Pese al inocente rostro de María San José no podía conseguir posada

LETRAS DE COJEDES Espacio sin lucro para promover las Artes de la Oralidad, la religiosidad popular, experiencias comunitarias, publicaciones y textos inéditos: hacia un nuevo perfil de la literatura popular. San Carlos, Cojedes, corazón de la llaneridad venezolana. Ganador del VII Premio Nacional del Libro (Venezuela, 2010-2011)Coordinador Isaías Medina López.
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lunes, 5 de noviembre de 2018
Poemas de Navidad: San José pidió posada (poemas, estudio y audio musical)
SAN JOSÉ
PIDIÓ POSADA. Estudio y compilación de poemas de Pilar Almoina de Carrera (*)
Es este
otro romance de asunto religioso, también con gran arraigo en la tradición
popular. Trata de la peregrinación de San José y la Virgen hacia Belén en los
momentos previos al nacimiento de Jesús; circunstancia que se refleja de modos
muy diversos en la variedad de títulos
que ostenta. En este caso le damos el nombre que consideramos como
característico en las versiones venezolanas.
En
España se recogen ejemplos de temas semejantes. Al respecto conocemos dos
versiones, que con el nombre de La natividad, publica Kurt Schindler (1941).
También suele aparecer contaminado con otro título Los desposorios santos,
incluso, por ejemplo, el Romancero popular de la Montaña (Cossío y Maza Solano,
1933).
Seguramente
la difusión popular de este romance en
España es mucho mayor – su tema permite suponerlo- de lo que podría sugerir su
presencia en las antología publicadas..
De igual
modo, este romance debe ser muy conocido en toda Hispanoamérica, aunque, casi no
aparece en antología s y colecciones. Esta supuesta contradicción quizás
encuentre parcial explicación en posibles variaciones radicales en el título de
romance, y sobre todo en la falta de profundización sistemática en la labor
colectora.
Están Incluidas tres versiones de diversas zonas del país, seleccionadas entre otras que en
general responden a los mismos modelos. La versión I fue recogida en el estado
Táchira y publicada por Rafael Olivares Figueroa. Mantiene los rasgos
esenciales de las variantes venezolanas; perdiéndose el momento en que San José
llama a María a acostarse. Conserva el asonante ía, que es el característico en
Venezuela.
I
San José
pido posada
para su
esposas que “tría”.
y no le
quisieron dar
porque
no les convenía
-Vámonos
pa’ aquella cueva
por si
mi esposa cabía.
San José
sopló candela
Con una
“ilabon” que “tria”
-Vengase
a soplar hermosa.
Vengase
a soplar, María
La
Virgen le respondió
que
soplara si quería,
que la
dejara llorar
que ella
con llorar tenía,
San José
tendió la cama
Con pan
y gloria que “tría”
-Vengase
a comer, hermosa,
vengase
a comer, María.
La
Virgen le respondió
que
comiera si quería,
que la
dejara llorar
que ella
con llorar tenía
Al peso
‘e la media noche,
se
despertó San José
y halló
a su esposa “paría”,
con un
niño tan hermoso
que en
la cueva no cabía,
bajan
ángeles del cielo
con
música y alegría,
unos a
adorar al niño,
otros a
ver a María. (Informante: Rosalina de Vargas. Pregonero, estado Táchira)
La
versión II, también colectada y publicada por Olivares Figueroa- quien
necesariamente tiene que ser muy citado con relación de la disfunción del romance
popular en Venezuela-, fue recogida en Guatire, estado Miranda. Conserva las
líneas temáticas y el desarrollo característico ya señalados. Es de hacer notar
como aspecto excepcional en las variantes venezolanas, la inclusión aquí de un
ambientador regionalista en el verso seis: “y llego a una ranchería”. Este
aspecto es poco corriente en los romance de tema religioso; aunque también
conocemos otra versión, recogida por el profesor Luis Arturo Domínguez en el
estado Falcón
II
San José
pidió posada
para su esposa María;
no se la
quisieron dar
porque
no le convenía.
