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domingo, 23 de agosto de 2020

Carmen Rosa Orozco Día de sospechas y otros poemas

 

Misterio, poder y feminidad de la palabra. Imagen el archivo de Anita Mendoza




De Los días asincrónicos de Tina

 

DÍA 30 ESTOY SUJETADA

El silencio se aglomeraba en los espacios de mi casa, puede un espacio rectilíneo con esquinas curvas aglomerar los cabellos que se caían, eran cabellos de ángeles y de hadas, eran mis propios cabellos. Pensé en ocultarme en la montaña, prescindir del agua y de tu mirada; pero nada silenció el ardor de tus ojos. Las motos galopan en la oscurana, hoy el racionamiento eléctrico ha sido cruel. Ese chico africano fue vendido en Libia, tantas torturas y filamentos que juguetean con la muerte, logró el asilo en Alemania; la adolescente de Güiria no ha tenido la misma suerte, los traficantes de personas la desaparecieron en el mar, en la inutilidad de un documento de identidad, la nacionalidad o el nombre no lograron cernir sus derechos sobre la barbarie humana, su joven madre ha sido amenazada por los habitantes del pueblo, menoscabada en su dolor por la Fiscalía Pública, tiene 34 años y no sabe del paradero de su única hija: podría ser una pesarosa estrella, estar en un asqueroso burdel en Trinidad y Tobago o sumergida en el fondo de un mar que no quiere albergar más lágrimas.

                El gasoil escurre por los vidrios del ceibo de madera

                la gota cae en el tobo blanco

                la linterna alumbra mi noche

                el mantel tejido de la mesa cubre tu ausencia.

                Estoy en la esquina de la plaza

                de ese pueblo desconocido,

                son rostros que nunca volveré a ver;

                es tarde para decir que las funciones

                han sido descompuestas,

                que los algoritmos no se resolvieron

                y los niños no entendieron

                los ejercicios de raíz cuadrada hechos en la pizarra.

                He devuelto mis pasos a los detractores,

                oculté lo que aprendí,

                días que acontecen en los escritorios y las hojas.

                Viajas en la tolva del camión blanco

                junto a los pobres que retornan,

                mugre se esconde en los tobillos de asfalto,

                el cabello graso ya no se mueve,

                los ojos perdidos en las carreteras,

                la Guardia los desprecia y evade;

                tragas el cielo con tus ojos

                bajas la cabeza en actitud de plegaria

                y te encuentras con la mirada de los niños

                confundidos por el paisaje y la intemperie

                agobiados por la pobreza y el desconsuelo:

                ¿A dónde vamos mamá?

 

 


DÍA DE SOSPECHAS 1

Había heredado un gran edificio en la Séptima avenida: era lustroso, metafísico, cubierto por hojuelas de maíz. Las paredes eran negras y se corrugaban como un acordeón, los pasillos eran extensibles hasta el infinito, los ascensores no se detenían, llegaban hasta pisos inconexos donde recogía mis dientes. El médico flagelaba a las chicas con su habla pausada y confusa. Los cuchillos depositados como ofrendas saltaban a la vista. Busqué la constancia del reposo y me fui.

Perifonea la Guardia Nacional sobre el toque de queda, la cuarentena es radical, vivo en un municipio fronterizo, no hay cifras claras de los contagiados y fallecidos del virus chino por parte del Gobierno.

          La parte más oculta de la memoria

          la deposité en los trozos de pan dados por Zofia a Inka,

          como una adolescente adolorida por el frío

          camino sobre tus pasos,

          tengo hambre

          pero he hurtado alimentos para ti.

          En Polonia miré su rostro cincuenta años después,

          le escribí un correo

          donde agradecí su muestra de humanidad

          en medio de la sangre y el hedor,

          corrí al hospital a cocinar,

          quedó en tus manos la niña judía desnutrida,

          la cuna con su colchón de heno

          era humedecido por lágrimas y orina,

          sus uñas tan largas que se enredaban en el techo.

          Los pájaros vuelan sobre un cielo gris

          y las guerrillas ucranianas incendian las casas.

          Retrocedo a tu vientre, madre,

          desconozco tu nombre;

          su rostro fue perforado en los agujeros de la cuna.

