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martes, 24 de abril de 2018

Cuentos del Arriero (La Carreta del Diablo y otras historias). Samuel Omar Sánchez

Imagen en el archivo de Ofelia Rodríguez Pérez



CUANDO ASOMBRARON A MILAGRO SÁNCHEZ DE CARPIO
Me santiguó y pidiendo a la Virgen de Coromoto, que me aclare la garganta para relatar esta historia que es la pura verdad por este puñado de cruces. Sucedió en “El Socorro” del estado Guárico.  Milagro Sánchez de Carpio, hija de Emperatriz Gómez de Sánchez y Elías Samuel Sánchez, nació en Valencia estado Carabobo, al graduarse de maestra se fue a trabajar a El Socorro con el paso del tiempo se casó con Gustavo Carpio “el negro Carpio”, para ese tiempo veían poco televisión ya que nacieron 4 hijos: Ryszard, Katy, Ilic y Gutsmila. Disfrutaba con su familia y viajaba para Valencia a ver sus padres y a San Carlos también a visitar a su tío Samuel Elías Sánchez. Al paso del tiempo la señora Emperatriz se fue a vivir a El Socorro, se compró una casa en el sector Las Amazonas, monta un negocio el cual atendía y se distraía, su hija la visita todos las tardes en un vehículo que había comprado, a veces va con toda la familia o sola. Es una fija llegar a las 6 de la tarde y se regresaba a las 12 de la madrugada, su madre le decía: -”Lala a estas horas no te vayas quédate a dormir aquí. Y le respondía: 
-No mami no pasara nada, le pedía su bendición y se regresa para su hogar. Sus amigos le decían y hasta su esposo que por esos lados salían apariciones, a más de uno los han asustado por cierto en el puente Las Amazonas, salen diferentes espantos se comenta de la tradición oral que en esa quebrada hay un entierro de morocotas que nadie ha podido desenterrar. Sucedió por cierto para un lunes del mes de mayo, Milagro cumple con todos sus quehaceres y le dice a su esposo “El Negro”: 
-Iré un rato a casa de mi mamá, le lleva un pedazo de queso llanero y un plato de pisillo de chigüiere y una taza de arroz con coco. Le dice: 
-Milagro, acuérdate que es lunes de las ánimas y estamos en el mes de los espantos que andan haciendo de las suyas. Se ríe con jocosidad y dice: -¿Qué te pasa, Negro? Vas a creer en esos cuentos y con ese tamaño ahora me saliste cobarde… Se va tranquila, llega a las 7 de la noche, su mamá le da su bendición, se alegra de verla y está contenta que niña con muñeca nueva al recibir esos detalles. Pasan las horas entretenidas conversando con las anécdotas, se dan cuentan, es la una de la madrugada, Milagro decide irse; su mamá le dice: -No te vayas y le recuerda de la aparición en el sector del puente Las Amazonas. Se despide, antes de llegar al sitio hay una especie de bajada, ella distingue a lo lejos dos faros que brillan, pensó debe ser un gato encaramado en el palo, toma la bajada en primera y acelera su carro para sorpresa de ella a un lado del puente ve la figura de un hombre que salió de la nada, lo raro es que solo ve dos ojos resplandecientes, tiene puesto un sombrero enorme de color negro que le tapa casi toda la cabeza, unos pantalones pero no le nota los pies; está levitando en el aire, ni le distingue las manos porque lleva un saco grande y le tapa casi todo el cuerpo, Milagro se persigna y acelera pasándole a un lado, con el rabillo del ojo lo distingue, pensó a lo mejor era una persona pasada de tragos y se le lanzaría hacia su carro, ve por el retrovisor y nada, pensó Dios será que lo golpeé, ahí mismo da la vuelta en dicho sitio, llega al sitio se baja, reviso los alrededores con la mirada y nada, se recuerda que su esposo y su mamá le decían que asombraban en el puente, de sopetón una fuerte brisa apareció, es tan fría que castañean su dientes, en la lejanía se oyen a unos perros ladrar, siente un celaje a su lado; está nerviosa, un miedo que le recorre todo el cuerpo, voltea hacia el árbol cerca del puente y de nuevo ve los dos ojos centellantes, ¡Ay Dios! Se monta en su carro y da chancleta, esa recta la devora en un santiamén, llega a su casa, está realmente asustada, abre la puerta y entra directo a la cocina, no encuentra explicación de lo sucedido le atacan los nervios en ese momento sale del cuarto Katy y ve a su madre temblorosa le dice: -¿Qué te pasó? Y le cuenta lo que pasó, se va al cuarto de su hija, tan asustada que se acostó con ropa y todo, en la mañana se levanta, su esposo está haciendo el café y le cuenta lo sucedido. Así se supo cómo a Milagros Sánchez de Carpio en el puente Las Amazonas de El Socorro la Asustaron.


