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jueves, 11 de octubre de 2012

Nueve cuentos míticos yaruros. Narrativa indígena llanera (Hugo Obregón Muñoz y Jorge Díaz Pozo) (*)

Remotas narraciones nos reencuentran con nuestros hermanos originarios 




FILOSOFÍA DE LOS YARUROS
"Ahora, todos vivimos en el mundo. En el principio crearon la hierba para que los animales comieran. La hierba no fue sembrada por nosotros los humanos. Por eso renace sola, porque así fue creada. Porque lo hizo el Dueño. Los árboles renacen desde la raíz. Cuando se derriba un moriche se piensa que se muere. Pero no, renace desde la raíz. Porque fue sembrado por el Dueño Creador. Ahora, lo que nosotros sembramos no hay que confiar que retoñe, porque es sembrado por nosotros. Así es la cosa" (Fragmento de “La hierba y la serpiente tiputipu”) 

POANÁ Y LA DESCENDENCIA HUMANA
Poaná se creó a sí mismo en el principio. Poaná se creó junto con Kumañí, cuando iban a crearnos a nosotros  en el comienzo. Primero se crearon tres solamente. Poaná se creó a sí mismo en el comienzo de la creación, fue esposo de la creadora.
Antes se enamoraban de los parientes. Cuando había gente se crearon las profundidades para así reproducir a sus hijos actuales.
Entonces tuvo relación con la abuela política, para que en el mundo cometieran el mismo error. Por eso tenemos que vivir como nos crearon. El que se casa con una pariente cercana, tiene que poseer hijos con ella. No se puede separar de ella porque se casó con una pariente.

KATÍVAY Y HACHAVA
Katívai vive en el fin de la tierra en el paraíso. Él vive en el Oeste. Él también es Creador. Él no se hundió, de todos es Creador. Es el jefe de otros, el katívai mayor. Hachava no nos ayuda a nosotros en otra tierra si nos ayuda aquél.
Hachava fue creado en otra tierra,  es hijo humano. Es dueño del tabaco del que nosotros llamamos tabaco yaruro. Lo creó en el principio para que fumaran. A él le rezan los que siembran tabaco para fumar. Él es quien le da vida al tabaco sin que otros sepan.
Que lo creó él no creen los hijos del mundo. 


EL SOL Y EL SUEÑO DE LA MUCHACHA 
Antes de este mundo no existía el sol. Este sol que nos alumbra no existía. Entonces una hija de la creadora estuvo en menstruación. Dormía estando en regla, cerca de la laguna, debajo de un médano. Entonces le dijo a la madre: “Mamá, dormida he soñado que me parecía ver salir el sol”. “Porque has soñado estando en regla” le dijo la mamá. “Sí, mamá, el sol va a salir” le dijo la muchacha.
Entonces salió el sol debajo del agua alumbrando. Como ahora salía con unas espigas resplandecientes desde el lugar del naciente. Entonces la joven, que veía salir el sol iluminando  con su luz dijo: “Mamá, es cierto, está saliendo el sol”. Así fue que apareció el sol en el principio.

LA ANCIANA QUE COMPRÓ UN PEDAZO DE NOCHE
Antes, en el principio, vivía una anciana yarura que tenía un solo hijo. Cargaba un mapire y llevaba una chicora para sacar guapo. Cuando se cansaba le provocaba dormir. Entonces el hijo le dijo: “Mamá, allá duerme un yaruro anciano; se pone a roncar. Yo lo vi”. “En verdad me hubiera comprado  un pedazo de noche siquiera para descansar, para dormir un rato”, dijo la anciana, posiblemente la primera que vivía. Nosotros la desconocemos, sólo hemos oído la historia.
Entonces encontró al anciano dormido en la oscuridad: el guardián de la noche. “Está dormido”,  le dijo la anciana. “Ajá, estoy dormido” ¿Cómo se siente durmiendo la noche? La noche es buena. Yo duermo feliz, a veces me canso de dormir”, le decía el guardián de la noche. “¿Me puede ver der un poquito de noche? Me canso sacando guapo, me provoca dormir, caminando por todas partes”, dijo la anciana. “Ni siquiera duermo, me canso; porque me da hambre salgo a buscar el guapo”.
Entonces le dijo a la anciana: “Vaya a dormir, para que vea qué soñará. Cuando yo duermo siempre sueño”. Ajá, durmió la anciana, enseguida se puso a soñar. Luego que durmió dijo: “Ciertamente es bueno, porque soñé”, dijo la anciana. “Ahora me va vender un poquito de noche”. Entonces le vendió un poquito de noche, para que nosotros los humanos durmiéramos. Si hubiera solamente el día en el mundo no se podría dormir bien. Así es la historia. 


