Dentro de la Literatura, la poesía ocupa
un distinguido lugar. Desde la época clásica de la poesía latina, pasando por
la poesía épica y lírica, hasta llegar al romanticismo dan muestra de la
extraordinaria importancia por sus altos valores históricos y literarios.
Apoyado en el trabajo del autor: La Historia en la Poesía (Herrera, 2005),
cuando señala que “La poesía y la historia siguen de manos tomadas”. Dentro de
los clásicos latinoamericanos tenemos muchos poetas que dedican su poesía a la
historia o toman pasajes de ella como inspiración poética y algunos escriben a
los personajes que han hecho historia. Por ejemplo, no podemos dejar de citar
entre los poetas a nuestro gran humanista Don Andrés Bello (1781-1865) que en
un fragmento de su poema “América”, conocido como Alocución a la poesía, hace
una reseña sobre la histórica Casa Fuerte de Barcelona, cuando dice:
Mira donde contrasta
sin murallas
Mil porfiados ataques
Barcelona.
Es un convento el
último refugio
De la arrestada,
aunque pequeña, tropa
Que la defiende; en
torno el enemigo,
Cuantos conoce el
fiero Marte, acopia
Medios de
destrucción; ya por cien partes
Cede al batir de las
tonantes bocas
El débil muro, y superior
en armas
A cada brecha una
legión se agolpa.” (1)
Durante la gesta
emancipadora, muchos jóvenes y otros amantes de la literatura no tan jóvenes,
se dedican a arengar o a estimular al pueblo en la lucha por la Independencia.
Así aparecen pasquines, panfletos, notas y hojas sueltas, además de los
periódicos que estaban en circulación, destacando los logros de los patriotas o
algunas veces de los
realistas; muchos de esos escritos desaparecieron pero unos personajes
guardaron varios ejemplares como testimonio
de esa gesta heroica. Ciertos historiadores han hecho reseña
de casos, muy parecidos y más recientes, en el hilo histórico de nuestro país.
Así vemos como Peña (2011), nos habla de las imprentas y la poesía que en ella
se divulgaba:
Es interesante recordar que en el mismo año
de 1808 llegó a Caracas la primera imprenta que tuvo Venezuela, la misma que
había utilizado Miranda para imprimir, dos años antes, sus proclamas
revolucionarias.
También se registra en ese año la visita de
la primera compañía de ópera que pisó tierra venezolana. Era una compañía
francesa, dirigida por un empresario también francés de apellido Espenu. Su
primera figura era la tiple Juana Faucompré
y a ella está dedicado este soneto de Bello que lleva por título “A una
artista” y dice:
Nunca más bella
iluminó la aurora
de los montes el
ápice eminente,
ni el aura suspiró
más blandamente
ni más rica esmaltó
los campos Flora.
Cuanta
riqueza y galas atesora
hoy la naturaleza
hace patente
tributando
homenaje reverente
a la deidad que el
corazón adora.
¿Quién no escucha la
célica armonía
que con alegre
estrépito suena
del abrasado Sur al
frío Norte?
¡Oh Juana! Gritan
todos a porfía:
Jamás la Parca
triste, de ira llena,
de tu preciosa vida
el hilo corte.
En las
presentaciones de la compañía de Monsieur Espenu, realizadas en el teatro
Coliseo, dirigía la orquesta el maestro Juan José Landaeta, futuro autor del
Gloria al bravo pueblo. Contábanse entre los músicos del conjunto algunos
compañeros de iglesia de Lamas, lo cual hace suponer que este o no fue llamado
para figurar en él o que habiéndolo sido se negó a ello. En verdad, su espíritu
no se avenía a ninguna otra actividad musical fuera del recinto eclesiástico,
como tampoco a los entusiasmos de la política ni a las ideas de rebelión que ya
estaban por manifestarse.” (2)
Así como Andrés Bello y Juan José Landaeta, muchos
jóvenes de la época eran fieles lectores y todo lo nuevo que llegaba de Europa
era devorado por ellos, por decirlo coloquialmente. Igualmente cabe señalar a
Gregory Zambrano, en el artículo “Los clásicos y la alborada del pensamiento
emancipador” cuando hace referencia a
este mismo tema y que se señala seguidamente:
“Muchos son los testimonios que dan cuenta
del ingenio popular en los años terribles de la guerra de independencia.
