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miércoles, 4 de noviembre de 2015

55 años de la grabación Florentino y El Diablo (Audio musical completo)

El temible "Cantador Sombrío"  encarnación misma del Diablo 
(archivo IACEB) 

En el 2020 arribamos a los primeros cincuenta y cinco años  de la célebre grabación discográfica  de la "Leyenda de Florentino y el Diablo", composición  realizada por José Romero Bello, sobre el poema popular llanero compilado por Alberto Arvelo Torrealba, y difundido en cuatro distintas versiones, la primera en teatro (no escenificada) y las tres publicadas de dicho contrapunteo: 1940, 1950 y 1957.

José Romero Bello, máximo compositor de leyendas de la música llanera 

Los créditos de esta grabación corresponden a José Romero Bello (Florentino), Juan de Los Santos Contreras, el “Carrao de Plamarito” (El Diablo) y el conjunto “Los Llaneros del Oeste", con Joseito Romero en el arpa. En 1979, este elenco versiona de nuevo esta pieza, añadiéndole varios diálogos que acrecientan su valor escénico y didáctico.     
El careo, que centra la leyenda, tiene como territorio las llanuras de Santa Inés, estado Barinas, pero su simbología abarca las sensibilidades  que nos apremian como pueblo: la permanencia y el bien contra la oscuridad y el mal, en una disputa que se libra al borde de la “Negra Orilla del Mundo”, como le calificara Humberto Febres.
Florentino, coplero errante y el mejor cantor del Llano, acepta contrapuntear con un cantor de sus mismas cualidades: un ángel caído que encarna al mismo Diablo. El Diablo, es un hábil maraquero,  indio, para más señas, por su parte Florentino, se presenta como peón de sabana diestro con el cuatro.
Para Duglas Moreno: “En este enfrentamiento Florentino sabe que encara lo enigmático, por eso reafirma que: “No quiero ocultar mi sombra / ni me espanto de la suya”. Mientras que el Diablo, estando al tanto de su condición sombría, responde en un pasaje de la leyenda que: “A mí no me espantan sombras / ni con luces me desvelo”.
Tanto Florentino, así como el Diablo, reconocen el misterio y la fuerza siniestra que existen su lucha. No obstante, el Diablo lleva a Florentino a un paraje, donde no hay destino. No existe el horizonte ni el recorrido y le dice:

¡Ay! catire Florentino,
cantor de pecho cabal
qué tenebroso el camino
que nunca desandará
sin alante, sin arriba,
sin orilla y sin atrás.

Este enfrentamiento no sólo es entre las sombras y la luz, sino entre el Llano y las tinieblas, entre el hombre y el maligno, entre la vida y la muerte, entre lo divino y lo maléfico, entre dos cantantes.  Uno que nació en el Llano y el otro, experto coplero de la sabana, pero que viene del más nunca y lleva su paso hacia el jamás, es decir, hacia la infinitud. Florentino sabiendo que su fortaleza está en la llanura, confiesa:

Porque mientras llano y cielo
me den de luz su caudal
mientras la voz se me escuche
por sobre la tempestá
yo soy quien marco mi rumbo
con el timón del cantar.

Termina esta porfía con un Florentino triunfante, pero el Diablo, no cae, sino que, en compases de silencio, en negro bongo, toma la enrancia”.  De esa manera Florentino derrota al  “Cantador Sombrío”,  conjugando cuatro destrezas: el talento de su voz, su   poesía, la salida del sol que disipa las sombras  y la ayuda de poderosas entidades celestiales, cuya larga letanía culmina así:

¡San Miguel! dame tu escudo
tu rejón y tu puñal,
Niño de Atocha bendito,
Santísima Trinidá.

