El temible "Cantador Sombrío" encarnación misma del Diablo
(archivo IACEB)
En el 2020 arribamos a los primeros cincuenta y cinco años
de la célebre grabación discográfica de la "Leyenda de Florentino y el Diablo", composición
realizada por José Romero Bello, sobre
el poema popular llanero compilado por Alberto Arvelo Torrealba, y difundido en cuatro distintas versiones, la
primera en teatro (no escenificada) y las tres publicadas de dicho contrapunteo: 1940, 1950 y 1957.
José Romero Bello, máximo compositor de leyendas de la música llanera
Los créditos de esta grabación corresponden a
José Romero Bello (Florentino), Juan de Los Santos Contreras, el “Carrao de
Plamarito” (El Diablo) y el conjunto “Los Llaneros del Oeste", con Joseito
Romero en el arpa. En 1979, este elenco versiona de nuevo esta pieza, añadiéndole varios diálogos que acrecientan su valor escénico y
didáctico.
El careo, que centra la leyenda, tiene como territorio las
llanuras de Santa Inés, estado Barinas, pero su simbología abarca las sensibilidades
que nos apremian como pueblo: la
permanencia y el bien contra la oscuridad y el mal, en una disputa que se libra al
borde de la “Negra Orilla del Mundo”, como le calificara Humberto Febres.
Florentino, coplero errante y el mejor cantor
del Llano, acepta contrapuntear con un cantor de sus mismas
cualidades: un ángel caído que encarna al mismo Diablo. El Diablo, es un hábil maraquero, indio, para más
señas, por su parte Florentino, se presenta como peón de sabana diestro con el
cuatro.
Para Duglas Moreno:
“En este enfrentamiento Florentino sabe que encara lo enigmático, por eso reafirma
que: “No quiero ocultar mi sombra / ni me espanto de la suya”. Mientras que el
Diablo, estando al tanto de su condición sombría, responde en un pasaje de la
leyenda que: “A mí no me espantan sombras / ni con luces me desvelo”.
Tanto Florentino,
así como el Diablo, reconocen el misterio y la fuerza siniestra que existen su
lucha. No obstante, el Diablo lleva a Florentino a un paraje, donde no hay
destino. No existe el horizonte ni el recorrido y le dice:
¡Ay!
catire Florentino,
cantor
de pecho cabal
qué
tenebroso el camino
que
nunca desandará
sin
alante, sin arriba,
sin
orilla y sin atrás.
Este enfrentamiento
no sólo es entre las sombras y la luz, sino entre el Llano y las tinieblas,
entre el hombre y el maligno, entre la vida y la muerte, entre lo divino y lo
maléfico, entre dos cantantes. Uno que
nació en el Llano y el otro, experto coplero de la sabana, pero que viene del
más nunca y lleva su paso hacia el jamás, es decir, hacia la infinitud.
Florentino sabiendo que su fortaleza está en la llanura, confiesa:
Porque
mientras llano y cielo
me den
de luz su caudal
mientras
la voz se me escuche
por
sobre la tempestá
yo soy
quien marco mi rumbo
con el
timón del cantar.
Termina esta porfía
con un Florentino triunfante, pero el Diablo, no
cae, sino que, en compases de silencio, en negro bongo, toma la enrancia”. De esa manera Florentino derrota al “Cantador Sombrío”, conjugando cuatro destrezas: el talento de su voz, su poesía, la salida del sol que disipa las sombras y la ayuda de poderosas entidades celestiales,
cuya larga letanía culmina así:
¡San
Miguel! dame tu escudo
tu
rejón y tu puñal,
Niño de
Atocha bendito,
Santísima
Trinidá.
En cuanto a la grabación a que hacemos
referencia, hecha por el sello Velvet, según Elba Romero López fue:
“compuesta en Acarigua, Portuguesa, el 11 de abril de 1965”. La fecha es por
demás significativa, pues el 11 de abril de 1749, las autoridades coloniales del imperio español, prohíben el joropo en todo el territorio de
la, entonces, Capitanía General de Venezuela, so pena de excomunión, cárcel y
multas. Esta coincidencia viene a significar uno, sino el principal, de los desquites históricos del acervo
musical llanero contra sus opresores.
Caben indicar que este registro discográfico,
la literatura fantasmal llanera alcanza la aceptación de las casas
discográficas, las emisoras de radio, la prensa escrita, el cine y la televisión e incluso el mundo
educativo folclórico venezolano, mediante distintos espacios en los que Florentino
y el Diablo, junto a las demás leyendas que se le sumarán años se tornan referencia y excusa para debatir y conocer lo nuestro.
Otro hecho muy llamativo, es la zona geográfica de esta composición de Romero Bello; el
estado Portuguesa, de donde surgirá, casi de seguido, la
afamada pieza “El Silbón, Leyenda Llanera” de Dámaso Delgado, la cual, igualmente, tuvo una versión teatral (en 1966), y cuya difusión discográfica comienza entre 1967 y 1968.
Calificados especialistas de la poesía
musical criolla, indican que la grabación de
Florentino y El Diablo, creó un auge inusitado en la cultura llanera, posibilitando, entre otros aportes, que composiciones similares
rebasarán el formato comercial del 45rpm, en acetato, de unos 3 minutos
como máximo y se pudiesen desarrollar obras
con mayor libertad artística y duración.
También se agrega que, gracias a la popularidad inmediata del reto entre
Florentino y el demonio, distintas casas disqueras incluirán en sus listas de artistas a muchos compositores, conjuntos e intérpretes adscritos al patrimonio cultural llanero "no divulgado".
Como ejemplos de la afirmación anterior podemos
señalar a Discos Cachilapo, en la promoción de tres importantes leyendas llaneras, a saber, en 1976, la “Leyenda de Juan Machete”, luego, en 1978:
“La Sayona”, máximo espectro femenino de Venezuela, y la Leyenda de Federico y
Mandinga, todas ellas pertenecientes a José Jiménez, el “Pollo de Orichuna”. El
sello disquero Venedisco, distribuye dos reconocidas leyendas en 1978: “La
Leyenda de Uverito”, compuesta por Víctor Vera Morales y, "La Leyenda de Kirpa", de José Vicente Rojas. Posteriormente, la casa
disquera Divensa, aportará la “Leyenda del Cazador Novato y El Diablo”,
compuesta por Rafael Martínez Arteaga (El Cazador Novato) y *El Ánima de Santa Elena”:
leyenda de Héctor Paúl Vanegas.
Pero, de estos logros reseñados y algunos omitidos, quien más destaca es el propio José Romero Bello, con sus composiciones “Leyenda
de Paulino El Turpial y Custodio Quendo”, grabada con el sello Velvet en 1978. Con la casa Discomoda quedan las dos partes de la leyenda “La
Historia de la Rubiera”, infernal hato del estado Guárico. En 1981, nos entregará “Cantaclaro”,
basada en la famosa novela de Rómulo Gallegos, grabada por el sello Sonográfica.
Disfrute de la versión musical completa de este afamado contrapunteo en
Florentino
y El Diablo
Isaías Medina López