Mostrando entradas con la etiqueta cartas al Niño Jesús. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta cartas al Niño Jesús. Mostrar todas las entradas

lunes, 5 de noviembre de 2018

Poemas de Navidad: San José pidió posada (poemas, estudio y audio musical)


Pese al inocente rostro de María San José no podía conseguir posada



SAN JOSÉ PIDIÓ POSADA. Estudio y compilación de poemas de Pilar Almoina de Carrera (*)

 

Es este otro romance de asunto religioso, también con gran arraigo en la tradición popular. Trata de la peregrinación de San José y la Virgen hacia Belén en los momentos previos al nacimiento de Jesús; circunstancia que se refleja de modos muy diversos en la variedad  de títulos que ostenta. En este caso le damos el nombre que consideramos como característico en las versiones venezolanas.

El tema, fue muy del gusto de los poetas cultos de los siglos XVI y XVII, de donde resulta frecuente su aparición en composición de espíritu devoto de la época. 

En España se recogen ejemplos de temas semejantes. Al respecto conocemos dos versiones, que con el nombre de La natividad, publica Kurt Schindler (1941). También suele aparecer contaminado con otro título Los desposorios santos, incluso, por ejemplo, el Romancero popular de la Montaña (Cossío y Maza Solano, 1933).

Seguramente la difusión popular de este romance  en España es mucho mayor – su tema permite suponerlo- de lo que podría sugerir su presencia en las antología publicadas..

De igual modo, este romance debe ser muy conocido en toda Hispanoamérica, aunque, casi no aparece en antología s y colecciones. Esta supuesta contradicción quizás encuentre parcial explicación en posibles variaciones radicales en el título de romance, y sobre todo en la falta de profundización sistemática en la labor colectora.

Muy popular y muy difundido es este romance en Venezuela. Se encuentra en todas las zonas del país, y es de hacer notar la conservación de todos los rasgos características que permanecen inalterables, con contadas excepciones. El desarrollo narrativo siguiente es el característico en la mayoría de las versiones venezolanas: San José pidió posada – para él y para María- y no se la dan; encuentra un lugar donde quedarse (otras veces les dan posada más adelante); prepara la mesa y llama a María a comer, ella se niega; tiende la cama, también se niega María a acostarse; y a la media noche  da  a luz María; vienen ángeles o pastores a la adoración.

Están Incluidas tres versiones de diversas zonas del país, seleccionadas entre otras que en general responden a los mismos modelos. La versión I fue recogida en el estado Táchira y publicada por Rafael Olivares Figueroa. Mantiene los rasgos esenciales de las variantes venezolanas; perdiéndose el momento en que San José llama a María a acostarse. Conserva el asonante ía, que es el característico en Venezuela.

         I

San José pido posada

para su esposas que “tría”.

y no le quisieron dar

porque no les convenía

-Vámonos pa’ aquella cueva

por si mi esposa cabía.

San José sopló  candela

Con una “ilabon” que “tria”

-Vengase a soplar hermosa.

Vengase a soplar, María

La Virgen le respondió

que soplara si quería,

que la dejara llorar

que ella con llorar tenía,

San José tendió la cama

Con pan y gloria que “tría”

-Vengase a comer, hermosa,

vengase a comer, María.

La Virgen le respondió

que comiera si quería,

que la dejara llorar

que ella con llorar tenía

Al peso ‘e la media noche,

se despertó San José

y halló a su esposa “paría”,

con un niño tan hermoso

que en la cueva no cabía,

bajan ángeles del cielo

con música y alegría,

unos a adorar al niño,

otros a ver a María. (Informante: Rosalina de Vargas. Pregonero, estado Táchira)

 

La versión II, también colectada y publicada por Olivares Figueroa- quien necesariamente tiene que ser muy citado con relación de la disfunción del romance popular en Venezuela-, fue recogida en Guatire, estado Miranda. Conserva las líneas temáticas y el desarrollo característico ya señalados. Es de hacer notar como aspecto excepcional en las variantes venezolanas, la inclusión aquí de un ambientador regionalista en el verso seis: “y llego a una ranchería”. Este aspecto es poco corriente en los romance de tema religioso; aunque también conocemos otra versión, recogida por el profesor Luis Arturo Domínguez en el estado Falcón

         II

San José pidió posada

para  su esposa María;

no se la quisieron dar

porque no le convenía.