Madrigales, sonetos, décimas, redondillas, coplas muestran el pulso de las
confrontaciones, y expresan tanto el lado patriota como el realista. Los
hombres que animaban los cambios, los líderes de los ejércitos, pero también
las autoridades coloniales, el rey de España y sus representantes eran el
blanco de las ironías, las burlas, los sarcasmos y petitorios. Eran
composiciones volanteras que no pretendían alzarse con los laureles de una
escritura docta; eran palabras que buscaban un efecto inmediato, pasquinadas y
humoradas que incitaban la reflexión, resaltaban la crueldad de la guerra o
simplemente buscaban provocar una sonrisa irónica. Estas composiciones fueron
principalmente anónimas; de estructuras fáciles para que fuesen memorizadas,
logran explotar el poder de la oralidad. La mayoría era compuesta no por poetas
de oficio sino, muchas veces, por los soldados mismos, quienes las difundían en
los cuarteles o en los campos de batalla, y por otros ciudadanos que estaban en
las provincias azuzando las conciencias. Muchos de esos escritos amanecían
pegados en las puertas y en los muros de las ciudades, cuando no directamente
en las fachadas domiciliarias de los aludidos, funcionarios públicos y
gobernantes” (3)
Se puede apreciar, tanto en El Publicista de Venezuela como en el Semanario de Caracas reseñas vinculadas
a la Realeza española, de manera que esto también influiría en el pensamiento
de los Blancos Criollos de la época.
En la reseña hecha por El Publicista de Venezuela (1969) en
donde alude al romance burlesco, como lo cita Joaquín Gabaldón Márquez en
“Causas Políticas del Movimiento de Emancipación”, estudio preliminar de “El
Publicista de Venezuela”, que reza así:
“Por lo demás, toda aquella degeneración de
la realeza había hecho nacer en el pueblo español el irrespeto, la irreverencia
a que aludían el estado de salud de los Monarcas y planteaban, no menos
burlescamente, el problema de la sucesión del trono. Léase el romancillo:
El Rey está malo;
el príncipe, malito;
la reina, con
jaquecas;
la infanta se irá.
¿A quién esta casa
se alquilará?” (4)
Las noticias de lo que
pasaba en el viejo continente llegaban cada vez con más frecuencia. Era
propicio para los patriotas aprovechar lo que estaba ocurriendo en el reino
español para ir ganando adeptos a la causa, o por lo menos para hacer sentir
cierto grado de rechazo hacia la monarquía. Y así aparece en el Semanario de Caracas (1810) lo
siguiente:
“Muchos años corrieron antes que Felipe II
por un acto de injusta y descarada arbitrariedad hiciese degollar en Zaragoza a
Don Juan Lamuza, Justicia de aquel reyno, única sombra que quedaba de la
intrépida libertad (*)
(*) No es esta la primera vez que se ha
hablado tal lenguaje en medio de la Nación española. A finales de noviembre de 1808, se dio a luz en Madrid una
selección de poesías, obra de un literato bien conocido en Europa, y entre
otras se hallaba una con el título de El
Panteón del Escorial. Insertamos aquí como una prueba de ello, el siguiente
fragmento
(…) Supone levantarse
en este momento del sepulcro a Carlos V
Y él en fiero ademán
vuelto al tirano, dijo:
Carlos V
¿Por qué culpar a las
estrellas
De esta mengua cruel?
¿por qué te olvidas
De tu ambición
fanática y sedienta,
Que de prudencia el
nombre sacrosanto
A usurpar se atrevió?
