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viernes, 9 de noviembre de 2018

DÉCIMAS A LAS MADRES Versos llaneros y audio musical para iniciar la navidad

Madre llanera en el estudio de FotoLlano



DÉCIMAS   A LAS MADRES (Ostacio Ramón Ochoa)

                       I

Por mi madre debo ver

mientras Dios me de vida

la tendré bien asentida

obediente debo de  ser

si yo no pago este bien

seré castigado de Dios

nunca le pagué a mi madre

la crianza y el ser que me dio

que entre su vientre metido

nueve meses me cargó.

 

                 II

Tres años me estuvo criando

en sus brazos y en su pecho

pasando este tormento

desde que me concibió

cuando se sentó a morir

para que yo saliera a la luz

rogándole al buen Jesús

por su vida y por la mía

que ruego no haría

esto considero yo.

 

                         III

La obligación de mi padre

yo la considero igual

para un hijo razonar

que todas estas cuentas sabe

esto lo dice quién sabe

si es mentira o es verdad

y aunque le sirva de más

mucho le pago a mi madre

 

                    IV

Me conviene  desplicar

el  explotar  de una mina

porque allí se determina

hacer primero un altar

hacerlo que quede igual

como me lo verán todos

para la Virgen María

voy a hacer un templo de oro

como el de Jerusalén

hacerlo y que quede igual.

 

JESÚS, MARÍA Y JOSÉ (Carlos Rafael Hurtado)

                      I

En Dios y María Santísima

tengo yo mi santa fe

que Jesús, María y José

son padres poderosísimos

están en el cielo altísimo

por su santa providencia

y adoro en la excelencia

de tanta jerarquía

oigan que con alegría

saludo con reverencia.

 

                 II

Adoro las tres personas

la segunda que me eligió

María que prodigió

de las tres divinas coronas

al lado de las tres personas

me encomiendo a Jesús

que es una brillante luz

que en el cielo resplandece

creo en Dios y la grandeza

y la Santísima Cruz.

 

                      III

Tres personas en unidad

cargo en mi divina estampa

padre, hijo y Espíritu Santo

Santísima Trinidad

que un solo padre será

un solo Dios verdadero

que apareció en el madero

para podernos salvar

creo en la insigne señal

árbol mayor de los cielos.

 

                  IV

El albañil que los hizo

un hijo de nuestro señor

por dentro pintó la gloria

y por fuera el Paraíso

pintó todo cuanto quiso

con su infinito poder

flores ha  de recoger

de las que están más regadas

que queden pronosticadas

Santas de Jerusalén.


Poemas de Cruz Antonio Torres

Saludo, Reina del Altar

Virgen y Madre de Dios,

Que me de muy fina voz,

Garganta para cantar;

Aquí debemos esperar,

La fuerza omnipotente,

Que se ve tan claramente,

A los pies del lindo Altar,

Lo vamos a celebrar,

En este Altar Reverente.

 

Yo saludo a los señores,

Todos los Santos Benditos;

En compañía de Jesucristo,

Es María la auxiliadora,

Con ramilletes de flores,

Con que adornan a un Altar,

Que yo pudiera explicarme,

Con mi lengua y corazón,

Con la fe y la devoción,

Con que entré a saludar.

 

Entre varias luces bellas,

Como relucientes aurora,

Creó Dios a nuestra señora,

En un paraíso de estrellas.

Se vio tanta pureza en Ella,

Con tata soberanía

Ángeles y Jerarquía,

Luego con razón refiero,

Y con La Reina del Cielo,

Cuatro son las tres Marías.

 

Hoy se celebra en la iglesia,

Los sacramentos divinos,

De aquél Señor Peregrino,

Que vació de María Bella,

Resplandecen las estrellas,

La reina más principal,

Como se pudo mirar

Con anhelo de eficiencia,

María llena de gracia,

Sin pecado original.


Nota: Estos poemas se tomaron del texto Antología de la décima popular en el estado Cojedes (Compilación de Isaías Medina López, 2007), publicado por la UNELLEZ, en la ciudad de San Carlos. Disfrute del audio musical del Grupo Macanilla de Cojedes en el siguiente enlace: 

https://www.youtube.com/watch?v=W-PWd4LPMjE


martes, 6 de noviembre de 2018

Cuentos Venezolanos de Navidad: LAS HOJAS SECAS DE AQUEL ÁRBOL (Juan Emilio Rodríguez)


La esposa del poeta poco comprendió de este curioso póema


Una mañana de sol picante, un hombre, luego de mucho pensar, empezó a escribir en su hora de almuerzo un poema de navidad. Y aunque él hubiera preferido que la  inspiración le llegara bajo el cielo estrellado, fue debajo de una mata de aguacate donde consiguió desarrollar la mayor parte del poema.

