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jueves, 22 de noviembre de 2018

¿UN GATO O UN PERRO? ¡QUIERO UNA MASCOTA! (cuento de Jania Gámez Sandoval)


Desde la más tierna edad el amor por los animales nos acerca a los complejos fenómenos de la vida. Niño llanero en el archivo de Janett Perdomo



Jackie era hermana de Josh, a ellos les gusta pasear por la ciudad, pero han notado que la mayoría tiene mascotas, Josh le dijo a su hermana sobre esto y los dos coincidieron en decirles a sus padres.
Jackie: - Mamá, tengo que decirte algo, eh... ¡Quiero una mascota!
Mamá, rió: -¿Estás segura? Apenas tienes 11 años y es una gran responsabilidad.
Jackie:- Mamá ya estoy grande, además, Josh me ayudará a cuidarla.
Mamá: - Pero, Josh solo tiene 9 años... Bueno, lo pensaré, pero ¿qué mascota quieren?
Jackie y Josh: - Un gato o un Perro.
Mamá y papá:- ¡Decidan! ¿Un gato o un perro?
-Jackie: ¡Gato!
-Josh: Perro!  (Exclaman al unísono)
Mamá y papá: (ríen y se miran el uno al otro), creemos que deben pensarlo mejor. Le vamos a dar una semana para que lo hagan.
Jackie y Josh les pareció una difícil decisión. Mientras que sus padres lo veían como algo que olvidarían al día siguiente. Jackie quería tener un gato, pero no quería que su hermano se molestara, y Josh quería mucho tener un perro, pero ¿Qué decidir?  Los gatos y los perros son hermosos.
¡Necesito un gato! Para ver cómo se comporta- dijo Jackie- pero, tendré que esconderlo de mis padres! Jackie le contó esa idea a su hermano y los dos pensaron en tener un perro y un gato a escondidas para saber cuál era mejor. Jackie duró tres días buscando un gatito abandonado y Josh  dos días buscando un perro.  Para Josh fue un poco más fácil, porque sabía que cerca de su casa había unos cachorros. Los escondieron entre unas cajas, sábanas y almohadas y les buscaron comida, pasaron cuatro días viendo cuál era mejor, y se encariñaron mucho con esas mascotas; todavía no sabían qué decidir y ya sus padres pronto les preguntarían por la decisión.
Un día, no quedaba más comida para sus mascotas y no tenían otra opción que ir a comprarla, claro, sus padres habían salido de casa. Jackie era la mayor ¡ella tenía que ir a la tienda! Pero, no quería ir sola así que llevó a Josh;  este quería llevar a las mascotas y Jackie estaba pensando si llevarlas o no; finalmente, llevaron sus mascotas, para no dejarlas sola. .
Josh: -¡Pero, Jackie! ¿De dónde sacaremos tanto dinero?
Jackie: -Vamos! (sonrió) tengo mis ahorros y junto con los tuyos, tal vez hasta nos sobre.
Pues se fueron caminando hasta que llegaron al centro de la ciudad y encontraron la tienda de mascotas y compraron lo necesario (estos niños tenían muchos ahorros al parecer), se sentaron unos minutos en los bancos del frente mientras alimentaban a sus mascotas.
Jackie: -Amo mucho a nuestras mascotas, no puedo decidir! Quiero quedármelos a los dos.
Josh: -Yo igual, no me decido; ¿No podemos solo deshacernos de uno?
Jackie: -Tenemos que ir pensando qué le diremos a mamá y a papá.
¿Hora de revelarlo?
Los niños después de hacer todo lo que deseaban con las mascotas, se sentían cansados y fueron a buscar la estación de bus para regresar a casa. De repente, el pie de Josh cayó en un agujero lleno de barro, y cuando trata de sacar su pie se le sale su bota. Y pues, tuvo que meter su mano en todo ese barro para recuperarla.
Josh: -Ahora sí que metí la pata.
Jackie: -¡Qué torpe eres! (dice riendo)
Mientras ellos estaban distraídos, sus mascotas fueron corriendo tras un vendedor de hot dogs; ellos voltean y empiezan a correr nerviosos, Hasta que los alcanzaron, estaban muy asustados Pensaban que se habían escapado, pero cuando voltean a su alrededor ven que se fueron un poco lejos del sitio, y deciden preguntarle al vendedor dónde quedaba la estación de bus más cercana.
Jackie y Josh: -Disculpe, ¿dónde está la estación de bus más cercana?
Vendedor: - Pues está a una cuadra, justo ahí a la izquierda (señalando la calle donde quedaba el trabajo de sus padres, que estaban ahí ahora)
Jackie y Josh: -¡Muchas gracias señor! (se miraron nerviosos).
Estaba un poco difícil, ¿y si sus padres los veían? ¡Un castigo mínimo de tres meses!, ¿Qué haremos ahora? - exclamó Josh. Jackie decidió ir por otra calle, ¿Qué más da? Y pues eso hicieron;  siguieron caminando por ahí, buscando una estación de bus. Jackie estaba muy cansada y se sentó por unos minutos en el suelo, junto a una tienda de ropa y cuando se levantó su hermano se rió a carcajadas.
Jackie: -¿Qué pasa?
Josh: -¡Tienes un chicle en tu pantalón!
Jackie: -¡No puede ser! Qué mala suerte.
Un rato después, de estar caminando, encontraron una estación de bus, y decidieron ir  a casa rápidamente, Cuando llegaron sus padres ya habían regresado. Por lo que decidieron contarles a sus padres lo que pasó, claro, con unos detallitos a su favor. Y así fue; sus padres no los regañaron. Quedaron muy sorprendidos porque solo los aconsejaron y los mandaron a bañar al instante.
Mamá y papá: - Bueno, niños eso no fue lo correcto, esperamos que no vuelva a suceder, pero;  nos parece bien que se hayan preocupado por sus mascotas, ¡les permitiremos quedarse con las dos!  Eso sí, no pueden descuidarlas, siempre los tienen que amar  y si necesitan algo, tienen que hablar primero con sus nosotros. Se dieron un abrazo grupal y los niños sabían que no volverían a hacer eso sin el consentimiento de sus padres.


