Niños llaneros con ofrenda de los Reyes Magos. Archivo de Luisa González
LA CIUDAD DE LOS REYES MAGOS (Isaías Medina López)
La espera de los reyes magos causa gran ansiedad. Archivo de Fernando Parra
Siguiendo los pasos del poeta Hesiodo, los Reyes Magos fundaron su propia villa, y para recordar el lugar de donde provenían la llamaron Naturalia y con el correr del tiempo Navidad. Capaces, como nunca se había visto, arrojaron a las arenas del desierto un tapete y sobre este una mazo de barajas y se creó un verde prado colmado de palacios, casas y fuentes llenas de frescura. Y he de allí entonces que se propagara la noticia en los cielos y acudieran hasta ellos las diosas y ninfas empeñadas en aumentar la descendencia divina. Así surgió, entre los esposos, un tiempo perfecto para el amor celeste.
Las acompañantes de los reyes magos brindaban magia, belleza y luz.
Archivo de Jesús Reina
Y hubo tal complacencia que
al poco tiempo había cien hijos varones. Y fue tanto, el prodigio de sus padres y madres que
aquellos retoños nacieron dotados de extraordinarios poderes, y fue así como
toda su casta creciera libre de albedrío y pensaran en tomar por asalto los astros
que gobernaban este mundo. Reunidos una vez y dispuestos a su hazaña oyeron la
voz de los dioses del sueño, quienes atemorizados por esa magia, los sometieran
en un profundo letargo y les llevaran muy lejos a un remoto confín del universo
donde han crecido como gigantes de infinita talla.
Y al mucho tiempo después,
los Reyes Magos, agobiados por el solitario encierro en sus dorados palacios,
encendieron, por segunda ocasión, las luces
de Navidad. Y a las puertas de sus mansiones acudieron las reinas provenientes de la más cruda
de las magias. Y fue así como tras mil
días de festejos nupciales y juramentos de riquezas, las tomaron por esposas y con ellas tuvieron cien
nuevos hijos que, también, llenaban de
asombro a todos los sabios. Y
fueron, entonces, esos mismos sabios quienes aconsejaron a
estos nuevos hijos la creación de un planeta propio para ellos, y resultó que dieron una gran fiesta y su celebración anticipada
fue escuchada por las envidiosas reinas
de las magias oscuras quienes les hicieron beber un vino que les causó permanente ceguera
hasta que abandonaron aquella hermosa ciudad, sin que hoy se conozca nada de
ellos.
Y, tras varios años de
espera, los Reyes Magos olvidaron esa triste historia y volvieron a confiar en
su corazón y, por una tercera oportunidad, su amada capital se abre a una caravana formada por las
hijas de otros reyes mortales de todos los pueblos conocidos. Y al recibirlas
con amor su linaje vino a poblar las casas de Navidad y fueron criados por
hacendosas mujeres sabias, y he de aquel gusto por construir cosas llenas de
prodigio, que los hijos de los de los reyes magos y las princesas mortales se
empeñaran en crear un nuevo cielo y
enriquecerse vendiendo pociones mágicas para alcanzar la salvación, hasta para las
más míseras almas humanas. Y fue así, que los reyes mortales presumiendo
que se podían quedar sin su derecho a ascender al antiguo cielo, impulsaran el secuestro de todos aquellos
laboriosos reyes-hijos y vinieran a dispersarlos por todos los confines de la
tierra encargados, para siempre, de
entonar cantos bajo el brillo de las estrellas.
Y fue así como ya cansados
de ver como a sus hijos habían sido
dispersados por tantos destinos sin nombre siquiera, los Reyes Magos
emprendieron un día su propia caravana. Ocultas sus identidades verdaderas por
la gracia de sus poderes mágicos visitaron infinidad de senderos y se enlazaron en matrimonio con las más humildes
mujeres que les ofrecieran espontáneamente su querencia. Ellas hablaban el
sencillo lenguaje de los campos, de las aldeas, de los pueblos que parecen
pequeños dibujos en una canción. Y fue
entonces que en modestas chozas y habitaciones, esos dulcísimos amores florecieron
sin mancha y es así como procrearon,
esta vez, cien hijas, más hermosas que cualquier sabiduría. Y a cada una de ellas les dejaron un pedazo de su
ciudad encendidos en sus corazones, y todas, desde ese momento han sido
llamadas poesía.
5 comentarios:
Precioso y tierno relato, Isaías, un fuerte abrazo.
Buen uso de las imágenes y de la poesía en el texto, que habla por sí mismo.
Precioso profesor...
Hermoso!!! Feliz Navidad. Un fuerte abrazo.
me fascinaron los relatos, feliz Navidad
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