  En cuanto a la grabación a que hacemos referencia, hecha por el sello Velvet, según Elba Romero López fue: “compuesta en Acarigua, Portuguesa, el 11 de abril de 1965”. La fecha es por demás significativa, pues el 11 de abril de 1749, las autoridades coloniales del imperio español, prohíben el joropo en todo el territorio de la, entonces, Capitanía General de Venezuela, so pena de excomunión, cárcel y multas. Esta coincidencia viene a significar uno, sino el principal,  de los desquites históricos del acervo musical llanero contra sus opresores. 
Caben indicar que este registro discográfico, la literatura fantasmal llanera alcanza la aceptación de las casas discográficas, las emisoras de radio, la prensa escrita, el cine y la televisión e incluso el mundo educativo folclórico venezolano, mediante distintos espacios en los que Florentino y el Diablo, junto a las demás leyendas que se le sumarán años se tornan referencia y excusa para debatir y conocer lo nuestro.
Otro hecho muy llamativo, es la zona geográfica de esta composición de Romero Bello; el estado Portuguesa, de donde surgirá, casi de seguido, la afamada pieza “El Silbón, Leyenda Llanera” de Dámaso Delgado, la cual, igualmente, tuvo una versión teatral (en 1966), y cuya difusión discográfica comienza entre 1967 y 1968.
Calificados especialistas de la poesía musical criolla, indican que la grabación de  Florentino  y El Diablo, creó un auge inusitado en la cultura llanera, posibilitando, entre otros aportes, que composiciones similares rebasarán el formato comercial del 45rpm, en acetato, de unos 3 minutos como  máximo y se pudiesen desarrollar obras con mayor libertad artística y duración.
También se agrega que, gracias a la popularidad inmediata del reto entre Florentino y el demonio, distintas casas disqueras incluirán en sus listas de artistas a muchos compositores, conjuntos e intérpretes adscritos al patrimonio cultural llanero "no divulgado".
Como ejemplos de la afirmación anterior podemos señalar a  Discos Cachilapo,  en la promoción de tres  importantes leyendas llaneras, a saber,  en 1976,  la “Leyenda de Juan Machete”, luego, en 1978: “La Sayona”, máximo espectro femenino de Venezuela, y la Leyenda de Federico y Mandinga, todas ellas pertenecientes a José Jiménez, el “Pollo de Orichuna”. El sello disquero Venedisco, distribuye dos reconocidas leyendas en 1978: “La Leyenda de Uverito”, compuesta por Víctor Vera Morales y,  "La Leyenda de Kirpa",  de José Vicente Rojas. Posteriormente, la casa disquera Divensa, aportará la “Leyenda del Cazador Novato y El Diablo”, compuesta por Rafael Martínez Arteaga (El Cazador Novato) y *El Ánima de Santa Elena”: leyenda de Héctor Paúl Vanegas. 
Pero, de estos logros reseñados y algunos omitidos, quien más destaca es el propio José Romero Bello, con sus composiciones “Leyenda de Paulino El Turpial y Custodio Quendo”, grabada con el sello Velvet en 1978. Con la casa Discomoda quedan las dos partes de la leyenda  “La Historia de la Rubiera”, infernal hato del estado Guárico. En 1981, nos entregará “Cantaclaro”, basada en la famosa novela de Rómulo Gallegos, grabada por el sello Sonográfica.   

Disfrute de la versión musical completa de este afamado contrapunteo en


Florentino y El Diablo




Isaías Medina López

sábado, 15 de agosto de 2015

CANCIONERO DEL GABÁN: Estudio, temas, fotografías y audio musical (2) Yorman Tovar

Gabanes en nido nupcial 
(archivo de Angello Jesmy Chiguiere García)

Gabán en pleno vuelo
(archivo de Ángelo Jessmy)

Cortejo entre gabanes 

Tomado de “MUNDOS POSIBLES DEL GABÁN” 
de  Yorman Tovar

“El gabán Pionío”

En esta composición el poeta Eduardo Hernández Guevara, en voz de Juan Izaguirre (2003 Trak 4), menos agresivo e insinuante sobre la persecución loyoleana, describe a “El gabán Pionío”, refiriéndose a la reproducción biológica del ave, puesto que “El gabán”, como macho que es, no se anida para parir, pero su gabana sí.
1). Gabán no pare en montaña
ni hace su nido en el cerro.
Como nace en la sabana
le pregunta a los garceros.