Nota del editor: Jania Gamez Sandoval, nació en San Fernando de Apure, estado Apure, el 10 de julio de 2007. Tiene 11 años de edad. Esta publicación fue autorizada por sus padres  el 20 de noviembre de 2018. Desde 2012 (con 5 años de edad) se  inicia como violinista en el Sistema de Orquestas y Coros Simón Bolívar. Actualmente pertenece a la Orquesta Infantil y a la Camerata Juvenil de dicho sistema. Estudia 7mo grado en el Liceo Nacional Eloy Guillermo González, en la ciudad de San Carlos, estado Cojedes.

martes, 31 de julio de 2012

PROTAGONISMO FEMENINO EN LA LITERATURA INFANTIL (Maritza Torres Cedeño)

Es múltiple el protagonismo femenino en la literatura infantil, en el teatro de calle, 
en en el canto y en un sin fin de posibilidades artísticas 
(Imagen en el archivo de Katerine Comenarez) 


Es posible que sea reiterativo afirmar que la literatura escrita para niños adolece de una histórica subestimación en cuanto a estudios críticos que aporten datos significativos a su consideración y examen.

Quizá sea también demasiado obvio insistir en que la visión que ha predominado en la literatura infantil hasta finales del siglo XX, la condenaba a ser un mero subproducto cultural descomunalmente azucarado o como un texto donde el didactismo exacerbado tenía un espacio incuestionable. Sin olvidar, por supuesto, los juegos, nada inocentes ni infantiles, de las leyes del mercado.

Lo cierto es que aún en este siglo la literatura infantil escrita originalmente en castellano y específicamente en Latinoamérica, no ha logrado pisar tierra firme. Continúa respaldando modelos dictados desde otras latitudes. El mundo mágico de Disney pareciera ser el norte de muchos textos considerados como literatura infantil. Todo esto es muy productivo, en términos de comercialización, pero envilece la visión cósmica del lector, en lugar de ofrecerle una experiencia estética que realmente incentive en él el placer y amor por la lectura, se le ofrece un mundo totalmente ajeno a su realidad cultural, estética e ideológica.

Afortunadamente y para beneplácito de los que de alguna manera estamos vinculados con el quehacer literario, en países como México, Argentina, Colombia y Venezuela surge como respuesta, a lo planteado con anterioridad, un movimiento de escritores que asume a la literatura infantil de una manera totalmente opuesta, ya que con nuevas estrategias discursivas ofrecen a los lectores refrescantes espacios para la reflexión y el análisis.

