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domingo, 13 de noviembre de 2016

Literatura Indígena de Venezuela. El Cazador de Venados / WANÜLÜ Y EL CHAMAN* (etnia Guajira)


Infantes de nuestras etnias 


EL CAZADOR DE VENADOS / WANÜLÜ Y EL CHAMAN*

EESHI WANEE olojui irama…
Es la historia de un cazador de venados.
Su mujer y su hija lo acompañaban siempre.
Ellas gritaban en la maleza para que salieran los venados.
El cazador esperaba más lejos, con sus flechas,
cerca del lugar de sus huellas.
Los venados pasaban siempre por el mismo camino;
su rastro quedaba marcado en el suelo.
Es allí donde los acechaba—.
Un día,
mientras que las mujeres gritaban para acercar a los venados,
el wanülü estaba allí, de pie,
esperándolos.
Estaba vestido de negro, totalmente negro.
Se parecía a un cazador,
pero era un wanülü.

—¡Kama! ¡Kama! ¡Kama!
—gritaba la niña para atraer a los venados.
Fue la primera en salir del monte.
Wanülü estaba allí, acechando.
Le lanzó una flecha.
Al mismo instante su padre, el cazador,
vio caer una cierva:
era su hija que había tomado para él la apariencia de una cierva.
El wanülü la había matado.
La mujer vino en seguida.
El wanülü la mató,
delante de su marido que esperaba a los venados.
Enseguida después,
la niña llegó a la vista de su padre.
Ella tropezó y cayó,
allí donde había sido flechada la cierva.
Luego partió. 
La madre vino en seguida.
Tropezó y cayó en el mismo lugar.
Partieron los tres a la casa.
Caminaban.
Las mujeres llevaban el fruto del cardón yosu.
Pero, al llegar,
El cazador no quiso comer.
Tenía miedo.
No estaba seguro de que el hombre que había visto                fuese un wanülü.
Habría podido ser un cazador, como él.
Pero ahora tenía dudas.
Cuando se había acercado a ese hombre,
había sentido una fuerza en su cuerpo,
había debido bajar la cabeza.
En seguida el hombre se había escondido
y no lo había vuelto a ver.
Fue entonces que su mujer y su hija habían llegado.
Y podía ser que no fuesen ya ellas mismas,
sino solamente su piel y su carne
que habían ido hasta su casa.
Primero la niña comenzó a sangrar.
Vomitó mucha sangre y cayó muerta.
En seguida después la madre escupió sangre,
luego murió.
El wanülü había matado a las dos mujeres.
El cazador las enterró en su casa,
como se hacía antes.
En seguida fue a ver a un adivino,
un guajiro muy sabio,
que también era chamán.

 —Vengo a verte, abuelo,
para que adivines lo que me ocurre.
Mi mujer está muerta, mi hija está muerta,
¡me vuelvo loco!
El cazador le dio un pendiente de oro,
aguardiente y una mula,
como pago de la adivinación.
—¡La cosa va mal!
Se trata de un wanülü feroz.
Tú mismo has visto lo que ha pasado:
wanülü las ha matado delante de ti.
Las has visto caer.
Habrías podido flecharlo inmediatamente después.
Ahora estaría muerto.
—Yo creía que era una persona
—dijo el cazador.
Cuando el chamán hubo adivinado,
partieron donde el cazador,
donde estaban enterradas las dos muertas.
Allí, el viejo se puso a adivinar una vez más.
A la caída de la noche, se fueron.
Caminaron mucho tiempo.
A la mañana siguiente,
llegaron cerca del lugar donde estaba el wanülü.
Ya era mediodía.
—¡Vive aquí! Estamos muy cerca de él
—dijo el chamán, que también era adivino.
El wanülü estaba en un tronco de árbol.
Éste era muy espeso,
pero en la cima tenía un hueco.
El wanülü estaba allí.
—¡Quédate allí!
—dijo el chamán l marido de la muerta.
Se dirigió hacia el árbol.
Tenía un machete con el que golpeó al tronco.
—¡Allí está! Está dormido. ¡Ronca!
Era mediodía.
—¡Tan! ¡Tan! ¡Tan!...
El wanülü roncaba muy fuerte.
El chamán volvió a golpear el tronco.
—¡Presta atención! ¡Mata todo lo que salga!
¡Tan! ¡Tan! ¡Tan!...
El wanülü dormía.
¡De pronto, un zamuro voló!
El cazador lo flechó y lo mató.
¡Pshuit!, fue a caer muy lejos.
Los dos hombres partieron corriendo.
—¡Voy a adivinar de nuevo!
—dijo el chamán cuando estuvieron muy lejos.
—Tiene todavía su mujer —dijo—.
¡Ella es feroz!
¡Ella se acerca a nosotros!
¡Mátala, sea cual sea su apariencia!
La mujer del wanülü se acercaba.
Apareció
bajo la forma de una zorra que venía de parir.
Se veía colgarle las mamas.
El cazador la mató enseguida.
—¿Y los zorritos? —pregunto.
—¡Déjalos en su hueco!
No vale la pena quemarlos,
¡morirán de hambre!
—dijo el adivino.
—¿A qué se parece lo que hemos matado?,
—se preguntaron más tarde.
En lugar de la zorra,
encontraron una gran serpiente blanca de puntos negros
llamada kasiwanou.
—Vamos a ver el lugar donde hemos matado a su                  marido.
Allí encontrarían a un sarulu, una boa.
Más tarde,
allí donde la madre y la hija habían sido enterradas,
salieron iguanas, serpientes de todas clases,
retoños de las dos mujeres tomadas por wanülü:
süchon wayuu saapain wanülü.
Todos los días,
salían de sus tumbas.

