COSTUMBRES DE CUMANÁ
Los de esta tierra son de su color; van desnudos, si no es el miembro, que atan por dentro o que cubren con cuellos de calabazas, caracoles, cañas, lista de algodón y canutillos de oro. En tiempo de guerra se ponen mantas y penachos; en las fiestas y bailes se pintan o tiznan o se untan con cierta goma o cierto ungüento pegajoso con liga, y después se empluman de muchos colores, y no parecen mal los tales emplumados. Córtense los cabellos por empar del oído; si en la barba les nace algún pelo, arrancándoselo con espinzas, que no quiere allí ni en medio del cuerpo pelo, aunque de suyo son desbarbados y lampiños. Précianse de tener muchos negros los dientes, y llaman mujer al que los tienen blancos, como en Curiana, y al que sufre barba, como español, animal. Hacen negro los dientes con zumo o polvo de hoja de árbol, que llaman ahí, las cuales son blandas como de terebinto y hechura de arrayán. A los quince años, cuando comienzan a levantar la cresta, toman esta yerbas en la boca, y tráenlas hasta ennegrecer los dientes como el carbón; dura después la negrura toda la vida, y ni se pudren con ella ni duele. Mezclan este polvo con otro de cierto palo y con caracoles quemados, que parece cal, y así abrazan la lengua y labio al principio. Guárdanlo en espuertas y cesta de cañas y verga, para vender y contratar en los mercados, que de muy lejos vienen por ellos con oro, esclavos, algodón y otras mercaderías. Las doncellas van de todo punto desnudas; traen senogiles muy apretados por debajo y encimas de las rodillas, para que los muslos y pantorrillas engorden mucho, que lo tienen por hermosura; no se les da nada por la virginidad; las casadas traen saraguayes o delantales; viven honestamente; si comenten adulterio, lleva repudio; el cornudo castiga al quien lo hizo. Los señores y ricos hombres toman cuantas mujeres quieren; dan al huésped que a su casa vienen la más hermosa, los otros toman unas o pocas; los caballeros encierran sus hijas dos años antes que la casen, y ni salen fuera, ni se corta el cabello durante aquel encerramiento. Convidan a la boda a sus deudos, vecinos y amigos. De los convidados, ellas traen las comidas, y ellos la casa. Digo que presentan ella tantas aves, pescados, frutas, vino y pan a la novia, que basta y sobra para la fiesta, y ellos traen tantas madera y paja, que hacen una casa donde meter los novios, bailan y canta a la novias, mujeres, y al novio hombre; cortan unos los cabellos a él, y una a ella, por delante solamente, que por detrás no le corta.
Ataviados muy bien, según su traje; comen y beben hasta emborrachar. Siendo noche dan al novio su esposa por la mano, y así queda velado; estas deben ser las mujeres legítimas, pues las demás que su marido tienen las acatan y reconocen. Con estas no duermen los sacerdotes, que llaman piaches, hombres santos y religiosos, como después diré, a quien dan las novias a desvirgar, que lo tienen con honrosas costumbres. Los reverendos padres toman aquel trabajo por no perder sus preeminencias y devoción, y los novios se quitan de sospecha, quejas y penas. Hombres y mujeres traen ajorcas, collares, arracadas de oro y perlas si las tienen, y sino de caracoles, huesos y tierras, y muchos se ponen coronas de oro guirnaldas de flores y conchas. Ellos traen unos anillos en las narices, y ellas bronchas en los pechos, con que a primeras vistas se diferencian. Corren, saltan, nadan y tiran un arco las mujeres también como los hombres, que son en todo diestros y sueltos.