Es nuestra intención presentar una brevísima mirada a uno de los tantos elementos que a nuestro juicio reclaman de relecturas y replanteos: la figura femenina en la literatura infantil; personaje que pareciera estar condenado de manera sistemática a perpetuarse en gastados estereotipos dictados desde una cosmovisión que está fuera del contexto en que discurren los involucrados en el acto de leer y escribir.

Si bien es cierto, insistimos, que en estos momentos hay una búsqueda por el rescate de este personaje, no es menos cierto que la gran mayoría de escritores de obras infantil insisten en propagar un vetusto y enquistado modelo. Modelo que limita a las féminas a roles rígidos y esquemáticos de dudoso protagonismo, reforzando convenciones que son producto de un sexismo doblemente peligroso cuando el receptor es un niño, si tomamos en cuenta que es en la infancia donde se aprenden los roles que de una manera u otra gobernarán su vida de adulto.

Es obvio que si la lectura funciona en la infancia como forma clave de internalizar papeles y estructuras de la identidad, estos paradigmas implican en las niñas un proceso de aprendizaje signado por la autosubestimación y la conformidad a través de preceptos heredados culturalmente, que corren el riesgo de perpetuarse y reforzar la desvalorización de la mujer.

Lo anterior se avala aún más cuando revisamos los textos que se lee en las primeras etapas de Educación Básica de nuestros sistemas escolares. Nos encontramos con que la mayoría de los protagonistas son niños; las heroínas son muy pocas, si tienen una actuación relevante será como amigas, hermanas del protagonista y nada más. Permanecen atadas a las convenciones que la hacen seres dependientes y melodramáticamente grises.

El tema de la exclusión en la literatura para niños se presenta con matices diversos que podrían agruparse en categorías fácilmente reconocibles: la madre sufrida, víctima de sus circunstancias; la malvada bruja de los cuentos folclóricos, personaje maldito que derrama terror e inseguridad; la joven angelical incapaz de hacer daño a nadie, receptoria de todos los males, sirvienta muchas veces quien sólo puede realizarse como persona si un varón la rescata; la niña, generalmente, indefensa y dependiente, su función en el texto es apoyar al niño-protagonista.

Cabría entonces detenerse a considerar el efecto que cada cuento, cada relato podría tener en ese individuo-lector y podríamos estar en presencia de un fenómeno extraliterario, que sin lugar a dudas, se filtrará en la memoria colectiva de manera inconsciente.

Desde esta perspectiva los mensajes inscritos en el discurso tradicional, instauran en el colectivo infantil, una serie de redes de significación donde se suele proponer como natural la imagen de niña-mujer bonita, blanca, pasiva, sumisa y en lo posible no-pensante, desprovista de todo poder para exigir su lugar en un determinado contexto vital.

Pareciera que ancestralmente el papel de las mujeres es vivir una historia simple, dependiente de un príncipe azul que la rescatará de su monótona vida. Tal vez, al mismo tiempo, con sobrada razón, se asumirá que toda niña-mujer es un ser desvalido que siempre tiene que ser salvada por un niño-hombre muy apuesto, rico, valiente y tan blanco como ella.

Ahora bien, es oportuno preguntarnos ¿qué nos ofrecen esas nuevas propuestas?, ¿continúan asumiendo a la mujer como sujeto-objeto del amor o del odio?

En este sentido las investigaciones realizadas por Devetach (1996), Neves (1997), Martínez (2000), entre otras, plantean que a pesar del esfuerzo que se evidencia en las nuevas tendencias de la literatura infantil, la incorporación femenina al papel protagonista, en muchos casos, se ubica todavía en la línea de la mujer-cuota, y aún no forma parte de un operativo global que pueda neutralizar el discurso discriminatorio tradicional.

A nuestro juicio, estas nuevas estrategias y proyectos de escritura, emergen en nuestro panorama literario ofreciéndonos una dimensión diferente de estos personajes tan maltratados desde hace siglos.

Intentan redefinir el imaginario infantil a través de la conducción de la trama de una manera más cercana a la cotidianidad, contextualizada, acorde con lo que realmente el niño-lector vive, piensa y cree. Alejados de toda postura didactista y moralizante tan ajena al verdadero acto creador.

