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domingo, 5 de abril de 2020

De un sentido poema de Aida Sánchez de Mora (Mervis Y, Velásquez)


Los claroscuros de la vida y el adiós en el alma.
Imagen el archivo de Maritza Torres Cedeño


HUELLAS DE LA MUERTE EN EL POEMA 31 DE DICIEMBRE 
DE AIDA SÁNCHEZ DE MORA
                                                                                          Mervis Y. Velásquez
    
Diciembre, es un mes identificado con la Navidad, es un tiempo cargado de remembranzas, de deseos, de imaginación, de historias, de emociones, de alegrías, de nostalgia, de sentimientos encontrados. Es época de recordar y reflexionar,  no solo sobre el rumbo de nuestras vidas, sino también sobre los nuevos propósitos. Es un espacio inspirador para poetas como: Andrés Eloy Blanco, Julio Cortázar, Mario Benedetti, Pablo Neruda, Cesar Vallejo, Francisco de Quevedo, Antonio Machado, entre otros. Diciembre es  un mes de Literatura.
     Y la literatura es arte, es palabra creadora, es canto, es mito, es leyenda, es tradición; fuente inagotable de aventuras, experiencias e imaginación; estimula nuestra sensibilidad y nos invita a la construcción y reconstrucción del mundo circundante. La literatura también, posibilita la reinvención del lenguaje y su tránsito a través de la poesía.
     La poesía es “conocimiento, salvación, poder, abandono, operación capaz de cambiar al mundo, la actividad poética es revolucionaria por naturaleza”. (Paz, 1973, p.13). Además, es producto de la energía creadora del ser humano, es un método de liberación  interior.   
       Esta definición de poesía me lleva a conversar acerca de la  escritora cojedeña, Aida Sánchez de Mora, quien estableció una poética centrada en su espacio vital, visiblemente, enriquecido por las tradiciones, las supersticiones, el  amor y la muerte, tópico literario universal por excelencia. Los escritores, desde diferentes perspectivas y géneros han cautivado a los lectores presentándoles materializaciones imperecederas de la muerte.
     Tal es el caso de La Odisea de Homero quien describe la muerte de  Aquiles desde una visión heroica y gloriosa; la obra Romeo y Julieta de Williams Shakespeare historia de amor de dos jóvenes pertenecientes a  familias rivales con un desenlace trágico por la muerte de los protagonistas y el poema Mi Padre el Inmigrante del escritor venezolano Vicente Gerbasi cuyo tema está conectado, indisolublemente, con el recuerdo de su  padre muerto, solo por nombrar algunas más sobresalientes.
   Esta triada diciembre-literatura-muerte también, se hace presente en el poema 31 de diciembre de Aida Sánchez de Mora, escritora nacida en El Amparo (Cojedes) quien nos muestra, a través de sus obras poéticas, huellas de la muerte, grandes, profundas, imborrables; capaces de humedecer el alma del lector conmovido ante la despedida definitiva de su amado padre; ese  adiós a la vida, su viaje sin retorno quedan plasmado en sus versos alejados, acertadamente, de una excesiva retórica, pero cargados de un dolor latente, vivo y conmovedor.
   El texto seleccionado, para esta conversación, forma parte del poemario Evocaciones (1990) editado por la Asociación de Escritores del estado Cojedes; es una composición elegíaca presentada desde la emoción-evocación y desprovista de la rigurosidad impuesta por el canon en relación con su estructura métrica y estrófica. Platas Tasende, (2.000) y el Diccionario de la Real Academia Española  (2006) señalan a la elegía como  una composición poética, extensa cuyo tema es un acontecimiento digno de ser lamentado por un hablante lírico. En su disposición métrica predominan los versos hexasílabos o heptasílabos con rima asonante.
   No obstante, en 31 de diciembre no encontraremos esa distribución propia de la estrofa clásica denominada endecha; estamos ante la presencia de veintidós versos distribuidos a gusto de la poeta; algunos poseen rima asonante y otros aparecen sueltos; esta particularidad rítmica  favorece la  musicalidad  de toda la composición y la concreción de los sentimientos presentes en ella.
     Inicia con un referente propio del imaginario colectivo: el reloj, pero desde la transparencia, alejada de abstracciones enigmáticas, es la reminiscencia de la muerte del padre. Surge la angustia, el reloj aturde, trascurre el tiempo en la espera de lo inevitable anunciado en el segundo verso.
                                    El reloj marca las horas
                                    en aquella fecha gris
                                    con un compás largo y tenue:
                                    seis, siete, ocho, nueve y diez…
                                    Diez y veinte:

     Es inevitable, el tiempo de vivir se detuvo; el reloj marca la proximidad de la muerte y la llegada del  dolor el cual será expresado  en cada verso humedecido  por el duelo,  la frustración y el llanto por la pérdida del  ser amado.