2). Yo tuve un gabán pionío
en mi casa, prisionero,
pero se acordó del río
y se fue para el estero.

En esta segunda estrofa, el discurso refiere la libertad del gabán lograda por sus propios medios, no por voluntad de su opresor, quien lo tenía sometido a una prisión, como si se tratara de un ave canora: turpial, arrendajo, canario o paraulata.

3). No te duermas, mi gabán
en mangles de Juanaparo,
no anides en Chamizal
porque hay mucho cunaguaro.

4). No te quedes en el Meta,
cuídate, mi gabancito.
Mira que la gente es mala
y le gusta el gabán frito.



Ignacio "Indio" Figueredo considerado el "padre" del ritmo Gabán

Las últimas dos coplas son consejos de padre a hijo, acompañadas de las  frases cordiales: “mi gabán”, “mi gabancito”, que es como interpretar “hijo mío” o “mijito”. Expresan, además,  cierto sentido de pertenencia. En torno a este discurso poético-musical, Hernández (Ídem) considera que el llanero, por naturaleza, es cazador, y, como una de sus presas preferidas es ésta zancuda emblemática, opina que “al gabán se precia por el hecho de hacer muchos platos de su carne, especialmente el guisos, que dice el llanero, es muy exquisito”.

El gabán vagabundo: especie de hijo pródigo
Es el prototipo del hombre joven tarambana, holgazán, de vida parasitaria, que vive del trabajo de su padre, que es quien produce, mientras el hijo pródigo malbarata la fortuna, a manos llenas. Es esa la idea que expresa José Vicente Rojas (s / f  Trak16), en la primera parte del joropo, en voz de “El Carrao de Palmarito”:

Qué gabán tan vagabundo
el que traje de Barinas.
Lo traje pa Calabozo
a cuidar una cantina,
porque allá vivía to el día
metido en “La Vizcaína”,
metido entre el aguardiente,
los bordones y las primas,
enamorando a las chicas
que por las calles caminan.
Es el azote, señores,
de los padres de familia
y no quiere trabajar
para ganarse la vida.


En la segunda parte hay un cambio de rima, y el discurso sigue representando al tunante incorregible, ya no en Barinas, sino en Calabozo:

Como el gabán es bonito,
bailador y embustero,
ahora se gasta una novia
que es hija de un parcelero,
en todas partes comenta
que tiene mucho dinero,
ganados en la sabana,
carros de último modelo.
A las muchachas les gusta
como baila el parrandero,
pero yo, que pago el pato,
porque me gasta el dinero,
lo voy a volvé a mandá
de  nuevo a sus correderos.


Gabán alzando el vuelo (archivo de Joropo, Llano y Leyenda)

“El gabán camorrero”: un hijo incorregible
Pendenciero, buscabulla, farrusquero, fanfarrón, camorrista –entre otros- son los distintos epítetos que recibe en cualquier parte de Venezuela, el individuo que se dedica a formar riñas públicas. En el llano, preferiblemente, se le llama “CAMORRERO”, y a la riña –por consiguiente- se le dice camorra.
“El gabán camorrero” de Nelson Morales (2003 Trak 20), a diferencia de “El gabán vagabundo”, agradable a las muchachas, bebedor y parrandero, es el negativo modelo del hombre, temido, rechazado por la sociedad, por sus hechos delictivos. Es –como el “Gabán vagabundo”- otro gabán pertinaz, un árbol que nació torcido, difícil de enderezar:

Señores, tengo un gabán
por cierto, muy camorrero.
Se mete a los botiquines,
bebe cerveza y añejo.
Cuando dice a echarse palos
forma pleitos que da miedo.
A mí la lengua me duele
de tanto darle consejos
que se aparte de lo malo,
que el tiempo no está muy bueno
y me dice el condenao:
déjeme seguir bebiendo,
no me venga a criticar
la vida como la llevo.