Siguió camino adelante

y llegó a una ranchería;

y allí le dieron posada

porque si le convenía.

San José puso la mesa,

pan y vino que traía

le dijo a su dulce esposa:

Ven a cenar, mi María.

La Virgen le contestó

que ella cenar no quería,

que la dejara llorar

que ella con llorar tenía

San  José tendió la cama

con linos de Alejandría:

le dijo a su casta esposa:

Ven a dormir mi María.

La Virgen le contestó

que ella dormir no quería;

que la dejara llorar

que ella con llorar tenía.

A las doce de la noche

San José se adormecía;

y en el pesebre sagrado

La Virgen se sonreía.

A Dios tiene entre pañales

luminosos con el día,

la más hermosa del mundo.

La Virgen Santa María.

 

A continuación insertamos un fragmento de este romance que recogimos en la misma zona de la versión anterior, en este caso: Guarenas;  pero, en  1960. Se recolectó entre los cantos de La parranda de San Pedro, dirigidos a vasto público en la plaza principal de la población; función viva que imprime particular significación y proyección a la pervivencia del romance.

 

San José pidió posada

para  su esposa María;

no se la quisieron dar

porque no los conocían;

le dijeron que siguiera

camino de Berbería.

 Allí les dieron posada

Porque allí les convenía.

-San José sacó candela

de un eslabón que traía

y le dijo a su mujer:

-Ven a comer mi María.  (Informante A. Rojas. Colectores: Pilar Almoina de Carrera, Gustavo Luis Carrera y Abilio Reyes)

 

La versión III fue publicada por Lourdes Debuc de Isea: Los desposorios de José y María. Nos parece que en este caso es evidente que se han mezclado dos romances, ya que la primera parte del texto corresponde al que designa el título, pero a partir del verso “San José pidió posada” es nuestro romance. Esto es fácilmente comprobable, no solo por el núcleo temático, sino por la misma asonancia: la primera parte no mantiene ningún asonante, y del verso señalado en adelante se mantiene el clásico ía. Por eso insertamos aquí solamente lo que pertenece propiamente al romance de San José pidió posada.

       III

San José Pidió posada

para una esposa que traía

y no le quisieron dar

porque no les convenía.

Siguió, siguió, más adelante

donde llaman Berbería

y allí les dieron posada

porque allí les convenía.

San José tendió la mesa

con pan y vino que traía

venga comamos, María.

Y María le contestó

que ella comer no quería

que la dejara llorar

que ella con llorar tenía,

San José tendió la cama

con rosas y Berbería

venga, durmamos, María.

Y María le contestó

que ella dormir no quería

que la dejara llorar

que ella con llorar tenía.

A punto de medianoche

que medianoche

que medianoche sería

abrieron puertas y ventanas

y la encontraron paría.

Bajaron un coro de ángeles

con música y alegría

unos a vestir al Niño

otros a ver a María. (Informante: María de Jesús Infante. Boconó, estado Trujillo)

 

En versiones recolectadas por Isabel Aretz y Luis Felipe Ramón y Rivera en los estados Barinas y Táchira, se produce un curioso diálogo entre San José y el “rey del cielo”, después del parto, con ocasión del “acenso” de aquel o el “descenso”,  de este. Esta interesante circunstancias – como ya hemos señalado, no generalizada en las versiones venezolanas -, se resuelve en una forma directa y de tono familiar de la cual este es un expresivo ejemplo: “-¿Cómo quedó la parida? / -Muy linda quedó, Señor, / entre su celda metida”  (Informante: Clarisa de Gómez. Barinitas, estado Barinas)

En evidente que con San José pidió posada otro tanto que con La calle de la amargura: el asunto religioso facilita la amplia penetración en el sentir de un pueblo que esencialmente profesara esas mismas creencias; y de otra parte conduce a una conservación más exacta y constrictiva. Sin embargo, la dinámica de la tradición popular oral acepta difícilmente arquetipos y conceptualizaciones rígidas: ya hemos visto que otros romances de tipo novelesco hasta ahora muestran igual o más amplia divulgación que los religiosos, y que estos, a pesar de su condición más estricta en la adecuación a un modelo, no se cierran a la incorporación de algunos regionalismos. En todo caso, tal es la realidad del romance tradicional en Venezuela, como en otras partes, el proceso dialéctico de la conservación y de la evolución transformadora.