                            Irrumpe el llanto en la garganta apretada
                            y margaritas se asoman
                            por la ventana, asustadas

     En los dos primeros versos de la segunda estrofa podemos captar la belleza representativa de la  imagen del anciano padre, un ser sabio y fuerte; pero, nos lo presenta fusionado con la  metáfora de la muerte vencedora. No obstante, esta se materializa de forma natural  como transcurren las horas y el tiempo en nuestra cotidianidad

                               El viejo roble ha caído
                               abatido por la fuerte tempestad
                               Se ha ido ya
                              Anuncia firme el galeno
  
      La  estrofa  siguiente es una exclamación que condensa la viva manifestación de la aceptación  frente a lo inevitable. Esta figura retórica propia del tono elegíaco lleva implícita todo un mundo propio de la fe católica: resurrección, vida eterna.                
      ¡Conformidad!
     En  la estrofa final se conjugan, en un solo instante,  los rituales católicos de la muerte; convergen las palabras de consolación en el velatorio, evidente símbolo de respeto por el difunto, las flores, las lágrimas; estos referentes contribuyen  a configurar un escenario realista al mostrarnos la presencia del paternal cuerpo inerte. Al unísono, genera en el lector un sentimiento de tranquilidad y alivio, porque con la muerte desaparecerán sus penas y por la certeza del viaje espiritual, sin retorno, para ir tras las primeras lluvias de enero y cumplir su destino final a través de un rito ancestral de la cultura llanera presente en la lectura de las cabañuelas (Portillo, 2018, p.1). Su padre se marcha un 31 de diciembre, culminando el año viejo e iniciándose un año augurando  tiempo de un tormentoso llanto.
                                                 Palabras de condolencias
                                                 resonaban en la sala
                                                 y las blancas margaritas
                                                 lágrimas de amor regaban
                                                en la materia de aquel
                                                que un 31 de Diciembre
                                                partió con la Noche Buena
                                                en busca de cabañuelas
                                                para disipar sus penas

   Todo lo anterior, confiere al poema 31 de diciembre una intensa fuerza poética. Los tres últimos versos se cargan de múltiples significaciones mágico-religiosas: el alma es vida, la materia permanece inerte, susceptible a cambios; el espíritu vuela y aquí adquiere poder adivinatorio. El complejo estado de ánimo de la poeta se devela verso a verso, con un ritmo interno acompasado, asonante y evidente por su constante realismo poético. Aida Sánchez de Mora  nos confronta con la cotidianidad presente en los rituales de la muerte; lo doloroso de su presencia. De igual manera, a través de este poema elegíaco, agudo, sin adornos excesivos construye una escena poética fiel recordatorio del dinamismo y la transitoriedad de la vida aunada a una auténtica confrontación con lo fatal e inevitable.
  Sin duda, leer  el poema 31 de Diciembre es una posibilidad de conocer una visión íntima de la muerte, un rico espacio para desnudar la poética de su autora aunque: “Las poéticas que los poetas escriben pueden constituir textos muy valiosos, pero lo serán por sí mismos; no como explicación del poema que solo habla con su voz y en sus límites” (Casado, 2003, p.15).


REFERENCIAS


Casado, M. (2003). La poesía como pensamiento. Madrid: Huerga y Fierro0Editores.

Paz, O. (1973). El arco y la lira. México D.F.: Fondo de Cultura Económica. (Lengua y estudios literarios).

Platas Tasende, A. (2000). Diccionario de términos literarios. Madrid: Espasa Calpe.