Su mismo mecenas, autor e intérprete,  describe el regreso del camorrero derrotado:

Por ahí como a los tres días
volvió a casa de regreso
con los dos ojos morados
y una herida en el pescuezo;
que se la dio el Golillú
 porque le faltó el respeto,
y sin embargo, mi amigo,
más parrandero se ha puesto.
Dice que deja la caña
el día que amanezca muerto.


Gabana con sus crías (archivo de César Martínez)

¡Este es el gabán golillú: 
Padre de todos los gabanes de Venezuela!
Con esa frase recitada, comienza Loyola su canción emblemática. El “Golillú” –coloquialmente hablando-  es un individuo amigo de lo más fácil, poco le gusta el esfuerzo. En el lenguaje popular,  connotativamente, GOLILLA es hallar una cosa fácil; “coger golilla”, y al que tiene esta tendencia facilista se le dice “Golillero”. Es posible que,  orientado por este vocablo, Loyola (1972 Lado A Surco 3) haya creado su “Gabán golillú”, el que confiesa no alejarse del llano porque allí tiene a su alcance las guaruras y el sabroso pescao.
No obstante, el significado denotativo, original de GOLILLA es Cuello, gorguera, gargantilla; y el Diccionario de la Real Academia la detalla como “especie de cuello de los togados. Plumas del cuello del gallo”; es decir, un adorno. Esta descripción coincide con la figura física del “Gabán golillú” o “Garzón Soldado”, el más grande de las tres especies, cuyo pescuezo es de plumas negras, y su especie de cresta parece una boina vasca de color rojo.
Este gabán de Loyola, “Padre de todos los gabanes de Venezuela”, uno de los pocos narradores  protagonistas, del universo poético del joropo en género de “Gabán”, logra someter al “Camorrero” en una riña.
 Esta expresión creó –como era de esperarse- disyuntivas  en la competencia artística de aquellos cantautores, generando enfrentamientos y contestaciones que fueron consideradas como innovaciones dentro de los medios discográficos y de radiodifusión sonora. Loyola llegó a decir que Nelson Morales había muerto por la boca, como el pez, al relatar que su “Camorrero” había sido “acoplao” por el “Golillú”. Tomando como base las coplas de Morales, responde  Loyola, en primera persona:

Una vez el Camorrero
que se la echa de apretao,
se me presentó a faltarme
a cuenta de andar rascao.
Según sus propias palabras,
llegó a su casa acoplao,
con una hería en el pescuezo
 y los dos ojos moraos,
porque eso si tiene este negro,
que el que lo busca,  lo ha hallao
y le dice la verdad
 en la cara al más pintao.

  

Gabanes y garzas (archivo de Joropo, Llano y Leyenda)

“El gabán malandro”: 
la jerga estrafalaria de los años 70
A principios de la década de los setenta el cantautor de Agua Blanca Estado Portuguesa, Julio Salas (s / f  Trak 4), ante la avalancha de gabanes de todo tipo, crea su “Gabán malandro” en un discurso hilado con parte de la jerga estrafalaria que para esos años del siglo XX utilizaban los delincuentes de bajos fondos. En su letra, el portugueseño alude al cantor argentino de baladas: Sandro, más para rimar el término malandro, que para descalificar al baladista de moda en América Latina:

“Voy a ensillar mi gabán
pa darle un parao a Sandro.
habla es de panita burda,
y es que el gabán es malandro.
raja curda, es “jipi”, choro
 y atracador de los bancos.
No hace tanto le quitó
la guardia un gran contrabando
donde traía “pinta” y “pisos”,
yerba maldita ocho sacos
lo precisó un “cachanota”
hasta la entrá de El Dorado,
pero él se la sabe toda
 y de allá se vino “pirado”.
El viernes lo conseguí
 con “senda” “cotorra”, bravo:
¡Mira, “pana”, con la “geva”
y en mi “rufa” pa  mi “gajo”.

