Simón Bolívar es uno de los héroes de la Independencia Americana
más representados en la cultura popular del continente
(imagen del archivo de Ciudad Cojedes)
(imagen del archivo de Ciudad Cojedes)
Bolívar desde niño en el imaginario popular
(archivo de Anguiney)
SIMÓN BOLÍVAR Y LA NAVIDAD (cuento de Isaías Medina
López)
Ningún sitio en el mundo como Cartagena de
Indias para pasar la Navidad de 1812. Nueve noches antes del 24 de diciembre un
alborozo muy genuino mezcla la todavía reciente independencia de la ciudad y la
tradición de los festejos que inunda las casas, las iglesias, las calles; la
gente. Y en ese 15 diciembre, mientras se vociferaba el antiguo Pregón que
anuncia la Navidad, Simón Bolívar regala
al mundo su Manifiesto de Cartagena.
El joven comandante, de apenas 29 años es la
estrella rutilante de aquellas pascuas. Las
invitaciones a las tertulias de bohemia política, tan gratas a su espíritu, se multiplican, se confunden y se
solapan entre sí. En medio de su regocijo, Abel, su secreto guardián colombiano,
le aplica un violento freno a su creciente alegría:
-Ramón
Correa marcha contra nosotros, con 300 indios motilones y 500 realistas.
Lo de los 500 realistas era lo de menos. Saber que un batallón de los bravíos
indígenas de Perijá le presentarían batalla retumbaba en todo su ser. Abel seguía describiendo con
precisión el contingente enemigo, pero Bolívar solo pensaba en los indómitos
motilones, los conocía por su fama de inclementes, de flecheros certeros incansables
a los que tanto admiraba desde la infancia.
¿Pero, como pudo suceder semejante atrocidad?
Le pregunta Bolívar.
-Correa les convenció con falsas promesas y
con el engaño de que usted les quitaría sus tierras en caso de vencer a las tropas
leales a España. Esa fue la respuesta de Abel.
La jugada parecía turbia, pero muy lógica.
Ramón Correa, era un avezado brigadier realista; nacido en África y casi duplicaba
en edad a Bolívar. Además, poseía la
convicción de que “en la guerra todo se vale” y lo aplicaba al pie de la letra.
Sin dar pie a la menor duda, Bolívar da una rotunda orden:
-No regreses hasta tener buenas noticias.
De allí en adelante el joven patriota asiste
a las galas decembrinas bajo la enorme expectativa que se genera su sola
presencia, aunque muy adentro, su ánimo se había marchado en los ojos y oídos
del ferviente Abel.
Lejos del encanto marítimo de Cartagena, los
días en el campamento de Correa son muy
distintos. Días de pesadas marchas por los escabrosos montes que van del Zulia
hacia Cúcuta y de reuniones de jefes guerreros claramente dividen a aquellos
aliados: los españoles por un lado y los "motilones bravos” por otro.
Siendo la desconfianza un impulso tan
poderoso, el cacique Barabará, jefe de todos los motilones que marchan con
Correa, manda traer a un piache junto a
los otros líderes para discutir el futuro de sus guerreros. El sabio y anciano
Dombé, hace encender una fogata y sobre ella lanza una paloma buscando adivinar
en las volutas de humo lo que les traería su destino. No bien se dispusieron los jefes guerreros cuando, de pronto, toda la leña
y el ave se consumen en cuestión de un minuto. Repiten el ritual una segunda y
hasta una tercera vez y el resultado es el mismo: todo se esfuma ante sus ojos.
El día previo a la Víspera de la Navidad, el
Día de Santa Victoria, Bolívar, debatiéndose entre sus deseos de conocer las
costumbres de Cartagena y su angustia por la suerte de la batalla próxima con
Correa y los motilones, asiste a lo que
sería para él una novedosa tertulia en
casa de Don Manuel Caicedo y Cardoso. El encuentro no podía ser más auspicioso.
Una extraordinaria sensación de magia navideña invadió el corazón de los allí
presentes.
La ceremonia se centra en la invocación de la
“Luz de Buenaventura” o “Luz de Santa
Victoria”. En un adornado mesón colocan una larga vela de vivas coloraciones
amarillas, verde y azules a la que todos
los presentes –al mismo instante-
intentan encender luego de hacer en silencio alguna petición para el venidero
año y cuyo favor se le encargan al Niño Jesús: quien lo encienda de primero
recibirá el favor solicitado. El amable grupo se traslada a un patio posterior
de la casona y convierte a Bolívar en el centro de atención, sin embargo una novedad rompe la armonía del
grupo: la vela ha desaparecido.
A esa misma hora Ramón Correa, en su cuartel
cercano a Cúcuta, es sobresaltado por sus ayudantes: -“Los motilones se ha
fugado”.
Enérgico, como siempre, ordena que se les
persiga. Con la suposición obvia del retorno de estos guerreros a sus tierras,
se movilizan los españoles hacia el camino de venida. Y nada. Ni un rastro
siquiera, pues aunque aparezca un enigma inescrutable o un acto supremo de
hechicería ancestral, el cacique Barabará condujo a su batallón de motilones a donde
jamás los realistas podían encontrarles: hacia adelante, luego dando un largo
rodeo, tras marchar toda la noche, tomaron
un viejo camino indio que los hombres de Correa desconocían por completo.
A las seis de la mañana de aquel 24 de
diciembre el joven libertador desafía el temprano frío de enero enseñoreado en la
ciudad. Con los ojos abiertos a más no poder, adivinó un punto en el camino que
crecía segundo a segundo. Abel, su fiel informante, que partió con la orden de
no retornar hasta traer buenas noticias, estaba de regreso con el rostro vivazmente
iluminado y al que después el mismo Bolívar, llamaría: “La Milagrosa
Estrella de Santa Victoria de Cartagena”.
Nota: El
28 de febrero de 1813, en la ciudad de Cúcuta,
justo a las 6 de la mañana, Simón Bolívar y Manuel del Castillo y Rada, frente
a un contingente de 500 patriotas derrotan al brigadier Ramón Correa al mando de 800 realistas. Este hecho de armas se conoce como el inicio
de la Campaña Admirable.
3 comentarios:
Un relato muy interesante, Isaías. Un fuerte abrazo para ti y para Cojedes.
Felicitaciones Isaías, no existe nada más noble que avivar en los CORAZONES BOLIVARIANOS una llama que -lamentablemente- poco a poco se apaga...QUE VIVA BOLÍVAR CARAJ...!!!
Excelente relato primo Isaías... que la luz de Buenaventura” o “Luz de Santa Victoria nos elimine hoy a Venezuela en el cumpleaños del Libertador Simón Bolívar.
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