Es múltiple el protagonismo femenino en la literatura infantil, en el teatro de calle,
en en el canto y en un sin fin de posibilidades artísticas
(Imagen en el archivo de Katerine Comenarez)
en en el canto y en un sin fin de posibilidades artísticas
(Imagen en el archivo de Katerine Comenarez)
Es posible que sea reiterativo afirmar que la literatura escrita para niños adolece de una histórica subestimación en cuanto a estudios críticos que aporten datos significativos a su consideración y examen.
Quizá sea también demasiado obvio insistir en que la visión que ha predominado en la literatura infantil hasta finales del siglo XX, la condenaba a ser un mero subproducto cultural descomunalmente azucarado o como un texto donde el didactismo exacerbado tenía un espacio incuestionable. Sin olvidar, por supuesto, los juegos, nada inocentes ni infantiles, de las leyes del mercado.
Lo cierto es que aún en este siglo la literatura infantil escrita originalmente en castellano y específicamente en Latinoamérica, no ha logrado pisar tierra firme. Continúa respaldando modelos dictados desde otras latitudes. El mundo mágico de Disney pareciera ser el norte de muchos textos considerados como literatura infantil. Todo esto es muy productivo, en términos de comercialización, pero envilece la visión cósmica del lector, en lugar de ofrecerle una experiencia estética que realmente incentive en él el placer y amor por la lectura, se le ofrece un mundo totalmente ajeno a su realidad cultural, estética e ideológica.
Afortunadamente y para beneplácito de los que de alguna manera estamos vinculados con el quehacer literario, en países como México, Argentina, Colombia y Venezuela surge como respuesta, a lo planteado con anterioridad, un movimiento de escritores que asume a la literatura infantil de una manera totalmente opuesta, ya que con nuevas estrategias discursivas ofrecen a los lectores refrescantes espacios para la reflexión y el análisis.
Es nuestra intención presentar una brevísima mirada a uno de los tantos elementos que a nuestro juicio reclaman de relecturas y replanteos: la figura femenina en la literatura infantil; personaje que pareciera estar condenado de manera sistemática a perpetuarse en gastados estereotipos dictados desde una cosmovisión que está fuera del contexto en que discurren los involucrados en el acto de leer y escribir.
Si bien es cierto, insistimos, que en estos momentos hay una búsqueda por el rescate de este personaje, no es menos cierto que la gran mayoría de escritores de obras infantil insisten en propagar un vetusto y enquistado modelo. Modelo que limita a las féminas a roles rígidos y esquemáticos de dudoso protagonismo, reforzando convenciones que son producto de un sexismo doblemente peligroso cuando el receptor es un niño, si tomamos en cuenta que es en la infancia donde se aprenden los roles que de una manera u otra gobernarán su vida de adulto.
Es obvio que si la lectura funciona en la infancia como forma clave de internalizar papeles y estructuras de la identidad, estos paradigmas implican en las niñas un proceso de aprendizaje signado por la autosubestimación y la conformidad a través de preceptos heredados culturalmente, que corren el riesgo de perpetuarse y reforzar la desvalorización de la mujer.
Lo anterior se avala aún más cuando revisamos los textos que se lee en las primeras etapas de Educación Básica de nuestros sistemas escolares. Nos encontramos con que la mayoría de los protagonistas son niños; las heroínas son muy pocas, si tienen una actuación relevante será como amigas, hermanas del protagonista y nada más. Permanecen atadas a las convenciones que la hacen seres dependientes y melodramáticamente grises.
El tema de la exclusión en la literatura para niños se presenta con matices diversos que podrían agruparse en categorías fácilmente reconocibles: la madre sufrida, víctima de sus circunstancias; la malvada bruja de los cuentos folclóricos, personaje maldito que derrama terror e inseguridad; la joven angelical incapaz de hacer daño a nadie, receptoria de todos los males, sirvienta muchas veces quien sólo puede realizarse como persona si un varón la rescata; la niña, generalmente, indefensa y dependiente, su función en el texto es apoyar al niño-protagonista.
Cabría entonces detenerse a considerar el efecto que cada cuento, cada relato podría tener en ese individuo-lector y podríamos estar en presencia de un fenómeno extraliterario, que sin lugar a dudas, se filtrará en la memoria colectiva de manera inconsciente.
Desde esta perspectiva los mensajes inscritos en el discurso tradicional, instauran en el colectivo infantil, una serie de redes de significación donde se suele proponer como natural la imagen de niña-mujer bonita, blanca, pasiva, sumisa y en lo posible no-pensante, desprovista de todo poder para exigir su lugar en un determinado contexto vital.
