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sábado, 11 de junio de 2016

Leyendas y cuentos cortos venezolanos (2) Varios autores

Imagen en el archivo de Ofelia Rodríguez Pérez




ORIGEN DEL DUENDE (Luis Arturo Dominguez)
Según la leyenda que nos han referido en muchos lugares de Venezuela los duendes eran ángeles, y cuando Luzbel se alzó con ellos para derrocar al Supremo, los duendes fueron obligados por el lugarteniente de Dios a levantarse junto con él en contra del Supremo; Luzbel al frente de los ángeles rebeldes fue derrotado por el Supremo y los ángeles leales a él, entonces el Supremo sancionó a Luzbel y a sus seguidores, pero los duendes fueron objeto de una sanción especial, pues el Supremo tenía conocimiento de que los duendes habían sido obligados a levantarse en su contra y, por tal motivo, no los envió al reino de lo oscuro, sino que les dio la misión de venir a la tierra a cumplir comisiones extraordinarias como son las de guardadores de tesoros escondidos, conservadores de los manantiales, custodios de los vegetales, protectores de los animales salvajes, mantenedores del fuego, y son conocidos con los nombres de salamandras, silfos, ninfas y gnomos.
En muchas regiones de Venezuela, por su parte, se tiene la creencia que los niños que mueren sin ser bautizados van al Limbo o se transforman en duendes.
En el sur y en la región oriental de nuestro territorio se tiene también el convencimiento que tales espíritus elementales se materializan, gracias a los actos sexuales que realizan los adolescentes de uno y otro sexo contra natura. Esto coincide con las creencias de algunos ocultistas medioevales, y no deja de tener relación con las larvas conocidas con el nombre de íncubos y súcubos de aquel periodo de espantosas creencias y supersticiones.
Según el doctor Frederik Koning, “el íncubo es un demonio que, como espíritu masculino, procura tener relaciones carnales con las mujeres, en especial cuando duermen o sueñan”. Y afirma: “La primera mención de los íncubos se encuentra en la Biblia (Génesis 6:1-4). “Cuando comenzaron a multiplicarse los hombres sobre la tierra y tuvieron hijas, viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron de entre ellas por mujeres las que quisieron. Y dijo Yahvé: No permanecerá por siempre en el hombre porque no es más que carne. Ciento veinte años serán sus días.
“Existían entonces los gigantes de la tierra, y también después, cuando los hijos de Dios se unieron con las hijas de los hombres y les engendraron hijos.  Estos son los héroes famosos muy de antiguo”. Y prosigue este autor: “No se sabe muy bien hasta qué punto esos “hijos de Dios” pueden ser considerados como los ángeles caídos. Esto probablemente seguirá siendo un enigma; pero, según se advierte, en el referido texto bíblico se adjudica a los espíritus la posibilidad de fecundar a las mujeres”. Y continúa: “También los sumerios y los babilonios tenían esa creencia, si bien opinaban que los demonios, fueran íncubos o súcubos, engendraban siempre otros demonios. En la mitología griega, que no conoció los demonios en el mismo sentido que los pueblos del Próximo Oriente, se exponen numerosos casos de mujeres y jóvenes que fueron fecundadas por dioses y faunos. A la inversa, cierto número de diosas y ninfas tuvieron hijos de hombres”. Y continúa: “Pasando a la religión cristiana, es de notar que todo el edificio dogmático se basa en el hecho de que el Espíritu Santo fecundo a la Virgen María”.
En su obra La Ciudad de Dios, citada por el doctor Koning, San Agustín dice: “Hay tantos casos comprobados sobre íncubos y súcubos, que no se puede negar su existencia sin vergüenza. Es menester considerar que la autoridad de tantas personalidades debe tomarse en serio, así como los informes de hechos que no pueden desmentirse, lo mismo en pueblos civilizados que en pueblos bárbaros, y también las confesiones de miles de personas”. 
Según la opinión de demonólogos y teólogos los espíritus demoníacos no tienen sexo determinado, pudiendo actuar como masculinos o como femeninos, esto es, son hermafroditas.
José Joaquín Salazar Franco en su libro La Tacarigua de Margarita, citado por Jesús Manuel Subero, al referirse a los gnomos y sus características, manifiesta lo siguiente:
“Los célebres personajes de lo ignoto, denominados o conocidos como duendes (varones y hembras) sombrerones o de melena larga, barbudos o lampiños, con “dienticos” o sin ellos, transformándoseles en un santiamén, de tamaño, aspecto y contextura, y ser herejes penitentes, muertos sin “el agua del bautismo” los que tienen el poder sobrenatural, de escoger su pareja de sexo opuesto, para practicar sus diabólicos enamoramientos y mantenerles en constante zozobras, llegándose hasta el insólito caso de sonsacarlos, con argucias y engaños, hasta lugares lejanos e intrincados, de dónde sólo pueden rescatarles, la oportuna intervención de sus padrinos, mediante rezos y “espergeos” de agua bendita, y alejarlos de los sitios por ellos frecuentados simulando bautizos en su presencia o la ingestión de comidas asquerosas.” 
Y por su parte Subero comenta: “En la isla de Margarita en general se dice que los duendes son niños que murieron sin ser bautizados, de ahí la costumbre de “echar el agua” o sea una especie de primer bautizo; pero sin la presencia de sacerdote y sin ir a la iglesia”. Y luego cuenta: “Nos refería Diego Serra, nativo de Pampatar, de 74 años de edad que en una oportunidad iba de madrugada para el mar, pero tenía que pasar llamando al patrón del bote que era Pedro Mota, al llegar a la puerta de la casa de éste vio frente a la casa de Chico Paz un grupo de muchachitos tomados de la mano danzando. Llamo a Pedro para que los viera y al gritarlos los niños se fueron corriendo y lanzando finos chillidos. El afirma que eran duendes”. 
Por lo común en la mayoría del medio rural venezolano no existe sacerdote. La falta de caminos vecinales agrava más esta situación, y los padres de las criaturas, temiendo que éstas puedan morir sin bautizo y vayan a parar al Limbo o se conviertan en duendes, convienen en aplicarles a sus hijos un prebautizo que denominan “echadura de agua”. El acto comienza cuando la madrina toma en sus brazos al niño y el padrino enciende una vela que sostiene en la mano derecha durante la ceremonia del prebautizo. El agüero, que así se denomina el hombre o la mujer que ejecuta este acto, por lo menos debe saber el Credo, y conocer el mecanismo de ciertos ritos en los cuales, a pesar de lo extravagante, tienen para los campesinos un soberano prestigio. El echador de agua empieza por interrogar por tres veces a la criatura, si quiere ser cristiano. Los que hacen de padrinos responden por el niño, que sí. La persona encargada de llevar a cabo la ceremonia procede entonces a palmotear por varias veces las mejillas del chiquillo; le pone sal de cocina en la lengua y finalmente vierte agua con una totuma (media calabaza) sobre la cabeza del chico que se cristianiza, mientras la madrina recibe el residuo del líquido en un caparazón de hicotea (Ghelys fimbriata). El individuo o la mujer que hace las funciones de cristianador, termina el prebautizo diciendo a viva voz:
Por las diezmil candelas
que ardieron en Galilea,
 mamáte este cacho de agua,
 carapacho de hicotea.
Dicha costumbre también se conoce en muchas regiones de Venezuela con el nombre de “Ponedura de agua”, y tales actos terminan, por lo común, con una fiesta hogareña donde se canta, se baila, se toma aguardiente y se come en abundancia.