Las palabras no son de nadie, no tienen un significado para la mayoría, he recibido y obsequiado palabras, dudo de su efecto, mantienen mi figura atada a las piedras. Ninguna persona escribe un maleficio sin antes recitarlo con odio, lo maceran en botellas que viajan hacia el fondo de la tierra. La noche se columpia en mis dedos para martirizarme.

El árbol de aguacate en el patio de la casa de tía Mariela, lo ha ocupado todo, allí cabría un edificio, pero el árbol se ramifica, sus ramas son tentáculos que el viento agita en los techos, se traga las paredes colindantes, el terreno; llega hasta la cocina queriendo entrar, me reta con su mirada, revienta lo que le rodea, quiero irme y no verlo más, pero su malignidad me sobrecoge. Ese árbol me observa, planea asesinarme cuando duerma en mi sombra. Sospecho de sus malas intenciones.

 


DÍA 180 LUCES Y DEDOS

Era una línea delgada y luminosa

sobre la cual andaba junto a los niños

que perdieron la vida por decisión de su madre

cerraba los cuadernos y me hablaban desde el vientre:

–Ella prefirió la belleza y la estridencia, el sonido demacrado de cada palabra la desorientaba, tocabas la flauta dulce junto a la sombra de la luna la noche que fuimos succionados abruptamente; las serpentinas de papel crepé se agitan, enredas tus dedos en ellas, son color fucsia y aguamarina, los preferidos de tu tacto que destila polvo de estrellas y olor a siemprevivas.

Es inútil decir que Alice Cowan nunca regresó del bosque y no respondió mi carta. Mi agradecimiento es amplio en las  madrugadas cuando recuerdo las clases de aquella lengua muerta, mis dedos se atropellaban con los latidos del corazón, aprendí lo necesario para internarme en la oscuridad.

Los niños transitan por entre mis filamentos de luz

cae un sombrero negro que oculto en la espalda,

los párrafos son difíciles de estructurar

cuando descienden cabellos nacarados encima del escritorio,

no es preciso estimar la moderación

que todo abunde

como el amor que faltó cada vez

que danzabas bajo los hilos de luz.

–Te puedes esconder en el escenario de tu idioma, en la languidez impecable de la bifurcación o llaneza de cada letra, obrando el desarraigo en ojos ciegos y manos tartamudas que no quieren leer. Desconozco el significado de los vocablos que ocultas, nunca podré ayudarte, la tela está herida de huecos y no circulan las transparencias. Desandas a través de tu cabellera y no me miras como antes.

Los niños muertos me persiguen.

–Quiero morir, pero no estar muerta, un día estaré irremediablemente muerta y no podré vestirme, o escoger el labial rojo que enciende mis labios, ni mirar las puestas de sol que tanto amo.  Esperaré hasta el final con asombro y caminando con las puntas de mis pies en la claridad, esa que estalla cada vez que el mar estrella sus olas contra mi cuerpo y deslizo mis dedos por las ventanas cuando la lluvia cae detrás.

Los niños abren los libros

leen los cuentos de Virginia Woolf,

es imperfecto todo

ya nada es necesario.

Estar encerrada para siempre

en la casa,

una caja cataléptica

que nadie oye cuando rueda por el piso.

Tomas mis dedos y me sacas.

Puedo respirar.

Pieza incidental de dedos y de descalabrada ausencia cuando pretendo existir.

Podría olvidar a quienes me abandonaron

pero los veo en mis dedos

cuento a los niños muertos con mis dedos.

Pretendes encerrarme para siempre

y que los trazos oscuros intercepten mis hebras de luz,

encerrada para ti

escribiendo desde el balcón.

Mis dedos flotan al compás de la luz, flotan,

sabes de mi debilidad:

no hablar

y contemplar esa luz sobre mis dedos que escriben.

Neuralgia de dedos

pistas verosímiles para el desaliento.

 


 

· De Las pastillas de Amanda

 

CAUTIVERIO

Encerrada en mi casa desde días no registrados en mi memoria, no entiendo mi letra mis dedos se resbalan de mis manos rodando hasta los pies.

