiento poseer lámina brillante que pudiera hacer la función de un espejo, asomarse a corrientes de agua o vasijas, salir a plena luz si la lluvia charcos de agua en el suelo.
Mas, un mal día, un extraño sueño acometió a los veintidós guardianes, producido por el vaho bucal de la serpiente anaconda de las aguas que clamaba por su víctima anual, la  doncella que a la ninfa encantada de la lagunita lanzaban los hechiceros de la tribu. La Niña de los ojos de Agua salió a tientas, pues sus ojos no se acostumbraban muy bien a la luz libre, hasta que logró sentarse al borde mismo de la charca sagrada, estaba el agua quieta, la doncella miró. Veía su cara por primera vez, su gloriosa cara redonda y armoniosa, su boca tentadora, su barbilla soberbia. Pero ¡Ay, dolor!, en  vez de sus pupilas solo notaba dos cuévanos profundos, un par de abismos por donde se asomaba el misterio del Otro Mundo, de los dioses Subterráneos y los Muertos.
La Niña quedó fija. Nada podía apartarla de contemplar aquellos dos abismos encantados de sus ojos en el reflejo ácueo. Mas, de pronto, por ellos empezó a surgir un movimiento, un borbotar ebullescente de las aguas, un creciente movimiento en remolino. El doble vórtice se agrandaba, mientras los peces huían aterrorizados del sitio cada vez más amplio del reflejo. Este fue tomando forma, el rostro de la niña en la agua espumeante fue adquiriendo dibujo de serpiente; primero dos ojos metálicos, de brillo fijo adamantino,  impresionante; luego, el cuerpo creciendo en espirales, una sobre otra; y, finalmente, el extremo afilado de la cauda, batiendo espuma contra el agua hirviente, levantando cabrilleos de luz que llenaban el cielo de pálidos   reflejos. El monstruo, intacto, inquietante, estaba allí. La Anaconda, “Dueño del Agua”. La doncella dio un grito que retumbó en todas las faldas de la Sierra de Nívar, y se sumergió en las aguas, en el sitio preciso en que estuvo el pavoroso reflejo de sus ojos.   
Al grito despertaron los veintidós guardianes, los cuales buscaron por todas partes a la amada Ojos de Agua, pero en vano. Locos de terror a un cataclismo mágico, llegaron hasta la laguna, mas, en lugar del cuerpo de la niña adorada, encontraron la Anaconda, Dueño del Agua, soberbio, espumeante, airado en su reino, batiendo la cola sobre el agua subiente, La laguna extendía su contorno, en espiral marcada por la cola del monstruo e iba rellenando la concavidad en donde se había formado con los siglos, hasta desbordarse.
Los Nívar huían de la inundación temible. Casas, templos, sembrados, todo era arrasado por el dragón inmisericorde de las aguas. Este asomaba su horrible cabeza verdegay sobre las lomas y abría sus fauces, cerro abajo, hasta ir a espumear más lejos, hasta la Selva de Sorte hacia el noreste, y hasta las aguas del Lago Tacarigua hacia el nordeste.
Tanto creció el monstruo, que su poder vital se escapó de su cuerpo distendido por el ansia de crecimiento inmoderado. Y la sierpe estalló, dando un gran coletazo, vibró, se desmadejó y quedo inerte, con la cola cerca  en Sorte, cerca de Chivacoa, y la horrible cabeza en Tacarigua, “donde hoy está el altar mayor de la Catedral de Valencia”.  

Gracias por su visita
Isaías Medina López

Nota del editor: Texto tomado del Ciclo de los Dioses de Gilberto Antolinez, publicado en San Felipe por La Oruga Luminosa (1995) 

jueves, 13 de febrero de 2014

Mitos Indígenas de Venezuela 11 (Yaruro)

La belleza de nuestras indígenas también es mito, leyenda y realidad




LA INDIA ROSA, CREADORA DE ESPÍRITUS
La India Rosa es buena. Al espíritu de Duriridurí  en el principio lo creó la India Rosa. El espíritu de Tuguyo, el de Cristofue, el Chucuto sin cola, el espíritu Boca Torcida: son numerosos los espíritus. Todos tienen nombre de los antiguos.
Ahora el indígena ni siquiera se pone un nombre como esos, como los nombres que oyó a través del canto. Es verdad, cuando canta el sabio el espíritu dice su nombre. Las hijas de los espíritus  que piensan bien, dan su nombre a las terrenales. Así son los nombres iguales que los de aquí.
Conforme el jefe les da nombre, así se llaman los espíritus. Así también todos los árboles tienen nombre, en todos los lugares lejanos. Aquí a  Poaná se le llama con el mismo nombre. El dueño le puso nombre. 



KUMAÑÍ, LA DIOSA DEL PULGAR PREÑADO Y EL PARTO
En el principio del mundo la Kumañí estaba en cinta de Hachava el que oímos. Hijo de ella no tenía en el vientre, son en el dedo pulgar. Tiempo después de dar a luz a Hachava, ella soñaba con que no había sol. Había pura tiniebla, no existía sol. “He soñado una cosa así”, le decía a la otra (diosa) que vive en el Este.
“Tal vez he soñado algo malo. Me parecía que salía el sol por el Este”. “En mi sueño se veía salir el sol”, le contaba a la otra.
“No comprendemos: vivimos inocentes en el principio de la creación”, le dijo.
Un día después que ella soñaba así, salía el sol con colores resplandecientes. “Está saliendo el sol que yo soñaba”, dijo la Kumañí. Recién había dado luz a Hachava.  Ella estuvo encinta en el dedo pulgar, no en el vientre. En el comienzo era tal vez para burlarse. Así soñó Kumañí con el sol: “No existe  sol y he soñado que he visto salir el sol” “¿Qué habré soñado estando recién parida?” decía. No sabemos.
Así fue que salió el sol por primera vez: “amarivá”, el sol mismo, como le decimos.
Después que tuvo el sueño, la Creadora vio el sol cuando salía. “Tienes que ensartarte la lengua”, le dijo la Creadora del Este.
Para que las hijas terrenales siguieran el ejemplo, ella  se ensartó la lengua con una puya de raya y soplaba para todos lados.
Ahora las mujeres del mundo, después de dar a luz, tienen que soplar como hizo ella en el principio.


