Páginas

jueves, 31 de enero de 2013

Antropozoo: fábulas de "Vestigio Animal" (cuentos de Carlos León Mejías)


La formas y las figuras son imaginación (imagen en el archivo de Anita Mendoza)

Contenido: El Hombre Zamuro. El Hombre Gato. El Hombre Báquiro. El Hombre Mono. El Hombre Lobo. El Hombre Araña. El Hombre Pez. El Hombre Alacrán.  El Hombre Bachaco. El Hombre Camaleón. El Hombre Tiburón. El Hombre Comején. El Hombre Morrocoy. El Hombre Caballo. El Hombre Turpial. El Hombre Cerdo. El Hombre Perro.


EL HOMBRE ZAMURO
El hombre Zamuro despertó sobresaltado y en la oscuridad de su habitación descubrió  que miles de ojos lo observaban. Estático sintió como las miradas desprendían poco a poco sus órganos. Por su mente pasaron los miles de cadáveres que le sirvieron de bastimento en su larga vida. Un extraño cosquilleo estremecía lo que le quedaba de cuerpo, sin embargo, sonrió. El ser devorado por sus víctimas le liberaba de culpas.  Así que pensó que lo mejor era volverse a dormir.

EL HOMBRE GATO
El hombre gato presuntuoso, dedicaba su vida a la conquista de jóvenes muchachas, creía estar destinado a cumplir una misión divina: orientar  con la experiencia adquirida por su sabiduría erótica. “El saber entra por el sexo” era su tesis. Eran diversos los temas contemplados en su escuela y al ritmo del amor penetraban los más hondos saberes. Hoy se le considera el único hombre gato canonizado en vida y sus sermones invaden las editoriales especializadas en temas educativos.

EL HOMBRE BÁQUIRO
El hombre Báquiro hizo del odio una doctrina. Cultivó la rabia inventando guerras fratricidas. Desafió el poder de los imperios. Fue declarado enemigo público y se le persiguió. No encontró más escapatoria que huir hacia el mismo.

EL HOMBRE MONO
El hombre Mono quiso ser presidente. Sació sus deseos y se convirtió en autócrata. Conminó al pueblo a pervertir la libertad. Al poco tiempo, la candidez de una lágrima infantil sepultó su imperio.

EL HOMBRE LOBO
El hombre Lobo se creía el poeta más grande su país. Su vanidad crecía al ritmo de su fama. Sus libros recorrían el mundo y se creía inmortal. Sin embargo vivió siempre en la duda de que sus libros jamás fuesen leídos.

EL HOMBRE ARAÑA
El hombre Araña tejió sus redes y esperó el momento oportuno. Atrapó el olvido que por largos años deambulaba en el corazón del poeta.

EL HOMBRE PEZ
Al hombre Pez se  le acusaba de haber vendido su libertad. Había cambiado su largo y hermoso mar, por unas migajas de pan que diariamente le lanzaban en su hermosa pecera de cristal.

EL HOMBRE ALACRÁN
El hombre Alacrán pensó que era un hombre. Analizó. Pensó. Analizó. Se tomó de las manos y revisó el silencio, las noches y las despedidas. Revisó los días, las heridas y las palabras. Se miró a sí mismo y escudriñó sus ojos. Descubrió que podía ser un HOMBRE. Sintió miedo. Quiso dormir todo el día para olvidar tan fatal descubrimiento y esa misma noche se enterró su propia ponzoña.

EL HOMBRE BACHACO
No es justo –dijo el hombre Bachaco- toda la vida trabajando para morir pobre. Esa noche una estrella alumbró su cueva. Había nacido en su conciencia la voz de la razón.

EL HOMBRE CAMALEÓN
El hombre Camaleón atrapó con larga lengua pegajosa a los pequeños hombres distraídos, cultivados por la habilidad circense del cambio de color. No pudo percatarse que entre ellos iba uno, que a pesar de su tamaño diminuto, le fue abriendo heridas en su cuerpo con ideas geniales.

EL HOMBRE TIBURÓN
El hombre Tiburón, se le tenía por extraordinario cocinero. Con esmero inventaba cada día exquisitas fórmulas culinarias que degustaban el paladar de sus clientes. Mas,  hoy,  sólo por el exótico plato que preparó con el cadáver de su esposa.

EL HOMBRE COMEJÉN
El hombre Comején se asomó a su ventana y pensó: Todavía queda mucho territorio por conquistar.  Alistó a sus ejércitos y se lanzó a la ofensiva, Por largos años su país se enriqueció  a fuerza de la miseria de los pueblos derrotados.
Un día de invierno oyó una voz que decía: tu justicia vulnera la libertad y la paz de las demás naciones, tu imperio será destruido.  Asustado llamó a sus adivinos. Ellos interpretaron la voz como el clamor de sus víctimas. Desde entonces lo persiguieron voces suplicantes  que atormentaban su conciencia. Se dice de él que vivió solo  y abandonado en algún lugar de la ciudad recordando el esplendor que alga vez tuvo su nación.