Yo los desastres
De España comenzé, y
el triste llanto
Quando espirando en
Villalar Padilla
Morir vió en él su
libertad Castilla (…)” (5)
En referencia al tema tratado, y como complemento a lo hasta
aquí comentado, años posteriores, reseña
el historiador cojedeño, Eloy G. González en su “Informe sobre el periodismo en
Venezuela” lo siguiente:
“En el promedio de algunas épocas de
normalidad, en Caracas, Valencia, Maracaibo o Ciudad Bolívar, se constituían
sociedades literarias que tuvieron órganos quincenales o mensuales en los que
se publicaban las producciones de sus socios: principios de un movimiento que
no tuvo eficacia sino en años posteriores, cuando fue el elemento joven a
formar en aquellas asociaciones.
Desde luego, la escuela literaria reinante no
era tan fecunda ni tan alentadora para dar estímulo y ocasión al genio. El
romanticismo caballeresco e hidalgo, puesto en manos de las personalidades más
distinguidas de las letras en Venezuela, no produjo más de lo que había dado en
Europa; y acaso menos, dados nuestro carácter, nuestras costumbres y nuestro
género de vida” (6)
Esto nos hace suponer que en Venezuela ha sido una
característica de nuestra sociedad formar agrupaciones literarias o por lo
menos dedicarse popularmente a ella. Y como los habitantes de aquella tierra
venezolana, también algunos colombianos, se dedicaron a escribir poemas unos de
loas a la lucha de los patriotas, otros a favor de los realistas y unos con
escritos irónicos o tal vez jocosos contra personajes destacados de cualquier
bando. En el Archivo Nariño (1812-1814) aparece un Romance que es una especie de crítica jocosa contra
el Presidente Nariño, del cual se cita este fragmento:
“Piensan que el siglo dorado
constituyen de esta tierra
los efímeros del llano
y los Montalvanes de selva.
Yo qué sé que con perfumes
cada uno de estos se llena
no los doy aunque sean flores
y aunque sus frutos sean perlas…” (7)
Es conveniente tomar como ejemplo otro poema, esta vez
citado por Arístides Rojas en su libro: Leyendas
Históricas de Venezuela, cuando señala que por el año 1813, Suazola saciaba
sus instintos presenciando las carnicerías que hacían sus
seguidores en Aragua de Maturín; entre los grupos de mártires que traían a su presencia,
aparece un niño de pocos años. Y lo relata de la manera siguiente:
“La musa poética de aquellos días dedicó a
este sacrificio los siguientes versos, cuyo autor ignoramos:
Corren luctuosos tiempos
para la patria amada;
aún en su alborada
se ve la libertad.
Suazola, el león sediento
de sangre independiente,
las tierras del Oriente
devasta sin piedad.
Con fuerte cuerda atado
se ve un viejo guerrero:
su porte es altanero,
terrible su mirar.
Morir por su bandera
como valiente jura;
tres años con bravura
le han visto batallar.
(…)
Y a poco roja bala
el débil pecho hiere,
y el bravo niño muere
sin exhalar un ¡ay!
y el padre con los ojos
en el cadáver fijos
“¡Oh patria!, aún más hijos
que te defiendan hay”;
exclama, y ¡fuego! –ruge
el bárbaro Suazola-
que ni una bala sola
se pierda: ¡disparad!
y con acento olímpico,
al caer gritó el guerrero:
“América, yo muero,
más no tu libertad” (8)
Lo que se señala a continuación, sirva también a manera
de ejemplo, ya que muchos jóvenes que se incorporaron a la gesta emancipadora
nuestra, tenían como costumbre dedicarse a las letras. Irma De Sola Ricardo en
su libro “Juan De Sola, Prócer de la
Independencia y Actor en Carabobo” señala
que Juan Bartolomé De Sola salió de San Thomas para la ciudad de Angostura,
como destino, a prestar servicio a la República, entre los años 1816-17. Al
respecto describe lo siguiente:
“De su trabajo en el Correo del Orinoco hasta
ahora no se sabe si fue solamente impresor o si llegó a redactar algunos
sueltos en la plana de los escritores que sostuvieron la batería verbal de este
importante periódico.
