Destreza mágica sudamericana manifestada en este infante de los pueblos originarios
Piezas arqueológicas indígenas de Cojedes (archivo de Argenis Aguero)
La masacre del conquistador
La explotación social en las tierras que hoy conforman el estado Cojedes se inició con la llegada de los europeos. Entonces se tenía por finalidad principal la búsqueda de riquezas minerales, oro y plata, era una creencia común la existencia de El Dorado, como la zona con una proporción enorme de oro que mientras más se sacaba, más oro brotaba. En la zona de Cojedes puede tomarse como fecha de tope de inicio de este período histórico los finales del año 1530 y en enero de 1531, cuando el alemán Nicolás Federman llegó a estas tierras y cometió diversos actos de violencia como robos, torturas, muertes, esclavitud y explotación de los aborígenes en busca de los minerales preciosos, como lo demuestra el testimonio del mismo Federman, publicado en castellano bajo el título de “Historia Indiana” (en: Descubrimiento y Conquista de Venezuela, tomo II, Caracas, ANH, 1962, pp. 153 – 250).
Conquista y colonización del territorio cojedeño en el siglo XVI:
La primera referencia escrita. Refiere Nicolás Federman que el 10 de diciembre de 1530 “... mientras pudimos, seguimos nuestros viajes hasta caer la noche, por un valle entre dos montañas a lo largo del gran río llamado Coaheri...”. Esta es la primera noticia escrita por un europeo que se tiene, sobre una visita al río Cojedes, como se llama hoy en día. El sitio referido debe situarse en los cerros al pie de monte, entre la montaña de El Altar hasta donde está San Rafael de Onoto y Apartadero. Luego llegó a la llanura y acampó con su tropa “en una altura desde la cual se podía ver la sabana y a los hombres que enviase”. No especifica la orilla del río en la que se hallaba, ni ningún indicio de posible ubicación geográfica, lo que hace imposibilita determinar el lugar donde se hallaba. Sin embargo, desde donde estaban los conquistadores pudieron observar “humaredas desde muchos lugares de la montaña vecina”, de donde se infiere que pudieron haber sido visto por los habitantes, quienes por medio de estas hogueras, se avisaban mutuamente entre los pueblos y se prevenían entre sí. Ya había una fluida comunicación, por medio del humo, no solamente para estos casos “sino posiblemente para transmitir otros mensajes en un lenguaje cifrado en la cantidad, coloración, frecuencia, interferencia, etc., a que es susceptible la fumicomunicación”, como lo señaló Francisco Tamayo.
La primera referencia escrita. Refiere Nicolás Federman que el 10 de diciembre de 1530 “... mientras pudimos, seguimos nuestros viajes hasta caer la noche, por un valle entre dos montañas a lo largo del gran río llamado Coaheri...”. Esta es la primera noticia escrita por un europeo que se tiene, sobre una visita al río Cojedes, como se llama hoy en día. El sitio referido debe situarse en los cerros al pie de monte, entre la montaña de El Altar hasta donde está San Rafael de Onoto y Apartadero. Luego llegó a la llanura y acampó con su tropa “en una altura desde la cual se podía ver la sabana y a los hombres que enviase”. No especifica la orilla del río en la que se hallaba, ni ningún indicio de posible ubicación geográfica, lo que hace imposibilita determinar el lugar donde se hallaba. Sin embargo, desde donde estaban los conquistadores pudieron observar “humaredas desde muchos lugares de la montaña vecina”, de donde se infiere que pudieron haber sido visto por los habitantes, quienes por medio de estas hogueras, se avisaban mutuamente entre los pueblos y se prevenían entre sí. Ya había una fluida comunicación, por medio del humo, no solamente para estos casos “sino posiblemente para transmitir otros mensajes en un lenguaje cifrado en la cantidad, coloración, frecuencia, interferencia, etc., a que es susceptible la fumicomunicación”, como lo señaló Francisco Tamayo.
Se inicia la violencia: La primera masacre en tierras cojedeñas
En este momento comenzó en la zona el enfrentamiento entre dos sociedades con desigual desarrollo. Los europeos que venían con caballos, lanzas, arcabuz y perros de presa contra la técnica aborigen: el arco, la flecha, la lanza, entre otros. Cuando los soldados de Federman regresaron e informaron sobre un pueblo donde los habitantes “estaban reunidos, como suelen hacerlo en tiempo de guerra, y con buenas guardas y armamentos”, Consideraron los europeos que no estaban en condiciones y número suficiente para atacarlos: “...además, el pueblo estaba situado en la montaña y en un lugar donde no se podía utilizar caballos, y no teníamos bastante fuerza para atacar a los naturales o indios en el pueblo o aldea, sin contar con la ayuda de aquellos. Pues uno de a caballo, allí donde era posible usarlo, hace más (daño) entre ellos y les inspira más miedo que cincuenta de a pie”.
