La formas y las figuras son imaginación (imagen en el archivo de Anita Mendoza)
Contenido: El Hombre Zamuro. El Hombre Gato. El Hombre Báquiro. El Hombre Mono. El Hombre Lobo. El Hombre Araña. El Hombre Pez. El Hombre Alacrán. El Hombre Bachaco. El Hombre Camaleón. El Hombre Tiburón. El Hombre Comején. El Hombre Morrocoy. El Hombre Caballo. El Hombre Turpial. El Hombre Cerdo. El Hombre Perro.
EL
HOMBRE ZAMURO
El
hombre Zamuro despertó sobresaltado y en la oscuridad de su habitación
descubrió que miles de ojos lo
observaban. Estático sintió como las miradas desprendían poco a poco sus
órganos. Por su mente pasaron los miles de cadáveres que le sirvieron de bastimento
en su larga vida. Un extraño cosquilleo estremecía lo que le quedaba de cuerpo,
sin embargo, sonrió. El ser devorado por sus víctimas le liberaba de culpas. Así que pensó que lo mejor era volverse a
dormir.
EL
HOMBRE GATO
El
hombre gato presuntuoso, dedicaba su vida a la conquista de jóvenes muchachas,
creía estar destinado a cumplir una misión divina: orientar con la experiencia adquirida por su sabiduría
erótica. “El saber entra por el sexo” era su tesis. Eran diversos los temas
contemplados en su escuela y al ritmo del amor penetraban los más hondos
saberes. Hoy se le considera el único hombre gato canonizado en vida y sus
sermones invaden las editoriales especializadas en temas educativos.
EL
HOMBRE BÁQUIRO
El
hombre Báquiro hizo del odio una doctrina. Cultivó la rabia inventando guerras
fratricidas. Desafió el poder de los imperios. Fue declarado enemigo público y
se le persiguió. No encontró más escapatoria que huir hacia el mismo.
EL
HOMBRE MONO
El
hombre Mono quiso ser presidente. Sació sus deseos y se convirtió en autócrata.
Conminó al pueblo a pervertir la libertad. Al poco tiempo, la candidez de una
lágrima infantil sepultó su imperio.
EL
HOMBRE LOBO
El
hombre Lobo se creía el poeta más grande su país. Su vanidad crecía al ritmo de
su fama. Sus libros recorrían el mundo y se creía inmortal. Sin embargo vivió
siempre en la duda de que sus libros jamás fuesen leídos.
EL
HOMBRE ARAÑA
El
hombre Araña tejió sus redes y esperó el momento oportuno. Atrapó el olvido que
por largos años deambulaba en el corazón del poeta.
EL
HOMBRE PEZ
Al
hombre Pez se le acusaba de haber
vendido su libertad. Había cambiado su largo y hermoso mar, por unas migajas de
pan que diariamente le lanzaban en su hermosa pecera de cristal.
EL
HOMBRE ALACRÁN
El
hombre Alacrán pensó que era un hombre. Analizó. Pensó. Analizó. Se tomó de las
manos y revisó el silencio, las noches y las despedidas. Revisó los días, las
heridas y las palabras. Se miró a sí mismo y escudriñó sus ojos. Descubrió que
podía ser un HOMBRE. Sintió miedo. Quiso dormir todo el día para olvidar tan fatal
descubrimiento y esa misma noche se enterró su propia ponzoña.
EL
HOMBRE BACHACO
No es
justo –dijo el hombre Bachaco- toda la vida trabajando para morir pobre. Esa
noche una estrella alumbró su cueva. Había nacido en su conciencia la voz de la
razón.
EL
HOMBRE CAMALEÓN
El
hombre Camaleón atrapó con larga lengua pegajosa a los pequeños hombres
distraídos, cultivados por la habilidad circense del cambio de color. No pudo
percatarse que entre ellos iba uno, que a pesar de su tamaño diminuto, le fue
abriendo heridas en su cuerpo con ideas geniales.
EL
HOMBRE TIBURÓN
El
hombre Tiburón, se le tenía por extraordinario cocinero. Con esmero inventaba
cada día exquisitas fórmulas culinarias que degustaban el paladar de sus
clientes. Mas, hoy, sólo por el exótico plato que preparó con el
cadáver de su esposa.
EL
HOMBRE COMEJÉN
El
hombre Comején se asomó a su ventana y pensó: Todavía queda mucho territorio
por conquistar. Alistó a sus ejércitos y
se lanzó a la ofensiva, Por largos años su país se enriqueció a fuerza de la miseria de los pueblos
derrotados.
Un
día de invierno oyó una voz que decía: tu justicia vulnera la libertad y la paz
de las demás naciones, tu imperio será destruido. Asustado llamó a sus adivinos. Ellos
interpretaron la voz como el clamor de sus víctimas. Desde entonces lo
persiguieron voces suplicantes que
atormentaban su conciencia. Se dice de él que vivió solo y abandonado en algún lugar de la ciudad
recordando el esplendor que alga vez tuvo su nación.