Podría decir que nací para estar recluida –a dónde vas, que ya no lees al alba– los pájaros vuelan en picada hacia mi cama.

Has dicho todo, Ariadna, como si Teseo volteara tus lágrimas hacia mí.

Confinada dentro de mí, habituada al encierro, convertida en un minotauro sin cejas ni miradas, rasgando con mi dedo índice la dentadura postiza de mis pasillos.

En un país donde la cuarentena es la extensión de la muerte y el hambre, y las arenas más livianas invaden las casas de fantasmas ya idos; me miro al espejo como quien busca una sombra y le pregunto a ese espejo que me mira: –¿estoy viva o estoy muerta?

Ariadna viene a mí con su ovillo, me tira su hilo en el laberinto de mi casa, lo desenrollo hasta traer las nubes de vuelta a mi techo y a ese hombre que no me supo amar.

Han racionado todo en el país de hule, los huesos de vidrio se han vuelto frágiles en las carreteras.

Estoy aquí, en los confines de mi balcón, apartada por la pandemia china, el mar quiere entrar a la fuerza a mi hogar saltando escalinatas de ahogo y desespero, el país se me rompe en las manos, el horizonte se vuelve finito e insoportable, el tedio ensombrece mi entristecida cabellera, mis ojos se apagan en los rostros de los retornados.

Sembré unicornios en el patio de mi casa y no nacieron flores, esferas luminosas vienen a buscarme, los diálogos son desprovistos de palabras y la magia es devuelta.

Voy a la otra esquina de mi patio donde no hay unicornios, ni flores, ni derramamiento de estrellas, y consigo a la niña transparente sentada de piernas cruzadas, saca su caja de madera de donde me muestra sus colores, su manito dice que me acerque, camino lentamente, con asombro, me cuenta que es un aborto del año 1918.

Sus dedos son largos y finos, crecen hacia mí como enredaderas que me envuelven y me suspende en el vacío del sol que se hace partículas en la extraña tarde, me va elevando a medida que sus brazos se alargan, distorsiona mi pensamiento ya ausente, me lleva hacia su cuaderno de notas y me escribe que tiene siete años, la edad en que debió morir, compagino su dialecto con mis sílabas y comenta el lugar donde vivo:

–las luces no encienden el sol, el retiro de la especie humana ha depurado el ambiente y los espíritus ahora guían el tránsito de los demás seres vivos, se puede adormecer la esperanza, pero no la caridad.

Sus cabellos revueltos me confunden, la caja ondulaba tragándose sus bordes y cierres; la niña me acompaña en el apartamiento.

Decido no dormir y subir por el cuello de la jirafa a mi cuarto, pero la miseria de mi país de hule sigue detrás del cercado, las ancianas de las casas traseras tantean el peso de los alimentos en la balanza que mira la claridad y el horror; no hay nada, aquí ya no hay nada que esperar.

Las calles se reblandecen en alcohol, el aliento etílico de las ánimas serpentea en los abismos vistos, los zamuros vuelan en pespuntes de acero, malos presagios se agolpan en mis uñas.

Se ha consumido el trayecto de luz que me unía a tus días, Ariadna; el país de hule se entrecorta, la devastación deseca las ruinas que pisas –ya no puedes mirar el esplendor de antes– susurra a mi oído la niña transparente.

Aislada en la deflagración de mi mente; las paredes, ventanas y puertas, giran en círculos continuos hasta desaparecerme.

¿Guarda el espejo de mi peinadora mi cuerpo?

¿Dónde has ido niña transparente que hurtas mis colores?

Mira que tengo "el corazón tan roto" como el de Ariadna.

Aprisionada estoy, en un país disuelto, donde los muertos deambulan junto a los vivos, mi féretro lo cargan en su carretilla una jauría de perros y la niña abortada de mi patio.

No quiero estar en este país quiero estar en mi país.

Teseo me ha abandonado en esta pequeña ciudad, muy grande es el dolor de su falta.