Este poema hablaba- a pesar de haber surgido en una zona donde abundaban las fábricas y talleres- de madrugadas friolentas, de pastores y de todas esas particularidades que abundan en los poemas de navidad.

Pero aquel poema de navidad, no obstante las numerosas correcciones practicadas por el autor, sólo gustó, tras ser publicado por el periódico de la parroquia, a contados lectores. Lectores que, después de unas semanas, nunca más se volvieron acordar de un poema, como lo constataba al saludarlos después de la misa de los domingos.

Esto causó tristeza en el hombre pues había imaginado para su obra no la imprecisa cita de algún lector ebrio, sino una difusión semejante a la del villancico Noche de Paz.

A manera de consuelo, y pensando también que de esta forma le rendía tributo a quien le había prestado sombra y discreción para que él escribiera aquel poema, el hombre trepó un día al árbol, e hizo una ranura en una rama gruesa. Luego, cuando hubo suficiente espacio, metió dentro de ella una copia del poema de navidad.

Desde esa ocasión el follaje del árbol le pareció más verde. Igualmente, por esos días sin saber motivo, pero presintiendo que el acto tenía cierta magia, el hombre empezó con el ritual de recoger una hoja de aguacate cada vez que pasaba cerca del árbol acogedor.

Hojas de Trina Josefa, la mujer del autor del poema fue echando- después de saber su marido que eran parte de una promesa- en una bolsa de cuero. Bolsa donde guardaba los guantes de goma que usaba para lavar.

Pasaron dos navidades, y se acercó la tercera hasta el día veinticuatro del mes doce. Todo eso, sin que su poema de navidad saliera a relucir ni siquiera en los largos sermones del cura de la parroquia. Se podría decir que también el religioso lo había borrado de su mente.

Ese comportamiento le parecía inconcebible al hombre, ya que él nomás al estar delante de cualquier Pesebre, recordaba de inmediato su poema de navidad.

Qué iluso he sido- pensó decepcionado justo cuando marcaba la salida en el reloj de la empresa donde trabajaba-, creí que había escrito una obra imperecedera y ni Trina Josefa lo menciona.

Con ese desencanto, le nació el deseo de acercarse al lugar donde se alzaba la mata de aguacate.

Caminó por las calles que ya empezaban a quedar desiertas rumbo al arbusto, reconfortado por la certeza de que su poema se estaría volviendo savia de un árbol que daba frutos.

Si la Noche Buena hubiera estado más distante del hombre habría soltado una blasfemia. Del árbol, de su reverdecido árbol, únicamente quedaba un corto tronco aserrado.

Una nube negra se desató a llover tristeza dentro de su mente, salpicando las numerosas ramas, astillas y hojas esparcidas en rededor. El hombre se alejó, con el corazón tan maltratado como el árbol, entre sus dedos llevaba dos trocitos de madera.

Aún no desaparecía de sus manos el olor a resina, cuando decidió no irse con su familia, como en años anteriores, a festejar la navidad en la casa de su suegra. Quizás vaya más tarde, dijo por salir del paso.

Aunque interiormente lo que pensó fue: Subiré a la terraza y le preguntaré a las estrellas dónde está la falla de mi poema.

Y así lo hizo. Apenas se marchó su familia, el hombre tomó una garrafa de vino y se instaló en la terraza. Cuatro tragos le dejaron en disposición de quedar absorto ante la noche estrellada. ¿Es posible que el mundo ignores un trabajo, en el que puse todo mi interés? ¿Qué le falta para ser una obra inmortal? ¿Tendrá éxito si prosigo escribiendo?

Estas y otras preguntas similares, se hacía el hombre guardando un breve espacio de tiempo entre una y otra, mientras miraba con atención el cielo.

Por alguna causa, él esperaba que una estrella o luz le diera una señal aclaratoria. Pero como arriba no se veía ningún indicador celeste, el hombre durante esas pausas llevaba la garrafa de vino  a su boca y bebía un gran trago. ¿Qué se me quiso decir con la tala del aguacate? ¿Qué debo hacer para saber si tengo talento como escritor?

Hasta que llegó el momento en que se terminó el vino... Y las preguntas fueron encaramándose en sus párpados, los cuales adquirieron de repente el peso de dos encerados de camión. Entonces decidió irse a dormir.

¡Malhaya! El viento como siguiendo una orden secreta cerró la puerta de la terraza con el estruendo de una granada. La puerta, que únicamente tenía picaporte del lado interior de la casa.

