Imagen en el archivo de Alfonso Giraldo Calderón
Imagen tomada del archivo de Sara Medina López
Muere la tarde del 24 de Diciembre de
19…, las calles de la vieja ciudad parecen un hormiguero humano que se
entrecruza agitado e indiferente. Los unos llevan consigo al hogar la botella
de vino tinto y el imprescindible pan de jamón para la cena tradicional, en
tanto que otros sólo llevan, reflejada en el rostro, la angustia económica de
una pobreza resignada.
De los establecimientos y tiendas de
juguetería salen las madres acompañadas de sus hijos, con misteriosos
envoltorios bajo el brazo, mientras que otras desean dar sorpresa a sus
pequeños, hacen a solas sus compras de juguetes. Mientras esto sucede en las
calles y tiendas, en el hogar los pequeños escriben sus garabateadas cartas al
Niño Jesús.
Noche Buena, víspera de Navidad, a
través de los siglos aparece cada nuevo año con el mismo tinte emocional de todos
los tiempos, haciendo algo así como dulce paréntesis de paz en las luchas
humanas y transformando a la humanidad, por breves horas, en una como sola gran
familia.
El efecto de las primeras copas y las
charlas cordiales entre amigos, ponen en el ánimo de todos una nota optimismo y
el bullicioso repicar de las campanas de la iglesia invita a las almas piadosas
a la Misa del Gallo.
Amanece el 25 de diciembre y en la
cuadra donde vive el narrador, irrumpen de sus hogares, alegres y gozosos los
niños bien a quienes el Niño Jesús ha traído juguetes para sus zapatos. Se
forman, entre si, grupos diversos que hacen el elogio de sus juguete con
infantil satisfacción. Lindas muñecas que dicen “papá” y “mamá”, y lavadoras y cocinas en miniaturas
hacen la felicidad de las niñas; ferrocarriles eléctricos, automóviles con luz
en sus faros y sonora bocina, escopetas y revólveres automáticos perfectos,
llenan de orgullo masculino a los niños que ya entienden de estas cosas, en tanto que los más tiernos se conforman y deleitan con
la magia zaranda de colores que al girar, al impulso del cordel o del resorte,
lanza su débil música quejumbrosa. Bullanguera alegría hay entre el grupo de
aquellos niños afortunados, cuyos padres pudieron, sin sacrificio, adquirir sus
juguetes.
En tanto de la casa Nº 52, donde vive un
matrimonio pobre, pero rico con la riqueza de sus muchos hijos, irrumpen varios
niños, tristes, cariacontecidos, bajo el
amargo sabor del desengaño. Para éstos el Niño Jesús no tubo los esperados
juguetes y por ello se les ve triste, alejados del grupo que si los recibió.
Incapaces en su inocencia de comprender la razón por lo cual sus zapatos,
quizás por viejos y deteriorados, amanecieron vacíos… ante este cuadro de dolor infantil, con las
palabras entremezcladas con lágrimas, ¿podría esa madre hacer entrar en razón a
sus pequeños?, ¡Cómo decirles que el Niño Jesús, de quien tanto le ha hablado
todo el año se ha olvidado de ellos, cuando en sus “carticas” bien claro anotaron su dirección exacta y
hasta indicaron la habitación y el color de sus zapatos…!
La señora X, vecina de la angustiada
madre de los pequeños a quienes el Niño Jesús no trajo los esperados juguetes,
madre también de numerosos hijos, que ha observado de cerca la dolorosa escena
matinal, se entrevista con algunas vecinas y formando un bolso adquieren varios
lindos juguetes destinados a reparar la falta de los mismos en aquel humilde
hogar. Se llama a los niños y se les hace ver que, como eran nuevos en el
barrio, el Niño Jesús no conocía su nuevo domicilio, pero que ya enterado, el 6
de enero les enviaría bastantes juguetes con los Reyes Magos y esta promesa fue
para ellos como una luz de ESPERANZA…. ¡Los pequeños se tornaron alegres y fue
así como el amanecer de día de Reyes, los niños tristes de la casa Nº 52 fueron
felices al encontrar en sus roídos y viejos zapatos, lindos juguetes enviados
por el Niño Jesús, personificado en el alma generosa y buena de una mujer
cristiana!.
Bastó un poco de buena voluntad para hacer momentáneamente felices a aquellos pequeñuelos que libaban, por primera vez, el amargo licor del desengaño, quizá precursores de muchos otros...
1 comentario:
Hermoso relato, esto no ocurre solo en la bella Venezuela sino en casi todo el mundo...
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