Portillo, G. (2018). Predicciones/ Las cabañuelas. Recuperado de 00000https://www.meteorologiaenred.com/cabanuelas.html

Real Academia Española. (2006). Diccionario esencial de la lengua española. Madrid: Espasa Calpe.

Sánchez de Mora, A. (1990). Evocaciones. San Carlos: Asociación de Escritores del  Estado Cojedes. Fondo Editorial de las Letras Cojedeñas.



Mervis  Y. Velásquez. Nacida en Tinaco estado Cojedes. Licenciada en Educación,  Mención Lengua y Literatura, Magíster  en  Lectura y Escritura, Diplomado en Metodología de Investigación de la Universidad de Carabobo. Diplomado en Formación de Docentes para el Ejercicio de la Función Directiva,  Especialización en Dirección y Supervisión Educativa de la Universidad Nacional Experimental del Magisterio Samuel Robinson. Tiene en su haber numerosos cursos relacionados con su área de estudios. Ha participado como ponente en diversos eventos concernientes con la formación de promotores y la promoción de nuevas estrategias de lectura y escritura. Ha organizado y coordinado actividades afines con la expresión literaria y la formación docente. Es coautora del Libro “Estrategias para Promover la Lectura y la Escritura” (UNELLEZ, 2010), entre sus  publicaciones se encuentran artículos en la prensa regional y  en la Revista Memoralia relacionados con la promoción de la escritura, la oralidad, la creatividad y la didáctica de la poesía en espacios no convencionales, entre otros. Es una de las principales promotoras de la construcción y exposición del Libro Artesanal en el estado Cojedes.
Se desempeña la docencia en los niveles de Educación Media y Profesional y Superior.

sábado, 1 de abril de 2017

Espejos de magia y otros apuntes de Francisco José Aguiar

El espejo...lugar de magia. Archivo de Karina González Puche

La aventura de leer
Leer es maravilloso, pero explicarle esto a quien no tiene este hábito es muy difícil, es como explicarle a un ciego las cualidades de la luz. Sin embargo, escribo estas líneas con la esperanza que alguien se anime y por la deuda que tengo con las personas que me han preguntado sobre mis descubrimientos.
Me gustaría tomarlos de la mano y llevarlos a donde he explorado, pero la experiencia es íntima, es como la historia del hombre de sal que se internó en el océano para comprobar si era conmensurable o inconmensurable y al hacerlo se disolvió en él y no pudo narrar su experiencia.
Me cuesta narrar mis experiencias como lector. Lo más honesto sería dejar la página en blanco pues cualquier cosa que escriba será absurda por la tamaña empresa que pretendo.
Borges era un gran viajero y salió poco de su biblioteca. Él podía llegar en un tris a la Grecia de Homero, a la India de Gautama o a épocas venideras y lo traigo a colación porque al hacerlo le rindo tributo.
Todo el que se interna en un libro halla la invitación a soñar. Soñar es el primer paso. . . el resto depende de nuestra capacidad de concretar lo soñado. Los libros son albaceas de la libertad, con ellos podemos salir de las murallas del espacio y del tiempo.
La historia del hombre de sal la asocio con la aventura que he seguido desde mi niñez. La asocio porque muchas veces me han preguntado qué encuentro en ella y generalmente respondo con el silencio.
Hay cosas que no se pueden comunicar con palabras. Por ello cada párrafo que he escrito está parcamente elaborado. Sin embargo, espero dejar al menos un vislumbre de lo que quieren saber.
El hombre de sal y yo somos en esencia el mismo hombre y vamos con toda la alegría que un alma puede albergar.