El hombre olvidó el poema, navidad y ahora sí; soltó una maldición. Debido al asunto del poema, había omitido aquella elemental medida de precaución, impuesta dentro de la casa por él mismo: trabar la puerta de la terraza, cuando se dejaba la llave de la cerradura, con el ladrillo que estaba ahí para ese fin.

Ya no había nadie del otro lado de la puerta que acudiera abrirla o que al menos le encendiera la luz. No obstante, lo que realmente le hacía desearse la muerte, era no haberle instalado en tanto tiempo, a la condenada puerta que se cerraba incluso con un estornudo, un picaporte para ambos lados.

El hombre no quiso reprimir una mirada venenosa hacia el cielo estrellado. Por andar creyendo en respuestas celestes tendría que chuparse una noche a la intemperie... a escasos metros de su cama.

Resopló sobre la oleada de furor que le calentaba las orejas, y empezó a rastrear la terraza en busca de un lugar para dormir.

En la oscuridad se detuvo y escrutó la esfera de su reloj. Le pareció que las agujas marcaban la 1:45. Al menos es más de medianoche, pensó ligeramente animado. Dio algunos pasos y se enredó con un objeto que le golpeó un  tobillo.

En medio de la mentaba de madre, recordó que arriba sólo había cachivaches, entre ellos un cuadro oxidado de bicicleta. El hombre soltó su décima maldición de la noche, dirigida esta vez contra las bicicletas viejas que son arrumadas en los lavanderos.

¡Lavandero! En la mente del hombre alumbró una esperanza. Improvisar una cama con alguna sábana, que no muy sucia, estuviera aguardando compás de la lavadora.

Lamentablemente, la esperanza pronto se le derrumbó. Trina Josefa había impuesto en la casa, tan tradicional como las hallacas y el pesebre, la costumbre de lavar toda la ropa sucia antes de la navidad.

Aunque interiormente maltrecho, el hombre siguió caminando a tientas hasta donde estaba la batea. Para su sorpresa el hombre consiguió una bolsa casi llena de algo, pero no se atrevió en la oscuridad a averiguar qué era, pero que bien podría servirle de almohada.

Donde creyó que el frío era menor se acostó, y reclinó la cabeza sobre la bolsa. Esta crujió igual que si tuviera hojuelas de maíz. Dobló el brazo derecho y metió la mano por detrás del cuello.

Sus dedos tropezaron con la frialdad de los guantes de goma. Rápidamente retiró la mano, ante el recuerdo del golpe en el tobillo.  Pasaron pocos segundos y se aventuró de nuevo, con el cuidado del que trasiega polvo de oro cerca de un ventilador. Sacó un guante y varias de las hojas salieron también. Levantó sobre él, teniendo el cielo como fondo. ¡Carajo! ¿No era aquello un milagro?

Observó atento las estrellas, con la certeza de que alguna soltaría un guiño revelador. Aparentemente no se trataba de ningún portento porque el cielo permaneció inalterable, ajeno al papel de oráculo.

Es curioso- reflexionó el escritor dejando caer la mano, y ya con los ojos cerrados- el cielo asoma sus estrellas y nada le importa lo que piense o diga el que las ve... Trina Josefa lava su ropa, y nadie le pregunta si quedó limpia o no... Igual que el gallo...

A lo lejos... o cerca, oyó el canto de un gallo con cabeza de estrella.


viernes, 2 de noviembre de 2018

Poemas de Navidad de Nieves Clemente (versos y audio musical)

El radiante colorido de la inocencia en esta infante de Cojedes (archivo de Samuel Omar Sánchez)





PALOMITA MENSAJERA

Palomita mensajera

con tu pico anuncias paz

en sus alas lleva haz

de simiente en su montera.*

Campesina mañanera

llegando la Navidad.

Milagro es Natividad

del hijo de un carpintero

se crucifica en el madero

por amor a humanidad

 

FELIZ NAVIDAD, VENEZUELA

Gritar quiero a Venezuela

desde mi alma profunda

en la riqueza que abunda

de los cuentos de la abuela.

De San Borondón estela

la octava de las Canarias,

Navidades solidarias,

canto un joropo florido

en décima colorido

por islas igualitarias.


A Venezuela quisiera

llevar mi tambor de lata
soy tu hijo de alpargata
que naufrago en tu rivera.
Es mi patria tu bandera
siendo la mía opresora.
Tu grandeza te decora
y yo pondré en mi belén
unas maracas que estén
en brazos de la señora.

En noche de Navidad
los canarios recordamos
que en Venezuela estamos
buscando la libertad.
¡¡¡Canarias en prosperidad
a tu fraternal abrazo.
Puntas son del mismo lazo
recuerda el Belén presente
un brindis por el ausente
cubre María el regazo.