 

Bibliografía citada:

Cossío, J. M. de  y Maza Solano, T.  (1933). Romancero popular de la Montaña. Santander: Sociedad de Menéndez y Pelayo.

Dubuc de Isea, L. (1966).  Romería por el folklore boconés. Mérida: Talleres Gráficos Universitarios.

Lira Espejo,  E. (mayo-junio 1946). “Crónica del cantar colombiano”. Revista Nacional de Cultura.Año VII. Nº 56.

Menéndez  y  Pelayo, M. (1945). Antología de Poetas Líricos Castellanos. Tomo IX. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Menéndez Pidal, R. (1953). Romancero Hispánico. Madrid: Espasa-Calpe.

Poncet de Cárdenas, C.  (1914). El romance en Cuba. La Habana: Siglo XX.

Schindler, K. (1941). Folk, music and poetry of Spain and Portugal. New York: Hispanic Institute in the United States.

 

(*) Nota del editor: Los fragmentos de este ensayo se tomaron del texto de nuestra maestra, la doctora Pilar Almoina de Carrera, titulado: DIEZ ROMANCES HISPANOS EN LA TRADICIÓN ORAL VENEZOLANA. Caracas (1975). Edición del Instituto de Investigaciones Literarias de la Universidad Central de Venezuela. 


Disfrute del audio musical "La Fecha Mayor" del grupo de parrandas Los Céntricos de Cojedes en el siguiente enlace: https://www.youtube.com/watch?v=pUX4PU6Irjc



miércoles, 26 de noviembre de 2014

Cuentos Venezolanos de Navidad (4): La Carta (José Ana Silvera)

Niña en lomos de su burriquita
(archivo de Catherine Colmenarez Colmenarez)