En 1819 se incorpora al Ejército de la Gran
Colombia en la clase de Teniente que obtuvo ese año en el Batallón Rifles de la
Legión Británica. De allí pasó en 1820 al Batallón Bravos de Apure donde se
mantuvo hasta la Batalla de Carabobo, siendo ascendido a Capitán, condecorado
con el Escudo de los Vencedores de Carabobo y con el busto del Libertador”(9)
Antes de dedicarle parte del trabajo al Correo del Orinoco, es conveniente tocar
otra referencia hecha al contenido poético en la época independentista
venezolana. En otra parte del citado libro de Arístides Rojas se hace
referencia a lo que pasó en Maracaibo y que luego la musa poética del pueblo lo
llevó a poesía popular, y reza:
“Morales, que en Gibraltar había hecho
azotar en aquellos días, montada sobre un asno, a la señora Matos, supo en
Maracaibo que la señora doña Ana María Campos se había expresado fuertemente
contra los españoles, vencedores de aquel entonces. Fue el caso que doña Ana,
mujer fuerte y resuelta, patriota a toda prueba, había dicho públicamente de
Morales, entre otras cosas, la siguiente frase: Si no capitula, monda,
queriendo significar con ello, que si no capitulaba tendría que soportar las
consecuencias.
Sabedor Morales del dicho, ordena que
sea la Campos traída a su presencia (…)
Al instante la musa popular; deseosa de
celebrar las glorias de la heroína maracaibera, lanzó al público las siguientes
coplas que se cantaron en los corrillos, con acompañamiento de guitarra,
durante muchos años:
Morales con su escuadrilla
a Maracaibo tomó;
pero luego al Diablo vio
en el general Padilla,
que a labor hizo tortilla
y a sus marinos osados,
la mayor parte ahogados,
y muertos más de ochocientos,
que de tiburones hambrientos
fueron sabrosos bocados.
(…)
El año de veinte y cuatro
comimos coco y patilla,
y nos hubiéramos muerto
si no nos llega Padilla.
Morales capituló
con el agua a la garganta;
si no capitula monda,
como lo dijo la Campos.
(…)
A doña Ana María Campos,
señora muy distinguida
la azotaron en un burro
porque victorió a Padilla.”(10)
El Correo del
Orinoco, decano de la prensa nacional, es una de las fuentes de la época
que nos permite comprender la relación entre la poesía y la afectividad hacia
la declaratoria de independencia y a la lucha patriótica por lograr la misma. En
el Correo del Orinoco, N° 34, aparece un Soneto, dedicado a un joven que fallece cuando
la Patria festejaba uno de sus triunfos en Apure, y se transcribe a
continuación:
“SONETO
Quando la Patria alegre repetía
El más festivo himno a la victoria
Para aplaudir un hecho que la historia
Celebrará en sus fastos algún día;
De improvisto conturba su alegría,
Como ligera dicha transitoria,
Un suceso fatal, cuya memoria
No borrará jamás el alma mía.
Murió el joven Palacio, el modelo
Del honesto saber, la virtud pura…!
Ay! La Patria de luto y negro velo
Ha llevado a la tumba su amargura;
Y la amistad, llorando sin consuelo,
La vista aparta de la sepultura.” (11)
También en el Correo del Orinoco, N° 35, se hace referencia que en una
oportunidad estaba Morillo en Nueva Granada con los realistas que lo seguían,
asesinos la mayoría, y uno de los aduladores de la tiranía española, que estaba
presente en ese momento, obsequió a los integrantes de la reunión con estos
versos:
“Maldigamos la vil ley
Que a independencia convida;
Defendamos cetro y vida
De Fernando, nuestro rey.
Que viva nuestro virrey,
Morillo, Enriles, Morales,
Gobernador, Oficiales,
Y toda su invicta tropa,
Que vinieron desde Europa
Pero a la mañana siguiente amanecieron
refutados en una pasquinada del modo que sigue:
Bendigamos la gran ley
Que a independencia convida,
Destruyamos cetro y vida
De Fernando, intruso rey.