ENANDIËREME, COMEDOR DE ESPÍRITUS HUMANOS
Enandiëreme se come el espíritu de los seres humanos: a los que hacen daño o hechicería a otros, Ichiaí se los entrega a Enandiëreme para que se los coma, o la bola de fuego coma el espíritu de aquellas malas personas a las cuales les gustaba hacer daño. Ichiaí lo entrega en poder de Enandiëreme. El ser humano se enflaquece viviendo con Enandiëreme. Enandiëreme puede conversar como nosotros mismos, habiendo muerto hace tiempo el dueño del cuerpo.   

 HY, EXTRAÑO INVISIBLE Y HORRIBLE
Hy es otro espíritu: es un extraño espíritu, desconocido por nosotros. Hy es horrible, de mucho pelo. Usa una cabellera larga; produce un grito espantoso, Es un extraño invisible también.
Hy puede apoderarse de los niños, si Ichiaí se lo ordena. Si salen las mujeres las extravía. Él es maligno como Enandiëreme.
Así es como vivimos nosotros en este mundo: en medio de seres extraños. Hy es un espíritu extraño y Enandiëreme también. Los espíritus extraños e invisibles son los dueños de los árboles. También Hy es dueño. Vive oculto de nosotros. Los dueños de las profundidades son hijos de ese espíritu extraño e invisible. Viven aparte porque son hijos de los espíritus invisibles. Hy tiene numeroso espíritus que lo respaldan y que nosotros no vemos. Producirían algarabía si salieran afuera. Sería atemorizante si se vieran en este mundo. El día que quieren gritar se levantan con algarabía causando miedo. 


EL MOSQUITO
El mosquito nos succiona nuestra sangre y la lleva lejos, arriba en el cielo, para preparar un tatuaje con nuestra sangre. Lejos, para entregarla a los dueños creadores del cielo, que la preparan como maquillaje. El mosquito que nos pica es yerno del trueno. Allá, arriba, en el cielo, lleva la sangre de nosotros, por eso es que nos pica, para él preparar el tatuaje.
Entonces preguntó el trueno: “De qué prepara esto tu esposo?”, le dijo a la hija. El mosquito era yerno del trueno. Entonces lo agarró la mujer y le dijo con qué preparaba el tatuaje. Entonces le respondió que lo hacía con resina de un árbol. Si hubiera respondido que lo hacía con sangre humana, hace tiempo que la centella nos hubiera terminado, nos tuviera discordia, no existiríamos.
Para alimentarse de nuestra sangre, siempre hablaba a favor de nosotros, como a él lo estaban creando.
El yerno del trueno llevó la sangre a ese lugar, arriba en el cielo, donde lo creadores que viven allí. Con nuestra sangre preparan tatuaje los creadores que viven allí. 