Parto los cristales de mi ventana para poder entrar, las fosas comunes están abarrotadas de fallecidos por la peste china, estoy tan delgada que me cuelo por los barrotes; la niña transparente me ha dejado su caja de colores sobre mi colchón sin sábana, han regalado mis pertenencias, mi hija ya no está, el país de hule que me atormenta en mis sueños ya no está se ha escurrido como líquido de mis recuerdos; los vivos se confunden con los muertos y ya no sé quién soy.

Quiero estar enclaustrada para siempre y no mirar más el sol.

Esconderme de ti, Teseo, de la peste, de la muerte.

He regresado y el país está despedazado, me han apartado, y tú, Teseo, me has causado gran pena con tu alejamiento.

Aislada en estas paredes blancas y apisonadas por la desgracia.

¿Dónde hallaré niña transparente más dolor e infamia?

En una intergalaxia ocre y fétida, en el país de hule asolado por la peste roja, en el confinamiento de Amanda por el virus chino o en el abatimiento de Ariadna.

Teseo, salva de la destrucción a mi pueblo; y cunde de amor mis manos, mis labios, mi cuello, con tus besos.

¿Soy Ariadna o Amanda o la niña transparentada que roe sus huesos como una serpiente?

 

Voy vestida de Novia

con un traje blanco y muy largo,

con el cual me enredo,

mi embarazo no se nota

es una nuez en mi vientre,

los ríos confluyen muy transparentes.

Virginia y Grecia lavan las piedras,

no cuento con una caída en picada,

es denso el consentimiento de mi compañero,

una bruja vestida de negro volando en su escoba

asusta a los invitados a la boda,

se resguardan sobre la casa

que se desmorona en la cumbre.

"Lo que no vi callé, lo que admiré

lo convertí en el oscuro testamento de mis días.

Ahora mis huesos son cal para las aves de los campos".

Regué luego las flores

que adornaron las mesas,

lancé mi bouquet

a una vieja solterona y desprejuiciada

que besó mil bocas suicidas

y sucumbió ante cuerpos

olorosos a almizcle y aguardiente,

mi boda fue una mañana azul

donde el viento no soplaba sino se enardecía

iba como una muerta

ya pálida y sin ninguna expresión,

el tiempo rebotó

junto a las ballenas venidas de un mar alterno,

ahogué mis ecos,

saturé mis pesadillas de rosas y dinero,

pasé por el dintel de su puerta

y crecí como levadura hasta el cielo,

miré tu rostro en mi desmemoria

y no supe más de Valmore en mis sueños,

ni de los fantasmas que me aterran

en las mazmorras viscosas

de los vasos curtidos por el tiempo.

"Pero he soñado Dylan Thomas, he soñado

con la sal de las apariciones

y la fecunda caída del tiempo entre mis manos".

Miro al novio y culmina mi boda.

De Las pastillas de Amanda (2019-2020). 




Muchas gracias por su visita 

Isaías Medina López (Coordinador)


sábado, 22 de agosto de 2020

Eudes Alexander Moncada Colmenárez: De El diario de la lechuza y otros poemas

 

Preparando el Taller de Literatura


Del poemario El Diario de la Lechuza


VERANIEGAS

Las tardes solariegas

se tatuaron en los brazos

de sus sombras

los cantos subversivos de las chicharras por verano

estallaron de tanto conspirar

pidiendo lluvia.

 


*¿Alguien me preguntó cómo estaba?

Entonces le respondí sin mayores pretensiones:

-Bien, dentro de lo que cabe-…

Algo cansado de tanta fanfarronería dialéctica, de tan abrupta y barata diatriba, de tanto léxico urbano, de tanta burocracia socarrona, de tanta gendarmería y virus genocida y de tantos reproches sin destino…de tanta advertencia para desoír el desenfreno efímero del abrazo y del beso furtivo…

Bien según creo, viviendo al norte de las galaxias más cercanas…pensando en la vía láctea de tus pechos generosos… 

Ejerciendo el derecho soberano de contar luciérnagas…

Sigo aún pensando que octubre es malo, menos mal ya termino…

Bien seguramente, por estos días de Pandemónium –¿o será pandemia? -, de Santa Muerte y la Catrina...