Mundos prestados
Podría afirmar en este momento que todo escritor como principal recurso literario recurre a la utilización de palabras prestadas; palabras imposibles de devolver porque llegan a ser parte inherente de quien las emplea. (El aire que llega a nuestros pulmones es prestado, pero cuando lo inhalamos se vuelve parte de nosotros. ¿No es así?). Si utilizas palabras prestadas con un buen orden de ideas, la experiencia enseña: surge la literatura.
Alexander Pope aseveró que el gran escritor es el que expresa mejor lo que otros han pensado y estoy totalmente de acuerdo, claro, el copismo es otra cosa, el plagio descarado siempre tendrá mi desaprobación y en cuanto a la intertextualidad debo recalcar: es un excelente recurso.
Las horas de lecturas archivan un bagaje de ideas que incluso no perteneciéndonos las consideramos como propias. Ahora bien, ¿qué es lo que realmente nos pertenece? ¿De qué somos dueños?
Las ideas de otros que pululan en nuestra mente las llamo Mundos prestados. Somos cada uno de los escritores que hemos leído; somos ese algo que no podemos descifrar y así como el agua se evapora para luego aparecer en forma de lluvia ─ en ese ciclo que dura por siempre ─, así nace el ambiente creador, así brotan las ideas para que se concrete lo eterno.
El Génesis asegura que de la nada se hizo el mundo, pero en cuanto al génesis de los autores esta afirmación no es cierta. En el terreno artístico para que surja algo debe provenir de algo. Los dioses de la nada hacen el todo, pero nosotros requerimos herramientas, materias primas y muchas ganas para manufacturar obras de arte.
Los mundos que se prestan no se pueden devolver pues se transforman en sangre, médula, tejido, en otros mundos, en parte de la existencia y esto hace que la literatura pueda compararse con el universo; con ese algo que todos sabemos infinito.

El cadáver más bello que ha producido la historia
Hay hechos que no pueden desaparecer y hay hombres signados por el destino para encarnarlos. Uno de estos hombres es el subteniente Luis Antonio Rivero Sanoja, a  quien por la autoridad que me han conferido sus deudos dedico este canto.
Famosas son las gráficas tomadas por Héctor Rondón y José Luis Blasco de la rebelión que sucedió en Puerto Cabello el 2 de junio de 1962. Hartos son los ensayos y monografías que se han realizado a raíz de este acontecimiento, pero poco se ha escrito sobre la conmoción de la familia cojedeña por la pérdida de uno de sus más queridos hijos.
Los sancarleños de la época recuerdan la misa que ofició el párroco Patricio Palacios en la catedral en honor al oficial caído en acción en El Porteñazo y el cortejo fúnebre multitudinario que lo condujo por la calle Silva hasta el Cementerio Municipal.
Esta historia la he escuchado muchas veces porque era un militar querido por su pueblo, tanto es así, que pese a las décadas que han transcurrido aún pervive el afecto y los que no lo conocieron ─ como es mi caso ─ crecieron conociéndolo. Tal es el poder de las palabras.  
Es el deber de todo poeta cantarle a sus héroes, vaya mi canto a los caídos. Desde el eco del galpón viene mi canto y va hacia los confines del alma humana. No aspiren menos.
Me niego aceptar las frías páginas de la historiografía, me niego a mostrar sólo un conjunto de párrafos gélidos. Así que insuflo mis pulmones para exclamar un ¡HURRA! que entibie hasta la misma fatalidad.
Gracias a un monólogo que me dispuse a escribir fui a entrevistar a la viuda y al hijo del subteniente Rivero. Quería que me mostraran desde su perspectiva, a un hombre que fue signado por el destino para encarnar la tragedia de su generación.
A la señora María Cristina Ortega le dije que en mi monólogo hay una línea donde afirmo que su esposo es “El cadáver más bello que ha producido la historia”, línea que en vez de entristecerla le proporcionó brillo a sus ojos y como siempre he pensado que las cosas bellas no mueren del todo, es justicia que de esta manera dé por concluido este canto.   