Pareciera que ancestralmente el papel de las mujeres es vivir una historia simple, dependiente de un príncipe azul que la rescatará de su monótona vida. Tal vez, al mismo tiempo, con sobrada razón, se asumirá que toda niña-mujer es un ser desvalido que siempre tiene que ser salvada por un niño-hombre muy apuesto, rico, valiente y tan blanco como ella.
Ahora bien, es oportuno preguntarnos ¿qué nos ofrecen esas nuevas propuestas?, ¿continúan asumiendo a la mujer como sujeto-objeto del amor o del odio?
En este sentido las investigaciones realizadas por Devetach (1996), Neves (1997), Martínez (2000), entre otras, plantean que a pesar del esfuerzo que se evidencia en las nuevas tendencias de la literatura infantil, la incorporación femenina al papel protagonista, en muchos casos, se ubica todavía en la línea de la mujer-cuota, y aún no forma parte de un operativo global que pueda neutralizar el discurso discriminatorio tradicional.
A nuestro juicio, estas nuevas estrategias y proyectos de escritura, emergen en nuestro panorama literario ofreciéndonos una dimensión diferente de estos personajes tan maltratados desde hace siglos.
Intentan redefinir el imaginario infantil a través de la conducción de la trama de una manera más cercana a la cotidianidad, contextualizada, acorde con lo que realmente el niño-lector vive, piensa y cree. Alejados de toda postura didactista y moralizante tan ajena al verdadero acto creador.
Ellos nos ofrecen un valioso corpus de productos textuales que proponen personajes femeninos que sí son capaces de superar dificultades, que pueden asumir el destino que les toca vivir, voces que se desprenden de la aventura rosa y por demás cursi que imperó en la literatura infantil de los siglos anteriores.
Presentan personajes femeninos controversiales, subversivos, irreverentes, apoyados en la intertextualidad para dar origen, por ejemplo, a una Caperucita Perversa despojada de todo candor e inocencia: “cómete a mi abuela, es una abuela rica y tengo afán de heredar” (Arciniegas , 2001: 11); o de Caperuza en harapos: “Caperuza cabalga montada en un chivo” (Tatterhood, 1978: 25).
Presentan al lector familias posibles donde las tías no son hadas madrinas sino mujeres “que se levantan tempranito todos los días para hacer el desayuno y dejar andando el almuerzo” (Sequera, 1997: 8). Estas propuestas son el reflejo de serios cuestionamientos a la ideología que sostuvo durante tanto tiempo una literatura sexista y llena de prejuicios raciales y culturales.
Sin embargo, a la literatura infantil y juvenil universal le faltan más heroínas que lleven a cabo hazañas y aventuras o que participen más activamente en las acciones, cuyo protagonismo demuestre y refleje su inteligencia, la toma de decisiones con base en su audacia y la experiencia que obtuvieron a partir de cometer errores y lograr aciertos.
Adolece de niñas-mujeres que movilicen al lector, de personajes que tengan la oportunidad de reivindicar a las incautas doncellas dominadas por brujas-madrastras y rescatadas (sin pedírselo) por hermosos caballeros que históricamente le han robado la posibilidad de ser ellas las protagonistas.
La literatura infantil del siglo XXI debe ofrecer al lector un protagonismo femenino que aborde sus problemas, sus temores, los riesgos y peligros a que están sometidas, sus éxitos y fallas; narrar sus conflictos al pasar de la infancia a la pubertad; la marginación; el conocimiento y aceptación de su sexualidad. En fin, narrar desde la otredad sus aciertos y errores, los que les facilitará su inserción en mundo lleno de complejas diversidades donde el feliz desenlace no sea el matrimonio con un hermoso príncipe azul.
13 comentarios:
Este articulo de la Literatura Infantil está muy bueno, debemos mostrar a nuestros niños la verdad de la realidad y de nuestras culturas y no cuentos de películas..
GABRIELA MORALES (TINAQUILLO)
Esta lexctura me parese interesante por que trata de la literatura infantil la cual debemos motivar e insentivar a los niños de las verdaderas costumbre de nuestro pueblo tradiciones y costumbre y su cultura y no con temas ficticiones.
Marlis Benavente.
Tinaquillo.