Bien, aunque la noche se ponga oscura y gigante como la luna...magnificada en medio de tanta oscuridad…de tanto apagón…de tanta claustrofobia en cuarentena…

Bien me atrevo a afirmar cuando llego al borde mismo de tus almohadas...

En silencio te acaricio sin despertarte…

Te hago el amor y me regreso volando antes de que me amanezca el distanciamiento a cuestas y un tapaboca me impida lucir mi mejor sonrisa...

Y aunque me sienta extraviado...terriblemente aislado –confinado por contagio de ti-

Puedo decir definitivamente, quizás bien...!!!.

 


ESPEJISMO

A ella le brotan madreselvas de sus manos de pianista,

y mares turbulentos azotan las playas del fondo de sus ojos oscuros como noche sin luna,

sus labios surten de miel las ansias de pobres mortales -terminan muriendo de tanta dulzura-

y en medio de sus piernas hay una trampa mortal para atrapar impávidos e inocentes amantes,

la lujuria de su presencia es cicuta divina bebida con gusto por propios y extraños,

y la hiedra de sus abrazos siempre termina por encantar a quién desee sufrir el suplicio de sus caricias.

La quise vivir con toda la intensidad su leyenda urbana, saber cómo sería morir todos los días a la misma hora entre sus brazos, pero fue misericordiosa conmigo,

Ella nunca me vio.

 


*Y muy a pesar de la hora se desea continuar más allá de la raya, se bosquejan los pasos y se desandan los pocos zaguanes, muy a pesar de la soledad se buscan muchedumbres de voces en el eco y se guardan para oírlas más tarde, muy a pesar del peso de los años se anticipan ganas para seguirle dando, muy a pesar de los maullidos de los gatos alebrestados -en el tejado del vecino-, mi perra duerme tranquila en el viejo sofá, muy a pesar de que las hojas intermedias de los libros -los que me gusta hojear antes de dormir- fueron arrancadas las sigo leyendo de memoria, muy a pesar de los pesares seguimos siendo norias...suerte de ruleta rusa donde nos jugamos la noche en un disparo, con el último brindis del bohemio...y antes de desenvainar toda la rabia.

 


*Quiero hacer una casa para las aves del Paraíso

Soñar como si nada me hubiese pasado

Fui piedra -Petroglifo- escrito sin sentido

Vuelvo todas las mañanas de neblina

Con la misma nube...

...A enmudecer...

 


Del libro inédito de cuentos breves “Crónicas Mundanas”


LOS TRES BOHEMIOS

Los tres bohemios llegaron al bar Zulia, luego de deambular toda la noche sin quedarse mucho tiempo en un mismo sitio, se sentaron juntos en una esquina de la barra, pidieron tres cervezas negras de esas grandes con el oso blanco pintado, -siempre sentado como cansado-.

El trío se cerciora que sus fierros están listos para lo que “el trabajo”, disponga –se persignan fervorosos- y los guardan fuera de la vista de los presentes, pero a la mano pá lo que salga…

Observaron con detenimiento a todos los presentes, es una noche de viernes concurrida, y afuera está lloviendo a cantaros, uno de ellos se levanta va a hasta la puerta de la calle y se cerciora de que sigue cayendo tremendo chaparrón, ni modo, que mala suerte va tocar que hacerlo en ese bar de mala muerte..., regresa hasta donde están sus otros dos compañeros de infortunio; los bohemios son siempre unos desdichados, se acercan los tres cerveza en mano a la rockola del lugar, donde suena una canción de las Hermanitas Calles "aquí te traigo dos pasajes".

¿Nosotros estamos jodidos no?, somos tres, -comenta burlón uno de los bohemios-, pues sí; responden los otros dos.

-Bueno terminemos esto de una buena vez, que se nos hace tarde y la noche es larga, pero promete-, dicen a coro los tres.

- ¡Buenas noches señoras y señores, esto es un atraco, si colaboran los raspamos a todos rapidito y sin mucho dolor...y gracias por su generosidad...!!!.

 

 

LOS MENSAJES

Luego de mucho insistir -sin respuesta alguna- obviamente.

LA CHICA:

-Estoy ocupada cuando pueda le escribo-...