EL HOMBRE MORROCOY
El hombre Morrocoy miró hacia el infinito. Pensó en la oscuridad  de la noche, observó las estrellas y se extasió con su brillo. Boca arriba con su concha sobre la paja musitó: Gracias,  Dios mío, por haberme creado hombre Morrocoy; ahora entiendo la lentitud de mis pasos y lo pesado de mi concha. Si vuelvo a nacer quiero ser hombre morrocoy. Al levantarse se sintió tan liviano y caminó tan veloz que nadie pudo detenerlo.

EL HOMBRE CABALLO
El hombre Caballo que el éxito está ligado a la rapidez con que se actúa. Hizo de la velocidad un valor irremplazable y así vivió en una agitación permanente, por eso nadie se sorprendió  de su temprana muerte, lo extraño fue la larga agonía que tuvo que soportar.

EL HOMBRE TURPIAL
Un verso basta para mover el mundo –dijo el hombre Turpial- y se dedicó a escribir poesías. Metáforas tras metáforas construía un mundo mágico, único, perfecto. Al tiempo contaba con miles de seguidores que transformaron sus poemas en una nueva teoría política. La esperanza se alojó de la mente de hombres y mujeres, y la poesía penetró el corazón de los más humildes. El reino de la poesía estaba por venir.
Un día vieron al hombre Turpial ascender a los cielos. Lo interpretaron como una señal. A pesar que esto ocurrió hace miles de años todavía esperan su regreso.

EL HOMBRE CERDO
El hombre Cerdo se aseó,  lustró sus zapatos y elegantemente vestido salió a buscar empleo. Por varios días regresó a la casa tarde en la noche cansado y frustrado. Un día cuando la angustia comenzaba a comerle las esperanzas se le ocurrió una extraordinaria idea, vender chicharrones fritos, Así fue como poco a poco fue desprendiendo de su cuerpo su apetitoso pellejo y a buen precio lo ofrecía convertido en ricos chicharrones. Sus amigos se enojaron porque se estaba lucrando a costa de venderse a sí mismo. Para el hombre Cerdo era un problema ético superable y pronto lo entenderían; lo cierto es que se convirtió en millonario y de su pellejo solo queda lo que le cubre sus patas.

EL HOMBRE PERRO
El hombre Perro se creía perseguido por fantasmas. En las noches sus sueños se transformaban en pesadillas. El sonido de sus pasos diurnos semejaban un tropel de monstruos acosándolo.
Visitó sacerdotes, brujos y psiquiatras, y no encontró explicación alguna para su mal.  Al tiempo comprendió que eran visiones que produce los estragos del hambre; entonces se dejó morir inventando sueños placenteros de exquisitos manjares.

EL HOMBRE LEÓN
El hombre León hacía su recorrido habitual recogiendo el rumor de la ciudad. “Habladurías”,  decía ante el consejo de sus amigos. Ya estaba viejo, tenía que cuidarse, su visión no era la misma, su oído defectuoso, su voz imperceptible, y su andar lento y desprevenido. “Habladurías”,  repetía el hombre León, “todavía tengo un espíritu joven” y con gran lentitud a travesaba la ciudad. Un día dejó de verse y sus amigos desconocen su paradero. Un niño aseguraba haber visto a unos obreros lanzar un muñeco, muy parecido al hombre León, al camión de transportar basura.  


Nota: Carlos León Mejías. Tallerista e investigador en títeres, narración oral y dramaturgia. Profesor de Artes Escénicas de la UNELLEZ-Barinas. Personalidad artística que goza de un merecido prestigio en la zona de los Llanos y el Centro-Occidente venezolano. De su obra literaria se han publicado estudios sobre el teatro en Barinas y los poemarios: Glorimetrías (1984) e Itinerario común (1998). Las fábulas aquí publicadas (Antropozoo) forman parte de Vestigio Animal, texto publicado por la UNELLEZ, en la ciudad de Barinas (2003). 

9 comentarios:

  1. Te he dejado un premio en mi blog!!!

    ResponderEliminar
  2. Interesantes fábulas que hacen vagar la imaginacion por caminos diferentes y sorprendentes. UN SALUDO.

    ResponderEliminar
  3. Qué bonitos todos estos relatos que además nos dicen mucho de la sabiduría popular del lugar donde nacieron. Me quedo con la del hombre turpial, que además nos va muy bien a todos los poetas. Saludos desde Lima.

    ResponderEliminar
  4. Un placer realizar esta lectura. La he disfrutado mucho. Me encanta. Saludos

    ResponderEliminar
  5. Cuánta imaginación. Y muchos animales que no conozco.
    El uso de los animales para criticar los comportamientos humanos, ya desde Esopo es una manera divertida de mirar la realidad desde otro punto de vista.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  6. Me encantó el del hombre cerdo, aunque un poco de lástima sí que me dio...Y también vi muchos animales desconocidos para mi...

    ResponderEliminar
  7. Me ha encantan las fábulas y a mi hija también, se las leeré también a ella, seguro que le gustan mucho. Saludos!

    ResponderEliminar
  8. Hermosos cuentos de humanidad. Como la propia Vida de Carlos. Por tu memoria, camarada!

    ResponderEliminar
  9. Imaginación poética. Desde nuestros recuerdos estarás por siempre, así inmortal para seguir viviendo. Día a día te extraño.

    ResponderEliminar