En la segunda parte, el mecenas del gabán, igual que en los casos de “El gabán vagabundo” y “El gabán camorrero”, que aconsejan a sus maulas discípulos, éste gabán, más allá de inmolarse en el delito, aspira sembrar en su prole los anti valores socioculturales que lo caracterizan:

Le dije a mi gabancito
vámonos para los llanos
y me contestó: -“Pureto”:
en Capucha estoy casado,
 voy pa la zona macabr
 a buscar unos centavos
que me los manda Fidel
juntito de El Guarataro.
Después me vengo a Acarigua
porque allí estoy empatado
con la hembra que conocí
en Agua Blanca, en los baños.
Las esperanzas que tengo
es que esa geva me dé un chamo
pa enseñarlo igual que yo,
a mariguanero y malandro

*El Gabán y la Gabana (Héctor Hernández) Disfrute audio-video en https://www.youtube.com/watch?v=NGhu09Esg3o



Referencias

Loyola, A. C. (L.). Folklore (M.). (1972). El gabán golillú. En Ángel Custodio Loyola (Intérprete). Éxitos de Ángel Custodio Loyola. [LP Lado A Surco 3]. Caracas: Discomoda.

Morales, N. (L.). Folklore (M.). (2003). El gabán camorrero. En Nelson Morales (Intérprete). Puros gabanes [CD Trak 20]. Caracas: Discos Cachilapo.

Rojas, J. V. (L.) Folklore (M.). (s / f). El gabán vagabundo. En El Carrao de Palmarito (Intérprete). Puras criollísimas, varias. [CD Trak 16]. Caracas: Discos Cachilapo.

Salas, J. (L.). (M. Folklore). (s. / f.). El gabán malandro. En Julio Salas (Intérprete). El Disco de Oro, Julio Salas. [CD Trak 4]. Datos No Publicados.


CANCIONERO DEL GABÁN: Estudio, temas, fotografías y audio musical (3) Yorman Tovar

Noviazgo de Gabanes (archivo de "Llano Adentro")

Gabán llegando al nido


Pareja de gabanes "Huesito"
(Archivo de Lorena Herrera)

Tomado de “MUNDOS POSIBLES DEL GABÁN” de  Yorman Tovar

“El gabán peligroso”: colmo delictuoso 
de los anteriores gabanes
Se trata del gabán, sumamente terrorífico, creado por Eduardo Guevara, en voz de Francisco  Montoya (2000 Trak 9) Es la suma de todos los anteriores: entrépito, vagabundo, camorrero, mujeriego, ladrón, goloso, malandro, abusador. Lo caracteriza el perfil del consumado delincuente:

Es un gabán peligroso
ese gabán de Barinas.
Le sacaron un corrío
y no afloja la carabina.
En Guamito nadie quiere
a ese gabán de Barinas.
Lo invitaron a una fiesta
y se metió a la cocina,
se comió cincuenta hallacas
y un hervido de gallina,
se jartó de mazamorra
y se limpió con la cortina,
tiró los platos al río,
le dio un beso a Maximina,
le puso un ojo morao
al que atendía la cantina
 y le robó a unos bongueros
 un tambor de gasolina.
Por eso quieren mirarlo
en la cárcel de Barinas
y porque dejó a “El Carrao”
sin el amor de Corina.