Ellos nos ofrecen un valioso corpus de productos textuales que proponen personajes femeninos que sí son capaces de superar dificultades, que pueden asumir el destino que les toca vivir, voces que se desprenden de la aventura rosa y por demás cursi que imperó en la literatura infantil de los siglos anteriores.

Presentan personajes femeninos controversiales, subversivos, irreverentes, apoyados en la intertextualidad para dar origen, por ejemplo, a una Caperucita Perversa despojada de todo candor e inocencia: “cómete a mi abuela, es una abuela rica y tengo afán de heredar” (Arciniegas , 2001: 11); o de Caperuza en harapos: “Caperuza cabalga montada en un chivo” (Tatterhood, 1978: 25).

Presentan al lector familias posibles donde las tías no son hadas madrinas sino mujeres “que se levantan tempranito todos los días para hacer el desayuno y dejar andando el almuerzo” (Sequera, 1997: 8). Estas propuestas son el reflejo de serios cuestionamientos a la ideología que sostuvo durante tanto tiempo una literatura sexista y llena de prejuicios raciales y culturales.

Sin embargo, a la literatura infantil y juvenil universal le faltan más heroínas que lleven a cabo hazañas y aventuras o que participen más activamente en las acciones, cuyo protagonismo demuestre y refleje su inteligencia, la toma de decisiones con base en su audacia y la experiencia que obtuvieron a partir de cometer errores y lograr aciertos.

Adolece de niñas-mujeres que movilicen al lector, de personajes que tengan la oportunidad de reivindicar a las incautas doncellas dominadas por brujas-madrastras y rescatadas (sin pedírselo) por hermosos caballeros que históricamente le han robado la posibilidad de ser ellas las protagonistas.

La literatura infantil del siglo XXI debe ofrecer al lector un protagonismo femenino que aborde sus problemas, sus temores, los riesgos y peligros a que están sometidas, sus éxitos y fallas; narrar sus conflictos al pasar de la infancia a la pubertad; la marginación; el conocimiento y aceptación de su sexualidad. En fin, narrar desde la otredad sus aciertos y errores, los que les facilitará su inserción en mundo lleno de complejas diversidades donde el feliz desenlace no sea el matrimonio con un hermoso príncipe azul.

martes, 2 de febrero de 2010

EL JINETE SIN CABEZA Y EL AHORCADO DEL SAMÁN

Este relato perturbó la pacífica comunidad llanera. 
Imagen en el archivo de  Beto Mirabal. 


Un mutilado torso en lugar de un rostro; 
una tenue visión apenas nos deja.
Una densa tristeza sin descanso 
en la vieja soledad de las noches llaneras.
(Archivo de Amilcar Alejo)

En este relato se integran dos ejes argumentales de la narrativa oral llanera: El Jinete sin Cabeza y El Ahorcado del Samán. El encuentro de ambos espectros, se tiñe de verosimilitud en la temática americana de la Guerra de Independencia y en las pasiones amorosas que reboza los límites de la misma muerte.


EL JINETE SIN CABEZA Y EL AHORCADO DEL SAMÁN

En la época de la Colonia, las leyes que existían siempre se basaban en la imposición del más fuerte. Era una época de cosas atroces. De poca o ninguna humanidad. Muertes, torturas y venganzas. Aquí comienza una historia de amor, dolor, traición y fatalidad. Tal es el caso que le sucedió a Francisco Contreras, coronel del Ejército patriótico, hombre fuerte, inteligente, luchador, pero quien tenía el gran defecto de ser un “Don Juan” sin control. Este bravo oficial, tuvo muchas aventuras, hasta que un día fijo sus ojos en una mujer casada: la esposa del jefe militar de San Carlos, el general Eduardo Zambrano, hombre de abolengo, muy poderoso y sobre todo vengativo.