La motivacion infantil a la lectura resulta dificil cuando la madre o el representante no la ejecuta y resulta aun mas complicado representar realmente la realidad femenina que vive en La literatura infantil ajustado a la realidad, bien es cierto que la mujer es considerada el sexo debil pero hay que resaltar que es muy capaz de salir adelante cuando pasa por alguna dificultad, es digna de ser la heroina de los cuentos de hadas o infantiles. Asi cambiaria la particualridad del principe azul que no existe. Yusleidy Guevara (apartadero Cojedes)
Pienso que tienen mucha razón Poeta, en el caso de las bellas y femeninas princesas de nuestra América, seria de crecimiento y un legado afable el que ellas ocupen de igual manera esos lugares de protagonistas en nuestras novelas o cuentos infantiles,y que nos hagan sonar, manos a la obra..Jjaja!te hablo desde Rancho Cucamonga, California, Saludos..y mi nombre es Richard Polio
bastante representativo el presente articulo, definitivamente debe ser considerado una referencia bastante significativa para producciones escritas de orden cientifico y academico que mantengan en mismo perfil.
Julio César Arenas Bravo
San Carlos, estado Cojedes, Venezuela.
Muy bueno este enlace que hace esta profesora. Ahora los docentes poco escriben, por eso me gusta más este trabajo. Espero que más adelante publiquen temas similares
El presente ensayo, es un estudio exhaustivo del rol de la mujer en los cuentos escritos para niños, sobre todo en lo que tiene que ver con la participación del género femenino como personaje principal de la narrativa de corte infantil hasta finales del siglo XX. Nos alerta sobre la manera de cómo se ha maneja en el contexto la imagen femenina, que por supuesto toca el mercado como objeto de alienación capitalista, con el único objetivo de vender. Se suma, también, el subproducto al que denomina de “azucarado” respecto al toque rosa que a veces ha deslumbrado a los lectores, y que en el fondo, es la consecuencia de un proceso de transculturación cuyos modelos influyen en el inconsciente del escritor, y que, por ende, lo refleja en sus cuentos o historietas. La influencia, terriblemente marcada de Disney, por ejemplo, o el de las brujas, hadas, hechiceras, de los castillos europeos, y muchos personajes extraños, duendes, magos, o espíritus luminosos, que guardan tesoros. Todo ello, aun cuando no lo diga en el sentido estricto de la palabra, la ensayista lo refleja, y el lector lo percibe como un factor inconsciente. Pero el tema específico es la mujer como elemento crítico y estético, los detalles, las consideraciones, las especificaciones, las encontramos a lo largo de este interesante ensayo, que nos hace reflexionar sobre el papel de nuestra literatura hecha para niños y que, al decir de Torres Cedeño, no ha pisado terreno firme en Latinoamérica.
Muy interesante tu artículo. Cordiales saludos.
Me parece muy interesante, creo que se ha descuidado la literatura infantil como una poderosa manera de insertar nuevos valores, mucho más positivos, en los niños. Habrá que mejorarlo.
Un saludo!
Me ha gustado mucho este artículo y a teer muy en cuenta todo el mundo, no sólo en la escritura. Hace un año tratamos este tema en un curso, hablando de los libros y las películas, casi todo el mundo estaba de acuerdo en que había que cambiar porque es muy difícil sino el tema de la educación porque las niñas siguen queriendo ser princesas, es una realidad...y el machismo en los adolescentes también.
Creo que sería muy importante para la sociedad lo que usted indica, cambiar ya el contenido de los libros de Literatura Infantil y Juvenil e intentar llegar a ellos de esta manera, son muy influenciables para lo bueno y para lo malo....ójala las campañas de Marketing tan bestiales que se hacen para venderles ese tipo de historias, se hicieran para lo contrario..pero es muy difícil por el tema de siempre, que es el económico.
Independientemente de esto, por lo que trato con niños y adolescentes, es verdad que se nota ya el cambio, les cuesta mucho porque no han sido educados para eso, pero poquito a poco se conseguirá seguro.
me ha encantado, saludos!
Es interesante presentar a los niños cuentos más reales, sin todo ese arquetipo de disney. Es más real. Aunque los intereses creados a las princesas y demás haga muy difícil el cambio. Un abrazo!
Interesante artículo. De esa imagen de niña-mujer bonita, blanca, pasiva, sumisa y en lo posible no-pensante, yace el tema del sexismo.
Como dice Margarita Robleda:
"Me encantaría leer un cuento donde el muchacho realizador de la hazaña sorprendiera a todos con un: “Gracias, su majestad, por la mano de la princesa, pero yo, francamente, tengo ganas de recorrer el mundo, no tengo ganas de casarme pronto… Disculpe, vio, no es nada personal".
Muy bueno. Saludos
Muy interesante, me gusto mucho esta entrada. Un reflejo de la forma en que la mujer es retratara en la literatura. La oportunidad de crear nuevas historias teniendo como protagonista a una mujer fuerte capaz de salvarse ella sola sin la necesidad de un príncipe azul se debería trabajar en ello.
Se debería de crear mas historias que reflejen la realidad de nuestra vida, donde los niños tengan la oportunidad de conocer parte de la realidad a través de las letras.
Saludos.
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