Canta, Venezuela canta
llega el niño prometido
ya se escucha su latido
y el poder de su garganta.
Pues la agonía la espanta
cuando suena la maraca.
Dormido está en la barca
el concebido en frontera
que con Dios y sin partera
lo está meciendo una hamaca.

Hogares venezolanos
con su burro sabanero
pon la hallaca en el caldero
pa´los canarios paisanos.
Los emigrantes hermanos
que reparten bendiciones.
Gracias te dan las naciones
a los que brindasteis mesa
en la noche en que se expresa
agradecer ilusiones.

 


Ya llevan nubes los cielos

y glosando los pastores

cantan a un niño sus loores

por las veredas con hielos.

La paz alzando los vuelos

al mundo le trae la nueva,

Naciendo el hijo de Eva.

de mujer siendo nacido

al respeto más querido

al mecías de la Cueva.

 

Llegando la Navidad

en los hogares de pobres

las moneditas de cobres

piden por la caridad.

No habrá paz sin la igualdad

entre las patrias del mundo.

Se muere un niño al segundo

porque reinando la luna

la parca lleva sin cuna

un pensamiento profundo.

 

Mirando estaban tres sabios

sorprendidos de un cometa

se preguntan, ¿si es cuartera ?,

¡oh, son las musas, sus labios !!

Siguiendo los astrolabios

espejuelos de la luna,

le ofrecen una fortuna

a la cuna de un pesebre

donde yo mi verso enhebre

de un villancico en la cuna.


 

Voy colocando en adornos

el sueño de Navidad

deseo prosperidad

y pan en todos los hornos.

¡¡Pastores de los entornos

canta el Tamborilero !!!

La estrella será primero

anunciando su llegada

El Ángel hace de hada

al que da luz al madero.

 

FELIZ NATIVIDAD

Ha nacido El Nazareno

en el portal de Belén

donde los niños estén

en un pesebre con heno.

Con maíz, trigo, centeno

brilla la luz como el pan.

Entre ángeles están

los querubines del hambre

para salvar al enjambre

cantándole al niño van.

 

Yo por ser madre y abuela

ruego la paz a este mundo

con sentimiento profundo

mientras enciendo una vela.

Vamos siguiendo una estela

con la Madre del Madero.

El hijo del carpintero

para redimirnos vino

con su Madre hago el camino

del umbilical Cordero.

 

Van las campanas sonando

anuncian la navidad

la mano por caridad

va el pobre molestando.

Los pastores van cantando

a la estrella de Belén.

Allí se encuentran también

Baltazar, Melchor y Gaspar

arrodillado ante el altar

a los mismos reyes se ven.

 

Ya llega la Navidad

del que muere en el madero

con el amor más sincero

pá toda la humanidad.

Pidiendo por la unidad

con la paz y la cultura.

Un belén de floritura

a mis lectores les deseo

por el Nazareno en que creo

al nacer de la criatura

 

A Belén van los pastores

guiados por una estrella

era la estrella más bella

cantaban los oradores.

Eran sus versos mejores

al calor de la fogata.

Haciendo sonar la lata

tocaban la Buena Nueva.

nace un ángel en la cueva

el hijo de la alpargata.

 

Recogido en basurero

sin amparo de las leyes

de cuna baja, sin reyes

a su servicio el tintero.

El hijo de un carpintero

es llamado el redentor.

Se le arrodillaba un cantor

reconociendo en Jesús

al redentor que de sus

maderas es el Gran Pastor.

 

De paz inundan las calles

los trovadores glosando

al redentor van cantando

¡ay !,rumbas y pasacalles.

Van componiendo en los valles

un anunciado suceso.

una doncella da un beso

al querubín de los cielos

de un ángel que entre sus vuelos

toda mi fe le profeso.



Nota de la autora: Yo soy Nieves Clemente, procedo de una familia de decimistas, que siempre se preocupó de que aprendiera a componerlas, recitarlas y cantarlas, Me enseñaron que eran parte de nuestro patrimonio y que debía procurar que esta cultura no se perdiera, al menos en la isla de La Palma ( Canarias), donde vivo y existe una gran tradición, que en su momento fue de tornaviaje a América. Así y en contacto con muchos decimistas de un lado y otro del Atlántico , poco a poco me hice poeta de la espinela.

Disfrute del audio musical "Feliz Navidad" a cargo del grupo de parrandas La impresionante de Cojedes en el siguiente enlace: https://www.youtube.com/watch?v=wfYnQJFdayM