ADIVINO /ADIVINA (Mercedes Franco) 
Persona que adivina, que puede desentrañar el porvenir, o los problemas de alguien, por medio de visiones, sueños o premoniciones de cualquier tipo. En nuestra historia, un ejemplo memorable es el de la adivina de San Mateo, que logró predecir el futuro del Libertador. 
Cuentan que para 1803 Bolívar iniciaba su idílica vida de casado, en la hacienda de San Mateo. Regresaba de un paseo con su esposa cuando una mujer se arrojó a sus pies. Con ojos delirantes exclamó: “Vengo a hablarle, mi señor, pues una voz dentro de mí lo ordena”. El joven Bolívar se asombró mucho cuando aquella sencilla campesina se dirigió a él con un lenguaje impropio de su escasa cultura: “Usted está destinado a cosas muy grandes, la gloria está muy cerca. Llevará la guerra a muchos lugares, pero antes debe sufrir un gran dolor. Será aclamado con un título más honroso y digno que el de un rey. Pero deberá afrontar grandes penalidades, y muchos enemigos buscarán su muerte”. Cuando perdió a su amada María Teresa Bolívar recordó las palabras de la adivina: “Un gran dolor”. Marchó a Europa y ya no pensó nunca más en la amarga profecía. Pocos años más tarde los caminos de la guerra se abrían ante él, también los grandes honores y las terribles calamidades que le habían sido auguradas. 
El Gran Mariscal de Ayacucho fue también visitado por una adivina india, que le advirtió: “No me gusta el nuevo título que te han dado. Te han nombrado Mariscal de los Muertos”. Se refería a que en lengua quechua, “Aya” significa caídos y cucho rincón. El sombrío título era, pues, Mariscal del Rincón de los Caídos.


AGUA BENDITA (Mercedes Franco)
Se dice del agua bendecida por algún sacerdote. Según la tradición católica, sirve para alejar a los fantasmas, y para ahuyentar al demonio y alejar toda presencia o fuerza maligna. Se usa rociada (en aspersión) sobre la zona o lugar que se cree habitada por fantasmas o visitadas por demonios. Se puede utilizar directamente del frasco sobre cualquier fantasma o aparición maléfica, que se desvanecerá inmediatamente. Cuando un niño muere antes de ser bautizado, se trazan cruces de agua bendita sobre su frente y pecho, a manera de bautismo, mientras se le da un nombre y se invoca al Espíritu Santo, pues de lo contrario, el alma del pequeño difunto podría quedar vagando en el Limbo, una región vacía de eterna niebla impalpable.