Siguió
camino adelante
y llegó
a una ranchería;
y allí
le dieron posada
porque
si le convenía.
San José
puso la mesa,
pan y
vino que traía
le dijo
a su dulce esposa:
Ven a
cenar, mi María.
La
Virgen le contestó
que ella
cenar no quería,
que la
dejara llorar
que ella
con llorar tenía
San José tendió la cama
con
linos de Alejandría:
le dijo
a su casta esposa:
Ven a
dormir mi María.
La
Virgen le contestó
que ella
dormir no quería;
que la
dejara llorar
que ella
con llorar tenía.
A las
doce de la noche
San José
se adormecía;
y en el
pesebre sagrado
La
Virgen se sonreía.
A Dios
tiene entre pañales
luminosos
con el día,
la más
hermosa del mundo.
La
Virgen Santa María.
A
continuación insertamos un fragmento de este romance que recogimos en la misma
zona de la versión anterior, en este caso: Guarenas; pero, en 1960. Se recolectó entre los cantos de La parranda de San Pedro, dirigidos a vasto público en la
plaza principal de la población; función viva que imprime particular
significación y proyección a la pervivencia del romance.
San José
pidió posada
para su esposa María;
no se la
quisieron dar
porque
no los conocían;
le
dijeron que siguiera
camino
de Berbería.
Allí les dieron posada
Porque
allí les convenía.
-San
José sacó candela
de un
eslabón que traía
y le
dijo a su mujer:
-Ven a
comer mi María. (Informante A. Rojas.
Colectores: Pilar Almoina de Carrera, Gustavo Luis Carrera y Abilio Reyes)
La
versión III fue publicada por Lourdes Debuc de Isea: Los desposorios de José y
María. Nos parece que en este caso es evidente que se han mezclado dos
romances, ya que la primera parte del texto corresponde al que designa el
título, pero a partir del verso “San José pidió posada” es nuestro romance.
Esto es fácilmente comprobable, no solo por el núcleo temático, sino por la
misma asonancia: la primera parte no mantiene ningún asonante, y del verso
señalado en adelante se mantiene el clásico ía. Por eso insertamos aquí
solamente lo que pertenece propiamente al romance de San José pidió posada.
III
San José
Pidió posada
para una
esposa que traía
y no le
quisieron dar
porque
no les convenía.
Siguió,
siguió, más adelante
donde
llaman Berbería
y allí
les dieron posada
porque
allí les convenía.
San José
tendió la mesa
con pan
y vino que traía
venga
comamos, María.
Y María
le contestó
que ella
comer no quería
que la
dejara llorar
que ella
con llorar tenía,
San José
tendió la cama
con
rosas y Berbería
venga,
durmamos, María.
Y María
le contestó
que ella
dormir no quería
que la
dejara llorar
que ella
con llorar tenía.
A punto
de medianoche
que
medianoche
que
medianoche sería
abrieron
puertas y ventanas
y la encontraron
paría.
Bajaron
un coro de ángeles
con
música y alegría
unos a
vestir al Niño
otros a
ver a María. (Informante: María de Jesús Infante. Boconó, estado Trujillo)
En
versiones recolectadas por Isabel Aretz y Luis Felipe Ramón y Rivera en los
estados Barinas y Táchira, se produce un curioso diálogo entre San José y el
“rey del cielo”, después del parto, con ocasión del “acenso” de aquel o el
“descenso”, de este. Esta interesante
circunstancias – como ya hemos señalado, no generalizada en las versiones
venezolanas -, se resuelve en una forma directa y de tono familiar de la cual
este es un expresivo ejemplo: “-¿Cómo quedó la parida? / -Muy linda quedó,
Señor, / entre su celda metida”
(Informante: Clarisa de Gómez. Barinitas, estado Barinas)
En evidente
que con San José pidió posada otro tanto que con La calle de la amargura: el
asunto religioso facilita la amplia penetración en el sentir de un pueblo que
esencialmente profesara esas mismas creencias; y de otra parte conduce a una conservación más
exacta y constrictiva. Sin embargo, la dinámica de la tradición popular oral
acepta difícilmente arquetipos y conceptualizaciones rígidas: ya hemos visto
que otros romances de tipo novelesco hasta ahora muestran igual o más amplia
divulgación que los religiosos, y que estos, a pesar de su condición más
estricta en la adecuación a un modelo, no se cierran a la incorporación de
algunos regionalismos. En todo caso, tal es la realidad del romance tradicional
en Venezuela, como en otras partes, el proceso dialéctico de la conservación y
de la evolución transformadora.