EL CHIGÜIRE Y LA PLAGA. LA INSISTENCIA DEL CHIGÜIRE EN ABRIR LA TAPARA
El demonio, Ichiaí, después de crear la plaga, la llevó consigo para botarla lejos. Ahora no hubiera plaga. A mí me pican los zancudos noche y tarde en gran cantidad. Llevaba los zancudos en una tapara o coroto.
Se escuchaba un ruido muy lastimero. Entonces le dijo el chigüire, no el que existe actualmente: “¿Qué es lo que lleva? Ábralo para yo ver”. Los chigüires actuales son descendientes de aquellos, y viven como nosotros. El propio jefe fue creado al principio.
Entonces le dijo Ichiaí: “No lo puedo abrir. Voy a botarlo lejos al otro lado del mar. Da lástima por los hijos humanos. Si lo abro puedo causarles daño y pueden llorar si les pica la plaga”.
“No, déjame abrir un poquito para ver”, lo seguí detrás. Entonces respondió: “No, no me lo abra. Déjeme tranquilo”. “Voy a botarlo lejos para echarlo con todo el envase”, le decía.
“Esto no puede agarrarse. Son muy chiquitos y no se pueden recoger. Esto no es nada, sino brasa de fuego”, le decía Ichiaí, “Es brasa de fuego que recogí para botarla. No se puede recolectar. Por eso es liviano”.
“No, permítemelo. Quiero verlo”. Insistía el chigüire. Entonces le dijo Ichiaí después de fastidiarse: Ajá, ahora voy a despertarlo. Prepárate para ver, ya que deseas ver lo que llevo.
Entonces destapó la tapara. Enseguida lo arroparon los zancudos al que tanto quería verlos. Este corrió y se tiró en una laguna. Que se convierta en chigüire, que se lo coman los hijos terrenales, le dijo Ichiaí. Por largo rato desapareció en la profundidad después de zambullirse. Apareció lejos, al otro lado. Por eso es ágil el chigüire que existe en este mundo.
Entonces salió otra vez, pero los zancudos lo picaban en cantidad y se lanzó otra vez al agua para siempre. Así decían, que ese es a quien Ichiaí le hizo la burla, el chigüire. Así es la historia del chigüire. Este es ahora chucuto, porque en el principio se arrancó la cola al zambullirse. Ahora nosotros rogamos y rezamos a los creadores para salir a cazar, a cazar el chigüire, para lograr encontrarlo.
Así de lastimosamente vivimos. Ahora al chigüire no se logra flechar bien. Se va con la flecha y muere.
Por eso dice Luis Mariano: Lastimosamente viven los hijos del mundo. No los sigan matando. Ténganles compasión. Quédense conformes como fueron creados. Basta calmen su cuerpo. Como nosotros vivan ellos. Viven más lastimosamente que nosotros. Nosotros no vivimos lastimosamente porque somos creadores, así dice él.


HY, ESPÍRITU DEL MONTE, EXTRAVIADOR DE PERSONAS
El que vive en los montes no se ve; lo que se oye es el nombre. Nosotros oímos cuando dicen que es un animal, pero no lo conocemos. Hace extraviar a la gente cuando sale de cacería. Una vez que la hace extraviar se la lleva para su casa. En medio de los montes, en grandes trojas vive, según cuentan los indígenas. Tal vez no sea cierto, pero así cuentan las cosas, que Hy vive en el centro de los montes, en trojas grandes. Allá se lleva a quien él quiere tomar como suyo. Lo lleva para su casa, para tenerlo junto a él y comérselo después que lo mata. A personas viejas, hembras, varones a todos los que quiere agarrar él.
Así es la historia. Hy es una persona pequeñita, aunque el más viejo, pequeñito. Pero tiene el espíritu igual a un viejo, de cuerpo ancho, brazos gruesos. Es bueno cuando él quiere, no le causa mal a nadie. A la persona que hable mal de él es a quien se lleva. Le causa mal lo hace extraviar. Cuando le rezan con fe es muy bueno. Cuando alguien le dice: “qué me quiere hacer: no me haga extraviar”, él oye. Lo deja quieto, él oye. A aquel que se burla lo deja de mal modo.
Al que es porfiado, cuando dice: “Yo salgo a caminar por los montes y todavía no he visto salir a Hy”, ahí es que a él le agrada oír hablar así. Entonces le causa maldad. El que tiene oraciones, se puede ahuyentar con oraciones cuando calcula que puede ser Hy, si se recuerda la oración.
También hace olvidar la oración cuando causa maldad. Todos los que son seres malignos, ellos no se dejan agarrar con nada. “Voy a hacer esto, a ver si salgo, a ver si puedo pensar en mí”: no deja pensar en nada.


(*) Nota: Este entrada es una reproducción del patrimonio cultural venezolano. Sus textos se transcribieron de: La diosa del pulgar preñado. Narrativas yaruras, de Hugo Obregón Muñoz y Jorge Díaz Pozo. Publicado en Caracas por Monte Ávila Editores Latinoamericana (1993).