Francisco se enamora de Teresa de Zambrano y comienza a cortejarla en una fiesta donde estaban todos celebrando una victoria ante los realistas. Teresa mujer bella, de esbelta figura y muchos encantos le comienza a corresponder a Francisco. Ellos se veían cerca de la iglesia Santo Domingo, siempre muy atentos para que nadie los viera. En esa época, de plena guerra contra la corona española, no existían amigos. Todos eran capaces de hacer cualquier cosa por tomar cualquier provecho.
El general Eduardo sale de viaje, llamados por sus superiores y deja sola a su esposa. Teresa cegada de amor por Francisco se atrevió a meterlo en su casa, varias personas del pueblo se dieron cuenta de lo que sucedía y todos comentaban lo que estaba pasando entre esos dos amantes.
Eduardo llegó antes de lo previsto. Entrando al pueblo una persona intrigante le comentó lo que sucedía entre su esposa y su compañero de tropas, Francisco. Éste como todo militar planea cómo encontrarlos y se mete a la casa silenciosamente para ver con sus propios ojos la infidelidad de su esposa. Tal como se lo habían contado, vio a su mujer y a su compañero en el lecho de amor, contuvo la ira y al día siguiente planeó la gran venganza.
Va a los refugios, busca a Francisco, lo invita que lo acompañe a estudiar un campo de batalla, éste acude sin sospechar que minutos más tarde lo esperaba la muerte más violenta que le puede ocurrir a un ser humano.
Llegan a unas tierras solitarias, Eduardo va detrás de Francisco, le da un palazo en la cabeza, cae al suelo y comienza a golpearlo fuertemente por todo el cuerpo, le corta la cabeza y le saca el corazón. Eduardo había perdido la cordura… busca al enterrador para que le ayude a sepultar el cuerpo de Francisco. Éstos para no ser descubiertos viven muchas aventuras para salvar sus vidas, pareciese que el cielo le estaba cobrando la muerte de Francisco. Eduardo, estaba enloquecido por el violento crimen. Se había llevado consigo la cabeza de Francisco para mostrársela a su esposa y así torturarla.
Estos dos, durante la huida de la escena del crimen, fueron perseguidos por unos jinetes extraños a quienes finalmente no logran identificar Caen, sin darse cuenta en un pantano, se pierden en la montaña a plena luz del día… un rayo les mató uno de los caballos y al otro lo mató una cascabel…Pero aún así el general Eduardo no soltó ni un momento la cabeza cortada de Francisco.
– ¡Compadre! ¿Qué pasa? Está pasando una cosa fea. Dijo el general Eduardo.
– ¿Cómo es posible? Si este camino lo conocemos- Responde el enterrador atemorizado.
Por suerte del destino se salvaron; ¡Al fin! logran llegar al pueblo, Eduardo va a su casa y le muestra la cabeza a su esposa. La escena era fría pero macabra por demás. Teresa, desesperada se clava un puñal quitándose la vida. Eduardo ya sin cordura, guarda la cabeza de Francisco en su cuarto, pasaban los días el general cada vez estaba más desquiciado y empieza a tener alucinaciones. El enterrador fue picado por una serpiente y murió entre los más horribles sufrimientos.
Las locuras de Eduardo se hicieron conocidas y hace que lo retiren del frente de batalla, donde tanto había destacado. Cada día sus alucinaciones eran más fuertes, sentía los latidos del corazón de Francisco, sus pasos, hasta que un día en una calle solitaria del pueblo se le aparece, de improvisto, un gigantesco caballo negro, que más bien parecía que anduviera flotando, por eso no lo pudo escuchar. Aquel inmenso potro estaba sometido firmemente por un jinete sin cabeza, que se le acerca, de manera lenta y segura. Eduardo huye y el jinete lo persigue. Eduardo desesperado, aterrado, sin cordura y, asechado por el fantasma, corre hasta el samán de la plaza, donde jugó muchas veces en su infancia.
Eduardo, esta vez, no se siente seguro bajo ese enorme cuerpo de madera. Nadie lo vendrá a ayudar porque hay toque de queda. La iglesia Catedral, tan cercana, se mira como perdida en la distancia. De nuevo siente la respiración del caballo que venía como en el aire. Ve que como cosa extraña que en una rama de aquel árbol había una larga soga. El miedo no lo deja pensar y haciendo varios bruscos movimientos de enlazar, se ahorca.
Dicen que ahora su alma, también anda penando, igual a la del Jinete sin Cabeza que vaga por las llanuras de San Carlos, acompañado del Ahorcado del Samán, cabalgando en un caballo que más bien parece que vuela.

Nota: La autora de este texto egresó de la UNELLEZ, en la mención Castellano y Literatura, Vicerrectorado de San Carlos, ciudad donde nació y reside. Su nombre es Fátima García, nacida el 3 de marzo de 1972.