Palabras al Doctor Isaías Medina López
Hay quienes son luminosos y preparan el camino para el que vendrá. Hay quienes son dignos de emular. Uno de estos tales es el poeta cojedeño Isaías Medina López, quien gracias a la providencia es mi profesor y mi amigo. Ustedes, queridos lectores (como es de esperar) querrán que refiera alguna de las enseñanzas que me han marcado y así lo haré. De mi profesor he aprendido a no confundir el mapa con el terreno, a trabajar con fe y a ser consecuente con mis capacidades expresivas. 
32 años dedicados a la Universidad Nacional Experimental de los Llanos Occidentales Ezequiel Zamora (mi casa de estudio). 32 años de una destacada trayectoria académica, científica y humanística. . . cierto día, viéndolo en su cubículo, lo comparé con el molino de viento que está ubicado diagonal al paraninfo. Lo comparé, pues ambos siguen en pie pese a los vientos buenos y malos, y porque han dejado su impronta en la comunidad unellista.
Recuerdo, como si fuera hoy, la primera clase que tuvimos mis compañeros y yo con el profesor Medina. . . en dicha clase nos ordenó salir del salón y dirigirnos hacia la biblioteca. Antes de entrar  nos señaló una madera que tenía esta leyenda: BIBLIOTECA RAMÓN VILLEGAS IZQUIEL. Luego dijo: “Grábense ese nombre. . . el poeta bauleño Ramón Villegas Izquiel, logró hacer una biblioteca en un banco de sabana”.
He de acotar que este gran académico ha organizado: la Feria Internacional del Libro de Venezuela Capítulo Cojedes, ponencias, recitales, foros, competencias de carteleras, de libros artesanales, las festividades decembrinas, de San Juan Bautista y de la Cruz de Mayo, y ha presentado cada número de la revista Memoralia, ya que (nuestra revista) es una huella en la memoria humanística de Venezuela. 
En mi casa de estudio ha organizado eventos de carácter nacional e internacional. Una muestra de ello fue el VII Festival Mundial de Poesía que se realizó en el Salón de Usos Múltiples, el 28 de mayo de 2010, para que nosotros (en esa época jóvenes poetas) pudiéramos codearnos con juglares de muchos países. También he de recalcar que fue uno de los ideólogos del Doctorado Honoris Causa que se le confirió a Amado Lovera (Uña de Oro de Venezuela), el 10 de noviembre de 2011.
Quien de este modo obra,  la providencia lo recompensa con creces. Por ello, el Dr. Alberto Quintero, rector de la Universidad que Siembra, conjuntamente con el Consejo Directivo y las Autoridades del Vicerrectorado de Infraestructura y Procesos Industriales,  el lunes 13 de febrero de 2017 en el paraninfo de la UNELLEZ San Carlos, le confirieron al poeta Isaías Medina López el Doctorado Honoris Causa. Ahora bien, si alguien me preguntare por qué se le otorgó a mi profesor tan alta distinción. . . diré, lleno de orgullo, que se le otorgó por una vida dedicada al trabajo y al amor.

Luciérnagas
El poeta romántico Víctor Hugo, en el célebre clásico que lleva por título Los miserables, es tajante al clasificar a la humanidad en luminosos y tenebrosos. Pero estas líneas (por razones obvias) se las dedico a los que como dignos hijos de Prometeo tienen el fuego sagrado e iluminan al mundo.
Uno de estos hijos era el filósofo Diógenes de Sinope, quien iba por su ciudad (a plena luz del día) con una lámpara buscando a los hombres honestos… otro de sus vástagos era nuestro Simón Rodríguez, quien cansado de tanta incomprensión instauró una fábrica de velas para, al menos de esa forma, seguir dando luz.
En el relato de Eduardo Galeano titulado El mundo, un hombre del pueblo de Neguá “dijo que somos un mar de fueguitos” y que hay fuegos que arden con tantas ganas que “quien se acerca, se enciende”. Esto – como lo constata la tradición oriental – ocurre cuando el discípulo encuentra al maestro.
Voy por estos pasajes con el candor que produce lo amado y con el ánimo de quien es feliz al recordar líneas que lo han hecho feliz. La vida es breve, lo que podemos aprehender es limitado. Hay quienes pretenden saberlo todo, como Fausto (el personaje esencial de la obra de Goethe), pero se equivocan de medio a medio.
Sigo con lo amado y formulo esta pregunta: ¿cuántas páginas escribió el prolífico poeta barinés Orlando Araujo? Los eruditos lo saben. Yo recuerdo dos pensamientos de este autor, recuerdo que  un amigo es el espejo donde tú eres él; que no hay que apagar esa luz ni fallarle en cualquier oscuridad y que “con la investigación histórica nos buscamos en la memoria de los otros”.
Las iluminaciones son como un relámpago y nosotros rasgamos o intentamos rasgar – como el Libertador Simón Bolívar – un instante las tinieblas, fulgurar apenas sobre el abismo… no importa que después nos perdamos en el vacío, y este ensayo, es producto de los fogonazos de las luciérnagas que admiro y que deslumbran mi incesante caminar.