LA NOVENA
Este relato es de la rica tradición oral de Acarigua. Portuguesa, sitio lleno de misterios y aparecidos. Desde la Colonia se oyen los cuentos desde El Carretón, La Llorona, La Sayona, Los Duendes del Camino, todos se dan la mano con El Silbón en un cruce de caminos, para seguir saliendo por esos anchos caminos de la llanura. Esto que contaré es la realidad por la Virgen del Carmen. Un grupo de amigas Josefina Hernández, Omaira Ostos, Carmen Teresa y Gloria, van de visita al Museo Inés Mercedes Gómez Álvarez, ubicado en Guanare disfrutan todo el día, tarde de la noche regresan a sus hogares. Al día siguiente reciben la noticia en casa de la familia Ostos, falleció un familiar en un accidente de tránsito en la vía Guanare – Acarigua, se riega como pólvora, su familia deciden velar el cuerpo en su residencia en Araure. Al saber la noticia sus amigas se van en el vehículo de Carmen Teresa, llegan a casa de Omaira, le dan las condolencias, es noche cálida y sin brisas como son las noches de Guanare, en las que ni el soplo de un pajarito hacia mover ni siquiera una hoja seca esparcida entre las sombras de unas acacias...le dan el pésame a la familia que han llegado del estado Apure, y son de la vieja creencia que el fallecido debe ser velado en su hogar, rezar los tres santos rosarios al cuerpo presente, los hace una mujer con rasgos indígenas, a muchos sorprendió porque las letanías son diferentes a las actuales, otro detalle que no sabía leer ni escribir, pero con una soltura rezaba. Han rezado las novenas de las siete y las nueve de la noche, el café, el chocolate, las galletas, el queso y cigarros, no falta a los presentes, en el patio prepararan un hervido que no le falte nada, para los que amanecieran acompañando a la familia en esa hora triste. Comenta algo intrigada Gloria: -¿Que manera tiene de rezar y de donde salió esa señora?