En este momento comenzó en la zona el enfrentamiento entre dos sociedades con desigual desarrollo. Los europeos que venían con caballos, lanzas, arcabuz y perros de presa contra la técnica aborigen: el arco, la flecha, la lanza, entre otros. Cuando los soldados de Federman regresaron e informaron sobre un pueblo donde los habitantes “estaban reunidos, como suelen hacerlo en tiempo de guerra, y con buenas guardas y armamentos”, Consideraron los europeos que no estaban en condiciones y número suficiente para atacarlos: “...además, el pueblo estaba situado en la montaña y en un lugar donde no se podía utilizar caballos, y no teníamos bastante fuerza para atacar a los naturales o indios en el pueblo o aldea, sin contar con la ayuda de aquellos. Pues uno de a caballo, allí donde era posible usarlo, hace más (daño) entre ellos y les inspira más miedo que cincuenta de a pie”.
Este fue el inicio del enfrentamiento de clases: entre quienes habían vivido en igualdad de circunstancias (sin pobres ni ricos) y los europeos con sus ejércitos de terror y muerte. Es de referir que los caballos y los perros de caza fueron utilizados en el sometimiento violento, en la masacre de los aborígenes “podían ser fácilmente cazados por los jinetes” europeos, testifica el mismo conquistador.Cuando llegaron los conquistadores, el pueblo estaba preparado para la defensa, el enfrentamiento armado entre los que venían a imponer una forma de vivir basada en la esclavitud y los antiguos pobladores que habitaron estas tierras. Los europeos tendieron una emboscada, se dejaron ver solamente dos, mientras que otros ocho se escondieron detrás de un maizal cuyos tallos eran tan altos que podían tapar un hombre a caballo. Entonces, algunos europeos fingieron huir y los aborígenes persiguieron los fugitivos, cayendo en la trampa, en la emboscada planificada por Federman, se lee en este pasaje de la obra de este conquistador, el siguiente: “...pero (los indígenas) fueron atacados por delante y por detrás, tanto por los jinetes que estaban escondidos en el campo como por los que pretendía estar huyendo. Fueron capturados alrededor de sesenta, muertos cuarenta y ocho y el resto puestos en fuga. De los cristianos sólo fueron heridos cuatro y muerto un caballo”. Esta fue la primera masacre en tierras cojedeñas, el 10 de diciembre de 1530, entonces es cuando se inicia la violencia, la esclavitud y la masacre en estas tierras que hoy conforman la zona donde se halla Cojedes, Apartadero y San Rafael de Onoto.
Tributo de oro a los conquistadores
Luego llegaron a la aldea donde los aborígenes les habían dejado “algunas joyas de oro colocadas sobre dos asientos y algunas provisiones de caza“ y les mandaban recados a los europeos para que tomaran el oro y les enviasen los prisioneros indígenas. Los europeos comenzaron a atemorizar a los habitantes de la aldea para que llegasen donde estaban. Los aborígenes ya “se habían puesto en camino para visitarnos y sometérsenos, lo que no pudieron hacer en los días pasados por tener que enterrar a los muertos que habíamos estrangulado y matado”. Resulta elocuente la afirmación de Federman quien no niega lo que hizo: estranguló, mató y sometió a los aborígenes por oro.
Continúa la masacre
Después sigue al sur de las tierras que hoy forman parte del estado Cojedes, de este recorrido refiere: “Cuando llegué a dicho río, llamado Coaherí encontré al otro lado cerca de seiscientos indios Guaycaríes, gentes negras como el carbón, sobre cuyas costumbres escribiré más adelante. Mandé a llamar al cacique o señor de esta nación, que lo es una aldea sita a milla y media del río. Todas sus casas de pesquería están en la orilla del agua y allí hacen sus mercados, porque la nación de los Caquetíos, que habita en ambas orillas del río, les compra su pescado a cambio de frutas y otros alimentos; pues la nación de los Guaycaríes es solo pescadora y señora del agua. Ambas naciones viven pacíficamente entre sí porque una necesita de la otra, pero cada una ocupa lugares distintos”.
Este documento induce a pensar que los indígenas de la zona, donde ahora está situada la población de El Baúl, vivían de la pesca que intercambiaban con los productos elaborados por otros indígenas.
Topónimos indígenas
Federman pasó por los siguientes lugares Tohibara, Curahy, Cazaradadi, Curahamara, Itabana, Corahao. Algunos de los habitantes dejaban solos los pueblos, casas y aldeas donde vivían, esto fue usual en el momento de la visita del alemán Federman.
En una oportunidad estaban reunidos, pendientes de lo que sucedía a la otra orilla del río, donde estaban reunidos gran cantidad de Guayqueríes cuando empezó el enfrentamiento y comenzaron a atacar los aborígenes que estaban enfrente y los que estaban a la espalda.