¿Qué quiere decir virrey,
Morillo, Enriles, Morales,
Gobernador, Oficiales,
Y toda su indigna tropa,
Sino ladrones de Europa,
que duplican nuestros males?” (12)
Es tanta la importancia que se le da a la
poesía en la lucha independentista que el poema CANTO HEROICO dedicado a la Campaña
de Bogotá abarca un tercio de la publicación del Correo del Orinoco, de fecha
19 de febrero de 1820; del cual se señala –seguidamente-- algunos de los 81 serventesios
que tiene el poema, en el siguiente fragmento de seis de esos serventesios, se
lee parte del mismo:
“Tres veces aquel Astro luminoso,
Que al Universo con su fuego anima,
Había completado el año triste
Del cautiverio de la Patria mía
Aquel Pueblo feliz en otro tiempo,
Donde la Libertad halló acogida,
Fue reducido a dura servidumbre
Baxo la detestada tiranía.
(…)
El valor no le ha dado al enemigo
De nuestras posesiones la conquista,
¿Quién más valiente fué que las legiones
Que por nuestros derechos combatían?
Vosotros lo decid, aguas del Sulia,
Teatro primero de la empresa digna
De libertar la heróica Venezuela,
Por Monteverde entonces oprimida?
(…)
Abrió
tu mano de jasmín y rosa
Del Oriente la puerta cristalina
Y despertaste al astro soberano,
Que las criaturas todas vivifica.
Y tú saliste entonces presuroso
¡O Sol! Padre sagrado de los Incas
Para alumbrar al Colombiano suelo
Con nuevo resplandor, nueva alegría.” (13)
Muchos de los artículos escritos en el Correo del Orinoco, además de su contenido político y
libertario, se dedican a señalar las bondades de los grandes hombres, sus
cualidades y sus aportes a la Patria. Allí está la poesía como un punto de
apoyo. En la misma tónica de entusiasmar a los pobladores de esa época hacia la
causa patriótica, dedica una cuarta parte del ejemplar del Correo del Orinoco,
N° 57, al poema CANTO a BUENOS AIRES; aquí tenemos un canto a los Vencedores de
Maipo, un romance que mostramos en su
inicio y final, que reza así:
“Allá en la cumbre de los altos Andes,
Sobre región de nieve sempiterna,
Donde más brilla el luminoso Febo,
La América inocente colocada
Domina al orbe; asiento magestuoso
Le dan las cimas de elevados montes.
Hoy en su trono mole tan soberbia,
Que servir pudo (en el osado intento
De escalar al Olimpo) a los Titanes;
Trono que incontrastable simboliza
El que firma sus hijos le han alzado
Sobre la base de justicia santa.”
(…)
Y cuyos versos finales terminan con un elogio
al General José de San Martín, de esta manera:
“Ni Leonidas al frente de los bravos
Que a Termópilas lleva, ni Milciades
Al Persa altivo en Maratón venciendo,
Tuvieron el valor, y genio ardiente
Que te inflamaba en la tremenda lucha.
Con tu egide has cubierto poderosa
La patria libertad; tú en adelante
Serás llamado Aníbal Argentino,
Que enseñaste la senda que conduce
De la inmortalidad al templo augusto;
En columnas de bronce allí grabados
Los nombres se leerán de los guerreros
Que supiste llevar a la victoria
En los llanos de Maipo; siempre eterna
Será en el Continente Colombiano
De San Martín la gloria esclarecida.
Y vosotras, ¡oh sombras inmortales,
Que el fuerte heroico aliento habéis
rendido
En el sangriento choque! Más gloriosas
Vais a vivir en los Elíseos campos
Entre los libres de la antigua Athenas:
Mirad de allá que del exemplo vuestro
Mil y mil combatientes han nacido,
Que libertar la Patria firmes juran,
O guerreando en sus ruinas sepultarse.”
