Mi madre fue abandonada por mi padre estando embarazada de mí, para la familia eso había sido el peor de los pecados, mis tíos eran sumamente duros y conservadores, la culpaban a ella por no haber sabido elegir un buen marido y no haber sido buena esposa, así que mi madre se iba cada semana a la Ciudad a trabajar y procuraba estar el menor tiempo posible en el rancho, sólo los fines de semana. Los tiempos eran muy duros, no era fácil que le dieran trabajo pues la veían son su bebé en brazos y muchas veces la rechazaban…Hubo una noche muy dura, el poquito dinero que había conseguido se había terminado, no había comida ni para ella ni para mi…Había buscado con desesperación en su bolso y nada…ni un peso. Mi madre siempre ha sido mujer de fe. Esa noche se encomendó a Dios esperando que su Divina misericordia la socorriera.
Mi abuelo había sido su único apoyo pero había fallecido solo unos meses
antes, sin él, no contaba con nadie y esa noche de hambre, soledad y tristeza
mi abuelo la visitó por medio de un sueño.
“Hija, sé que estás necesitada y por eso
he venido, ten te dejo estas monedas…
¿Recuerdas que un día tú me
prestaste un dinero?, he venido a pagártelo… ¿Recuerdas la promesa que nos
hicimos un día, que el que muriera primero vendría a decirnos si había gloria e
infierno? pues hija….Si hay gloria y hay infierno, pero gracias a Dios yo tengo
un rayo de luz, míralo-entonces mi madre recuerda haber visto la figura de mi
abuelo iluminada por un pequeño rayo de luz y entonces mi abuelo se despidió diciéndole: Como señal de que es
cierto que vine a verte encontrarás la
puerta de enfrente abierta, por una puerta voy a entrar y por la otra voy a
salir…Me voy hija mía tú ahorita no puedes acompañarme porque donde yo estoy tú
no puedes llegar.” Después de eso, mi
madre recuerda haber visto alejarse a mi abuelo perdiéndose
su figura en bellas lomas blanquecinas.
A
la mañana siguiente mi madre se levantó sobresaltada y lo primero que vio
fue el portal de la casa abierto, el
cual ella siempre ponía un gran candado por seguridad pues vivía sola y tenía miedo de que alguien
nos hiciera daño y la puerta de atrás
estaba abierta también.
Triste, asombrada y pensativa, recuerda que me tomó en brazos para salir
a ganarse el pan, al tomar su monedero se dio cuenta que algo sonaba, eran las
monedas que mi abuelo había puesto en sus manos en el sueño. Ésa mañana lloró
de tristeza, esperanza y felicidad y ambas pudimos comer, descansar y regresar
a visitar a la abuela con mediana prosperidad.
Autora: María del Socorro Duarte Hernández
María del Socorro cuenta con más de 25 años de experiencia como
Licenciada en Educación Preescolar. Posee una Maestría en Educación
Preescolar. Suma en su haber con 400
poemas inéditos. Ha incursionado en el
género musical con temas de su autoría, en recitales que han llevado el nombre
de una de sus obras musicales más importantes: PRESENTIMIENTO
Investigadora Educativa autora
del Método Vocacional para niños en Edad
Preescolar
Co-Fundadora del Sistema Educativo Popular A.C. cuyo lema es “Por una educación Popular,
Libre y Equitativa” En el cual coordina
como Subdirectora a un conjunto de maestros identificados con sus ideales,
llevando la Educación Gratuita a los grupos indígenas y zonas marginadas del
Estado de Baja California, México.
Obras en manuscrito: Mi primer Libro de Historia y Civismo y Mis amigos
Flecha y Tijera.
Actualmente continúa como Educadora en servicio, publicando parte de su
biografía y poesía en su BLOG en +GOOGLE “Presentimientos” y en la producción
de cuentos educativos de su autoría.
Me emocionó mucho. Yo también creo que nuestros seres queridos nos vigilan y nos ayudan también desde el otro mundo.
ResponderEliminarUn placer leerles! Saludos.
Hermosa, fantástica, milagrosa y conmovedora historia.
ResponderEliminarDos realidades integrándose para cumplir promesas cuando el plazo lo requiere.
Felicidades a la autora y a ti Isaías por este regalo.
Es una historia conmovedora que atrapa y emociona. Felicidades y gracias por compartir.
ResponderEliminarEsta historia me llegó al corazón. Siento que mis padres me acompañan desde mas allá de este mundo. Precioso relato. Un abrazo.
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