Bibliografía
citada:
Cossío, J. M. de y Maza Solano, T. (1933). Romancero popular de la Montaña.
Santander: Sociedad de Menéndez y Pelayo.
Dubuc de
Isea, L. (1966). Romería por el folklore
boconés. Mérida: Talleres Gráficos Universitarios.
Lira
Espejo, E. (mayo-junio 1946). “Crónica
del cantar colombiano”. Revista Nacional de Cultura.Año VII. Nº 56.
Menéndez y
Pelayo, M. (1945). Antología de Poetas Líricos Castellanos. Tomo IX.
Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
Menéndez
Pidal, R. (1953). Romancero Hispánico. Madrid: Espasa-Calpe.
Poncet
de Cárdenas, C. (1914). El romance en
Cuba. La Habana: Siglo XX.
Schindler,
K. (1941). Folk, music and poetry of Spain and Portugal. New York: Hispanic Institute in the United
States.
Disfrute del audio musical "La Fecha Mayor" del grupo de parrandas Los Céntricos de Cojedes en el siguiente enlace:
miércoles, 26 de noviembre de 2014
Cuentos Venezolanos de Navidad (4): La Carta (José Ana Silvera)
Niña en lomos de su burriquita
(archivo de Catherine Colmenarez Colmenarez)
-¡Vacaciones, Papi!, ¡vacaciones!, ya nos
dieron las vacaciones en la escuela…y Papi escuchaba.
Si, era cierto. A sus hijos les habían
dado las tan ansiadas vacaciones navideñas. Buenos estudiantes, buenas
calificaciones, buenos hijos y buenos padres, pero pobres, no tanto como para ir
pidiendo limosnas, pero si lo suficiente como para una vez más no poder
complacerlos en sus peticiones que llegarían en la consabida carta.
-¡Vacaciones, Mami!, ¡vacaciones!
Era tal la alegría de los niños que no
alcanzaban darse cuenta que mas que hablar, gritaban. La madre les dijo que
estaba bien, que se calmasen y que por favor bajaran la voz pues alborotarían
al vecindario. No era correcto que alguien les llamara la atención por
escandalosos. Sus consejos fueron interrumpidos cuando la niña, más pequeña,
exclamó:
-Ya sé, ahora le haré una carta al Niño
Jesús…
-Yo también –dijo el hermanito-.
-No pediremos muchos, pues sabemos que
el es pobre y tiene que ayudar a mucha gente. Eso dijo en la carta que nos dejó el año pasado cuando tampoco nos dio nada, pero como esta vez hemos sido más
obedientes y mejores estudiantes tal vez nos complazca.
Petrica, que así se llama la niña,
viendo a su hermanito Rafaelito dijo: ¿Y si hacemos una sola carta? ¿Y si le
pedimos una sola cosa?
A lo que el niño con entonación entre
picaresca y maliciosa comentó: -Si, tienes razón, el mas a los vecinos, ni
fingiremos en la escuela haciendo creer que vemos algunos programas, o no
tendremos que decir que la antena se cayó que se descompuso el aparato…
Mientras los niños hablaban no vieron al
padre acercarse ni mucho menos pudieron entender la mirada llena de angustia
que esta dirigió a su mujer. Y pasaron los días, llegó el 24 de diciembre, la
carta enviada por los chicos ahora reposaba en el bolsillo del pantalón del
jefe del hogar, quién una vez más la sacó y la leyó: ¨Queremos una sola cosa y
es un televisor, somos buenos hijos, nos portamos bien, estudiamos bastante, yo
saqué quince y Petrica diecinueve, mis notas no son tan buenas, pero te prometo
querido Niño Jesús que seguiré mejorando. Las firmas identificaban a sus hijos.