EL ÁRBOL DE LOS FRUTOS
En el comienzo el danto era un yaruro. En el mundo vivían los yaruros. Lejos, cerca del Paraíso había un bosque grande. El ratón también era persona indígena, pequeñita, redondita. El tenía su mujer. Siempre en la mañana solía ir el danto. Llegando a un lugar, se encontró el árbol de los frutos, que estaba desparramado de gran manera. Una rama del árbol estaba enredada en el cielo.
Allá tenía mango, topocho maduro, todas esas frutas comestibles. Abajo del árbol también había de todo.
Estaba agradablemente oloroso. Iba comiendo y probando. Fue el ratón trotandito. Una vez que llegó al lugar: “viniste nietecito. Coma”. Le dijo el danto. Emocionado el quiso comer de una sola especie.
“No, nieto, no es así. Vaya probando uno por uno”. Entonces le llevó a la mujer un solo cambur. “Te traje esto. Este abuelo me llevó a un lugar donde hay gran cantidad”, le dijo. Después decidieron cantar  los indígenas. Mezclaron un yopo bueno. “¿Qué será lo que sale a comer el abuelo?”, decían, lo criticaban.
Le prepararemos yopo para que absorba. Entonces  le dijeron: “Abuelito, venga a absorber yopo para que se le quite el cansancio”. Ajá, espere un momento. Déjeme gargarear. Él pensó vomitar lo que se había comido.
Si él no hubiera vomitado, no se habría dado cuenta. Entonces absorbió. Después de haber absorbido le dieron un jayo.
Masticó el jayo, después concha de palo, hoja de guachamacá. Probablemente se le revolvió el estomago con el jayo y con el yopo. Entonces se puso a vomitar de todo: pedazos de mango, pedazos de lechosa, lo que había comido.
“Vean, eso es lo que come”, decían los indígenas. “Mañana le seguiremos los pasos”. Saliendo echaron a correr al jefe de los ratones para que fuera rápido.
“Tiene gran cantidad donde él va a comer. Hemos encontrado el árbol de los frutos”, le dijo a los demás, que fueron: el guineo, el carpintero, toda clase de pájaros. Llevaron consigo hachas.
El árbol era enorme. Comenzaron a  hacharlo haciendo algarabía. Entonces mandaron el danto lejos donde había una casa en la inmensidad. “Llévemele una carta a la creadora; a ella misma se la entrega”. Así lo comisionaron diciéndole que ella misma lo llevara para el lugar.
Le rezaron oraciones para que la tierra misma se alejara. Lejos al monte,  del Más Allá  lo mandaron  con el canto de oraciones para que no volviera al lugar donde estaba el árbol. Entonces hachaban y se iban.
Al día siguiente amanecía intacto cuando ellos llegaban al lugar. Después dijeron: “Nos traeremos los chinchorros porque nunca vamos a derribarlo”. Prendieron un  fogón, lo hacharon toda la noche.
Entonces lograron derribarlo, pero por la rama que estaba enredada en el cielo no terminó de caerse y quedó inclinado. Luego el carpintero dijo: “¡Qué broma. Yo iré a cortar esa rama!”
Logró cortarlo todo. La rama saltó y convirtiéndose en Pájaro fue a caer en  un totumo de la tierra creadora.
“Era Aniceto transformado en pájaro”, dijo la Creadora. Al carpintero le dijo la Creadora que fuera pájaro para siempre. Con almidón del mismo yopo le untó la espalda: por eso es negro hasta el cuello. Tiene la cabeza roja porque se amarró el pañuelo. Por eso si no fuera por él no hubiera comestibles como la yuca, el topocho, todo lo sembrado. Por esa razón hay cantidades hacia el Oeste, porque la rama del árbol, cayó allá en el principio de la creación del mundo. Para que ahora pudieran alimentarse los hijos del mundo.
El árbol de los frutos era el que contenía todo. Las mujeres transportaron de todo en un mapire, amontonaban toda clase de frutos, los cuales eran interminables de recolectar. “Todos los vamos a recoger, para que no se pierdan”. Dijeron.
Los que tenían hijos recogían de todo para llevar. Hicieron carato. El que era sabio hacía carato con oraciones.
Después de esto se quedó dormido. Les dijo: “Canten ceremonia. Luego hagan lo que yo hice”, les decía.
Hacían algarabía en el sitio donde estaba el árbol: por eso ahora en este mundo no se volverá a encontrar un árbol que tenga de todo, como en el principio de la creación, que contenía toda clase de alimentos. 


NotaLos tres mitos indígenas de esta entrada se transcribieron de: La diosa del pulgar preñado. Narrativas yaruras de Hugo Obregón Muñoz y Jorge Díaz Pozo. Publicado en Caracas por Monte Ávila Editores Latinoamericana (1993).