Al parir no hacen aquellos extremos que otras, ni se quejan tanto; aprietan a los niños muy blandos, pero muchos, entre dos almohadillas de algodón para ensancharle la cara, que lo tiene por hermosura. Ellas labran la tierra y tienen cuidado de la casa, ellos cazan o pescan cuando no hay guerra, aunque a la verdad son muy holgazanes, vanagloriosos, vengativos y traidores; su principal arma es la flecha enherbolada. Aprenden de niños, hombre y mujeres a tirar al blanco con bodoques de tierras, madera y cera. Comen erizos, comadrejas, murciélagos, langostas, arañas, gusanos, arugas, abejas y piojos crudos, cocidos y fritos. No perdonan cosas vivan por satisfacer a la gula, y tanto más es de maravillas que coman sabandijas y animales sucios cuando tienen buen pan y vino, frutas, peces y carnes.
El agua de río Cumaná engendra nubes en
los ojos; y así ven poco los de aquella rivera, o que lo hagan lo que comen.
Cierran los huecos y heredades con un solo hilo de algodón o de bejuco que
llaman, no en más alto que a la cintura. Es grandísimo pecado entrar en tal
cercado por encima o por debajo de aquella pared, y tienen creído que mueren
presto quien la quebrantan.
Texto de Francisco López de Gomara, tomado de Historia Real y Fantástica del Nuevo Mundo (1992), compilación de Horacio Jorge Becco, publicado en Caracas por la Biblioteca Ayacucho.
Texto de Francisco López de Gomara, tomado de Historia Real y Fantástica del Nuevo Mundo (1992), compilación de Horacio Jorge Becco, publicado en Caracas por la Biblioteca Ayacucho.
Me encantan los mitos indígenas.....Muy dulce y conmovedora la historia. Me llamo mucho la atención lo de los dientes.... Cariños Isaias
ResponderEliminarMuy interesante, fue un placer leer este texto. Aunque no me hubiera gustado nada vivir así.
ResponderEliminarSaludos cordiales.
Me encanta esta cultura indígena, felicidades Isaías por ayudar a que no se pierda. Un abrazo.
ResponderEliminarExcelente texto es muy bueno aunque pues, eso de que las mujeres andaban medio desnudas o que las encerraban mientras no se habían casado es algo abrumador permanecer cerrada por largo tiempo o días lo bueno es que tenían una textura única ya hoy en día nadie llega a tener tanta belleza como las indígenas. viven con una humildad hermosa y pues los hombres no tenían que dar nada a cambio por su virginidad o mostrar algo para que viesen que si era virgen porque hay otros mitos en que si debían sacar la sabana blanca con la sangre de la que ya era su esposa y sino manchaba era una deshonra para sus padres.
ResponderEliminarExcelente texto es muy bueno aunque pues, eso de que las mujeres andaban medio desnudas o que las encerraban mientras no se habían casado es algo abrumador permanecer cerrada por largo tiempo o días lo bueno es que tenían una textura única ya hoy en día nadie llega a tener tanta belleza como las indígenas. Viven con una humildad hermosa y pues los hombres no tenían que dar nada a cambio por su virginidad o mostrar algo para que viesen que si era virgen porque hay otros mitos en que si debían sacar la sabana blanca con la sangre de la que ya era su esposa y sino manchaba era una deshonra para sus padres.Al parir ellas no se quejan tanto como hoy en dia que las mujeres se quejan por todo ellas eran mujeres guerreras.
ResponderEliminarEsta interesante narración nos refiere la vida, las relaciones sociales, el hábito de los indígenas y sus tradiciones. Es increíble que las indias permanezcan por dos años “privadas” de libertad y que durante todo ese tiempo no se corten el pelo. Pero también el hecho de que su atavío previo a consumarse la ceremonia sea tan elaborado y utilicen elementos de la naturaleza, como conchas, caracoles, coronas tornasoladas, entre otros.
ResponderEliminarHola, diferenciando las costumbres y diferentes actitudes ante la común convivencia, la principal deducción del escrito, es que el hombre desde los tiempos mas primitivos (su forma de vida lo atestigua) ha hecho valer la superioridad sobre la mujer, disponiendo de ella según sus mandatos. Menos mal que hemos evolucionado, no tanto como desearíamos pero el tiempo camina hacia la esperanza de la igualdad. Un saludo.
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