¿Qué hacer? No podía complacerlos, sus
recursos económicos no le alcanzaban para eso, hacerles otra carta como la del
año anterior era frustrarlos, por ello trataría de convencer los hablándoles y
diciéndoles que era difícil que el Niño Jesús trajera lo que querían. Guardó
nuevamente la carta en el bolsillo trasero del pantalón. Con un caminar lento
salió de la casa con destino al abasto donde eran ampliamente conocidos, compró
algunos comestibles, cuando sacó el dinero para pagar no se dio cuenta que la
carta se le había salido y estaba en el suelo. Con un andar cansino regresó al
hogar.
Esa noche los muchachos, ilusionados, se
acostaron mas temprano que nunca, desde la ventana de su cuarto, veían el
cambiante y trémulo color de las estrellas, reían al observar que en sus
titileos parecieran que les daban mensajes ratificándoles que tendrían el
ansiado televisor… como lo tenían todos los otros niños de la cuadra y se
quedaron dormidos.
Temprano, muy temprano se desertaron,
sus miradas recorrieron el dormitorio y no vieron lo que querían, en puntillas
con mucho cuidado fueron hasta la sala, allí sólo estaba su padre, sentado en
su vieja silla con la mano tapándose el rostro, nada, no estaba lo que
esperaban. El Niño Jesús no los había complacido, a menos que estuviese en el
cuarto de mamá, abandonaron la cautela, corrieron hasta el otro dormitorio,
abrieron la puerta y sentada sobre su cama la buena señora sollozaba, más ellos
no lo notaron, sólo buscaban el televisor, que tampoco estaba ni en la cocina,
ni en el comedor, ni en el baño y volvieron a la sala.
Al entrar, el padre que los esperaba con
los ojos llenos de lagrimar les dijo: -Se lavan y se abrigan que vamos a dar un
paseo. Salieron, las calles a esa hora, todavía silenciosas las caminaron y
llegaron a un parque cercano. Los chicos extrañados veían a su padre que no
hablaba pero con infinita ternura los acariciaba, hasta que se sentó en un
banco el padre, cuando Rafaelito le preguntó:
-¿Por qué lloras, Papá? ¿Acaso perdiste
algo muy querido? Tú nos has dicho que únicamente se llora cuando perdemos algo
demasiado importante, cuando celebramos algo importantísimo en nuestras vidas o
cuando nos duele mucho una parte de nuestro cuerpo, ¿te duele algo, Papá?
Y el padre respondió que su dolor no era
físico sino nacido da la imposibilidad de satisfacer algunas cosas.
Petrica, que veía las hojas de las
plantas, húmedas por el roció. Comentó:-Están como tú papi, tienen lágrimas.
Quizás el Niño Jesús lloró anoche por no poder traernos el televisor, pero ya
verás, en lo que haya sol se secarán y… bueno vale, no llores más, si es por
eso. Seguiremos viendo algunos programas en las ventanas de los vecinos que no
nos dicen nada, cuando queremos ver la tele.
Regresaron a la casa, cuando ya estaban
cerca vieron cosas extraños, la puerta de la casa estaba abierta, un hombre estaba sobre el
techo ¡Epa! ¡Paree que está poniendo una antena de televisión! Aceleraron el
paso y al entrar vieron en un rincón de la sala, la pantalla iluminada de un
pequeño televisor, mientras de la cocina salía la madre de los chicos
acompañada de los vecinos y del portugués del abasto diciéndoles: -Feliz
navidad.
Lector, verdad que sabes ¿porque?
Entonces, ¡Feliz Navidad!
Nota: Texto tomado de "Midas del Azar y otros relatos" de José Ana Silvera, publicado por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura (Caracas, 2011)
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