—TE HE DICHO, alijuna,
los wanülü son muy feroces,
y cuando se les encuentra
es difícil poderles escapar.
Conozco sin embargo a un pastor,
que fue más rápido que wanülü…

Relato de Saalachon Aapüshana, alias Luis González, contado el 1° de febrero de 1970. Saalachon es un pescador de unos cincuenta años aproximadamente; habita  en Pararu, Guajira venezolana. Texto tomado de "El camio de los indios muertos" de Michel Perrin, Editado por Monte Ávila Editores Latinoamericana (Caracas, 2006).  

sábado, 10 de octubre de 2015

Sexta Muestra de Poesía Indígena en Venezuela (la copla mestiza)

El mestizaje es raíz de nuestra causa 

Profundas sensibilidades despierta el rostro de nuestras indígenas 




Durante siglos, los mestizos llaneros de Centro Occidente y de la zona oriental,  han evocado al ancestro indígena en sus afamadas coplas viajeras o en cuentos cantados, corríos o galerones,  adscritos al joropo en el que se canta, se silba,  se baila, se festeja con sonoros instrumentos y melodías, muy al estilo de las "Turas" de los padres originarios,  las terribles  historias que muchos antepasados padecieron. Algunas de estas notorias sensibilidades artísticas “las devora la sabana”, pero otras perviven en distintos formatos literarios, como las presentadas aquí y que esperamos resulten de su entero agrado, dentro del concepto de resistencia indígena que nosotros suscribimos.

MATA DEL AHORCADO (Rómulo Gallegos-José Romero Bello)

Iban los dos caminando
por la orilla del estero
llevaba el indio la soga
y el blanco el mal pensamiento
el blanco que bien sabía
que el indio no era cuatrero
sino que el hombre le dijo
“Anda y róbate el becerro”
Iban los dos caminando
a la luz de los luceros.

Ay, caminando
a la luz de los luceros
llegaron hasta una mata
de un nombre que no recuerdo 
llegaron y se pararon
en una pata de ceibo
y el blanco le dijo al indio
“Arrodíllate cuatrero
ya vas a ver lo que cuesta
un mamantón de mi hierro”
llegaron y se pararon
bajo la copa de un ceibo.

Ay, de un ceibo
“Encomiéndate a la Virgen,
échate la soga al cuello,
pues sólo te queda vida
pa´ rezar un Padre Nuestro”
así  que le dijo el blanco
y el indio así con empeño
“Que yo no robando maute,
que yo perdón te pidiendo”
Y eso lo estaban hablando
a la luz de los luceros.

De los luceros
desde aquel día la mata
del nombre que no recuerdo
la mientan “La del Ahorcado”
por el ladrón de un becerro
aquél que aquella noche colgaron
de los copitos de un ceibo
según lo pone el pasaje
a la luz de los luceros
iban los dos caminando,
señores, no cuenten esto.

2- MAREMARE- Popular de autores  desconocidos  

Maremare de los indios
no se puede comprender;
el que lo baila lo baila
y él no ha de aprender.