La magia de los espejos

A Guillermo Meneses
Un espejo es un artículo insustituible para alquimistas, espiritistas y adivinos, y como comprendo que ficción y realidad en la literatura se funden. . . me valdré de ello para abordar su magia con algunos clásicos. No en orden cronológico ni de relevancia, sino en el orden en que mi corazón los ha acunado. 
*Si pienso en un escudo – espejo, pienso en la silueta de Medusa inmersa en el metal bruñido, en una mano que se levanta empuñando una espada (la de Perseo), para decapitar al monstruo petrificador de hombres.
*Narciso es interesante no por su belleza, sino por el lago – espejo. Narciso tiene la utilidad de un tesoro sumergido.
*Una ciudad – espejo como el Macondo de Aureliano Babilonia: muestra que toda ciudad puede desaparecer sin dejar rastros.
*Si tomo a colación un portal – espejo tomaré el de Alicia. . . no sin antes aclarar que no todos los portales son azogues: los hay traslucidos.
*Las Crónicas de Indias están plagadas de algo que me gusta llamar oro – espejo. Los aborígenes le intercambiaban a los europeos oro constante y sonante por cristales azogados. Tal era su fascinación.
*El utensilio – espejo es el más común pero no hay que restarle importancia. Existe en diferentes formas y lo encontramos en tocadores, lavamanos, automóviles, en fin, en muchos lugares y sirve para que rostros como el de Frankenstein, el de Quasimodo, el de Helena o el de Cleopatra se enfrenten a ese juez pero bajo diversos veredictos.
Siempre me han obsesionado los espejos, quizá porque tengo la necesidad de reflejar lo que soy, y si he abordado estos clásicos no es para desentrañar sus misterios. Desentrañar misterios nunca me ha interesado. Prefiero vivirlos.


FRANCISCO JOSÉ AGUIAR. San Carlos, Edo. Cojedes, 1985. Narrador, poeta y dramaturgo. Licenciado  en Educación, Mención Castellano y Literatura,  por la Universidad Nacional Experimental de los Llanos Occidentales Ezequiel Zamora (UNELLEZ). Cursó el Taller de Formación Teatral que auspició la Compañía Nacional de Teatro (CNT) en el 2014. La Revista Memoralia publica el monólogo que se titula La Alcantarilla en el 2015. En el transcurso del 2016 publicó entrevistas, artículos y notas en periódicos de su región y obtuvo mención honorifica en el 1er Concurso de Crónica Breve “UNELLEZ NUESTRA DE CADA DÍA” con la crónica titulada El encanto de una tarde. 

lunes, 4 de enero de 2010

DE NUEVO CORRIENTE, ESPUMA Y ROCÍO DE VÍCTOR MANUEL GUTIÉRREZ (Yorman Tovar)

Mujer llanera ante el paisaje. Archivo de Manuel Ponte Iriarte



Hay en el Llano tres acontecimientos binacionales que -además de aunar la hermandad de dos patrias vecinas- robustecen ese sentimiento, ampliamente conocido como llaneridad: circunstancia de ser como somos los humanos nacidos en ese gran bajío que responde al nombre de llanura, es decir, la sabana: auténticos, orgullosos de nuestra idiosincrasia de llaneros, amantes de la libertad plena a los cuatro vientos y fieles cumplidores de la palabra empeñada.
Dos de ellos son los encuentros de cultores: el “Simposio del Llano y los Llaneros”, itinerante en diversos lugares, tanto del llano venezolano como del de Colombia. Asimismo el “Simposio Internacional sobre Historia de los Llanos Colombo-Venezolanos y la Orinoquia”; y en el campo artístico, el “Festival Internacional de Música Llanera El Silbón”, con sede única en Guanare, estado Portuguesa, donde se dan cita, además de las cinco entidades llaneras de Venezuela, invitados especiales como Monagas, Bolívar, Lara y Mérida, tres de los cinco departamentos llaneros de Colombia: Meta, Casanare y Arauca. En el marco de la XII edición de El Silbón (1985) conocí al poeta VÍCTOR MANUEL GUTIÉRREZ, próximo a cumplir 69 años. En aquel escenario nos exigió el verso octosílabo a rivalizar como poetas y como declamadores en el renglón “Poema inédito”, pero, finalmente, a constituir una amistad que –pese a ser breve, por su desaparición física- fue sólida y fraterna.