-Ella viene acompañando a mi familia desde Apure, es del entorno de confianza, además por esos lados rezan de esa manera.  Le responde Omaira. Y agrega Carmen: -Además cuando reza, a nosotras nos ve muy raro, no me gusta y desde que llegó no se ha movido de esa silla, ni para ir al baño. Las amigas, siguen conversando de las actividades que harían después, está por empezar la plegaria de las once para terminar al filo de la medianoche y así cumplir con las tres novenas que se le hacen al difunto. -Muchachas, me siento incomoda y me voy a retirar-: dice Carmen. Algo extrañadas las amigas, Exclaman: -¿Qué te pasa Carmen? Terminamos esta novena y nos vamos. -No amigas, si quieren se vienen ahora, esta morena se va... Empiezan a rezar, se levanta de la silla, se despide, se monta en su vehículo y sale rumbo a su hogar. -No se preocupen muchachas, mi tía nos mandará con cualquiera de sus hijos o si no amanecemos. Dice Omaira. Carmen, viene manejando tranquilamente oyendo una canción, siente a su espalda una respiración, la mujer se eriza, su corazón palpita fuertemente, de nuevo lo escucha y ahora alguien tosiendo, la mujer frena bruscamente, suerte que no vienen otros vehículos. Un poco asustada, se pregunta: -¿Qué pasa Dios Mío, vengo sola, no estoy loca? En ese instante pasa frente del vehículo un señor, al reconocerlo revienta en llantos. -¡Dios mío! Es el difunto. Se persigna y se regresa al velorio. Al llegar la ven más sudada que una hielera y con los ojos más pelados y llorosos que teniente cuidando frontera. En ese momento la rezandera ordenó que todos los que estaban ahí se pongan de pie y pidió que nadie se atravesara entre el altar y la entrada de la casa, ordenó que abrieran las puertas de par en par y ahí pronunció unas oraciones aún más intensas dirigidas a los santos del cielo y especialmente a San Pedro, para que llevara y protegiera aquellas almas sin que ningún espíritu o entidad inferior osare interferir en su camino...en ese momento estando todos de pie y en un verdadero suspenso, sienten un estampido de brisa que venía saliendo de lo profundo de la casa apagándose repentinamente las velas encendidas en el altar el cual estaba ubicado en el centro de la sala, al igual que golpeando con fuerzas las ventanas y puertas en un inexplicable recorrido desde el interior hacia afuera, golpeando la rejita a media pared de la entrada de esas que caracterizan muchas casas de pueblos; cuyos hierros traqueteaban como queriendo desprender de sus base... los vasos de plásticos con los cuales habían servido el chocolate y café, rodaron dispersos por el suelo como disparados hacia la calle y formando un pequeño remolino, durante pocos segundos parecía un ventilador encendido a toda potencia, la rezandera en esos momentos profería sus peculiar rezos... Carmen, alcanzó a terminar la novena, sus amigas al verla aun nerviosa, le buscan agua y le pregunta Omaira: -¿Amiga que te paso, mira como vienes, nos tienes intrigadas? Varios de los presente, se acercan a ver qué le sucedió. La rezandera vio a la muchacha pálida y afirma con la cabeza un sí. –Amigas, es que el difunto me asombró y por eso me regresé. Respondió Carmen. Se le acerca como una buena madre, le acaricia el pelo y dice: -Usted es tan joven y no cree mucho en las costumbres del Llano, cuando se reza a un cuerpo presente, no se deben levantar ni retirarse porque si no él los asombra y se tienen que regresar para terminar la novena, eso le pasó.


EL ENCANTAMIENTO EN EL JARDÍN DE ORIENTE 
