Imagen en el archivo de la cantante de música llanera Jeanette Osal
LETRAS DE COJEDES Espacio sin lucro para promover las Artes de la Oralidad, la religiosidad popular, experiencias comunitarias, publicaciones y textos inéditos: hacia un nuevo perfil de la literatura popular. San Carlos, Cojedes, corazón de la llaneridad venezolana. Ganador del VII Premio Nacional del Libro (Venezuela, 2010-2011)Coordinador Isaías Medina López.
viernes, 2 de noviembre de 2018
GLOSAS DE CIEN CORAZONES (Rimas de amor llanero de Yorman Tovar)
La estrofa (redondilla) que sirve de pié a esta
trilogía de “GLOSAS DE CIEN CORAZONES” es de la autoría del poeta venezolano
Germán Fleitas Núñez. De esa estrofa he escrito varias versiones. Ese hecho no
corresponde a una planificada intención mía, si no que la estrofa es tan bella
y persuasiva que incita a la intención de glosarla en momentos, bien de inspiración
o bien de ocio. Son muchos los poetas venezolanos que la han glosado. En mi
caso particular lo he hecho, porque cada vez que la glosaba, la extraviaba
“entre amarillentas hojas y epístolas desvaídas”, dijera Andrés Eloy Blanco.
Aquí plasmo las tres versiones conseguidas, en orden cronológico. ¡Claro! Hay
coincidencias en la temática, mas es por mera casualidad.
Yorman Tovar
GLOSA I
NOVENTA Y NUEVE TE DI
Y EL OTRO LO CARGO AQUÍ
PARA DÁRTELO ALGÚN DÍA.
I
Las fibras de mi emoción
se desbocan al mirarte,
mi voz anhela cantarte
la más sublime canción.
Para ti tengo pasión
y toda la vida mía.
Hoy siento melancolía
de no tenerte en mi lecho
y aquí en el cofre del pecho
CIEN CORAZONES TENÍA.
II
Cien corazones abiertos
al horizonte del alma.
Ellos palpitan sin calma
entre amargos desconciertos.
Fueron tal vez desaciertos
que yo nunca comprendí…
¿Por qué dar todo de mí
sin reservar mis razones?
De un centenar de pasiones,
NOVENTA Y NUEVE TE DI.
III
Te di tajitos de luna
en cada beso sensual,
te di caño y morichal
en mi poesía moruna;
en ti jugué mi fortuna
y todita la perdí:
pelo e guama, garrasí,
dados, revólver y gallos,
perdí dos de mis caballos
Y EL OTRO LO CARGO AQUÍ.
IV
Y llegué a la encrucijada
de tres confusos caminos.
Mis ojos van peregrinos
por el rumbo de la nada.
De una sola pincelada,
plena de policromía,
trazo la fisonomía
del idilio más ingrato,
del que pintaré un retrato
PARA DÁRTELO ALGÚN DÍA.
GLOSA II
CIEN CORAZONES TENÍA,
NOVENTA Y NUEVE TE DI
Y EL OTRO LO CARGO AQUÍ
PARA DÁRTELO ALGÚN DÍA.
I
“Caminos del desamparo”
se lamenta Florentino
mientras se escucha –cetrino-
el canto del tarotaro.
Un despecho sin reparo
le ha truncado su alegría
y a la muda lejanía
le confiesa su amargura:
¡En mi pecho de llanura
CIEN CORAZONES TENÍA!
II
El coplero trashumante,
en ancas de su castaño
le canta su desengaño
al verano calcinante,
la soledad desafiante
lo baña de sol rubí
y el cantor, con frenesí
repite en sus desconsuelos:
¡Yo cargaba cien anhelos,
NOVENTA Y NUEVE TE DI!
III
“Por el ancho terraplén”
una copla se le estira,
por Rosángela suspira
“con la sabana en la sien”,
trocha y trocha el palafrén
bajo el espacio turquí…
¡Por qué la vida es así!
dice entre mudos resabios-
¡Te di un beso de mis labios,
Y EL OTRO LO CARGO AQUÍ.
IV
Cada hombre es Florentino,
Rosángela es cada hembra,
amor, desengaño, siembra
en los surcos del destino.
Canta el bardo peregrino
en su negra demalía: “
Espérame, vida mía
sobre tu lecho de armiño…
ya enlazaré otro cariño
PARA DÁRTELO ALGÚN DÍA.
GLOSA III
CIEN CORAZONES TENÍA,
NOVENTA Y NUEVE TE DI
Y EL OTRO LO CARGO AQUÍ
PARA DÁRTELO ALGÚN DÍA.
I
De mi condición bohemia
tan sólo queda el recuerdo.
El tiempo me vuelve lerdo
y mi copa se hace abstemia.
Ya el destino no me premia
con emoción y alegría,
se alejó el amor que un día
me dio calor en el lecho.
Recuerdo que aquí en mi pecho
CIEN CORAZONES TENÍA.
II
Te di el gorjeo de las aves
parleras de la mañana
y mi canción más galana,
entre agudos y entre graves.
Por tu amor quemé las naves
de mi loco frenesí,
tanto y tanto te escribí,
tantas cuitas amorosas,
y de un total de cien glosas,
NOVENTA Y NUEVE TE DI.
III
Te di el cielo tachonado
de simpáticas cabrillas,
te brindé las maravillas
de un poeta enamorado.
Como amante te he brindado
hasta el mundo que no vi.
Hoy siento que te perdí
y contigo la razón,
se me murió un corazón
Y EL OTRO LO CARGO AQUÍ.
IV
Te di el fuego juvenil
de mis ímpetus carnales
y te escribí en dos postales
el poema más febril,
te di mi voz varonil,
fundida en la poesía
y te di la fantasía
que guardaba en mi secreto
y ayer te escribí un soneto
PARA DÁRTELO ALGÚN DÍA.
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