Maremare se murió
y no fue de calentura
¿De qué murió Maremare
si no fue de su amargura?

Maremare se murió
en la casa de Rosario
yo no lo vi de morir
pero he oído el comentario. 

Cuando murió Maremare
los indios bailaron tura
y después que lo bailaron
les pegó una calentura.

Maremare se murió
camino de Cumaná
yo no lo vi de morir
pero vi la zamurá.


Maremare se murió
cuando pasó la tormenta
yo no lo vi de morir
pero vi la huesamenta.

De Maremare encontraron
solamente los huesitos
y los indios lo llevaron
a enterrarlo en su ranchito.

3-DESASTRE EN LA RUBIERA (Nelson Morales)

Era una fresca mañana
de un veintitrés de diciembre,   
cuando dieciocho indios cuibas
salieron de sus viviendas,
bajo el engañó más cruel
del caporal de una hacienda,   
quien les dijo que con él
chicos y grandes se fueran,         
con el fin de disfrutar
de una fiesta en La Rubiera,         
adonde los aguardaban
la muerte malvada y negra,      
Los bandidos esperaban
que todos se reunieran,
fue entonces cuando salieron
de su escondite pa´ fuera,
a matar cobardemente
a hombres, niños y mujeres,
ni  de aquellas criaturitas
se condolieron siquiera,
dos mujeres criminales
que tenían de compañeras,
preparaban el banquete
macabro de La Rubiera,
para que inocentemente
los pobres indios murieran.

Los indios eran dieciocho,
pero dos no perecieron,
éstos lograron salvarse
de un crimen verdugo y fiero,
un perrito que los indios
llevaron de compañero,
tampoco pudo escapar
de aquella infame tragedia,
fueron dieciséis los indios
que asesinados cayeron,   
después de ser arrastrados
por cuatro bestias cerreras, 
fueron el siguiente día
echados a la candela,
y aquí termina señores
lo triste de este poema,
que cuenta lo sucedido
de aquella trágica escena,
pero antes de despedirme
pido a la ley justiciera,
que castigue a los malvados
con una doble condena.

Gracias por sus visita 
                            Isaías Medina López

Notas del editor:
1- Estas coplas del Maremare fueron tomadas de Estudios en Antropología, Sociología, Historia y Folclor de Miguel Acosta Saignes, editado por la Academia Nacional de la Historia (Caracas, 1980).
2-  y 3- Estos corríos son tomados de ANÁLISIS DE FIGURAS ESPECTRALES EN EL CORRÍO Y LEYENDAS DEL   CANTO LLANERO TRADICIONAL de Isaías Medina López, Duglas Moreno y Carlos Muñoz (UNELLEZ-San Carlos, 2008)

miércoles, 30 de septiembre de 2015

Quinta muestra de poesía indígena en Venezuela (poemas y fotografías)


La poesía es la esperanza que se sueña



“He visto el rostro de mi hermano, sus ojos de lince joven, dos puntas finas de flecha, brillando en la oscuridad”.


Poesía de la sonrisa que se canta


“Mis hermanos son dos paujíes alados, brillantes y certeros.

Mis hermanos silban entre las ramas, como el paují de terciopelo y oro, como el tucán en la espesura”.

Joven indígena en ceremonial de la cosecha 


PALABREO DEL CHAMÁN (1)
Soy la voz del piapoco en la rama, mi paso es el paso 
del lagarto y del jaguar.
Mis ojos miran a lo lejos, traspasan la selva y llegan 
al corazón de la tierra.
Mis amigos son los ardientes cunaguaros, las veloces ardillas, las lánguidas iguanas.
Mi canto es el canto del torrente, que arrastra flores 
y ramas en la espesura.
Piso como la danta, como el picure.
Veo en el aire rostros desconocidos, flores y truenos, 
tengo el signo de la flor y el canto.
Soy piedra y latido, soy rugido de fiera 
en la noche, compás de lluvia en la arena.
Mis cabellos flotan sobre el río
soy brillo de luciérnagas entre la hojarasca.
Pertenezco a la selva, traigo palabras 
de unión y fuerza, de aliento y de esperanza.
Están escritas en fuego y sangre nuestras lenguas, 
nuestras voces perviven en el aire, 
resuenan a través de los siglos.
Nuestra fuerza está en la tierra y la unión con ella, 
nuestro vigor esta en nuestros cantos, en nuestras flautas, en nuestros pasos a través de los árboles.
Cantemos juntos dancemos juntos, hablemos a las flores, 
a los animales, a los ríos.
Todos permaneceremos, cada día seremos más fuertes, creceremos como la hierba, como el bejuco silvestre, entibiaremos la tierra con calor de sol.