Llamado “Jardín de Oriente” Caripe del estado Monagas, con un clima y vegetaciones increíbles, luego de un recorrido de montaña por la orilla de un río, se disfrutan de las aguas cristalinas, las cuales han esculpido por años cuevas, toboganes y algunas que desembocan en un chorrerón, que da nombre al sitio. En dicho lugar fresco y sombrío, donde solo se oye el canto de los pájaros y revolotean enormes mariposas azules metálicas o caballitos del diablo. Un día cualquiera, el año 2011 un grupo de compañeros de estudios del IUTIRLA, entre ellos: Karla, Liliana, Luisana, Omar, José y Olimar, se reúnen después de clases y se ponen de acuerdo para ir al Chorrerón, dice Karla: -Vamos el sábado. Los demás apoyan la propuesta. El sábado a primeras horas se dirigen al terminal de pasajeros, Karla lleva a sus dos hijos: Emili y Sebastián; Lilimar va con su hija Marimar; Olimar va con su dos hijos Simón y Francia; llegan temprano antes de tomar camino para el sitio de recreación, van a una bodega a desayunar, el señor que los atiende ya entrado en años, con el pelo escarchado les dice: -Muchachos, me han caído bien, tengan cuidado con el pozo, está encantado. Manuel le agradece y se van cantando, a la vez que oyen el ruido de la naturaleza. Al llegar se encuentran a una familia, pero como es grande nadan todos tranquilos, ahí dice Emili: -¡Qué bello todo esto, gracias mami por traernos! Y agrega Sebastián: -¡Si mami, me quedaría toda una semana! Todos se ríen y comenta Karla: -Bueno pórtense bien y estudien para traerlos de nuevo. Los hijos de Olimar responden: -¡Nosotros nos portamos bien…! Es mediodía, están Omar, Lilimar y Olimar, preparando el pescado frito y las arepas, Karla tiene listo la ensalada y el guarapo de papelón. Mientras almuerzan comenta Luisana: -Caramba, comadre Karla, le quedó sabrosa… Y riéndose con picardía dice: -Claro, mi coma, es que tengo esa magia para cocinar. Empiezan a echar cuentos de aparecidos, y Olimar le pregunta a Omar, un educador y quien ahora es locutor: -¿Qué hay de cierto sobre las apariciones en estos pozos?, además, a ti te asombraron en la radio. A lo que él responde: -Una vez estando de guardia en la emisora Soclas 98.7Fm, que se encuentra en el 7mo piso, es la una de madrugada y después de tener una conversación con un gran amor, de aquí mismo de Maturín y darle un concierto de canciones, tocan el timbre de la puerta, salgo a ver quién será, ¡susto! No hay nadie y de ñapa el ascensor está arriba, al regresar la cabina sentí un silbido en la oreja que me espelucó todo. Todos se ríen con duda. Y agrega Omar: -Pero recuerden, aquí en este pozo sale un encanto también. Son las cuatro de la tarde, la otra familia se fue, llega una fuerte brisa, aparecen mariposas enormes de color negro, oyen unos gritos y ven a los animales asustados, los pájaros salen en desbandadas, cerca del pozo hay una enorme piedra, la cual se envuelve en una neblina y ante ellos aparece una mujer de pelo negro, sentada…todos la miran, ahí grita Sarais: -¡Mami! Por Dios… Viene corriendo toda temblorosa hasta su madre. Quien le pregunta: -¿Qué te pasó hijita? Nerviosa le dice: -Sentí que alguien me acarició el pelo. Y ninguno de los muchachos está cerca de ella. Llegan otras mariposas, pero de color azul, sus corazones laten acelerados como tren sin freno, el tiempo se detuvo, la mujer se ríe de una manera loca y se lanza al agua, antes sus ojos en la piedra ahora se ha posado un pájaro grande desconocido, todos se persignan, y como bailar en un tusero con alpargatas nuevas, en segundos salen en veloz carrera más blanco que dulce de leche. Llegando a la bodega, los espera el vendedor muy calmado y moviendo la cabeza, a lo que Olimar le afirma: -Es verdad lo del encantamiento del pozo.