Allí estaba VIMAGÚ (como era su pseudónimo de guerra): majestuoso, a pesar de su sencillez, ataviado de kaki, sombrero pelo e` guama verde y sus lentes de carey, representando al estado Cojedes. Digo sin mezquindades que resulté acreedor del 1er. lugar porque, tal vez se impuso mi arrojo juvenil para declamar, ante su avanzada edad, pero su poema “Adiós bonguero del verso”, por el contenido literario y el sentir telúrico del cual se revestía, esa noche quedó haciendo eco a los cuatro vientos de la capital portugueseña. Sin embargo yo hubiese quedado más satisfecho, de haber resultado triunfador el viejo bardo de la voz aguda. Desde ese 1º de noviembre nació una hermandad de poesía y un afecto de padre-hijo; y es que su esposa MARÍA DE JESÚS TOVAR DE GUTIÉRREZ (la incansable MARUJA), se vino hasta Guanare, como emisaria del poeta para invitarme a su casa en Tinaco. Allí, entre libros, manuscritos, composiciones llaneras, programas radiofónicos grabados en casetes y anécdotas de pioneros del joropo y del pasaje: Loyola, Eneas Perdomo, Ángel Ávila, Catire Carpio, Carlos González, Juanito Navarro –entre otros- conocí CORRIENTE, ESPUMA Y ROCÍO, su único libro publicado. Lo demás, todo está inédito, bajo el cuido de su perenne custodia MARUJA.
La primera edición de este libro, recuerdo, se la solicité a la Asociación de Escritores del Estado Cojedes, presidida entonces por el Profesor y Escritor Víctor Sánchez Manzano, a quien entregué en 1991, los textos transcritos a máquina, seleccionados y prologados por mí. El material –al parecer- se extravió, y la esperanza de publicación quedó en el limbo. Así transcurrió el tiempo. Víctor Manuel enfermó y falleció en febrero de 1993. A finales de ese mismo año, un buen día me llamó Sánchez Manzano para informarme que el libro no estaba perdido del todo, pues los textos estaban transcritos en planchas fotomecánicas, listas para la impresión. De esta manera milagrosa logró salvarse del anonimato Corriente, espuma y rocío. Lamentablemente el sueño se consolidó cuando ya su autor había fallecido. Lo presentamos en el verano de 1994, en una Sesión Solemne en la Municipalidad de Tinaco, presidida por el entonces alcalde Alberto Galíndez. Tuve el honor de ser Orador de Orden, para disertar sobre esta obra tan sencilla pero inmortal y trascendente para la literatura llanera.
VIMAGÚ encarna, en la cultura del llano, una excepción: la de un trovador no nacido en estos lugares, pero sí una de las plumas del siglo XX, consagrada a la llaneridad. Un llanero nacido en Caracas, en diciembre de 1916, que comenzó su vida como pregonero de periódicos como “El Universal”, “El Sol” y “Fantoches”, dándose el lujo de presenciar conversaciones de intelectuales de la talla de Andrés Mata, Antonio Arráiz, Arturo Úslar Pietri y Leoncio Martínez “Leo”. Quizás este primer contacto vital con el universo intelectual despertó en él la vena poética innata y su interés por los libros. Años después, muy joven aún, recorrió los llanos apureños donde Maruja “se prendó de sus corríos”; San Juan de Los Morros y Calabozo en Guárico, donde fungió como productor y locutor de programas de música llanera. De esta experiencia, su custodia conserva una cantidad de casetes en los que entrevista a distintos íconos de la poesía musical llanera de aquellos años 50 y 60. Luego de esas andanzas, se establece en Tinaco, donde se erigió como pilar fundamental de la cultura del pueblo. Las puertas de su casa han estado siempre abiertas para brindar luz al pensamiento. Su biblioteca personal, sus libros de cabecera y su caudal de poesía inédita han sido y seguirán siendo referencia obligatoria para la juventud tinaquense y cojedeña.
Su poesía nativista, predominantemente es octosilábica, aunque escribió muchos textos en arte mayor y algunos versos libres. La temática está exclusivamente sustentada entre las corrientes nativista, criollista y costumbrista que, globalmente, abarcan el mismo sentimiento. Particularmente el poeta escribió estrofas “OCTAVAS”, cuya rima (entre consonante y asonante) se combina así: A-B-B-A-A-C-C-A, es decir: el primer verso, combinado con el cuarto, el quinto y el octavo, el segundo con el tercero y el sexto con el séptimo:

Bajo el ancho azul del cielo,
entre celedonia y malva,
yo vi cruzar con el alba
una manada de anhelos;
y vi volar con recelos
una solitaria garza
que parecía una hogaza
de pan cayendo del cielo.

Como buen poeta, no elude el romance en ocho sílabas, donde sólo se combinan los versos pares. Sin embargo, es notable la presencia de estrofas endecasílabas y dodecasílabas, combinadas con versos de arte menor y rimas diversas:

Feliz el hombre que tu amor alcanza
y en tus brazos lo rinda el embeleso,
quién pudiera vivir ese romance
y sentir que lo matas con sus besos.

Bendiga Dios tu imagen seductora
y que a tus pies se rindan los galanes,
eres divina, criatura encantadora,
florezcan en tu honor los flamboyanes.

Además del persistente tema de llaneridad, concurren a su inspiración, el humor y la sátira al estilo de otro poeta, contemporáneo de VIMAGÚ, como lo fue Aquiles Nazoa. Obsérvese un fragmento del texto “A Maruja”: un poema, o más bien una orden del poeta idealista, que su viuda cumplió al pie de la letra:

Si yo muero primero, es mi deseo
que no haya velas, rezos ni velorio,
que no haya ese festín, vulgar jolgorio
como en los otros muertos que yo veo.
Compra una caja sin chapas y barata,
tápala sin besar a mi materia,
que no se rinda tu amor a la miseria
de guardar luto y de botar tus batas.

No olvides que la ley sólo es de amor,
pero también, Maruja, es de justicia
y a la comodidad sólo se envicia
el espíritu cobarde y sin honor.
Cuando mi cuerpo quede bajo el suelo
no vuelvas nunca más a ese lugar,
regresa a tu casa, ponte a trabajar,
búscame alrededor tuyo, no en el cielo.

También se percibe la convicción filosófica y espiritual de un poeta, no hereje, pero sí anticlerical, cuya única patria ascética es el Dios universal, no el iconográfico de los templos, una característica recurrente en gran porción de sus versos:

Soy lo que jamás he sido,
lo que no tiene final,
soy eterno y continuado,
yo soy la vida animal,
soy mi amigo y mi enemigo,
mi rival y tu rival.
Soy un pedazo de Dios
aunque infinitesimal.

Hoy, después de tres lustros de su desaparición física, VIMAGÚ prosigue vivo y su legado poético logra conquistar el espacio que siempre mereció. Gracias a la brillante iniciativa de la Red de Escritores Capítulo Cojedes, al crear la Bienal Víctor Manuel Gutiérrez, con este concurso literario en las modalidades de cuento y poesía; además de reeditar Corriente, espuma y rocío como un “honor a quien honor merece”; pues la heredad literaria de este trovador inmortal es tal cual como opina el escritor Araucano Luis Caropresse Quintero, prologando el libro La música de la sabana de Luis Mendoza Silva.
En resumen, leer este libro es emprender una hermosa travesía por nuestro pasado inmediato. Es conectarse directamente con esa planicie verde de nuestros abuelos, eglógica y romántica. Es tener un encuentro profundamente poético vivencial con esa tierra generosa, mágica y de francos horizontes, desde cuyos cuatro puntos cardinales puede mirarse el sol de frente, en la apoteosis de sus crepúsculos.
Con la reedición de este libro se pone en evidencia que el poeta, aún después de muerto, permanece como un centinela de la palabra, ojos abiertos y sensibilidad a flor de piel, y como los ríos, de un momento a otro, es capaz de reavivar corrientes en el reseco lecho que ayer estaba vacío.

Nota:  este  ensayo es tomado de Nuevos Horizontes del Llano de Siempre (antología editada por la UNELLEZ, 2009 en San Carlos, Cojedes, Venezuela. Compilación de Isaías Medina López)