(14)
En la Provincia de Caracas o Venezuela y las
de Maracaibo, Guayana, Cumaná, y las islas de Trinidad y Margarita que habían
pertenecido al Virreinato de Nueva Granada, tanto venezolanos como colombianos
eran considerados de la misma región; sus costumbres, lecturas, tertulias
generalmente tenían intereses comunes. Para esa época, la escuela literaria
reinante no era tal, ni se podía considerar ni tan fecunda ni tan alentadora
como para tener una poesía con proyección hacia el viejo continente. Sin
embargo, muchos jóvenes que se incorporaron a la gesta emancipadora tenían como
costumbre dedicarse a las letras, más por afición que por culto a la escritura,
y esas inquietudes las proyectaron en pro de la lucha independentista.
El Correo
del Orinoco es una de las fuentes de la época que nos ha permitido
comprender con mayores lujo de detalles la relación entre la poesía y la
afectividad hacia la declaratoria de independencia y a la lucha patriótica,
porque en él aparecen muchos poemas con claras intenciones de apoyo a la labor
patriótica y en favor de nuestra independencia.
_________________
Citas de referencias:
(1)
Herrera,
J. I. (2005) La historia en la poesía. p/12.
(2)
Peña,
I. (2011): José Ángel Lamas (1775-1814). p/ 35/36.
(3)
Zambrano,
G. (2010).”Los clásicos y la alborada del pensamiento emancipador” p.17.
(4)
El
Publicista de Venezuela. Estudio preliminar.
(5)
Semanario
de Caracas. VI. 9/12/1810.
(6)
González, Eloy G. (1895): Informe sobre el
periodismo en Venezuela. P. 95
(7)
Archivo
Nariño (1812-14) p/107.
(8)
Rojas,
A. (2004) Leyendas Históricas de Venezuela. p/111-113
(9)
Rojas,
A. Ob. cit. p. 165-168.
(10)De Sola R., Irma
(1973) Juan De Sola, Prócer de la Independencia y Actor en Carabobo. p/7.
(11) Correo del
Orinoco, N° 34. Angostura, 24/7/1819.
(12) Correo del Orinoco. N° 35.
Angostura, 31/7/ 1819.
(13) Correo del Orinoco. N° 53.
Angostura, 19/2/1820.
(14) Correo del Orinoco. N° 57.
Angostura, 8/4/1820.
REFERENCIAS
Archivo Nariño,
1812-1814. Guillermo
Hernández de Alma, copilador. (1990). Tomo IV. Bogotá.
Correo del
Orinoco.
N° 34. Angostura, 24 de julio de 1819.
Correo
del Orinoco. N° 35. Angostura, 31 de julio de 1819.
Correo
del Orinoco. N° 53. Angostura, 19 de febrero de 1820.
Correo
del Orinoco. N° 57. Angostura, 8 de abril de 1820.
De Sola R., Irma
(1973) Juan De Sola, Prócer de la
Independencia y Actor en Carabobo. Caracas, Italgráfica.
El
Publicista de Venezuela (1969, copilación) Caracas, Biblioteca de la
Academia Nacional de la Historia.
González, Eloy G. (1895): Informe sobre el periodismo en Venezuela
del libro: “Primer libro venezolano de Literatura, Ciencias y Bellas Artes”.
Caracas, El Cojo Ilustrado.
Herrera R., Juan I. (2005) La historia en la poesía. “La poesía y
el hombre, 23”. Caracas, Comisión de
Estudios Interdisciplinarios UCV Publicaciones.
Peña, Israel (2011): José Ángel Lamas (1775-1814). Guarenas, Fundación Imprenta de la
Cultura.
Rojas, Arístides (2004) Leyendas Históricas de Venezuela. Caracas, Los Libros de El
Nacional.
Semanario
de Caracas. (1969, copilación) Caracas, Biblioteca de la Academia Nacional
de la Historia.
Zambrano, Gregory (2010).Los clásicos y la alborada del pensamiento
emancipador del libro “Envuelto en el manto de Iris” de Mariano Nava
Contreras. Mérida, Publicaciones ULA.
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