(Archivo de Ángelo Jessmy)

Discursos poéticos en salvaguardia del gabán
Entre tanto discurso gabanístico, versificado y rimado, donde el coplero del llano recrea su imaginario, y se erige como “el muchacho de la película”, mientras cree resaltar sus condiciones de poeta, repentista y artífice del picante humor criollo, la  cándida figura del gabán  es entonces  representación del “villano” de cada fábula o historia. Detrás de su estampa descomunal, como en el cuento literario, en cada fábula se escuda un narrador omnisciente, y a veces testigo. Muy pocas veces como narrador protagonista.
El gabán encarna el papel o personaje que a cada autor se le antoja; y más allá de los ya mencionados en esta ponencia, figuran otros como: el polémico y prohibido “Gabán fracasado” de Rummy Olivo, “El gabán realengo”, “El gabán Senador”, “El gabán de San Juan”, “El gabán coleador” (primera versión de Rodrigo Centella) y segunda versión, la de Alfonso Palacios, “El gabán polifacético”, “El gabán sinvergüenza”, “El gabán ofensivo” (el que más contestaciones ha registrado en la discografía llanera); “El gabán político”, “El gabán perdido”, “La gabana cojedeña”, “La gabana sabanera”, “El gabán bolivariano”, “El gabán evangélico”, “El gabán chingo”, “El gabán de Marcelo”, del cual surgió aquel refrán: “Más apretao que el gabán de Marcelo”, refiriéndose a Marcelo Quinto. No obstante, prevalecen, entre tanto epítetos injuriosos, dos temas en especial, en defensa del honor y de la figura del que, verdaderamente, merece ser decretado como AVE EMBLEMÁTCA DEL LLANO.

                                                    (Archivo de Ángelo Jessmy)

“El propio gabán”: animal con hidalguía llanera
 Es una letra que pertenece a Diógenes Bermúdez, quien en una de las pocas voces femeninas del llano: Irma Sánchez (2003 Trak 16) prorrumpe, abogando por tan sufrido animal:
Gabán, gabán pico largo,
de plumaje distinguido,
 cantando quiero llegar
a la altura de tu nido
y llevarte la esperanza
que guarda el cielo encendido
cuando te mira en el aire,
adornando tu destino.
Gabán que adornas el llano,
te tienen como malvado
 y entre los venezolanos
no estás muy bien apreciado.
Yo quiero que te conozcan,
tal como te has cultivado
 para que borres la imagen
con la que te han presentado.


Gabán vigilando su nido

El gabán y la gabana: canto racional y ecologista
Es sin lugar a dudas esta composición, una verdadera contraparte al discurso ficcional que profana la conducta del gabán, y relata las intenciones persecutorias del hombre como depredador de la fauna.
El discurso poético de Joel Hernández procura la reivindicación, tanto del gabán como del hombre llanero, demostrando la viabilidad de reinventarlos, utilizando -aún cuando Hernández desconoce  teorías literarias como la de Breitinger, citado por Garrido Domínguez (1997: 14), quien en su opinión “el mundo real se encuentra rodeado de infinitos mundos posibles, fruto de la actividad poético-imaginativa”.
Refiere Hernández (2004): “Mi gabán emigra y huye del llano. Cree que puede hacerse de una fortuna si va para Cubagua”. Así emprende vuelo en busca de nueva vida, del llano a la Guayana, donde (desde dos perspectivas narrativas: Testigo el narrador y protagonista el gabán) relatarán las peripecias del perseguido animal. Así lo interpreta la voz de Héctor Hernández (s / f Trak 16):

Se marchó el gabán
de las tierras bonitas
del Llano hacia el mar.
Se fue pa Cubagua
dejando su cielo, estero y palmar
a buscar las perlas
que piensa, lo enriquecerán.
Hacia el mar se fue el gabán,
se embarcó en una curiara.
Viajando en el Orinoco
quiso pararse en Caicara.
Allí se encontró con una gabana
que no era llanera sino de Guayana.
Quédate en estas tierras, mi gabán,
no sigas pa la isla de Cubagua
 porque el agua salada te destiñe
las plumas del pescuezo y de las alas.
Le decía la guayanesa
que era una bella gabana.
Si te metes a minero 
conseguirás mucha plata
 y tendrás por compañera
a esta muchacha de Upata.