EL MILAGRO (Ramón Lameda)
Desde hacía dos meses, el cadáver del delincuente yacía aun lado de la plaza Campo Elias había sido lamido y orinado por toda clase de perros. No faltaron los borrachos que lo vomitaran y hasta lo defecaran encima. Pero quiso el destino que “El Iluminado” lo tomara como prueba de su poder.  _Nada es insondable para los designios de Dios.  ¡Levántate! Yo te lo ordenó.
A la vista de todos, el delincuente se fue movilizando lentamente, agazapándose en el suelo y, convertido en una pantera hambrienta, saltó sobre “El Iluminado” y le desgarró la garganta de un certero zarpazo.


NADA SABEMOS (Eduardo Mariño)
En medio de la noche las manos, el hombre que se acerca al murmullo inconsciente, trémulo bajo el cinematográfico, previsible ventilador. Sobre la cama el cuerpo, la mujer que pocos minutos antes soñaba con desnudos brazos, en sí misma un acto de crueldad, infamia onírica sin otra luz que el ligero y tembloroso saludo del noticiero.
¿Podemos ver las marcas, las rojizas huellas? ¿Podría usar gargantillas de fino oro después de esta noche? Acaricia la almohada, aún húmeda de sus lágrimas, ardiente de sus gritos. Sus manos fuertes no están cansadas, ha sido poco el esfuerzo.

Pero nada sabemos de su alma obscura en la noche.



MAL DE OJO (Armando José Sequera)
 ¡Ay, Carmencita, mija, yo estoy sumamente preocupada: desde anoche Danielita está decaída y tengo miedo de que le hayan echado mal de ojo! Anteayer, cuando estábamos en el zoológico de El Pinar, ella estaba comiéndose unas papas fritas y pasó por ahí una señora que tenía los ojos azules y se paró a hacerle una carantoña. La señora la acarició y le dijo: «¡Que niña tan bonita eres tú!» Desde entonces, Danielita no quiere comer, no quiere jugar, no quiere nada. Ella siempre había cargado su azabache para protegerse pero, desde hace como quince días, la mamá se lo quitó. Yo no quiero que mi primera nieta se muera. Celso me dijo que si para cuando él viniera a almorzar, la muchachita seguía así, esta misma tarde la llevábamos donde un señor que él conoce en Guarenas, que y que es muy bueno en eso de curar el mal de ojo… Ay sí, yo le tengo una vela encendida a San Onofre para que el tiempo pase rápido y Celso venga pronto. 



HOMENAJE A ALFREDO ARMAS ALFONZO
 (Algunos cuentos)

7 X 4
Encontró al ángel muerto traspasado por una guadaña. Sobre las plumas del pecho brillante como escamas del bagre culo colorado ya empezaba a diseminarse las hormigas y el tono gris de la fatalidad de todo fin orgánico empalidecía rostro, mano  y pierna, aunque el sexo refulgía como si estuviese amaneciendo. Ese efecto desacostumbrado en un cadáver hacía olvidar a los hombres que hicieron el hallazgo de la naturaleza divina de algunas apariciones y no tuvieron el valor de mirarse entre sí para no reconocerse en el fondo de los ojos la llamarada azul que denota las pasiones carnales.


8 X 6
El tipo hizo sonar el tenedor de plata que usaba a manera de aro en la muñeca, golpeándolo con la gruesa sortija donde se revolvía con intención de culebra dispuesta a lanzar la mordedura un cuerpo de mujer del que destacaba la cadera desmedida en proporción con el resto del cuerpo; al platero no debió costarle nada la plata, si era plata aquel exceso en la conducta humana. 
Aun así el ruido no se hacía notorio y el sujeto entonces extrajo el arma, apuntó al tomatico de todo el medio de los tres de la etiqueta del frasco e hizo volar el catsup a todo su alrededor. 

9X5
Sembraba la semilla de la cuarentadía, que da una flor blanca, una flor morada, una flor colorada, una flor amarilla, una flor del corazón de la auyama, una flor doble, una flor grande y una flor chiquita, se le pierde hasta la cuenta. 
Sembraba la semilla de la siempreviva, que se extiende de tanta flor que le carga. Sembraba la azucena, de un sobre que le regaló una de las monjas del internado de los ancianos. De muchas le nacían pocas, pero no eran ni la cuarentadía, ni la siempreviva, ni la azucena. Le nacía la  zarza, que le rompía las manos hasta hacérselas sangrar con abundancia a veces difíciles de contener. Él lo atribuía a que su mano no era maternal.                     


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