Federman refiere: “...nos atacaron en medio de una gran gritería, y después de una larga escaramuza, en la que matamos a muchos de los que nos atacaron de flanco, empujamos el resto hacia el agua, haciendo mis arcabuceros no poco daño a los que huían por el río y a los que estaban con el cacique al otro lado de aquel”.Como resultado de este ataque los Guayqueríes lograron herir al ejército europeo, solamente cuatro soldados quedaron ilesos, además de flechar dos caballos, uno de los cuales murió al sexto día, por haber sido herido con una flecha envenenada.
La tortura
El ejército de Federman acampó en un alto cerca del río, donde vendaron los heridos. Al amanecer incendiaron el poblado aborigen y lo mismo fueron haciendo con todos los pueblos que hallaron a su paso y mandó a detener a los caciques. Los aprisionó y atormentó: “...y como el señor se dejó atormentar, sufriendo muchas torturas sin traicionarse ni confesar cosa alguna, le hicieron matar en presencia de otro prisionero para que le sirviese de ejemplo, y prometí a éste dejarle con vida, si me decía lo que ellos habían decidido emprender alconfederarse contra los míos”.Ante esta tortura confesó que el Cacique Caquetío de la aldea de Carahao se había unido al Guayquerí que terminaba de matar, para atacar al ejército europeo en la mañana de ese día (5 de febrero de 1531), luego Federman ordena “herrarlo en una cadena con los demás”.
La mayor masacre desde la conquista
Planifica entonces el desigual enfrentamiento entre quienes vivían sin diferencias de clases sociales, sin pobres ni ricos, y los europeos que venían en búsqueda de oro y metales preciosos. Federman empezó con la forma de producción de despojo de las riquezas minerales, la cual estableció las bases del robo, la violencia y la masacre de los antiguos pobladores de estas tierras.
El enfrentamiento entre los Guayqueríes, quienes unidos a los Caquetíos quisieron hacer frente al ejército europeo, es descrito por el mismo conquistador de la siguiente manera: “...cuando les ordené deponer las armas, para que fueran como antes mis amigos de acuerdo con lo que me había jurado y prometido la primera vez que estuve allí y confirmármelo con hechos amistosos y pacíficos, se me opusieron con orgullo. Entonces mientras los distraía con palabras (lo que también hice para impedir su huida a través del río), dispuse que los cercaran con los caballos y los atacaran: Pues estábamos en una hermosa llanura que no hubieran podido darse mejor para este propósito. Matamos por sorpresa unos quinientos, pues como estábamos conversando y tratando con ellos suavemente de la paz, no tenían ni una sospecha de nosotros y no llegaron a hacer uso de sus armas. Rematamos a muchos en tierra, hasta que les hicimos huir. Los de caballo daban en el grueso de la gente, derribando a los que podían, y los de a pie los degollaban como a puercos. Porque sólo tenían como recurso la huida y les perjudicó la rapidez de nuestros caballos. Por último trataron de esconderse entre la hierba y los vivos debajo de los muertos: pero fueron encontrados y estrangulados muchos de ellos, después de haber acabado con los que huían; así que de ellos perecieron unos quinientos, según he dicho. Únicamente no se pudo hacer daño a los que lograron huir por el agua. De mi gente sólo fueron heridos cinco pero ninguno con peligro de su vida, y también trece de los indios cargueros”.
Es muy significativa la posición asumida por este conquistador, en ninguna parte del texto se niega la finalidad del viaje explorador, la búsqueda del mar del sur donde existían grandes yacimientos de oro. Esta era su finalidad principal.
Más elocuente aun es la forma de lograr la meta propuesta: no importa la masacre, la violencia, la esclavitud aborigen. De hecho eran valientes estos conquistadores, un centenar de soldados enfrentados a cantidades superiores de indígenas. Ochocientos en este caso. Sin embargo esto no quita, ni justifica la carga asesina. La superioridad técnica compensaba de sobremanera la diferencia cuantitativa. Los caballos, perros de cacerías, armas de fuego, lanzas de metal y espadas en cuyo puño esgrimían el signo de la cruz, inclinaban la balanza a favor de los europeos la mayoría de las batallas, convirtiéndolos en valientes asesinos. Esta masacre ocurrida cerca de la zona donde ahora se ubica la población de El Baúl todavía no ha sido igualada. Ni cuantitativa ni cualitativamente.
La frialdad asesina que reconoce el mismo europeo es escalofriante: “matamos por sorpresa unos quinientos (...) Rematamos a muchos en tierra hasta que le hicimos huir. Los de a caballo daban en el grueso de la gente derribando los que podían y los de a pie los degollaban como apuercos (...) trataron de esconderse entre la hierba y los vivos debajo de los muertos; pero fueron encontrados y estrangulados (...) así que de ellos perecieron unos quinientos”.
(*)Este documento sobre Nicolás de Federman, también conocido como Barba Roja fue Tomado de: Palabras en el tiempo: Ensayos de historia y cultura popular tradicional del municipio Anzoátegui, estado Cojedes, de Armando José González Segovia. San Carlos: Sistema de Imprentas Regionales de El perro y la rana. 2009. Libro ganador del Premio Historias de Barrio Adentro Estado Cojedes.