Serenidad y belleza originaria

Poesía Wayúu (2)

AURORA
Más allá delante de la aurora
donde retoñan las florecitas caminantes
donde danzan los pasos del viento
donde junto a la casa tenemos la casimba
se abre el cometa en el cielo

NADA CONSIGO EN CONTRA DE LOS PÁJAROS 
¡Cuánto envidio a los pájaros
por volar en el cielo! 
Leo cuanto libro consigo el delito de los animales 
y nada consigo en contra de los pájaros.
¡Desde cuándo que volaron las palomas
acompañando a la paz!

GUARDAMOR
Busco antigua urdimbre
para tejer un guardamor
con la imagen de tu cabellera.

CANTO REBELDE
El único canto
que me atrevo a replicar
es el canto de mi abuela
un canto encantado
un canto secreto

y canto rebelde.

Princesa amazónica


Poesía Kariña (3)

WANANA
Esponjo mis plumas
aspiro todo el aire
y con paso de garza
danzo   danzo

Contorsiono el cuerpo
tenso el pecho: escudo de nubes
rebullendo arenisca al paso
ciego los ojos
en esta guerra de amor

Agito a palmadas lentas frenéticas tirantes
cuello cabeza piernas
y danzo danzo danzo
hasta vencer pronunciando tu nombre
colgándote mis alas

VEN, IOROJKA, ¿DÓNDE ESTÁS?
Ven, Iorojka, ¿dónde estás?
En la gran inmensidad donde vives,
en lo profundo del profundo río,
en el hueco del sol y de la luna,
en las estrellas que obedecen tu poder,
en donde quiera que estés, óyeme.

Atiéndeme, Ayúdame,
Con todas las fuerzas te llamo.
Escúchame.
No permitas que desmaye, que muera.
Llámame a tu sitio.
Respóndeme con flor de la sangre.
Ven, Iorojka de dos caras. Ven.

Poesía Shikana (4)

PALABREO PARA CARMEN
Carmen es morena y menuda, como las piedras brillantes de los ríos son sus ojos color de miel húmedo y lento al posarse sobre las cosas, como pájaros o pétalos de flores.
Carmen es criolla, pequeña y suave como la hierba del camino.
Ella habla con voz leve como la brisa de la tarde.
Ocupa el lugar de mi madre y es como ella, callada, breve, exacta, hermosa, según la imagen que tengo guardada, según la imagen que ha viajado en el tiempo para mí, a través de dibujos que mi padre me dio diciendo: “Esta es tu Madre”.
Y se veía una mujer en plenitud lunar, con el embrujo del puma en la mirada.
Carmen no tiene su sonrisa, esa sonrisa de flores y frutas que sé en la imagen de mi madre.
Pero la siento cercana, su piel de hierba me recuerda la piel de nuestra gente.
Siento su voz amiga y presiento que también su imagen quedará presa en mi memoria.


Poesía Pemón (5)

TAREN PARA SOBREVIVIR LA MUERTE DE LA MUJER AMADA.
Amada mía, amada, como olvidar tu brillo, dame fuerzas para soñar que estas aún conmigo.
Porque tu ausencia duele como la herida de mil dardos ponzoñosos en la mitad del pecho.
Como olvidar el color de tu risa suave como lluvia sobre el caño, como olvidar tu ropa revuelta que se abrazaba tenue alrededor de tus muslos, tu cuerpo andariego, pleno de soles y luna, tú acento de pájaro silvestre, tus pasos de jaguar, tu sigilo de nube leve como un celaje de la tarde.
Evoco tus cabellos nocturnos, suave como las alas de la seda de las doradas mariposas.
Con esas alas vuelas tú, amada, con esas alas doradas y sedosas.
Vuela sobre la selva, sobre las montañas sagradas, vuela con las alas de mariposas sobre los ríos interminables, 
vuela con alas de colibrí brillantes sobre las grutas secretas de las cumbres desconocidas, 
mientras yo encuentro tu rostro en las hojas y escucho tu acento en las piedras que los niños lanzan al río
y oigo tu risa en el salto de agua más cercano, 
y siento de nuevo tu olor entre las frutas escondidas del monte.

