Imágenes en el archivo de Daniel Materán
El hombre
Manaure es uno de los más destacados líderes de la historia indígena de Venezuela por varias razones. Este gran monarca de los caquetíos, no resalta por su carácter guerrero, fue ante todo un sabio gobernante de su nación con un notable carisma religioso que puede considerarse en el rango de “Hombre-Sanador Dios”. Ya, para 1522, se le conocía como Rey de su pueblo con dominio sobre el actual estado Falcón y extensas zonas vecinas, entre ellas las islas de Aruba y Curazao, asimismo los actuales estados de Yaracuy, Lara, Cojedes, Portuguesa, Carabobo y Barinas. Su largo reinado finaliza al morir, en batalla, en 1549.
Joven indígena en el archivo de Oscar Encinoza
Fue un habilidoso dirigente que lidió con la ambición de conquistadores como Juan de Ampíes y el sanguinario belzar Alfonso Alfinger, a quienes vence en lo político, en lo económico y, también en lo histórico y en lo literario, hasta ganarse el respeto y admiración del gran poeta Juan de Castellanos, quien le retrata en varios versos que le abren camino a la leyenda:
Las fuerzas "encarnadas" tienen enorme atractivo en la culturas indígenas
(archivo de Tarwk Yanda)
En todas sus conquistas y demandas
temblaban dél las gentes alteradas;
hacíase llevar en andas
con chapas de oro bien aderezadas,
y él amistad y paz después de hecha
la tuvo con cristianos muy estrecha.
…/…
Usaba de real magnificencia
Sin que le conocer parecer vario,
A sanos y a subyectos a dolencia
Siempre les proveyó lo necesario.
…/…
Nunca vido virtud que no loase,
ni pecado que no lo corrigiese.
Jamás palabra dio que la quebrase,
Ni cosa prometió que no cumpliese;
Y en cualquier lugar que se hallase
Ninguno le pidió que no le diese;
En su mirar, hablar y en su manera,
Representaba aquello que era…
Su pueblo, los caquetíos, ofrendaban culto
al dios Hurakán y, para ellos, Manaure, estaba casi al mismo nivel, pues él poseía
el poder mágico de poder curar todas las enfermedades, con la jerarquía de Tiao (o Diao) Supremo, pero
también: "representaba la fuerza creadora del mundo, y por su mano y poder se habían
creado todos los elementos y se producían conservaban todas cosas que cría la
tierra; se engendraban los rayos, truenos, relámpagos, aguas y todo lo demás de las cosas bajas y altas;
de sus manos les venían los buenos tiempos, salud y abundancia de sementeras; y
que nada, sin su poder, podía suceder prósperamente", según relatan las crónicas coloniales.
Gilberto Antolinez y otros estudiosos,
como Miguel Acosta Saignes, han señalado
que su nombre era el de una dinastía de gobernantes, heredada de padres a
hijos, y no el de una persona en especial,
cuyos significados podrían ser los siguientes: 1-“Propuesto al alto rito”, o,
de otro modo: “Iniciado excelso”. 2- Alto rey que se mueve”, lo cual recordaría
sus continuas peregrinaciones, comentadas admirativamente por los cronistas
españoles. 3-“Nacido en la alta casa”. 4-Nacido propuesto Grande y Elevado Rey”;
alusión al carácter hereditario de su dinastía. 5-“Alto Rey de casa grande”.
Manaures o Reyes “Iluminados”, sería lo correcto en este caso.
La leyenda
Su leyenda tiene, al menos, dos magnos desarrollos. En el
primero se habla de su viaje desde sus dominios en Falcón hasta el río Meta en
Colombia, atravesando los llanos de Barinas, recorrido, del cual alguna vez él,
o uno de sus descendientes, regresará para brindar salud y protección a su
pueblo.
El segundo se relaciona con su muerte y según este relato el Rey Manaure y su reina fueron un día
al Pozo de los Saladillos, y al sumergirse en sus aguas se desató una andanada de
rayos, vientos huracanados y lluvia, ellos
allí se echaron a dormir y el lodo los sepultó, gracias a ese prodigio la fría
laguna se transformó en Las Aguas Termales de la Cuiba, de gran efecto
medicinal. De esta leyenda primaria surge la siguiente:
La Limosna del rey Manaure
“Muchos
años después que el rey Manaure hubo muerto sepultado en los Pozones de Los
Saladillos, hoy conocido con el nombre de Las Aguas Termales de La Cuiba, una
pobre vieja sabedora de esto, por pura curiosidad se acercó a La Cuiba y con un
machetico que llevaba en la mano golpeó una laja por tres veces y con profunda
devoción dijo:
-Rey Manaure, dame mi limosnita…
Estas mismas palabras las repitió por
tres veces. A la última vez que hubo pronunciado dichas palabras, del fondo del
agua salió una culebrita de color intenso y trató de buscarle los pies. La vieja al ver la culebra se asustó y del
mimo susto le dio un machetazo y la cortó en dos trocitos. Grande fue la
sorpresa de la vieja al ver que aquellos dos trozos de culebra, se habían
convertido en oro. La vieja llena de contento recogió el oro, lo embojotó en el
paño con que se tapaba la cabeza y regresó al pueblo. Al día siguiente, la
vieja, vendió los dos trozos de oro.
En el pueblo nadie podía imaginar de
dónde la pobre vieja podía sacar aquellos pedazos de oro, pero, la vieja, todos
los años y en el mismo mes, vendía trozos de oro. Ella iba a La Cuiba todos los
Jueves Santos a la cinco de la mañana a pedir su limosna al Rey Manaure. La
gente maliciaba de ella, pero por más
que le preguntaban, ella no decía nada al respecto.
La vieja tenía una criada a la que
quería mucho. Como ella se estaba sintiendo cada día más vieja y enferma, al
caer en cama, llamó a su cabecera a la criada y le confió el secreto, para que
cuando su criada estuviera en apuros, fuera a pedir su limosna al Rey
Manaure. Pocos días más tarde murió la
vieja y, la criada, sin perdida de tiempo, se armó del machetico y se fue a La
Cuiba y, después de haber de haber tocado con el machete por tres veces la laja
dijo:
-Rey Manaure, dame mi limosnita…me la
das bien grande porque hace muchos años que no me la das…
No repitió las palabras, cuando del
fondo del agua salió una culebra de color amarillo intenso, subió a la laja y
trató de buscarle los pies. La criada de la vieja, al ver la culebra, en vez de
partirla con el machete, del mismo susto salió a la carrera.
Desde que la vieja murió, nadie más ha
recibido la las limosnas del Rey Manaure”.
Gracias por su visita.
Isaías Medina
López
Nota: Esta información esta basada en Los Ciclos de los
Dioses de Gilberto
Antolinez, editado en San Felipe (1995) por La Oruga Luminosa
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