EL POETA:

-Claro, entiendo, tranquila no te preocupes mía cara bambina, no sientas premura en contestar...de pronto cuando tu puedas yo andaré revisando las nubes -para ver si contrabandean truenos foráneos o algunas centellas prohibidas-, además somos animales de costumbres, seguramente me estaba mal acostumbrando a nuestras muy importantes e intrascendentes charlas diarias -sin mayor beneficio por cierto pero muy necesarias- la mayor parte de las veces tonterías y sandeces entre un avezado cincuentón -ávido de lotería- y una tierna pero atrevida mozuela -canela hermosa creo- con un mundo de posibilidades por delante y a sus pies; tranquila mia ragazza no debes preocuparte demasiado, sigue con tus ocupaciones, oficios u obligaciones, yo mientras me mantendré contando lustros y esquilando lunas, seguramente seguiré viendo pasar anuarios, anuncios y celebraciones, volveré acompañar amigos y desconocidos en sus funerales y en los de los otros, a lo mejor vuelva a enamorarme de la muchacha de la plaza que jamás vi o de la estudiante que nunca me escucho cantar -soy muy malo para ello-...en fin como te dije, son sandeces de un poeta quizás algo cansado, pero tranquilo y feliz con su cargamento de jumas...y amaneceres...volveremos a la primacía de la poesía urbana y su melancolía llena de ecos y sirenas, de disparos a quema ropa y de duelos...hasta mañana entonces -au revoir-, cuando ambos podamos escribiremos....???, si a lo mejor lo hagamos para otros, a lo mejor para nadie...a lo mejor para ninguno...!!!- PD: Estos mensajes se autodestruirán transcurridos los suspiros...junto con sus penas al lado de la rockola...!!!

 

 

CUARENTENA CONTIGO

Me festejo y celebro en la milenaria capacidad de soñar a mi antojo cuanto utopía requiera...

Desde hace 29 soles con sus lunas vengo elucubrando tanta soledad y me duermo dibujándote...

Con mis dedos recorro cara rincón de esa sombra, reconstruyo desde la otredad los pocos instantes a la vera de tu amargo y dulce aliento

Dejo entrar la locura al 2% y huimos hacia el mar picado de una mirada oceánica, donde yace la barca de mis deseos rota

Tengo fiebres delirantes y una tos seca, mal curada por falta de ron...no en realidad es por no beberme tus gemidos.

Ando en una pandemia desaforada de la que se cura solo con lluvia de Arco Iris, y entonces te veo siniestramente sonriente

Ardo cada noche en la lujuria de una peste llamada deseo y no quiero curarme...aún no...sin vivirte no...

Mantengo la ciega vehemencia del búho cuando escribe su diario y del viejo marinero agotando la última gota de su birra

Si tan sólo me fuera medicado el tortuoso hecho de amarte

iría tranquilo al final del pasillo para abrazarte

No deseo curarme debo permitir el nacimiento de nuevas flores brotando de tu pubis -voy a suspirar su polen-

Quiero contagiarme de ti y morir sudándote víctima de un virus engendrado en medio de tus piernas

Mi adicción por las mieles de cicutas fermentadas en las entrañas femeninas tuyas me enardecen

Pierdo a cada instante la noción del respirar y me ahogo sin el aliento de tu boca brindándome la ponzoña de unos besos

Entonces ya vencido vuelvo a dormir para soñar soñándote en esta cuarentena contigo...y muero

Sencillamente muero ahí mismo en la utopía posible del abrazo, cuando me inoculaste el veneno tranquilo del sexo.

 


Del poemario inédito “Locura al 2%”


SUEÑO

Llegué

Hasta tus

Predios

No te veo

Trato

De robarme

El silencio

Residente

En la Noche-Sombra

Siempre contigo

Busco

Secuestrar

El aroma Monalisa

De tu

risa

No

Te Encuentro

Sustraigo

Añoranzas del canto del grillo

Y con el regalo

Fugaz

De tu recuerdo

Tomado de mí brazo

Doy media vuelta

Feliz me voy

Sonriendo…

…Silbando

Una vieja tonada

Aun no compuesta…para ti…!!! 




Muchas gracias por su visita 

Isaías Medina López (Coordinador)