TAREN DE UN JOVEN PERDIDO EN LA SELVA
No conoce los caminos y quiere encontrar el rastro, la huella invisible del Chamán amigo, 
el de los largos cabellos, el de la voz de águila y murmullo de espumas, del amor insatisfecho, de la pasión inconclusa, el del tabaco que jamás se apaga.
Taren es un niño – tigre que no encuentra el rumbo.
Le preguntara a los astros el camino, a la luna fría y distante, y después oirá la voz del mochuelo nocturno el canto helado de los grillos, el trino solitario de las aves que pueblan la noche espesa.
Escuchará el rugido de los ardientes cunaguaros que se acercan envueltos en luciérnagas, para llevarlo al río para que sacie su sed de siglos y contemple el rostro sabio del padrino.
Taren del joven que bebió el agua pura de la tierra escarchada de estrellas, y supo que el Chamán protector lo miraba desde el aire, guiaba sus pasos.
Así encontró el sendero y fue con unos de los seibos de copa riente, fue uno con el viento, uno con el lustroso cunaguaro, con el obstinado armadillo.
Así llego al lugar seguro y no lo toco la tormenta, ni lo asusto el murciélago, ni la lechuza, porque conoce todos los secretos de la selva, por eso toco su flauta mientras termina este taren, taren de un joven que hallo su camino.

UN TAREN PARA NO PERECER
“Waira”, el danto, siendo padre de un recién nacido se puso de viaje, y no en un viaje cualquiera.
Por la montaña adentro, por entre nubes, por lugares pantanosos y hasta de noche en medio de las grandes selvas habitadas por Waira, Tamanua y cunaguaro.
Pero Waira se dio cuenta de que por allí andaban las grandes serpientes y otros seres, que habitaban en las selvas, en las serranías, en las lagunas y en los ríos por donde iba a salir de viaje.
Y por eso se nombró a sí mismo y se hizo taren.
Así se hizo taren Waira:
He aquí que yo voy a salir de viaje, y me nombro a mí mismo.
Porque he aquí, que yo, yo mismo, me voy de camino con mis sandalias de hierba en los pies y mi sombrero de palma en la cabeza, la nube será mi sombrero.
Yo iré por medio de las grandes serpientes y las iré espantando, y los “mawariton” no me verán, ni me verán los “awapiri” nocturnos, más bien yo los asustaré y los ahuyentaré.
Yo ciertamente yo y por mí mismo, yo que soy el “Dawairapia”.
Este solo y único nombre fue el que dijo. Y ni él se dañó ni sus hijitos.
Y este es nuestro taren para cuando siendo padres de recién nacidos, tengamos que ir de caza o por otros motivos viajar a través de las montañas holladas por los cunaguaros.
Pero cuando el viaje no es por las selvas, sino por sabanas y las “wontai”, o montecillos, el que se nombra como taren es el “tamanua” u oso hormiguero.
¿Por qué? Porque el oso hormiguero se fue siendo padre de un niño muy pequeño, en tiempo de verano a través de caminos inseguros y por medio de lugares sin camino, por medio de árboles espinosos y de cañas y hierbas punzantes, y a pesar de todo, su hijo no se enfermó ni entristeció.
Y esto, porque al tiempo de salir de viaje, teniendo un niño pequeño, yo voy a caminar por lugares sin camino y entre plantas espinosas y pelusas que escuecen.
Pero yo haré que mi hijo no se enferme, esas cosas no lo lastimarán.
Yo cargaré siempre a mi hijo sobre mí mismo. Y mi hijo no se escocerá, mi hijo no llorará, mi hijo no se debilitará.

Nota de la Edición 
Palabreo del Chamán (1); La Poesía Shikana (4) y la Poesía Pemón (5) se transcribieron de El Chamán de los CunaguarosViaje por el mundo indígena venezolano de Marisa Vanini de Gerulewicz, publicado en Caracas (2008)  por El perro y la rana.  
(2) La Poesía Wayúu fue transcrita de Lenguaje de Sol de José Ángel Fernández Silva Wuliana publicado en Caracas (2006) por Monte Ávila Editores Latinoamericana. 
(3) La Poesía Kariña fue transcrita de Piel de Maraka de José Canache de La Rosa, publicado por en El Tigre (1993) por el Centro de Actividades Literarias de El tigre.