En la segunda parte del joropo, el gabán relata las persecuciones del hombre. Joel Hernández como Particular real (P/r) otorga su voz para que el gabán como Particular ficcional (P/f) narre en primera persona lo que realmente le ocurre en el medio ambiente llanero:

Estando en Upata el gabán
esta historia se puso a contá:
me vine del llano
cansado de tanto trabajo pasá,
allá me persiguen, me atacan
y todos me quieren matar,
 el indio yaruro
con grandes antorchas
me suele atrapar,
atrapar cuando de noche
me dispongo a descansar
y a los llaneros les gusta
comer mi carne guisá.


Carroza para comparsa de gabanes 
(archivo de Doris Edilma Quenza Santana)


Conclusión
En relación a tantos calificativos, el cantautor portugueseño Joel Hernández (2004) aclara: “Si uno analiza las cantas y romances que muchos compositores han escrito sobre el gabán, uno llega a la conclusión de que, efectivamente, le atribuyen una conducta relajada”.
Concerniente a la opinión de Hernández, si se indaga en el ¿por qué? de esta actitud, se concluye en la realidad de que, el contenido de cada joropo dedicado al gabán, es un indicativo de que este espécimen de la fauna encarna, imaginativamente, el alter ego, la ficción de lo que el llanero es o quisiera ser en el plano real. Entonces el gabán es sólo una excusa, pero es también una especie de paradigma folklórico en la cultura del joropo, proyección telúrica de la llaneridad.
Anterior a lo expuesto por Hernández, Víctor Bravo (1993: 15) asevera que “cuando las certezas de lo real se resquebrajan y abren la posibilidad de otros mundos ocultos en los mismos pliegues de lo real, el ser vive la estremecedora experiencia de la alteridad”. A partir de la afirmación de Bravo, cabe la posibilidad de pensar que lo fantástico de Particular real (P/r) de la teoría dolezeliana, aplicada al análisis de la poesía musical llanera, traslada cada sencilla composición en tiempo musical de gabán, desde su naturaleza ilusoria, hacia la otredad fantástica de la Literatura Universal, mostrando los lugares susceptibles del Particular real.
La afirmación de Bravo se robustece con la teoría de Duglas Moreno (2003: 126) cuando opina que “la ficción no consiste en hacer ver lo visible, sino en forjar una invisibilidad en lo invisible, Reino alucinante de la mímesis”. La hipótesis de Moreno refuerza a la vez la fórmula fantástica de Dolezel en la correspondencia espiritual entre el Particular real y su alter ego o Particular ficcional, cuando reitera que “sin duda, que en lo real es posible la existencia de la ficción, mientras que la verdad puede hacer que exista lo que no existe: lo ficcional.


*El Gabán Pionío (Ángel Custodio Loyola) Disfrute audio-video en https://www.youtube.com/watch?v=cVt_fPM4dsI


Referencias bibliográficas

Bravo, V. (1993). Los poderes de la ficción. Caracas: Monte Ávila Editores Latinoamericana.

Breitinger. (1997). En Garrido Domínguez, A. Teorías de la ficción literaria: los paradigmas. Barcelona-España: Arco/Libros, S.R.L.

Hernández, J. (2004). Entrevista no estructurada. Araure-Portuguesa.

Moreno, D. (2003). Historias de la calle Lincoln: Una visión posmoderna del desencanto (Trabajo presentado como requisito para ascender a la categoría de Profesor Agregado). Universidad Ezequiel Zamora. San Carlos-Cojedes.

Referencias discográficas

Bermúdez, D. (L.). Folklore (M.). (2003). El propio gabán. En Irma Sánchez (Intérprete). Puros gabanes. [CD Trak 16]. Caracas: Discos Cachilapo.

Hernández Guevara, E. (L.). Folklore (M.). (2000). El gabán peligroso. En Francisco Montoya (Intérprete). Gabanes Vol. I. [CD Trak 9]. Caracas: DIMUSIC, C. A.


Hernández, J. (L.). Folklore (M.). (s / f). El gabán y la gabana. En Héctor Hernández (Interprete). 20 canciones de Joel Hernández  [CD Trak 16]. Datos No Publicados.