-¡Vacaciones, Papi!, ¡vacaciones!, ya nos dieron las vacaciones en la escuela…y Papi escuchaba.
Si, era cierto. A sus hijos les habían dado las tan ansiadas vacaciones navideñas. Buenos estudiantes, buenas calificaciones, buenos hijos y buenos padres, pero pobres, no tanto como para ir pidiendo limosnas, pero si lo suficiente como para una vez más no poder complacerlos en sus peticiones que llegarían en la consabida carta.
-¡Vacaciones, Mami!, ¡vacaciones!
Era tal la alegría de los niños que no alcanzaban darse cuenta que mas que hablar, gritaban. La madre les dijo que estaba bien, que se calmasen y que por favor bajaran la voz pues alborotarían al vecindario. No era correcto que alguien les llamara la atención por escandalosos. Sus consejos fueron interrumpidos cuando la niña, más pequeña, exclamó:
-Ya sé, ahora le haré una carta al Niño Jesús…
-Yo también –dijo el hermanito-.
-No pediremos muchos, pues sabemos que el es pobre y tiene que ayudar a mucha gente. Eso dijo en la carta que nos dejó el año pasado cuando tampoco nos dio nada, pero como esta vez hemos sido más obedientes y mejores estudiantes tal vez nos complazca.
Petrica, que así se llama la niña, viendo a su hermanito Rafaelito dijo: ¿Y si hacemos una sola carta? ¿Y si le pedimos una sola cosa?
A lo que el niño con entonación entre picaresca y maliciosa comentó: -Si, tienes razón, el mas a los vecinos, ni fingiremos en la escuela haciendo creer que vemos algunos programas, o no tendremos que decir que la antena se cayó que se descompuso el aparato…
Mientras los niños hablaban no vieron al padre acercarse ni mucho menos pudieron entender la mirada llena de angustia que esta dirigió a su mujer. Y pasaron los días, llegó el 24 de diciembre, la carta enviada por los chicos ahora reposaba en el bolsillo del pantalón del jefe del hogar, quién una vez más la sacó y la leyó: ¨Queremos una sola cosa y es un televisor, somos buenos hijos, nos portamos bien, estudiamos bastante, yo saqué quince y Petrica diecinueve, mis notas no son tan buenas, pero te prometo querido Niño Jesús que seguiré mejorando. Las firmas identificaban a sus hijos.
¿Qué hacer? No podía complacerlos, sus recursos económicos no le alcanzaban para eso, hacerles otra carta como la del año anterior era frustrarlos, por ello trataría de convencer los hablándoles y diciéndoles que era difícil que el Niño Jesús trajera lo que querían. Guardó nuevamente la carta en el bolsillo trasero del pantalón. Con un caminar lento salió de la casa con destino al abasto donde eran ampliamente conocidos, compró algunos comestibles, cuando sacó el dinero para pagar no se dio cuenta que la carta se le había salido y estaba en el suelo. Con un andar cansino regresó al hogar.
Esa noche los muchachos, ilusionados, se acostaron mas temprano que nunca, desde la ventana de su cuarto, veían el cambiante y trémulo color de las estrellas, reían al observar que en sus titileos parecieran que les daban mensajes ratificándoles que tendrían el ansiado televisor… como lo tenían todos los otros niños de la cuadra y se quedaron dormidos.
Temprano, muy temprano se desertaron, sus miradas recorrieron el dormitorio y no vieron lo que querían, en puntillas con mucho cuidado fueron hasta la sala, allí sólo estaba su padre, sentado en su vieja silla con la mano tapándose el rostro, nada, no estaba lo que esperaban. El Niño Jesús no los había complacido, a menos que estuviese en el cuarto de mamá, abandonaron la cautela, corrieron hasta el otro dormitorio, abrieron la puerta y sentada sobre su cama la buena señora sollozaba, más ellos no lo notaron, sólo buscaban el televisor, que tampoco estaba ni en la cocina, ni en el comedor, ni en el baño y volvieron a la sala.
Al entrar, el padre que los esperaba con los ojos llenos de lagrimar les dijo: -Se lavan y se abrigan que vamos a dar un paseo. Salieron, las calles a esa hora, todavía silenciosas las caminaron y llegaron a un parque cercano. Los chicos extrañados veían a su padre que no hablaba pero con infinita ternura los acariciaba, hasta que se sentó en un banco el padre, cuando Rafaelito le preguntó:
-¿Por qué lloras, Papá? ¿Acaso perdiste algo muy querido? Tú nos has dicho que únicamente se llora cuando perdemos algo demasiado importante, cuando celebramos algo importantísimo en nuestras vidas o cuando nos duele mucho una parte de nuestro cuerpo, ¿te duele algo, Papá?
Y el padre respondió que su dolor no era físico sino nacido da la imposibilidad de satisfacer algunas cosas.
Petrica, que veía las hojas de las plantas, húmedas por el roció. Comentó:-Están como tú papi, tienen lágrimas. Quizás el Niño Jesús lloró anoche por no poder traernos el televisor, pero ya verás, en lo que haya sol se secarán y… bueno vale, no llores más, si es por eso. Seguiremos viendo algunos programas en las ventanas de los vecinos que no nos dicen nada, cuando queremos ver la tele.
Regresaron a la casa, cuando ya estaban cerca vieron cosas extraños, la puerta de la casa  estaba abierta, un hombre estaba sobre el techo ¡Epa! ¡Paree que está poniendo una antena de televisión! Aceleraron el paso y al entrar vieron en un rincón de la sala, la pantalla iluminada de un pequeño televisor, mientras de la cocina salía la madre de los chicos acompañada de los vecinos y del portugués del abasto diciéndoles: -Feliz navidad.
Lector, verdad que sabes ¿porque?
Entonces, ¡Feliz Navidad!

Nota: Texto tomado de "Midas del Azar y otros relatos" de José Ana Silvera, publicado por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura (Caracas, 2011)