EL
HOMBRE MORROCOY
El
hombre Morrocoy miró hacia el infinito. Pensó en la oscuridad de la noche, observó las estrellas y se
extasió con su brillo. Boca arriba con su concha sobre la paja musitó:
Gracias, Dios mío, por haberme creado
hombre Morrocoy; ahora entiendo la lentitud de mis pasos y lo pesado de mi
concha. Si vuelvo a nacer quiero ser hombre morrocoy. Al levantarse se sintió
tan liviano y caminó tan veloz que nadie pudo detenerlo.
EL
HOMBRE CABALLO
El
hombre Caballo que el éxito está ligado a la rapidez con que se actúa. Hizo de
la velocidad un valor irremplazable y así vivió en una agitación permanente,
por eso nadie se sorprendió de su
temprana muerte, lo extraño fue la larga agonía que tuvo que soportar.
EL
HOMBRE TURPIAL
Un verso
basta para mover el mundo –dijo el hombre Turpial- y se dedicó a escribir
poesías. Metáforas tras metáforas construía un mundo mágico, único, perfecto.
Al tiempo contaba con miles de seguidores que transformaron sus poemas en una
nueva teoría política. La esperanza se alojó de la mente de hombres y mujeres,
y la poesía penetró el corazón de los más humildes. El reino de la poesía estaba
por venir.
Un
día vieron al hombre Turpial ascender a los cielos. Lo interpretaron como una
señal. A pesar que esto ocurrió hace miles de años todavía esperan su regreso.
EL
HOMBRE CERDO
El
hombre Cerdo se aseó, lustró sus zapatos
y elegantemente vestido salió a buscar empleo. Por varios días regresó a la
casa tarde en la noche cansado y frustrado. Un día cuando la angustia comenzaba a comerle
las esperanzas se le ocurrió una extraordinaria idea, vender chicharrones
fritos, Así fue como poco a poco fue desprendiendo de su cuerpo su apetitoso
pellejo y a buen precio lo ofrecía convertido en ricos chicharrones. Sus amigos
se enojaron porque se estaba lucrando a costa de venderse a sí mismo. Para el
hombre Cerdo era un problema ético superable y pronto lo entenderían; lo cierto
es que se convirtió en millonario y de su pellejo solo queda lo que le cubre
sus patas.
EL
HOMBRE PERRO
El
hombre Perro se creía perseguido por fantasmas. En las noches sus sueños se
transformaban en pesadillas. El sonido de sus pasos diurnos semejaban un tropel
de monstruos acosándolo.
Visitó
sacerdotes, brujos y psiquiatras, y no encontró explicación alguna para su mal.
Al tiempo comprendió que eran visiones
que produce los estragos del hambre; entonces se dejó morir inventando sueños
placenteros de exquisitos manjares.
EL
HOMBRE LEÓN
El
hombre León hacía su recorrido habitual recogiendo el rumor de la ciudad. “Habladurías”,
decía ante el consejo de sus amigos. Ya
estaba viejo, tenía que cuidarse, su visión no era la misma, su oído
defectuoso, su voz imperceptible, y su andar lento y desprevenido. “Habladurías”,
repetía el hombre León, “todavía tengo
un espíritu joven” y con gran lentitud a travesaba la ciudad. Un día dejó de
verse y sus amigos desconocen su paradero. Un niño aseguraba haber visto a unos
obreros lanzar un muñeco, muy parecido al hombre León, al camión de transportar
basura.
Te he dejado un premio en mi blog!!!
ResponderEliminarInteresantes fábulas que hacen vagar la imaginacion por caminos diferentes y sorprendentes. UN SALUDO.
ResponderEliminarQué bonitos todos estos relatos que además nos dicen mucho de la sabiduría popular del lugar donde nacieron. Me quedo con la del hombre turpial, que además nos va muy bien a todos los poetas. Saludos desde Lima.
ResponderEliminarUn placer realizar esta lectura. La he disfrutado mucho. Me encanta. Saludos
ResponderEliminarCuánta imaginación. Y muchos animales que no conozco.
ResponderEliminarEl uso de los animales para criticar los comportamientos humanos, ya desde Esopo es una manera divertida de mirar la realidad desde otro punto de vista.
Un saludo.
Me encantó el del hombre cerdo, aunque un poco de lástima sí que me dio...Y también vi muchos animales desconocidos para mi...
ResponderEliminarMe ha encantan las fábulas y a mi hija también, se las leeré también a ella, seguro que le gustan mucho. Saludos!
ResponderEliminarHermosos cuentos de humanidad. Como la propia Vida de Carlos. Por tu memoria, camarada!
ResponderEliminarImaginación poética. Desde nuestros recuerdos estarás por siempre, así inmortal para seguir viviendo. Día a día te extraño.
ResponderEliminar