LA CARRETA DEL DIABLO 
Los relatos orales, son parte de nuestro acervo patrimonio inmaterial, de ahí que debemos preservarlo en el tiempo, y las generaciones venideras sepan de donde se viene, como se formó una comunidad y sobre todo los cuentos y leyendas son parte de ese legado cultural. En el sector 23 de enero, en San Carlos, estado Cojedes, llegan a vivir la señora Hilda La Cruz y su pareja Elio Sánchez, uno de sus hijos es Gilda, muchachona de piel canela y vivaracha, con su caminar muy fino, estudiante de la escuela Carlos Vilorio, junto a sus compañeros Marlene, Mary, Nora, Mon Valera y Julito Aguiño, todos excelentes muchachos pero…siempre hay un capitán o capitana y es Gilda, muchas veces se escapan del colegio para ir de pesca y bañarse a los ríos “el canal de riego” y “El Paso de Las Negras”, como disfrutaban como peces y dígame comiendo mangos, eso sí al llegar a sus hogares preparen esas nalgas que se las dejarían moradas de la pela que llevan. Por cierto por toda esa zona recorre sus calles El Carretón, hasta se dan las manos al encontrase La Llorona, con El Ahorcado y El Duende que aparece en dicha escuela y  a más de uno lo han asombrado, como lo que le pasó al buen amigo Tito Ortiz, “Titico”, el hijo de Rosario Pérez, enfermera del viejo Hospital Los Llanos y del nuevo y de Tito Ortiz, viejo camionero y eterno jugador de bolas criollas, una noche viene “Titico” después de venir de una parranda y al llegar a la escuela, de la nada le apareció La Llorona lo lleva coleado hasta su casa, gritando y  sus tías Amelia y “La Negra”, lo rescataron por un tiempo parece monaguillo en la casa. Todos esos cuentos los amigos siempre los oían, ya que sus padres lo relataban, pero ellos decían que son cuentos de caminos, tienen una ceba de jugar de lunes a lunes, llueva, truene o relampaguee, llegan a la esquina de la casa de señora Rosarito La Cruz, sitio de encuentro y disfrute, al salir al recreo de la escuela dice Gilda: -Ya saben muchachos en la noche nos vemos. Cada quien después de hacer las tareas y los mandados de la casa se van, la mama de Gilda, siempre le decía: -Mija, deja esa maña de estar jugando siempre de noche, un día de estos los asombraran. Con respeto le respondía: -Ah pues, mami, tranquila que no pasara nada y se viene más contenta que perico comiendo guayabas. Se encuentran todos, se ponen a jugar, esa noche los muchachos están hipnotizados, juegan la “ere”, “el paralizado”, “el escondido”, metras, la semana, cuando dice Mary: -Muchachos la señora Rosario ya se acostó. - ¡Vacío! si son las once, dice Mon. En ese momento escuchan en la lejanía el sonido de varios cascos de caballos y el rebuznar de unos burros, dice algo intrigada Gilda: - ¡Mueca esos son los burros de don Benito!  ¿A estas horas? Un fuerte ventarrón acompañado con una espesa neblina los arropa, están como paletas de helados, temblando…oyen el chasquido de las ruedas de una carreta, ahora si todos están como gallina grifas. Julito quiere decir algo y empieza gaguear, Marlene toda morada grita: -Muchachos es la Carreta del Diablo.  Cada quien sale como viento en sabana a sus casas. Gilda, llega más asustada que gallina en casa de zorro, su madre la abraza y la manda a dar una ducha para que duerma tranquila, ese día su padre está de viaje, ya está en su cama, el reloj da las doce campanada dando la bienvenida a la medianoche, oye estrepitosamente la ruedas de una carreta que mete miedo, los perros laten asustados, esa carga fantasmal se le oía por la calle Federación, de la impresión le da un dolor de muela, es fuerte ese chirriar y la pone más asustada que ratón en madriguera de culebra y a su edad de nueve años, el miedo pudo más, sale corriendo para el cuarto de sus madre, ya sabe porque viene, la coloca debajo de su abrazo, como lo hacen las mama gallina y acurrucan a sus pollitos: -Ves hija lo que te decía, esa es La Carreta del Diablo. Gilda al oír esa bulla sus tímpanos están acobardados, que la señora se pone a rezar la oración de La Magnífica para así alejar esa mala aparición. A la mañana siguiente, era el comentario entre los amigos de la bulla de El Carretón del Diablo, la escuela se alborotó tanto que llevaron a un cura para que bendijera la institución, según para alejar esos espectros, lo bueno es que dejaron esa ceba de jugar todas las noches. Si lo hacen es temprano y después cada quién para su casa.


Estas piezas literarias se tomaron del libro: Los Cuentos del Arriero de Samuel Omar Sánchez, editado en San Carlos, por la Fundación Editorial El perro y la rana –Cojedes,  2017 

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